b R15 LATERCERA Domingo 21 de febrero de 2016 Tiro al blanco Fernando Villegas Todo se ha consumido… N Está escrito desde el comienzo del tiempo que no podemos evitar la mediocridad, el impulso autodestructivo disfrazado de progreso, el horror al desafío del crecimiento. No hace mucho, en el medio Pulso, Arturo Cifuentes, director académico del Centro de Regulación y Estabilidad Macrofinanciera (CREM) de la Universidad de Chile, le aseveró lo siguiente a la periodista que lo entrevistaba: “Aquí llegó un gobierno de gente muy mediocre en puestos clave y muy mal preparada, con cosas muy improvisadas y que trató de hacer muchas reformas al mismo tiempo y eran todas malas… La reforma laboral es mala, la educacional es mala, la tributaria es mala y la idea de cambiar la Constitución también es mala... Todas las reformas que este gobierno ha impulsado, junto con ser malas conceptualmente, han estado mal implementadas, lo que le agrega una dimensión extra al tema…”. Y concluyó: “Chile se jodió por los próximos 10 años”. Días después, el domingo pasado, el columnista Max Colodro, de La Tercera, aseveró que pese a los escándalos, la incertidumbre, la desconfianza y todo lo demás, “el Ejecutivo tuvo la capacidad de mantener su iniciativa e ir cumpliendo su agenda de manera implacable”. ¿Cómo pueden coexistir ambas cosas? ¿Cómo puede un régimen como el descrito por Cifuentes tener al mismo tiempo la eficacia descrita por Colodro? La pregunta es difícil y sin embargo la respuesta es sencilla. Es en esa capacidad de hacer cualquier cosa que consiste el poder. En eso se traduce el controlar las instituciones. Ahí, en las instituciones -Ejecutivo y el Congreso- radica el poder, no en la mítica “calle”, escenario estridente pero ineficaz en el que aun quienes salen con ánimo de botar un gobierno sólo saben y pueden botar un semáforo. No por nada gran parte de la historia no es otra cosa sino la narración de las infinitas desgracias acarreadas a pueblos enteros por malas decisiones de la elite a cargo. ¿Acaso las guerras son decididas en plebiscitos? Consumado, no consumido Bien podría decirse que ya no hay vuelta atrás, que “todo está consumado”. Es lo que dijo NSJ ya a punto de morir en la cruz. Consumado significa destino cumplido, en su caso como crucificado y Salvador y en el de Chile como nación obstinada en cumplir el suyo, el de jamás atreverse a llegar y/o permanecer en el éxito sino al contrario, como un neurótico rematado insistir en la repetición de sus fracasos. En la imaginación literaria de Nikos Kazantzakis, expresada en su maravillosa novela La Ultima Tentación, Cristo es tentado con la opción de bajar de la cruz, abandonar el Gólgota y convertirse simplemente en un hombre normal con derecho a amar a una mujer y tener familia, tentación del todo plausible y natural y hasta hermosa aunque algunos beatos criollos, aterrados por el sólo título de la película filmada a base del libro, creyeron otra cosa e interpusieron un recurso de amparo en beneficio de Jesús. En el caso nuestro nadie, ni novelista ni dramaturgo, se ha atrevido siquiera a fantasear con la posibilidad de que tengamos una opción alternativa a los años de joda. Volviendo a Jesús, si en El se cumple su destino es porque lo escrito desde el principio de los tiempos es más fuerte que las peripecias de su anhelo humano, su sufrimiento, la injusticia y rabiosidad “de la calle” condenándolo a la cruz, al deseo del procurador romano Poncio Pilatos de librarlo de las intrigas del Sanhedrín, a la angustia de sus discípulos. Y en el caso de Chile también está escrito desde el comienzo mismo del tiempo que no podemos evitar nuestra propia mediocridad, el impulso autodestructivo disfrazado de progreso, nuestro horror al desafío permanente del crecimiento. Contra eso no valen las enseñanzas ya antiguas de los mismos