CAPÍTULO 7 CIRUGÍA DE LOS TUMORES PALPEBRALES 7.1. TUMORES PALPEBRALES MALIGNOS 7.2. TUMORES PALPEBRALES BENIGNOS 7.3. TRATAMIENTO DE LOS TUMORES PALPEBRALES 7.4. TRATAMIENTO DE LOS TUMORES PALPEBRALES MALIGNOS 7.5. RECONSTRUCCIÓN PALPEBRAL BIBLIOGRAFÍA Capítulo 7 CIRUGÍA DE LOS TUMORES PALPEBRALES Gorka Martínez-Grau, Gonzalo Blanco, Carlos Bianchiotto, Manuel Cervera 7.1. TUMORES PALPEBRALES MALIGNOS Carcinoma basocelular Las neoplasias de piel no melanóticas (NPNM) representan más de un tercio de los casos de cáncer en la sociedad occidental, y son las neoplasias más frecuentes en la población de raza blanca. El carcinoma basocelular (CBC) es cuatro veces más frecuente que el carcinoma escamocelular (CCE). La incidencia combinada de ambos tumores es casi veinte veces mayor que la del melanoma maligno (1). El CBC de la piel es la neoplasia más frecuente en el mundo. La incidencia media anual es de 191 nuevos casos por 100.000 habitantes blancos al año (2). La incidencia de CCE es de 41/100.000. No obstante, la incidencia de ambos tumores es mucho menor en los párpados. Así, la incidencia de CBC palpebral es de 11/100.000 y la de CCE 0,8/100.000. No obstante, representa el 90% de todas las neoplasias malignas de los párpados. El CBC crece de las células basales de la epidermis, que no maduran y se queratinizan de forma normal. El tumor crece en el interior de la dermis formando una masa nodular invasiva. Causan una extensiva destrucción local, pero característicamente no metastatizan, y presentan una tasa de recurrencia muy alta tras procedimientos terapéuticos poco adecuados. Silverman (3) realizó un estudio retrospectivo de 5.755 CBCs tratados de diversas maneras, y halló una tasa de recurrencia de 10,6% en tumores primarios y 15,4% en tumores previamente tratados. La tasa de recurrencia en los CBCs de localización palpebral es aún mayor, siendo los del canto interno (fig. 1) los más peligrosos en este aspecto, ya que pueden acceder más rápidamente a la órbita (6-8). En general, la edad media de aparición de las NPNM tiene un pico de frecuencia máxima a los sesenta años, y resulta más agresivo cuando aparece en menores de 35 años. Es más frecuente en hombres que en mujeres en relación 2/1. La incidencia de estos tumores está aumentando progresivamente desde 1960, en que se ha reportado un aumento del 6% anual. Se cree que tanto el aumento de la exposición a la radiación ultravioleta, la mayor longevidad de la población y el agujero en la capa de ozono son factores determinantes en este aumento incidencial (4). Aproximadamente el 70% de estos tumores se localizan en el párpado inferior, 20% en el canto medio, 7% en el párpado superior, y el 3% restante en el canto lateral. Fig. 1. 126 7. Cirugía de los tumores palpebrales Fig. 4. Fig. 2. Fig. 5. Fig. 3. La presentación más habitual del CBC en cara y párpados es la forma nodular, caracterizada por la presencia de pequeños nódulos sobreelevados (fig. 2). Usualmente no provoca sintomatología alguna, por lo que es frecuente que los pacientes toleren un crecimiento importante de la lesión antes de acudir al especialista. La mayoría no sobrepasan los diez milímetros de diámetro, con un centro ulcerado o umbilicado de márgenes translúcidos y finos vasos telangiectásicos. Dejado a su evolución natural, el tumor puede mostrar zonas necróticas centrales (fig. 3). La lesión puede ser ligeramente pigmentada (fig. 4), especialmente en individuos de piel oscura. El diagnóstico diferencial del CBC incluye el CCE, queratoacantoma, nevus, melanoma maligno (en casos de CBC pigmentado), carcinoma sebáceo y tricoepitelioma. El primer signo histopatológico de CBC es la aparición de un grupo de células basales en la dermis superficial sin los signos usuales de queratinización y maduración normal. La elevada tasa núcleo/citoplasma hace que el tumor adopte una coloración azulada histopatológicamente. Las células periféricas muestran una disposición de los núcleos en empalizada, son células cilíndricas con citoplasmas poco visibles y núcleos regulares y ovoides (fig. 5). Los CBC están rodeados de una zona de membrana basal en la periferia del tumor. Esta zona contiene gran cantidad de antígenos, colágeno tipo IV y tipo V, laminina y fibronectina. Ésta es una proteína de gran importancia para el componente invasivo del tumor. 7. Cirugía de los tumores palpebrales 127 Fig. 6. Fig. 8. Fig. 7. El tipo histológico de presentación más frecuente, el nodular, se presenta con grandes nidos de células de apariencia rojiza que invaden la dermis (fig. 6). Sus núcleos se disponen en empalizadas periféricas. En algunas ocasiones puede existir proliferación tumoral del estroma asociada al crecimiento epitelial. Si existe proliferación melanocítica, puede observarse una membrana basal pigmentada. En estos casos, los melanocitos son típicamente no neoplásicos. El tipo nodular es el menos agresivo y raramente comporta afectaciones subcutáneas que no sean clínicamente evidentes. La variante nodular puede evolucionar a la forma nodular ulcerativa (5). En el patrón ulcerativo existe un verdadero cráter ulcerado con márgenes sobreelevados (fig. 7). Esta presentación clínica fue conocida como ulcus rodens, nombre que se interpretaba, en el pasado, como sinónimo de CBC. El tipo ulcerativo de CBC muestra normalmente un componente dérmico más infiltrativo en profundidad. El patrón multicéntrico o de extensión superficial supone la distribución de la lesión de forma dispersa en las capas superficiales de la epidermis y la dermis, cerca del borde libre palpebral, simulando lesiones crónicas frecentemente ulcerativas. El margen de este tipo de lesión está, frecuentemente, más allá del área de sospecha clínica de afectación (fig. 8). La forma menos frecuente es la morfeiforme o esclerosante, que aparece como una placa indurada 128 7. Cirugía de los tumores palpebrales Fig. 10. Fig. 9. blanco-amarillenta sin márgenes claramente definidos pero con gran cantidad de telangiectasias en su superficie. Suele localizarse en el borde libre palpebral o justo por debajo de las pestañas. A veces simula incluso una blefaritis localizada. Es la forma que pasa clínicamente más desapercibida, por lo que su diagnóstico es más difícil y tardío, tiene una mayor malignidad, y afecta más frecuente al canto medio (fig. 9). Una variante inusual de presentación la constituye el síndrome de Gorlin-Gotz (síndrome de nevus de células basales), una polidisplasia ecto-mesodérmica en que se combina la aparición de carcinomas basocelulares multicéntricos con otras alteraciones sistémicas, como otros tumores (meduloblastomas, fibrosarcomas, meningiomas, rabdomiosarcomas y fibromas cardíacos), y malformaciones (pits palmares y plantares, quistes mandibulares, paladar hendido, estrabismo, disgenesia del cuerpo calloso, calcificación de la hoz del cerebro y otras alteraciones esqueléticas) (fig. 10). 7. Cirugía de los tumores palpebrales 129 Carcinoma espinocelular El carcinoma escamoso o espinocelular (CEC) es un tumor mucho menos frecuente que el CBC, pero de mayor agresividad y de manejo más difícil, ya que se conocen al menos diez tipos distintos de CEC, cada uno con características etiológicas, clínicas e histológicas distintas, que influencian su diagnóstico, tratamiento y pronóstico (9). El CEC surge de células diferenciadas de la epidermis que muestran diferenciación hacia la producción de queratina, al contrario que los CBCs, que nacen de células de la membrana basal, menos diferenciadas. Existen muchas lesiones preexistentes que pueden desarrollar CEC. Se producen en cicatrices, úlceras, quemaduras, áreas de trauma recurrente o radiación, en pacientes inmunodeprimidos y, evidentemente, como consecuencia a la exposición continuada a la radiación ultravioleta. La forma clásica de CEC se encuentra en varones de edad avanzada, blancos, con historia de larga exposición solar. Representan sólo del 1 al 9% de los tumores palpebrales malignos, según estudios, con una tasa respecto al CBC del 40:1 hasta 10:1 (9,10). Su localización tiende a afectar el borde libre palpebral, con mayor frecuencia en párpado superior (45%), párpado inferior (31%), canto interno (15%) y canto externo (9%) (fig. 11). En contraste con el CBC, el CEC es invasivo en forma local pero, además, puede metastatizar a los nódulos regionales e incluso producir metástasis a distancia. La diseminación neurotrófica (a lo largo de los nervios) ocurre en el CEC, a diferencia del CBC, en que este comportamiento no se observa. La asociación de CEC en el área periocular y la parálisis de pares craneales sugiere una diseminación neurotrófica hasta el seno cavernoso. La apariencia clínica típica de CEC puede ser muy difícil de diferenciar del CBC, e incluso en algunos pacientes se ha observado la coexistencia de ambas lesiones. Puede variar desde una masa infiltrante ulcerativa hasta un tumor sobreelevado nodular, verrugoso. La lesión típica es una placa indurada y escamosa, con un centro u área ulcerada con bordes indurados. En general no se observan los márgenes perlados ni la telangiectasia del CBC. Muy frecuentemente se observa una superficie de alta consistencia debido a la facilidad de estos tumores para producir queratina (fig. 12). El CEC se inicia en el epitelio como lesiones superficiales llamadas queratosis actínica. En estas lesiones se observa sustitución de la epidermis por células atípicas que son rodeadas de una línea de demarcación de que- Fig. 11. Fig. 12. Fig. 13. ratinocitos normales y de la epidermis circundante. Una vez se produce la invasión de la dermis, ya se trata de un CEC. Microscópicamente son células neoplásicas que en los CEC bien diferenciados son poligonales, con abundante citoplasma eosinófilo. Se observan con frecuencia células disqueratósicas con formación de perlas de queratina. Los núcleos de las células escamosas son prominentes e hipercromáticos (fig. 13). 