Lo que los ejecutivos quieren saber sobre

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Lo que los ejecutivos quieren saber sobre América Latina
Lo que los ejecutivos
quieren saber sobre
América Latina
La economía latinoamericana puede no estar creciendo tan rápidamente
como la de China o India, pero presenta oportunidades reales.
Además, los riesgos políticos de la región a menudo son exagerados.
Heinz-Peter Elstrodt
Es comprensible que los ejecutivos de las compañías multinacionales
tengan dudas acerca de América Latina como un buen lugar para hacer
negocios. Por un lado, ven un fuerte crecimiento económico, oportunidades
de atender a una base de consumidores en proceso de maduración y un
sector de commodities de clase mundial. Por otro lado, ven que el crecimiento
de América Latina es mucho más lento que el de Asia y que las empresas
deben lidiar con incertidumbres políticas, restricciones regulatorias y deficiencias en infraestructura. Las siguientes preguntas y respuestas abordan
algunas de las inquietudes actuales de los ejecutivos que ya están operando
en América Latina o que están considerando realizar inversiones en
la región.
¿Hasta qué punto deben preocuparse las empresas multinacionales
por los recientes movimientos políticos hacia la izquierda, en
especial en Bolivia y Venezuela?
Es necesario ser cauteloso para evaluar correctamente el cambio político
en América Latina. Las políticas de mercado libre de los años noventa
no se aplicaron con todo el éxito que podría haberse esperado. Fracasaron
en generar suficientes inversiones y los consumidores descubrieron que
no siempre eran los beneficiarios directos de esos cambios.
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The McKinsey Quarterly Edición especial 2007: Creando una nueva agenda para América Latina
Reseña del artículo
América Latina puede ser hoy una región bastante
confusa para los ejecutivos de multinacionales.
La región vive un gran crecimiento económico impulsado por un fuerte sector de commodities,
pero la política, las restricciones regulatorias y las
deficiencias en infraestructura siguen siendo
aspectos preocupantes.
Si bien la región no está creciendo con la misma
rapidez que otros mercados emergentes como
China e India, América Latina cuenta con sectores
en franco crecimiento. En este sentido,
los commodities y servicios financieros son
particularmente atractivos.
Dados los problemas de ciertos sectores, las
empresas deberían considerar iniciativas de
reestructuración y consolidación. También existen
oportunidades de exportación como la integración progresiva hacia productos de mayor
valor agregado.
El conocimiento del contexto local es crucial para
que las compañías puedan decidir si invierten
en América Latina o no. Riesgos mayores implican
retornos mayores y es necesario evaluar cuidadosamente las inversiones.
Artículos relacionados disponibles en
inglés en mckinseyquarterly.com
“How Brazil can grow”
“Reining in Brazil’s informal economy”
“What executives are asking about China:
From entry to execution”
Después de la debacle económica
de 2001–02, hubo una reacción
negativa contra las reformas “neoliberales” de la década anterior
y un movimiento para restablecer
las políticas proteccionistas
del pasado. No obstante, con
excepción de algunos países,
se sigue enfatizando la prudencia
fiscal, los controles macroeconómicos, las fronteras abiertas
y la conciencia sobre la necesidad
de atraer inversión extranjera directa.
Los cambios políticos en algunos
países ciertamente han ocasionado
problemas para los inversionistas,
como por ejemplo, en el sector energético de Bolivia. También es cierto
que existen problemas en Venezuela.
Sin embargo, al considerar a
América Latina como un todo, nos
damos cuenta que las economías
de Brasil y México por sí solas representan dos tercios del producto
interno bruto de la región. En consecuencia, no es ninguna sorpresa
que la mayoría de la inversión
extranjera se haya concentrado en
estos países.
En Brasil y México, los acontecimientos políticos de los últimos años
no han ahuyentado a los inversionistas. Al contrario, los inversionistas y los
mercados de capital no dieron la impresión de estar preocupados por los
resultados de la reciente elección presidencial en Brasil ni por el resultado
reñido de la elección presidencial de México en 2006, en la que finalmente
ganó el candidato conservador Felipe Calderón. En Brasil, la estabilidad del
mercado financiero después de la reelección del Presidente Luiz Inácio
Lula da Silva en octubre de 2006, contrasta marcadamente con la volatilidad
que siguió a su elección inicial hace cuatro años.
