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Hipertens riesgo vasc. 2009;26(3):128-132
ISSN: 1889-1837
Órgano oficial de la Sociedad Española de HipertensiónLiga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial
Hipertensión
y riesgo vascular
Volumen 26, Número 3, Mayo-Junio 2009
Editorial
Hipertensión arterial enmascarada. Más preguntas que respuestas
R. Hernández del Re
95
Originales
Estudio Objetivo Kontrol: inercia terapéutica en hipertensión arterial.
Diseño y metodología
C. Sanchis Doménech, J.L. Llisterri Caro, V. Palomo Sanz, P. Aranda Lara,
M.A. Sánchez Zamorano y P. Lázaro y de Mercado
98
Estudio de farmacovigilancia con lercanidipino. Datos del estudio
ZANyCONTROL
J. Abellán Alemán, V. Gil Guillén, J. Merino Sánchez, J.L. Llisterri Caro
y M. Leal Hernández, en representación de los investigadores del estudio
ZANyCONTROL
Revisiones
Improving hypertension management in the UK
M. Davis
Efectos renales de los antagonistas del calcio
J.A. García Donaire, C. Cerezo y L.M. Ruilope
105
112
116
Caso clínico
Hipertensión arterial por esfuerzo: posible predictor de riesgo
cardiovascular
P. González Carretero, A. Giménez Llort, D. Muñoz Santanach, J. Vila Cots,
A. Vila Santandreu y J.A. Camacho Día
Cartas al director
¿Son fiables las medidas ambulatorias de presión arterial en pacientes
con enfermedad renal crónica en tratamiento con diálisis peritoneal?
A. Molina Miguel y M.C. Ruiz Erro
121
126
Resúmenes 128
www.elsevier.es/hipertension
In memóriam 132
www.elsevier.es/hipertension
RESÚMENES
Riesgo de ictus en el hipertenso tratado
y bien controlado
Objetivo: Evaluar la relación entre riesgo de accidente cerebrovascular y valores de presión arterial con el uso de
fármacos antihipertensivos.
Métodos: A partir de las 21 cohortes del Japan Arteriosclerosis Longitudinal Study (JALS) (n = 55.151), se incluyó a
11.371 hipertensos sin evento cardiovascular previo, de 4
de estas cohortes (edad, 40-89 años), de los que se disponía
de suficiente información sobre el tratamiento y que habían
sido seguidos una media de 9,5 años. Se utilizó un modelo
de regresión de Poisson, ajustado por posibles factores de
confusión, para evaluar el riesgo de presentar un primer
accidente cerebrovascular, tras clasificar a los pacientes en
seis categorías tensionales, definidas según las directrices
de las recientes guías, en relación con el uso de fármacos
antihipertensivos.
Resultados: Se dieron 324 casos incidentes de un primer
accidente cerebrovascular. Entre los pacientes no tratados,
el riesgo relativo (RR) aumentó linealmente con la elevación de la clasificación del valor de presión arterial (p de la
tendencia = 0,0001). El grupo no tratado, con presión arterial normal, tenía un riesgo significativamente mayor de
ictus (RR = 2,09; intervalo de confianza [IC] del 95%, 1,094,01) que el grupo no tratado con presión arterial óptima.
No hubo incremento escalonado de riesgo de accidente cerebrovascular entre los grupos de hipertensos tratados (p
de la tendencia = 0,1). El riesgo de accidente cerebrovascular entre los grupos tratados, incluso entre aquellos con
presión arterial óptima (RR = 4,1; IC del 95%, 1,17-14,4),
fue significativamente más alto que en los grupos no tratados con el mismo valor de presión arterial.
Conclusiones: Los hipertensos tratados, cuya presión arterial sea óptima, presentan mayor riesgo de accidente cerebrovascular que los hipertensos no tratados, cuya presión
arterial también sea óptima. Los clínicos debemos estar
atentos al riesgo cardiovascular residual adicional de los hipertensos tratados.
Asayama K, Ohkubo T, Yoshida S, Suzuki K, Metoki H,
Harada A, et al. Stroke risk and antihypertensive drug
treatment in the general population: the Japan
arteriosclerosis longitudinal study. J Hypertens.
2009;27:357-64.
