ALGUNOS DISCORDIAS CONTENIDOS ENTRE LATENTES DE PSICOANALISTAS LAS ANGEL GARMA Por la presencia frecuente de reacciones con falta de cordialidad las relaciones entre los psicoanalistas no se diferencian de las existentes entre los miembros de otros grupos sociales. Teóricamente habría que esperar lo contrario, partiendo de que los psicoanalistas están bien psicoanalizados y que 'el tratamiento psicoanalítico mejora a los individuos. La existencia de dichas discordias entre psicoanalistas causa dolor, lleva a los psicoanalistas hasta a dudar de su eficacia terapéutica y les produce una profunda herida en su narcisismo profesional. Esta herida narcisística se ve muy mitigada, cuando se observan las consecuencias tan favorables de los tratamientos psicoanalíticos en los enfermos corrientes. Ningún otro tipo de tratamiento les hubiese podido ayudar tanto. Por la actuación psicoanalítica mejoraron, no sólo de sus síntomas, sino en toda su personalidad y se hicieron mucho más capaces de actuar con eficacia y de lograr felicidad para sí y los demás. Hasta se tiene además la impresión placentera de que en sus grupos sociales a menudo se entienden mejor que sus propios psicoanalistas. ¿ Por qué el tratamiento psicoanalítico no consigue tanta mejoría en las relaciones entre los psicoanalistas? La· respuesta es unívoca. Porque a menudo el tratamiento psicoanalítico de algunos psicoanalistas es menos eficaz. No hay que extrañarse; pues existen dos motivos importantes para ello. El tratamiento no es buscado directamente por el futuro psicoanalista y -se realiza en circunstancias desfavorables. El tratamiento psicoanalítico del futuro psicoanalista es impuesto por las normas de formación. Por ello tiene. algo de cosa hecha por la fuerza. También el afán de curación propia' de algunos futuros psicoanalistas suele ser menor que el del enfermo corriente. Aunque se suele intensificar por el influjo positivo del tratamiento psicoanalítico didáctico, a menudo su fuerza motriz sigue siendo deficiente y su alcance es menor. ~Otro inconveniente grande para su eficacia es que el tratamiento psicoanalítico didáctico del candidato a psicoanalista no se realiza en las circunstancias debidas de aislamiento frente al ambiente. Influye perjudicialmente en el candidato y también en su psicoanalista didáctico la convivencia entre sí y con los demás miembros de la Asociación Psicoanalítica fuera de las sesiones del tratamiento. El aislamiento perfecto del candidato es sólo realizable en la etapa previa al ingreso a cursos y seminarios. Pero a menudo esta etapa también está viciada por interferencias previas, hechas al futuro candidato 355 CONTENIDOS LATENTES DE LAS DISCORDIAS ENTRE PSICOANALISTAS por los psicoanalistas o personas relacionadas. Se dificulta entonces al candidato y a su psicoanalista el exámen psicoanalítico, por ejemplo, de las reacciones habituales de escisión del objeto e idealización. Resulta de ello un tipo de candidato que critica negativamente a los otros que no son su psicoanalista, a menudo aún antes de conocerlos o de haber adquirido conocimientos psicoanalíticos. Aunque a veces este comportamiento no as muy manifiesto, ocurre que con esta constelación. psíquica algún candidato inicia su formación de un modo perjudicial. ¡' .~ El inconveniente mencionado se intensifica cuando el candidato comienza a recibir enfermos, que son tan importantes para él, de miembros. y candidatos amigos de su psicoanalista y hasta de éste mismo. I -Negar que las mencionadas circunstancias del psicoanálisis didáctico . sean perjudiciales a los candidatos, por la índole especial de éstos, es como considerar sin importancia la asepsia para una operación quirúrgica, si ésta se realiza en un médico. ! . , A consecuencia de los dos inconvenientes mencionados de su tratamiento psicoanalítico didáctico, la' salud de algunos psicoanalistas no es siempre la más deseable, lo que les provoca malestares, sentimientos de culpabilidad y agresiones defensivas, que complican sus relaciones con los colegas. De ahí proviene la crítica al colega -y que en realidad suele ser una proyecgjAn- al decir de él que está mal psicoanalizado. LáSitu.