Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos

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Antonio Mestre Sanchis
HUMANISMO Y CRÍTICA HISTÓRICA
EN LOS
ILUSTRADOS ALICANTINOS
Lección pronunciada por el Ilmo. Sr. Dr. don
Antonio Mestre Sanchis en el acto de apertura solemne del curso académico 19801981 en la Universidad de Alicante.
Índice
Portada
Créditos
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII . . . . . . . 10
El deán de Alicante: entre la ilusión y la desesperanza . 14
Felipe Bolifón: el superintendente humanista . . . . . . . . . 57
Jacinto Segura: las dificultades de la crítica histórica . . . 83
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al
enciclopedismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Humanismo y erudición en Cerdá Rico . . . . . . . . . . . . 134
El Conde de Lumiares y la epigrafía valenciana . . . . . 174
Erudición y enciclopedismo en el P. Andrés
. . . . . . . . 195
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Excelentísimos e ilustrísimos señores. Claustrales de esta
Universidad. Señoras y señores:
Un doble sentimiento -de halago pero no menos de preocupación suscitó en mí el hecho de que el Excmo. Sr.
Presidente de la Comisión Gestora de la Universidad me
encargara preparar la lección inaugural del curso 1980-1981.
De halago porque, al inaugurar la Universidad de Alicante y
en el primer acto oficial, se me designaba como representante en el acto que expresa el fin primario y esencial, aunque no único, de la actividad académica: la lección magisterial. Ante tal honor sólo cabe por mi parte gratitud ante la
confianza depositada en mi persona. Debo confesar, sin
embargo, que este sentimiento aparecía unido a la
preocupación por la trascendencia del encargo conferido
pues, desde el primer momento, fui consciente de que, al tratarse de la primera lección oficial pronunciada en esta
Universidad, aumentaba, si cabe, mi responsabilidad.
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6
Prólogo
No obstante, al reflexionar sobre el objeto de mi discurso, las
cosas parecieron clarificarse. Dos exigencias determinaron
mi elección. Objetiva la primera pues, tratándose de la
Universidad de Alicante, resultaba lógico que el aspecto
estudiado estuviera en íntima relación con el ámbito territorial que abarca la nueva institución académica. La segunda exigencia era más bien subjetiva: dada mi condición de
historiador, y en concreto del pensamiento en la España del
XVIII, parecía consecuente que la lección inaugural debía
versar sobre las aportaciones de nuestros intelectuales al
movimiento ilustrado. Por eso, intenté organizar los datos
relacionados con la cultura del siglo XVIII que me han ido
apareciendo a lo largo de los años de investigación que
tuvieran relación con el objeto de estudio escogido.
Desde esa perspectiva resulta perfectamente coherente, al
menos a mi juicio, el planteamiento general del presente trabajo: incrustar las aportaciones propias y originales de los
ilustrados, que nacieron o vivieron en el ámbito que abarca
la nueva Universidad, dentro del gran grupo valenciano. En
Alicante residieron la mayor parte de su vida y aquí
desarrollaron su actividad cultural personajes como Manuel
Martí, conocido en la República de las Letras como el deán
de Alicante -decanus alonensis, en su amada lengua latinaÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
y el napolitano Felipe Bolifón, que, además de perceptor de
impuestos de la monarquía borbónica, fue un gran humanista. Y en la actual provincia de Alicante nacieron una serie
de personalidades de indiscutible relieve intelectual: Jacinto
Segura y Pedro Montengón en la misma ciudad, y en el
ámbito provincial Jorge Juan, Cerdá Rico, Juan Andrés o
Sempere Guarinos. No son los únicos intelectuales del siglo
que merecen una profundización ni voy a abordar el estudio
de todos los personajes aludidos.
Mi exposición estará centrada en los aspectos humanistas y
de criticismo histórico y quedará claramente dividida en dos
partes según los últimos criterios de consideración cronológica de la Ilustración.
En la primera parte deseo señalar la importancia de Manuel
Martí, dentro de los llamados preilustrados, y, en menor
escala, de Felipe Bolifón y de Jacinto Segura, en los orígenes de la Ilustración española.
Y estudiar, en la segunda, con diferente amplitud según mis
conocimientos la obra cultural de nuestros ilustrados en sentido estricto de la palabra que desarrollaron su actividad cultural en el campo del humanismo y de la historia crítica. En
este aspecto dedicaré especial atención a Francisco Cerdá
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Prólogo
Rico, al conde de Lumiares y al jesuita Juan Andrés. Y en
toda mi exposición tendré que hacer frecuentes referencias
a Gregorio Mayans, figura clave de la Ilustración hispana,
que servirá de eje en el encuadre general.
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
arece constituir una constante histórica de la cultura
hispana la lacerante dualidad entre la tendencia al
europeísmo y la atracción casticista. Frente a épocas
en que brilla nuestra vocación europea surge en otras el
vigoroso impulso del casticismo que parece imponerse
sobre cualquier otro factor integrante de la cultura hispana.
P
A nadie se le escapa que el siglo XVIII, época racionalista y
universal por excelencia, de plena confianza en la inteligencia y la pedagogía y, por tanto, optimista y esperanzada, fue
el momento de mayor apertura hispana a Europa. Resulta,
por tanto, lógico que la «lacerante dualidad» a que aludimos
continúe gravitando sobre nuestros historiadores. Menéndez
Pelayo quería ver en la centuria ilustrada, la menos española de nuestra historia, siglo en que nuestros intelectuales y
políticos giraron en la órbita francesa, un superficial intento
de imitar la cultura gala en que nuestros antepasados renunÍNDICE
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
ciaron a la esencia hispana que don Marcelino quería ver en
los siglos XVI-XVII, en estricto paralelismo con las glorias
militares de los Habsburgo, la Contrarreforma religiosa y el
Siglo de Oro de la literatura castellana. Era, no cabe duda, la
interpretación casticista.
En cambio, Ferrer del Río quiso ver en nuestro siglo XVIII la
apertura a Europa y, en consecuencia, el inicio del movimiento liberal que detestaba de la España frailuna y retrógrada, dominada por la ignorancia y la superstición. Era la
interpretación europeísta.
Fue el problema que centró las polémicas de los historiadores españoles del XIX que transpolaron al siglo ilustrado las
divergencias políticas que los separaban. Pero no deja de
ser curioso que, superado hoy el problema político, continúa
siendo motivo de polémica el momento y las circunstancias
en que se inició nuestro acercamiento cultural al mundo
europeo que como meta ideal gravita sobre los sueños y utopías hispánicas.
La interpretación tradicional tiende a retrasar el momento de
nuestra apertura a Europa, primera característica del mundo
moderno. Así Marañón en Las ideas biológicas del Padre
Feijoo (1933). Retraso general que sería superado gracias a
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
la actividad cultural del benedictino gallego. Feijoo resultaría
un predestinado a renovar nuestra cultura, de raigambre hispánica, sin contaminación foránea, que aparece simbolizado
por el dulce san Cristóbal que lleva sobre sus hombros el
peso de una generación. Más todavía, las primeras exigencias hispánicas de la experimentación como método científico también habría que buscarlas en el padre Feijoo. (nota 1)
Quede constancia -antes de continuar mi exposición- que no
tengo ninguna animosidad hacia el Dr. Marañón cuya obra
médica admiro sin atreverme a juzgar por mi ignorancia y, en
cuanto a sus trabajos históricos, confieso sus importantes
aportaciones al conocimiento de nuestro pasado y en concreto del siglo XVIII. Asimismo, no puedo menos de reconocer la extraordinaria labor cultural de Feijoo como «desencantador de las Españas», hombre de brega continua y
denodada en favor de una mayor dignificación cultural del
pueblo español. Pero ninguna de las dos confesiones puede
impedirme un análisis pormenorizado de sus afirmaciones
en el primer caso y de su valoración histórica en el segundo.
Pues bien, miradas las cosas con serenidad, de los juicios
de Marañón anteriormente expuestos se desprenden tres
puntos íntimamente relacionados y que constituyen la interpretación tradicional todavía vigente en nuestros manuales:
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
retraso en el conocimiento del mundo cultural europeo
moderno que se aplaza hasta la obra del P. Feijoo; retraso,
asimismo, en el reconocimiento de la experimentación como
único medio científico válido; planteamiento de la persona
del benedictino como único personaje «predestinado» para
realizar nuestro entronque cultural con Europa.
No voy a insistir en el posible retraso del reconocimiento de
la experimentación como método científico pues, además de
que carezco de la preparación necesaria, los estudios de
Vicente Peset sobre la Universidad de Valencia y de López
Piñero acerca de la introducción de la ciencia moderna en
España me eximen de tal menester. (nota 2) Un hecho resulta innegable: los científicos españoles de fines del XVII
conocen los adelantos médicos y matemáticos europeos de
la época. Ahí están el Atlas anatómico de Crisóstomo
Martínez que fue celebrado con admiración en Europa, la
Carta filosófica, médico-chymica de Juan de Cabriada
(1687), primer alegato público español en favor de la experimentación científica y de nuestra apertura intelectual a
Europa, el manuscrito de Corachán Methodus elaborandi
componendique telescopia et microscopia, o la obra de los
llamados novatores cuya labor cultural de vanguardia resulta innegable. Ninguno de todos ellos conoció los trabajos de
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Newton, dirá años más tarde Jorge Juan como una velada
censura. Es cierto. Pero no deja de ser significativo que tampoco en Europa fuera aceptado el sistema newtoniano hasta
que Voltaire lo divulgara después de su estancia en
Inglaterra.
Mi interés quedará centrado en el estudio del desarrollo en
España, y más en concreto en el Antiguo Reino de Valencia,
de los aspectos humanistas: lenguas clásicas y crítica histórica, en íntima conexión con el proceso cultural europeo.
Porque, aquí, en Alicante, encontramos los principales representantes de la cultura humanista a principios del XVIII, completamente independientes de Feijoo, en otras coordenadas
intelectuales y, por supuesto, anteriores al Teatro crítico y no
menos vinculados a las corrientes intelectuales europeas.
Me estoy refiriendo, evidentemente, a Manuel Martí.
El deán de Alicante: entre la ilusión y la desesperanza
Nacido en Oropesa en 1663, Martí recibió el benéfico influjo
de un buen profesor de Lengua latina, Miguel Falcó, admirador de Francisco Sánchez de las Brozas. Señalo el hecho
porque el discípulo salió tan bien adoctrinado que, desde el
primer momento de su vida universitaria, desapareció todo
cariz escolástico que llamaba «arte exercendi praeconium».
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
(nota 3) Así no resulta extraño que Martí rechazara cualquier
título universitario y dedicara su actividad literaria a frecuentar las Academias Literarias que pululaban en Valencia. El
mismo deán cuenta en sus Apuntes autobiográficos con
patéticos colores -exagerados, sin duda sus esfuerzos por
aprender el abecedario griego pues no encontró profesor en
Valencia. (nota 4) Lo cierto es que, buen conocedor del latín
y con un afán indescriptible por dominar la lengua griega,
Manuel Martí marchó a Roma en 1686.
La vida romana del joven clérigo adquiere excepcional
importancia. Porque la ciudad de los papas no era a fines del
XVII una capital cerrada y oscurantista, como una versión
romántica ha venido diciendo, sino un centro intelectual de
elevado nivel, como han demostrado recientes investigaciones.
Roma era, en primer lugar, una ciudad cosmopolita. Allí se
reunían una serie de hombres de letras y científicos de las
más diversas naciones. Italianos de distintas procedencias
(Gravina de Nápoles, Noris de Pisa...), centroeuropeos dedicados al estudio de las Matemáticas (Kircher), franceses
(Mabillon), belgas (Papebroch) y españoles (Nicolás
Antonio, Sáenz de Aguirre), creadores de la historia crítica,
residieron durante prolongados años o realizaron intensos
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
viajes de estudio a la Ciudad Eterna. Resulta lógico pensar
que tan variados personajes dedicados al cultivo de las
letras aportasen su contribución al nivel cultural romano. Así
lo confesaba hace un siglo el famoso historiador luterano
Leopoldo Ranke: «En el mundo de entonces no había probablemente un lugar donde se encontrase, como en la Corte
de Roma, tanta cultura en la alta sociedad, tantas tendencias
en las letras y en las artes, placeres tan serenos e inteligentes, y, en general, una vida ocupada en tantos intereses
que se imponían a la atención y tenían ocupada la mente. La
autoridad no era agobiante; en el fondo, las familias dominantes se dividían el fausto y el poder. Los mandatos de la
Iglesia no podían ser aplicados en todo su rigor, ya encontraban notable resistencia en la mentalidad del ambiente.
Fue más que otra cosa una época de placer. las personalidades y las tendencias espirituales, que se habían confirmado en el curso del tiempo, se movían en un equilibrio triunfante». (nota 5)
Pero el texto de Ranke indica algo más. Señala la existencia
de una notable actividad intelectual al margen, y a veces
incluso opuesta; a las directrices clericales. En consecuencia, tenían que surgir una serie de discusiones en apariencia
literaria casi siempre pero que, en su interior, llevaban implíÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
citas divergencias ideológicas. En esa línea ha incluido A.
Quondam la polémica entre Ludovico Sergardi (bajo el nombre de Quintus Sectanus) y Gianvincenzo Gravina (con el
pseudónimo de Filodemo), en la que se vio envuelto nuestro
deán. Sergardi escribió unas Satyrae contra Gravina que
fueron la comidilla del mundo romano y Martí salió en defensa de su amigo Gravina redactando Satyromastix. Quondam
ha querido ver en la polémica unos motivos ideológicos «che
si contrastano a causa di prese di posizioni a livello ideológico sui problemi di portata generale e lungamente dibattuti
nella vita intellecttuale europea tra Seicento e Settecento».
(nota 6) Y, en la misma línea, incluye Michele Monaco las
divergencias entre Crescimbeni y Gravina, dos miembros de
la Arcadia, amigos ambos de Manuel Martí, que acabaron
separándose. Gravina fundó la «Academia dei Quirini», pero
bajo la apariencia de razones literarias existía una diferencia
ideológica básica: Gravina rechazaba el predominio cultural
de los jesuitas. (nota 7) He puesto dos casos en que aparece implicado el deán y constituyen un buen síntoma. Las discusiones suponen una actitud de tolerancia y los papas
tomaron una postura paternalista. No sólo permitían las discusiones sino que muchos de los clérigos de la Curia intervenían en las polémicas. El ambiente romano de la época ha
sido calificado por un historiador actual como «una sorta di
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
zona franca ove enano possibili contatti amichevoli tra persone di idee radicalmente diverse». (nota 8) Y Enrico
Codignola ha señalado la existencia, constante a lo largo de
la historia de la Roma papal, pero en concreto de ese
momento, «duna aristocracia di studiosi, di teologi, di spiriti
colti moderati e tolleranti, sempre desiderosi, via via che la
cultura europea si sconfessionalizzava, di riconciliare la propria fede con la propria ragione, incline a indulgenza ed
anche ad ammirazione per gli spiriti religiosi independenti,
infastiditi dell’intoleranza inintelligente di scolastici ed aristotelici». (nota 9)
Ahora bien, también en Roma, como en toda Europa, resulta necesario distinguir entre la actividad cultural universitaria
y el movimiento intelectual al margen de las instituciones oficiales. La Universidad sufría, en todos los países, un anquilosamiento general pues la enseñanza, tanto en las naciones católicas como protestantes, estaba dominada por la
escolástica. Sin embargo, Roma mantuvo un elevado nivel
científico debido, fundamentalmente, al cosmopolitismo de
que hizo gala. Allí enseñaron personajes de gran valía intelectual, aunque no aparezca ningún genio, pero sus libros
constituyeron un fermento revitalizador a lo largo del siglo
XVIII. Jacquier, Gravina, Baglivi, Kircher, Boschovich... forÍNDICE
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
man parte del profesorado universitario durante los años de
estancia del deán en Roma. No en vano ha podido señalar
el historiador italiano Bertelli que un discípulo de Kircher, «il
Petrucci nel suo Prodomo apologético sugli studi kirkeriani
aveva potuto a più riprese richiamarsi a Galileo e al suo
metodo sperimentale».. (nota 10)
No obstante, las mayores manifestaciones de vivacidad intelectual tenían lugar en la palestra extrauniversitaria. Porque
a fines del XVII surge una floración de academias donde se
hicieron visibles las discusiones anteriormente citadas:
«quelle de ‘Partenii, de’Maninconici, degl’intricati, degli
Uniformi, de’Delfici, de’Fantastici, de’Negletti, degli Assetati,
degli Infecondi», de las que apenas se conservan documentos, pero cuyos miembros se reunían a recitar versos o discutir. (nota 11) Sí se conservan, en cambio, las fuentes documentales de la Arcadia, sin duda alguna la más importante
de todas. Fundada en 1690 por los asistentes al círculo literario de la reina Cristina de Suecia, tenía unos fines preferentemente literarios: restaurar la poesía italiana corrupta
«dalla barbarie dell’ultimo secolo, d’esterminare il cativo
gusto, e procurare che più non avesse a risorgere...». Junto
al interés por conectar con la tradición literaria de la poesía
renacentista y acabar con las formas poéticas del barroco,
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
los Arcades establecen unas normas internas con formulación democrática que no impedían la diversidad de corrientes ideológicas.
Una de las expresiones de esta diversidad la protagonizó
Gravina al publicar Hydra mystica, sive de corrupta morali
doctrina (1691) interviniendo así en las polémicas suscitadas
entre jansenistas y jesuitas.. Punto clásico de las disputas en
el campo moral era el pecado filosófico: si la ignorancia de la
ley moral excusa del pecado. Los jesuitas respondían afirmativamente, mientras los jansenistas se manifestaban en
sentido negativo. Gravina tomó la postura jansenista.
Es conveniente subrayar que la actitud antijesuita era la más
generalizada en el mundo cultural romano de la época.
Codignola ha descrito con brillantez la coalición de fuerzas
que en ese momento se unen en la lucha contra la
Compañía que, a su juicio, ejerce el poder. Se trataría de los
intelectuales que desean mantener su independencia de criterio, los reformistas que defienden el estudio de las ciencias
naturales y de la crítíca histórica -herencia de Galileo y que
se extenderá hasta Muratori-, partidarios de una tolerancia
que permita pensar con independencia y que, en defensa
propia, acabarán apoyando a los preilustrados, «novatores»
y hasta a los jansenistas, sin que ello implique identificación
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
de pensamiento. Quizá el único punto que unía todas estas
corrientes fuera el odio a los jesuitas. Codignola, en la apasionada descripción del ambiente cultural romano de fines
del XVII, señala los personajes más caracterizados que
constituyen el grupo de independientes -italianos y extranjeros- abiertos a todas las corrientes culturales pero que no
son racionalistas ni jansenistas: Mabillon, Gerberon,
Arnauld, Quesnel, Muratori y los cardenales Bona,
Casanate, Noris... (nota 12)
Era el mundo intelectual de Martí en Roma. Sin afán de llevar el argumento a minuciosidades insubsistentes bastará
recordar la amistad de Martí con Gravina y Crescimbeni, con
quienes mantuvo frecuente correspondencia. Y limitándonos
al campo estrictamente eclesiástico, aludir a las óptimas
relaciones que le unieron al cardenal Enrico Noris, (nota 13)
a la protección del cardenal Casanate, (nota 14) y aun del
mismo Sáenz de Aguirre cuya relación con los llamados jansenistas es bien conocida así como su antijesuitismo.
