QUIERO SABER / ESPÍRITU DE PROFECÍA – Septiembre 2011 Un ministerio público en busca de reavivamiento ¿Existen indicios en el ministerio de Elena G. de White acerca de cómo buscar un reavivamiento en las iglesias? Responde Daniel O. Plenc director del Centro de Investigaciones White en la Argentina. La ACES acaba de imprimir un antiguo librito, que es un compilado de escritos de Elena de White, titulado El verdadero reavivamiento: la mayor necesidad de la iglesia, obra que recomendamos decididamente a los lectores de la Revista adventista. El capítulo final se titula “Llamados especiales en el ministerio público”, cuya lectura me pareció fascinante y reveladora en cuanto a varios aspectos del ministerio público de Elena de White. Me permito destacar algunas de las lecciones aprendidas con la lectura de dicho capítulo: 1. La excesiva brevedad no es positiva cuando se busca un reavivamiento. Es verdad que la Sra. White abogó por sermones “cortos” y por la conveniencia de dividir algunos sermones en dos pero, en ocasiones especiales, se debe tomar tiempo para una genuina renovación espiritual. El diario de la autora registra que habló durante “una hora” en Battle Creek en 1868 y 1873. Sobre una reunión en Basilea, escribió la Hna. White: “Nuestras reuniones continuaron desde las dos de la tarde hasta las cinco”. 2. Los llamados específicos desde el altar son muy oportunos tanto para miembros de iglesia como para los invitados que están presentes. Estas son algunas expresiones del capítulo que estamos considerando: “llamé al frente”, “llamamos al frente”, “invité a que se adelantaran”, “pedimos que los que querían ser bautizados lo manifestaran levantándose”, “pedí que pasaran adelante”, “llamamos entonces para que pasaran al frente”, “se invitó a ponerse de pie”, “invité que pasaran adelante”, “al terminar mi discurso, me sentí impresionada por el Espíritu de Dios a extender una invitación a que pasaran al frente”, “insté a que pasaran al frente”, “invitamos a que pasaran al frente”, “se invitó a que pasaran al frente”, etc. 3. Las invitaciones deben ser acompañadas de ferviente oración y atención personal. Dice la autora: “Pasamos unos preciosos momentos en oración”; “para que pudiéramos unir nuestras oraciones con las de ellos”; “los que sentían la necesidad de las oraciones de los siervos de Dios fueron invitados a manifestarlo”; “pidió la cooperación de los hermanos Faulkhead y Salisbury para que pasaran al frente y nos arrodillamos en oración”; “el Señor se nos acercó mucho mientras lo buscamos en oración”. 4. Hay que predicar la Palabra de Dios con la unción del Espíritu. Esto consigna el diario de Elena de White: “Hablé en la tarde acerca de segunda de Pedro. Hablé con libertad”. “Hablé en la tarde de Juan 17:3. El Señor me dio abundantemente de su Espíritu Santo”. “... me sentí impresionada a hablar del primer capítulo de segunda de Pedro... Con la ayuda del Espíritu Santo, pude hablar con claridad y poder”. “Tuve gran fluidez para hablar de Apocalipsis 2:1 al 5”. 5. Debe darse la oportunidad para que los asistentes a las reuniones den testimonios breves y confiesen sus pecados. Veamos los registros: “Pasamos preciosos momentos en oración y todos se sintieron quebrantados, llorando y confesando sus pecados”. “Después de la oración, se dieron 115 testimonios”. “Se hicieron algunas buenas confesiones y se presentaron fervientes testimonios”. “Uno tras otro, se dieron rápidamente muchos testimonios que expresaban profundos sentimientos...” 6. No necesitamos evitar todo tipo de emoción. La autora cuenta que, en una reunión en el colegio de Battle Creek, el profesor Prescott se levantó para hablar, pero no pudo hacerlo durante cinco minutos, “sino que estuvo en pie llorando ante los hermanos. Entonces dijo unas pocas palabras”. Acerca de una iglesia de San Francisco, dice: “Muchos no pudieron adelantarse porque el local estaba muy atestado; sin embargo, los rostros animados y los ojos llenos de lágrimas testificaban de la determinación”. 7. Los domingos podemos tener reuniones religiosas con invitados. Sobre unas reuniones en San Francisco, dice la Sra. White: “El domingo por la tarde hablé a una gran congregación en la que había muchos que no son de nuestra fe”. 8. Las semanas de oración son muy positivas. Se cuenta de una “semana de oración” en Battle Creek, en la cual la Sra. White habló en el Colegio y en el Sanatorio. En otra ocasión escribió: “El viernes 21 de diciembre fui a San Francisco, donde había de pasar la semana de oración”. 9. Se puede orar de pie en las reuniones adventistas. En la Iglesia de Ashfield, Elena de White invitó a los asistentes “a que se pusieran de pie” y, acto seguido, dice: “los presenté al Señor con ferviente oración”. Durante el Congreso de la Asociación General de 1909, preguntó a los asistentes: “¿Os pondréis de pie aquí y testificaréis...?” Cuando la congregación se levantó, ella oró diciendo “Te agradezco, Señor, Dios de Israel...” 10. Las mujeres pueden predicar desde el púlpito. Cuenta Elena de White que a una señora “F”, criada en una iglesia protestante, “se le había enseñado que era muy impropio que las mujeres hablaran en una reunión, y que estaba más allá de toda noción de decoro el que predicara una mujer. A ella le gustaba escuchar a los pastores Daniells y Corliss, y pensaba que eran oradores muy inteligentes, pero no quería escuchar la predicación de una mujer... Cuando presenté la exhortación e insté a que pasaran al frente los que sentían su necesidad de acercarse más a Dios, esas hermanas pasaron al frente para sorpresa de todos”. El ministerio de Elena de White es muy inspirador para este tiempo de búsqueda de reavivamiento y reforma.