Al igual que en la mayoría de los mercados emergentes, en América Latina
el conocimiento local es lo esencial a la hora de decidir invertir: los socios
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locales pueden ser de mucha más utilidad que los abogados y asesores.
En Argentina, por ejemplo, algunas de las principales multinacionales han
realizado inversiones exitosas con inversionistas privados locales en
los sectores de energía y telecomunicaciones. Sin embargo, la decisión de
invertir depende de las condiciones específicas de cada sector; los sectores
muy regulados como el de telecomunicaciones pueden ser más vulnerables
a los cambios en las políticas de los gobiernos que, por ejemplo, el
sector siderúrgico. En general, cuando se asumen mayores riesgos se espera
mayor rentabilidad. Las inversiones se deben evaluar cuidadosamente y
con esto en mente.
¿Por qué América Latina ha estado creciendo a un ritmo mucho
más lento que Asia? ¿Puede cambiar este ritmo?
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el comienzo de la
década del 80, cuando ocurrió la crisis de la deuda, América Latina tuvo
un alto índice de crecimiento. Las economías de la región como un
todo crecieron 5,5% anual entre 1950 y 1980, en comparación con 5,2%
en China, 3,7% en India y una media global de 3,5%.
La economía latinoamericana creció a través de la industrialización, la cual
generó un gran movimiento de cambio de la agricultura a las actividades
económicas modernas. El mismo proceso está ocurriendo en China e India
hoy en día. No obstante, entre 1980 y 2005, América Latina creció sólo
2,3% anual en comparación con 8% en China, 3,7% en India y 4,7% en el
resto del mundo. Para recuperar el alto crecimiento, la región debe
superar una serie de barreras que los gobiernos nacionales hasta ahora han
evitado afrontar:
•
l exceso de regulación y los altos impuestos que incentivan los mercados
E
ilegales e informales y reducen la productividad. Si bien estos ya existían
antes de 1980, las grandes inversiones realizadas en esa época, redujeron el
impacto negativo.
•
a apertura incompleta de los mercados que debilitó la productividad, el
L
crecimiento y la innovación y resultó en menos beneficios para los
consumidores.
•
a inestabilidad económica (demasiados cambios de dirección) lo que
L
produce la percepción de que algunos países latinoamericanos son
riesgosos y tienen mayor costo del capital, niveles más bajos de inversión
y mercados de capital menos desarrollados.
•
La insuficiente inversión en infraestructura.
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•
fracaso en mejorar educación y salud, prevenir o combatir el crimen en
El
forma efectiva y crear un sistema judicial eficiente.
•
La baja productividad de los servicios públicos.
Estas barreras limitan el crecimiento de la productividad y las inversiones
porque las empresas piensan que para obtener cierto nivel de retorno
deben aceptar un mayor nivel de riesgo y porque estos obstáculos crean
ineficiencias que aumentan los costos. Superar estas barreras podría
fomentar el crecimiento de manera considerable. En Brasil, el crecimiento
del PIB per cápita podría alcanzar 7% anual, según indica un estudio
realizado por McKinsey. (Consulte el artículo “Cinco prioridades para la
economía de Brasil”, en esta publicación.) De hecho, no existe ningún
factor estructural que impida que América Latina crezca con los mismos
índices que Asia, pero sí existe una necesidad fundamental de contar
con un liderazgo político fuerte y bien informado. En muchos países no
queda claro si existe la voluntad política para atacar estos problemas.
La situación cambiará cuando el electorado le exija a los políticos responsabilidad por el atraso de las economías de sus países en comparación con
otras economías en desarrollo.
¿Y Chile? ¿Acaso no ha avanzado?
Chile es la prueba de que se pueden superar las barreras estructurales.