Comentario
En las últimas décadas, gran cantidad de estudios han evidenciado que reducir la presión arterial mediante un tratamiento antihipertensivo disminuye la probabilidad de sufrir
un evento cardiovascular. La presión arterial, por lo tanto,
se ha demostrado como una variable continua de riesgo. A
lo largo del tiempo, a medida de que disponíamos de más
evidencias, también se fueron reduciendo las cifras tensionales consideradas como objetivo de control, según las enfermedades concomitantes.
El presente estudio demuestra que los hipertensos tratados presentan un mayor riesgo cardiovascular que los hipertensos no tratados, para unos mismos valores de control
tensional, incluso tras ajustar para variables confusoras. Es
decir, que parece que hay un riesgo cardiovascular residual
adicional en el hipertenso tratado a pesar de llegar a cifras
de control tensional óptimo, algo ya descrito previamente
en la literatura. Los resultados de este estudio de cohortes
parecen razonables: el hipertenso que ya precisa de tratamiento farmacológico para controlar sus cifras tensionales,
probablemente, cuenta con un tiempo de evolución mayor
que el hipertenso no tratado. Por lo tanto, su grado de ateromatosis (o incluso de lesión subclínica de órganos diana)
es de suponer que será mayor.
Una de las limitaciones del estudio es la falta de información sobre el grado de control de la presión ambulatoria,
cuyos valores tienen mayor relación con eventos cardiovasculares que los valores de la presión arterial en la consulta.
En el grupo tratado, tampoco conocemos la severidad de la
hipertensión ni su tiempo de evolución en el momento de
inicio del tratamiento farmacológico.
En resumen, el presente estudio indica una doble conclusión. En primer lugar, parece obvio que no podemos conformarnos únicamente con el buen control tensional. Si bien es
cierto que es básico conseguir unas óptimas cifras tensionales, debemos evaluar e intervenir sobre todos los otros posibles factores de riesgo, así como buscar activamente una
potencial lesión de órganos diana. El objetivo será, por lo
tanto, tener también una actitud terapéutica activa a otra
escala, cuando sea preciso (sobre el perfil lipídico o hidrocarbonado, sobre la indicación de antiagregación, etc.).
Por otro lado, la segunda conclusión que se puede inferir
del estudio hace referencia a la importancia de conseguir un
pronto control tensional para prevenir tanto la arteriosclero-
1889-1837/$ - see front matter © 2008 SEHLELHA. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados
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Resúmenes
sis como sus efectos precoces en los órganos diana y los eventos cardiovasculares. Estudios de extensión de ensayos clínicos como el Syst-Eur y el HOPE demostraron que demorar
innecesariamente el inicio de tratamiento farmacológico o
tolerar un insuficiente control tensional durante mucho tiempo conlleva mayor morbimortalidad cardiovascular futura.
E. Vinyoles
Cambios estacionales de la presión
arterial en el anciano
Introducción: Algunos estudios poblacionales han descrito variaciones estacionales de la afección cardiovascular relacionada con la presión arterial. Sin embargo, pocos estudios han
evaluado las variaciones estacionales de la propia presión arterial en los ancianos, un segmento de la población especialmente expuesto a las enfermedades cardiovasculares. La relación de los valores de presión arterial con la temperatura
exterior y la estación del año se estudió en 8.801 sujetos mayores de 65 años de una cohorte de base poblacional (Three
Cities Study, Burdeos, Dijon y Montpellier, pretende evaluar la
relación entre demencia y enfermedad cardiovascular).
Métodos: La presión arterial se determinó en la visita
basal y cada 2 años mediante equipos automáticos oscilométricos validados a lo largo del seguimiento, entre enero
de 1999 y diciembre de 2002. La temperatura exterior diaria, medida a las 11.00, fue proporcionada por el servicio
francés de meteorología.
Resultados: La media de edad fue 74,3 ± 5,6 años, el
39,4% eran varones y alrededor de un 60% eran hipertensos.
Ambos componentes de la presión arterial, sistólico y diastólico, diferían significativamente a lo largo de las 4 estaciones y también en relación con los quintiles de distribución de la temperatura exterior. La presión arterial sistólica
se redujo con el aumento de la temperatura: un total de 8
mmHg de descenso entre la temperatura del quintil más
bajo (< 7,9 °C) y el más alto (≥ 21,2 °C). Las diferencias
intraindividuales en la presión arterial entre la determinación basal y las del seguimiento se correlacionaron intensamente con las diferencias de temperatura exterior. Cuanto
mayor era la diferencia de temperatura entre la visita basal
y el seguimiento, mayor era la disminución de la presión
arterial. Los mayores cambios longitudinales en la presión
arterial según las diferencias en la temperatura exterior se
dieron en los sujetos mayores de 80 años.