(nota 15) En ese ambiente, Manuel Martí fue uno de los primeros miembros de la Arcadia con el nombre de Eumelo
Olenio, entró en la Academia Dogmática y dio su nombre a
la de los Infecundas. (nota 16) Su presencia era requerida en
los círculos literarios y sus intervenciones eran celebradas y
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
aplaudidas tanto en recitales de versos italianos, en cuya
composición adquirió gran habilidad, (nota 17) como en los
discursos de ingenio, uno de los cuales se hizo famoso con
el título de Pro crepitu ventris. Quizás en este sentido el culmen de su fama lo obtuviera en 1691 cuando se le encargó
el discurso «pro eligendo summo pontifice in obitu Alexandri
VIII», así como una oración el día de san Juan Evangelista
ante el pontífice Inocencio XII. (nota 18)
Todo ello demuestra que Martí no limitaba su actividad a la
asistencia a Academias Literarias. Otras. ocupaciones más
serias ocupaban su tiempo: frecuentaba las bibliotecas de
Roma y, en primer lugar, la Vaticana, así como la Palatina,
Ottoboniana, Angelica, Barberina... De esa forma, en contacto permanente con los códices griegos y latinos, Martí inició una serie de trabajos filológicos de indudable interés:
unas Notae in Theocritum, «de que tanto necesita aquel
autor»; (nota 19) un Etymologico Magno de la lengua latina,
pues consideraba insuficientes los trabajos de Julio César
Escaligero y de Gerardo Vossius; (nota 20)«un tomo de
Lecciones Varias» que quemó en 1700 y un tratado en que,
imitando a Pedro Chacón, estudiaba el uso y clase de copas
de los antiguos; (nota 21) la traducción al griego de epigramas de Marcial algunos de los cuales fueron editados por
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Mayans en Epistolarum libri XII martinianos (nota 22) y otros
se conservan manuscritos en el fondo mayansiano de la.
Biblioteca Municipal de Valencia . (nota 23)
En esas circunstancias, Martí tenía que relacionarse cordialmente con los intelectuales residentes en Roma. Quizás
fuera Gravina el personaje con quien mantuviera más íntima
amistad. La asistencia común a la Academia de los Arcades,
la defensa que hizo el deán del napolitano en Satyromastix
que le permitió liberarse del ambiente de hostilidad y burla
creado por las Satyrae de Sergardi, la comunicación intelectual intensa habida entre ambos -desde el interés por el
mundo clásico a los intentos de reforma del teatro, los primeros balbuceos de la historia del derecho...- constituían
motivos más que suficientes para consolidar una amistad
que duró hasta la muerte de Gravina en brazos del deán
durante la segunda estancia del último en Roma.
Gravina no fue el único amigo de Martí en la ciudad de los
papas. Mantuvo relación con los médicos que significaban el
progreso de la ciencia (Marcelo Malpighi y Georgio Baglivi)
con los escritores y poetas que pululaban en Academias y
cenáculos literarios (Crescimbeni, Alessandro Guidi...).
(nota 24) Interesa señalar, sobre todo, su amistad con los
humanistas. Si apenas conocemos sus relaciones con
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Josepho de Juliis, profesor de lengua griega en Roma, tenemos más noticias de su amistad con Rafaello Fabretti, miembro de la Arcadia, archivero de la Curia Romana, director de
las excavaciones en las catacumbas y autor de
Inscriptionum antiquarum, quae in aedibus paternis asservantur, explicatio et additamentum (1699), obra celebrada
por Martí en carta al autor. (nota 25) Las mismas aficiones
arqueológicas unieron a Martí con Giovanni Ciampini, uno
de los creadores de la arqueología cristiana. El futuro deán
acompañaba a los dos clérigos romanos en sus visitas a los
«cementerios antiguos -que llaman catacumbas-, que más
parecen laberintos que otra cosa, pues son ciudades subterráneas, en donde se refugiaban los pontífices de la primitiva iglesia y cristianos, huyendo de las persecuciones como
conejos. Y se extienden tanto que suelen ocupar tres y cuatro leguas...». (nota 26)
En sentido paralelo, sus intereses por el estudio del griego le
ganaron la amistad de Lorenzo Zacagni, miembro, asimismo,
de la Arcadia, prefecto de la Biblioteca Vaticana y autor de
una edición de opúsculos de eclesiásticos griegos y latinos
con el nombre de Collectanea monumentorum veterum
Ecclesiae graecae, ac latinae, quae hactenus in Vaticana
Bibliotheca delituerunt (1698). Fue precisamente Zacagni
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
quien obsequió a Martí con la obra de Eustaquio, «famoso
comentador de Homero, obra que consta de cuatro tomos en
folio que, traducidos, vienen a hacer ocho greco-latinos». Era
la manera de comprometer al deán que se ocupó de la traducción a lo largo de diez años. (nota 27)
Ahora bien, la curiosidad intelectual de Martí durante los
años de residencia romana parece no haber tenido límites y
las circunstancias le facilitaron las cosas. Según Giambatista
Vico en su Autobiografía, Nápoles vivió, en las últimas décadas del XVII, una reviviscencia intelectual innegable, especialmente durante el virreinato del duque de Medinaceli. El
inteligente Vico supo ver las raíces en que se fundaba el
movimiento renovador. El influjo de los clásicos, en primer
lugar, y de manera especial Platón y Tácito. Las razones de
Vico no dejan de resultar interesantes, «perche, dice, con
una mente metafisica incomparabile Tacito contempla l’uomo
qual é, Platone qual dee essere». (nota 28) No deja de llamar la atención que Vico nos diga que estudió griego por las
Institutiones linguae graecae de Jacobo Gretser, autor y
texto aconsejados por Martí a Mayans para iniciarlo en sus
estudios de lengua griega. (nota 29)
No se trataba sólo del conocimiento del mundo clásico.
También el pensamiento y la cultura modernos estaban en la
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
base del resurgir intelectual napolitana. Descartes no podía
faltar. Y Vico es explícito: «sul maggior fervore che si celebrava la iísica cartesiana, il Vico, ricevutosi in Napoi, »dallo
spesse volte dire del signor Gregorio Calopresso, gran filosofo renatista, a cui il Vico fu molto caro». (nota 30) A señalar que Calopresso era primo de Gravina (el íntimo de nuestro deán) y fue su gran maestro en los estudios. No puede
extrañar, por tanto, que Gravina, en una de sus primeras
polémicas intelectuales habidas en Roma, defendiese el
cartesianismo, ni que Felipe Bolifón, napolitano anclado en
Alicante y del que hablaremos más adelante, lamentase que
Mayans no hubiera usado de los testimonios de Descartes
en una discusión universitaria. (nota 31)
Y con Descartes, Bacon de Verulam. Como ocurrirá en la
Francia ilustrada en que el canciller inglés será, junto con
Locke, uno de los autores más utilizados por los reformistas.
Pues bien, Vico confiesa la importancia que tuvo en su formación el encuentro con Bacon, «uomo igualmente d’incomparabile sapienza ... siccome quello che fu insieme un uomo
universale in dottrina ed in pratica, come raro filosofo e gran
ministro...», especialmente en su De augmentas scientiarum. (nota 32) Que Bacon era conocido por los preilustrados
españoles hoy no admite discusión, entre otras cosas porÍNDICE
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
que fue autor muy citado por Feijoo. Pero antes de que apareciera el Teatro crítico, el joven e inquieto Mayans comunicaba a Martí su lectura de las obras del canciller inglés y el
deán contestaba con entusiasmo: «Que Vmd. lee a Bacon
Verulamio! Eugepae! O bene locatam operam». (nota 33)
Finalmente, junto a Descartes y Bacon, Hugo Grocio, el
arminiano holandés admirador de Erasmo y personaje esencial para entender el derecho natural que superara las guerras de religión. Vico no puede menos de reconocer la importancia de su lectura del De iure bella et pacis, ya que «pone
in sistema di un dritto universale tutta la filosofia e la filologia...». El napolitano confiesa, en su caso personal, que, al
tratarse de reeditar la obra de Grocio, se le encargó redactase unas notas, «e gia ne aveva scorso il primo libro e la
metá del secondo, delle quale poi si rimasse, sulla riflessione che non conveniva al uom cattolico di religione adornare
di note opera da auttore eretico». (nota 34) Quizás convenga recordar que Vico une todo este movimiento de renovación intelectual al virreinato napolitano del duque de
Medinaceli de quien sería bibliotecario nuestro deán.
El predominio italiano en la formación intelectual de Martí no
implica desconocimiento de los pensadores galos. De hecho,
resultaría incomprensible la reactivación cultural romana de
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
fines del XVII sin tener en cuenta el influjo francés. La presencia de los maurinos: Mabillon, con la exigencia de crítica
documental para todo trabajo histórico, y Montfaucon, con
los primeros trabajos de filología griega, no podían pasar
desapercibidos. Las repercusiones de su presencia en Roma
fueron grandes en todo el mundo intelectual italiano pues
también Muratori aceptó con entusiasmo la metodología histórica exigida por Mabillon. Pero el futuro bibliotecario de
Modena también recibió, en la misma escuela de Bacchini,
el influjo de Descartes, como el de Bacon. (nota 35) En esa
línea, Martí aconsejará a su joven discípulo Mayans la lectura de «la famosa obra De re diplomatica del padre Mabillon,
de la Congregación de san Mauro» (nota 36) y, a partir de
1716, establecerá correspondencia con Montfaucon a quien
facilitará datos sobre la arqueología romana española.
(nota 37)
Dentro del influjo galo habría que. señalar, finalmente, la intima amistad de Martí con el francés residente en Roma, José
Regnault, que tradujo el Discorso delle antiche favole de
Gravina. Regnault le dio el nombre de Ragion poetique y, a
juzgar por las palabras del napolitano, la iniciativa partió del
futuro deán, porque Gravina escribe: «sed et tales amicos
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
meam in laudem et praesidium confers», refiriéndose en
concreto a la traducción de Regnault. (nota 38)
Y, por supuesto, también recibió en Roma el influjo de determinadas corrientes de pensamiento español. No podemos
olvidar que Martí se abrió camino a la sombra y bajo la protección del cardenal benedictino Sáenz de Aguirre.
Catedrático de Salamanca, Aguirre había publicado la Notitia
conciliorum. Los años iban pasando, la obra prometida no
aparecía y las ocupaciones curiales no permitían abrigar
muchas esperanzas de que el cardenal llegara a publicar la
gran obra sobre los concilios españoles. La llegada de Martí
a Roma facilitó las cosas. Con motivo de la riada de 1687, el
futuro deán redactó una oda, De Tyberis alluvione, que sorprendió al mundo culto por el conocimiento de la lengua latina que demostraba su autor. (nota 39) La fama alcanzada
gracias al poema le permitió solicitar de Aguirre el cargo de
comensal y su bibliotecario. (nota 40)
El hecho tuvo excepcional importancia porque la casa de
Aguirre era un foco de cultura hispana, especialmente en el
campo de la historia. Inmediatamente surgió la necesidad de
cumplir la promesa hecha por el cardenal de publicar la
colección de concilios y Martí fue el colaborador ideal. Así lo
dice el viejo deán en sus Apuntes autobiográficos: «...y el
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
cardenal puso en sus manos enteramente la formación e
impresión de los Concilios de España, que muchos años
había que meditaba y casi había perdido las esperanzas de
poderlo ejecutar, por falta de ayudante». (nota 41)
Se trata de un dato a tener en cuenta porque la Collectio
maxima conciliorum Hispaniae et Novi Orbis constituye el
monumento más importante de la preilustración hispana en
el campo del conocimiento de las fuentes documentales e
interesa constatar la colaboración de Martí en la empresa.
Tenemos, sin embargo, otro dato relacionado con la Collectio
no menos significativo facilitado por el mismo deán en carta
al marqués de Mondéjar. Al tratar de las tradiciones jacobeas, Martí aconsejó al cardenal que marginase el asunto para
evitar errores de metodología puesto que, a su juicio, resultaba imposible compaginar la tradición con la crítica histórica. Aguirre no siguió el consejo, como expresa el deán con
cierta ironía y puede seguirse en la Collectio, pero el hecho
no deja de constituir un síntoma de la actitud del deán en el
campo de la historia. Más todavía, si tenemos en cuenta que
escribía a Mondéjar, partidario público de las tradiciones
jacobeas en su Predicación de Santiago acreditada..
(nota 42)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Este espíritu crítico aumentó, si cabía, con el conocimiento
de Nicolás Antonio. El canónigo sevillano había residido
muchos años en Roma y en la ciudad de los papas había
publicado la Bibliotheca Hispana Nova, en dos volúmenes,
que abarcaba los escritores posteriores a 1500. Pero había
dejado manuscrita la Biblioteca Hispana Vetus. La dificultad
de la empresa, concebida dentro de la más rigurosa crítica,
retrasó tanto su elaboración que Nicolás Antonio murió antes
de ultimar el trabajo. Sus herederos, incapaces de utilizar el
manuscrito y temerosos de los gastos de edición decidieron
entregarlo al cardenal Aguirre, viejo amigo de Nicolás
Antonio. Y, según los datos que poseemos, fue Martí quien
presionó para iniciar la impresión y no debió resultar fácil. He
aquí unas palabras del deán bastante expresivas: «nullumque non movi lapidem ut illa (Bibliotheca) a cardinali Aguirrio
... in lucem publicara emitteretur». Respecto a su trabajo en
la empresa, sus palabras no son menos absolutas: «mei
omnino curantis opera». (nota 43) Juicios que, escritos años
más tarde en carta a Mondéjar, encuentran su confirmación
en la misma Bibliotheca Hispana Vetus. En «Monita quaedam ad lectorem» puede leerse en palabras del mismo Martí
que el cardenal le había encomendado «illam dirigendam
plene et omnino curandam». Afirmaciones que reconoce el
mismo Aguirre en la Praefatio confirmando el trabajo del
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
deán, no sólo en la corrección del manuscrito, sino también
respecto a las notas marginales que aparecen bajo nombre
del cardenal.
Con la perspectiva que daba el tiempo, el viejo deán escribía
a su íntimo Mayans: «D. Nicolás Antonio fue un gran crítico y
su Bibliotheca (así la Nueva como la Antigua) ha corrido con
gran aplauso en toda Europa. Es obra póstuma y corría por
mi cuenta la edición. Tiene un estilo salebroso y áspero y
muy quebrado, de paréntesis larguísimos. Pero yo procuré
endulzarlo y aclarar la obscuridad en muchas partes. La
Bibliotheca Rabbinico-Hispana, que entonces no se halló,
después de haberse impreso, la encontré en Madrid y está
en poder de D. Adrián Koning, heredero de D. Nicolás».
(nota 44)
También conoció en Roma dos obras de Mondéjar:
Disertaciones eclesiásticas y Predicación de Santiago en
España acreditada, aunque, a decir verdad, no debió quedar
muy complacido del espíritu crítico del marqués. Porque en
carta privada al autor no dudó en manifestarle su criterio discrepante respecto a la venida de Santiago y, cuando llegó el
momento, aconsejó a Mayans que no editara la segunda
parte de las Disertaciones Eclesiásticas que, a su juicio, no
merecían ver la luz pública. (nota 45)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
De todas formas, resulta especialmente importante constatar la conexión directa de Martí con los creadores de la crítica histórica en España (Nicolás Antonio, Mondéjar y Sáenz
de Aguirre), que, en contacto íntimo con los europeos -desde
los bolandistas a los maurinos, de Papebroch a Mabillon o
Baluze- contribuyeron al nacimiento de la nueva ciencia.
(nota 46) Porque el deán constituye un eslabón esencial
para entender la historiografía de nuestra ilustración al transmitir al grupo valenciano, en especial a Mayans, el nuevo
espíritu y el conocimiento de los personajes fundamentales
españoles y extranjeros. (nota 47)
En síntesis, los años de vida romana crearon en Martí un
profundo sentido humanista de la cultura. Alta estima del
mundo clásico en el campo literario y de los valores éticos.
En consecuencia, el deán hablará con entusiasmo de los
estoicos o de los epicúreos y celebrará el inmenso afán de
los escépticos por conocer la verdad que les impulsaba a
dudar de todo conocimiento. Manifestará, al mismo tiempo,
su admiración por los humanistas europeos -Lipsio o
Escalígero-, cuyo estilo literario y concepción de la cultura
deseaba imitar.
De ahí que Martí adoptara una postura de tolerancia. Al
hablar de los autores -y en su correspondencia aparecen
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
citados muchos calvinistas- nunca utiliza un argumento de
valor religioso. La ciencia o la belleza estética son la suprema razón de sus juicios en el campo literario o histórico.
Desde Gruter a Marsham, pasando por los hermanos Pitou,
Casaubon o Bochan, el deán admira su conocimiento de las
lenguas clásicas, sus trabajos filológicos o sus estudios
bíblicos, y siempre con altura de espíritu, con comprensión y
con profundo respeto por su ciencia. Tolerancia que surgía
como fruto de su humanismo pero también en perfecto
acuerdo con el ambiente intelectual preilustrado que vivió en
Roma.
Y, junto al humanismo y la tolerancia, la critica histórica.
Martí aprendió a valorar las fuentes documentales en la
biblioteca del cardenal Aguirre y acrecentó su sentido crítico
en la lectura y estudio de la Bibliotheca Hispana Vetus de
Nicolás Antonio cuya edición preparó. No podemos olvidar,
además, el ambiente romano claramente influido por la prolongada presencia de bolandistas (Papebroch) y maurinos
(Mabillon) -creadores de la ciencia histórica moderna- que
nuestro deán supo asimilar.
Finalmente, el aire antijesuita que se respiraba en la ciudad
de los papas también alcanzó a Martí. Era fruto del ambiente intelectual y el joven clérigo, con afanes de protagonismo
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
y de vanguardia cultural, se dejó arrastrar con gusto. Su
amistad con Gravina puede ser un síntoma pero la vida de
Martí está llena de manifestaciones de esa animosidad contra la Compañía.
