Evaluación del consumidor que todos tenemos dentro

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Evaluación del consumidor que
todos tenemos dentro
Consumismo
Vivimos en una sociedad de consumo. El consumismo es
un fenómeno cultural basado en la promoción del deseo
de adquirir cada vez más bienes y servicios. Este mensaje
constituye el eje central de nuestro ADN económico. La
reconocida antropóloga Ruth Benedict afirma: “Cada cultura
organiza su vida en torno a algunos principios, actividades
y creencias simples. Las demás instituciones y actividades
de la sociedad se desprenden de este eje central, tal
como lo hacen las ramas del tronco de un árbol.” Nuestra
economía no podría existir sin su ingrediente esencial:
los consumidores.
Incluso, se ha acuñado un término para denominar el
consumo excesivo: “affluenza” (del inglés affluent e
influenza, o epidemia del dinero). Este término describe
una epidemia dentro de los Estados Unidos (y, cada vez en
mayor medida, en otros países desarrollados) que lleva a
las personas a adquirir y consumir bienes que en realidad
no necesitan1. De hecho, el Banco Mundial informa que el
20% de la población más rica del mundo es responsable de
aproximadamente el 80% del total del consumo privado2.
No obstante, nuestra sociedad impulsada por el consumo
transmite mensajes contradictorios.
“En mi familia, el dinero se utilizaba para
expresar amor y, por eso, posteriormente
comencé a utilizarlo para realzar mi autoestima.”
– Participante del grupo Deudores Anónimos, un programa de 12 pasos
¿Conviene gastar dinero o reducir las deudas?
Después del 11 de septiembre, el mensaje del Presidente
fue: “Vuelvan a la normalidad. . . ¡Vayan de compras!”
Este mensaje hacía referencia a la importancia de seguir
adelante. Sin embargo, también incluía un mensaje
subliminal relacionado con una realidad: el consumo impulsa
dos tercios de la economía. Si los consumidores dejan de
gastar, se reduce el Producto Interno Bruto (PIB), lo que
afecta las ganancias corporativas, el empleo y nuestro nivel
de vida general.
Por otra parte, los expertos en finanzas afirman que
“debemos cancelar nuestras deudas.” Las deudas del
consumidor alcanzaron la cifra sin precedentes de
$12.5 billones en el tercer trimestre del 2008, mientras que
las tasas de ahorros personales registraron cifras negativas.
Tras la crisis financiera de ese mismo año, en parte debido
al sobreendeudamiento (deuda excesiva) de los bancos y los
consumidores, el mensaje rotundo era que se debía reducir el
uso de las tarjetas de crédito y cancelar las deudas. Optamos
por pagar y redujimos drásticamente nuestras deudas casi
en $1 billón en los últimos dos años, según informes de
la Reserva Federal3. Como estadounidenses, estábamos
incurriendo en gastos que excedían nuestras posibilidades y
tuvimos que soportar una crisis financiera significativa para
darnos cuenta de ello.
Los dos mensajes son ciertos: el gasto genera crecimiento
económico y gastar más de la cuenta genera deuda. Si
bien endeudarse no es necesariamente algo negativo, la
conclusión es que ni las personas ni los Estados Unidos
pueden permitirse el lujo de generar un nivel de vida ficticio
basado principalmente en préstamos por tiempo indefinido.
El endeudamiento excesivo es una propuesta riesgosa, en
especial en períodos de debilidad económica cuando el
empleo es vulnerable. Las deudas no sólo ejercen presión
financiera, sino que además pueden causar estragos en el
bienestar físico, mental y emocional.
¿Cómo se pueden conciliar los mensajes culturales contrapuestos
de gastar y reducir las deudas? Más importante aún, ¿cómo se
puede distinguir más claramente entre las necesidades y los
deseos personales?
(continúa)
El consumidor que todos tenemos dentro
Como consumidores, nos guiamos por nuestras
necesidades y deseos. Las necesidades incluyen el
alimento, la vestimenta y la vivienda, que constituyen
elementos básicos a los que todo ser humano tiene
derecho. Nuestros deseos exceden lo esencial y pueden
ser aspectos que percibimos como necesidades,
preferencias, anhelos o vacíos emocionales.