~ción anterior de malestar y de culpa por una salud deficiente empeora por la índole especial del ejercicio profesional del psicoanalista, que, junto a lo mucho que tiene de satisfactorio, también es antihigiénico y penoso, obliga a renuncias instintivas y económicas y constantemente está sometido a críticas ambientales. Hace muy antihigiénica y en ocasiones masoquística su profesión la necesidad, mueho más imprescindible en el psicoanalista que en cualquier otro terapeuta, de identificarse profundamente a lo largo de mucho tiempo con sus enfermos, para poder conocerlos íntimamente. Hay otras características de los tratamientos psicoanalíticos que los? hacen penosos. Una es su desarrollo tan lento, muy opuesto al de la civilización moderna. A velocidad de tortuga, un tratamiento psicoanalítico tarda años en curar a un enfermo, cuando este mismo individuo, realizando un gasto menor, con velocidades increíbles, en pocos días puede dar la vuelta al mundo. Otra de las características penosas de los tratamientos psieoanalítieos es que en una época de energías atómicas considerables, los psicoanalistas solo dispongan de algo tan inmaterial, como son las palabras, para influir en sus psicoanalizados. '--El alejamiento tan grande de las palabras, que el psicoanalista puede ofrecer a sus enfermos, de los objetos reales instintivos que el enfermo anhela, en los momentos difíciles de los tratamientos también crea a veces en algunos psicoanalistas malestar y culpa, con necesidad de castigo y agresiones reactivas, lo cual se opone a la búsqueda de relaciones cordiales con el colega. -~~ ÁNGEL r GARMA 356 Debido al malestar y la culpa, algunos psicoanalistas trabajan demasiado. Se comportan como si pasando mayor tiempo en sus consultorios pudiesen llegar antes y mejor a sus metas terapéuticas, que son difíciles y lejanas. Lo hacen también por expiación ante la sociedad por ocuparse tan directa e intensamente de la sexualidad y de lo reprimido. Todavía hay algo más que empeora la situación. Es lento y sólo dispone de palabras, pero, a pesar de ello, las exigencias de curación en el tratamiento psicoanalítico son mayores que en cualquier otro método terapéutico. Y, como si no fueran bastantes, las exigencias del tratamiento se incrementan con las del enfermo. Como éste dedica mucho tiempo y dinero a su psicoanálisis y ante todo, percibiendo en el psicoanalista a sus padres, el enfermo le exige la curación total. 'Todas estas exigencias son muy manifiestas, cuando se las compara con las de un tratamiento orgánico y hasta con las de un tratamiento de cierta similitud al psicoanalítico, como es la psicoterapia de grupo. En esta psicoterapia, con tiempo y frecuencia escasos, se consigue a veces mejorías que dan alegrías aparentes mayores que las de un tratamiento psicoanalítico individual de larga duración. Es debido a que el psicoanálisis es intolerante con la deficiencia en la curación. Además, por el mismo hecho de ser la más cierta y la más profunda, la curación psicoanalítiea se produce sin algazaras, como sobreviene un fenómeno natural y esperado. La manía por la curación es SIempre sospechosa de su deficiencia, ya que tampoco el individuo sano vive regocijándose de su salud. Puede parecer hasta desilusionante la terminación de un tratamiento psicoanalítico por la curación, cuando el psicoanalizado expresa, con razón, que durante él no ha aprendido nada, que todo lo conocía anteriormente. Su psicoanálisis sólo le hizo consciente lo que el enfermo ya sabía inconscientemente. La lentitud del tratamiento psicoanalítico, el poder disponer sólo de palabras, el que su campo de actuación sea el de la sexualidad y de lo reprimido y el que las mejorías graduales se consigan sin que las trompetas de la fama lo anuncien a los cuatro vientos pueden hacer penosa la labor de los psicoanalistas. Cuando los enfermos parecen no progresar, a pesar de ellos mismos, a algunos psicoanalistas se les presentan dudas acerca de la eficacia de su método y sobre todo acerca de la propia capacidad para aplicarlo. Contra ellas, entre varios métodos de defensa, recurren al de la proyección. Lo que origina las críticas perjudiciales para las relaciones cordiales, de que el colega psicoanaliza mal. . El malestar señalado anteriormente puede también impulsar a algunos psicoanalistas a diversas formas de actuación. Una de ellas es querer "salvar" al enfermo del pretendido tratamiento psicoanalítico "malo" del colega. Resulta de ello algún psicoanalista que, con cierto menosprecio de sus enfermos actuales o disponibles, maniobra para que los pacientes de otros psicoanalistas se orienten hacia él. Debido a las complicaciones 357 CONTENIDOS LATENTES DE LAS DISCORDIAS ENTRE PSICOANALISTAS· Y dificultades ya' mencionadas del psicoanálisis didáctico, dicho tipo de