Conclusiones: La temperatura exterior y la presión arterial están intensamente correlacionadas en el anciano, especialmente en los mayores de 80 años. Durante los períodos de temperaturas extremas, una cuidadosa monitorización
de la presión arterial y del tratamiento antihipertensivo podría contribuir a reducir las consecuencias de las variaciones de la presión arterial en el anciano.
Alpérovitch A, Lacombe JM, Hanon O, Dartigues JF, Ritchie
K, Ducimetière P, et al. Relationship between blood
pressure and outdoor temperature in a large sample of
elderly individuals. The Three-City Study. Arch Intern Med.
2009;169:75-80.
129
Comentario
Se sabe desde hace décadas que los hipertensos presentan
una tendencia a disminuir sus valores de presión arterial en
verano y que, por lo tanto, hay una relación inversa entre
temperatura exterior y presión arterial. Dicha relación, que
también está descrita en normotensos, se atribuye a la
temperatura y a su efecto en los barorreceptores arteriales. El frío podría incrementar la actividad simpática e inducir un efecto presor. Fundamentalmente, la evidencia
disponible sobre la relación entre calor y presión arterial se
basa, hasta la fecha, en un estudio clásico que había aportado información relevante sobre el tema: el Medical Research Council (MRC), en una muestra de más de 17.000
hipertensos1. Sin embargo, poco sabíamos sobre el efecto
del calor en el paciente anciano, puesto que en el ensayo
clínico MRC no se incluyó a mayores de 65 años.
El presente estudio evalúa los cambios tensionales estacionales en el anciano. En invierno la presión arterial sistólica era una media de 5 mmHg más alta que en verano
en estas tres ciudades francesas. Si nos atenemos a los
valores de temperatura, la diferencia entre el primer y el
último quintil puede llegar a los 8 mmHg de presión arterial sistólica. En los pacientes más ancianos, es decir en
mayores de 80 años, la disminución tensional en verano es
significativamente mayor que en los demás pacientes incluidos. Es precisamente a estas edades más avanzadas,
que los pacientes pueden ser más frágiles, en que hay mayor frecuencia de múltiples enfermedades concomitantes
y polimedicación.
Por otro lado, cabría suponer que el descenso tensional
podría ser todavía mayor en zonas geográficas con mayor
oscilación térmica estacional. Sería el caso de ciudades españolas, por ejemplo.
El estudio cuenta con algunas limitaciones, que no se
evalúan. ¿Podría ser que en verano el cumplimiento terapéutico fuera mejor que en invierno? El diseño del estudio
no permite saberlo. Además, es posible que la dieta también tenga una variación estacional y que en invierno se
coman platos más salados y más carnes rojas, y en verano,
más fibra. Tampoco sabemos cómo cambia la hidratación en
invierno y en verano, o si los pacientes en verano hacen más
ejercicio físico o siguen abrigándose excesivamente a pesar
del calor.
Sin embargo, todas estas cuestiones no invalidan los resultados del estudio. Simplemente, se puede concluir que,
en verano, deberíamos evaluar cuidadosamente las cifras
tensionales de los más ancianos y, en algunos casos, ajustar
la medicación antihipertensiva. Ello es todavía más relevante en los ancianos hipertensos con una hipotensión ortostática conocida (que pueden llegar a ser hasta el 30% de
los mayores de 80 años).
E. Vinyoles
Bibliografía
1. Brennan PJ, Greenberg G, Miall WE, Thompson SG. Seasonal variation in arterial blood pressure. Br Med J (Clin Res Ed).
1982;285:919-23.
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130
El tratamiento con espironolactona
disminuye la inflamación y evita el daño
renal producido por la inhibición de la
síntesis de óxido nítrico en ratas tratadas
con L-NAME
Introducción: La aldosterona es la principal hormona con
acción mineralcorticoide producida en la glándula suprarrenal y sus efectos tienen dos tipos de consecuencias muy
diferentes1; por una lado, los efectos fisiológicos agudos o a
corto plazo, que contribuyen a la regulación de la composición de los líquidos corporales, la reabsorción de sodio y la
secreción de potasio e hidrogeniones y, por otro, los efectos
crónicos por los que induce alcalosis hipopotasémica, hipertensión arterial y cambios profibróticos en los tejidos. Esta
acción profibrótica está precedida de cambios inflamatorios
renales y así se ha podido observar con la administración de
sal y aldosterona en modelos experimentales de rata. En la
lesión inflamatoria producida de esta manera, se ha observado que se produce un marcado reclutamiento de macrófagos mediado por los efectos de la osteopontina (OPN), un
potente agente que atrae y promueve la adhesión de este
tipo de células mediadoras de la inflamación.
