Conmoción por caso de secta: madre relata el rito en

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NACIONAL CRIMEN DE LACTANTE
C8
VIERNES 26 DE ABRIL DE 2013
En su declaración ante la PDI, Natalia Guerra entregó detalles sobre el grupo que lideraba Ramón Castillo Gaete
Conmoción por caso de secta: madre relata el
rito en que se sacrificó a su hijo en Colliguay
La mujer y otros tres miembros de la comunidad fueron
imputados ayer por parricidio.
En la indagatoria acerca de los hechos ocurridos en noviembre
pasado, reveló las costumbres del grupo y el uso de drogas.
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ÓSCAR SAAVEDRA Y LESLIE AYALA
Surge la comunidad
“Jechu” relató los orígenes de la
Cuando dejé a mi
hijo en la tabla se
encontraba llorando.
Pasados unos
minutos, Castillo se
acercó a Pablo y le
ordenó que le echara
más leña al fuego,
lugar en el cual se
encontraba el
cuerpo de mi hijo”.
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NATALIA GUERRA JEQUIER,
IMPUTADA
Natalia Guerra enfrentó ayer a la justicia. Escuchó atentamente el relato de la fiscalía sobre la muerte de su hijo.
agrupación: “En marzo de 2010,
Pablo, Ramón y yo decidimos
cambiar nuestra residencia y mudarnos a la comuna de Olmué (...)
En ese lugar realizamos seminarios de autoayuda durante los meses de octubre, noviembre y diciembre... En ese momento no nos
considerábamos una secta”.
Fue recién un año después, luego de un viaje al sur del país junto
a Undurraga, que reconoció a
Castillo como un ser superior.
“Antares”, explicó, “era Dios, él
mismo nos dijo eso; y por tanto,
nosotros éramos sus discípulos, le
debíamos obediencia”.
En esa época, los seguidores ya
se sentían parte de un colectivo:
“Era nuestro líder, nuestro maestro, nuestro guía espiritual. Impuso una serie de normas, por un tema energético (...) Éramos guerreros que debíamos combatir el yo”.
Luego, la comunidad se mudó
a Concón y comenzó a experimentar con el consumo de la droga ayahuasca, proveniente de la
Amazonía y usada por los presuntos chamanes para purificaciones espirituales. “Una de las
actividades que se realizaban
dentro de la comunidad eran las
denominadas ‘tomas’, las que
consistían en actividades nocturnas, en habitaciones cerradas, en
las que ‘Antares’ bebía ayahuasca”, añade la mujer.
Relación con el líder
Guerra declaró que “en una de
esas tomas, Castillo me ordenó
que debía ser su mujer, lo que significaba que debía iniciar una relación de pareja, amorosa, incluyendo relaciones sexuales, que
esa orden era revelación de su ser,
Mamá de Natalia Guerra: “Él le cortó todos los sentimientos a mi hija”
contaminada, debía salir de la comunidad. Por
tal razón, estuvo obligada a estar sola. Solamente una mujer la acompañó, una mujer que
actualmente es la polola de Pablo (Undurraga),
la ‘Caro’ (Carolina Vargas)”, aseguró.
“Personas sin temperamento”
CRISTIÁN SOTO
La madre de Natalia Guerra Jequier prestó
una declaración policial voluntaria acerca de
los antecedentes que conoció del caso.
“Mi hija se fue hace seis años con su pololo,
de nombre Pablo Undurraga... Durante ese
tiempo, nuestra relación fue bastante normal,
hasta que ellos conocieron a un tal ‘Antares’
(Ramón Castillo), un hombre que comenzó a
involucrarlos en una especie de grupo espiritual, convenciéndolos de que él era una persona superior a ellos. Esta situación provocó en
mi hija un cambio radical; ella ya no me visitaba; incluso, yo tenía prohibido tocarla, ya que
según ‘Antares’, si eso ocurría, yo la contaminaba... Ella nunca me permitió visitarla”,
sostuvo la mujer en la diligencia.
Aunque la mamá de Guerra no logró adentrarse en el día a día de la secta, supo que sus
integrantes “realizaban meditaciones y que
para generar dineros para mantener sus gastos cobraban por los seminarios espirituales,
vendían comida y, además, tenían una productora de eventos”.
Acerca del líder, Ramón Castillo, la declaración policial de la mujer consignó que “el nombre ‘Antares’ lo lleva porque, según mi hija,
‘Antares’ es el planeta más grande que existe
n
que era inevitable. Que él era
Dios”.
Precisó que “las dos primeras
noches me negué a ser su pareja.