130 7. Cirugía de los tumores palpebrales estimativo de su potencial maligno. Una mayor profundidad tiene una mayor correlación con posibilidad de propagación por el sistema linfático. Se cree que aquellos tumores que aparecen «de novo» tienen peor pronóstico que aquellos que surgen de lesiones actínicas preexistentes. Los CEC de los párpados presentan una mayor tendencia a recidivar (11) y producen metástasis menos frecuentemente. En ocasiones, en pacientes de edad avanzada, el CEC puede ser causa de muerte (fig. 14). Fig. 14. Fig. 15. Fig. 16. Pero los hallazgos histopatológicos varían enormemente según el grado de diferenciación de estos tumores. El tumor se clasifica típicamente según el grado de indiferenciación. Mayores grados de malignidad presentan mayores niveles de anaplasia con menor queratinización y una demarcación menos definida del tumor del estroma dérmico subyacente. La profundidad de penetración del tumor es un valor Carcinoma sebáceo El carcinoma sebáceo es la tercera tumoración maligna palpebral en frecuencia (1 al 2%), después del CBC y CEC. Surge comúnmente de las glándulas de Meibomio, pero también puede hacerlo desde glándulas de Zeiss, folículos pilosos y glándulas sebáceas de la carúncula o la ceja. La mayoría se comporta como tumores de crecimiento lento, en pacientes de más de 60 años, y con cierta predilección por el sexo femenino. También se da, aunque más raramente, en individuos más jóvenes, en estos casos asociados a estados de inmunodepresión o tras tratamientos de radioterapia. Su frecuencia relativa es mayor en individuos asiáticos. Se presentan casi exclusivamente en los párpados, y de ellos en párpado superior con doble frecuencia que en el inferior, probablemente debido al mayor número de glándulas de Meibomio existentes en el tarso superior. El carcinoma sebáceo puede comportarse clínicamente de muy diversas maneras, por lo que se le conoce como el «tumor enmascarado». En ocasiones se comporta como un chalación crónico, blefaroconjuntivitis crónica unilateral, queratitis o queratoconjuntivitis límbica superior, y usualmente se hace pasar como un proceso inflamatorio (fig. 15). También puede presentarse como una inflamación localizada conjuntival o palpebral, tumor caruncular, masa conjuntival, cuerno cutáneo o tumor de la fosa lagrimal (12-14) (fig. 16). Pero la lesión más típica es aquella que se desarrolla como un nódulo indurado con engrosamiento difuso palpebral y una coloración eritematosa amarillenta. La presencia de cualquier material amarillento dentro de una lesión de aspecto maligno debe sugerirnos el diagnóstico. Es, además, característica la pérdida zonal de pestañas y distorsión de los orificios de salida de las glándulas de Meibomio. No obstante, y como norma general, debe tenerse en cuenta que el carcinoma sebáceo 7. Cirugía de los tumores palpebrales puede presentarse de forma muy sutil, sin apenas sintomatología (17) (fig. 17). El diagnóstico de carcinoma sebáceo requiere un alto índice de sospecha de parte del facultativo. Además, las biopsias por afeitado simple son inadeacuadas. La diseminación pagetoide (carcinoma sebáceo intraepitelial) puede ser indistinguible, en una biopsia por afeitado, de un CEC in situ, de un melanoma de extensión superficial, o de otras lesiones. Para el diagnóstico correcto, pues, será necesario practicar una biopsia palpebral a espesor completo. Histológicamente, la mayoría de carcinomas sebáceos se componen de grandes células anaplásicas con citoplasmas espumosos. En ellos se aprecian grandes vacuolas lipídicas que son positivas para tinciones grasas (fig. 18). El diagnóstico tardío de estas lesiones es debido, entre otras razones, a su relativa rareza, al hecho de que se parezca tanto a otras lesiones de patrón benigno, y la inexperiencia del clínico y el patólogo. En este aspecto es importante recordar que el carcinoma sebáceo es muy poco frecuente en otras zonas del organismo, y el patólogo general puede tener muy poca experiencia para reconocer tal lesión. Parece existir una clara relación entre la duración de los síntomas del carcinoma sebáceo antes de su excisión y el pronóstico final (15). Si los síntomas duran entre uno y seis meses, la mortalidad se estima en un 14%. Si la duración de los síntomas pasa de los seis meses, la mortalidad se eleva al 38% (16). En los casos de diagnóstico tardío se observan los casos con mayor tamaño tumoral, invasión orbitaria y propagación intraepitelial. Los factores de mal pronóstico son el tamaño del tumor mayor a 1 cm, crecimiento infiltrativo, escasa diferenciación, crecimiento intraepitelial pagetoide o multicéntrico e invasión regional y/o linfática. Una vez realizado el diagnóstico, el tratamiento se basa en la escisión quirúrgica amplia con control de bordes, incluyendo 5 a 6 mm de tejido sano. A pesar de realizar una cirugía correcta, no se puede asegurar en estos casos la curación total de la lesión, debido a la tendencia del tumor al crecimiento multifocal, con lesiones desconectadas entre sí. Por ello es perentorio el seguimiento clínico de los pacientes ya intervenidos. Las metástasis iniciales del tumor aparecen por extensión directa a estructuras adyacentes como la órbita (19%), o en la glándula parótida ipsilateral y los nódulos linfoides de la cadena cervical anterior (23%). Las metástasis a distancia al pulmón, hígado y cerebro pueden ocurrir como secuelas tardías y de frecuencia mucho menor. 131 Fig. 17. Fig. 18. Melanoma El melanoma cutáneo primario de los párpados es un tumor extraordinariamente infrecuente, que no llega a representar el 1% de todos los tumores palpebrales (benignos y malignos). No obstante, la importancia de estas lesiones radica en que a pesar de no suponer ni el 3% de todos los tumores de piel, más del 60% de muertes por cáncer de piel son atribuibles a melanomas (18). El melanoma primario cutáneo se expresa en distintas formas: melanoma maligno de extensión superficial, lentigo maligno melanoma, melanoma nodular, y melanoma acral lentiginoso. El más frecuente en la cara y en los párpados es el lentigo maligno, el estadio previo al lentigo maligno melanoma. Aparece más frecuentemente en individuos de edad avanzada como una lesión marronácea, no palpable, macular, de contornos irregulares. Con el transcurso de los años, la lesión crece en tamaño y sus bordes se vuelven más irregulares. En el léntigo maligno, los melanocitos permanecen intraepiteliales. Cuando éstos efectúan la invasión dérmica, la 132 lesión se vuelve más elevada y oscura, convirtiéndose en un léntigo maligno melanoma, estadio en el que se producen las metástasis por vecindad y a distancia. El melanoma de extensión superficial, el patrón más frecuente de melanoma es, no obstante, menos observado en la cara y párpados que las formas anteriormente mencionadas. Suele darse en pacientes de 40 a 60 años de edad. Las demás formas son menos frecuentes en los párpados. Es fundamental determinar si un melanoma palpebral es un tumor primario de piel o se trata de un melanoma conjuntival que ha atravesado la barrera mucocutánea palpebral y ha afectado a la piel. Aunque el pronóstico de ambas formas es similar y se basará en la profundidad de invasión, grosor del tumor, estadiaje y afectación de ganglios regionales, la variedad conjuntival es en general más agresiva, y tiene un peor pronóstico. Todos los melanomas malignos nacen de una proliferación inicial de melanocitos atípicos en la epidermis. Esta fase inicial puede durar meses o incluso muchos años, y se denomina fase de crecimiento intraepidérmico horizontal. El cambio de dirección de este crecimiento hacia un vector vertical que invade la dermis marca el cambio de fase de tumor hacia lentigo maligno melanoma, e inicia el patrón susceptible de producir metástasis (fig. 19). Otros tumores malignos Tumor de Merkel 7. Cirugía de los tumores palpebrales crecimiento trabecular. Son