La admiración que siente Martí por la cultura italiana es calurosa y sincera. Basten, como una de las más bellas expresiones, sus palabras a Antonio F. Zondadari, nuncio del papa
en Madrid, que le había recordado los años romanos del
deán: «Nec nescio quam tu in ea studia devexus, ex quo
Urbem tenui, et rerum dominam Italiam, Italiam, literarum,
studiorumque altricem, eruditionis fastigium et columen,
ingeniorumque proventu regionum omnium feracissimam».
(nota 48)
Desde la perspectiva de la estancia romana es necesario
enfocar el resto de la vida del deán para comprender su actitud ante la cultura patria, sus frustraciones y entusiasmos,
sus depresiones y críticas. Por que, a decir verdad, desde su
regreso a España, se perfila claramente una aguda ambivalencia que lacerará su alma. De una parte, el recuerdo de los
años mozos rodeado de intelectuales y humanistas, que
admiraron y celebraron su cultura e inteligencia, le hará
observar con crítica especialmente acre el poco interés que
despiertan ciencia y letras entre el pueblo y autoridades hisÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
panas. Por otra, nunca dejará de suspirar por la creación a
su alrededor de un ambiente cultural -personas o academias- que le aminoren la frustración interna que le corroe.
El nombramiento de Martí como deán de Alicante fue completamente fortuito. Si sus cualidades intelectuales le habían
ganado el respeto y afecto del cardenal Sáenz de Aguirre, su
fama y la brillantez de su ingenio atrajeron la admiración de
don Luis de la Cerda, duque de Medinaceli. Tanto que el prócer andaluz, pese a la resistencia del cardenal, logró de
Carlos II la orden de que le acompañase a Nápoles a cuyo
virreinato había sido destinado el duque. Pero Martí no aceptó convertirse en el juguete de ambiciones y vanagloria de
dos magnates -civil uno, eclesiástico el otro- y solicitó del
papa Inocencia XII, con quien le unía buena amistad, una
prebenda eclesiástica en España. Y la primera que vacó fue
el deanato de Alicante y le fue concedido por el papa que
lamentó la escasa importancia del beneficio. (nota 49)
Apenas conocido el nombramiento, Martí lo comunicó a la
Corporación municipal ofreciéndose a los jurados de la ciudad, se ordenó de presbítero, obtuvo el doctorado en
Derecho Civil y Canónico en la Sapienza y se dispuso a residir su prebenda alicantina. (nota 50) Pero el contraste fue
excesivo. Frente al ambiente intelectual cosmopolita de
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Roma, donde confluían las corrientes culturales europeas
con abundantes academias dentro del máximo espíritu de
libertad posible en la época, el deán encontró una pequeña
ciudad formada alrededor de un castillo militar y vinculada a
la vida comercial del puerto. Quedó tan afectado que pretendió buscar un coadjutor con derecho a sucesión y marchar de nuevo a la ciudad de los papas. Sin embargo, las
cosas no salieron a su gusto y decidió trasladarse a
Valencia. Sus palabras, escritas al final de la vida, constituyen una evocación lejana y llena de amargura: «Al cabo de
dos años, hallando menos el pasto literario, por lo estéril de
aquella ciudad (Alicante) en materia de los estudios que le
arrebataban a nuestro autor, mal satisfecho y casi reducido
a la última desesperación, y también porque padecía unas
jaquecas contumacísimas, originadas de los aires marítimos
(que casi son perpetuos en aquella ciudad), a que se añadía
el íncubo pomeridiano, que le obligó mucho tiempo a dormir
la siesta sentado en una silla, se resolvió a nombrar coadjutor, con el ánimo de volverse a Roma. Circunstancia con la
cual se dobló Su Santidad a conceder la gracia que no quería, así por la poca edad del suplicante como por el corto
tiempo de residencia. Pero, habiéndole manifestado que el
intento suyo era de volver a aquella corte (como realmente
era), se allanó a la gracia. Pero habiéndosele ofrecido desÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
pués al deán algunos embarazos para ejecutarlo, se quedó
en España, solamente contentándose con pasar su casa a
Valencia por parecerle que en aquel charco, por ser mayor,
podría nadar más libremente, y que encontraría su genio
mayores ventajas». (nota 51)
La actividad literaria de Martí en Valencia adquirió especial
relieve porque suscitó el interés de los intelectuales alrededor de la academia del conde de Cervellón, uno de los
miembros más cultos de la nobleza valenciana, que poseía
una espléndida biblioteca. Resulta natural que en su casa
tuvieran lugar las sesiones literarias en que el deán, buen
amigo del conde, era la figura central de humanistas, historiadores, juristas y hasta matemáticos que allí se reunían.
Martí, con su educación italiana y amantísimo de la cultura
grecolatina, constituía un centro difusor de la necesidad de
los estudios clásicos. Su actividad personal -durante esos
años encontró el manuscrito de la obra poética de Ruiz de
Villegas (nota 52) y estaba atareado en la traducción de los
comentarios de Eustacio a Homero- era un acicate. Pronto
surgieron imitadores. El trinitario José M. Miñana, que había
residido varios años en Nápoles, encontró en el deán el
maestro competente y seguro para profundizar en el estudio
de las lenguas clásicas. Miñana pasó de profesor de latín de
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Liria a Sagunto para ganar, con el favor de Martí, la cátedra
de Retórica en la Universidad valenciana. Buena muestra de
los progresos realizados es su discurso, Pro revocanda eloquentia, pronunciado con motivo de la solemne apertura de
curso universitario de 1704.
No obstante, la actitud intelectual de Martí entrañaba un sentido crítico que conducía por necesidad a la historia y Miñana
no quedó inmune. Insensiblemente fue abandonando la
enseñanza y acabó renunciando a la cátedra de retórica
para dedicarse plenamente a los estudios históricos, aunque
sus obras fueron redactadas con posterioridad. El trabajo
historiográfico del momento fue la Biblioteca valentina de
José Rodríguez (nota 53) que emprendió una tarea superior
a sus fuerzas al intentar imitar la Bibliotheca Hispana de
Nicolás Antonio, ejemplo y modelo, como repite con insistencia. Porque la corriente en favor de la historia era tan fuerte en Valencia que hasta los matemáticos acabaron escribiendo biografías. Tanto Corachán como Tosca publicaron
trabajos históricos aunque es menester confesar que no
pasaron de piadosas vidas de santos; más interesados estaban sus autores en exaltar las virtudes de los biografiados
que en cumplir con las leyes de crítica o de comprender la
época histórica estudiada. En realidad, Miñana fue el autor
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
del mejor trabajo del grupo al escribir De bello rustico valentino, importante fuente para el conocimiento de la Guerra de
Sucesión en Valencia. (nota 54)
En el círculo valenciano de Martí había, además, un jurista.
Se trata de Pedro Borrull, cabeza de una familia de excepcional importancia en el siglo XVIII valenciano y uno de
cuyos hijos, José, fue catedrático de Salamanca (donde tuvo
a Mayans por discípulo); oidor de la Chancillería de Granada
y Fiscal del Consejo de Indias. Pues bien, Pedro Borrull
conoció, gracias a la amistad del deán, los trabajos de
Gravina sobre la historia del derecho.
Todo cuanto venimos diciendo demuestra la importancia del
influjo de Martí entre los valencianos de principios del XVIII.
Quisiera insistir, sin embargo, en el papel de la cultura italiana. Porque el deán comunicó a sus amigos el mundo intelectual que había vivido en Roma y quiso ponerlos en relación epistolar con los representantes más significativos. Fue
Miñana, el mejor humanista del grupo, quien se dirigió a
Gravina manifestándole la admiración que sentían ante sus
trabajos de historia del derecho, lo que encantó al napolitano que respondió con satisfacción. (nota 55) Era el medio utilizado por los intelectuales de la época para difundir las nuevas corrientes culturales. En este caso concreto, facilitó el
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
conocimiento del pensamiento de Gravina entre los valencianos como testifican unas palabras de Juan Antonio
Mayans referidas a la formación jurídica de su hermano
Gregorio: «Los libros de la Jurisprudencia erudita los conoció por su abuelo y por las obras de Juan Vicente
Gravina». (nota 56)
El deán tuvo que abandonar pronto Valencia. De nuevo se
cruzó en su camino el duque de Medinaceli y, por medio del
Oidor de la Audiencia valenciana Pedro Domenech, logró
convencer a Martí de que entrase a su servicio. El deán se
trasladó a Madrid en 1704 donde las circunstancias parecieron, en un principio, las más favorables: abundantísimo
monetario, rica biblioteca... que el prócer puso a su disposición y buenas relaciones intelectuales. De nuevo la ilusión
volvió a brillar en la vida de Martí. Conversaciones con los
humanistas, especialmente los hermanos Zondadari,
Antonio Félix (nuncio de Clemente XI ante Felipe V) y Alejandro. Las cartas conservadas en la edición mayansiana
demuestran un interés por el mundo clásico nada común:
descripción del teatro romano de Sagunto en latín brillante y
peculiarísimo y, sobre todo, la espléndida Colección de epigramas griegos que Martí conocía por sus investigaciones
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
filológicas en la Vaticana o la redacción del De animi affectionibus no finalizado. (nota 57)
No eran sólo italianos los interlocutores de Martí. También el
mercedario Juan Interián de Ayala, uno de los fundadores de
la Real Academia de la Lengua y catedrático salmantino,
habló de letras clásicas con el deán. Ahí están los testimonios: la imitación del Seatus ille horaciano, las lamentaciones
sobre la podagra, la traducción griega de los epigramas de
Marcial maliciosamente solicitada por el deán y airosamente
resuelta por Interián de Ayala o la versión en versos latinos
de Anacreonte..., demuestran un conocimiento nada común
de las lenguas clásicas. (nota 58)
Y de nuevo la historia. Es necesario hablar de la gran figura
del momento, Gaspar Mendoza, marqués de Mondéjar, cuya
correspondencia con el deán constituye un momento clave
de la historiografía hispana. Porque, si las cartas se inician
hablando de los comentarios de Eustacio, que parcialmente
le facilitó el marqués, pronto el tema quedó centrado en la
historia crítica. Ante el recuerdo que hace Martí de las obras
de Mondéjar leídas en la biblioteca de Aguirre, el marqués
envía el catálogo de sus trabajos históricos en su mayor
parte inéditos. Al catálogo seguirían los manuscritos o los
libros de difícil acceso que el deán devorará con pasión. Y lo
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
más importante, el juicio de Martí acerca de cada uno de los
trabajos leídos: la Era Hispánica, De deo carmelo, sobre el
origen de los carmelitas, Disertaciones eclesiásticas en su
segunda parte... Interesa señalar el elogio de la crítica que
debe orientar toda investigación histórica en busca de la verdad (nota 59)y alabará «in omnibus tuis scriptis... summum
veritatis indagandi amorem». (nota 60) Porque Martí era plenamente consciente de que la historia exigía un método distinto de la escolástica, consideraba una locura tratar la historia y la cronología, «sacrosanta verba», como las inepcias
escolásticas a cuyos defensores califica de charlatanes. El
deán hablaba nada menos que del origen de los carmelitas
que no consideraba pudiera remontarse más allá del siglo
XII y quienes admiten mayor antigüedad en su fundación
andan, a su juicio, en tinieblas. Pensemos que el Santo
Oficio había prohibido la continuación de Acta sanctorum
porque el jesuita Papebroch había negado la tradición de
que los carmelitas tenían su origen en el profeta Elías. Era,
por tanto, una postura claramente definida que el deán mantuvo, pese al temor manifestado por Mayans al preparar la
edición de Epistolarum libri XII. (nota 61)
Esta confesión de crítica iba dirigida a Mondéjar que participaba de idéntico criterio. Más arriesgó al juzgar la
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Predicación de Santiago acreditada..., en que el marqués
había defendido con calor la tradición jacobea. Porque el
deán no dudó en manifestar su discrepancia. «Non satis
acquiesco», dirá con eufemismo, para exponer a continuación su conocimiento directo del códice vaticano, en otro
tiempo de Sirleto (que contenía un testimonio atribuido a san
Hipólito) utilizado para defender la venida del Apóstol y que
Martí rechaza de manera absoluta porque «commentitium
est atque umbratile». (nota 62)
Para valorar su valentía debemos tener en cuenta que
Mayans sólo se atrevió a exponer su criterio negativo acerca
de las tradiciones jacobeas en carta privada al nuncio de su
santidad, y muchos años más tarde todavía las defendía
Flórez como prueba de la especial providencia de Dios sobre
España, circunstancia «que parece ha motivado a los escritores modernos extranjeros a decir lo que han dicho contra
la antigüedad... sin cosa que convenza de nuevo». (nota 63)
Antes decía que la correspondencia cruzada entre Martí y
Mondéjar constituía un momento clave en la historiografía
española del XVIII. No me refería en concreto a los trabajos
publicados por el deán porque, aparte de sus cartas latinas
y la Apasterosis (y en ambos casos cuidaron otros de la edición) nada publicó Martí. La razón de mi juicio radica en que,
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
precisamente por medio de tal correspondencia, conoció
Mayans las obras inéditas del marqués y de ahí arrancó su
interés por encontrar y publicar los trabajos históricos de
Mondéjar, que contribuyeron -junto con los libros de Nicolás
Antonio- a cambiar la metodología crítica en la España ilustrada.
Pero a las circunstancias favorables siguieron las frustraciones. Las dificultades de la Guerra de Sucesión, muerte de su
padre, pérdida de bienes familiares, prisión y muerte de
Medinaceli, fallecimiento de Mondéjar cuya correspondencia
le permitía un respiro de libertad intelectual, viaje a
Andalucía con el desencanto de experimentar el desinterés
por la cultura del marqués de Priego (sucesor de
Medinaceli)... Ciertamente pudo descubrir el Anfiteatro de
Itálica, logró comprar unos manuscritos de clásicos
(Aristófanes, Nicéforo, Grégora...) pero la despreocupación
general le llegaba al alma: «...como está en manos de la
ignorancia y del desprecio, está todo arruinado». (nota 64)
Mayor desencanto sufrió a su regreso a la Corte. Finalizado
el viaje por Andalucía, Martí entró en Madrid el 2 de julio de
1715. Parecía el momento más oportuno. Acababa de morir
el bibliotecario real Gabriel Alvarez Pellicer y todo el mundo
pensó en nuestro deán como sucesor. Se le puso memorial
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
al rey, hablaron al confesor de Felipe V, el jesuita francés
D’Aubenton, el marqués de Villena conversó con el deán y
quedó tan impresionado que exclamó: «hemos encontrado lo
que buscábamos» (nota 65) El nombramiento parecía definitivo y los bibliotecarios reales le saludaban como a su futuro
director: pero dejemos al deán que nos cuente lo sucedido:
«No tengo por necesario, ni aun conducente, el que se haga
mención de quién fue la causa de que no se me diera lo que
yo nunca apetecí, ni podía admitir, por lo contrario de aquellos aires a mi temperamento. Pero diréselo a Vm. por si no
lo sabe, porque en Madrid es público. Fue el padre
D’Aubenton. El me buscó, él tomo informes y él hizo hacer la
pesquisa de mi vida, y en ésta (Alicante) le dijeron los de su
hábito que no hiciera tal, porque era enemigo jurado de su
sotana. Pero esto a qué viene; ni debe tocarse porque no
conviene y porque no viene al caso. Y así sobre esto he de
deber a Vm. que (palabra ilegible) quidem. Ni hay para qué
tocar si la elección que se hizo fue buena o mala. Fue de su
pandilla, y eso basta, siendo la primera máxima de su política: qui pro nobis non est, contra nos est». (nota 66) Mayans
añadirá otra razón que no deja de explicar muchas cosas:
«Martí no fue bibliotecario real, porque calumniosamente se
le imputó que era austríaco y poco afecto a los jesuitas».
(nota 67)
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Era demasiado. Martí abandonó la Corte y se retiró a su deanato alicantino. Pero la idea estaba puesta en Roma, el constante recuerdo de los años juveniles dedicados al cultivo de
las letras y la convivencia con los amigos intelectuales. Así lo
dice explícitamente el anciano deán: «Partió para la ciudad
de Alicante a primeros de mayo. Y habiendo llegado a ella,
fue disponiendo los medios para volverse a Roma, cuya
resolución había traído desde Sevilla, pero sin manifestarlo
a nadie». Y, después de resolver los asuntos de residencia
con el obispo José Espejo, «se avió y se embarcó para
Roma en el día 9 de mayo del año siguiente de 1717 con el
propósito firme de no volver más a España, por no ser terreno a propósito para los estudios que profesaba» (nota 68)
Creo que las palabras del deán expresan mejor que cualquier comentario su estado de ánimo al emprender el viaje
que pensaba definitivo. Era su mundo evocado con ensoñación agrandada por el contraste español. Martí volvió por
unos meses a su mundo intelectual: abrazó a Gravina; asistió a las sesiones literarias del Cuervo junto a la estatua de
Paschino; saboreó de nuevo la gloria literaria y las alabanzas
de los intelectuales y eclesiásticos; visitó Palestrina y
Frascati evocando el mundo clásico; trabó amistad con el
numismático Antonio Sabbatini; resolvió dudas sobre la imaÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
gen de una moneda singular poseída por los cartujos de
Roma; se sintió halagado por el interés del embajador español, cardenal Acquaviva, en que el deán redactara la dedicatoria de un volumen de Decisionum Rotae Romanae
Collectio de Jacobo Pizeo... (nota 69)
Nueva frustración. Razones políticas -ruptura de relaciones
de España con el papa provocada por Alberoni- le obligaron
a abandonar definitivamente Roma y, después de un pesadísimo viaje, «llegó el deán a Alicante a empellones de su
fatal destino y de la marea de su infausta suerte, en donde
hubo menester la gracia de Dios (que imploró) para no caer
en la última desesperación, resuelto a componer su espíritu,
no manifestar que sabía más que los de esta tierra y abatir
el vuelo, hablándoles en su lengua». (nota 70) Símbolo de su
estado de ánimo fue la Apasterosis: la conversión en estrella del arca compañera de sus viajes. La cultura se transformaba para el deán en un ideal de otro mundo.
Iniciaba así la última etapa de su vida. Es necesario insistir
en la serie de baches psicológicos que periódicamente sufriría el deán, fruto, en gran parte, de enfermedad agravada por
la vejez y por el desprecio con que veía eran mirados los
estudios literarios. Limitaré mi exposición a tres casos, aunque los ejemplos podrían multiplicarse.