Representa una auténtica excepción a los problemas de crecimiento de la
región. Chile ya ha superado muchas de las barreras antes mencionadas
y ha tenido altos índices de crecimiento al estilo de Asia en los últimos
25 años. El PIB de Chile aumentó 4,7% entre 1980 y 2005, el doble del
promedio de América Latina e incluso más del doble que el promedio de
India. Chile privatizó y liberalizó su economía mucho antes y estableció
reglas estables. El sector informal es pequeño y parece haber consenso de
que la economía del país debería ser independiente de su dirección política,
seguramente porque los resultados hasta la fecha han sido muy favorables.
Sin embargo, se espera que las cifras de 2006 indiquen que la economía
chilena creció menos de 5%, a pesar del impresionante incentivo del récord
del precio del cobre y de un superávit presupuestario de más de 1%. En
este contexto, los economistas se preguntan por qué Chile no está creciendo
a un índice de 7% a 8% anual como lo hizo al principio de la década
del noventa. Algunos piensan que, a pesar de los excelentes resultados en la
esfera macroeconómica, Chile se ha quedado atrás en cuanto a las
políticas microeconómicas, lo que ha impedido que muchos sectores (con
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excepción del minero) tengan un crecimiento más acelerado. Las barreras
del país incluyen leyes laborales relativamente inflexibles y un desempeño
educativo insuficiente, si lo comparamos con los países con los que compite.
De hecho, la inversión total incluyendo la inversión extranjera directa, ha
caído al nivel más bajo desde que el país regresó a la democracia, en 1990.
Chile es un claro ejemplo de la necesidad que tienen las economías latinoamericanas de complementar sus excelentes recursos naturales y su
producción de commodities con actividades de alto valor agregado que se
basen en el conocimiento y permitan desarrollar negocios globales
apalancados en la tecnología.
¿Cuánto debe preocuparle a los ejecutivos la economía informal?
La economía informal es un desafío real y persistente para el crecimiento y
desempeño económico de América Latina. Su impacto, que varía según
el sector, es de especial gravedad para los sectores de servicios y bienes de
consumo. En América Latina, la economía informal representa en promedio
hasta 38% del PIB (42% en Brasil) en comparación con 16% en China y
26% en India. La informalidad se expresa de varias formas: evasión fiscal,
incumplimiento de las regulaciones de los productos y falta de pago
de la seguridad social, por ejemplo. En consecuencia, los gobiernos reciben
menos ingresos, los impuestos del sector formal aumentan y la calidad de
los servicios públicos disminuye1. Además, cuando hay una gran economía
informal se reprime la productividad y la inversión generando una
competencia desleal con el sector formal, el cual a su vez invierte menos de
lo que invertiría si la situación fuera otra. Por otra parte, es necesario
señalar que, por definición, la economía informal requiere de algún nivel
de corrupción: la zona gris se extiende hasta el crimen organizado.
Los países que tienen grandes economías informales no pueden crear ni
mantener instituciones con suficiente integridad para que sus sociedades y
economías prosperen. Sin embargo, los gobiernos no comprenden (y en
muchos casos desestiman) el problema de la informalidad porque, desde
el punto de vista populista, son las “grandes empresas” las que están
atacando a los “pequeños”. Ésto indica que no se comprende correctamente
el impacto que tiene la economía informal en el desarrollo económico.
Los más pequeños en realidad sufren más al tener que vivir en un mundo
sin reglas ni acceso al crédito. El costo y la complejidad de pasar a la
1
Diana Farell, “The hidden dangers of the informal economy”, The McKinsey Quarterly, 2004, Número 3,
pp. 26–37.
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The McKinsey Quarterly Edición especial 2007: Creando una nueva agenda para América Latina
La informalidad es un hecho real en el
sector de servicios de América Latina.
Para una discusión más amplia sobre cómo
mejorar la productividad del sector
en la región, consulte “Tapping Latin
America’s potential in services”, en
mckinseyquarterly.com.
formalidad es demasiado alto
para ellos, pero también son
considerables las multas y
limitaciones de la informalidad.
Se necesitan reformas amplias
para hacer que la formalidad
sea significativamente menos
costosa y más fácil de lograr así como estrategias específicas para los
diferentes sectores, a fin de fomentar el crecimiento de la economía formal.