No sólo en modelos experimentales, sino también en pacientes con enfermedad renal crónica, se ha podido observar que en los túbulos renales se produce una sobrerregulación de la expresión de OPN muy estrechamente ligada a la
infiltración que acompaña al daño tubulointersticial. La
participación de la aldosterona en este proceso está apoyada, además, por la observación de que la inhibición selectiva de la aldosterona con eplerenona logra suprimir la expresión de OPN y los cambios inflamatorios.
Hay evidencias clínicas y experimentales que implican
tanto a la aldosterona como a la angiotensina II (Ang II) en
la progresión de la enfermedad renal crónica. En el caso de
la Ang II es bien conocido, además, el papel protector que
tienen los inhibidores de la enzima de conversión (IECA) y
los antagonistas de los receptores AT1 de la Ang II en la
progresión de la enfermedad renal crónica. En el caso de la
aldosterona, aunque sus efectos se ven mitigados también
por estos fármacos, no se anula por completo su formación,
mientras que, por el contrario, los antagonistas de la aldosterona, como la espironolactona, disminuyen aún más la
proteinuria y retrasan la progresión de la enfermedad renal
crónica en pacientes que ya habían sido tratados con IECA o
con antagonistas de los receptores AT1.
El L-NAME es un inhibidor de la síntesis de óxido nítrico
(NO) y su administración en diversos modelos experimentales induce hipertensión arterial y daño renal progresivo; en
dichos modelos se observa una infiltración masiva por macrófagos en el intersticio de la corteza renal que conduce a
la fibrosis del intersticio renal.
La hipótesis de este trabajo es que la anulación de la
producción de NO produciría inflamación renal y fibrosis por
un mecanismo dependiente de la interacción aldosteronareceptor y relacionado con una mayor expresión de OPN en
el modelo experimental de rata tratada con L-NAME.
Material y métodos: Los experimentos se llevaron a cabo
en 4 grupos de ratas adultas normotensas Wistar: un grupo
control que no recibió ningún tratamiento y 3 grupos más a
Resúmenes
los que se administro L-NAME con el agua de bebida. Dos de
los 3 grupos tratados con L-NAME recibieron además tratamiento con el antagonista de la aldosterona espironolactona a una dosis de 100 mg/kg/día o con el vasodilatador hidralazina (6 mg/kg/día), administrados de forma conjunta
con la dieta. La duración del tratamiento en todos los grupos fue de 12 semanas.
Durante el seguimiento se controló el peso y la presión
arterial, así como la evolución de los parámetros de función
renal, proteinuria y presión arterial.
Una vez sacrificados los animales, se procedió al estudio
histológico renal, en que se cuantificó el grado de fibrosis,
y se realizaron técnicas de inmunohistoquímica para OPN y
otros mediadores de inflamación.
Mediante técnicas de PCR a tiempo real en tejido cortical
renal se midió la expresión de OPN.
Resultados: Después de 12 semanas las ratas que recibieron L-NAME presentaron un aumento significativo de la presión arterial sistólica, así como de la excreción urinaria de
proteínas y de las concentraciones de creatinina sérica. En
las ratas que además recibieron tratamiento con espironolactona, se previno de manera significativa estos cambios, lo
cual no ocurrió en las ratas tratadas con el antihipertensivo
hidralazina, cuya acción es independiente de la aldosterona.
La expresión de OPN en la corteza renal aumentó de forma significativa en las ratas tratadas con L-NAME y las concentraciones del ARNm de la OPN se correlacionaron de
forma significativa con el número de macrófagos que infiltraban la zona y con el grado de fibrosis intersticial.
El tratamiento con espironolactona suprimió de forma
marcada la expresión de osteopontina y sus efectos.
Uno de los efectos más destacado de la administración de
L-NAME a las ratas fue el aumento muy llamativo de las
concentraciones de aldosterona plasmática.