células neuroendocrinas que en la actualidad se cree que derivan de una célula madre epidérmica común con los queratinocitos (19). Normalmente no muestran epidermotropismo, pero en aquellas raras ocasiones en que se observa un crecimiento intreepidérmico pagetoide, debe realizarse el diagnóstico diferencial con el melanoma (20). La incidencia anual de carcinoma de Merkel es de 0,24/100.000 habitantes (21). Parece que la inmunosupresión y la existencia de exposición a la radiación solar son factores de importancia en su etiopatogenia. Se afecta más frecuentemente el sexo femenino, con un pico de edad entre la sexta y séptima década de la vida. La localización más frecuente es la cabeza, sobretodo la cara, y en ocasiones se afectan los párpados, siendo el más afectado el superior (22). Cabe destacar su comportamiento agresivo, con capacidad de producir recidivas locales (25%) y diseminación regional linfática (30%) y a distancia, a hígado, pulmón y hueso (23). Clínicamente se presenta como un nódulo indoloro, solitario y de crecimiento progresivo cerca del margen palpebral, de color rojo oscuro o violáceo con telangiectasias superficiales, y de menos de seis meses de evolución. El diagnóstico diferencial del carcinoma de Merkel se plantea con la metástasis del carcinoma de células pequeñas del pulmón (oat cell carcinoma) (24), carcinoma escamoso de piel, linfoma y melanoma. El tratamiento del tumor de Merkel se basa en la exéresis quirúrgica con radioterapia coadyuvante (25). La neoplasia de Merkel es un tumor neuroendocrino que afecta a dermis y tejido celular subcutáneo, constituido por células pequeñas dispuestas en Carcinoma metastásico del párpado Fig. 19. El carcinoma metastático de los párpados es un tumor de frecuencia muy inusual. Los lugares primarios son el tumor de mama (65%) (26) o de pulmón (15%), aunque se han reportado metástasis de estómago (10%), glándula parótida, hígado, tráquea y colon. Los tumores metastáticos suelen presentarse en tres formas clínicas distintas: dos terceras partes se comportan como nódulos palpebrales solitarios, indoloros o con agudizaciones inflamatorias y dolorosas. Un tercio de los casos se presentan con induraciones difusas palpebrales. En menos del 10% se observarán lesiones ulceradas. Cuando existe una diseminación tumoral en un párpado, no 7. Cirugía de los tumores palpebrales debe descartarse la afectación de otras localizaciones, por ejemplo la orbitaria, que provocará la mayoría de ocasiones la presencia de una proptosis y limitación a los movimientos oculares. En 38% de los casos reportados en la literatura, la primera manifestación del tumor es la metástasis apreciable en el párpado. En los casos de tumor primario ya conocido, el período entre el diagnóstico de éste y la aparición de lesión palpebral es de aproximadamente cuatro años. El tratamiento será en coordinación, evidentemente, con el manejo sistémico del paciente, pero suele recomendarse la excisión del tumor palpebral. La tasa de supervivencia de estos pacientes una vez tratada su lesión palpebral no supera los diez meses de media (en tumores de mama). 133 Fig. 20. 7.2. TUMORES PALPEBRALES BENIGNOS Papiloma-acrocordón Es el tumor benigno más frecuente del párpado. Un papiloma no es más que un crecimiento hacia arriba de la piel, lo que comporta una lesión sobreelevada e irregular. Puede verse como una masa sonrosada, sesil, del margen palpebral o una lesión pediculada. La lesión consiste en acúmulos de restos vascularizados cubiertos de un epitelio escamoso hiperplásico. Debe realizarse el diagnóstico diferencial con la queratosis seborreica, el nevus intradérmico y la verruga vulgar. Su tratamiento es la exéresis simple (figs. 20 y 21). Fig. 21. Quistes epidérmicos de inclusión Queratosis seborreica Los quistes de inclusión pueden existir tanto en la superficie de la piel del párpado como en la conjuntiva palpebral. Normalmente son secundarios a la implantación y proliferación de epidermis en la dermis después de un trauma. También se conocen con el Las queratosis seborreicas son proliferaciones de células epiteliales normales, muy frecuentes y totalmente asintomáticas. Pueden aparecer como lesiones únicas o múltiples. Su color varía desde la coloración normal de la piel hasta el marrón oscuro, dependiendo de la cantidad de pigmento que se halle en ellas. Son lesiones superficiales, y no afectan en ningún caso a la dermis, aunque en muchos casos parecen gruesas. Por ello pueden ser eliminadas por afeitado simple sin afectar las capas inferiores. Sólo en los casos en que se presenten con una inflamación coexistente se deberá hacer el diagnóstico diferencial con carcinoma basocelular o espinocelular (fig. 22). Fig. 22. 134 Fig. 23. nombre de quiste infundibular o quiste epidermoide. Son lesiones solitarias, indoloras y de crecimiento muy lento. Su tratamiento es la extirpación simple (fig. 23). Verruga vulgar Las verrugas vulgares son originadas por infecciones por papilomavirus, que ocasionan mútiples formas clínicas en los párpados. La más frecuente es, no obstante, la forma filiforme, que consiste en una excrecencia fina con una base de implantación muy estrecha. Las verrugas son clínicamente muy parecidas a los pailomas que, no obstante, no tienen un origen vírico. Su tratamiento consiste en la excisión total, incluyendo la base de la lesión. 7.3. TRATAMIENTO DE LOS TUMORES PALPEBRALES BENIGNOS Los tumores benignos afectan con gran frecuencia a los párpados produciendo problemas de diag- 7. Cirugía de los tumores palpebrales nóstico diferencial con tumores malignos y representando un motivo frecuente de consulta por las alteraciones estéticas que producen. En su tratamiento se debe buscar el tratamiento más conservador y que respete al máximo la función y el aspecto de los párpados. Entre las diferentes modalidades terapéuticas disponibles para los distintos tumores benignos de los párpados, se encuentran la escisión de la lesión utilizando la cirugía convencional; métodos físicos aislados (como el láser de CO2 resurfacing o la radioterapia externa), o en combinación con cirugía como la radiofrecuencia, el bisturí eléctrico y el mismo láser mencionado anteriormente; métodos químicos como el peeling o la inyección intralesional de sustancias; y métodos farmacológicos como los corticoides depot (triamcinolona para tratamiento del chalazion), el interferón para tratamiento de angiomas o la quimioterapia. Los principios básicos para el tratamiento quirúrgico de las lesiones benignas palpebrales incluyen distintos puntos a tener en cuenta, como son: 1. La infiltración de anestésicos locales (bupivacaína de larga duración combinada con lidocaína de acción más rápida) asociados a vasoconstictores (como la epinefrina diluida para favorecer la hemostasia) y a la hialuronidasa para facilitar la disección de los tejidos; 2. La localización de la incisión siguiendo las líneas anatómicas naturales de máxima extensibilidad y relajación para evitar cicatrices deformantes en una zona tan visible; la misma puede ser escondida realizando el abordaje por vía transconjuntival, disimulada realizándola a nivel de los pliegues palpebrales, canto externo, infra o supraceja; y de la mínima extensión necesaria para lograr el resultado buscado. Otras incisiones adecuadas son la transcaruncular, la conjuntival a nivel del limbo corneal y la subciliar (figs. 24 y 25). 3. Como sistema de hemostasia se puede utilizar el cauterio termal, el bipolar, el monopolar, la radiofrecuencia (fig. 26) o el láser. 4. Realizar una correcta manipulación de los tejidos la cual se logra a través de la utilización del instrumental adecuado para cada caso y de una buena técnica quirúrgica. 