Pero en la tercera, Castillo me dijo
que si no cumplía con la orden, su
ser, el día del juicio final, me quemaría viva. Yo, aunque estaba
enamorada de otra persona, accedí a su petición e inicié una relación de pareja con él”.
La joven quedó embarazada.
Manifestó que “el 19 de marzo de
2012 me realicé un examen de
sangre para confirmar un posible
estado de gravidez. Su resultado
dio positivo. Al enterarse de la noticia, Castillo ordenó que no debía
abortar, que debía tener al bebé.
No obstante, ordenó un plan que
consistía en ocultarme de mi familia y amigos durante el período
de embarazo y posterior nacimiento, simulando que me iba de
viaje por distintos países de América Latina”.
IMPUTADOS.— La Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (Bipe) de la PDI logró la
captura de integrantes de la secta luego de meses de pesquisas.
en el universo, y como él viene desde ahí, se
hace llamar así”.
“(Castillo) Es el líder de la secta... No hacía
nada, solo dirigía. De carácter introvertido, se
mantenía alejado de las personas, como observando que todo funcionara”, añadió.
La madre de Guerra agregó que “él le cortó
todos los sentimientos a mi hija. Ella me confi-
denció que producto de las reiteradas violaciones que sufrió por parte de ‘Antares’, ella
quedó embarazada, situación de la que quedó
agradecida, ya que de esta forma no sufrió
más ataques de ‘Antares’”.
“Según lo que comentó ella, la sacaron de la
comunidad, ya que según ‘Antares’ ella estaba
embarazada del Anticristo, y como estaba
En aras de colaborar con la investigación, la mamá de Guerra ahondó en otros
miembros de la secta, a algunos de los
cuales conoció cuando vivieron con su hija
en una casa que arrendaron.
Sobre Undurraga, el pololo por el que Natalia dejó la casa hace seis años, declaró: “Pablo
era un joven muy callado, siempre muy introvertido, hasta que luego de conocer a ‘Antares’
comenzó a hacer lo contrario”.
A David Pastén lo definió como “una persona joven, ‘pajarito’, sin fortaleza emocional,
muy fácil de influenciar”.
A María del Pilar Álvarez y Karla
Franchy las recordó como “personas sin
temperamento, a las que involucraron en
esta comunidad, que según mi pensamiento, era más bien una secta, ya que nunca
comentaban lo que sucedía en ella”.
“Sanación”
TOMÁS FERNÁNDEZ
La diseñadora gráfica Natalia
Guerra Jequier (26) fue una de las
primeras integrantes de la secta
que lideraba Ramón Castillo Gaete (35), quien se hacía llamar “Antares de la luz” y aseguraba ser
una divinidad. “Jechu”, como la
conocen, también es la madre del
bebé que habría sido incinerado
en un supuesto rito de sanación,
el 23 de noviembre, en un predio
enclavado en un cerro de Colliguay, en Valparaíso.
Hace una semana, la mujer
—detenida ayer por la PDI junto a
otros tres seguidores de quien
aseguraba ser “sempiterno” y
“todopoderoso”— entregó su
testimonio ante dos detectives en
la investigación que llevaba la Fiscalía Metropolitana Sur.
En tres horas resumió los últimos cinco años de su vida. Lo hizo tranquila, con una calma que
impresionó a quienes oían cómo
ingresó a la secta de “Antares” y
terminó entregando a su hijo recién nacido para un sacrificio.
Su relación con el grupo comenzó en 2008. Su ex pareja, Pablo Undurraga Atria (30), el segundo hombre de la secta, le presentó al autoproclamado Dios.
Meses más tarde, Guerra acudió a
una primera reunión con los seguidores de Ramón Castillo.
Recordó que “una vez que asistí al seminario, evalué lo que se
me había enseñado y lo que yo
buscaba en la vida. Sobre todo, la
exploración de mi ser”.
El hijo de Guerra y “Antares”
nació entre la noche del 20 de noviembre y la madrugada del día
siguiente, en una clínica de Viña
del Mar. Dos días después, ambos
abandonaron el recinto y fueron
llevados a Colliguay.
La joven recordó que “en horas de la tarde, Carolina Vargas
San Martín, David Pastén Rojas y
María del Pilar Álvarez Fuenzalida (otros integrantes de la secta) me trasladaron junto a mi hijo
recién nacido hasta un lugar
donde había una casa de adobe
abandonada”. Agregó: “Fuera
de esta, a unos diez metros, se
encontraba Castillo. A su lado se
observaba en el suelo una excavación rectangular de un metro
por un metro de ancho, y de un
metro y medio de profundidad”.