Además de la protección renal directa, la espironolactona induce un significativo descenso de la presión arterial en
los animales tratados, al igual que se produjo en los animales tratados con hidralazina, aunque en este caso no se observó mejoría de los fenómenos inflamatorios.
Conclusiones: Estos resultados indican que la disminución
de la disponibilidad de NO, conseguida con la administración del inhibidor de su síntesis L-NAME, origina inflamación
en el riñón y fibrosis mediante un mecanismo dependiente
de la interrelación entre la aldosterona con su receptor que
está asociado a la expresión de OPN y que actúa de forma
independiente de los efectos hemodinámicos producidos
por el tratamiento.
Ikeda H, Tsuruya K, Toyonaga J, et al. Spironolactone
suppresses inflammation and prevents L-NAME-induced
renal injury in rats. Kidney Int. 2009;75:147-55.
Comentario
Este trabajo muestra que la inhibición de los efectos de la
aldosterona con espironolactona suprime la proteinuria e
inhibe la glomerulosclerosis y la fibrosis que acompañan al
daño renal causado por L-NAME, lo cual indica que la aldosterona contribuye a la inflamación renal en este modelo de
enfermedad renal crónica con hipertensión sistémica.
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Resúmenes
La importancia de estos resultados no reside solamente
en la observación de que el efecto de antagonizar la aldosterona se traduce en atenuar el daño renal inducido por LNAME, sino que además apoya la importante conexión entre
el metabolismo del NO y la generación de aldosterona. De
hecho, puede llegar a plantearse hasta qué punto, en este
modelo experimental, los efectos en el riñón son por la inhibición de la síntesis de NO o un exceso prolongado de
mineralcorticoides ya que la aldosterona tiene efectos profibróticos, como ha podido demostrarse en diversos modelos de daño renal, añadidos a los efectos de otros elementos
del sistema renina-angiotensina, como la Ang II.
En este estudio las concentraciones de Ang II y aldosterona aumentan en las ratas que reciben L-NAME y los resultados demuestran que la inhibición de los efectos de la aldosterona con espironolactona atenúa la inflamación renal y la
proteinuria. En esta situación la espironolactona podría estar actuando simplemente en la inhibición de los efectos de
la aldosterona directamente, pero también, de forma indirecta, al disminuir la elevación, tanto de Ang II como de
aldosterona, que causa la administración de L-NAME.
Otros estudios previos ya han demostrado, tanto in vivo
como in vitro, que el NO endógeno reduce directamente la
síntesis adrenal de aldosterona y que la inhibición de NO
induce, por el contrario, el estímulo de la síntesis adrenal
de la hormona.
Así, además del efecto directo en la inhibición de la aldosterona, la espinorolactona podría prevenir el círculo vicioso entre la activación del sistema renina-angiotensina y
la reducida biodisponibilidad de NO en el modelo de la rata
tratada con L-NAME.
El modelo experimental de rata tratada con L-NAME se
caracteriza por una infiltración masiva por macrófagos. Este
estudio demuestra también que la inhibición de la aldosterona reduce la infiltración por macrófagos y hay una considerable evidencia experimental que la OPN está estrechamente relacionada con dicha infiltración. En este estudio se
pudo apreciar un claro efecto de sobrerregulación de OPN
que se manifestaba tanto por las concentraciones del ARNm
como las de proteína en las ratas tratadas con L-NAME.
La aldosterona también podría causar daño renal en el modelo de L-NAME por otras vías ya que puede producir un aumento de otras citocinas como TGFβ1; de hecho, en este modelo también se pudo apreciar un aumento de la expresión de
TGFβ1 y de otras citocinas, lo cual ya era un hecho previamente conocido, consecuencia del exceso de aldosterona.
En conclusión, el estudio demuestra que la reducción de
NO induce inflamación renal y fibrosis mediante un mecanismo aldosterona-receptor dependiente y dichos mecanismos inflamatorios y fibróticos podrían derivarse de una sobrerregulación de OPN y serían independientes de los
efectos hemodinámicos, todo lo cual añade más información al ya antiguo y amplio conocimiento que se tiene de
esta fascinante hormona.
J.L. Tovar
Bibliografía
1. Brem AS. The Janus effect: two faces of aldosterone. Kidney Int.
2009;75:137-9.