psicoanalista "salvador" se manifiesta más libremente frente a los candidatos. La actitud de "salvación" es el aspecto que toma entre psicoanalistas el comportamiento que Freud denominó de elección de objeto amoroso bajo la condición del tercero perjudicado. Es el de un individuo, sometido genitalmente que, rehuyendo a las mujeres sin ligámenes, busca aquella que es un sustituto materno, por estar unida a otro hombre, con la fantasía de salvarla de la prostitución con dicho sustituto paterno. Entre los psicoanalistas el objeto amoroso es el paciente. La angustia genital oculta a veces surge patente en las expresiones del psicoanalista "salvador". Critica, por ejemplo, al otro psicoanalista en sus tratamientos a la genitalidad o por impulsar a sus psiconalizados a una conducta de desenfreno instintivo. Ante el asedio del" salvador ", algún psicoanalizado cambia de psicoanalista. Cuando es por motivo de "salvación" fracasa en su nuevo tratamiento y queda, a partir de entonces, mucho más imposibilitado de curarse. A los candidatos estas "salvaciones" les llevan a veces a abandonos rui-' dosos de la profesión o aislamientos por sentimientos de culpa. Otras veces el psicoanalista "salvador" se limita a actitudes de se·· ducción contemplativa de los psicoanalizados ajenos. En todos los casos su comportamiento indica poca capacidad psicoanalítica y sirve para empeorar su propio bienestar y el de las relaciones entre los psicoanalistas. Más penosas que las ya mencionadas hay otras dos circunstancias de la profesión de psicoanalista. Son las de renuncia genital y renuncia eco- . nómica. En su consultorio el psicoanalista está sometido a una renuncia genital más intensa que en otra profesión médica. Las posibles trasgresiones genitales con los enfermos, que afortunadamente no suelen ocurrir, además de crearle obstáculos intensos para la continuación del tratamiento, son severamente criticadas. Como se ocupa intensamente de la genitalidad de sus psicoanalizados a la que decididamente busca liberar de inhibiciones neuróticas, en contra de lo que le exige la moral superficial corriente, el psicoanalista se siente obligado a demostrar que lo hace llevado solamente por fines terapéuticos y científicos, convenientes al individuo y a la sociedad y a los que nada se puede objetar. De ahí que su comportamiento genital en las sesiones psicoanalíticas tenga que ser tan inobjetable. Otro factor que determina su renuncia genital profesional, es la orientación erótica del psicoanalista. Si psicoanalíticamente, por ejemplo, a un cirujano hay que calificarle de sádico, a un psicoanalista le corresponde el término de escoptofílico. Busca la contemplación de la vida genital de los demás, no con indiferencia, sino con excitación libidinosa, demostrable en el placer que siente en su actuación profesional. Se trata de un escoptofílico muy controlado, ya que su excitación no debe ir más allá de 10/ permitido por la ciencia y la sociedad. Ni siquiera tiene el reI ÁNGEL GARMA 358 curso del desplazamiento a la motilidad, porque, sobre todo en los momentos más excitantes de la sesión, cuando el psicoanalizado anhela relaciones genitales con él, el psicoanalista tiene que permanecer muy quieto en su sillón y ser sólo una pantalla que interpreta. Se trata pues de un comportamiento de renuncia genital intensa. Algún psicoanalista lo desearía cambiar, como lo demuestra su preocupación proyectiva por el comportamiento genital profesional del colega. . Un tercer factor de la proyección de crítica genital al colega es justamente el posible comportamiento de algún psicoanalista de "mantener" relaciones genitales con sus psicoanalizados. No en el sentido manifiesto de esta última frase, sino en su sentido oculto. Como se dice corrientemente, aunque en términos poco precisos, el tratamiento psicoanalítico lleva al psicoanalizado a que se enamore del psicoanalista. Si el psicoanalista por comprensibles motivos narcisísticos, se complace de esta situación, sin' buscar desentrañar su significado oculto de resistencia, ello significa que, por lo menos en su fantasía, se complace en seducir genitalmente a sus psicoanalizados. La renuncia genital profesional del psicoanalista deja de ser renuncia, porque su psicoanálisis didáctico terapéutico, de haber sido curativo, le permite un buen encauzamiento de su genitalidad en otras circunstancias más propicias. Fuera de su consultorio, gracias al psicoanálisis, el psicoanalista suele vivir en un ambiente de mejor