Textos del libro Ríndete. Octavillas y guerra psicológica en el siglo

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Textos del libro
Ríndete. Octavillas y guerra psicológica en el siglo XX,
CCCB, 1998
Por JL Marzo
Cuando el cielo cae sobre la guerra
Literatura terminal, prosa terminante de seducción, de amor y dolor.
Papeles escritos, ilustrados o marcados cayendo del cielo, seguros de sí
mismos, bondadosos en su divina objetividad. Dios nos individualiza
secretamente con la retórica imperativa de su anonimato, con la claridad
expresa de una situación límite, en la ciudad, en la guerra, en el deseo.
Papeles arrojados por los "otros", el enemigo, que en su proverbial
bienaventuranza nos ofrecen la paz, la vida, el orden.
Letras superiores que nos otorgan la posibilidad "real" de ser libres y el
"justo" castigo para quienes no desean la libertad: la muerte, la soledad, las
preguntas, los márgenes. Bombas impresas que anuncian el horror, pero con
el honor de quien avisa. Literatura de respuestas inmediatas, matemáticas,
innegociables; pasaportes ciegos hacia alguna certeza. O escritura de
preguntas sinusoides, imposibles, traidoras.
A manera de lenguaje de secta, primero se hace necesario la
conciencia del desastre, luego la octavilla promete el paraíso. Antes la ruina,
después la salvación, la liberación, el placer. Que sabes que no es, pero en la
palabra cobra vida.
Efimeridad. La octavilla dura pocos segundos; el tiempo de su vuelo y
el momento crítico de su reflexión en nuestras manos, de su terrible lectura.
Para después desgranarse dentro de la lengua, uniéndose a aquellas
cuestiones que uno quiere evitar. Sólo sana, sólo salva si se corre rápido
hacia las líneas enemigas, marcando ya el teléfono comercial indicado o
introduciendo la visa en el orificio más lubricado.
Hamburgueserías lanzando en California miles de octavillas sobre las
playas; la creación del desorden, de la inquietud. Después, el premio, la
saciedad. Hitler planeó lanzar sobre Inglaterra millones de libras falsas; la
génesis del caos a través del deseo; después el sometimiento. Trocitos de
papel pautado de oficina volando en la neoyorquina Ticker-tape Parade
cuando la luna se consigue, cuando las guerras se ganan: lluvia dorada,
bombardeo seminal de triunfo y religión. Y al final, la imagen del desastre
proliferando entre los confetti y los basureros, itinerando entre las
alambradas mientras se agita esperanzado ante el enemigo el documento
que cayó del cielo, el salvoconducto hacia “una” verdad.
La octavilla
El nombre castellano de octavilla viene de “octava parte de un pliego”,
esto es, 9,5 x 14,5 cm. En inglés se denomina “leaflet” o “flier” (también
“nickel” en la Gran Bretaña), en alemán “flugblatt”, en el caso de la octavilla
aérea y en francés “tract”. Casi todas las octavillas recogidas en este libro
son octavillas “aéreas”, es decir diseminadas desde el aire mediante globos,
aviones o baterías.
El Comisariado de guerra republicano durante la Guerra Civil española
estableció que "la octavilla debe recoger en síntesis todo el contenido de una
conferencia, de un artículo, de una obra. Si no tiene la virtud de recoger en
pocas palabras lo que pueda ser tema de una disertación de varias horas, no
sirve, es un mal pasquín, nadie lo lee. La octavilla tiene que ser siempre
como un grito; nada de literatura, nada de palabras rebuscadas, nada de
frases inútiles."
En un informe norteamericano de 1979 sobre propaganda aérea
(ver sección documentos ) se dice: “Una octavilla, por el hecho de ser
pequeña, hace necesario que el texto sobre ella sea breve, concisa y
atractiva. Dado que el personal enemigo y los civiles en áreas bajo control
enemigo tienen prohibida su recogida o lectura, la octavilla tiene que ofrecer
la posibilidad de ser leida sin tocarla. En caso de que el lector desee
esconderla para leerla más tarde en la intimidad, las octavillas pequeñas
pueden facilitar esa circunstancia. La tipografía debe ser lo suficientemente
grande para su perfecta lectura y familiaridad con la audiencia. Si bien la
cabecera y el subtítulo pueden variar de tamaño, el cuerpo de tipografía
básico debe ser de 8 puntos o mayor. (...) La medida recomendada de
octavilla es de 15’24 x 7’72 centímetros. Su peso recomendado es de 7’25
gramos. Estas medidas y pesos son los más favorables para una óptima
diseminación aérea.”
Las octavillas de propaganda “dicen” responder a dos clases de
objetivos básicos:
- estratégicos , es decir, objetivos y políticas a largo plazo. Se trata de
octavillas cuyo cuerpo central de mensaje se va adaptando a diferentes
realidades pero sin perder nunca el tema central establecido previamente.
-tácticos, cuyos contenidos están en relación a coyunturas muy puntuales,
como hechos o batallas concretas o están dirigidos a grupos relativamente
pequeños de gente, quizás una unidad enemiga o los habitantes de una
ciudad. Suelen tener una validez temporal corta.
Parecen ser tres las funciones de una octavilla:
-persuasivas: su objetivo está en función del uso de la razón
- informativas: presenta hechos reales, intentando ganar la curiosidad del
receptor
-directivas: informa sobre acciones a tomar
A su vez, pueden tener tres tipos de identidades:
-blancas, las cuales tienen un origen claramente reconocible
-grises, en las que no se explicita el origen, pero el emisor es evidente
-negras, que muestran un origen que en realidad es falso
Y se pueden hacer llegar al enemigo de distintas maneras:
-mediante artillería (morteros, cañones de corto alcance o cohetes) para las
octavillas tácticas en primera línea de combate
-globos, para objetivos en donde las acciones militares no tienen validez
(como en situaciones de tensión sin que haya guerra abierta)
-cazabombarderos para objetivos que no están al alcance de la artillería
-bombarderos para octavillas estratégicas a lanzar muy detrás de las lineas
enemigas.
Cuando se trata del lanzamiento de octavillas “tácticas”, es importante
que el proceso de producción sea muy rápido para que el mensaje se
mantenga “caliente”. Un técnico norteamericano de propaganda en el frente
europeo relataba lo siguiente: “Cuando la sección de impresión había
recibido el modelo de la octavilla a lanzar, se tardaban entre 3 y 4 horas para
la composición tipográfica, una hora para la maquetación, dos horas para la
reproducción fotográfica y otras dos horas para realizar la plancha. Después,
en tres horas, se podían imprimir cerca de 50.000 copias. Esto quiere decir
que en cuestión de 12 horas, era posible imprimir octavillas de carácter
táctico, ya listas para su inmediato lanzamiento. Esta rapidez en el proceso
facilitaba sustancialmente respuestas prácticamente instantáneas frente a
puntuales situaciones del enemigo”.