Era el sitio al que arrojarían al niño. “Habían encendido una especie de hoguera, salían llamas
desde su interior, se divisaba la
madera ardiendo (...) Castillo le
da la instrucción a Pablo de traerme a la hoguera junto a mi hijo”,
recordó. Luego, “Pablo llegó y
me ordenó que trajera a mi hijo,
pero que antes había que colocarle una cinta de embalaje en su
boca, para que no se escuchara su
llanto”. Añadió que “posteriormente seguí a Pablo, quien se dirigió donde estaba ‘Antares’.
Junto a la hoguera había una tabla (...) Me ordenó que dejara a
mi hijo junto a la tabla, sabía que
lo matarían. ‘Antares’ me ordenó
que me fuera. Pablo me acompañó y nos alejamos unos veinte
metros. Cuando dejé a mi hijo en
la tabla se encontraba llorando.
Pasados unos minutos, Castillo
se acercó a Pablo y le ordenó que
le echara más leña al fuego, lugar
en el cual se encontraba el cuerpo
de mi hijo”.
Expertos advierten que seguidores de “Antares”
serían destructivos, herméticos y fanáticos
“Estamos frente a una secta
destructiva, con un líder que
posee gran carisma. Esto explicaría cómo algunos de sus
seguidores accedieron a cometer este crimen horrendo”.
Con estas palabras, el periodista y experto en teología
Juan Guillermo Prado describió al grupo liderado por Ramón Castillo Gaete, conocido
dentro de la secta como “Antares de la Luz”.
Sus integrantes, según el
profesional, se habrían encargado de permanecer en las
sombras, para no ser reconocidos por los expertos ni por la
comunidad, pues en sus estudios
no figuraba la existencia de esta
agrupación.
“En medio de los cerros, en un
fundo perdido, cometieron este
homicidio, justamente para que
nadie pudiera ver lo que pasa ahí”,
explica el experto.
El grupo estaría conformado por
no más de 10 personas, las cuales
actuaban con total hermetismo y
gran fidelidad hacia el líder, por una
supuesta divinidad que lo instaló
por sobre ellos.
De acuerdo con las estadísticas
que maneja Humberto Lagos,
doctor en Sociología y experto en
temas teológicos y religiosos, en
Chile habría alrededor de 340
grupos que presentan características de sectas religiosas.
El de “Antares”, no obstante, no
aparece en los registros, por lo que
Prado afirma que existiría un centenar de sectas desconocidas.
“De estos grupos debe haber por
los menos cien. Su descubrimiento
podría ser la punta del iceberg de
otros, porque no se tienen mayores
antecedentes de su existencia.
Como funcionan en la sombras, no
hay cómo identificarlos”, agrega.
Para Lagos, el grupo “Antares”
sería una secta radicalizada,
donde sus integrantes se transforman en esclavos a la hora de
someterse al líder.
“Es un tema que impacta, porque hay un sacrificio ritual. De
acuerdo con la investigación que se
está realizando, se sindica al niño
como el Anticristo, y su muerte, o
a veces el suicidio de algunos de
sus miembros, se ve como una
‘trascendencia’”, explica el experto,
quien cataloga al grupo como
“fanático de tipología destructiva”.
Con esta definición, Lagos anticipa que se trata de una colectividad que no mostrará signos de
arrepentimiento durante el proce-
OTROS DETENIDOS.— Karla Franchy Arana, David Pastén Rojas y María del Pilar Álvarez Fuenzalida.
so. “Es una secta de corte autoritario dictatorial. Sus seguidores no
cuestionan lo que les solicita su
líder y, para ellos, esto significó un
ritual con el cual salvaron al mundo”, señala.
Lo que diferenciaría a este
grupo de una secta satánica sería
que tanto su líder como sus
miembros no tienen una adora-
ción hacia el Diablo, sino que más
bien “presentan conductas inapropiadas que van en contra de la
legislación vigente y en contra de
la moral y las buenas costumbres”, explica Prado.
En este contexto, señala el
profesional, se podría practicar la
prostitución, el consumo de drogas
y la ejecución de crímenes, como el
que está siendo investigado, puesto
que actúan, según Prado, “al margen de la ley”.
A juicio de ambos especialistas, el
descubrimiento de nuevos grupos es
cosa de tiempo, pues con motivo del
supuesto “fin del mundo”, muchas
otras agrupaciones podrían haber
incurrido en homicidios o crímenes
como el recién descubierto.
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