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Durante los años en que residió en Madrid, el deán había
traducido del griego la Olimpiadas de Flegonte Tralliano. La
alegría con que la tradujo y anotó se convirtió en desaliento
pues, «habiendo concluido con indecible satisfacción suya y
hecho infinitos apuntamientos, con ánimo de hacer notas a
ellas, despechado y desesperado de poderlo ejecutar en
esta tierra, la rasgó y quemó con gran menoscabo de su
fama, siendo casi continua su queja de haber nacido en país
tan infeliz, estéril y enemigo de las letras». (nota 71) La
quema de la traducción, de creer a Mayans, tuvo lugar en
1728 al tiempo que señalaba el detrimento de la fama del
deán y el dolor de los eruditos con que fue recibida la noticia. (nota 72)
Continuando «en su profunda melancolía», para usar de sus
mismas palabras, Martí se desprendió de las «medallas
consulares» que vendió al napolitano Andrés Bonito. De la
valía del monetario podemos hacernos idea por la cantidad
de monedas que poseía, 517 diferentes, todas de plata. Y,
sobre todo, si unimos las monedas de la Grecia antigua y de
la Magna Grecia que parece conservó. No así las relativas a
la Hispania antigua y a las ibéricas, en cantidad de «setecientas u ochocientas medallas. Estas las compró un inglés.
Con ello quedó el deán como un cuerpo sin alma destituido
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
de todo subsidio humano que pudiera acarrearle consuelo o
gusto». (nota 73)
No era todavía el fin. Porque el deán acabó vendiendo su
biblioteca. Venta que le costó un trauma psicológico profundo y duradero. Martí quiso justificar en los Apuntes autobiográficos su decisión por la pérdida de la vista que le impedía
leer y escribir; «impedimento que le obligó a vender su librería, que compró un mercader de Londres, y se expuso venal,
como vino atestado en las gacetas de Holanda, con el rótulo Bibliotheca Martiniana Decani Alonensis» (nota 74) Una
lectura apresurada de las cartas latinas cruzadas entre Martí
y Mayans, publicadas entre las mayansianas en 1732 y en
las martinianas en 1735, puede inducir a confusión sobre la
venta de la biblioteca del deán. La carta en que Martí comunica a su joven amigo el hecho y las razones de la venta está
fechada el 13 de abril de 1728. En realidad fue escrita en
1731 cuando Mayans preparaba la edición de sus
Epistolarum libri VI y Martí quiso publicar el poema, pero exigió encuadrarlo en el momento cronológico en que ocurrió.
La primera manifestación de la venta de la biblioteca fueron
los endecasílabos que empiezan con Infaustas avibus...
Felipe Bolifón, que residía por esas fechas en Madrid, escribe el 21 de abril de 1729 a su amigo Mayans: «Para contiÍNDICE
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
nuar en mi obsequio de comunicar a Vm. las obras excelentes de nuestro D. Manuel, paso a sus manos los adjuntos
endecasílabos que cuanto son primorosos en la corteza
exterior de las expresiones, torno y pureza de las frases y
facilidad y admirable consonancia de los ritmos, tanto me
satisfacen poco en las sentencias, porque aquello de echar
tantas maldiciones a los estudios, a que dice le ha arrastrado la venustad de su ingenio y haber encontrado en ellos
toda su quietud, su alivio y remedio, es cosa de un ánimo
inconstante y poco asentado en el amor de las ciencias y
elegancias». El napolitano teme que los versos contribuyan
a disminuir la fama del deán al presentarlo tan interesado en
la vanidad y fortuna del mundo, en contraste con la sabiduría que sus estudios debían haberle infundido. (nota 75)
El deán, completamente aislado del mundo intelectual como
estaba, no quedó satisfecho. El primer desahogo fueron los
endecasílabos. Al anciano le angustiaba saber cómo sería
recibida la noticia por los amigos y no se atrevió a decírselo
directamente a Mayans. Prefirió que conociera los versos
latinos para explicar con posterioridad su actitud. He aquí
sus palabras: «A la última carta de Vm. ... no respondí luego,
por suponer que hubiera tenido Vm. la respuesta de ello en
unos endecasílabos que debe remitir a Vm. el amigo Bolifón,
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54
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
por excusarme el sonrojo de haberlo de decir yo. Vm. verá
por ellos a lo que me ha precisado el despecho de vivir entre
esta bárbara nación. Vm. lo sabrá por el amigo y después
entraré yo». (nota 76)
Los amigos quedaron anonadados pero no se arredraron y
comunicaron su criterio al deán: había sido un error. Bolifón
insinuaba «que hiciese otros versos mejorando la sentencia
de los primeros, reduciéndoles a desprecio de los estudios
profanos e inútiles y de las vanidades y conveniencias temporales y al único deseo y contemplación del día eterno».
(nota 77) Mayans, en cambio, insistía en que Martí era un
personaje extraño. «Vm. es un hombre de los que no se
usan. Tan monstruo parece Vm. a los bárbaros, como ellos a
Vm». La postura del deán debe ser de desprecio de los ignorantes con la esperanza de que el tiempo hará justicia a su
trabajo y desvelos. En el fondo, la semilla ya está sembrada
v el fruto sazonado se recogerá a su tiempo y, de hecho, ya
han fructificado pues Mayans va recogiendo con interés
todos los documentos de Martí que llegan a sus manos para
editarlos en el momento oportuno. (nota 78)
Eso no bastaba. Mayans, mejor relacionado con el extranjero, quiso defender la fama del deán y escribió a Dionisio F.
Camusat explicando las razones de la venta de la biblioteca:
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
desprecio español por las buenas letras y mayor aplicación
de Martí en los últimos años a los estudios sacros. (nota 79)
Tales razones no convencieron a los protagonistas. Bolifón
consideró que era una mentira piadosa pues el poema
expresaba las profundas apetencias mundanas (vanagloria)
de Martí.Y el deán, aceptando lo del desprecio por las letras,
rechazó el segundo juicio pues toda su vida había dedicado
su estudio tanto a las letras profanas como a las sagradas.
Y, en cuanto a las verdaderas razones, se mantuvo terco exigiendo la publicación de los versos y de la carta introductoria que para su encuadre redactó en 1731. «A más, que
Vmd. en eso no tiene que poner prenda, pues mi carta refiere los motivos, que son los legítimos y verdaderos. Y quiero,
y es mi gusto, que lo entienda así esta nación y todas las
extranjeras». (nota 80) Al año siguiente, lamentará las afirmaciones de Mayans en la carta a Casumat sobre la pobreza del deán, asegurando que sólo ha escrito por satisfacer
su genio, «por gusto y deleite... No es mi queja otra que la
poca satisfacción de estar entre bárbaros ignorantes, sin
tener el premio de los hombres de bien, que, es aplauso y el
ser conocidos». (nota 81)
El tercer ejemplo sobre la ignorancia y el nulo interés de los
españoles por la cultura está relacionado con los primeros
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56
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
fracasos en el intento de publicar Epistolarum libri XII.
Mayans había confiado en el interés y gestiones en la Corte
de su amigo José Bermúdez. El fracaso provocó la ira del
deán: «El éxito que han tenido las esperanzas de Bermúdez
es el mismo que yo esperaba y no otro. Pues Vmd. mantiene
esa opinión de los españoles, veo que no les tiene conocidos. Si fuera para putas o comediantas (que es lo mismo),
alcahuetas o gitanas (que es lo propio), o bufones, desde
luego se hubiera asentido a ello. Pero siendo para premio de
las letras, de eso no se entiende. Sólo siento el dolor que ha
ocasionado en Vmd. el siniestro suceso. A mí, que tengo
radicalmente impresa la ignorancia de estos reinos, no me
ha inmutado. Me quedo con el ánimo tranquilo y sosegado,
considerando que, a todo andar mal, nadie me quitará el
gusto que recibiré en acabar de quemar mis escritos,
habiéndolo ya empezado a hacer de muchos. Vmd. no se
mate, que poco importa padecer algún menoscabo en la gloria del mundo, como se logre la eterna». (nota 82)
Felipe Bolifón: el superintendente humanista
Las frases de desprecio y los momentos de desesperación
no deben hacernos olvidar la actividad literaria desarrollada
por el deán de Alicante. La primera alusión a Felipe Bolifón
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
aparece en los Apuntes autobiográficos situada cronológicamente a su regreso definitivo de Roma en 1718. «Continuó
(el deán) en su profunda melancolía, que hubiera acabado
con su vida, a no haber tenido su espíritu el desahogo del
trato y amistad de D. Felipe Bolifón, que ejercía entonces el
empleo de superintendente de rentas reales en esta ciudad,
hombre docto, erudito y amigo íntimo, con quien únicamente
respiraba el deán». (nota 83) No obstante, el conocimiento y
la amistad se iniciaron con anterioridad y, en concreto, al
regreso de Martí a Alicante en 1716 después de ver rechazada su candidatura a bibliotecario real. Así lo demuestra
una carta de Martí a Interián de Ayala contándole el género
de vida: casa, servicio, veraneo y ausencia de libros que
compensa con creces la amistad de Bolifón. (nota 84)
Además, durante los dieciocho meses que duró la segunda
estancia del deán en Roma, el confidente y receptor de sus
cartas latinas fue Felipe Bolifón que hacía de intermediario
con el pequeño grupo de amigos alicantinos.
En la primera carta de Martí, escrita en Génova después de
una accidentada navegación, aparecen descritas en bellísima expresión latina el cambio de los vientos, el balanceo del
mar, las borracheras del capitán, las barbaridades culinarias
del cocinero... Y, al final, una bella expresión de recuerdos:
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58
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
«Salutem a me dices Paravicinis fratribus; sed praesertim
Ignatio nostro, quem efflectim demorior. Praeterea
Salafrancae, Rovirae, Scorciae, Paschasio». (nota 85) Breve
pero expresivo saludo. Se trata de comerciantes de origen
italiano que, enriquecidos en los negocios, alcanzaron la
nobleza ciudadana y que en 1718 eran regidores de la
Ciudad. (nota 86)
Pero me interesa, en este momento, las letras, y de manera
especial, las relaciones del deán con Felipe Bolifón, jurista
napolitano que, fiel a los Borbones en la Guerra de
Sucesión, fue nombrado superintendente de rentas reales
en Alicante. Sobre la formación del napolitano no poseemos
muchos datos, pero sí podemos rastrear algunos atisbos que
nos permitan vislumbrar su personalidad.
Nacido en 1678, Bolifón cursó estudios de jurisprudencia en
la Universidad de Nápoles donde leyó las conclusiones en
1694 -a la sorprendente edad de dieciséis años y mesescomo confiesa en carta a Mayans. (nota 87) No debemos
olvidar que Gravina era napolitano y Bolifón nos recordará su
amistad juvenil con el célebre jurista pues, al celebrar las
conclusiones de Mayans para el doctorado, indica, «el célebre Gravina, que fue mi grande amigo, apenas hace mención
de Rutilio y Tarrunteno», autores estudiados con minuciosiÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
dad por don Gregorio. (nota 88) Más aún, una noticia facilitada por Mayans en la Martini vitae nos permite saber que
Bolifón, «hombre celosísimo del deber e integérrimo, jurisconsulto muy respetable, que había sido abogado destacado en el foro de Nápoles, compañero inseparable del eruditísimo Bernardo de Montfaucon, en su viaje por Italia, no
desconocedor de la lengua griega y muy impuesto en la latina, peritísimo en la historia tanto profana como sacra,
especialmente la de los dogmas de los cristianos». (nota 89)
Los datos son realmente valiosos porque nos revelan una
faceta interesante de la personalidad de Bolifón que viene
confirmada por la lectura de sus cartas: el conocimiento del
pensamiento jansenista francés. La amistad y compañía de
Montfaucon explican el interés por la historia, especialmente
eclesiástica, así como su interés por el griego pues el religioso de san Mauro fue el creador de la Paleographia graeca y uno de los mejores conocedores de la patrología cristiana. Así Bolifón podrá hablar del Pastor de Hermas, de
Arnobio, Eusebio de Cesarea, de Justino el Filósofo o de
Lactancio, utilizándolos en defensa del derecho de los seglares a participar en la interpretación de los textos bíblicos.
(nota 90) En esa línea, habría que señalar las inmensas lecturas de los pensadores jansenistas franceses del XVII de
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
que hace gala Bolifón dentro, además, de una despreocupación que pudo escandalizar a más de un clérigo español
coetáneo. Nicoló aparece calificado como «gran filósofo cristiano» y a Natal Alexandre lo llama «docto y celante doctor
sorbónico» y en otra ocasión «celantísimo teólogo y doctor
parisiense en sus doctos comentos a las epístolas canónicas
(cuyo tomo de insignes obras justamente en los días pasados he tenido en mis manos ...)». El jurista napolitano conocía muy bien la obra del historiador jansenista Le Nain de
Tillemont al tiempo que celebra los «Pensamientos que el
célebre Blas Pascal fue apuntando para la insigne obra, que
premeditaba y fue impedido por su temprana muerte de
escribir para defensa de la verdad, santidad y pureza de
nuestra sagrada religión».
En esas coordenadas hay que encuadrar el interés de
Bolifón por los temas bíblicos. Así conocerá la famosa obra
del abate Agustín Calmet sobre la Biblia. Y, cuando en viaje
por el Mosela, el hecho de que leyese el Nuevo Testamento
en latín, provocó que «un calvinista, que estaba sentado a mi
lado, me tomase por uno de los suyos; y habiéndole yo respondido a la prequnta que me hizo que yo era católico, me
pidió excusa de que lo había juzgado así por haberme visto
leer en aquel libro».
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Hay que incluir a Bolifón en el grupo de los ilustrados o preilustrados cristianos que buscan una religión interiorizada y
personal. En consecuencia, suspirará por una religiosidad
consciente y razonada lamentando que muchos «que por su
estado profesan letras y estudios... se contentan en punto de
religión con la fe que llaman de carbonero». Ahora bien, la fe
ilustrada deseada le llevará a exigir una participación directa
y personal de los seglares en aspectos doctrinales o morales de la Iglesia. Y la razón que alega es profundamente teológica -y ya había sido utilizada por Erasmo- pues «la verdad
es común a todos los fieles, que todos participan, en alguna
parte, al real sacerdocio del Hijo de Dios Humanado y que el
celo de la misma y de la honra de la casa de Dios, que es la
Iglesia: Templum enim Dei sanctum quod esos vos (I ad Cor.,
I, 17), nos toca a todos los que tenemos la dicha de ser sus
hijos». (nota 91) No se encuentra en todo el siglo XVIII español un planteamiento de los derechos del seglar en la Iglesia
expuesto con tanta claridad y lucidez como en estas palabras de Bolifón comentando El orador christiano de Mayans
(1733) y habría que esperar hasta las Cortes de Cádiz para
ver defendida con similar energía -nunca superior- la dignidad del simple bautizado en la Iglesia.
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Filojansenismo evidente, pero no beatería barata. Porque
Bolifón era un humanista con toda la apertura de criterio
necesaria para comprender tanto el mundo clásico pagano
como las nuevas corrientes intelectuales europeas. La
corriente erasmiana de reconocimiento de los valores humanos del paganismo como intrínsecamente buenos había
encontrado la oposición de los jesuitas de «Les memoires de
Trévoux» que veían el peligro de limitar el deseo de felicidad
y virtudes cristianas en las humanas y terrenas. En cambio,
entre los libertinos, en su defensa de la moral natural,
Epicteto será el autor más elogiado. Pues bien, Mayans no
sólo compró un ejemplar del Epicteto para un amigo del
deán, (nota 92) sino que ofreció otro a Felipe Bolifón que se
apresurará a agradecer.Y, una vez en su poder, escribirá con
espontaneidad: «Recibo la favorecida de Vm. del día 11 junta
con el Epicteto, el que es muy bueno y de una forma que era
justo a propósito para incluirle en un pliego de carta, lo que
no podía hacerse si hubiera sido de la otra edición, en que
yo antes la había tenido; y, aunque en ésta sea la letra más
pequeña, no importa porque tengo buena vista, gracias al
Señor. Repito, pues, a Vm. mi fino agradecimiento por este
regalo que es tan de mi gusto... ». (nota 93)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Carta de Felipe Bolifón a don Gregorio Mayans y Ciscar desde Alicante
(3 de julio de 1973).
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Buen humanista, Bolifón saborea la belleza literaria allí
donde esté y goza con el mundo clásico. Hombre educado
en la Nápoles de fines del XVII no podía estar ajeno a la filosofía cartesiana. Y espléndida prueba para demostrarlo se le
presentó en 1726. Mayans había mantenido en esa fecha
una violenta polémica con sus adversarios universitarios en
la que improvisó un discurso sobre las teorías sobre el origen del viento que envió con prontitud a Bolifón. El napolitano celebró el discurso de don Gregorio a quien calificaba de
vindicador de la gloria literaria española de tal forma que
ahora no podría decir Malpighi que, «praeter hispanos et
moscovitas, qui adhuc in tenebris..», los europeos habían
emprendido el camino de las luces. Pero «en las opiniones
tocantes a la causa de los vientos, se ha contentado Vm. con
su Plinio y Séneca dejándose a los modernos y, sobre todo,
a la gran luz de la filosofía, Renato Descartes, cuando en
estas cosas físicas es preciso confesar que los modernos, y
sobre todo éste ya dicho, se han dejado muy atrás a los
ancianos...». (nota 94)
Bolifón comprendía que en una discusión improvisada apenas se pueden utilizar todos los textos y que apenas se
puede precisar. Sin embargo, ante las razones expuestas por
Mayans de que no utilizó los testimonios cartesianos por
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
temor al ambiente universitario valenciano, el napolitano
exclama: «Toda la política del mundo no me hubiera impedido de nombrar Cartesio, aunque fuese este nombre más
odioso en esas partes que el de Calvino y Lutero; y más
cuando se trata de referir solamente las vacías opiniones de
los filósofos naturales, sin adoptar ninguna de ellas por propia...» (nota 95)
Este personaje se convertiría en amigo y corresponsal del
deán y su hombre de confianza y confidente en el campo de
las letras. Aislado de los círculos literarios y en un ambiente
nada propicio para el cultivo de las letras, Martí necesitaba
de un interlocutor entendido, porque los clérigos que le
rodeaban sabían, en todo caso, cuatro latines y mucho ergoteo. Y no resulta difícil comprender el entusiasmo del deán al
encontrarse con un humanista que podía escribir en latín,
había conocido a Gravina y Montfaucon y podía hablar de
Descartes. Era su único vínculo con el mundo de la cultura.
Bolifón era, además, el personaje clave para unir al deán con
la sociedad alicantina. Bien relacionado por su cargo de
superintendente de rentas reales, introdujo al nuevo canónigo en el mundo de los regidores y pequeña nobleza ciudadana. No es que los Scorcia, Paravicini, Pascual..., supieran
mucho latín o griego, pero constituían el grupo social más
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
elevado de la ciudad y, en todo caso, podían presumir de
amistad con un humanista de categoría reconocida sin que
ello impidiera, naturalmente, un sincero afecto por el deán.
En ese sentido deben interpretarse los cariñosos saludos
transmitidos en la correspondencia de Martí a Bolifón durante la segunda estancia del deán en Roma.