En el sector de las ventas al detal, por ejemplo, los impuestos podrían
basarse en el espacio que ocupan los productos en los estantes de los supermercados en vez de en las ventas, porque el tamaño es más fácil de medir
y difícil de ocultar. Un ejemplo exitoso en la lucha contra la informalidad es
el de la industria de bebidas en Brasil, donde las empresas líderes fueron
decisivas en promover la instalación de medidores en las líneas embotelladoras para desalentar la producción informal.
¿Por qué una empresa debería enfocar sus esfuerzos en América
Latina si China e India presentan tantas oportunidades y exigen
tanta atención de la gerencia?
América Latina es una región extensa y en crecimiento y presenta oportunidades de inversión extremadamente atractivas. Si su industria depende
sustancialmente de los recursos naturales, seguramente América Latina
está de primera en la lista de regiones con potencial para lograr un crecimiento rentable. Para los mercados de consumo, la región tiene que ser
parte importante de las mayores corporaciones internacionales que derivan
sus economías de escala y de alcance de las operaciones globales. Se
calcula que el total del PIB de la región fue de 2.6 billones de dólares en
2006, casi igual al de China y tres veces el de India. Las balanzas
comerciales externas han mejorado, lo que resulta en una mayor estabilidad
macroeconómica y en una disminución del riesgo político en la mayoría
de los países. El desafío persiste pues muchas de las economías de la región
no están creciendo lo suficientemente rápido. Sin embargo, la situación
podría cambiar rápidamente si se aplican las políticas adecuadas.
A pesar de que en promedio el crecimiento ha sido más lento en la región
que en otros mercados en desarrollo, esto no significa que no existan sectores
con altos índices de crecimiento. Las ganancias y los retornos de las
industrias de commodities, por ejemplo, han crecido rápidamente en los
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últimos años y existen probabilidades de que esta tendencia continúe por
un largo período debido a la demanda de Asia y, en especial, de China. En
otros sectores, como el de los servicios financieros, la mayor estabilidad
económica ha resultado en un crecimiento rentable en América Latina. La
clave radica en ser selectivo y entender las oportunidades.
Por último, América Latina tiene mucho talento que las empresas que
están creciendo en el exterior pueden aprovechar como una fuente de ventaja
competitiva.
¿Cómo está evolucionando la relación comercial y económica entre
China y América Latina?
Las empresas chinas perciben a la región, en primer lugar, como un
proveedor de las materias primas que ellos evidentemente necesitan, y en
segundo lugar, como un mercado relativamente pequeño para sus
productos industriales. Las importaciones de China que en general son
productos manufacturados (como motores y artefactos eléctricos, textiles
y juguetes) ciertamente han aumentado, de 2.8 mil millones de dólares
en 1995 a 33.4 mil millones de dólares en 2005. Si bien es un gran salto,
sólo representa 3,8% del total de importaciones de América Latina.
De hecho, la economía china podría complementar a la latinoamericana,
pero para que esto ocurra, la región debe desarrollar sus ventajas competitivas que hoy son esencialmente recursos naturales y mano de obra
barata, y ofrecer productos con mayor valor agregado. Una de las ventajas
competitivas más grandes de América Latina para las empresas chinas
es su ubicación geográfica: el fácil acceso a Norteamérica y la Unión
Europea que, en conjunto, siguen representando casi 60% del PIB mundial.
Las otras ventajas incluyen los bajos costos de energía, la fuerza laboral
cada vez más capacitada para los productos manufacturados y su espíritu
emprendedor.
A pesar de que las exportaciones chinas de bajo costo compiten (y muchas
veces reemplazan) con las exportaciones latinoamericanas en Estados
Unidos y Europa, América Latina debe abandonar la idea de que China es
un enemigo. Las empresas chinas y latinoamericanas pueden trabajar
conjuntamente para servir a los mercados desarrollados. Algunas ya lo
están haciendo: por ejemplo, un porcentaje importante de los 18 mil
millones de dólares de exportaciones chinas a México (principalmente
maquinaria eléctrica y equipos, además de productos manufacturados)
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no está destinado al consumo interno sino a proporcionar componentes
de bienes manufacturados con mayor valor agregado que posteriormente se
exportan a Estados Unidos y Canadá.
