¿PREDICCIONES NO CUMPLIDAS? ¿Inglaterra declararía la guerra durante la guerra civil de Estados Unidos? ¿Predijo Elena G. de White que Inglaterra declararía la guerra contra Estados Unidos? A continuación aparece el contexto de su comentario: “Inglaterra está estudiando cuándo es el mejor momento para tomar ventaja de la presente condición de debilidad de nuestra nación y aventurarse a hacer guerra contra ella. Está pesando las decisiones y tratando de tentar a otras naciones. Teme que si comienza una guerra fuera de su territorio, se debilitaría en su tierra y que otras naciones se aprovecharían de su debilidad. Otras naciones están actuando silenciosa aunque activamente en sus preparaciones para la guerra, y están esperando que Inglaterra haga guerra contra otra nación, porque entonces tendrán la oportunidad de tomar venganza en ella por la ventaja que obtuvo de ellas en el pasado y por la injusticia que les hizo. Parte de los súbditos de la Reina están esperando una oportunidad favorable para quebrantar su yugo; pero si Inglaterra piensa que será provechoso, no dudará un instante en aprovechar sus oportunidades para ejercer su poder y humillar a nuestra nación. Cuando Inglaterra declare la guerra, todas las naciones tendrán un interés propio que satisfacer, y habrá guerra general, confusión general” (Testimonies for the Church [Testimonios para la Iglesia], vol. 1, p. 259). Note el carácter condicional de estas declaraciones: “Teme que si comienza una guerra fuera de su territorio, se debilitaría en su tierra”. “Pero si Inglaterra piensa que será provechoso”. Luego sigue la frase: “Cuando Inglaterra declare la guerra…” Es evidente que la Sra. White está usando aquí la palabra “cuando” como un sinónimo de “si”, lo cual es buen inglés. De hecho, si no comprendemos así la palabra “cuando” en esta relación, tenemos una situación inusual –una serie de “si” problemáticos seguidos de una declaración simple de que Inglaterra está por declarar la guerra. Así la última frase de la Sra. White haría que sus frases anteriores no tuvieran sentido. En la página previa, Elena de White usó la misma construcción gramatical: “Cuando nuestra nación observe el ayuno que Dios ha escogido, entonces aceptará sus oraciones…”. Nadie discutiría que la palabra “cuando”, en esta relación, introduce una declaración simple concerniente a un evento futuro que sucedería indiscutiblemente. Una paralelo inspirado de estas construcciones “si” y “cuando” se encuentran en Jeremías 42:10-19. El profeta habla a Israel sobre morar en Palestina en lugar de descender a Egipto: “Si permanecéis quietos en esta tierra,…” (v. 10). “Pero si decís: ‘No habitaremos en esta tierra’,…” (v. 13). “Si vosotros volvéis vuestros rostros para entrar en Egipto,…” (v. 15). “Cuando entréis en Egipto;…” (v. 18). Es evidente que la frase “Cuando entréis en Egipto;…”, se puede entender como sinónima con “Si entráis en Egipto”. Con la frase “Cuando Inglaterra declare la guerra”, entendida como sinónima de “si Inglaterra declarara la guerra”, la declaración cambia de una predicción a una declaración de mera posibilidad, pero una posibilidad, no obstante, cuyo pleno potencial muchos pueden no darse cuenta. La Sra. White no estaba haciendo una predicción sino una declaración condicional. Este uso de “cuando” por “si” es una práctica común en el idioma inglés. [Adaptado de Francis D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics [Elena de White y sus críticos], pp. 122-123.) Jerusalén nunca ha de ser reconstruida Elena de White escribió en 1851 que “la vieja Jerusalén nunca [sería]… edificada”.1 Por sí misma, la declaración parece insostenible. Pero cuando se reconstruye el marco que la acompaña, encontramos que la Sra. White estaba aconsejando al grupo creciente de adventistas que tanto el fijar fechas2 como la noción de la “era venidera”3 no eran compatibles con la verdad bíblica. Ella recalcó que las profecías del Antiguo Testamento respecto al establecimiento de un reino judío en Palestina estaban basadas sobre la condición de la obediencia y caducaba su vigencia debido a la desobediencia. Las profecías incumplidas se cumplirían en el “Israel venidero” como se expone en el texto del Nuevo Testamento. Por lo tanto, el movimiento popular de las décadas de 1840 y 1850 para promover un estado sionista en Palestina no era un cumplimiento de la profecía bíblica ni un proyecto en el cual los adventistas deberían involucrarse. Las advertencias e instrucciones de la Sra. White tenían el propósito de desviar el interés en Palestina y dirigirlo hacia la obra que Dios había abierto ante ellos. En una visión de septiembre de 1850 ella vio que era un “gran error” creer “que tienen el deber de ir a la vieja Jerusalén, y [pensar]… que tienen una obra que hacer allí antes que venga el Señor;… porque los que piensan que todavía tienen que ir a Jerusalén fijarán sus pensamientos en esto y privarán de sus recursos a la causa de la verdad presente para transportarse a sí mismos y llevar a otros allí”.4 Menos de un año más tarde, en agosto de 1851, ella escribió con mayor énfasis “que la vieja Jerusalén nunca será edificada; y que Satanás estaba haciendo cuando podía para extraviar en estas cosas a los hijos del Señor ahora, en el tiempo de reunión, a fin de impedirles que dediquen todo su interés a la obra actual de Dios e inducirlos a descuidar la preparación necesaria para el día del Señor”.5 ¿Cómo entendieron esta declaración los lectores de Elena G. de White? Que no hay luz en la enseñanza popular de la “era venidera”, que no tiene significado bíblico el hecho de que los judíos regresen a Palestina, que Jerusalén nunca será reconstruida en un período milenial futuro. Ella no estaba hablando de una posible reconstrucción política de Jerusalén sino