La vivienda, como necesidad, satisface en sí misma el
requisito humano básico de un refugio seguro. Pero,
además, una casa satisface deseos basados en criterios muy
diversos. Para algunos, implica una casa en un vecindario
seguro, o con un patio, mientras que para otros incluye un
garaje para tres carros, una piscina y una cancha de tenis.
Los deseos están motivados por el “pacto social.” Existe
consenso entre los grupos socioeconómicos en cuanto a
cuáles son los aspectos que brindan felicidad, representan
el ascenso o definen el éxito, la riqueza y la prosperidad.
Si bien hay variaciones entre los grupos, todos los seres
humanos comparten las mismas necesidades emocionales
de ser amados y aceptados. Si una cultura o una persona
determinada consideran que la riqueza, o sus símbolos,
definen el valor humano, es muy posible que pongan en
práctica esta creencia gastando más allá de sus posibilidades
e impulsando así el consumo excesivo.
La realidad es que la riqueza no define el valor de las
personas. Una vez satisfechas las necesidades básicas,
más “cosas materiales” no nos brindan más felicidad. El
gasto puede tener un “impacto” inmediato que nos permita
aplacar temores ocultos, inseguridades o falta de amor.
No obstante, el consumo es incapaz de resolver las
necesidades emocionales. Simplemente hemos hecho
un diagnóstico equivocado de la solución.
La cantidad frente a la calidad
Para distinguir entre un deseo y una necesidad, es necesario
que identifique aquello que realmente le importa. Analice
las cualidades internas en comparación con las “cosas
materiales.” Si bien las “cosas materiales” pueden brindar
placeres temporales, no ofrecen una sensación duradera
de alegría ni de felicidad, mientras que las cualidades
internas sí lo hacen.
El vínculo con cualidades internas como el amor, la
sabiduría, la fe, la libertad, la honestidad, la creatividad
y la integridad pueden orientar nuestro enfoque como
consumidores. Pregúntese lo siguiente: “¿Esta compra
me acercará más a expresar aquellas cualidades que
más deseo imitar?” Por ejemplo:
• ¿Actúo desde la integridad personal al comprar más
“cosas materiales”, en lugar de apoyar el cuidado del
medio ambiente o hacer retribuciones, ya sean
financieras o de cualquier otra índole?
• ¿Soy honesto conmigo mismo y con los demás sobre mi
deseo de convertirme en una persona financieramente
responsable si continúo acumulando deudas con tarjetas
de crédito?
• ¿Suplo con regalos materiales aquellas situaciones en
las que debería dar lo mejor de mí mediante amor,
tiempo o energía?
Es posible usar el dinero para expresar nuestro amor
por los demás y por nosotros mismos. Su uso se vuelve
irresponsable cuando nuestras acciones provocan una
situación financiera negativa, como una deuda fuera de
control. Utilizar el dinero y las cosas materiales como
medio principal para expresar amor, socava seriamente
el enorme potencial de las relaciones, ya sea con usted
mismo o con los demás.
Como consumidor, tenga en cuenta las cualidades que son
más importantes para usted y opte por gastar teniéndolas
en cuenta.
Para obtener más información sobre cómo
planificar para la jubilación
Le invitamos a visitar mybmoretirement.com o
llamar a My BMO Retirement Line al 1-800-858-3829.
DeGraff, John; Wann, David; Naylor, Thomas H., Affluenza, Copyright 2001.
1
World Bank Development Indicators, 2008.
2
New York Fed Q3 Report on Household Debt and Credit Shows Continued Decline in Consumer Debt, Banco de la Reserva Federal de Nueva York, 8 de noviembre del 2010.
3
BMO Retirement Services es una parte de BMO Global Asset Management y una división de BMO Harris Bank N.A., y ofrece productos y servicios a través de diversas filiales de
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