Un medio de persuasión de masas
El 15 de febrero de 1940, un periodista norteamericano de la Associated
Press envió a su agencia la siguiente información desde el frente de batalla
europeo: "Los Tommies [ingleses] estando en un puesto avanzado nocturno,
vieron aparecer de repente una imagen de la Virgen María en las nubes, con
sus brazos abiertos y en actitud de suplicar. El comandante envió una
patrulla que al volver informó que los alemanes estaban proyectando la
imagen desde una máquina en el suelo”.
No está claro el momento en que un papel se convirtió en un arma de
propaganda, es decir en una octavilla. Parece lógico pensar que un papel
escrito con la intención de convencer o persuadir al adversario o por el
contrario con el fin de reforzar la moral de la propia gente, ha debido ser
una estrategia recurrente desde el mismo momento en que nace la escritura,
y por ende una determinada comunicación social. Sin embargo, como en los
mensajes de los pregoneros o los bandos pegados a las paredes nos indican,
la introducción de la “escritura de estado” en el lenguaje social fuerza una
tendencia propagandística al tratarse de políticas informativas a medio y
largo plazo.
Cicerón ya habla de su participación en el lanzamiento de flechas con
mensajes como medio para convencer al enemigo. Que él mismo participara
directamente nos indica hasta qué punto se trataba de una actividad
“especializada” dentro de la logística bélica, aspecto que como veremos,
otorga a la propaganda matices “científicos”, algo capital para entender su
desarrollo en las sociedades políticas modernas.
Se cuenta también que Martín Lutero y sus seguidores distribuían
copias de sus sátiras contra Roma allí donde iban. Textos apócrifos señalan
que a menudo las octavillas se arrojaban desde lo alto de las iglesias y desde
los tejados. También hay referencias del uso de octavillas por parte de
grupos de resistencia holandeses frente a la ocupación española del siglo
XVII.
El 30 de septiembre de 1775, el periódico británico “The Bristol
Journal” comentaba el uso de octavillas arrastradas por el viento por parte de
los colonos norteamericanos con el ánimo de atacar la moral de los
defensores británicos en Boston.
En 1792, el diputado francés Jacques Pierre Brissot ordena al general
Charles Dumouriez que las tropas lleven clavadas octavillas en las bayonetas
cuando se enfrenten al ejército prusiano.
Sin embargo, es en el siglo XIX, con el nacimiento de la publicidad
moderna, de la mano del desarrollo de los medios de comunicación escritos,
cuando la octavilla comienza a formar parte de las técnicas usuales para
anunciar notícias y productos. Uno de los antecedentes del uso comercial de
octavillas aéreas se remonta a cuando la marca de té “Lipton”, así como
determinadas campañas electorales, utilizaron globos para lanzar publicidad
sobre Inglaterra.
Fue en el Reino Unido, a la sombra de la Revolución industrial, que la
gestación de una nueva sociedad consumista y del entretenimiento dió paso
a toda una serie de nuevos procedimientos publicitarios: "Los carteles
pegados sobre los muros tenían la ventaja (en comparación a los periódicos)
de que los leía todo el mundo y además no tenían que pagar tasa alguna.
Fijar carteles se convirtió en un negocio organizado e importante durante
toda la primera mitad del siglo XIX. Se fijaban sobre todo tipo de edificios, a
menudo sin consentimiento, y pronto estuvo todo Londres cubierto de
carteles, extendiéndose también a las afueras de la ciudad. El Decreto de la
Policía Metropolitana de 1839 tipificó el delito de fijar carteles sin permiso
del propietario del muro; pero no era fácil hacer valer la ley, hasta que en
1862 la Asociación de Carteleros decidió habilitar sus propias superfícies
para fijar los carteles. También se utilizaban octavillas y folletos entregados
en mano a los transeúntes, que a menudo descubrían con sorpresa que
anunciaban un método de cura para enfermedades venéreas. Otro
procedimiento eran los "hombres-bocadillo" (título que inventó Charles
Dickens), que llevaban grandes carteles por delante y por detrás, así como
vehículos que circulaban con grandes letreros o con un modelo del producto
anunciado. En 1848 surgieron los anuncios pintados sobre la carrocería de
los autobuses de servicio así como otros nuevos métodos: anunciar en
globos y recortados sobre la línea del horizonte, señales eléctricas, y hasta el
lanzamiento de octavillas con escopetas."
El uso militar de la octavilla, como señalábamos al principio,
seguramente data de antiguo. La cuestión de cómo contactar con un
enemigo lejos del alcance de los medios habituales de comunicación, para
establecer conversaciones o enviar amenazas parece resolverse a favor del
uso de la octavilla. Con la aparición del globo aerostático a principios del
siglo XIX, el problema fundamental de la distribución pareció solucionarse.
Así lo vieron los militares de varios países europeos, como Inglaterra, Francia
o Alemania. Y también militares sudamericanos, como se desprende del
lanzamiento desde globos de proclamas independentistas sobre Caracas en
1821 por las tropas del general Paez, o la distribución aérea de octavillas
nacionalistas sobre La Habana en 1830 a cargo del aeronauta Adolfo
Theodore.
La mayoría de estudios contemporáneos sobre propaganda distribuida
desde el aire hacen referencia al sitio de París por las tropas prusianas en
septiembre de 1870 como uno de los antecedentes directos del moderno uso
de la octavilla con fines propagandísticos. Seguramente ello se debe al hecho
de que fue la primera actividad de propaganda ampliamente fotografiada y, a
su vez, por la presencia de uno de los prohombres de la Francia del
momento, el escritor Victor Hugo. Durante el sitio de la capital francesa,
centenares de parisinos huían de la capital subidos en globos postales de
gas con la intención de dirigirse a lugares más seguros. Mientras volaban
sobre las tropas alemanas, lanzaban miles de copias de un texto redactado
por Hugo que se titulaba “A los alemanes”. Años antes, en 1848, durante el
sitio de Milán por las tropas austríacas, se tiene constancia de la
diseminación de material impreso desde globos.
La invención del aeroplano marcó definitivamente el curso y el futuro
de la octavilla como medio de propaganda. Con el avión, ya no solamente se
podían alcanzar objetivos militares inmediatos al otro lado del frente de
batalla -como se hacía mediante globos o cañones-, sino que era posible
llegar hasta poblaciones civiles muy dentro de territorio enemigo. Ello
supuso un cambio notable en la concepción de la propaganda militar, ya que
permitía cubrir nuevos objetivos de carácter más político: tocar la estructura
misma de una nación, su gente civil. Así, las campañas de propaganda se
comenzaron a planear desde una óptica más “estratégica”, es decir, con
planteamientos a medio y largo plazo, y no solamente “táctica”, esto es,
respondiendo a situaciones muy precisas en el tiempo y en el espacio. Las
estrategias pues, aún dentro de una lógica bélica, se expandieron en sus
objetivos creando redes institucionales de propaganda entre los gobiernos,
los estamentos militares, los servicios de información e inteligencia y las
ciencias sociales académicas, necesarias para estructurar el mapa psicosocial
humano en el que actuar.