genitalidad que el de mu0'hOSindividuos. Pero la genitalidad satisfecha de un modo absoluto no ocurre en ningún individuo. A algún psicoanalista demasiado frustrado se le hace difícil la renuncia genital profesional, lo que le crea deseos cargados de culpa y agresiones reactivas, de modificar su comportamiento. Entonces surgen en él críticas proyectivas al colega, en el sentido de que realiza trasgresiones genitales con sus psicoanalizados. ( Así como ocurre con la renuncia geillt su profesión, por lo menos <' en sus comienzos, obliga al psieoanalist., .J, una renuncia económica intensa. Para conseguir su bienestar económico tiene que trabajar más que l~tros médicos. Tiene también que renunciar siuproveeho propio a muchos de los enfermos que acuden a éL Además lo costoso de sus tratamientos psicoanalíticos le dificulta sus relaciones económicas .con sus enfermos. En cuanto a los candidatos, gran parte de sus ingresos van para su foración, asimismo más costosa que en otras ramas de la medicina. Como en lo genital, los aspectos económicos del psicoanálisis no son siempre adversos. Los psicoanalistas y los candidatos gradualmente consiguen un nivel económico bueno. Los enfermos realizan de buen grado sus grandes sacrificios económicos, porque progresan en toda su personalidad, lo que les produce mejorías también en su economía. Al revés de otros tratamientos médicos largos, cuyo costo empobrece a los enfermos, aunque les cure el tratamiento psicoanalítico además de curarles más profundament~, les lleva a un enriquecimiento económico. También tiene parecido con lo que le. ocurre con la genitalidad, el hecho de que el ambiente critique al psicoanalista por su comportamiento A\, o 359 CONTENIDOS LATENTES DE LAS DISCORDIAS ENTRE PSICOANALISTAS económico. Le reprocha sus honorarios elevados y su exigencia de la puntualidad en el pago. Hasta con mala fe se ha dicho del psicoanalista que crea su profesión para vivir a costa de pocos enfermos. Como cualquier otro médico, el psicoanalista podría vivir a costa de muchos enfermos, 'porque son muchos los que acuden a él. Pero por tratar mejor a pocos enfermos, cuando ya ha alcanzado una cierta fama, tiene que renunciar y ceder a otros profesionales la mayoría de ellos. Le es penoso abandonar, exclusivamente por motivos de tiempo, a quienes depositan confianza en él y tiene la sensación, muy comparable a la desesperante de Tántalo, de que con un pequeño progreso más en su técnica psicoanalítica le sería posible tratar a todos los enfermos, con la consecuencia de grandes ventajas, también económicas, tanto para los enfermos como para él y para los colegas. El tener que ceder a sus enfermos constituye para algún psicoanalista una intensa privación de objeto libidinoso. Lo vive interiormente como provocado por influjos ambientales, que en gran parte provienen de sus colegas. Tiene quejas. reprimidas contra la ciencia psicoanalítica y contra su psicoanalista didáctico y sus profesores, que no le han capacitado todo lo que él quisiera, lo cual remueve a su vez el complejo de castración y las angustias consiguientes. Además, el ceder a sus enfermos a otros a menudo le resulta mal. Unas veces porque dicho psicoanalista espera una gratitud exagerada y, más veces aún, porque algún colega, incapaz de gratitud, reacciona paradójicamente con enemistad. A tal colega se le puede aplicar la fórmula: "dime qué favor te ha hecho, ya que hablas tan mal de él' '. 'Como, por otra parte, su asociación psicoanalítica le exige grandes esfuerzos, también económicos, mucho mayores que los exigidos por otras agrupaciones profesionales, al psicoanalista se le puede acumular, por estos motivos, mucho malestar con la consecuencia de reacciones parauoides masocosádicas con los colegas. Otra de las características penosas de la profesión del psicoanalista son los reproches y otras agresiones ambientales. El ambiente no tolera que se ocupe intensamente de la sexualidad, considerada como anticultural y que descubra el psiquismo inconsciente, que el superyo de todos los individuos se esfuerza en hacer ignorar. Por ello los psicoanalistas y sus asociaciones psicoanaliticas se mantienen todavía en un cierto' aislamiento espléndido' . Se suele reprochar a las asociaciones psicoanalíticas el constituirse en sectas. Realmente lo son de algún modo. Como en las sectas, sus conocimientos son secretos y esotéricos, sus miembros se aislan ante el ambiente y sus técnicas de iniciación no son racionales. Ocurre