131
Efectos aditivos de la apnea del sueño
y la hipertensión arterial sobre
la aterosclerosis carotídea
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) ha mostrado recientemente ser un factor de riesgo independiente
para el desarrollo de aterosclerosis. No obstante, dicho
SAOS se asocia con frecuencia a diversos factores de riesgo
de aterosclerosis entre los que se encuentra la hipertensión
arterial (HTA). No es bien conocido el impacto del SAOS
aislado en comparación con el SAOS asociado a hipertensión.
Este estudio analizó 94 sujetos adultos no fumadores ni
diabéticos, clasificados en cuatro subgrupos: controles (n =
22), SAOS (n = 25), HTA (n = 20) y SAOS + HTA (n = 27). Todos
los participantes fueron sometidos a estudio polisomnográfico y medición ecográfica del grosor íntima-media, diámetro y distensibilidad carotídea.
En comparación con los sujetos controles, los pacientes
con SAOS y aquellos con HTA presentaban un incremento
significativo del grosor íntima-media y del diámetro carotídeo (713 ± 117 y 7117 ± 805 μm los primeros, y 713 ± 182 y
7191 ± 818 μm los segundos), mientras que aquellos con
SAOS + HTA mostraban un incremento mayor aún (837 ± 181
y 7.927 ± 821 μm, respectivamente; p < 0,01). La distensibilidad carotídea fue significativamente menor en los pacientes HTA y SAOS + HTA en comparación con los controles.
El grupo SAOS + HTA mostró una distensibilidad carotídea
significativamente menor que los pacientes con SAOS y que
los pacientes HTA. El análisis multivariable mostró que el
grosor íntima-media se asociaba positivamente con la presión arterial sistólica y con el índice apnea-hipopnea. Dicho
índice fue el único que se relacionaba con el diámetro carotídeo. La edad y la presión arterial sistólica se relacionaban
de forma independiente con la distensibilidad carotídea.
En conclusión, la asociación SAOS + HTA muestra efectos
aditivos sobre los marcadores de aterosclerosis carotídea.
Ya que dichos marcadores predicen la aparición de complicaciones cardiovasculares futuras, como infartos de miocardios o accidentes cerebrovasculares, los hallazgos de
este estudio pueden contribuir a explicar el incremento del
riesgo de dichas complicaciones en pacientes con SAOS.
Drager LF, Bortolotto LA, Krieger EM, Lorenzi-Filho G.
Additive effects of obstructive sleep apnea and
hypertension on early markers of carotid atherosclerosis.
Hypertension. 2009;53:64-9.
Comentario
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) se caracteriza por la aparición de episodios recurrentes de obstrucción parcial o total de la vía aérea durante el sueño, con la
consiguiente desaturación de oxígeno y posterior despertar.
Más que un fenómeno obstructivo local de la vía aérea, diversas evidencias han mostrado que el SAOS se asocia de
forma independiente con un incremento del riesgo cardiovascular. La aterosclerosis carotídea es un posible mecanismo implicado para explicar no sólo la asociación entre SAOS
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132
y enfermedad cerebrovascular, sino también entre SAOS e
infarto de miocardio. De hecho, en sujetos jóvenes aparentemente sanos con SAOS se ha descrito un incremento de
los marcadores de aterosclerosis. Además, el tratamiento
con presión positiva continua (CPAP) ha demostrado su capacidad para reducir el grosor de la íntima-media carotídea, que constituye uno de los marcadores más sensibles de
aterosclerosis.
En conjunto, los resultados de este estudio muestran que
la asociación de SAOS y HTA tiene efectos aditivos sobre la
progresión de la aterosclerosis carotídea. Los mecanismos
potencialmente implicados en este proceso son diversos, e
incluyen la activación de los procesos sistémicos de inflamación, el estrés oxidativo, la activación de la célula muscular lisa vascular, el incremento de la expresión de moléculas de adhesión, la activación linfocítica, la peroxidación
lipídica, la disfunción de las lipoproteínas de alta densidad
y la disfunción endotelial. Varios estudios experimentales
recientemente publicados sugieren que el ronquido continuo promueve la transmisión de energía a la arteria carótida, fenómeno que podría estar implicado en la progresión
de la aterosclerosis. Además, la presencia asociada de HTA
puede favorecer la activación de factores proaterogénicos,
como la disfunción endotelial y la inflamación.