China, por su parte, puede ser un importante mercado para otros productos
latinoamericanos, además de commodities. La nueva generación de
emprendedores latinoamericanos cada vez toma mayor conciencia de ello.
La agresiva inversión en China realizada por Gruma, la empresa fabricante de tortillas de trigo y maíz más grande de México, que busca dominar
este segmento del mercado de consumo chino, es un ejemplo.
¿Qué otras oportunidades de inversión existen en América Latina?
Gran parte de la masiva inversión extranjera directa de la década del
noventa tuvo que ver con la privatización, que es un hecho único por definición. En especial en los sectores de telecomunicaciones y energía, ha
existido una pausa prolongada en la privatización después de esa gran ola.
En términos generales, la inversión extranjera directa en América Latina
cayó de 48% del total destinado a los mercados emergentes en 1990 a 31%
en 2005. (En términos absolutos, la inversión extranjera directa en América
Latina primero llegó a un pico de más de 100 mil millones de dólares en
1999 y regresó a ese mismo nivel en 2005.) Aunque la privatización mejoró
la productividad, el escenario para los inversionistas fue confuso. Algunas
inversiones de ese período, en especial en infraestructura, fueron verdaderos
fracasos públicos, que daban una imagen distorsionada de la realidad.
No obstante, hoy ya puede observarse el desarrollo de un mercado para
los activos privatizados. Los inversionistas que entraron a la región en
la última década están considerando vender sus operaciones ya que están
revisando sus estrategias globales, o porque piensan que sus retornos no
fueron los esperados, o en algunos casos, por ambas razones. En conclusión,
sí vislumbramos oportunidades para que los inversionistas compren
activos a precios atractivos; no es casualidad que el negocio de private equity
esté reviviendo en la región. Un ejemplo interesante de los negocios
que se están realizando fue la venta de los activos del sector eléctrico de la
compañía francesa EDF en Argentina y Brasil a inversionistas privados.
Aconsejamos precaución: los inversionistas deben hacer sus apuestas en
sentido contrario a los ciclos de crecimiento. Todavía es posible observar
inversionistas que ingresan al mercado cuando los precios de los activos
están altos y las monedas fuertes y se retiran cuando éstos se debilitan. A
modo de ejemplo, a pesar de que en 2002 y 2003, los precios de las
acciones estaban muy bajos, estos fueron los años con los niveles más bajos
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de inversión extranjera directa. América Latina sigue y seguirá siendo una
región de alta volatilidad y los retornos de las inversiones están directamente relacionados con el momento preciso en que se entra al mercado.
El problema es que los mercados de capital y la inversión extranjera directa
parecen acentuar el ciclo en lugar de aprovecharlo. En este sentido, los
inversionistas locales son mucho más sensatos.
Apostar a la reestructuración y consolidación de muchas industrias es
un buen negocio. Durante mucho tiempo, varias de las economías latinoamericanas fueron en su mayoría economías cerradas e ineficientes, por
eso las estructuras industriales en sectores como el de manufactura liviana
no son para nada óptimas. Por otra parte, aun deben explotarse mejor
algunas oportunidades de exportación como la integración progresiva hacia
productos de mayor valor agregado. Los productores agrícolas, por ejemplo,
podrían considerar la posibilidad de comenzar a usar biocombustibles:
10% del consumo mundial de gasolina se podría reemplazar con etanol
brasileño si se desarrollara todo su potencial.
¿Qué se puede esperar en términos de mejora de la infraestructura
latinoamericana?
El desarrollo de la infraestructura de la región ha quedado rezagado con
respecto al de otros países y existe necesidad de grandes inversiones. Las
economías de mayor crecimiento de Asia están invirtiendo cerca de 6%
de su PIB anual en infraestructura, mientras que América Latina sólo invierte
3,5%. Se necesita más inversión en logística, transporte, acueductos y en
todas las formas de energía.