5. El cierre de la incisión se puede efectuar adecuadamente dependiendo del caso, a través de cicatrización por segunda intención o de una correcta selección de las suturas a utilizar. Como conclusiones generales, se puede decir que para lograr resultados satisfactorios en el trata- 7. Cirugía de los tumores palpebrales 135 Fig. 24. Incisiones perioculares y líneas de relajación cutáneas. miento de las lesiones benignas palpebrales, es necesario tener en consideración factores tales como un conocimiento adecuado de las estructuras anatómicas perioculares, la utilización de fundamentos quirúrgicos correctos en cada caso en particular, el tratamiento específico según la zona en la que se encuentra la lesión, minimizar el trauma quirúrgico al que se somete a los párpados para evitar hematomas posteriores y cicatrices deformantes, y el estudio histopatológico correspondiente en todos los casos para confirmar la benignidad de la lesión y para descartar cualquier tipo de proceso maligno no sospechado hasta ese momento (fig. 27). Fig. 25. Incisión transconjuntival vertical en conjuntiva tarsal para escisión de quiste de inclusión en párpado superior de ojo izquierdo (imagen inferior izda). De todos los tratamientos disponibles para el carcinoma basocelular, existen dos que presentan la tasa de curación más alta y la frecuencia de recidivas más baja: la cirugía micrográfica de Mohs y la esci- 7.4. TRATAMIENTO DE LOS TUMORES PALPEBRALES MALIGNOS Múltiples modalidades terapéuticas han sido descritas para tratar los tumores malignos que afectan a los párpados. En este capítulo haremos hincapié en las técnicas más utilizadas en la actualidad por cirujanos oculoplásticos en todo el mundo, y que según una revisión exhaustiva de los estudios prospectivos y retrospectivos más importantes sobre el tema hallados en la literatura médica tienen una recomendación con un valor calificado como muy alto para el tratamiento adecuado de estos pacientes, basados en una sólida evidencia estadística (27). Entre los signos que llevan a la sospecha sobre la entidad maligna en una lesión palpebral, se encuentran el aumento de tamaño, el cambio de pigmentación, el sangrado, o la ulceración. Cuando aparecen alguno de estos signos aislados o en combinación, se debe proceder a efectuar una biopsia, con el correspondiente examen histopatológico. En el tratamiento de los tumores palpebrales malignos en general la mayor evidencia terapéutica la obtiene la escisión quirúrgica completa de la lesión, con control histopatológico para verificar que los bordes extirpados estén libres de células malignas (28). Fig. 26. Unidad de radiofrecuencia con sistema de corte y coagulación. Fig. 27. Angioma cavernoso en tercio medio párpado inferior derecho (izda.) Aspecto postoperatorio tras escisión siguiendo surco nasojugal, utilizando unidad de radiofrecuencia como sistema de coagulación y nylon 6/0 para cerrar la herida quirúrgica (dcha.). 136 sión con control histopatológico por congelación de los bordes (29-37). Además, son las dos técnicas más ampliamente utilizadas en todo el mundo y que cuentan con la mayor experiencia práctica. La cirugía micrográfica de Mohs, ideada por el Dr. Frederick Mohs, ayudó en su momento a revolucionar el tratamiento de los tumores palpebrales malignos (38,39). Esta técnica es generalmente realizada por un dermatopatólogo especialmente entrenado para tal fin, aunque también la pueden realizar los cirujanos plásticos oculares. Su objetivo es extirpar el tumor y tejidos adyacentes en una secuencia de planos horizontales en profundidad monitorizados por microscopio, hasta lograr cortes histológicos en los que los bordes y la base del tumor estén libres de tejido maligno. Constituye un sistema muy preciso para ir detectando células tumorales capa por capa de tejido. La reconstrucción del defecto palpebral posterior a esta técnica se puede realizar inmediatamente o bien diferirla para un segundo tiempo quirúrgico. Sus principales indicaciones son: 1. Tumores del canto medio (zona con mayor riesgo de invasión en profundidad). 2. Tumores recurrentes. 3. Tumores grandes de largo tiempo de evolución. 4. Carcinomas espinocelulares. 5. Carcinomas basocelulares tipo morfea. 6. Cualquier tumor cuyos bordes no estén bien delimitados. Con esta técnica, se han logrado tasas de recurrencia de tumores palpebrales malignos muy bajas (1% para el carcinoma basocelular y 1,9% para el espinocelular) (31). Además parece ser la técnica que más tejido respeta, lo cual es de gran valor para la siguiente etapa reconstructiva, donde cada milímetro de tejido es necesario. Las principales ventajas que presenta la técnica de Mohs son las siguientes (40): 1. Tasa de curación mas elevada de todas las técnicas quirúrgicas. 2. Menor morbilidad, mortalidad y alteración de la función. 3. Menor tiempo en quirófano, por no tener que esperar al resultado del informe patológico. 4. Evaluación objetiva de resección completa del tumor por parte del cirujano. 5. Mayor conservación de tejidos, lo cual facilita la reconstrucción. 6. Disminución de reoperaciones 7. Resultados funcionales y cosméticos superiores. 7. Cirugía de los tumores palpebrales La otra modalidad frecuentemente utilizada es la escisión del tumor con control histopatológico mediante técnicas de fijación en frío (cortes congelados) o técnicas rápidas de fijación y tinción de los bordes quirúrgicos. La tasa publicada de recurrencia para los carcinomas basocelulares tratados con la técnica de escisión con control los bordes a través de biopsia por congelación es de aproximadamente 2% (36). Sin embargo, cuando es llevada a cabo por un equipo de cirujano oftálmico-patólogo, los resultados de esta cirugía pueden igualar o incluso mejorar los de la técnica de Mohs (28). Otras modalidades terapéuticas como la terapia fotodinámica, láser de anhídrido carbónico, radioterapia, quimioterapia, crioterapia o el uso de retinoides o interferón-alfa, han demostrado tasas de recurrencia del orden del 5 hasta el 100% (41). Semejantes cifras son inaceptables para tumores palpebrales, ya que las lesiones recurrentes tienden a ser más agresivas e invasivas. En casos específicos, algunos de los métodos alternativos mencionados pueden ser adecuados para los pacientes. Por ejemplo, la terapia fotodinámica (PDT) ha sido utilizada con éxito en el tratamiento de carcinomas basocelulares de tipo nodular y superficial, lográndose una respuesta parcial o total del tumor en el 84% de los pacientes (42). La quimioterapia puede resultar útil en pacientes con enfermedad sistémica, y combinada con radioterapia o crioterapia pueden constituir una opción apropiada para pacientes que no puedan tolerar o que no den consentimiento para el tratamiento quirúrgico (43,44). Al igual que con el carcinoma basocelular, en el espinocelular, los dos tratamientos recomendados son la cirugía micrográfica de Mohs y la escisión quirúrgica con control histopatológico de los bordes. En el caso del carcinoma de células sebáceas, la biopsia conjuntival en mapa permite al cirujano tomar muestras de tejido para detectar diseminación tipo pagetoide del tumor; esto ayuda a delimitar la verdadera extensión de las células malignas y contribuye a una resección más exacta de tejido palpebral y conjuntival; también permite identificar a los pacientes que pueden requerir exenteración orbitaria (45). Esta última puede ser necesaria cuando hay invasión de tejidos orbitarios que ocurre entre el 6 al 45% de los casos y está asociada a un pronóstico más pobre (46). Otros métodos terapéuticos para carcinoma sebáceo incluyen la crioterapia (para tratar lesiones residuales conjuntivales), la quimioterapia tópica con Mitomicina C para la diseminación pagetoide con- 7. Cirugía de los tumores palpebrales juntival y la radioterapia que puede considerarse un tratamiento adyuvante de la cirugía (47-49). A la hora de seleccionar una modalidad terapéutica para el melanoma maligno, las opciones son variadas y los resultados controvertidos, en parte debido a la relativa rareza de este tumor y la consecuente dificultad para efectuar un estudio prospectivo comparando las diferentes opciones con un volumen de pacientes significativo. Entre los tratamientos más recomendados se encuentran la resección del tumor con bordes que varían de acuerdo a la profundidad de la lesión, y el uso de interferón-alfa como adyuvante. De acuerdo a un estudio prospectivo llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud en la década de los 80, los melanomas de toda la piel en general que miden menos de 1 mm de profundidad pueden ser extirpados en forma segura con un margen quirúrgico de 1 cm; mientras que en los que miden más de 1 mm de profundidad, un margen de 3 cm es considerado seguro. El inconveniente es que en el párpado, semejante margen resultaría inaceptable, por la dificultad que acarrearía a la hora de la reconstrucción; por ello es que en la práctica se recomienda para conservar tejido la cirugía micrográfica de Mohs o márgenes estrechos (4 a 5 mm) examinados por un experimentado patólogo. La disección completa de los ganglios linfáticos con examen histopatológico de los mismos es considerada la regla de oro para estadiar a los pacientes que padecen un melanoma cutáneo previo al tratamiento adyuvante. Sin embargo, esta técnica es de valor terapéutico cuestionable y puede asociarse con morbilidad considerable. En los años 90, Morton y col. idearon la disección del ganglio centinela, localizado intraoperatoriamente a través de la inyección de medio de contraste azul vital y tecnecio99m alrededor del tumor. Con esta técnica, los vasos linfáticos se tiñen de azul, y se rastrea el primer escalón entre los ganglios regionales; el uso de linfocentellografía preoperatoria y un detector de rayos gamma intraoperatorios ayudan a localizar a los ganglios centinela radioactivos, algunos de los cuales pueden contener depósitos microscópicos del tumor. La importancia del ganglio centinela radica en que si el mismo se encuentra libre de metástasis, es altamente improbable que el resto de los ganglios de ese grupo regional esté afectado (50). La quimioterapia tradicional para casos avanzados de melanoma cutáneo tiene poca eficacia y raramente prolonga la vida del paciente en forma signi- 137 ficativa. El melanoma es un tumor altamente antigénico, por lo que mucha de la investigación se ha centrado en terapias inmunológicas. El uso de interferón alfa, de interleukina-2 y de otras modalidades terapéuticas cuyo objetivo es el de estimular la respuesta inmune del paciente en contra del tumor son las formas más comunes de terapia adyuvante en los melanomas cutáneos (51). 