Mediante el avión, los ejércitos podían realizar distribuciones masivas
de material sobre grandes concentraciones de tropas y sobre ciudades. Al
principio, ello no fue fácil debido fundamentalmente a la poca capacidad de
los aviones para transportar material. El desarrollo de aviones más grandes y
estables y los estudios sobre técnicas de lanzamiento convertiría el
aeroplano en el medio “por antonomasia” de la guerra psicológica aérea del
siglo XX, tomando como brutal punto de partida la Segunda Guerra Mundial.
Si la octavilla se erige como el principal método de propaganda
impresa contra el enemigo en las guerras del siglo XX, la radio se convertirá
a la postre en el método más eficaz de propaganda no escrita. Hasta tal
punto, que si se habla de la Guerra del Vietnam como de una guerra
“televisada en directo”, la Segunda Guerra Mundial debe ser considerada
como la guerra “radiada en directo”. Todos los países beligerantes sin
excepción realizaron un enorme esfuerzo por dotarse de estructuras
radiofónicas estables y potentes, sin reparar en gastos ni en personal, de
manera que pudieran cubrir no sólo el territorio propio sino que llegaran
hasta territorio enemigo, colándose en el más íntimo de los lugares; el
hogar. Así, en 1933, Goebbels estataliza todas las emisoras de radio, y en
1934, el gobierno alemán subsidia la fabricación de receptores de radio de
manera que fueran muy asequibles para los bolsillos de los alemanes.
Paralelamente, los gobiernos de los Estados Unidos y la Gran Bretaña
subvencionan la producción masiva de radios, mientras controlan
ferreamente la creación de emisoras.
No es aquí el lugar para definir cuál ha sido el papel de la radio en los
conflictos bélicos modernos. No obstante, es de obligada referencia señalar
que buena parte de las campañas de guerra psicológica, por ejemplo en la
Segunda Guerra Mundial, ocurrieron a través de las ondas radiofónicas,
teniendo muchas de ellas gran éxito y acogida en los países receptores. La
radio, por ejemplo, fue un arma de comunicación esencial entre los
comandantes militares aliados y la resistencia francesa mientras se gestaba
el desembarco de Normandía. La radio también informaba al enemigo civil
de notícias a las cuales, dada la censura, no se tenía acceso. Una de las
doctrinas británicas en el uso de la radio como propaganda era la
“veracidad”, es decir, el uso de informaciones verdaderas que la audiencia
podía facilmente corroborar, creando así la percepción de que la emisora era
de “fiar”, principal fundamento para que una campaña de propaganda pueda
tener éxito. A menudo, la radio jugaba un papel decisivo a la hora de
engendrar confusión y brechas en la moral enemiga. Es lo que se denomina
“propaganda negra”, propaganda cuyo supuesto origen es falso. Por ejemplo,
los servicios de inteligencia británicos crearon una emisora “negra”, o
encubierta, llamada Der Chef, que simulaba ser una estación de radio
alemana. Der Chef conseguía un conocimiento diario directo de la realidad
alemana a través de micrófonos ocultos en los campos de prisioneros de
guerra en el continente y en Inglaterra. Para conseguir captar la confianza
del público, el 90% de las informaciones emitidas eran estrictamente ciertas,
abriéndose la programación como el resto de emisoras nazis. El otro 10% era
falso pero de una importancia relativa. Sin embargo, pretendía crear una
paulatina depresión y confusión entre los oyentes. Así, por ejemplo, se decía
que determinadas áreas de una ciudad habían sido bombardeadas y que los
hombres en filas que tuvieran familia en aquellas zonas recibirían permisos
especiales para visitarlas. Al pedir los soldados esos permisos y no serles
concedidos, los soldados padecían gran tensión. Se ofrecían productos
especiales a bajo precio pero sólo disponibles para familias de miembros de
las SS. O por ejemplo, se informaba de la llegada de un cargamento de carne
de cerdo, que presumiblemente no necesitaba ser cocida, porque “hasta el
momento, no mostraba signos de triquinosis”. También se anunciaba que los
soldados mejor preparados iban a recibir medallas antes de ir al frente ruso.
Por su parte, Radio Tokio, estación japonesa que emitía en inglés para las
tropas norteamericanas en el Pacífico y que se hizo muy conocida por los
programas realizados por “Rosa de Tokio” (Iva Ikuko Toguri), ofrecía los
nombres de los caidos americanos en combate, por lo que tenía grandes
índices de audiencia. Radio Luxemburgo, en manos aliadas, tuvo durante un
tiempo un programa titulado "Cartas que Vd. no recibe" y que eran el
contenido de las cartas encontradas en los bolsillos de los soldados
alemanes caidos que habían redactado para sus familías. Tácticas, todas
éstas, prácticamente calcadas de la impresas sobre tantas octavillas.
La Segunda Guerra Mundial fue la contienda que enmarcó de una
manera definitiva los actuales conceptos y estrategias de la guerra
psicológica. No sólo por el volumen empleado sino también por la
aceptación de la cultura audiovisual procedente de la publicidad y, no
menos, por la aplicación sistemática de la ciencia en todo tipo de
investigaciones psicológicas (ver Psicología).
Si en la Primera Guerra Mundial o en la Guerra Civil española se habla
de octavillas en términos de cientos de millones, en la Segunda Guerra
Mundial se calcula que entre todos los principales países beligerantes
europeos y asiáticos arrojaron alrededor de 20.000 millones de octavillas.
Solamente desde el día D (6 de junio de 1944, desembarco en Normandía)
hasta el día final de la guerra en Europa, el 7 de mayo de 1945, aviones
norteamericanos y británicos lanzaron sobre Alemania y territorios ocupados
alrededor de 3.250 millones de octavillas. Más tarde, los EEUU distribuirían
2.000 millones de volantes durante los tres años que duró la guerra de
Corea, y otros 10.000 millones en la guerra del Vietnam.
Se tienen registros de que en todas las guerras acaecidas desde los
años 50, el uso de octavillas ha sido generalizado; en las guerras de
Indochina, Palestina, Afganistán, del Golfo, la mayor parte de guerras de
guerrillas en Latinoamérica, Guerras poscoloniales en Africa, Guerra fría, etc,
etc,. Aunque la propaganda haya crecido a través de las nuevas tecnologías,
precísamente desarrolladas en los ámbitos militares, las octavillas siguen
jugando un papel esencial en las operaciones “morales”, como a veces se
denominan, como se demostró en la Guerra del Golfo y en las invasiones e
intervenciones recientes en Haití o Somalia.
Sin embargo, siguiendo uno de los orígenes de la misma octavilla, la
publicidad también ha utilizado este medio como forma de persuasión
mercantil. En países como Grecia, esta costumbre estaba relativamente
extendida durante los años 60. Marcas de espagueti y periódicos han
utilizado esta estrategia publicitaria. En las costas de Florida y California,
muchas playas se han cubierto de papeles voladores arrojados desde
avionetas. La compañía Coca-Cola lanzó mensajes de navidad sobre Cuba
durante los primeros años de la Revolución. Y también como método de
búsqueda de personas desaparecidas en naturalezas hostiles, como hacen
los cuerpos de salvamento de montaña en los EEUU o como en 1972, durante
la búsqueda de un soldado japonés perdido en la selva filipina desde el final
de la guerra en 1945.