La amistad de Bolifón era de otro calibre y se basaba en
razones más profundas, como explica el mismo italiano:
«mutuis officiis, communibusque studiis, ac quotidiano hic
olim et familiarissimo vitae usu conglutinata». (nota 96) Es
decir, los servicios mutuos, estudios comunes y la cotidiana
convivencia en Alicante soldaron perpetuamente su afecto.
Sin afán de precisar todas las manifestaciones de amistad,
múltiples y variadas, quisiera mencionar las relaciones con
amigos comunes, la colaboración intelectual, los varios matices de su afecto y el ambiente alicantino que subyace en su
correspondencia. (nota 97)
Sorprende el interés que manifiesta Martí, desde el primer
momento, por dar a conocer a los intelectuales amigos el
hallazgo del humanista napolitano. Es conveniente advertir
que tenían amigos comunes: Gravina, Langladio, médico de
la reina cuya enfermedad comunica Bolifón y lamentan Martí
y Gravina en Roma. (nota 98) Más interesante resulta consÍNDICE
70
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
tatar la serie de amigos que, conocidos por uno de los dos,
inician correspondencia con el otro. Interián de Ayala recibió
las primicias de la nueva amistad y no tardaría en entrar en
relación epistolar con Bolifón, así como José Manuel
Miñana, el discípulo predilecto del deán en Valencia, a quien
había enseñado griego y había inducido al estudio de la historia. Sin embargo, la amistad más íntima y duradera fue la
de Gregorio Mayans que había oído hablar con elogio de
Martí nada menos que a Tosca y Miñana durante sus años
de estudiante universitario en Valencia. Siendo estudiante en
Salamanca, don Gregorio escribió una carta latina al deán
que quedó sorprendido de la belleza de estilo. Era el inicio
de una sólida amistad esencial para la cultura española del
XVIII. (nota 99) El sorprendido deán pasó la carta a Bolifón
lo que facilitó el inicio de una amistad que se prolongó hasta
la muerte del napolitano. Don Gregorio incluyó en sus
Epistolarum libri VI cartas latinas de Bolifón y le pidió un juicio sobre El orador christiano. Pero al mismo tiempo recibió
las confidencias del napolitano molesto por las excentricidades del deán y, cuando llegó el momento de la ruptura con
Martí, don Gregorio trató con delicadeza suma a los dos irritados humanistas..
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
También Bolifón proporcionó amigos al deán. Le ganó, en
primer lugar, el afecto de su hermano César, residente en
Roma, que, al servicio del embajador español cardenal
Acquaviva, se convirtió en uno de los admiradores de Martí
cuya correspondencia latina y trabajos manuscritos pudo
observar detenidamente. (nota 100) Joven hábil y juicioso
había merecido que «amplissimus enim cardinalis Aquaviva,
regius legatus, eius fide, prudentia, industria perspectis,
videtur quaedam illi publica negotia credidisse, nec sane
levia, nec extricatu facilia nec periculi expertia». (nota 101)
Circunstancias que pueden explicar la sorprendente facilidad
de acceso al cardenal que observamos en la correspondencia del deán. Más tarde será César Bolifón, ya en Madrid,
quien cuidará de la edición de la Apasterosis.
La amistad de Bolifón propició, asimismo, las relaciones de
Martí con José Bustanzo, secretario de la embajada de
Génova en Madrid y uno de los más íntimos colaboradores
de Mayans en los trámites para editar las cartas latinas del
deán. Bustanzo y el embajador inglés, Benjamin Keene,
pagaron los gastos de impresión y don Gregorio se vio obligado a dedicar la Martini vita al genovés, para obsequiar con
la dedicatoria de Epistolarum libri XII a Keene. (nota 102)
También parece deberse a los hermanos Bolifón la cordialiÍNDICE
72
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
dad con que el príncipe de Cellamare y duque de Giovinazzo
trató los asuntos literarios de Martí. En ese ambiente hay que
enmarcar la espléndida carta latina del deán explicando una
inscripción conservada en el museo de Cellamare.
(nota 103)
Tantos amigos comunes están en función de una intensa
colaboración intelectual. No quiero decir con ello que los dos
humanistas residentes en Alicante iniciaran una actividad
cultural común y que aportarán sus conocimientos del
mundo clásico a una empresa de amplios vuelos. Su disparidad de carácter no facilitaba esa colaboración. El deán era
un humanista sumergido en el mundo clásico y su máximo
goce era el hallazgo de unos endecasílabos similares a los
de Catulo o en el sabor ciceroniano de una bella prosa latina. En este sentido, Bolifón no calzaba tan elevado coturno.
La colaboración tenía que ser adecuada al individualismo del
deán y a las ocupaciones jurídicas de Bolifón.
Así Martí comunicará a su amigo las gestiones emprendidas
para editar en Londres la traducción latina de los
Comentarios de Eustacio a Homero o la solicitud hecha a
Montfaucon para que procurase publicar en París las cartas
latinas (nota 104) o manifestara su entusiasmo ante la
Crítica histórico-cronológica de Antonio Pagi en que el capuÍNDICE
73
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
chino francés corrige con agudeza y erudición los Anales
eclesiásticos de Baronio. Tanta fue la admiración que suscitó en el deán que no dudará en exclamar: «Habemus in uno
hoc scriptore summum chronologum, egregium historicum et
criticorum omnium longe principem». (nota 105)
Bolifón, en cambio, corresponderá con otras noticias literarias. Su estancia en la Corte le permite visitar las bibliotecas
del príncipe de Cellamare, del amigo de la infancia José
Capua o de Jerónimo Pardo. Con su ayuda, en especial de
Pardo, pudo leer los comentarios de Agustín Calmet a la
Sagrada Escritura recientemente aparecidos en París. Los
elogios al trabajo de Calmet brotan espontáneos: obra egregia, grande, eximia y superior a toda alabanza, que resume
y contiene cuanto ha sido escrito sobre la Escritura por antiguos y modernos, paganos, judíos o cristianos. Bolifón no
dejará de precisar que las Disertaciones y los Prólogos a
cada uno de los libros de la Biblia están reunidos en edición
separada y pueden comprarse en Madrid (nota 106) Resulta
curioso constatar que la noticia no cayó en el vacío. Unos
meses más tarde, en plena canícula, escribía el deán a
Mayans: «Ya que Vm. me da cuenta de su ocio literario, retorno ese oficio con decirle que no he traído a esta huerta otros
libros que el breviario y tres tomos de Disertaciones bíblicas
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
sobre los lugares más dificultosos del Viejo y Nuevo
Testamento. Aunque de este último es poco lo que hay, están
escritos en francés, y es su autor el P. Agustín Calmet, monje
benito, el cual ha impreso también veintiséis tomos de
comentarios sobre toda la Escritura. Y aunque todos sus
escritos son maravillosos, pero en las Disertaciones, que
estoy leyendo, se ha excedido a sí mismo. Ya he concluido el
primero y segundo tomo. Pero me cuesta una fluxión a los
ojos, que no sé cómo saldré de ella». (nota 107)
No obstante, la colaboración más interesante que prestó
Bolifón a la actividad literaria del deán fue, sin duda, su interés y esfuerzo para hacer públicos tanto el poema
Apasterosis como la correspondencia latina. La Apasterosis
fue redactada por el deán en la villa del Pobil durante sus
vacaciones veraniegas de 1721. Se trata de la conversión en
estrella del arca que le había acompañado en sus viajes por
Europa. Ahora, retirado definitivamente en Alicante, el
mundo de la cultura y de las letras -simbolizado por el arcase convierte en una estrella, elevada, bella y luminosa, pero
lejana e inalcanzable. Era la situación psicológica del frustrado deán que la dedicó a su entrañable Bolifón. Prendado
de la belleza de expresión, de la armonía y sonoridad latinas,
el napolitano propuso a su hermano César que procurase
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
editarla en Madrid. Y en 1722 vio la luz pública acompañada
de una introducción con los más cálidos elogios y una breve
pero bien esquematizada biografía que debió llenar de satisfacción al deán. (nota 108)
No podemos olvidar que también Epistolarum libri XII llegó a
la prensa gracias a una insinuación del napolitana. Bolifón no
era hombre de empuje suficiente para llevar a cabo la
empresa: preparar los materiales, corregir las pruebas,
redactar la biografía... Del trabajo cuidó Mayans. Pero de
Bolifón partió la idea. Después de recordar a don Gregorio
que el deán no había publicado otra cosa que la Apasterosis
y las breves referencias facilitadas por Montfaucón, añadía:
«Otra obra suya no hay impresa. Pero, pues Vm. tiene
correspondencia con hombres eruditos de allende los montes, podría procurar y esforzar con todo su crédito que alguno entrase en la edición de sus admirables epístolas, que
sabe de qué precio son y cuán grande aceptación tendrían
en todo el orbe literario, en que es tan conocido y celebrado
su nombre. Tendrá de ellas hasta unas tres centurias y
podrán hacer un justo tomo en folio o dos medianos en cuarto, que es la forma que mejor me parecería ...». (nota 109)
Las gestiones de don Gregorio para conseguir editar las cartas latinas del deán aparecidas en 1735 las he narrado en el
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
estudio, preliminar al Epistolario Mayans y Martí y ahora no
interesan. Pero sí resulta oportuno recordar esa iniciativa del
napolitano, amigo fiel del anciano y achacoso deán.
Porque Manuel Martí era una persona difícil. Sensibilizado
hasta el extremo por las continuas frustraciones, junto a la
conciencia que tenía de su categoría literaria en las letras
clásicas, la convivencia con el deán no era siempre agradable. Por supuesto, Mayans, el hombre que más hizo por la
fama del deán, recibía unas rociadas increíbles de protestas
y rabietas, pero le llegaban por medio de la correspondencia.
En todo caso, el catedrático de Código de Justiniano o bibliotecario real, estaba lejos y los prontos de genio del anciano
le llegaban atenuados. En cambio, Bolifón, compañero inseparable del paseo cotidiano, recibía directamente los más
calurosos plácemes y los más airados desplantes.
Porque la presencia del napolitano en Alicante resultaba
esencial tanto para la actividad literaria del deán como para
su equilibrio psicológico. La conversación literaria constituía
una necesidad vital y sólo Bolifón podía convertirse en un
interlocutor válido. De ahí que los baches psicológicos más
profundos del deán tuvieron lugar durante la ausencia del
superintendente que residió en Madrid de 1726 a 1729.
Dificultades en el desempeño de su gestión como superinÍNDICE
77
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
tendente le obligaron a trasladarse a la Corte. Y allí recibió
Bolifón bellísimos versos latinos del deán. Unos de felicitación y alegría por el nacimiento de los hijos del napolitano.
Otros, tristes como fruto del desengaño ante el desprecio
hispano por las letras: los famosos endecasílabos iniciados
por Infaustis avibus... (nota 110)
La alegría de Martí por el regreso del amigo fue sincera. Pero
la cotidiana convivencia y la difícil vejez del deán complicaron las cosas y pusieron a prueba la amistad. Insinuada la
edición de Epistolarum libri XII, el napolitano se proponía
pasar por las noches a casa del deán para redactar los
Apuntes autobiográficos que había solicitado Mayans.
¡Cuánto hubiéramos ganado! La copia corrió a cargo del
coadjutor Tomás Fabián, hombre, según confesión propia,
sin principios. Porque una discusión mantenida por el
muchacho de Martí con Vicenta Linares, esposa de Bolifón,
y la terquedad del deán por mantener su dignidad, que consideró ofendida, distanciaron a los dos viejos amigos. Martí
quiso cargar la culpa sobre la esposa y mantener las buenas
relaciones con el marido. Este exigió las reparaciones, o al
menos un gesto de buena voluntad, y mantuvo su dignidad.
En consecuencia, Bolifón estuvo al margen de la copia de
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
las cartas latinas y sólo conocía las noticias que continuó
transmitiéndole Mayans. (nota 111)
Hubo un momento, no obstante, en que el deán, airado por
el traslado de don Gregorio a Madrid al ser nombrado bibliotecario real (quizás pensara en que abandonaría la edición),
exigió se le devolvieran los manuscritos. Así se cerraba las
puertas y en su desesperación mantenía una vida al margen
de toda actividad literaria. He aquí uno de los testimonios
que nos ha dejado Bolifón: «El amigo de aquí se mantiene
firme en sus trece, y ciertamente no deja de admirarme llegue a tanto su extravagancia y haya hecho tan poco caso de
mi amistad, que no se haya hecho cargo de la indignidad
cometida y procurado exonerarse de él por medio de alguna
competente o mediana satisfacción a mi mujer, a quien tan
puercamente ha ofendido. Pero allá se las haya y se quede
en la soledad en que se halla, privado de toda compañía,
fuera de la de dos clerigotes adarbes que le ven alguna vez,
porque pueden aguantarle, y de una tienda de un sucrero en
la calle mayor adonde va mañana y tarde a sentarse y ver al
pueblo, como él dice». (nota 112) Debilidades humanas
observadas por el mismo Bolifón «con el dolor de ver que
tanto griego y latín, tanta crítica, elocuencia y poesía y tanto
de filosofar al mentem stoicorum, no le hayan servido a este
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
buen hombre para enseñarle a vivir entre la gente y a refrenar sus pasiones». (nota 113)
Martí no se humilló y Bolifón mantuvo su altivez y dignidad.
Pero en el campo de las letras Mayans serenó los ánimos.
Incluyó, con asentimiento y aun alegría del deán, las cartas
latinas de Bolifón entre las del deán y, en la Martini vita, elogió, como era justo, la amistad y buenos oficios del napolitano. Y el mismo deán no dejó de reconocerlo en los Apuntes
autobiográficos: «en su profunda melancolía, que hubiera
acabado con su vida, a no haber tenido su espíritu el desahogo del trato y amistad de D. Felipe Bolifón..., hombre
docto, erudito y amigo íntimo, con quien únicamente respiraba el deán».
No quisiera finalizar esta larga exposición sobre la amistad
entre los dos humanistas sin aludir a ciertos aspectos relacionados con Alicante. Tanto el deán como el superintendente vivieron muchos años aquí y escribieron copiosamente. En consecuencia, no resultaría difícil escoger una serie
de noticias referentes a la vida ciudadana. No es ésta mi
intención. Sólo me interesa señalar cómo, gracias a la
espléndida dicción del deán, varios aspectos sociales y rurales alicantinos fueron conocidos por los humanistas europeos.
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Apenas establecido en Alicante y antes de emprender su
segundo viaje a Roma, Martí intenta explicar a su amigo
Interián de Ayala su tipo de vida: la distribución de la casa, la
cantidad y naturaleza del servicio, los amigos... Nada de particular, es cierto. Pero la forma de exponerlo es de una belleza suma. El deán busca las palabras y giros de Plauto con lo
que el lector cree estar ante una estampa clásica latina: la
cocinera africana con una mancha en la frente, la vieja ama
de llaves, el muchacho que sirve de recadero y amanuense
y hasta la perrita llamada Μελανóρυγχος por su ocico negro.
De mayor belleza, si cabe, es la descripción de la Villa del
Pobil, que el deán latinizó como «Villa Popiliana», residencia
veraniega. Aquí aparece el campo alicantino, descrito por
quien vive en la ciudad, pero con reminiscencias de Cicerón
y Horacio. Hoy, que hemos perdido el gran conocimiento del
latín que tenían nuestros ilustrados difícilmente podemos
saborear la belleza expresiva de la descripción. Mayans en
su biografía de Martí no se atrevió a competir. Sólo se limitó
a transcribir casi literalmente. Superarla era realmente imposible.
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Jacinto Segura: las dificultades de la crítica histórica
Menor vinculación intelectual con Martí mantuvo el dominico
Jacinto Segura. Aunque nacido en Alicante, su ingreso en la
orden de predicadores desde la juventud le apartó de la ciudad y le obligó a seguir la carrera académica habitual de los
dominicos. Pero Segura es más famoso por su actividad de
historiador que debe ser encuadrado cronológicamente en el
período de transición entre los historiadores del tardo barroco español y la historiografía ilustrada, entre Nicolás Antonio
y Mayans. Y, por supuesto, hay que estudiarlo dentro del
grupo valenciano.
En este sentido, unas palabras del deán nos permite establecer el marco adecuado: «Lo mismo digo del escrito del P.
Segura, a quien conozco muy bien, y sé que es un religioso
muy erudito y que ama la crítica» (nota 114). Desconozco
cuáles fueron en concreto las relaciones de Martí con
Segura pero las palabras transcritas demuestran que el deán
incluía al dominico en la línea del estudio de la historia con
método crítico y no precisamente dentro de la tan denostada
escolástica. Por lo demás, el dominico conocía personalmente a Felipe Bolifón como lo afirma en las polémicas que
mantuvo con los autores del Diario de los literatos de
España: «Es mera ficción que en mi Digresión me oponía al
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
P. M.° Feijoo: ni tal cosa ocurrió a mi imaginación y está claro
al principio de la Digresión, que es éste: Pareció menos
decente a cierto erudito que citásemos al «Teatro de la vida
humana» y al «Diccionario» de Calepino. Por justas causas
y para la enseñanza de los históricos nuevos, a que dirigimos esta institución preliminar, damos razón de no deferir a
su dictamen. El erudito, de que hablo, era D. Felipe Bolifón,
jurisconsulto, vecino de Alicante, donde conferí con él y me
prestó las Memorias Eclesiásticas, obra de Sebastián Luis le
Nain de Tillemont, otras del abad Agustín Calmet y diversos
libros». (nota 115)
En el fondo, Segura responde al ambiente valenciano dominado por las preocupaciones históricas durante los primeros
años del siglo. Los planteamientos filosóficos eclécticos postura defendida por Tosca, Berní y el mismo Mayansconstituía un paso fundamental en la independencia del historiador que estudia los distintos textos originales; el conocimiento de las corrientes historiográficas extranjeras; el método crítico, herencia de Nicolás Antonio; el humanismo crítico
que entraña la actividad cultural del deán..., incidieron en el
ambiente intelectual valenciano. De ahí que, dentro de una
perfecta coherencia, Miñana abandone los estudios humanistas para dedicar los últimos años de su vida a la historia
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
y el jurista Mayans tome la vanguardia del movimiento de crítica histórica. En la misma línea, Jacinto Segura, habiendo
estudiado teología escolástica, será conocido por sus libros
de historia, especialmente por el Norte crítico (1733). Esta
vinculación inicial al grupo valenciano aumentará con el
tiempo gracias a la correspondencia literaria con Mayans
debida, en gran parte, a las polémicas suscitadas por los
autores del Diario de los literatos de España. Pero en aras de
la claridad expositiva, sigamos el orden cronológico que nos
permita comprender el sentido y alcance de la obra histórica
de Jacinto Segura.
