PRIMEROS TIEMPOS DE LA MONARQUÍA NAVARRA. REYES DE

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PRIMEROS TIEMPOS DE LA MONARQUIA NAVARRA, (1)
(Continuacion).
Condes de Ribagorza y Aragon.
Forman el condado de Ribagorza 350 pueblos, siendo
su capital Benabarre, en la actual provincia de Huesca.
Algunos historiadores remontan la independencia de
aquel condado á la época de la monarquía goda, y otros
la enlazan con el reino de Sobrarve, de 140 poblaciones,
con el que confina, en el centro de los Pirineos aragoneses y añaden que sus condes dependian de los reyes de
Sobrarve y de Pamplona; y como no gozaban de soberanía, no damos aquí su cronología. No debemos ocultar
que otros autores retrasan la reconquista de este condado
hasta el año 903, y aun hasta el de 1062. En lo que no cabe
duda es, en que, más ó ménos pronto, formó parte del
estado pirenáico y siguió su suerte.
Del orígen del condado independiente de Aragon, se
ha escrito con suma variedad, y parece lo más probable,
que fué contemporáneo de los reyes de Pamplona y
Sobrarve, aunque hasta más tarde no se unió á estos. Las
mismas causas producen generalmente los mismos efectos, y más cuando hay identidad de caractéres, de razas,
(1) Véanse los dos números anteriores.
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y de territorios. Los habitantes de los montes Pirineos
navarro-aragoneses, hallábanse en iguales circunstancias
y todos resistieron la invasion arábiga. Por eso coincide
el nombramiento del primer rey de Pamplona y Sobrarve, con el del primer conde de Aragon.
Fué éste AZNAR, nieto de Hedon, duque de Aquitania;
el 2.º GALINDO AZNAR, su hijo; el 3.º GIMENO I AZNAR: el
4.º GIMENO II AZNAR; el 5.º GARCÍA AZNAR; y el 6.º FORTUÑO GIMENEZ. Todos fueron guerreros, primera necesidad
de aquella época, y algunos legisladores, como GALINDO,
que dió FUEROS á la ciudad de Jaca, que reconquistó.
Comenzaron los condes aragoneses, levantando en las
montañas, la bandera de la cruz y de la patria, para luego
descender con ella á las llanuras; y como todas las dinastias cristianas de aquellos tiempos, recibieron el cetro de
manos de los sacerdotes, magnates y pueblo, y lo afirmaron, con la sangre real derramada en las batallas contra
los mahometanos. Entre los condes soberanos de Aragon,
cupo esta gloria á GARCÍA AZNAR, que murió peleando con
la morisma.
Al bajar á la tumba FORTUÑO GIMENEZ, heredó el condado, su hija única URRACA ó ENENGA, mujer de GARCÍA
III ÍÑIGUEZ, resultando así la reunion en un sólo estado,
de los dos reinos de Pamplona y Sobrarve y de los dos
condados de Ribagorza y Aragon.
Legislacion.
Siendo los vascones enemigos de los godos, no podian
amar su legislacion, y por ello es natural que la arrojaran de sus Tribunales y la reemplazaran con leyes propias. Por eso, ántes de constituir la monarquia, establecieron el Fuero de Sobrarve, dando reglas para la eleccion
y juramento de los monarcas, y para la administracion del
estado independiente. Aquel código debió ser lacónico y
reducido y ha desaparecido, pues los códices que la historia conoce son posteriores y mejor que el primitivo
Fuero de Sobrarve, son recopilatorios de las leyes que
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aquel contenia y de las que despues se fueron dictando.
No puede fijarse la fecha de aquel código, aunque la
manía de no confesar esta ignorancia, señala los años
744, 752, 840 y otros posteriores. El Fuero de Sobrarve, fué
general á los reinos de Pamplona y Sobrarve, ó sea de
Navarra y Aragon, hasta que estos fueron separándose y
formando legislacion diferente, como sucedió con el código general navarro en el siglo XIII, y aun entónces se
trasladaron á la nueva compilacion, las leyes más importantes del antiquísimo Fuero de Sobrarve.
Dió á Jaca, GALINDO AZNAR, segundo conde independiente de Aragon, otro Fuero que sobrepujó en celebridad al de Sobrarve. Como á este, no puede fijársele fecha
y se fué ampliando por leyes y confirmaciones posteriores, en los años 1090, 1134 y 1187. Su crédito rayó tan alto,
que los navarros y castellanos hacian viajes á Jaca, para
estudiar sus leyes, las cuales sirvieron de pauta y norma
para la redaccion de otros códigos municipales. Los moradores del valle de Olaast, á quienes FORTUÑO I GARCÍA,
otorgó privilegios especialísimos por sus hazañas en las
guerras con los mahometanos, gozaron tambien del famosísimo FUERO DE JACA.
Cuando se disputaba en los Tribunales, sobre casos no
comprendidos en las leyes, el Juez se asociaba á siete sábios y á los jurados de la villa y los resolvían, formando
sus fallos, para lo sucesivo, las observancias, prácticas
usos, costumbres, jurisprudencia, ó Fuero consuetudinario.