El impacto real de las octavillas en el soldado o entre la población civil
enemiga es muy díficil de evaluar. De entrada, la octavilla tiene una
característica que la hace muy singular para el soldado y por lo tanto para
quien la emite: es prácticamente el único medio posible de contacto con el
enemigo. En el frente no hay radios, ni televisores sobre los que interferir. El
soldado vive en un entorno muy cerrado, reglamentado y con acceso a una
información muy sesgada dado el interés de sus gobernantes por mantenerlo
con la moral alta. La información se convierte así en un caballo de Troya en
donde enviar persuasión. La propaganda aliada aplicó esta estatregia de una
forma generalizada sobre Alemania, donde la libertad de información era
abiertamente reprimida.
La octavilla busca del soldado una acción, cuya último resultado debe
ser la desmoralización y la rendición.
No es sencillo establecer, como decimos, hasta qué punto la octavilla o
propaganda interviene en la rendición del soldado. El Primer Ministro
Anthony Eden señaló en la Cámara de los Comunes inglesa que el 77% de
todos los alemanes capturados en Francia llevaban octavillas de rendición
encima. Un oficial de la División de Guerra Psicológica (PWD) del Ejército de
los EEUU del 21st Army Group informó que el 75% de 11.302 prisioneros
tomados en Le Havre en 1944 llevaban octavillas de algún tipo y el oficial de
PWD del 12th Army Group declaró que el 80% de los prisioneros capturados
en la península de Brest tenían octavillas.
La Cruz Roja Internacional informó en 1991, al acabar la guerra del
Golfo, que de un conjunto de 300.000 soldados iraquíes que habían recibido
octavillas, 87.000 habían desertado, entregándose a las fuerzas de la
coalición y llevando la mayoría de ellos salvoconductos en sus manos o en
sus ropas.
La psicología, en propaganda, va de la mano de la economía. El
informe oficial del Pentágono sobre la estrategia de propaganda seguida
durante la Guerra de Corea señalaba que el coste por prisionero mediante
guerra psicológica era de 330.000 pesetas, mientras que el coste de matar
un enemigo mediante armas convencionales había sido de 22’2 millones de
pesetas. De la cantidad estimada de 9 billones de pesetas que se cree que
EEUU y sus socios se gastaron en la guerra del Golfo, sólo se destinaron
2.400 millones (el 0.03%) a operaciones psicológicas.
Psicología vs Individuo
Según todos los indicios, la propaganda sólo tiene éxito cuando se
dirige a aquellos que están dispuestos a recibirla, a absorber la información
y, de ser posible, a actuar en consecuencia, lo que ocurre cuando el otro
bando está bajo de moral y está perdiendo la contienda. Edward Shils y
Morris Janowitz, en un estudio sobre el ejército alemán, establecen que los
soldados se mantienen unidos más que por cualquier dogma político por su
estrecha avenencia de lealtad a sus propios grupos primarios. En condiciones
normales es muy difícil persuadirlos para que deserten, pues cada hombre
está integrado en un grupo primario cuyos miembros dependen los unos de
los otros para la amistad y para los otros sentimientos que mantienen la
moral. Los que desertaron en esas condiciones eran hombres socialmente
aislados que no habían logrado su integración en el grupo. La propaganda
aliada en el frente se hizo más eficaz cuando abandonó el énfasis político y
empezó a cargar las tintas en temas como la supervivencia individual o de
grupo y la desesperada situación de algunas tropas.
Semejante propaganda presionaba sobre el grupo primario, y el
mensaje de las octavillas era de tal naturaleza que hacía que los hombres
comenzaran a hablar entre ellos de lo lamentable que era su situación
militar, de su deseo de permanecer con vida para bien de sus famílias y de lo
razonable que era una rendición honrosa. El grupo primario es el que da
cohesión a las actitudes y opiniones y, por consiguiente, el centro que con
más eficacia puede ser atacado. El secreto de la constancia del soldado
alemán dependió enteramente de la cohesión de su grupo de pertenencia
elemental o primario: desde el momento que las necesidades psicológicas y
afectivas del individuo eran satisfechas con el mismo título que sus
necesidades técnicas de soldado, el combatiente estaba inmunizado contra
la contaminación psicológica del adversario.
Como todas las motivaciones básicas en el hombre están
condicionadas emocionalmente, el “experto” hará buen uso del amor, la ira,
el miedo, la esperanza, la culpa y cualquier otra sensación, emoción o
sentimiento que le sirva para sus fines. Por lo general, querrá suscitar un
deseo de algo, con la intención de sugerir más tarde que él es el único que
tiene los medios para satisfacer ese deseo; pero también puede operar sobre
los sentimientos de inseguridad o de culpa del destinatario de la
propaganda. Es un hecho bien sabido que las emociones humanas se hacen
más intensas cuando se frustran y que la gente es más propensa a la
sugestión cuando no se satisfacen sus deseos de alimento, abrigo,
seguridad, prestigio y demás.
La moderna guerra total propicia que el individuo se encuentre en
situaciones de multitud, al que sólo está acostumbrado el soldado; "… el
hecho de haberse convertido en una multitud les pone en posesión de una
especie de mente colectiva que hace que piensen, sientan y actúen de una
forma un tanto diferente a como pensaría, sentiría y actuaría cada individuo
en un estado de aislamiento. La moderna propaganda se hizo necesaria,
como señala Raymond Aron, porque el soldado y el ciudadano se habían
convertido en la misma persona, y la población en general, que se creía a sí
misma de naturaleza apacible, pedía a sus dirigentes razones para
convertirse en soldado. Demostrar que el enemigo es el responsable
absoluto se ha convertido en una especie de tarea gubernamental, y gran
parte de la propaganda interna se preocupa no tanto de mantener la moral
de las fuerzas combatientes como de sanear la conciencia de toda la nación.
La guerra psicológica, identificada como un sistema dialéctico, se
expande en una concepción de guerra total. Hitler dijo que las guerras del
futuro serían luchadas antes de comenzar las operaciones militares, “a través
de la confusión mental, la contradicción de los sentimientos, la indecisión y
el pánico”. También William Donovan y Edmund Taylor, directores de la
Office of Strategic Services (OSS) de los EEUU o servicio de “operaciones
encubiertas” durante la 2GM, tenían como objetivo “incitar a la disensión, a
la confusión y al desorden dentro de los países enemigos”. Según Donovan,
“las operaciones psicológicas encubiertas halagan las mentes de aquellos
que se desea manipular con la voz confidencial de un amigo aceptado”.
Una persuasión al servicio de la lógica de la guerra, una lógica
legitimada por la supervivencia y por tanto una lógica social. ¿Sólo al servicio
de la guerra? ¿Es la propaganda solamente una circunstancia en tiempos de
guerra? La experiencia norteamericana tras la Primera Guerra Mundial no
indica eso, ¿o un modelo de doctrina política para mantenernos a todos en
estado de guerra?