7.5. RECONSTRUCCIÓN PALPEBRAL Principios de reconstrucción palpebral Los párpados son estructuras semirrígidas con una gran importancia tanto estructural-estética en el tercio medio y superior de la cara, como funcional protegiendo la superficie ocular. En este sentido deben cerrase adecuadamente para evitar la exposición corneal, distribuir de forma regular el film lagrimal precorneal, abrirse correctamente para dejar libre el eje visual y proveer una superficie de contacto atraumática con la parte anterior del globo ocular. Por todo ello las prioridades en reconstrucción palpebral son: 1. Restauración del párpado superior, porque es el que tiene una mayor importancia para la protección corneal. 2. Desarrollo de un margen palpebral estable. 3. Lograr una adecuada altura vertical del párpado inferior. 4. Minimizar el lagoftalmos y la exposición corneal a través de un adecuado cierre palpebral. 5. Proveer una superficie de contacto suave para estar en contacto con la córnea. 6. Reconstrucción temprana de lesiones de la vía lagrimal porque en forma tardía la misma puede ser más difícil. A la hora de localizar las incisiones en la región periocular y diseñar los colgajos e injertos se debe tener en cuenta que las líneas de máxima extensibilidad se encuentran orientadas en forma vertical, de modo que los párpados toleran solo una cantidad moderada de tensión perpendicular al margen palpebral. Por ello, la tensión de las suturas de heridas o colgajos deben dirigirse en forma paralela a los margenes palpebrales en lo posible (fig. 28). Los pacientes de edad avanzada pueden tolerar mejor la tensión vertical que los jóvenes al tener una mayor laxitud cutánea. La fijación cantal medial y lateral es un elemento clave en la reconstrucción palpebral. El refuerzo can- 138 7. Cirugía de los tumores palpebrales A. Protección ocular Fig. 28. Líneas de máxima extensibilidad en región periocular. tal lateral, a través de una cantoplastia, es frecuentemente utilizado, aun en los casos en los que las estructuras normales no han sido lesionadas; esto ayuda a prevenir posiciones postoperatorias inadecuadas del párpado inferior. Las opciones reconstructivas tienen que tener en cuenta diversos factores tales como la edad del paciente (mantener el eje visual libre en niños menores de 8 años por el riesgo de ambliopía); el estado visual (utilizar diferentes técnicas para un ojo único o un ojo amaurótico); el estado ocular (patologías de la superficie corneal, glaucoma, ojo seco, etc.); y el estado periocular (función intacta del par craneal VII, irradiación previa, etc.). También, desde el punto de vista estético, ninguna otra estructura es más observada por los demás que los párpados e incluso pequeñas alteraciones en su estructura pueden producir profundos cambios en la apariencia de una persona. Las expectativas del paciente previas a la cirugía deben ser realistas, y se debe recordar que hasta en párpados perfectamente reconstruidos, una leve asimetría entre ambos ojos puede ser considerada por el paciente como un mal resultado. Otros aspectos de gran importancia en la cirugía reconstructiva palpebral se detallan a continuación: La protección del globo ocular de traumas que pudieran ser ocasionados durante o tras la cirugía reconstructiva no es un tema menor. Las lágrimas artificiales viscosas deben ser aplicadas en la córnea durante la intervención. También se pueden aplicar gotas de solución salina balanceada cada dos o tres minutos o bien cuando se pierda el reflejo típico del menisco lagrimal precorneal. Se pueden usar lentes de contacto lubricadas con lágrimas artificiales viscosas como forma de protección durante la cirugía. Las suturas alrededor del ojo deben ser colocadas de tal manera que los nudos de las mismas estén orientados hacia el exterior lejos de la córnea. En los lugares donde se necesite colocar suturas que puedan entrar en contacto con la córnea, es conveniente utilizar suturas de composición suave (seda o poliglactina) que van a ocasionar menos trauma corneal superficial que las de tipo más rígido como las de monofilamento (nylon, polipropilene). Una lente de contacto terapéutica de uso prolongado puede ser insertada tras la cirugía, pero esto incrementa el riesgo de infección corneal secundaria de origen bacteriano. B. Vendajes Un vendaje postoperatorio cuidadosamente aplicado es importante en estos casos. El ojo debe ser siempre lubricado con un ungüento oftálmico de antibiótico o de lágrimas artificiales, antes de colocar un vendaje oclusivo compresivo. Si el cirujano considera que el paciente es capaz de abrir los ojos por debajo del vendaje, entonces los párpados se pueden cerrar con tiras adhesivas (Steri-strips® o similar) o con suturas temporales de tarsorrafia en el margen palpebral o de tipo Frost; (fig. 29) alternativamente el vendaje se puede suprimir y el paciente o sus familiares pueden colocar frecuentemente lágrimas artificiales o ungüento oftálmico en el ojo operado. Un vendaje bien colocado puede actuar como un molde para inmovilizar los párpados y ayudar a promover la cicatrización de colgajos e injertos complejos en la posición deseada. El vendaje compresivo debe ser retirado en forma inmediata si hay signos o síntomas de hemorragia orbitaria postoperatoria como dolor retrobulbar severo, equimosis periorbitaria o vómitos. Un tipo de vendaje palpebral adecuado puede consistir en gasa fina impregnada con ungüento oftálmico, cubierta de uno o dos parches oculares 7. Cirugía de los tumores palpebrales 139 blandos absorbentes. En la mayoría de los pacientes suele ser suficiente con el uso adecuado del ungüento y uno o dos parches oculares sujetados con una cinta adhesiva desde la mejilla hasta la frente. C. Anestesia La mayoría de las cirugías palpebrales pueden ser realizadas con infiltración de anestésicos locales y tópicos, asociados a sedación endovenosa. El bloqueo de nervios regionales (infraorbitario y supraorbitario) puede ser de ayuda pero por lo general es innecesario. La anestesia tópica se logra instilando proparacaína al 1% y/o tetracaína al 0,5%. La última produce más escozor, pero tiene una acción más prolongada. Se puede conseguir anestesia adicional tópica colocando un algodón pequeño embebido en lidocaína al 5% en el fornix superior ó inferior. La infiltración anestésica se debe realizar con una aguja y jeringa pequeñas (la primera de 27-30 y la segunda de 5-10 cc) para minimizar la presión al inyectar. La punta de la aguja debe ser siempre dirigida lejos del ojo para evitar daño ocular en caso de que el paciente se mueva en forma brusca. Una neutralización parcial del pH del anestésico se puede conseguir diluyéndolo 9:1 con solución salina inyectable, o agregando bicarbonato de sodio; esto minimiza el dolor de la colocación de anestésicos locales (pH 5 a 7), pero aún provee suficiente anestesia cutánea como para una inyección subsiguiente haga más confortable la inyección del anestésico concentrado. Una dilución 1:1 de lidocaína al 2% con 1:100.000 de epinefrina y de bupivacaína 0,5% ó 0,75% mezclada con 30 unidades de hialuronidasa por cada 10 a 20 cc de anestésico, va a proveer un bloqueo local de más larga duración (bupivacaína) con menor discomfort inicial (lidocaína) y distorsión tisular mínima (hialuronidasa). Generalmente, las inyecciones subcutáneas y subconjuntivales (en los fondos de saco) son adecuadas para efectuar reconstrucciones palpebrales extensas de espesor completo. D. Instrumentos y suturas El desarrollo de instrumentos, suturas, y agujas especializadas para microcirugía palpebral ha mejorado enormemente los resultados estéticos y funcionales de este tipo de intervenciones. Estos instrumentos facilitan la manipulación atraumática de tejidos y permiten realizar precisas disecciones e Fig. 29. Sutura tipo Frost en un caso de reconstrucción palpebral. incisiones. Una adecuada cicatrización y técnica quirúrgica son fundamentales en los delicados tejidos perioculares. La retracción de los bordes de la herida debe ser efectuada con ganchos finos en lugar de fórceps, ya que estos últimos pueden aplastar el tejido. Se debe mantener siempre húmedos los tejidos con solución salina balanceada. Los vasos sangrantes se pueden identificar mejor aplicando presión con la punta de bastoncillos de algodón, para luego ser cauterizados con el uso de un cauterio bipolar, el