El más eminente geógrafo-histórico, que tiene la España contemporánea, Excmo. Sr. D. Aureliano Fernandez
Guerra, al explicar los límites de la antigua vasconia,
opina que la primitiva raza de los primeros pobladores
de esta Península, se fué replegando huyendo de las dominaciones extranjeras, hasta no poseer más tierra que
la que media desde Bilbao á Canfranc, y desde el Océano
hasta las sierras de Cameros, Tudela y Aragon, y que
parte de estas gentes, que tomaron despues el nombre de
vascones, constituyen las regiones de Navarra, GuipúzRevista Euskara. —I.
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coa, Álava y Vizcaya, las cuales por treinta y cinco siglos
han conservado intacta su sangre, su lengua, su libertad
y patriarcales costumbres. Por eso era lógico que los
vascones de las montañas pirenáicas de Navarra y Aragon, al fundar su monarquía, le dieran su carácter especial y no la modelaran por la gótica, como los asturianos,
leoneses y castellanos.
En Astúrias, se restablece la monarquia gótica, con el
Fuero Juzgo como supletorio de los Fueros municipales;
y en los Pirineos, se crea la monarquía española pura, sin
mezcla de extranjerismo, con leyes nuevas y propias,
anulando todo vestigio de legislacion visigoda.
En Astúrias la proclamacion de PELAYO, es un arrebato
militar, que llevan á efecto los soldados embriagados por
el entusiasmo de la victoria; y en los Pirineos, el nombramiento de GARCÍA I GIMENEZ, es un acto político realizado
concienzudamente por una asamblea nacional.
En Astúrias, se levanta á PELAYO, sobre su escudo, incondicionalmente, en el mismo campo de batalla, cubierto
de sangre humeante y de cadáveres calientes todavía; y
en los Pirineos, se hacen primero las leyes constituyendo
la monarquía, trazando las prerogativas y deberes del
monarca, y éste es coronado, armado y ensalzado, despues que pasa una noche orando en la Santa Iglesia Catedral, y se confiesa y comulga y jura, sobre los santos
Evangelios, respetar los fueros y libertades de los vascones. PELAYO es un guerrero, un caudillo afortunado, un
dictador; y GARCÍA I GIMENEZ un rey cristiano, paternal y
popular, respetuoso á las leyes que limitan su autoridad.
En Astúrias, PELAYO, es un príncipe de sangre goda,
representacion de una raza extranjera y conquistadora;
en los Pirineos GARCÍA I GIMENEZ, es un noble hijo del
país, encarnacion de la familia vascongada, descendiente
de los primeros pobladores de España, que han combatido toda dominacion extranjera, inclusa la visi-goda.
En Astúrias, lo que se reconquiste pertenecerá exclusivamente al rey, el cual lo donará libérrimamente á los
cortesanos, magnates y caudillos militares, ó á quien qui-
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siere; y en los Pirineos, tandrán participacion legal con
el monarca, sus auxiliares, la nobleza, el clero, y los
pueblos.
En Astúrias, no se conocerá en el órden judicial, una
institucion, como el gran Justicia de Aragon, ni en el
órden político un derecho semejante al privilegio de
la Union.
En Astúrias se tolerará á los mahometanos vencidos
que continúen viviendo, con los cristianos en los pueblos
reconquistados; y en los Pirineos, se irá expulsando á la
morisma, segun avance la reconquista, dejando el territorio completamente limpio de enemigos de la cruz, con
excepcion de alguna rara poblacion.
Los sucesores de PELAYO, se dejarán fascinar por el lujo
y los recuerdos de ostentacion aparatosa de la córte de
los monarcas godos; y los sucesores de GARCÍA I GIMENEZ,
se conservarán modestos, sóbrios y sencillos, así en Navarra como en Aragon, hasta que se unan á Castilla.
Pero estas monarquias, de orígenes y caracteres tan
diversos, se hallan fuertemente unidas por los vínculos
del cristianismo y de la independencia de la patria, y
estas dos trascendentalísimas unidades, bastan para convertirlas en hermanas.
Para concluir este capítulo debemos indicar, que hemos
bosquejado rápidamente este periodo histórico, evitando,
cuidadosamente, las infinitas discusiones de que tratan
los historiadores, cubriendo de tinieblas impenetrables
los orígenes de los reinos de Pamplona y Sobrarve y condados de Ribagorza y Aragon, discusiones improcedentes
en una obra popular como la que escribimos, por más
que se presten á muy eruditas disertaciones académicas.
Para el pueblo como para el filósofo, no reviste importancia sustancial, que un hecho haya acaecido diez años ántes ó veinte años despues, ni que el rey ó el caudillo que
mandó una batalla, ó dictó una ley, se llamara de uno ú
otro nombre, siempre que las cosas hayan existido.
RAMON ORTIZ DE ZÁRATE.
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