A principios del siglo XIX, Klaus von Clausewitz afirmó que la guerra es
la política por otros medios. Pero el hecho de que la guerra sea
fundamentalmente una acción política explica que la guerra nunca sea
definitiva, sino que siempre se pare en algún momento, bien por la derrota no por la victoria-, bien por el armisticio. De la misma manera, la
propaganda es una extensión natural del discurso político, basado en la
retórica y la persuasión con el fin de que la disensión o la oposición se
interrumpan momentáneamente. Es necesario por ello crear un tiempo de
guerra contínuo, una lógica bélica constante que asegure la vigencia de la
propaganda, su legitimidad reactualizada cada poco y asimilada en buena
parte a la publicidad, que a la postre se convierte en una propaganda de baja
intensidad. Si existe propaganda en tiempos de paz será porque responde a
la guerra de alguien.
La palabra propaganda procede del latín propagare, plantar esquejes
para que arraiguen en el suelo. Algún historiador ha definido la guerra
psicológica como "plantar la semilla de la duda". Tampoco es extraño el
hecho de que la palabra secreto tenga su raiz latina ensecerno , o acto de
separar, de poner aparte.
La propaganda fue definida por Kimball Young como "el uso
sistemático y más o menos deliberadamente planeado de símbolos,
principalmente mediante sugestión y técnicas psicológicas similares, con la
intención de alterar y controlar opiniones, ideas y valores, y en un última
instancia, cambiar las opiniones públicas con arreglo a unas líneas
predeterminadas. La propaganda puede ser abierta y tener un propósito
declarado o puede ocultar sus intenciones. Siempre se mueve en una
estructura sociocultural determinada, sin la cual no pueden comprenderse
sus aspectos psicológicos y culturales.”
No tan curiosamente, la propaganda y la publicidad comparten su
interés en establecer cuál es ese mapa psicológico de esa estructura
sociocultural. Al dibujarlo, se perfilan los caminos para la aplicación de la
persuasión. Está muy aceptado por publicistas y propagandistas -sólo hace
falta ver la mayoría de anuncios en televisión o las octavillas que se
presentan aquí- que la persona tiene 8 deseos básicos, supuestamente
idénticos en todo el mundo:
Alimentos y bebidas
Comodidad
Atraer al sexo opuesto
Bienestar de los seres queridos
Liberación respecto a temores y peligros
Ser superior
Prestigio social
Vivir más tiempo.
Para atacar esos valores, los “creadores de opinión” se propondrán, en sus
propias palabras:
Conocer las características psicológicas del mercado
Obtención de datos fidedignos
Escoger un motivo de atracción que cale hondo
Necesidad de atraer al cliente y venderle el producto
Aprender la forma de mantener interesado al cliente
No permitir que te olviden
Según la psicología contemporánea, las condiciones para la persuasión
coercitiva son:
-Consentimiento sin información
-Confinamiento físico o construcción psicológica
-Inaccesibilidad a las fuentes de información usuales y al soporte social
-Contacto directo e intensivo con los agentes de control
-Amenaza de terribles consecuencias, si no se cumple el cambio
-Uso de técnicas especiales, no corrientes, que confunden la razón
-Vulnerabilidad de la víctima debido a su edad, su nivel educacional, sus
condiciones mentales.
"Privados de criterios de verdad,
los interlocutores ya no están en condiciones de defenderse"
Las ciencias sociales, en guerra
Desde los primeros núcleos de investigación en la Primera Guerra
Mundial hasta nuestros días, la creación y la elaboración de las estrategias
de guerra psicológica han supuesto la introducción de buena parte de la
clase académica en los presupuestos morales y políticos de gobiernos,
ejércitos y organizaciones políticas privadas. Psicólogos, sociólogos,
antropólogos, psiquiatras, linguistas, etc., han aportado sus conocimientos
“científicos” a la gestación de la propaganda, grácias a los enormes
presupuestos gubernamentales destinados a investigaciones militares
universitarias.
Los EEUU han sido de largo el país que más ha logrado involucrar al
mundo de las ciencias sociales en los esfuerzos bélicos. Sin duda, ello tiene
que ver con la noción de “guerra justa” asumida por los EEUU, frente a un
enemigo fascista, declaradamente “satánico”. Esa justificación dió plena alas
para que la investigación científica en el campo social cobrara una enorme
dimensión, sin reparas en gastos ni tampoco en escrúpulos deontológicos.
Es más, derivadas de estas investigaciones militares, las ciencias sociales
adoptaron para sí mismas nuevos modelos de análisis que a la postre serían
aplicados en terrenos civiles una vez acabadas las guerras.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los EEUU contrató a
cientos de antropólogos y doctores en ciernes para que suministraran
información social y cultural de las islas del Pacífico que iban a ser
conquistadas hasta el final de la guerra. Análisis socioculturales que,
después de la guerra, lideraron por ejemplo la antropología contemporánea
así como las políticas de integración política norteamericanas en las culturas
del Oceano Pacífico. Eminentes sociólogos norteamericanos realizarían
durante los años 50 sesudos análisis sobre comunicación en situaciones
extremas (ver Proyecto Revere).
Durante los años de Kennedy, la guerra contra la subversión atrajo de
modo especial las investigaciones de la ciencia social, que utilizó equipos de
científicos políticos, antropólogos y psicólogos. Para entonces, la forma de
ciencia social que dominaba en las universidades era conductista y
marcadamente estadística, una caricatura torpe de las ciencias físicas.
En 1964, el ejército de los EEUU encargó uno de los documentos de
estrategia más “extraordinarios” de la historia de la guerra psicológica.
Titulado, “Brujería, magia, hechicería y otros fenómenos psicológicos, y sus
implicaciones en operaciones militares y paramilitares en el Congo”, el
informe es un tratado de combate paranormal, en el que se discute tácticas
de “contramagia” para luchar contra los rebeldes que se apoyaban en
prácticas chamanistas o animistas. En en informe, se dice: “La guerra de
contrainsurgencia se desarrolla alrededor de la fidelidad y el apoyo a las
poblaciones locales. El Departamento de Defensa ha reconocido que parte de
sus esfuerzos en investigaciones y desarrollos para apoyar operaciones de
contrainsurgencia deben orientarse hacia la gente, de los Estados Unidos y
en el extranjero, relacionada en este tipo de guerra. Así, han sido llamados
por el gobierno, antropólogos, psicólogos, sociólogos, politólogos y
economistas cuya orientación profesional hacia el comportamiento humano
los habilita para realizar contribuciones útiles en este campo, como por
ejemplo, en la explotación militar de las características culturales locales de
una comunidad con el fin de amedrentarlos”. La investigación fue dirigida
por James R. Price y Paul Jureidini, dos analistas del Special Operations
Research Office (SORO) de la American University de Washington, D.C.,
quienes, en 1964, diseñaron el Proyecto Camelot, un esfuerzo planificado
para medir científicamente los factores sociales que estabilizan o
desestabilizan determinados países en vías de desarrollo. Cuando se filtró
esta investigación a la prensa, las condenas internacionales hicieron que el
proyecto fuera cancelado.