cual minimiza la destrucción térmica de los tejidos. Las suturas con agujas especializadas y del menor calibre posible deben ser seleccionados para cada tarea en particular. La habilidad quirúrgica se puede maximizar sentándose a la cabeza del paciente y colocando el antebrazo en el apoyabrazo de la silla quirúrgica. El uso de lupas de magnificación (2,5-3,5X) o del microscopio son esenciales para disecar y reparar apropiadamente los delicados tejidos perioculares. E. Colgajos e injertos La reconstrucción de un defecto palpebral requiere de tres elementos: una superficie cutánea, un soporte semirígido (el tarso) y una membrana muco- 140 Fig. 30. Lecho quirúrgico tras obtención de injerto cutáneo libre de párpado superior. sa interna. Al menos una de estas capas necesita estar vascularizada para proveer aporte sanguíneo a las otras dos. Los párpados poseen un privilegiado aporte vascular, pero si no se presta la adecuada atención al mismo durante una cirugía reconstructiva, cualquier esfuerzo puede finalizar en una necrosis isquémica. Esto es especialmente cierto en pacientes que son grandes fumadores, tienen diabetes, han sido expuestos a irradiación, o tienen alguna patología de la microcirculación. Por lo general, los colgajos son superiores a los injertos por las siguientes razones: logran aportar tejidos de mayor similitud, tienen aporte vascular propio, igual espesor, mantenimiento de la sensibilidad, se opera del mismo lado y tienen mayor durabilidad. Los injertos también juegan un papel importante en la reconstrucción palpebral, y son usados frecuentemente en el reemplazo o en asociación con los colgajos. El caso clínico particular va a dictar en cada caso cuál es el mejor sitio donante para obtener los injertos. Los injertos de piel de espesor completo, ya sean para reconstruir defectos del párpado superior o del inferior, se obtienen preferentemente de la piel redundante del párpado superior por encima del pliegue del párpado, en forma similar a la técnica utilizada para la blefaroplastia (fig. 30). La piel, a pesar de ser fina, debe ser cuidadosamente separada del mínimo tejido celular subcutáneo y del músculo orbicular, para asegurarse una perfecta coaptación de los tejidos. Para lograr una aposición apropiada injerto-donante, se colocan usualmente torundas de algodón durante tres días sobre el mismo. Los injertos tarsoconjuntivales libres pueden ser obtenidos ya sea del párpado superior ipsilateral o 7. Cirugía de los tumores palpebrales del contralateral, extrayendo el 70% del tarso superior y manteniendo una porción de 3-4 mm intacta en el margen del párpado superior donante para estructura y soporte. El sitio donante no necesita ser suturado ya que la conjuntiva cura espontáneamente. Fuentes alternativas de sustituto tarsal incluyen mucosa del paladar duro, cartílago del pabellón de la oreja, o cartílago nasal. Los injertos de membrana mucosa pueden ser tomados de la conjuntiva bulbar superior del mismo ojo o del contralateral, de acuerdo a la localización del defecto. Se debe tener cuidado en evitar crear dos superficies no epitelizadas superpuestas para no producir formación de simblefaron o acortamiento del fondo de saco. Fuentes alternativas de membrana mucosa son la cara interna del párpado inferior y de la mejilla. Al igual que en los injertos cutáneos, a los de membrana mucosa se los debe adelgazar para que se integren mejor. En la reconstrucción de los fondos de saco, puede ser necesario utilizar un conformador para evitar contracción. Recientemente se han publicado varios artículos que destacan la utilidad de la membrana amniótica en la reconstrucción de la superficie ocular (52,53). Esta membrana aporta fundamentalmente una membrana basal que permite el crecimiento de las células epiteliales sobre ella, tiene efectos anti-inflamatorios y aporta factores de crecimiento. De esta manera se ha utilizado para reconstruir fondos de saco o asociada a injertos de conjuntiva o mucosa. Reconstrucción palpebral A. Defectos de espesor parcial Los defectos no marginales del párpado requieren del uso de diferentes técnicas reconstructivas a las de los defectos de espesor completo. Los defectos parciales o no marginales del párpado, generalmente incluyen un defecto de la piel y/o músculo orbicular. El cierre de los mismos consiste en la reconstrucción de la lamela anterior del párpado. Se aplican criterios similares a los de los cierres de defectos de otras partes del cuerpo, pero con algunas diferencias concretas. La tensión de la herida debe ser dirigida paralela al margen palpebral para evitar deformidades secundarias tales como ectropión o retracción. Las incisiones y las líneas de cierre deben seguir las líneas naturales del contorno periocular para camuflaje de las mismas. En lo posible, las subunidades estéticas anatómicas de los párpados deben ser utilizadas como límites para 7. Cirugía de los tumores palpebrales los colgajos y las líneas de incisión. Estas subunidades son la de los bordes de las pestañas, la pretarsal, la preseptal, la depresión cantal lateral, la concavidad cantal medial y la depresión cantal media. En algunos casos de defectos perioculares que no afecten el margen palpebral, la curación espontánea o por segunda intención (laisez faire) puede ser útil. Esto es particularmente verdadero en el canto medio, cuando haya defectos distribuidos uniformemente por encima y por debajo del tendón cantal medio. Si el defecto por el contrario se halla muy por encima o por debajo de la línea media horizontal del canto, el tejido de granulación puede producir deformidades secundarias severas. Existen múltiples colgajos útiles en cirugía reconstructiva de los párpados (54). Los colgajos más importantes en esta región son: el rectangular de avance; el rotacional y el de traslación (fig. 31). El colgajo rectangular de avance está orientado horizontalmente en el párpado, con las líneas de incisión siguiendo ya sea el margen de las pestañas, el pliegue palpebral, o la línea inferior a la ceja. Puede ser un colgajo de piel o uno miocutáneo incorporando al músculo orbicular. No hay restricciones estrictas en cuanto a la longitud o el ancho del mismo debido al aporte vascular abundante de los párpados. En el párpado superior, para evitar cicatrizaciones defectuosas se debe evitar cruzar con el colgajo por debajo del tendón cantal medio (fig. 32). El colgajo rotacional tiene usualmente su base del lado lateral y es usado para rotar tejido hacia un defecto a lo largo de una línea de incisión subciliar. Si se encuentra adecuadamente orientado, este colgajo va a dirigir la tensión hacia el canto lateral en la dirección temporal superior que corresponde (fig. 33). 141 Fig. 31. A. Colgajo deslizante B. Colgajo de avance C. Colgajo de traslación D. Colgajo de rotación. la mejor fuente de tejidos por su similitud para colgajos e injertos, pero ocasionalmente son necesarios sitios donantes remotos. Usualmente, la experiencia y el criterio del cirujano van a decidir cuál es la mejor técnica a utilizar en cada caso. B. Reparación palpebral de espesor completo Existe una variedad de técnicas quirúrgicas para la reparación de defectos palpebrales de espesor completo; la elección de la misma se realiza de acuerdo al tamaño del defecto. Técnicas similares pueden ser utilizadas para defectos de tamaño pequeño y mediano, pero en cambio los de gran tamaño requieren de modalidades terapéuticas diferentes. Más allá de la causa que produjo el defecto, siguiendo los principios de reconstrucción enumerados previamente, en estos casos hay que lograr el reemplazo de la capa externa de piel y tejido muscular; el soporte semirrígido medio y una capa interna de membrana mucosa. Los párpados representan Fig. 32. Defecto en tercio medio de párpado superior y diseño del colgajo de avance para su reconstrucción (izda). Situación del colgajo en posición (dcha). Fig. 33. Defecto en párpado inferior (izda) y reparación con colgajo de rotación (dcha). 142 Fig. 34. Cierre clásico directo de defecto de espesor completo (izda). Sutura en colchonero vertical enterrada (centro) y reparación del defecto con una única sutura vertical en colchonero para el margen palpebral (dcha). Defectos pequeños del párpado inferior Cuando el defecto del párpado inferior es del 25 hasta el 33% de la dimensión horizontal del mismo, la reconstrucción puede ser efectuada por aproximación directa de los bordes. Defectos de hasta el 40% pueden ser reparados por cierre directo en pacientes de edad más avanzada, debido a la laxitud de los tejidos. El cierre directo minimiza la discontinuidad de las pestañas y la necesidad de efectuar múltiples procedimientos. La aproximación adecuada de los defectos de espesor completo requiere de una precisa colocación de las suturas para evitar muescas, irregularidades, o triquiasis del margen palpebral. Puede ser necesario el tallado cuidadoso de los bordes de la herida para asegurar un alineamiento preciso de los mismos. Un cierre tarsal precisamente alineado va a asegurar tensión mínima de la herida en el margen palpebral y minimizar la distorsión. Un par de ganchos cutáneos deben ser usados primero para reaproximar el defecto y evaluar la tensión de la herida. Los bordes tarsales deben ser tallados en forma simétrica y perpendicular al margen palpebral. Una sutura guía de Fig. 35. Carcinoma basocelular tratado mediante escision de aproximadamente 40% de párpado inferior, y realización de cantotomía y cantolisis inferior (izda). Aspecto postoperatorio precoz tras reparación del defecto mediante cierre directo. Se observa leve eversión y enrojecimiento de los bordes que desaparecen con el paso de los meses (dcha). 