de una reconstrucción proféticamente significativa de la vieja Jerusalén. Seguir pensando de esa manera, destacó ella, era hundirse más en los engaños de Satanás y alejarse de los deberes presentes.6 Para profundizar un estudio sobre este tema, leer Julia Neuffer, “La reunión de Israel” en la Biblioteca de Referencia. [Adaptado de Herbert E. Douglas, Mensajera del Señor, El ministerio profético de Elena G. de White (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana; Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association; Miami, Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2000), pp. 488, 489]. Referencias 1 Primeros escritos, p. 75. Esta frase aparece en el capítulo, “El Tiempo de Reunión”, que combinó dos visiones y algunas líneas adicionales. La primera visión, que tuvo lugar el 23 de septiembre de 1850, trataba del “tiempo de reunión” de “Israel”, las fechas en el diagrama millerita de 1843, el “continuo”, la fijación de fechas del regreso de Cristo, y el error de ir a la vieja Jerusalén. La segunda visión, del 21 de junio de 1851, se concentraba en el mensaje del tercer ángel, la fijación de fechas y el hecho de que no se construiría la vieja Jerusalén. 2 Muchos ex milleritas estaban fijando diversas fechas para el regreso de Jesús, siendo 1850 y 1851 las últimas fechas para el fin de la profecía de los 2.300 días/años. Aunque los adventistas sabatistas eran generalmente inmunes a la tendencia de fijar fechas, Hiram Edson y José Bates abogaron por los años 1850 y 1851, respectivamente. Jaime White no incluyó sus puntos de vista en la Present Truth, la Adventy Review y la Review and Herald. 3 Los exponentes de la doctrina de la era venidera, encabezados por Joseph Marsh, O. R. L. Crosier y George Storrs, creían, con diversas variaciones, que el segundo advenimiento introduciría el reino milenial en la tierra y que durante dicho tiempo el mundo se convertiría bajo el reino de Cristo, jugando los judíos un papel sobresaliente. Este grupo estaba relacionado estrechamente con los literalistas (adventistas británicos) que habían creído que en la década de 1840 los judíos literales darían la bienvenida a su Mesías (Cristo) en Palestina, para cumplir de esa manera las profecías del Antiguo Testamento, convirtiéndose Jerusalén en la capital de Cristo durante el milenio. La mayoría de los milleritas habían rechazado este aspecto de la teología adventista de ellos, llamándolo judaísmo. (Ver Josiah Litch, “The Rise and Progress of Adventism”, The Advent Shield and Review, mayo, 1844, p. 92, citado en Seventh-day Adventist Bible Students’ Source Book, p. 513). Los primeros desertores al comienzo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día fueron H. S. Case y C. P. Russell quienes, entre otros conceptos, habían aceptado la teoría de la “era venidera”. Ver SDAE, t. 11, “Messenger party”, pp. 51-52. 4 Primeros escritos, p. 75. 5 Primeros escritos, pp. 75-76. 6 Para los antecedentes sobre el contexto religioso de este tema concerniente a la reconstrucción de la vieja Jerusalén, ver Julia Neuffer, “The Gathering of Israel” (un panfleto preparado por la Comisión de Investigación Bíblica, Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día). Algunos que vivían en 1856 nunca abrían de morir En relación con una declaración que hizo Elena G. de White en 1856, en una conferencia: “Se me mostró el grupo presente en la conferencia. Dijo el ángel: ‘Algunos [serán] alimento para los gusanos, otros [se verán] sometidos a las siete últimas plagas, otros estarán vivos y permanecerán sobre la tierra para ser trasladados en la venida de Jesús’”. Todos los que estaban vivos entonces, están ahora muertos. Esta predicción, ¿da a entender que Elena G. de White es un falso profeta? Varias declaraciones hechas por Elena G. de White en las décadas siguientes a la visión de 1856, demuestran su clara comprensión que hay una implícita cualidad condicional a las promesas y amenazas de Dios –como lo declaró Jeremías- y que el rasgo condicional en pronósticos respecto al advenimiento de Cristo involucra el estado de corazón de los seguidores de Cristo. La siguiente declaración, escrita en 1883, es de especial relevancia en este punto: “Los ángeles de Dios en sus mensajes dados a los hombres representan el tiempo como algo muy corto. Así es como siempre me ha sido presentado. Es cierto que el tiempo ha sido más largo de lo que habíamos esperado en los primeros días del mensaje. Nuestro Salvador no apareció tan pronto como lo esperábamos. ¿Pero ha fallado la Palabra de Dios? ¡Nunca! Debiera recordarse que las promesas y las amenazas de Dios son igualmente condicionales… “No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo. Dios no tenía el propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta años por el desierto. Prometió guiarlos directamente a la tierra de Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo, sano y feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron ‘a causa de incredulidad’ (Heb. 3: 19). Sus corazones estaban llenos de murmuración, rebelión y odio, y Dios no pudo cumplir su pacto con ellos. “Durante cuarenta años, la incredulidad, la murmuración y la rebelión impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de Canaán. Los mismos pecados han demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. En ninguno de los dos casos faltaron las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años” (Manuscrito 4, 1883, citado en El evangelismo, pp. 504-505). Podemos comprender mejor la predicción de 1856 de la Sra. White al examinar, a la luz del carácter condicional de las promesas proféticas encontradas en las Escrituras. Para un estudio más amplio sobre el tema ver “Las predicciones de la visión de 1856” en la Biblioteca de Referencia.