J. Segura
Geometría del ventrículo izquierdo
en pacientes con insuficiencia renal
Este estudio evalúa la prevalencia de hipertrofia ventricular
izquierda (HVI) y la geometría del ventrículo izquierdo en
un grupo de 293 pacientes hipertensos con insuficiencia renal crónica (IRC) estadios 2-5, en comparación con 289 hipertensos esenciales con función renal normal.
En todos los pacientes se realizó un estudio ecocardiográfico. Se excluyeron los pacientes con IRC estadio 1, pacientes en diálisis o aquellos con enfermedad cardiovascular
establecida.
Se observó una prevalencia de HVI del 47,1% en los pacientes con IRC y del 31,14% en aquellos con función renal
normal (p < 0,0001). Las medidas del diámetro ventricular,
grosor de pared y masa ventricular aumentaban de forma
progresiva a medida que progresaba el grado de afectación
de la función renal. No se observaron diferencias en la distribución de la HVI concéntrica y excéntrica entre los dos
grupos. Sin embargo, al considerar la hipertrofia mixta, la
diferencia entre ambos grupos se puso de manifiesto. La
prevalencia de masa ventricular izquierda inapropiada fue
del 52,6% en pacientes con IRC frente a un 30,5% en aquellos con función renal normal (p < 0,0001). El análisis de
regresión múltiple confirmó que la asociación entre función
renal y masa ventricular izquierda era independiente de varios factores de confusión. De la IRC estadio 4 al estadio 5,
el incremento significativo de la masa ventricular izquierda
se debió al aumento del grosor de la pared posterior. La
Resúmenes
función diastólica fue significativamente peor en pacientes
con IRC, especialmente en los estadios más avanzados.
En conclusión, este estudio confirma que la HVI es muy
prevalente en paciente con IRC. En estos pacientes, la HVI
frecuentemente es inapropiada y se caracteriza por el incremento simultáneo del grosor de la pared y del diámetro
ventricular.
Nardi E, Palermo A, Mule G, Cusimano P, Cottone S,
Cerasola G. Left ventricular hypertrophy and geometry
in hypertensive patients with chronic kidney disease.
J Hypertens. 2009;27:633-41.
Comentario
El riesgo cardiovascular de los pacientes con IRC es muy elevado en comparación con la población general. Este hecho
es especialmente evidente en pacientes con IRC terminal.
Más aún, muchos pacientes con IRC fallecen antes de llegar
al estadio final. De hecho, los pacientes con un filtrado glomerular reducido tienen un riesgo más elevado de fallecer
por enfermedad cardiovascular que de desarrollar una IRC
terminal. Varios estudios epidemiológicos confirman que incluso una reducción moderada de la función renal se asocia
con un incremento del riesgo cardiovascular, y que el grado
de función renal per se es un predictor independiente del
pronóstico cardiovascular y de la mortalidad de cualquier
causa. La HVI es una anomalía estructural muy frecuente
entre los pacientes con IRC terminal, con una prevalencia de
más del 70%, y su presencia es un predictor de un peor pronóstico cardiovascular. Aunque la patogenia de la HVI en la
IRC se considera multifactorial, la hipertensión arterial y la
anemia se consideran como los principales determinantes
del engrosamiento de la masa ventricular izquierda en estos
pacientes. Sin embargo, en estadios menos avanzados de
IRC existen menos datos sobre la prevalencia de HVI.
Este estudio confirma que los pacientes con IRC presentan una elevada prevalencia de HVI. El marcado incremento
del grosor de la pared ventricular que se observa en los
pacientes con IRC estadio 5 y la elevada prevalencia de
masa ventricular izquierda inapropiada pueden contribuir
de forma decisiva en el aumento de la prevalencia de complicaciones cardiovasculares registrada en estos pacientes.
Además, la alteración de los parámetros de función diastólica permite hipotetizar que estos pacientes, especialmente aquellos con mayor grado de afectación renal, pueden
presentar un aumento del riesgo de disfunción diastólica.
Los resultados de este estudio tienen también algunas
implicaciones terapéuticas, ya que la estrategia habitual de
tratamiento de estos pacientes se centra fundamentalmente en el control de la sobrecarga de volumen. Sin embargo,
puede establecerse que la administración de fármacos que
afectan a la fibrosis miocárdica, como los inhibidores de la
enzima de conversión de angiotensina o los bloqueadores
de los receptores de angiotensina, puede ser útil para frenar la progresión de las alteraciones cardiacas en la IRC.
J. Segura
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