7. Cirugía de los tumores palpebrales seda 6-0 o 7-0 debe ser cuidadosamente colocada en los orificios de las glándulas de Meibomio para alinear precisamente los bordes del tarso. El tarso y el músculo orbicular deben ser cerrados con puntos prácticamente de espesor completo (evitar la exposición de las suturas en la superficie conjuntival), con los nudos orientados hacia delante. De esta manera se logra una alineación precisa del margen palpebral (incluida la línea gris y las pestañas). Luego se procede a suturar en forma separada el margen palpebral con una sutura verticales tipo «colchonero» localizada a nivel de los orificios de las glándulas de Meibomio, y 2 suturas simples anteriores y posteriores a ésta en el margen palpebral anterior y en la línea gris (fig. 34). Una modificación de esta técnica recientemente publicada prescinde de las suturas anteriores y posteriores en el borde libre y utiliza una única sutura en colchonero vertical (fig. 34) (55). Debe haber una leve a moderada eversión de los bordes de la herida al momento del cierre. Los cabos de las suturas del margen son luego incorporadas a la primera sutura cutánea por debajo de las pestañas; esto evita que los mismos irriten la córnea en el postoperatorio. La piel redundante en el borde de la herida puede ser cortada. Las suturas de la piel son retiradas en 3 a 7 días, mientras que las de el margen palpebral lo son en 10 a 14 días. Defectos medianos del párpado inferior Los defectos del párpado inferior de entre 25 a 66% del tamaño total horizontal del mismo son usualmente demasiado grandes para una aproximación directa y pueden requerir una cantotomía lateral. La lisis lateral selectiva de la inserción inferior del tendón cantal lateral, asociada a una traslocación media de los elementos palpebrales residuales, permiten por lo general un cierre con menor tensión; además, con esta técnica se logra adicionar de 5 a 10 mm en el plano horizontal del párpado. La cantotomía lateral se realiza con un bisturí Bard-Parker #15 o alternativamente con tijeras de iris disecando la piel y la conjuntiva hasta el periosteo. La incisión cutánea a efectuar es de 5 a 7 mm de largo. Se realiza una cantolisis lateral, con una incisión vertical en la inserción inferior del tendón, hasta que se perciba una disminución en la tensión horizontal (fig. 35). Los defectos de tamaño medio a grande pueden requerir un colgajo semicircular de piel y músculo temporal al canto lateral descrito por Tenzel en la década de los 70 (56). Dicho colgajo se origina verticalmente a nivel del ángulo cantal lateral y se dirige 7. Cirugía de los tumores palpebrales hacia la cola de la ceja antes de encurvarse lateralmente. Una cantotomía lateral es efectuada por debajo de la incisión cutánea semicircular, y la disección se profundiza hasta el reborde orbitario. La inserción inferior del tendón es cortada, y el párpado inferior es movilizado completamente en el sector temporal, despegándolo del reborde orbitario. Por lo general no es necesario continuar con la incision del colgajo hacia debajo de manera que sea realmente semicircular. Con esta técnica, la conjuntiva va a recubrir el aspecto interno del colgajo músculo-cutáneo; sin necesidad de realizar injertos separados de mucosa. Luego , el colgajo es rotado en sentido nasal, y su cara interna es suturada al periosteo en el ángulo deseado y sus bordes al párpado remanente (fig. 36). Un colgajo adyacente tarso-conjuntival con un pedículo conjuntival con base fórnix puede también ser efectuado y rotado hacia el defecto palpebral para reconstruir las lamelas posteriores (57). Cuando se efectúen colgajos de ese tipo , es importante dejar al menos 2 mm de tarso marginal intacto en el sitio donante para mantener la forma y la posición del párpado. Las lamelas anteriores pueden ser reconstruidas luego con un injerto de piel de espesor completo tomado del párpado superior o de la región retroauricular. Otra alternativa es un injerto tarsoconjuntival tomado de la mitad superior del tarso del párpado superior, suturado y luego cubierto por un colgajo músculo-cutáneo vascularizado tomado del tejido inmediatamente adyacente al defecto (58). Defectos grandes del párpado inferior Las técnicas antes mencionadas para cubrir defectos palpebrales medianos pueden ser ampliadas para tratar defectos de hasta el 80% en algunos pacientes; pero las principales opciones disponibles para éstos casos son las siguientes: 1) Un colgajo tarso-conjuntival puente desde el párpado superior (técnica de Hughes o de Landolt) sumado a un injerto cutáneo o 2) un colgajo de avance semi-rotacional de la mejilla (Mustarde) sobre un injerto tarso-conjuntival o condromucoso (59,60). En la técnica de Hughes, el primer paso consiste en el desarrollo de un colgajo tarsoconjuntival desde el párpado superior basado en un pedículo conjuntival del fondo de saco superior. Los márgenes del defecto palpebral deben ser tomados con ganchos cutáneos pequeños o un forceps y movilizados hacia la línea media para evaluar la tensión deseada y el tamaño necesario del colgajo a realizar. En la mayoría de los casos el col- 143 Fig. 36. Diseño del colgajo tipo Tenzel (superior izda). Momento intraoperatorio de movilización de flap semicircular en otro caso (superior dcha). Aspecto final intraoperatorio tras reconstrucción del defecto (inferior). gajo utilizado debería ser aproximadamente 25% menor en tamaño que el defecto, particularmente en pacientes de edad avanzada con tejidos laxos; en caso contrario nos podemos encontrar con un ectropión postoperatorio. El párpado superior se evierte con un retractor, y se realiza una incisión de espesor completo en el tarso a 3 ó 4 mm por encima del reborde palpebral interno y paralela a éste. Es importante disecar en dirección superior y posterior la aponeurosis del elevador y el músculo de Müller, ya que en caso de no hacerlo se puede producir una retracción del párpado superior postoperatoria. La tensión del colgajo al momento de colocarlo sobre el defecto a cubrir deber ser mínima. Se procede a suturar el mismo por capas, con los nudos de las suturas dirigidos siempre hacia fuera utilizando suturas absorbibles. Luego las lamelas anteriores pueden ser reconstruidas con un injerto de piel tomado del párpado superior o bien de la región retroauricular o un colgajo de avance local desde la mejilla. La elección entre un injerto o un colgajo se determina según el grado de laxitud de la piel adyacente y si el paciente tiene alto riesgo de necrosis isquémica debido a irradiación previa, vasculopatías, tabaquismo, etc. El injerto de piel se sutura con hilos 6-0 absorbibles. 144 7. Cirugía de los tumores palpebrales Reconstrucción del párpado superior Fig. 37. Paciente con múltiples intervenciones de carcinoma basocelular variedad morfea afectando a párpado inferior. Se realiza técnica de Mohs que produce un defecto marcado en azul (superior izda.). Se realiza técnica de Hughes, se observa el flap tarsoconjuntival suturado a reborde orbitario interno (superior dcha.). Flap tarsoconjuntival cubierto por injerto cutáneo (inferior izda.). Aspecto final tras apertura de flap tarsoconjuntival a las 6 semanas (inferior dcha.). De seis a ocho semanas más tarde la fisura palpebral es separada dividiendo el colgajo tarsoconjuntival justo por encima de la posición deseada para el margen nuevo del párpado inferior; esto último puede ser llevado a cabo bajo anestesia local en la consulta. Con tijeras se divide el pedículo del colgajo, separando los párpados lejos de la córnea por seguridad. El margen palpebral se reepiteliza en forma espontánea. Para suplantar las pestañas, se pueden utilizar transplantes microfoliculares, pestañas artificiales, delineadores o tatuajes (fig. 37). En la tabla 1 se encuentra un resumen de las técnicas de elección para la reconstrucción del párpado inferior según el tamaño del defecto. Al igual que en la reconstrucción de defectos del párpado inferior, hasta el 25-33% del tamaño total del párpado superior puede ser cerrado por aproximación directa. Los defectos de tamaño medio, de entre el 33 al 66%, son