El Norte crítico es esencialmente un libro de pedagogía histórica. Desde la perspectiva teológica, en que se coloca
Segura, está dirigida a los principiantes de historiadores a
los que desea orientar en el uso de los instrumentos conducentes al conocimiento de la verdad. No es de extrañar este
interés de los teólogos puesto que en el campo de la historia de la Iglesia surgieron las primeras y definitivas manifestaciones de criticismo histórico. La actividad de los bolandistas con Acta sanctorum, Mabillon en De re diplomatica,
Baluze con su edición de los concilios de la antigua Galia...
contribuyen de manera decisiva al nacimiento de la nueva
ciencia histórica.
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Segura no parte, por tanto, de la nada. Tenía antecedentes
ilustres en su misma orden dominicana pues Melchor Cano
había establecido en De locis theologicis la importancia de la
historia escrita con rigor para el teólogo. Pero el autor del
Norte crítico tenía otras pretensiones. Su fin no era estudiar
la historia como uno de los lugares teológicos (Melchor Cano
le dedicaba el libro undécimo) sino enseñar el método crítico que había formulado la historiografía del XVII. En consecuencia, necesitaba conocer la bibliografía moderna, tanto
extranjera como española, que a fines del siglo anterior
había sistematizado el estudio de la historia.
Mabillon, en primer lugar. Dados los fines pedagógicos propuestos, resulta lógico que Segura cite con más frecuencia
el Tratado de los estudios monásticos que el De re diplomatica, libro este último más polémico y especializado. El
Tratado constituía un ejemplo a imitar pues exigía los estudios de historia eclesiástica para la formación de un buen
teólogo. (nota 116) Por lo demás, Segura conocía bien la
bibliografía histórica francesa: Vallemont, Pagi, Tillemont,
Baluze, Elias du Pin, Launoy, Fleury... Es decir, todos los tratados de metodología (Vallemont), la práctica del método crítico (Pagi, Launoy), la edición de fuentes documentales
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
(Baluze) o los estudios sobre la primitiva iglesia (Tillemont,
Elias du Pin, Fleury...).
También conocía bien los trabajos de historia crítica españoles y, de manera especial, Nicolás Antonio, cuya Bibliotheca
Hispana constituye hito fundamental en el establecimiento
de la crítica en España. La Bibliotheca Híspana Vetus del
canónigo sevillano y las Disertaciones eclesiásticas de
Mondéjar forman parte de la bibliografía utilizada por Segura
para combatir los falsos cronicones que, desde fines del XVI,
habían corrompido la historia eclesiástica española.
(nota 117) Menos conocimiento manifiesta de la historiografía italiana pues, aunque cita con frecuencia a Enrico Noris,
todavía en 1737 desconocía a Muratori como le echarán en
cara sus émulos del Diario de los literatos.
El Norte crítico debe ser estudiado dentro del gran ciclo de
la historiografía abierto por Mabillon centrado en la exigencia
del documento como instrumento de crítica contra toda ficción, trátese de falsos cronicones o de tradiciones eclesiásticas no fundadas. Desde esa perspectiva se comprende la
estructura del libro. Considerando ya introducida la crítica en
España y no existiendo ningún tratado dedicado especialmente a su estudio, Segura considera oportuno poner al
alcance de los principiantes los conocimientos que su larga
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
experiencia personal le ha permitido adquirir. De entrada
confiesa su disposición a evitar los dos extremos: escepticismo histórico que quiere negar cuanto se haya dicho o
superstición que acepta cuanto por leyendas o tradiciones
nos ha llegado. Era el problema de sus coetáneos españoles
pues aparece por esas fechas en Mayans y en Feijoo.
(nota 118)
Ahora bien, esa actitud centrada en el equilibrio no está fundada en el temor, que rechaza explícitamente, sino en la exigencia de la verdad. «La suma importancia, dice, de la verdad en la historia es la principal y como única causa de la
invención y uso de la crítica ... Conviene establecer el certísimo concepto de que la historia requiere precisamente la
verdad, cuanto sea posible, para que se manifieste por este
medio la necesidad de la crítica». (nota 119) Es decir, el fin
de la historia es la búsqueda de la verdad y la crítica es un
instrumento en manos del historiador para alcanzar su conocimiento. La verdad será, por tanto, el límite de la crítica. A
partir de esas afirmaciones fundamentales, Segura analizará los instrumentos que le permitan buscar la verdad: cronología, geografía, pero, sobre todo, la forma con que hay que
acercarse a las fuentes históricas y, en consecuencia, la
metodología crítica.
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
El autor se preguntará por la fe debida a los escritores (paganos, sibilas, herejes...), a los apócrifos en general y a cada
uno de ellos en particular, desde las cartas de Séneca a san
Pablo a los falsos cronicones fingidos por el P. Higuera o
Lupián Zapata, qué grado de asentimiento merecen las afirmaciones históricas contenidas en los Santos Padres o en
los documentos eclesiásticos (Breviario, Martirologio...), qué
crédito merecen los autores que escriben a distancia de los
hechos y, en consecuencia, el valor del argumento negativo
aplicado a las tradiciones históricas.
Eran los temas que preocupaban a los historiadores españoles del XVIII, en especial la relación entre argumentos históricos y tradiciones pías. El sentido que muchos escritores
daban al concepto de «piedad» -vinculando la existencia de
una tradición piadosa a los actos eclesiásticos o populares
unidos al culto de una reliquia o al recuerdo de un hecho con
escasa o nula fundamentación histórica- explica muchas
polémicas. En la línea de defensa de la «piedad» hay que
incluir a Segura y también al P. Flórez, el autor de la España
Sagrada. Actitud que nos facilita la comprensión de muchas
de las inconsecuencias apreciadas en el Norte crítico.
Porque su autor utiliza en el análisis de problemas históricos
vinculados a tradiciones «piadosas» argumentos extrahistóÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ricos, como criterios de valor: carta de la Virgen que, según
la tradición, se conservaba en la catedral de Mesina, venida
de Santiago a España... Segura es consciente de que tales
argumentos no entrañan certeza histórica, pero siempre
contribuyen a avalar un prudente asenso. Valgan, como
ejemplo de su argumentación, las palabras que dedica a la
tradición jacobea: «Cuando la tradición histórica está generalmente recibida en toda una nación y de común consentimiento para los escritores de la misma que de muy antiguo
han convenido en reconocerla y propagarla, es muy digna de
prudente asenso, y de muy grande autoridad si fuese en
cosas de historia eclesiástica con el consenso y aprobación
universal de todas las iglesias metropolitanas, catedrales y
otras de la misma nación. En este caso se verifica con más
propiedad que en los precedentes lo que Tertuliano dejó
escrito: «Quod apud multos invenitur unum, non sit erratum
sed traditum. De praescriptione, c. XXVIII ». (nota 120)
No hay que escandalizarse ante la falta de rigor crítico, predicado en la obra y transgredido en un caso concreto por el
mismo autor por respeto a tradiciones que considera «piadosas». En el mismo escollo tropezará años más tarde el P.
Flórez y no temerá confesar su diferente criterio metodológiÍNDICE
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
co pues antes prefiere pasar por transgresor de la crítica que
por despreciador de la «piedad». (nota 121)
En cambio, Segura vio con claridad la distinción entre los
documentos eclesiásticos y los hechos históricos en ellos
contenidos. Una cosa era la validez jurídica o legitimidad del
culto y otra, muy distinta, la certeza histórica de los hechos
afirmados. Valgan unas palabras clarificadoras: «De que
consta la distinción entre lo decidido directamente y aprobado por la Silla Apostólica y las historias referidas en la contextura y tenor de las Bulas y Decretos papales, separando
de éstas aquel alto grado de certidumbre que tiene determinado por los papas en todo género de causas. Esta discreción de lo narrado en la contextura y decidido en letras pontificias es muy necesaria: porque concebir infalible cuanto en
ellas se contiene es inteligencia vulgar y de imperitos».
(nota 122) Distinción que debe aplicarse, con mayor rigor, al
tratar de noticias históricas contenidas en las lecciones del
Breviario romano. Llamo la atención sobre esta sutileza porque en ella apoyará nuestro dominico una violenta polémica
mantenida con el P. Feijoo sobre la inocencia o culpabilidad
de Savonarola.
El libro, con deficiencias innegables, era importante y constituía una de las mayores aportaciones al estudio de la hisÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
toria con rigor y método y fue muy bien acogido. Así lo
demuestra el hecho de que se publicara una segunda edición en 1736. Que tuviera defectos no exime del respeto por
la obra, como hizo Mayans, que, confesando las deficiencias,
continuó manteniendo amistad con el autor y colaborando en
las actividades intelectuales del dominico.
Ahora bien, en repetidas ocasiones, (nota 123)Segura discrepa del criterio de Feijoo. En muchos casos tenía razón el
benedictino y el error del dominico consistió en la defensa de
la «piedad» de que hablamos con anterioridad. En otras ocasiones, como en el comentario de Feijoo a unas palabras de
Melchor Cano relativamente elogiosas para con Erasmo,
Segura tenía razón en su censura. (nota 124) Pero existían,
sobre todo, las discrepancias sobre la figura de Savonarola
y Jacinto Segura publicó en 1735 Vindicias históricas por la
inocencia de Fr. Gerónimo Savonarola... Aunque a decir verdad, junto a la defensa de Savonarola, el dominico valenciano pretendió dar una lección de metodología histórica al
famoso Feijoo.
El benedictino gallego había escrito, en su primer volumen
del Teatro crítico, un discurso sobre los errores del pueblo
que muchas veces se mantienen inalterables pese a que los
hechos demuestren la falsedad de tales juicios. Entre los
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ejemplos de personalidades erróneamente mantenidos
como virtuosas por el pueblo, Feijoo señala a Numa Pompilio
(el rey sacerdote de los romanos), Sertorio, Mahoma y también Savonarola, aunque las profecías del último se han
demostrado falsas y, sobre todo, pese a la condena a la
hoguera de que fue objeto por tribunal eclesiástico.
(nota 125) En el paralelismo, y desde una perspectiva cristiana, salía malparado Savonarola y, como era lógico, no
todos aceptaron el juicio del benedictino gallego. Así apareció un folleto anónimo que, bajo el título de Tertulia apologética, venía a defender la virtud de Savonarola. Y Feijoo, que
no soportaba con mucha humildad las censuras, dedicó el
largo Prólogo apologético del tomo tercero de su Teatro crítico, no sólo a criticar al autor de la Tertulia, sino a condenar
al dominico italiano que pagaba de esa forma las iras del
benedictino. Porque Feijoo tomó en este caso las ínfulas del
maestro ofendido: «En cuanto a la segunda, ahora se verá
quién examinó mejor esta materia si el Apologista o yo...
Veamos ya lo que alega a favor suyo el Apologista para averiguar quién de los dos examinó con más madurez esta
materia. Apenas causa alguna se habrá visto más miserablemente defendida». (nota 126)
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
El planteamiento de Feijoo sobre la culpabilidad de
Savonarola no responde a las exigencias del historiador.
Empieza su Prólogo apologético señalando que nadie se
había escandalizado antes de que el «apologista» hubiera
contestado y el hecho de que los más prudentes hubieran
guardado silencio constituía una prueba de su propia cordura. Después de ufanarse de conocer el tema mejor que su
adversario anónimo, se pavonea al afirmar que el fin del
«apologista» es sacar tajada de su folleto puesto que la gracia de Feijoo hace vender los propios libros y los de sus opositores. El benedictino rechaza que sólo haya leído la obra de
Naude pues conoce otros autores que cita a continuación.
Pero el método feijoniano es muy deficiente: descarta a los
partidarios de Savonarola por parciales (¿por qué no rechaza a los adversarios por idéntica razón?); considera más
conveniente defender al general de los dominicos que a un
religioso particular; no quiere utilizar autores cuyas obras
han sido prohibidas (de condenadas las califica el benedictino) por la Inquisición; no es posible pensar en la justicia de
Savonarola cuando ha sido condenado en juicio por Roma;
da un elenco de autores, favorables, contrarios o dudosos
respecto a la inocencia de Savonarola, pero no valora los
argumentos ni analiza las fuentes originales...
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Realmente, Segura tenía un campo muy a propósito para
censurar el planteamiento histórico de Feijoo. Con un profundo conocimiento de la bibliografía, coetánea y reciente, y
con espíritu crítico, el autor de Vindicias históricas... expuso
el juicio de los autores no dominicos favorables a Savonarola
para seguir con los dominicos que defendieron su inocencia
y responder finalmente a las afirmaciones de los escritores
contrarios. Además, dedica un apartado a refutar explícitamente el planteamiento feijoniano que titula «Reflexiones
sobre algunos puntos traídos en el referido Prólogo apologético». No voy a seguir el proceso de réplica. Me limito a señalar los puntos fundaméntales que Segura echaba de menos
en el trabajo del benedictino gallego.
La imparcialidad es cualidad necesaria en el historiador.
Feijoo, sin embargo, no la cumple pues en todo momento se
nota la idea preconcebida acerca de la culpabilidad de
Savonarola. «¡Oh neutralidad ingenua! Mas, ¡oh infeliz artificio! Qué juicio de él, sino pésimo, puede hacer el lector con
vista de su empeñada, criminal y larga contradicción».
(nota 127)Argumentación sofística. El benedictino se atreve
a afirmar que en una sola línea ha dicho cuanto se puede
decir en favor de Savonarola. «¡Oh facilidad de ridícula astuÍNDICE
96
Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
cia! Como si el teatrista (Feijoo) escribiera para recién venidos de Angola». (nota 128)
Feijoo utiliza argumentos de autoridad, sin buscar documentación original o razones históricas. Hay dos afirmaciones del
benedictino que demuestran su criterio de que el historiador
se constituye en juez. «Protesto, escribe, que si yo fuese religioso dominico antes batallaría por el honor del General que
por el de Savonarola, porque mucho más se interesa cualquiera religión en la buena opinión de su supremo prelado
que en la de cualquiera particular súbdito». (nota 129) No
sólo juez, sino juez favorable a la autoridad constituida. Esa
actitud feijoniana da la impresión del superior del convento
que exige, en primer lugar y sobre todo, el reconocimiento de
la autoridad abacial.
No menos expresivo es el criterio del benedictino de que es
preferible defender la Sede Apostólica antes que a un religioso particular. También aquí resulta evidente la defensa de
la autoridad y Segura aprovechará la ocasión para censurar
a Feijoo, pues en el caso de Savonarola no se trata de cuestiones doctrinales ni de definiciones dogmáticas. «No piensen, escribe, que en toda cosa, si una vez emana de Roma,
lleva consigo infalibilidad y precisión a su cierta creencia».
(nota 130) Es decir, en cuestiones criminales como fue el
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
proceso de Savonarola, todos los tribunales, también la
Curia Romana, pueden equivocarse. (A tener en cuenta que
en el caso del dominico italiano se trató de un tribunal florentino.)
Finalmente, el uso de fuentes históricas de segunda mano.
Es una acusación constante en la pluma de los valencianos,
desde Mayans a Piquer, que censuran en el benedictino el
excesivo uso de diccionarios, especialmente franceses. En el
caso concreto de Savonarola, las palabras de Segura encajan con esa idea general: «El doctor parisiense Luis Moreri
en su Diccionario Histórico no omitió la memoria harto difusa de Savonarola como de varón señalado en el mundo. Así
como el reciente acudió al Diccionario de Moreri para transcribir de él la vida de Nicolás Maquiavelo (Teatro crítico, V,
Dic. 4, n. 1, p. 73), podía consultarle acerca de Savonarola, y
hubiera visto le es muy favorable (tomo V, 226, edic. 1718),
no ignorando Moreri la variedad que hay en los autores
sobre este punto». (nota 131)
Enfrentarse directamente -y en público- con el sabio oficial
constituía una audacia nada frecuente. Feijoo no contestó de
forma inmediata. Era su sistema de actuación: calla, espera
unos años y en el momento oportuno responde de manera
indirecta. Sistema que repetirá más tarde con El orador
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
christiano de Mayans. El ataque contra Segura vino por otro
camino.
El Diario de los literatos de España inicia entre nosotros un
género periodístico que había alcanzado gran difusión en
Europa. El ejemplo a seguir eran las revistas francesas, en
especial Journal des savants y Memoires des Trévoux. El
género de revista crítica, de alta divulgación con preferencia
literaria, ha suscitado el interés de los historiadores más
recientes y, en este sentido, es menester confesar que el
Diario de los literatos no sólo inició el género sino que mantuvo su cometido con dignidad. Aunque, y pese a sus votos
de imparcialidad, los autores del Diario (Salafranca, Puig y
Huerta), no siempre lo consiguen pues guardan diferente
medida censoria para amigos y para enemigos. Los autores
se sirven muchas veces de la ironía y en determinados
momentos alcanzan un alto nivel intelectual, como en el
caso de la crítica de los Orígenes de la lengua española de
Mayans. [lo obstante, en ningún caso toleran réplicas que
suelen repeler con violencia. En cambio, son muy sensibles
ante la adulación. Por lo demás, se manifiestan, desde el primer momento, apasionados admiradores de Feijoo y de
Sarmiento, «las dos lumbreras» del mundo literario español,
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
y, en algunos artículos, consiguen la colaboración de caracterizados intelectuales de la Corte. (nota 132)
Pues bien, el Diario de los literatos manifestó cierta animosidad contra los escritores valencianos, como consecuencia
de las divergencias que mantenían sus autores con Mayans.
En el primer volumen reseñaron libros de Bordazar, de Juan
Bautista Berní y en el segundo el Norte crítico de Segura y
los Orígenes de Mayans. Bordazar y Berní quedaron descontentos de la censura y pensaron replicar aunque, gracias
al consejo de Mayans, acabaron guardando silencio.
Respecto al Norte crítico, no se observan críticas de fondo.
En realidad, se dirigen a corregir imprecisiones de escaso
relieve o a exponer opiniones personales: Segura cita en
latín para ser entendido de pocos y alabado de muchos,
hace demasiadas digresiones que rompen el ritmo expositivo, no conoce el juicio de Muratori que desprecia el Teatro de
la vida humana por tratarse de una miscelánea, pierde
demasiado tiempo en defender que la historia es provechosa, habla de Bibliotecas en vez de Biblioteca de Diodoro
Sículo, se vanagloria al decir que lee libros de historia durante la hora de reposo, da a Lactancio como autor del De mortibus persecutorum que el P. Nourry (benedictino francés)
atribuye a Lucio Cecilio, no es exacto en las etimologías,
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
señala mal la distancia entre Farsalia y Filipos... Todo ello
expuesto con cierta ironía que pretende, al menos lo parece,
desairar al autor. No obstante, los autores no podían menos
de reconocer el mérito de Segura y lo confesaron abiertamente: «Finalmente, sin embargo de lo que se nos ha ofrecido advertir en general, o en particular, somos del dictamen
que la obra del Norte crítico debe colocarse entre las más
sólidas y útiles que se han publicado en nuestro siglo».