así a pesar de los propios psicoanalistas. Su aislamiento es como el de una minoría perseguida, ya que proviene del rechazo ambiental. El que .sus conocimientos sean secretos está dado, no por imposiciones de los psicoanalistas, sino todo lo contrario, por la índole especial del objeto de su estudio, que es el psiquismo inconsciente, al que todos 10& ÁNGEL 360 .GAR:M:A individuos se esfuerzan en mantener secreto. En cuanto a la iniciación del psicoanalista en su asociación no hay duda alguna de que se hace a través de los comportamientos irracionales de la transferencia afectiva a los ya iniciados. El psiquismo inconsciente se conoce a través de símbolos -por ejemplo, la corbata como pene-, de los que los psicoanalistas hablan entre sí, aunque no los pueden expresar libremente, porque los demás lo rechazan. I.Joque da lugar a una situación similar de una secta cualquiera, como la de los masones, que sólo cuando están aislados se expresan sobre sus símbolos. La situación de encierro, como resultado de imposiciones ambientales, de los psicoanalistas dentro de su asociación, actúa en un doble sentido. Favorece la ayuda. mutua, pero también, como ocurre en los componentes de cualquier minoría perseguida, favorece las malas relaciones mutuas por la internalización y luego la vuelta contra el colega de la persecución ambiental. La situación de encierro trae también otros tipos de comportamientos derivados de la anterior. Entre los componentes de una minoría perseguida suele :haber algunos que intentan demostrar al perseguidor que poseen mejores cualidades que sus congéneres. Obedeciendo a una constelación psíquica parecida, algún psicoanalista, haciendo una formación reactiva contra su afán de persecución internalizado, se comporta aparentemente con una gran bondad. Resulta así el tipo de psicoanalista que demuestra a su ambiente cómo se esfuerza y hasta cómo se sacrifica por sus enfermos o bien por sus candidatos u otros psicoanalistas. Las características de este tipo de psicoanalista a veces se asocian con las ya descritas del psicoanalista "salvador". Su conducta implica un rebajamiento del nivel psicoanalítico, lo que empeora las relaciones entre los psicoanalistas. RESUMEN Algunos contenidos latentes de las discordias et~tre psicoanalistas Las relaciones entre los psicoanalistas a menudo son malas por motivos que dependen del psicoanálisis didáctico, de la índole del ejercicio profesional y de las reacciones ambientales. El análisis didáctico tiene a menudo menos eficacia curativa que el habitual de los enfermos corrientes, porque no es buscado espontáneamente por el candidato y no se realiza en las condiciones de aislamiento debidas. La profesión de psicoanalista es antihigiénica porque exige una identificaci6n intensa con lo patológico de los enfermos y es penosa por la lentitud del tratamiento psicoanalítico, por no disponer de medios terapéuticos más completos que las palabras y también por obligar a renuncias genitales y econ6micas grandes. El malestar consiguiente provoca malestar entre colegas. Finalmente, como el ambiente es hostil al psicoanalista, por su interés por la sexualidad y por lo reprimido, la internalización de dicha hostilidad y proyecci6n contra un semejante crea también agresiones contra el colega. 361 CONTENIDOS LATENTES DE LAS DISCORDIAS ENTRE PSICOANALISTAS SUMMARY Some laten; contents in the discord between psychoanalysts The relations between psyohoanalysts are often bad for reasons depending on the training analysis, on the nature of the professional practice, and on environmental reactions. The training analysis is often less effeetive as a cure than the usual analysis of ordinary patients, because it is not spontaneously sought by the candidate and is not carried out under properly isolated eonditions. The profession of psyehoanalyst is antihygienic since it demands intense identifications with the pathological side of the patients; it is painful by reason of the slowness of psychoanalytic treatment, the unavailability of more complete therapeutic procedures than words, and also the obligations to accept great genital and financial renunciation. The resulting ill feeling provokes ill-feeling between colleagues. Lastly, as the surroundings are hostile to the psychoanalyst, on account of his interest in sexuality and the repressed, the internalization of this hostility and its proyection against one's fellow-men also create painful aggressions against the analyst's colleagues,