Algunas campañas de psicología aplicada en el ámbito militar son del
todo surrealistas. Edward G. Lansdale, General de brigada del Ejército de los
EEUU y uno de los pioneros en la creación y aplicación de técnicas de guerra
psicológica, propuso una campaña para convencer a los cubanos que Fidel
Castro era en realidad el Anti-Cristo, y así encender una revuelta. El plan de
Lansdale, que sus ayudantes llamaban “eliminación por iluminación”,
consistía en simular una aparición divina mediante el lanzamiento de fuegos
de fósforo sobre el cielo de La Habana. No se llegó a realizar.
Lansdale, años antes, durante su participación como Jefe de
Operaciones de la CIA en la campaña de propaganda contra los rebeldes Huk
en las Filipinas, aplicó en el terreno determinadas técnicas de lo que él
denominaba “contrainsurgencia sobrenatural”, que después desarrollaría en
profundidad en otros lugares como el Congo y el Vietnam. En las Filipinas,
utilizó la superstición local hacia los vampiros o “asuang” para amedrentar a
la guerrilla Huk: “Un grupo de hombres fue enviado a territorio Huk. En un
principio, se dedicaron a esparcir historias entre la gente sobre un asuang
que vivía en la montaña donde estaban las bases guerrilleras. A las dos
noches, después de dar tiempo a que el bulo corriera hasta el campamento
guerrillero, el grupo tendió una emboscada en un sendero utilizado por los
Huks. Cuando una de sus patrullas apareció, nuestros hombres cogieron al
último hombre de la fila y se pusieron a cubierto en la oscuridad. Tras
perforarle el cuello, haciéndole dos agujeros juntos como si fuera la marca
de un vampiro, le extrajeron la sangre sujetando el cuerpo desde los talones.
Luego, volvieron a colocar el cuerpo en el camino. Los Huks volvieron a
buscar al desaparecido y lo encontraron muerto y sin sangre. Con la salida
del sol, el entero campamento Huk se había mudado de lugar”.
Otra poco conocida operación de este talante fue la denominada
"Almas errantes", llevada a cabo en el Vietnam por los servicios
norteamericanos de guerra psicológica, y que consistió en la emisión de
sonidos que simulaban lamentos y susurros, desde potentes altavoces. Esta
operación pretendía reforzar la supuesta superstición vietnamita de ser
enterrado en una fosa anónima. Así, las voces vendrían de los espíritus
errantes de los guerrilleros caidos en la zona y enterrados por los
norteamericanos en fosas comunes.
Las colaboraciones iban más allá de la simple clase científica. Los
principales medios de comunicación y entretenimiento, participaron
activamente en las campañas de propaganda. A George Creel, uno de los
principales publicistas norteamericanos, se le encargó la campaña de
propaganda de los EEUU en la Primera Guerra Mundial. Creel dijo: “En todas
las cosas, desde la primera a la última, sin interrupción o cambio había una
clara proposición publicitaria, una vasta empresa de ventas, la mayor
aventura publicitaria del mundo”. The Fight for Freedom Committee (FFFC),
entidad que nutriría las agencias de norteamericanas de propaganda OSS y
OWI durante la Segunda Guerra Mundial, recibió fondos de Darryl Zanuck,
Jack y Harry Warner, Marshall Field, Max Ascoli o Frank Altschul. La familia
Mellon donó 10.000 dólares, lo mismo que los Rockefeller. Uno de los
principales responsables de las campañas de guerra psicológica sobre las
tropas alemanas desde el día del desembarco en Normandía fue Tony Strobl,
quien había trabajado durante mucho tiempo para los estudios Walt Disney.
Cineastas o actores como John Houston, Frank Capra, Leni Riefensthal, Bob
Hope, John Wayne, Charlton Heston, etc., dedicaron muchas horas a
campañas contra el enemigo. Escritores o artistas como Truman Capote,
Hermann Rauschning, Ilia Ehrenburg, Eugeni d’Ors, Dionisio Ridruejo,
Gabriele d’Annunzio, Ferdinand Celine o Heinrich Mann también aportaron
sus palabras.
Robert Sherwood, director de la Oficina norteamericana de Información
de Guerra (OWI) empleó a muchos científicos y académicos emigrados: Raoul
de Sales, Eva Curie, Max Ascoli, Carl J. Friedrich, Hans J. Meyer, Hermann
Rauschning, Stefan Schnabel, Lewis Galantiere, Franz Hollering, Andre Breton
y el editor de Paris Soir, Pierre Lazareff. Junto a ellos, estaban presentes
otros creativos de publicidad, guionistas de cine y radio, hombres de
negocios, periodistas, escritores, corresponsales de prensa, analistas
políticos, psicólogos, economistas, historiadores y técnicos especializados
en medios de reproducción y distribución. Paralelamente, la OSS (Oficina de
Servicios Estratégicos de los EEUU), agencia precursora de la CIA, contrató a
diplomáticos diletantes, agentes de cambio y bolsa, detectives privados,
jugadores de polo, millonarios y vividores.
Por su lado, miles de psiquiatras fueron contratados durante la
Segunda Guerra Mundial por los gobiernos norteamericano, inglés o alemán
para dar cobertura a todas las facetas de una gran guerra respecto a su
impacto social y psicológico. En el frente, en la retaguardia, en la opinión
pública propia y ajena, en la medicina militar, y también en la formación del
soldado. Tanto psicólogos alemanes en la Wehrmacht y en la Luftwaffe,
como norteamericanos en sus fuerzas aéreas, se dedicaron a investigaciones
a fin de mejorar el rendimiento de los combatientes en sus aparatos. La
mayor parte de esos estudios se concentraban en la consecución de una
simbiosis entre máquinas y soldados, especialmente en tanques y aviones de
caza. Los psicólogos y científicos alemanes llegaron a nuevos límites al
unificar sus investigaciones sobre el llamado "mal de altura" de los pilotos
aéreos, la claustrofobia de los ocupantes de un carro blindado y los síntomas
de la "ansiedad de guerra" de los soldados de primera línea. Más conocidos
han sido los tremebundos estudios de fisiólogos y psicólogos nazis sobre el
impacto del frio en el cuerpo humano a grandes alturas, en los que decenas
de prisioneros rusos fueron sumergidos en piletas de agua congelada hasta
la muerte. La unificación de la morfología perceptual del hombre con la
máquina, esto es, el total control de ésta, depende básicamente de la
respuesta del primero. Se trata de conseguir que el piloto controle el aparato
la mayor parte del tiempo, y en los contextos de dificultad más variados. Era
el nacimiento de la visión del “cyborg”, u organismo cibernético.
Estudiosos de comunicación verbal, algunos tan conocidos como
Roman Jakobson o Noam Chomsky, realizaron amplias investigaciones para
la Marina de los EEUU, a fin de encontrar modelos verbales adecuados para la
comunicación de radio aérea, siempre sometida a interferencias por la
actividad militar propiamente dicha y por las deficiencias técnicas de
aquellos días. Palabras como "Charlie", "Bravo" o "Foxtrot" fueron adoptadas
en los aviones de la Marina americana como signos verbales identificables en
todo momento. Por ejemplo, se dejó de decir "sí" por "afirmativo". La
comunicación se construye mediante códigos muy precisos, adoptando una
imagen mecánica y por tanto creando un interface apropiado para una
relación con la máquina.