(nota 133)
No voy a seguir la evolución de la polémica, desagradable y
molesta. Segura se vio envuelto en una amplia red de intereses, envidias y rencillas y sus réplicas significaron una
pequeña parte dentro de las complejas divergencias surgidas entre Mayans y el Diario de los literatos por un lado y
entre el mismo Segura y Agustín Sales cronista de la ciudad
y reino de Valencia. Sales contaba con el apoyo de los diaristas con quienes mantenía correspondencia y a quienes
adulaba. Mayans, por su parte, mientras arremetía contra el
Diario en su Conversación de Plácido Veranio y facilitaba
noticias de la Corte a Segura para que pudiera replicar a los
diaristas con buen conocimiento de causa, mantenía el equilibrio en las divergencias entre Sales y Segura. Y los diaristas, en su afán de ganar adeptos en el ámbito valenciano,
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
responden halagando a Sales e incitándole contra Mayans
(cosa que no consiguieron) y contra Segura que mantuvo
una agria polémica de por vida con el cronista. (nota 134)
Dentro del sucio mundo de las polémicas literarias, tan frecuentes en el siglo XVIII, la mantenida entre Segura y los
diaristas resulta sintomática por el objeto debatido y la forma
de expresión pública. Los autores del Diario utilizan la revista -género que llega a una masa de lectores hasta entonces
desconocida- y su estilo ágil, irónico e hiriente, llama la atención y atrae al público. Segura, en cambio, se sirve de la clásica Apología y utiliza un estilo reiterativo, minucioso y a la
larga monótono.
No se trata de la discusión entre un escolástico (Segura) y
los preilustrados que buscan la apertura a las corrientes intelectuales francesas, como supone Castañón. (nota 135) El
objeto de la discusión es el gran tema del momento: relación
autoridad-razón. AI defender de manera tan calurosa a
Feijoo, los diaristas toman postura. En el fondo, censuran a
Segura su actitud tan favorable a las traiciones «piadosas».
La defensa de la «piedad» indujo al dominico a faltar al rigor
de la crítica histórica, bien aplicada en esos casos por Feijoo.
En cambio, al relacionar los acontecimientos pasados respecto a la autoridad, el benedictino gallego es quien claudiÍNDICE
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
ca mientras Segura discierne con exactitud el valor de la historia y el peso de la autoridad.
Ahora bien, la polémica con los diaristas vinculó a Segura en
una mayor intimidad intelectual con Mayans. Con toda certeza se conocían con anterioridad. La buena amistad del dominico con Martí y Bolifón era un fácil camino para acceder a
la amistad con Mayans. Dado que el erudito de Oliva y el
dominico de Alicante residían en Valencia, la correspondencia que conocemos empieza en 1733 con el traslado
de don Gregorio a la Corte como bibliotecario real.
El 16 de diciembre de 1733, apenas hacía dos meses que
Mayans residía en Madrid (los más íntimos ya sabían que
don Gregorio había encontrado los manuscritos de Nicolás
Antonio) Segura escribía al bibliotecario real. Le enviaba un
ejemplar del Norte crítico, recién aparecido, al tiempo que le
insinuaba la conveniencia de continuar la Bibliotheca
Hispana Nova que don Nicolás había interrumpido en 1670,
y nadie más preparado que Mayans. Dada la dificultad de la
empresa, el dominico se ofrece a colaborar en lo que está a
su alcance: pedirá datos a los provinciales de las órdenes
religiosas según las directrices que señalara don Gregorio.
(nota 136)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
La empresa no prosperó. Más aún, las relaciones entre el
erudito y el dominico pasaron por un momento difícil. Los
chismes y rumores provocaron recelos. El bibliotecario oyó
comentarios en Madrid en el sentido de que Segura había
dicho que Mayans era el autor de la Ortografía de Bordazar,
tema especialmente sensible para Mayans que había mantenido una polémica pública con Feijoo a quien había obligado a retractarse de similares afirmaciones. (nota 137) Los
rumores que llegaban a la Corte insinuaban que el dominico
había facilitado materiales para que sus émulos escribieran
contra el bibliotecario quien en ningún caso había ofendido
al religioso del que, en consecuencia, no esperaba ataque
alguno. (nota 138)
El mejor camino para disipar recelos era la comunicación
franca y sincera y las palabras de Mayans sirvieron para restablecer la confianza. Así, cuando surgieron las polémicas
con los diaristas, los dos valencianos colaboraron con fidelidad. Don Gregorio realizó en Madrid los trámites burocráticos ante el Consejo de Castilla para la publicación de las
Apologías contra el Diario de los literatos. Bastante antes de
surgir las polémicas públicas, Segura ya agradecía al bibliotecario real «la diligencia de Vm. suplicada por mí y el ofrecimiento de sus favores y oficios en las ocurrencias de mis
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
estudios y, si mis obsequios en algo fueren del agrado de
Vm. procuraré manifestar correspondencia y buena ley».
(nota 139) El dominico le envió un ejemplar de la segunda
edición del Norte crítico al tiempo que insistía en la conveniencia de que continuara la Bibliotheca Hispana Nova.
(nota 140) Mayans, en correspondencia, obsequió a Segura
con los Orígenes de la lengua española. Pero el ataque del
Diario al Norte crítico y a los Orígenes desvió su atención
que quedó centrada en las polémicas.
Mayans, más rápido y con más medios a su alcance, publicó la Conversación de Plácido Veranio que, a juzgar por las
noticias que comunica Segura, era muy leída en Valencia. Al
mismo tiempo había comunicado al dominico una serie de
noticias: deficiencias observadas en el Diario, noticias sobre
los autores (profesión, patria...). Porque Segura, pese al desprecio que sentía por los diaristas por su «idiotismo», se
manifiesta inquieto e intranquilo. Le preocupan las noticias
que recibe de la Corte en el sentido de que han encargado
la reseña del Norte crítico al P. Sarmiento pues, dada su
amistad con Feijoo, reaccionará con violencia al ver los ataques a las opiniones de su amigo y compañero de orden.
Ante la noticia comunicada por Mayans de que no fue
Sarmiento el autor de la censura del Norte crítico aparecida
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
en el Diario, Segura indica al bibliotecario pida perdón al
benedictino. Sin embargo, como noticias de otros amigos le
confirmaron que, si no había sido el autor, ciertamente había
influido en su redacción, el dominico precisa que no dé excusas a Sarmiento, si no las ha dado. (nota 141)
Las cartas de Segura escritas a fines de 1737 y durante los
primeros meses de 1738 manifiestan una preocupación
única: su Apología contra el Diario de los literatos. Agradece
las noticias facilitadas por Mayans sobre diaristas, colaboradores y autores (Montiano, Nasarre), manifiesta temor ante
el retraso de la licencia del Consejo, solicita informe acerca
del ambiente madrileño y si hay expectación ante su
Apología, transmite a Mayans las noticias facilitadas por
Mañer (sin pensar en la diferente actitud mental de uno y
otro así como los roces y divergencias públicas), (nota 142)
se manifiesta dispuesto a dar buena cuenta de Iriarte y
Nasarre así como protesta con indignación por el segundo
ataque de Salafranca a don Gregorio... (nota 143)
El último aspecto merece un breve comentario porque constituirá punto de colaboración entre Mayans y Segura. El
dominico conocía los intereses partidarios que había en
juego. Da por seguro que la crítica contra Martínez
Salafranca había disgustado al marqués de la Compuesta,
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
secretario de Gracia y Justicia, y a Blas Antonio Nasarre,
bibliotecario mayor del rey, porque ambos son aragoneses y
protectores de Salafranca, también aragonés. Sabía, además, que el Inquisidor General y arzobispo de Valencia,
Andrés Orbe, había prohibido dos obras de Nasarre (no se
olvide la amistad de don Gregario con el Inquisidor) y se
apresuró a comunicar a Mayans que el día 1 de junio de
1738 fue leído en la catedral y el día 8 en las parroquias el
edicto inquisitorial contra Desagravios de la mujer ofendida
de Salafranca. De todos estos datos deduce el apoyo que
Nasarre, movido por el resentimiento, prestaría a Salafranca
y los diaristas. (nota 144)
Dejando al margen los resentimientos personales, resulta
evidente que las relaciones de Mayans con Nasarre fueron
tirantes y que las delaciones que hiciera el bibliotecario
mayor a los diaristas provocaron las acusaciones más duras
contra don Gregorio. Este, a solicitud del barón de Schönberg, había enviado unas notas enjuiciando los libros españoles recientemente aparecidos y que habían aparecido en
Acta eruditorum de Leipzig. Sus juicios, generalmente duros,
señalaban las deficiencias del Diccionario de la Real
Academia de la Lengua y censuraba con especial actitud el
Teatro crítico de Feijoo. (nota 145) Mayáns había confiado a
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Nasarre su paternidad de las notas publicadas en Alemania
y el bibliotecario mayor se apresuró a comunicar la noticia a
los autores del Diario. Martínez Salafranca publicó el texto
íntegro acusando a don Gregorio de antiespañol por haber
manifestado a los extranjeros sus juicios negativos respecto
a figuras (Feijoo) e instituciones (Real Academia) consideradas glorias nacionales. Además, los diaristas no dudaron en
acusar al valenciano de no estar instruido en las leyes de la
crítica histórica al tiempo que le aconsejaban el abandono de
la palestra literaria. (nota 146)
La acusación de antiespañol, tan injustamente lanzada contra Mayans, unida a su tradición familiar austracista, constituirá una pesada carga sobre las relaciones de don Gregorio
con los gobernantes. (nota 147) Ahora me interesa especialmente insistir en el juicio de poco conocedor de la metodología histórica porque no tardarían en presentarse las circunstancias oportunas para que el valenciano demostrase precisamente en censura contra la obra de un diarista- quién
conocía los métodos históricos y quién se dejaba guiar por
las fantasías de los falsos cronicones.
Lo cierto es que ese mismo año de 1738 aparecía en Madrid
la España primitiva de Francisco Huerta y Vega basada en
un falso cronicón que, atribuido a Pedro, orador de Zaragoza,
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
había sido redactado por José de Pellicer en el siglo XVII. El
manuscrito se conservaba en la real biblioteca y no escapó
al conocimiento del consejero de Castilla y uno de los fundadores de la Real Academia de la Lengua González de Barcia
quien protestó ante el Consejo de que se diera licencia a
semejante obra. Pese a la protesta de las Reales Academias
de la Lengua y de la Historia, el Consejo encargó la censura al P. Sarmiento y a Mayans. El benedictino, astuto (había
colaborado con los diaristas, partidarios de Feijoo) manifestó
que la censura de Mayans era suficiente y evitó el compromiso. Don Gregorio, en cambio, quiso demostrar sus conocimientos históricos y dar una lección a quienes le habían criticado con tanta dureza y aceptó el encargo. Así nació la
Censura de la España primitiva.
En otro trabajo he estudiado el alcance de las polémicas y
he indicado la importancia de la obra de Huerta y Vega en el
desarrollo de la última etapa de los falsos cronicones así
como la trascendencia de la actitud crítica de Mayans.
(nota 148) Quiero insistir ahora en las óptimas relaciones
que mantuvo el bibliotecario real con el P. Segura que fue
uno de sus defensores en la ciudad del Turia.
En diciembre de 1738 el dominico conocía ya toda la historia sobre la España primitiva y había quedado sorprendido
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ante tanta audacia o tanta simplicidad. Su autor, pensaba,
debía ignorar las contradicciones que soportaron los falsos
cronicones y el desprecio recaído sobre sus autores, Román
de la Higuera o Antonio de Nobis. Pensaba que el
Gobernador del Consejo (cardenal Molina) no debía permitir
tal ignominia y, por supuesto, ningún valor le añadía la aprobación de los censores y de las Reales Academias «en que
reconozco, a más de ignorancia, astucia y fines perversos,
de que han dado prendas ciertas los concurrentes en ellas».
(nota 149)
Segura estaba convencido del éxito de la censura de
Mayans pero no dejaba de manifestar su inquietud. Apenas
transcurre un correo sin que pregunte al bibliotecario real por
el estado de las gestiones: «espero con ansia el éxito del
informe de Vmd. al Consejo sobre el libro de Huerta», escribía el 23 de diciembre de 1738. Las noticias de Mayans le
permitían conocer el interés de las Reales Academias en
defender la libertad de circulación de la obra. Porque si el
Consejo aceptaba la censura de Mayans (solicitaba se retirase el libro) sería el descrédito de las instituciones oficiales,
sobre todo después que don Gregorio había rechazado las
presiones del Director de la Real Academia de la Lengua,
marqués de Villena. En consecuencia, el dominico manifestó
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
su desprecio por los protectores de Huerta: «Veo el empeño
se hace en defensa del libro de Huerta, y ahora más estoy
con impaciencia de saber lo que determina el Consejo. Si
Huerta es de la Academia histórica y los otros son cuales él,
saldrá obra de tal crítica». (nota 150) Más todavía, el dominico señala la inconsecuencia que entraña el hecho de
haber encargado a Mayans un estudio para discernir el valor
de la obra y, después de demostrada la ficción del manuscrito base de la España primitiva, «dejarle correr, lo que no
puede ser sin nota muy fea de su verdadero compositor y de
nuestra nación». (nota 151)
A partir de ese momento, Segura manifiesta su impaciencia
por conocer la reacción de los intelectuales ante el libro de
Huerta y Vega. Está seguro de que «los cuerdos» lo despreciarán pero no deja de insistir en la conveniencia de «que se
diere al público la erudita y juiciosa censura de Vmd. al
supuesto libro de Pedro orador de Zaragoza, aunque ya
verán mi aviso de ser recientemente fingido». (nota 152)
Pese a las presiones que sufrió Mayans en ese sentido,
nunca se decidió a publicar la censura de la España primitiva. Envió copia a muchos historiadores (Burriel, Cerdá
Rico...) pero nunca permitió su edición. Sólo en 1789 apareció en el Semanario erudito, muerto ya don Gregorio. Lo
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
único que permitió fue que Segura enviase a la prensa una
nota indicando que el manuscrito base del libro de Huerta
era un falso cronicán fingido por el erudito aragonés José de
Pellicer. De ahí las palabras del dominico: «aunque ya verán
mi aviso de ser recientemente fingido». Palabras que serán
todavía más explícitas en la carta de 29 de abril de 1739: «El
aviso de la ficción del libro de Pedro el Orador me parece
está lo bastante, sin nota de Pellicer». Y tal como la envió
Mayans, Segura la incluyó en su Apología II contra el Diario
de los literatos.
Cuanto llevamos dicho supone confianza mutua. Mayans,
colocado en paraje donde podía conocer con más rapidez
las recientes publicaciones, comunicaba al dominico las
obras que pudieran interesar al dominico. Y Segura, siempre
preocupado por los temas históricos, lee con avidez al tiempo que expone sus juicios. Así no dejará de confesar que los
padres Manuel Cayetano de Soussa y Pedro José Miranda
le parecen demasiado crédulos con pretexto de motivos piadosos, (nota 153) al tiempo que pide los libros que abordan
temas por él estudiados en su Norte crítico. En esa línea hay
que señalar la solicitud para que Mayans le compre en
Madrid Disertaciones theológico-críticas sobre la autoridad
de las noticias en las lecciones del Breviario de Diego del
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Carro: (nota 154) Por su parte, el bibliotecario real pondrá al
dominico en relación con Francisco de Almeida, director de
la Academia de la Historia de Lisboa y con su hermano el
conde Azumar y virrey del Brasil. El virrey pedirá a Segura un
ejemplar del Norte crítico, solicitud que llenará de alegría al
dominico. (nota 155)
La amistad entre Mayans y Segura había quedado definitivamente consolidada. El dominico sabía en mayo de 1739
(tres meses antes de que sucediera) que don Gregorio abandonaba la Corte y se apresuró a indicarle que hiciera una
visita al conde de Gálvez, futuro duque de Alba, que no tardaría en encargarle la redacción de una biografía de su antecesor que sirvió a Felipe II. (nota 156)Y otra prueba de amistad la dio Segura con motivo de la persecución de la
Censura de historias fabulosas.
Porque, a decir verdad, el mundo intelectual de la Corte
creyó que Mayans abandonaba, con el retiro, la palestra literaria. No fue así. Don Gregorio, que era tenaz, pensó realizar desde Oliva lo que no le habían permitido en Madrid y
decidió continuar las ediciones de trabajos históricos. Para
ello había copiado los manuscritos de Nicolás Antonio y de
Mondéjar. En consecuencia, a la primera invitación del
impresor Antonio Bordazar prestó sus manuscritos y se ofreÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ció a escribir la Vida de Nicolás Antonio que acompañaría a
la Censura de historias fabulosas la obra más crítica del
canónigo sevillano. Era una lección a las Reales Academias
de la Lengua y de la Historia que habían aprobado el libre
curso del falso cronicón que era la España primitiva. Se trataba evidentemente del ataque frontal a toda historia fingida
y fantasmagórica que no estuviera apoyada en documentación original, pero al mismo tiempo de una toma de posición
clara y decidida contra los grupos intelectuales de la Corte y
aun del mismo Gobierno que había apoyado el libre curso
del falso cronicón de Huerta y Vega.
En Ilustración y reforma de la Iglesia estudié las intenciones
de Mayans, el alcance de la obra, los motivos de la persecución promovida, no por el Santo Oficio, sino por el Consejo
de Castilla a sugerencia de los canónigos del Sacro Monte,
la defensa del erudito, la palinodia del Consejo y devolución
de los ejemplares así como las consecuencias tanto en la
actitud personal de don Gregorio como en la actividad cultural de la Academia Valenciana. No voy a repetir ahora toda la
apasionante peripecia. Me limito a exponer la actitud del P.
Segura en esas circunstancias.
El 15 de noviembre de 1742, apenas había salido la Censura
de la prensa, Segura recordaba a Mayans que le había proÍNDICE
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
metido un ejemplar. Sólo quince días más tarde, leído ya el
voluminoso libro, elogiaba calurosamente la obra de Nicolás
Antonio y la biografía que había escrito don Gregorio. Pese
a las alabanzas, la lectura entrañaba dificultades y creaba
problemas y el dominico las expuso en su correspondencia.
Porque Mayans, pese al espíritu crítico que observaba en
don Nicolás, creyó conveniente señalar los lunares para que
otros investigadores pudieran perfeccionar la obra. Entre
otros descuidos señalaba: «En el lib. 8, cap. 11 § último cree
don Nicolás Antonio que san Leandro fue tío del rey
Recaredo. No hay probable fundamento para tal creencia».