reconstruidos con una liberación del canto lateral, incluyendo cantolisis de la inserción superior del tendón cantal lateral, y transposición media de los elementos palpebrales remanentes. En el postoperatorio, el párpado va a aparecer con ptosis y tirantez, pero la relajación se produce al cabo de varias semanas y el párpado asume al final una configuración y forma normales. Alternativamente, al igual que en la reconstrucción del párpado inferior, un injerto tarsoconjuntival libre tomado del párpado superior contralateral puede ser posicionado y cubierto con un colgajo músculocutáneo. También, un colgajo adyacente tarsoconjuntival con base fórnix puede ser translocado para reconstruir las lamelas posteriores, y luego cubierto por un injerto de piel de espesor completo. Los defectos del tarso en el margen palpebral pueden ser reconstruidos avanzando el tarso remanente como un colgajo tarsoconjuntival luego de efectuar incisiones verticales relajantes en el mismo. Las lamelas anteriores pueden ser luego cubiertas con un injerto de piel de espesor completo. Los defectos marginales que no puedan ser abordados por técnicas convencionales pueden ser solucionados a través de un colgajo pediculado del margen del párpado inferior que incluya la arteria marginal (a 3 ó 4 mm del borde) para luego ser transferido en un procedimiento de dos etapas. Este último puede dejar como secuela una indentación en el reborde de ambos párpados. Para defectos totales, se puede utilizar la cirugía de Cutler-Beard que consiste en un colgajo tipo Tabla 1. Técnica reconstructiva de elección en párpado inferior según tamaño del defecto Tamaño del defecto Técnica Pequeño Cierre directo Cierre directo + cantotomía Cierre directo + cantotomía + cantolisis Cierre directo + cantotomía + cantolisis + flap Injerto tarsoconjuntival + flap cutáneo Flap tarsoconjuntival + injerto cutáneo (Hughes) Flap de región temporal (Mustarde) X X Mediano X X X X X Grande X X X X 7. Cirugía de los tumores palpebrales 145 Fig. 38. Técnica de Cutler-Beard para reconstrucción de defectos de párpado superior. puente que aporte piel, músculo y conjuntiva desde el párpado inferior (fig. 38). Se obtiene un colgajo del párpado inferior de igual dimensión que el defecto a corregir, 4 a 5 mm por debajo del margen palpebral, preservando de esta manera la arteria marginal para evitar necrosis isquémica. El colgajo de espesor completo de piel, músculo y conjuntiva es avanzado, siendo tal vez necesarias incisiones relajantes de la fascia capsulo-palpebral para tal fin. Un injerto de cartílago autólogo o esclera puede ser suturado entre la conjuntiva y el músculo y unido a los bordes tarsales residuales. Este soporte semirrígido ayuda a evitar un entropión postquirúrgico , ya que este colgajo no contiene tarso. El colgajo tipo puente es separado en seis a ocho semanas, y el segmento no utilizado es resuturado en el sitio donante. El edema persiste en la zona reconstruida durante cuatro a seis semanas. Los defectos de espesor completo del todo el párpado superior pueden ser reconstruidos utilizando un injerto libre tarsoconjuntival cubierto por un colgajo bipediculado músculocutáneo sobre el mismo descrito recientemente (fig. 39). Este tiene la ventaja de no ocluir el globo ocular y de realizarse en un solo momento tal y como ha sido descrito por su autores (61). Los injertos de mucosa palatina se evitan por lo general en el párpado superior ya que la presencia de epitelio queratinizado puede irritar la córnea. En cualquier tipo de reconstrucción del párpado superior que se efectúe, hay que avanzar o Fig. 39. Diagrama de la técnica del injerto tarsoconjuntival con colgajo bipediculado (superior). Imagen intraoperatoria de la movilización del colgajo sobre el injerto en posición (inferior). retroceder la porción remanente del elevador de acuerdo a lo que se necesite para lograr un adecuado cierre y apertura de los párpados. Por lo general, ajustes secundarios del elevador se efectúan entre 3 a 6 meses luego de la cirugía. En la tabla 2 se encuentra un resumen de las técnicas de elección para la reconstrucción del párpado superior según el tamaño del defecto. Tabla 2. Técnica reconstructiva de elección en párpado superior según tamaño del defecto Tamaño del defecto Técnica Pequeño Cierre directo Cierre directo + cantotomía Cierre directo + cantotomía + cantolisis Cierre directo + cantotomía + cantolisis + flap semicircular Injerto tarsoconjuntival + flap cutáneo Flap tarsoconjuntival + injerto cutáneo Flap de párpado inferior (Cutler Beard) X X Mediano X X X X X Grande X X X X 146 C. Defectos del canto medio La anatomía quirúrgica del tendón cantal medial y del sistema de drenaje lagrimal es muy compleja, y los defectos que afectan estas estructuras son mucho más difíciles de reconstruir que aquellos de una ubicación más lateral. Los tumores que afectan al canto medio son muy frecuentemente insidiosos y ocasionalmente no son tratados con la precocidad y radicalidad necesarias. No es raro que lentamente invadan en profundidad hacia la pared orbitaria media por detrás del septum. Se utilizan usualmente colgajos tarsoconjuntivales ya sea en párpado superior o inferior, los cuales son luego suturados al periosteo al nivel deseado del tendón cantal medio. La posición correcta de unión del tendón cantal medio puede ser determinada por una inspección cuidadosa del ojo contralateral y generalmente corresponde a la porción superior de la cresta lagrimal posterior. Un error común es el de suturar los párpados a la porción anterior del tendón cantal medio, causando una malposición de los párpados. Las suturas tarsales se pueden asegurar ya sea con un cable metálico unido al periosteo o por vía transnasal. Otra alternativa consiste en la utilización de elementos de fijación del tendón medio de titanio o de vitalio (62). Las lamelas anteriores pueden ser luego reemplazadas a través de un colgajo de piel local o un injerto de piel de espesor completo tomado de el pliegue supratarsal o del área postauricular. Colgajos rectangulares músculocutáneos de los párpados superior e inferior pueden ser avanzados hacia el sector medial y usados para cubrir la mayoría de los defectos del canto medio. Se debe tener cuidado en no cruzar la concavidad del canto medio ya que puede resultar en una cicatrización indeseada. La concavidad central descubierta puede ser dejada curar por segunda intención o bien puede ser cubierta con un injerto de piel de espesor completo. Defectos cutáneos más grandes pueden ser cubiertos con un colgajo glabelar, que es rotado en la posición deseada y luego el área donante es cerrada a través de la técnica V a Y. Cualquier colgajo que sea utilizado en el área cantal debe ser suturado en profundidad hasta el periosteo para mantener la concavidad natural de la zona. Cuando las estructuras canaliculares han sido parcialmente seccionadas, pueden ser reconstruidas intubando el sistema lagrimal remanente. Los tubos de silicona son pasados a través de los puntos lagrimales superior e inferior por el conducto nasolagrimal hasta la nariz y atados por los extremos. Son reti- 7. Cirugía de los tumores palpebrales rados en 3 a 6 meses, tiempo durante el cual un tracto lagrimal nuevo se va a haber epitelizado. También se puede recurrir a una marsupialización de los canalículos remanentes para mantener un orificio interno para drenaje de las lágrimas. Cuando la escisión del sistema canalicular ha sido completa, entonces es necesaria la colocación de un tubo de Jones realizando una conjuntivodacriocistorrinostomía. E. Reconstrucción del canto lateral La resección del tendón cantal lateral requiere colgajos tarsoconjuntivales de los párpados superior y/o inferior , que son utilizados para unir los párpados al periosteo justo por dentro del reborde orbitario. Para ello se utilizan suturas no absorbibles. Luego los mismos son cubiertos por colgajos cutáneos transposicionales provenientes de la región temporal. Si los párpados son colocados en una posición demasiado anterior, se van a hallar en una posicion alejada del globo ocular, resultando en irritación y lagrimeo. LECTURAS RECOMENDADAS Eyelid surgery. Principles and techniques. Clinton D. McCord, jr. Lippincot-Raven publishers. Philadelphia, 1995. Oculoplastic surgery: the requisites in ophthalmology. Jeffrey A. Nerad. Mosby Inc. Philadelphia, 2001. Smith’s Ophthalmic Plastic and Reconstructive Surgery, 2nd ed. Frank A. Nesi, Richard D. Lisman, Mark R. Levine. Mosby-Year book, Inc. St Louis, 1998. Eyelid tumors: clinical diagnosis and surgical treatment. Jay Justin Older. Raven Press. New York, 1987. Cirugía oncológica de los párpados. Editor: Daniel Aliseda Pérez de Madrid. Ed. Universidad de Navarra. Barañáin, 1999. BIBLIOGRAFÍA 1. Silverberg E, Boring CC, Squires TS. Cancer statistics, 1990. CA Cancer J Clin 1990; 40: 9. 2. 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