Parece obvio señalar la implicación de los medios de comunicación en
la modulación de las guerras modernas. Tanto para dar soporte a la moral
nacional en contra del enemigo, como para conseguir sumar apoyos
internacionales en paises amigos, la radio, la prensa y la televisión han
jugado papeles capitales. La guerra del Golfo y la cadena norteamericana
CNN; la guerra de las Malvinas y los diarios “tabloides” británicos; la
televisión alemana occidental y sus emisiones a la zona oriental, etc. Sólo
tendríamos que recordar la famosa frase en Ciudadano Kane: “Si quieren una
guerra, yo les daré una guerra”.
Extractos de los documentos "Psychological Operations Field Manual No.
33-1", publicado en agosto de 1979 por el Cuartel General del
Departmento del Ejército de los EEUU en Washington DC; y
"Psychological Operations (PSYOP) Media Subcourse PO-0816"
publicado en 1983 por el Instituto del Ejército para el Desarrollo
Profesional
Ambos documentos, especialmente "Psychological Operations Field Manual
No. 33-1", son completos tratados sobre psicología persuasiva. Partiendo de
los más recientes estudios académicos y militares del momento, se ofrecen
con sumo detalle todas las técnicas y mecanismos a la hora de conseguir
influir directa o indirectamente sobre individuos, grupos o países.
Lo que se reproduce a continuación es parte de las secciones concernientes a
la elaboración de octavillas.
-No usar términos, medidas o pesos extranjeros en las audiencias
seleccionadas
-No traducir directamente del inglés a una lengua extranjera. Por el
contrario, dar al linguista la idea o concepto para que pueda aplicarse en la
lengua local.
-No dar motivos a la propaganda enemiga mediante palabras o acciones.
-Hacer declaraciones siempre positivas. Evitar las negativas. No parecer
incierto.
-Al preparar los mensajes para su diseminación, seguir la regla de que
cualquier declaración o acción que pueda ser malinterpretada, será
malinterpretada.
-No distribuir propaganda que pueda ser facilmente alterada por el enemigo
en beneficio suyo.
-Evitar temas a los que tanto el país ocupado como las tropas enemigas
puedan ser vulnerables.
-No insultar o enfadar a la audiencia elegida. Mantener sus mentes abiertas y
sus emociones amistosas.
-No usar amenazas fuertes. Usarlas sólo para señalar una necesidad,
presentándola siempre como un hecho.
-No dar libre publicidad de las atrocidades enemigas en el país ocupado.
-Usar las atrocidades del enemigo para ganar simpatías extranjeras.
-Mantener todas las promesas
Los objetivos psicológicos se clasifican en:
-cohesivos: aquellos cuya consecución refuerza o unifica la sociedad o grupo
seleccionado
-divisivos: aquellos diseñados para separar al individuo de su grupo, al
grupo de otros grupos o de la sociedad, o para desorganizar un grupo o
sociedad.
Las llamadas a la deserción se usan para animar a los individuos o grupos
entre las fuerzas enemigas a situar las consideraciones personales sobre los
intereses del grupo.
Las llamadas a la familia son muy efectivas, pero deben ser diseminadas sólo
en el área enemiga, si no pueden causar deserción en tropas amigas.
Un mensaje de propaganda es una comunicación con el propósito de llevar a
una acción o actitud deseada por el propagandista. Debe estimular
necesidades. Esto requiere que el mensaje le diga al receptor cómo satisfacer
sus necesidades mediante el seguimiento del curso de la acción deseada por
el emisor. A su vez, requiere que las acciones sean apropiadas e importantes
para el receptor. En aras a conseguir la acción deseada, el mensaje debe, en
opinión del receptor, ofrecer la mejor solución, o la única lógica, ante el
problema planteado.
Técnicas de evidencia:
-Apelación a la autoridad: el uso de personajes de peso moral
-Aserción: declaraciones siempre positivas y firmes, nunca “negociadoras”
-Vinculación a lo que “todo el mundo hace”
-Obtener desaprobación: sugerir que una idea es popular entre el grupo
odiado por el receptor
-Generalidades “relucientes”: Llamadas a conceptos como el honor, la
libertad o la gloria
-Vaguedad. generalidades lo suficientemente amplias para dejar la
interpretación libre. Incluye la insinuación
-Racionalización
-Simplificación
-Transferencia: de motivos o cualidades a grupos e individuos
-”El menor de los males”: técnica que plantea tomar una acción aunque no
sea la más preferida, pero que es necesaria para no llegar a males mayores.
-Señalar al enemigo; cuando se pretende identificar al enemigo con toda
claridad
-El hombre común: apelación al sentido común del soldado y del civil. Esta
técnica requiere usos vernaculares de la lengua, palabras cotidianas, etc
Vulnerabilidades a explotar:
-diferencias políticas entre la nación enemiga y sus aliados o satélites
-diferencias étnicas y económicas
-diferencias religiosas, políticas, económicas y sociales
-historias de animosidad civil o de tratamiento injusto hacia los soldados
enemigos
-comodidades sólo disponibles para soldados de retaguardia pero no para
los de primera línea.
-la gente contra la burocracia o la jerarquía
-diferencias entre unos pocos que se benefician y el interés general
-cargas desiguales o secretas en los impuestos
-impotencia del individuo
Repetición: esta técnica es extremadamente válida y útil porque el ser
humano es básicamente una criatura de hábitos, desarrollando habilidades y
valores mediante la repetición (como caminar, hablar, códigos éticos, etc.)
Miedo al cambio: La gente teme los cambios, particularmente los repentinos
o impuestos sobre los que no tiene ningún control. Los temen porque
pueden quitarles sus estatus, riquezas, familias, amigos, comodidades,
seguridad, vida o salud. Una campaña psicológica debe por tanto darle una
salida segura y honorable a la situación planteada.
La medida recomendada de octavilla es de 15’24 x 7’72 centímetros. Su peso
recomendado es de 7’25 gramos. Estas medidas y pesos son los más
favorables para una óptima diseminación aérea.
Las octavillas pueden tener tres categorías.
-persuasivas: su objetivo está en función del uso de la razón
-informativas: presenta hechos reales, intentando ganar la curiosidad del
receptor
-directivas: informa sobre acciones a tomar
Se requieren especialistas en publicidad, periodismo, ciencias sociales y
políticas, relaciones públicas y en todos aquellos campos que tengan que ver
con la escritura persuasiva e interpretativa
Una octavilla, por el hecho de ser pequeña, hace necesario que el texto sobre
ella sea breve, concisa y atractiva. Dado que el personal enemigo y los civiles
en áreas bajo control enemigo tienen prohibida su recogida o lectura, la
octavilla tiene que ofrecer la posibilidad de ser leida sin tocarla. En caso de
que el lector desee esconderla para leerla más tarde en la intimidad, las
octavillas pequeñas pueden facilitar esa circunstancia. La tipografía debe ser
lo suficientemente grande para su perfecta lectura y familiaridad con la
audiencia. Si bien la cabecera y el subtítulo pueden variar de tamaño, el
cuerpo de tipografía básico debe ser de 8 puntos o mayor.