Con las finanzas del sector público en el límite, se necesitan inversiones
del sector privado. La liquidez de los mercados globales demuestra que no
existe falta de capital. La pregunta es cómo mediar entre la oferta y la
demanda. Esto requerirá de una regulación adecuada, contratos estables y,
especialmente, de empresarios dispuestos a correr riesgos. En general,
los gobiernos están conscientes de estas necesidades y algunos ya están
actuando para resolverlas. Vemos que hay inversionistas de fondos privados
de inversión que ingresan a la región con fondos para infraestructura.
Los inversionistas extranjeros deberán reconocer que es mejor aceptar los
problemas de regulación que prevalecen en la región e intentar mitigar
este riesgo confiando en el know how de los socios locales, que esperar a
que se den las condiciones perfectas para la inversión.
Varios países han creado sociedades entre los sectores público y privado y
ya se están ejecutando algunos de estos primeros proyectos pilotos.
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Recientemente Brasil aprobó un nuevo marco legal para este tipo de
sociedades, con disposiciones alineadas a las mejores prácticas globales que
incluyen límites en la participación del capital público, procedimientos
para la resolución eficiente de conflictos y la aceptación de ganancias futuras
como garantía del financiamiento de la deuda. Sin embargo, la aprobación
de planes bajo la nueva estructura ha sido lenta, aunque algunos proyectos
como los de vías férreas y carreteras ya están en proceso. Los inversionistas quieren testimonios de casos exitosos antes de actuar. Por ello es
importante la cuidadosa implementación de los primeros proyectos
para ganar credibilidad.
La infraestructura relacionada con los commodities presenta claras oportunidades dada la orientación exportadora del sector. Si la infraestructura
mejora pueden bajar los costos de atender a los mercados globales más
importantes. Muchos proyectos están atrasados desde hace tiempo y existen
recursos internacionales a largo plazo más que suficientes para financiar
su ejecución. Es muy importante que los gobiernos dejen de actuar como
“dueños/constructores/operadores” en los proyectos y pasen más bien a
facilitar, garantizar la calidad y promover mercados para dichos proyectos.
¿Qué expectativa debemos tener sobre la expansión regional o
global de las empresas latinoamericanas?
Dada la expansión de los mercados de capital, la alta rentabilidad y los
índices relativamente bajos de crecimiento interno, es de esperar que
muchas empresas latinoamericanas se conviertan en importantes jugadores
regionales y globales. Esto ya es una realidad para algunas empresas
de commodities como Cemex, el fabricante mexicano de cemento, que está
adoptando una estrategia de adquisición global a largo plazo de materiales
de construcción, y la compañía minera brasileña Companhia Vale do Rio
Doce (CVRD), que recientemente adquirió Inco, la principal minera de
níquel en el mundo. Empresas más nuevas como Cosan en Brasil, también
están creciendo rápidamente. Cosan puede llegar a ser una empresa con
liderazgo en el mercado de los biocombustibles.
En general, esperamos que más compañías latinoamericanas se conviertan
en jugadores clave o incluso en polos de consolidación globales en algunas
industrias de commodities. Empresas locales como el Banco Itaú de Brasil,
la compañía mexicana de alimentos Bimbo y las compañías chilenas
Cencosud y Falabella, podrían convertirse en líderes regionales en sus áreas
de actuación. A partir de allí, podrían también llegar a ser jugadores
globales, aprovechando sus ventajas como el conocimiento de cómo operar
Lo que los ejecutivos quieren saber sobre América Latina
en entornos volátiles y cómo atender a los consumidores de bajos ingresos2.
Las multinacionales extranjeras pueden percibir esta creciente fuerza
de las empresas de América Latina como una amenaza, pero también como
una oportunidad de crear empresas conjuntas para atender los mercados
locales y globales. Q
2
Jayant Sinha, “Global champions from emerging markets”, The McKinsey Quarterly, 2005, Número 2,
pp. 26–35.
El autor desea agradecer a Marcelo Larraguibel y a Antonio Purón
por sus contribuciones a este artículo.
•
Heinz-Peter Elstrodt es director de la oficina de McKinsey en São Paulo.
Copyright © 2007 McKinsey & Company.
Todos los derechos reservados.
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