errores de siempre y vueltos a cometer una y otra vez, como tampoco el clamor ciudadano o la evaluación académica demostrando certeramente que vamos mal, que el camino es falso y hasta repelente. Todo eso no sirve de nada. Oposición Si la evaluación de Cifuentes es exacta y la realidad tan cruda como la pinta, su pronóstico de 10 años de joda es incluso optimista. El actual régimen de la NM no sólo cuenta con las instituciones, sino además con el apoyo de vastos segmentos poblacionales férreamente unidos alrededor de la figura de la Presidenta y/o su coalición, con intereses personales por preservar y por tanto con un interés objetivo por hacer posible la perpetuación del régimen. Saque la cuenta: hay 80 mil a 100 mil nuevos funcionarios del Estado a los que se suman los miembros de sus familias, hay otras tantas -o las habráfamilias beneficiadas por la gratuidad universitaria para sus nenes y a quienes se dirá que la perderían si llegara otro gobierno, están también los muchos pobladores receptores de bonos periódicos y otros beneficios y a ellos se suma la inmensa mayoría de los jóvenes, normalmente aun más a la izquierda que la NM pero en cualquier caso nunca inclinados al centro ni a la derecha; agregue a todo eso los militantes de los partidos, incluyendo a la DC pese a sus rezongos, pero además no deje de contabilizar una suma indeterminada pero segura de porfiados simpatizantes; sin duda, sumando esos estratos y grupos, ya hay una masa votante posiblemente más numerosa que el escuálido 24% del electorado de la elección pasada y que aun así les sirvió para ganar TODO el poder. A eso se agrega la total impotencia, esterilidad e infecundidad de los opositores. Los opositores no tienen nada. Ya no son ni siquiera “derecha”, la cual falleció hace rato. En cuanto a los restos que aún dan espasmódicas señales de vida no hay ninguna institución que les preste cobijo y ofrezca una palanca, como tampoco poseen siquiera la unidad desesperada que a veces otorga la desgracia, sino al contrario, se disgregan semana a semana en nuevas agrupaciones callampas con nombres de fantasía. Viejos y nuevos líderes del sector son incapaces de concertar un discurso común y poderoso. Disgregados, sin fe en sí mismos, a menudo incluso acobardados, constituyen una oposición sólo en el nombre, si acaso siquiera en eso. Consumido, no consumado… A todo aquello el régimen suma una ventaja muy importante: aún dispone de recursos por gastar. Aún puede contratar a más gente para alguna nueva hornada de ministerios, subsecretarías, comités, comisiones, delegados, supervisores y asesores. Y cuando todo esté consumido no por eso estará consumado, como bien lo demuestra Maduro en su país, donde, contra una oposición mucho más fuerte que la chilena, una que es dueña del Congreso y apoyada por el rechazo visceral de millones de venezolanos, aun así el líder chavista se las arregla, sin embargo, con golpes de arbitraria autoridad, para seguir adelante con su “revolución bolivariana”. Ya lo hemos dicho: en eso consiste el poder. Consiste precisamente en “poder” seguir adelante sea cuales sean los fracasos, el rechazo, el deterioro. Cuando dispone de las instituciones, el UNICO modo como un régimen es derrotado es cuando pierde la fe en sí mismo, lo que no es el caso en nuestro país. La señora Presidenta cree ciegamente en su destino, a lo cual suma su notable vocación y talento para la porfía. Quienes la rodean -salvo silenciadas excepciones- creen casi ciegamente en ella. Y quienes ya no creen ciegamente ni en ella ni en su coalición, al menos creen con los ojos muy abiertos que no tienen otra opción sino “echarle pa’delante”. ¿Adónde iría la DC? ¿Qué sector privado recibiría para darles pega a esos personajes que Cifuentes calificó como “gente muy mediocre”? ¿Diez años de joda? Cifuentes es un optimista.R