Deben usarse frecuentemente los colores favoritos del objetivo enemigo. Por
ejemplo, el amarillo es muy popular en Oriente, y el verde en Irlanda. Los
colores incluidos en las banderas nacionales de los países son normalmente
colores “seguros” de usar. Asímismo, es necesario conocer el significado
cultural de los colores en cada zona. En algunos países, el rojo puede sugerir
violencia, y el azul y el verde escenas pacíficas.
Las fotografías se usan a menudo como prueba documental de
acontecimientos o incidentes particulares. Imágenes de ciudades enemigas
bombardeadas mostrando lugares conocidos son pruebas para los soldados
enemigos que su patria está siendo sometida a ataques aéreos devastadores.
Imágenes de prisioneros sanos comiendo en abundancia tienden a reducir
los miedos del enemigo de ser maltratados en caso de convertirse en
prisioneros de guerra.
Los dibujos y cómics ayudan a presentar un formato más atractivo y tienden
a dejar impresiones duraderas. Además, facilitan la comprensión del mensaje
en aquellos individuos iletrados.
Recomendaciones del estudio "Some Psychological Lessons From Leaflet
Propaganda In World War II" por Martin F. Herz:
“No presentes lo que es verdad, sino lo que con más probabilidad será
percibido como verdad. Por ejemplo, cuando los soldados italianos y
alemanes rechazaron creer las condiciones de los campos de prisioneros tal
y como se mostraban en las octavillas americanas, cuando las octavillas eran
enteramente ciertas. Se tuvo que rediseñar la octavilla para ofrecer algo más
plausible: “No es divertido ser prisionero de guerra”, “Mejor libre que
prisionero de guerra, mejor prisionero de guerra que muerto”.
Nota: Herz se refiere a una campaña desarrollada en el sur de Italia, en la
que los ingleses y los norteamericanos lanzaron unas octavillas para incitar a
los soldados enemigos a rendirse. Una de ellas, confeccionada previamente,
representaba la confortable vida que llevaban los prisioneros en los campos
de Inglaterra, Estados Unidos y Canadá. Se veía, por ejemplo, un campo
instalado en las dependencias de un viejo hotel: había sillones, prisioneros
jugando al billar, otros escuchando tranquilamente la radio, etc.. La octavilla
resultó un fracaso con los soldados alemanes, porque su nivel de vida era
demasiado bajo en comparación con el americano, y la vida de castillo que la
octavilla pintaba les pareció simplemente inverosímil. Interrogados los
prisioneros, el fracaso salió a relucir, y a partir de ello la propaganda aliada
cambió resueltamente de orientación e hizo imprimir otras octavillas
tituladas: "No es divertido ser prisionero de guerra", pero lo que seguía
llevaba a pensar que era preferible eso a dejarse matar. Esta segunda
octavilla resultó mucho más eficaz."
Nota: Hacia finales de 1944, el Comité Internacional de Refugiados de Guerra
hizo público un informe sobre el campo de Auschwitz. Elmer Davis, de la
Office of War Information del gobierno americano creyó que las notícias
sobre el Holocausto dañarían irreparablemente la reputación de la OWI sobre
su veracidad y credibilidad en un momento crucial de la guerra. Las
audiencias construidas en casa y en el extranjero durante dos años podían
perderse permanentemente si se presentaban informes demasiado
fantásticos para ser creidos. La información se mantuvo en secreto durante
un cierto tiempo.
No te dirijas a fanáticos o derrotistas. Siempre proyecta la propaganda hacia
el hombre marginal que no cree todo lo que dices pero que está interesado
en tu mensaje porque tampoco cree todo lo que dicen tus oponentes
No pidas lo que no puede hacerse. Es un principio bien establecido en la
psicología que si se presiona a una persona a realizar un acto del que es
incapaz, se activan serias tensiones internas que pueden culminar en
hostilidad hacia la persona que promueve la actividad.
Para aplicar apropiadamente una amenaza, se hace capital diferenciar entre
cuatro situaciones básicas:
-la situación del soldado enemigo, si puede hacer algo para dejar de luchar
-la situación del soldado enemigo, si no puede hacer nada para dejar de
luchar
-la situación del civil que está en situación de actuar
-la situación del civil que nada puede hacer respecto a la guerra
La propaganda doméstica no puede mezclarse con la dirigida al enemigo.
Sentimientos y conceptos presenten en el frente doméstico no tienen lugar
en la realidad del combate enemigo. También es un axioma que el lenguaje
utilizado sea verdaderamente el mismo que es que usa el receptor.
No esperes que el enemigo te siga en más de una cuestión a la vez. Para
encontrar un terreno común, un punto de partida para una manipulación
psicológica, es necesario seleccionar un aspecto de su propio credo en el
que registrar el acuerdo.
Abrir hueco entre dos naciones enemigas, crear brechas entre oficiales y
soldados o entre unidades de élite y la infantería o fomentar rencores entre
el partido y la gente son objetivos muy queridos de la propaganda. Sin
embargo, tienen que aplicarse muy cuidadosamente, porque cualquier error
puede resultar en un mayor reacción contra el propagandista.
Antes de emplear propaganda negra, hay que asegurarse que el formato, el
lenguaje y el mensaje poseen un alto grado de credibilidad. Propaganda
negra que no sea efectiva puede destruir todos los esfuerzos hechos para
establecer la honestidad de la que vive la propaganda blanca. La propaganda
negra debe ser como la voz del ventrílocuo que realmente parece salir de la
boca de un individuo completamente distinto.
No hagas predicciones arriesgadas. Si los hechos van en contra nuestra, hay
que admitirlo para salvar la credibilidad.
No niegues las mentiras diseminadas por el enemigo. Sólo se consigue
añadirles circulación adicional. Disputar sobre una cuestión significa
normalmente desplazarse al territorio del enemigo. Eso implica una
propaganda defensiva, lo que virtualmente imposible, puesto que la
propaganda es esencialmente un arma ofensiva.
Nota: No lo parecieron entender así los republicanos españoles, cuando
respondieron con esta octavilla al tabaco que aviones nacionales les habían
arrojado previamente:
"¡Gracias por el tabaco! Los aviones de Italia y Alemania han arrojado a
nuestro campo octavillas con unos paquetes de cigarrillos, como muestra de
la “abundancia” de tabaco en su zona. Pero no nos dicen que los soldados de
su ejército no tienen tabaco para fumar, porque no tienen dinero para
comprarlo, ya que una cajetilla les vale una peseta y sólo ganan dos reales
cuando están en el frente. Ese canalla, asesinos de los mejores hijos de
nuestro pueblo, que entregan nuestra patria a los extranjeros, piensan que
somos de la misma ralea que sus mercenarios africanos y aventureros que se
compran por dinero, por tabaco y por el derecho al libre saqueo.(...) Por lo
demás, como no somos tontos, nos fumaremos tranquilamente ese tabaco,
que sus soldados miran con envidia como nos lo tiran, y a sus octavillas
contestaremos con nuestras bayonetas cuando sus esclavos intenten atacar
nuestras posiciones.”
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