La actual importancia del Balance Energético y su efectividad en el

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La actual importancia del Balance Energético y su efectividad en el combate del sobrepeso y la obesidad Artículo desarrollado por investigadores del Centro Anschutz para la Salud y el Bienestar de la Universidad de Aurora Colorado. La obesidad es uno de los problemas de salud pública más preocupantes a una escala casi global. Se estima que actualmente hay más de 1100 millones de adultos en todo el mundo con sobrepeso, 312 millones de ellos ya están cínicamente diagnosticados como obesos. Un estudio recién producido por investigadores del Centro Anschutz para la Salud y el Bienestar de la Universidad de Aurora Colorado explica que una de las clave para que una campaña contra el sobrepeso tenga un impacto exitoso, consisten en que se tiene que masificar el concepto de equilibrio energético, es decir: todas las calorías que se ingieren, mediante los alimentos, tienen que “quemarse”, mediante actividad física. La actividad física es tan importante como la alimentación calórica. El estudio demostró que en términos de resultados a partir de una rotación de spots publicitarios, es más fácil evitar el aumento de peso que perderlo en tiempo real, y en la prevención el papel de la actividad física fue determinante, “Existen claros beneficios asociados al aumento de la actividad física entre las personas sedentarias que por lo mismo generan altísimas posibilidades de desarrollar sobrepeso y obesidad” explican los autores. Pero ¿Qué es el balance energético? El concepto de equilibrio de energía o balance energético es muy sencillo y se basa en el principio básico de la termodinámica fundamental, aquel de que la energía es indestructible y sólo puede ser adquirida, almacenada en un organismo y con la capacidad de transformarse. Dado lo anterior y adaptando el principio al mecanismo del cuerpo humano y entendiendo que hoy en día 9 de cada10 seres humanos adquieren la energía a través de la ingesta de comida dónde la energía es la caloría, el Balance Energético se define como un estado de equilibrio alcanzado entre la ingesta calórica y su respectivo gasto o quema, con lo cual, el peso corporal se modificará al paso del tiempo. Toda la caloría que entra al cuerpo humano, debe ser quemada. De acuerdo con el estudio de la Universidad de Aurora, se demostró que un grupo de voluntarios, tras varios meses de mantener un equilibrio energético saludable, el peso corporal medido por los cálculos de la Tasa Metabólica en Reposo y el Efecto Térmico les generó niveles de estabilidad; es decir, ni se gana o se pierde peso de manera significativa. La Tasa Metabólica en Reposo es el gasto de energía necesaria indispensable para mantener las funciones normales del cuerpo y la homeostasis: respirar, parpadear, caminar, etcétera y es proporcional a la masa corporal, en particular, la masa libre de grasa. Por otro lado el Efecto Térmico se refiere a la energía requerida para absorber, digerir y metabolizar los alimentos consumidos y normalmente representa de un 8 a un 10% del gasto energético diario. A la medida del gasto energético hecho exclusivamente con actividad física se le conoce como EEact. Con lo anterior, también podemos entender que el sedentarismo es un fenómeno en el que un individuo reduce los tiempos de actividad física, lo cuál podría medirse a partir de que una no-­‐quema de 100 calorías por día, por poner un ejemplo extremo, un deportista de alto rendimiento pueden gastar o quemar hasta 3000 calorías por día con pura actividad física, además de la Tasa Metabólica en Reposo necesaria. La evidencia científica, en conjunto con una serie de observaciones sociológicas, sugiere que en el actual ambiente de vida y ritmo moderno, es más difícil de mantener el balance energético que en el pasado. Por ejemplo, de acuerdo a las estimaciones en los aumentos de la ingesta de alimentos (especialmente de altos contenidos calóricos) se registró que de 1971 hasta el 2000 hubo un aumento de peso de 30 al 80% mientras que la frecuencia de actividad física mostró una caída en el mismo periodo, lo que permite calcular que sobretodo la población adulta ha experimentado un cierto grado de equilibrio inclinado hacia la energía positiva (siendo en este caso positivo un término desfavorecedor puesto que positivo significa que al disminuir la actividad física no hay quema de calorías, lo que promueve su acumulación dentro del cuerpo. Cuando el balance energético es negativo, es cuando hay una pérdida de peso). Por lo tanto, es evidente que los procesos fisiológicos han generado adaptaciones que, comprendiéndolas, pueden ayudar a mantener el balance energético. No hay que olvidar que desde 1971 hasta nuestros días, la urbanización, la industrialización y el uso del transporte mecanizado, han orillado a que las sociedades disminuyan su frecuencia de actividad física en general. Si bien los registros investigados por la Universidad de Aurora reveló que el tiempo de actividad física durante lo que consideramos como “tiempo libre” se ha mantenido a un nivel que podríamos considerar de constante desde 1988, en términos de estilo de vida ha disminuido de manera significativa; sobre todo si nos aproximamos a la actividad física en la vida diaria. Para aterrizar lo anterior, se tomó un muestreo de un estudio sobre los costumbres y hábitos de una comunidad amish tradicional encontrando que el número promedio de pasos en los hombres amish era de 18,425 pasos por día, mientras que las mujeres arrojaron un total de 14,196. En cambio, un hombre urbano de Colorado contó en promedio 6,733 pasos por día, y la mujer alcanzó solo 6,384; los hombres y mujeres de las comunidades amish quemaban en promedio 600 kilocalorías diarias, mientras que aquellos habitantes de las grandes ciudades de Colorado registraron una quema de sólo 400 kilocalorías por día. Se ha estimado que en los últimos 50 años el gasto energético relacionado con la ocupación laboral de la mayoría de los habitantes de ciudades urbanizadas (en las que el sedentarismo ocupa periodos de tiempo de más de ocho horas) se ha reducido en una proporción de 100 kilocalorías diarias. Como la actividad física ha disminuido, los volúmenes de peso corporal han ido incrementándose. Estrategias para combatir la epidemia de obesidad La evidencia obtenida en el estudio de la Universidad de Aurora sugiere que las estrategias para reducir la hoy ya considerada epidemia de obesidad deben tratar de divulgar el concepto de balance energético en una población de preferencia controlada para poder monitorear avances en cuanto al aumento en la actividad física. Las intervenciones y recomendaciones en la lucha contra la obesidad que no toman en cuenta el balance energético, la relación entre ingesta calórica y su indispensable gasto, parece que están destinadas a tener éxito pero en un plazo demasiado largo, y esto viene a cuento porque la mayoría de las intervenciones de salud pública con sus respectivas campañas que pretenden promover la pérdida de peso parecen subrayar obsesivamente la restricción de ciertos alimentos, cuando muchos de ellos también contienen calorías que necesitan ser quemadas. Las dietas que implican la prohibición de alimentos tienden a provocar una disminución en los deseos de hacer actividad física además que generan episodios de fuerte hambre. Lo cierto es que un estudio de la National Weight Control Registry demostró que aquellas personas que perdieron significativas cantidades de kilogramos en un periodo de largo plazo con éxito (entendiendo éxito como una pérdida de aproximadamente 30 kg en un periodo de 5.5 años), lograron sostener esta pérdida y bajo peso con constantes rutinas de actividad física. Bibliografía que sostiene los datos mencionados esta investigación.
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