(nota 157)
La nota sorprendió a los historiadores. Venía siendo tradicional la idea de que los santos visigodos Leandro, Isidoro,
Fulgencio y Florentina, tenían otra hermana llamada
Teodosia. Casada con el rey Leovigildo, Teodosia sería la
madre de Hermenegildo, el príncipe converso, y de
Recaredo. En consecuencia, el rey de la unidad católica
sería sobrino de los grandes padres de la Iglesia visigoda
Leandro e Isidoro.
La novedad, brevemente indicada pero sin pruebas, no pasó
desapercibida a un historiador como Segura. El dominico se
dirigía a Mayans el 15 de diciembre de 1742 exponiendo sus
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
dudas. El arzobispo de Toledo don Rodrigo, don Lucas de
Tuy, el obispo de Palencia Rodrigo Sánchez, el P. Mariana y
hasta los bolandistas, aceptan el parentesco entre el monarca y los famosos arzobispos de Sevilla. Segura reconoce
que, siendo don Rodrigo y Lucas de Tuy del siglo XIII, «se
desea autor o instrumento anterior», pero bien puede suplirse esta deficiencia documental por el elogio de santa
Florentina conservado en un breviario antiguo español.
La respuesta de Mayans explicando las razones de su juicio
(además del argumento negativo basado en el silencio de
los historiadores coetáneos e inmediatos, la negación del
parentesco es una consecuencia necesaria de hechos ciertos e innegables) todavía está inédita, pero su pensamiento
se hizo público, aunque atribuido al autor de la España
Sagrada. Porque la novedad también llamó la atención de los
eruditos sevillanos que preguntaron a Mayans las razones
de su juicio y el valenciano completó con los documentos el
esquema expuesto en la carta a Segura y envió su trabajo a
los miembros de la Real Academia de Buenas Letras de
Sevilla, en concreto a Francisco Lasso de la Vega. Pero uno
de los miembros de la docta institución, corresponsal al
mismo tiempo de Mayans y de Flórez, envió copia de la carta
al agustino que se apresuró a publicar todos los argumentos
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
del valenciano pero sin citar una sola vez la fuente de sus
conocimientos. Fue el mismo Cevallos (quien había enviado
la copia a Flórez), sorprendido ante tal actitud, quien comunicó todos estos hechos a Mayans. (nota 158)
Segura, en cambio, agradeció los datos y continuó la amistad que pronto tendría ocasión de demostrar de nuevo.
Porque la Censura de historias fabulosas levantó mayor oposición de la esperada y no tardaría en ser delatada al Santo
Oficio. Mayans, que lo supo por sus amigos de la Corte,
escribió a los miembros de la Suprema quienes consideraron que nada contenía contra la fe o buenas costumbres y
ningún caso hicieron de las delaciones. En cambio, el
Consejo de Castilla, a solicitud de Nicolás Heredia, canónigo del Sacro Monte, y con el apoyo del cardenal Molina,
decretó el embargo de la Censura, así como de todos los
manuscritos que conservaba Mayans en su biblioteca y
hasta de los folios impresos de las Obras chronológicas de
Mondéjar.
El dominico lo supo en seguida y, por supuesto, no se arredró. Desde el primer momento, sostuvo que Heredia -que
basaba la persecución en la defensa de las láminas del
Sacro Monte- estaba equivocado, pues el mismo Segura
había publicado en el Norte crítico los documentos pontiÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ficios que condenaban los restos supuestamente relacionados con los orígenes de la cristiandad española. (nota 159)
Más tarde, el dominico se dirigió a Fr. Melchor de Córdoba,
miembro de la Suprema del Santo Oficio, y a Fr. Luis Mas,
para que defendieran al erudito en tan injusta persecución.
(nota 160) En el mismo sentido presionó al Regente del convento de santo Domingo de Valencia para que escribiera a
ciertos camaristas conocidos. (nota 161) La colaboración en
tales circunstancias fue sincera y generosa. Mayans envió a
Segura el Parecer de Juan Bautista Pérez y la carta de Arias
Montano al arzobispo de Granada, documentos ambos contrarios a la autenticidad de las láminas de la Alcazaba que el
dominico copió e hizo llegar al Fiscal del Consejo de Indias,
José Borrull, a través del Regente del convento. (nota 162)
El mismo Segura facilitó datos históricos y libros relacionados con las láminas de Granada: el licenciado Gonzalo
Valcárcel, Pedro de Valencia, marqués de Estepa. Respecto
a la obra del marqués en defensa de las láminas y reliquias,
Segura comunica al amigo perseguido que había sido prohibida por la Inquisición en 1707. (nota 163)
Resuelto el embargo con la alegría del dominico, la amistad
entre los dos historiadores continuó siendo cordial y sincera.
Intercambiaron libros, Segura alabó calurosamente la
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Prefación mayansiana a las Obras chronológicas del marqués de Mondéjar editadas por la Academia Valenciana,
(nota 164) dialogaron, exponiendo diversos criterios, sobre
la sede del obispo Idacio, así como acerca del valor de las
revelaciones privadas y en concreto de la Madre Agreda.
(nota 165) Aunque el tema fundamental que ocupó los últimos años de su correspondencia fue de nuevo las Vindicias
históricas por la inocencia de Fr. Gerónimo Savonarola...
En 1745, Segura manifestaba su disgusto por el retraso que
sufría en el Consejo la consulta para reeditar las Vindicias y
rogaba a Mayans que escribiera a su amigo José Bermúdez
para agilizar los trámites. En noviembre del año siguiente, el
dominico comunicó que estaba finalizando la impresión de
las Vindicias y no tardaría en manifestar las razones del
embargo. La raíz de la oposición a que fuese reeditada la
obra estaba en las autoridades de la orden de predicadores:
General, Provincial y Prior de santo Domingo de Valencia.
«Las causas insinuadas por el Provincial se reducen a estas
palabras, sin otra alguna, que el libro displacería a la Corte
Romana y por la vecina canonización de santa Catalina de
Riccis. Nada más. Indignas, por cierto, y frívolas. La primera
falsa. La segunda aún más; y que procede de nuestra ignorancia, como verá Vmd. si el libro sale a luz». (nota 166)
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Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Segura va especificando, en cartas posteriores, la razón primera y fundamental: la ojeriza del General de la orden, de 95
años, porque nuestro dominico concedía mayor autoridad
científica a Echard que a Bremond, ambos historiadores de
la orden dominicana y por ciertas diferencias surgidas en
1695-1697, cuando el actual General estuvo de secretario
del Provincial. La ojeriza del General había durado y la había
infiltrado al actual Provincial, dice Segura, quien como criatura suya no se atrevió a oponerse, ni siquiera después de
su muerte. Segura conoce la campaña que hizo el Provincial
en Valencia contra las Vindicias y teme que durante su
estancia en la Corte influya en el Gobernador del Consejo y
en concreto del consejero José Bustamante de cuyo informe
depende el asunto. «Encontré al Provincial ayuno en el asunto de este libro, lo leyó de la edición primera y confesó ser
las Vindicias concluyentes. Pero que, siendo hechura (lo es
monstruosa) del general difunto, no parecería bien consintiese en lo que su gran patrono había negado... ». (nota 167)
Mayans escribió a sus amigos de Madrid, pero nada pudo
conseguir. Ante la indolencia de los hombres del Consejo
(Bermúdez, Jover...) don Gregorio acudió al nuncio de su
Santidad, Enrico Enríquez, con quien mantenía cordiales
relaciones y ante quien había intercedido para evitar la proÍNDICE
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
hibición inquisitorial de la Filosofía Moral de Muratori.
(nota 168) Mayans exponía al nuncio las razones que se utilizaban para impedir la reedición. «Yo no soy parcial de
Savonarola, pero sí amigo del P. Segura, que es un religioso
muy respetable por sus buenas costumbres y doctrina; y una
vez que su libro ya ha salido a luz y está muy esparcido, el
impedir la reimpresión nada puede obstar a la opinión que él
sigue». En consecuencia, don Gregorio indica al nuncio la
conveniencia de que insinúe al Provincial que permita el libre
curso de las Vindicias. (nota 169)
Las gestiones ante las autoridades eclesiásticas fueron tan
infructuosas como las iniciadas ante el Consejo de Castilla.
Segura no logró reeditar las Vindicias históricas... Y debió
sentirlo en el alma, porque Feijoo, siguiendo su costumbre
de retrasar la respuesta, había esperado el momento oportuno. El benedictino gallego escribió contra Segura de manera indirecta en el volumen segundo de las Cartas eruditas.
(nota 170)
Es una idea repetida con insistencia por Feijoo que el arte o
las reglas no importan; lo qué realmente cuenta es la naturaleza. Tal criterio expuesto en un momento de predominio
del neoclasicismo podía resultar fructífero en el campo de la
creación literaria. Pero en los aspectos de investigación o críÍNDICE
121
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
tica históricas, el planteamiento feijoniano resultaba contraproducente. Pues bien, de la misma forma que hizo con
Mayans iniciando con una censura general de la Retórica y
de la imitación de los clásicos para perfeccionar el estilo,
ahora arranca con un largo párrafo para exponer que
«Hablando con propiedad no hay arte crítica, ni reglas de
este arte. Lo que se llama crítica no es arte, sino naturaleza.
Un buen entendimiento justo, cabal, claro y perspicaz es
quien constituye un buen crítico. El sujeto dotado de él..., sin
estudio de algún arte particular que le dirija a la crisis, le
hará excelente; esto es, hará juicio recto de lo que se debe
afirmar, negar o dudar en aquella materia; y el que carezca
de esta buena disposición intelectual, por más que estudie
en la crítica, sólo por accidente podría acertar». (nota 171)
De ahí deduce que para ejercer la crítica no hace falta estudio de las reglas o normas que dan los libros. «Sólo Dios la
da, porque sólo Dios da el claro entendimiento, el ingenio
perspicaz, el juicio exacto; que en esto y nada más consiste
la buena crítica». En consecuencia, las reglas de crítica sólo
son unas máximas generales concordes con el sentido
común, aunque algunos escritores han querido introducir
«otras reglas antojadizas» sin ningún fundamento.
(nota 172)
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
Era la introducción para atacar a Segura sin citarlo más que
con una vaga alusión: «he oído que un religioso que pocos
años ha dio a luz un libro entero de a folio sobre la crítica de
la historia». La alusión al Norte crítico resulta, no obstante,
evidente. Dentro de la antítesis razón-tradición, Feijoo censuraba la postura de Segura respecto a que las tradiciones
sostenidas por la jerarquía provincial o nacional durante
varios siglos eran dignas de prudente asenso. Pero el benedictino no fue fiel al pensamiento de Segura al hacerle decir
«que la tradición de una provincia constituye opinión probable y la de un reino, v.g. España o Francia, certeza moral»,
cosa que dista mucho de las afirmaciones contenidas en el
Norte crítico.
Desconozco si Feijoo sabía de las dificultades que experimentaba Segura en su intento de publicar Vindicias históricas... Lo cierto es que, apenas unos años más tarde, en
1750, el benedictino se atrevió en sus Cartas eruditas a censurar directamente la obra e insistir de nuevo en su criterio
contrario a la inocencia de Savonarola. De entrada, Feijoo
confiesa que no desea responder a Segura pues no quiso
comprar las Vindicias para no gastar tiempo y dinero. Sabe,
por cuanto escribieron los diaristas, que el dominico es hombre de genio requemadillo y ofensivo en contraste con su
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
propia moderación y urbanidad. En consecuencia no leyó el
libro pero, por el resumen dado por Fr. Miguel de San José
en la Bibliographia crítica, que, no obstante ser tan apasionado de Segura, queda indeciso, le induce a mantenerse en
su postura. Los argumentos de fondo utilizados por Feijoo
son idénticos a los del Prólogo apologético, aunque añade
una crítica hábil e inteligente contra la autenticidad de una
carta atribuida a san Francisco de Paula favorable a
Savonarola. (nota 173)
Uno no puede menos de preguntarse. ¿Con qué rigor y
honestidad puede combatir un trabajo histórico sin haberlo
leído, como explícitamente confiesa? No es ciertamente un
buen método de crítica histórica y debió ser fruto de la inteligencia natural de Feijoo porque con toda seguridad no se
encuentra en ningún libro serio de metodología histórica.
Segura no pudo responder al último ataque del benedictino
y ni siquiera logró reeditar las Vindicias históricas... con las
adiciones que consideraba importantes. Pero dentro de sus
preocupaciones intelectuales -vivo y polémico hasta el fin de
sus días-, el dominico hizo editar en 1751 tres ensayos históricos: uno rechazando la existencia desde la antigüedad de
los basilios en Valencia; el segundo sobre los estudios de
santo Domingo de Guzmán en Palencia y no en Valencia; y
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
el tercero acerca de la sede del obispo Idacio. (nota 174) Y,
al final, añadió una nota titulada: «Consonancia de cierta
doctrina del R. P. M.° Feijoo con el pasaje mío infraescrito».
Era la réplica a la carta erudita del benedictino sobre la crítica. Feijoo había tergiversado su pensamiento. La tradición
de la jerarquía provincial o nacional no crean probabilidad ni
certeza moral. Sólo engendran un prudente asenso, que no
es lo mismo. Era el matiz de una inteligencia sutil que conservó su agilidad hasta el final de su larga vida.
¿Qué alcance tiene la obra de Martí, y en menor escala de
sus amigos Bolifón y Segura, en el mundo intelectual español?
Martí significa, en primer lugar, la introducción de una
corriente humanista que, a nivel europeo, contribuirá poderosamente a la génesis de la Ilustración. Como ha señalado
Franco Venturi, los reformistas ocultan su pensamiento bajo
apariencia de culto a los clásicos paganos. En unos casos se
tratará del respeto y admiración por la belleza literaria. En
otros, por el contrario, será la simple excusa superficial para
ocultar una ideología racionalista. No será ese el caso del
deán, cristiano sincero y hombre de fe. Pero el respeto a los
valores humanos que representan los clásicos le permite
conectar tanto con los escritores paganos admirados por los
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
libertinos (Terencio, Epicteto...) como con los humanistas
que constituyen la base de la tolerancia moderna:
Escalígero, Lipsio... y, en el fondo, Erasmo.
Planteamiento del deán que no quedará estéril. La herencia
en este sentido será abundante y los valencianos reconocerán su magisterio. Una corriente de sano humanismo recorre
el siglo XVIII, desde Mayans a Pérez Bayer o Cerdá Rico,
que permitirá el descubrimiento y edición de los erasmistas
españoles: Juan Luis Vives, Sánchez de las Brozas, Pedro
Juan Núñez... Era la plenitud del camino iniciado por Martí
con el hallazgo de la poesía latina de Ruiz de Villegas y,
sobre todo, de los consejos expuestos en su Iuventuti
Hispanae de vuelta a los clásicos griegos, latinos e hispanos. Hasta en el campo de los estudios helenistas, el siglo
XVIII significa entre nosotros uno de los momentos cumbre
por las traducciones y por la pedagogía. (nota 175) El deán
fue, en este sentido, el precursor y su obra significó un revulsivo de innegables efectos revitalizadores de los estudios
clásicos.
Por lo demás, las páginas anteriores han demostrado el contraste entre dos formas de religiosidad. Frente a la postura
tradicional, temerosa ante el humanismo, más formal y exterior, aparece una actitud más intimista en relación con las
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Humanismo y crítica en el primer siglo XVIII
corrientes preilustradas y filojansenistas europeas. En el
fondo, se trata de la herencia erasmiana de la «pietas literata» que encontrará una bella expresión en los católicos ilustrados en su intento de unir religión y ciencia, fe y razón. El
influjo jansenista francés (Nicolé, N. Alexandre, Pascal...)
resulta evidente. Son los autores preferidos de Bolifón. Pero
no serán los únicos: Muratori, Montfaucon, Mabillon... que
constituyen el grupo de preilustrados católicos con un especial interés por la erudición y la crítica, también están presentes, son sinceramente admirados y, en muchos casos,
son corresponsales de nuestros humanistas.
Finalmente, el llamado mundo moderno: la filosofía cartesiana y la crítica histórica, la autonomía de la física frente a la
escolástica y la exigencia de la servidumbre a las fuentes
documentales frente a la tradición pía. Bolifón nos aporta el
testimonio más explícito del conocimiento de Descartes y de
la valoración de su física. En cambio, Martí resulta un eslabón esencial entre los creadores de la nueva ciencia histórica. Segura, por su parte y pese a sus limitaciones, constituye una pieza importante en la difusión de la metodología crítica entre los españoles. Aunque el verdadero heredero será,
como en muchos otros aspectos, Gregorio Mayans. Es decir,
entre Nicolás Antonio y los ilustrados hay que colocar la actiÍNDICE
127
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
vidad intelectual del deán. Resulta coherente que fueran los
valencianos (Mayans, Cerdá Rico, Pérez Bayer) quienes
publiquen y completen los trabajos históricos de los grandes
críticos de fines del XVII.
De esa forma, la actividad literaria de Manuel Martí, deán de
Alicante, y en menor escala de Felipe Bolifón en el campo
del humanismo y de Jacinto Segura en el de la historia, contribuyeron de manera eficaz, aunque su actividad perdió
influjo al escribir la mayor parte de sus obras en latín, al origen del movimiento ilustrado español. Y continúa siendo de
estricta justicia el reconocimiento de sus méritos.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al
enciclopedismo
os recientes estudios sobre el siglo de las luces insisten en distinguir entre los preilustrados, novatores o
primer siglo XVIII, y los hombres de la Ilustración
estrictamente dicha. En este sentido los tres personajes
hasta ahora estudiados entrarían de lleno en el primer grupo,
pues en España la Ilustración tendría su plenitud en el reinado de Carlos III. Sin embargo, una división tajante y radical nos expondría a distorsionar la realidad histórica y a perder de vista personajes tan significativos como Mayans que
sirve de engarce entre las dos etapas.
L
Ahora bien, en la etapa de la Ilustración estricta tenemos en
Alicante personalidades de acusado relieve cuya sola enumeración puede llenar de orgullo al crítico más exigente.
Jorge Juan en el campo matemático, Pedro Montengón en el
mundo de la creación literaria, el conde de Lumiares, Cerdá
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Rico y el P. Juan Andrés en aspectos de crítica y erudición
históricas, Sempere Guarinos como historiador de la economía y del derecho... La amplitud e importancia de los personajes me obliga a limitar el campo de mi investigación pues
el discurso no puede convertirse en un estudio completo del
movimiento intelectual en la Alicante del XVIII. En consecuencia, tres de los mencionados personajes quedarán al
margen de mi trabajo, sin que ello implique un menor valor
cultural o menosprecio personal. Dado mi escaso conocimiento de las ciencias, mis aportaciones personales al estudio de Jorge Juan quedarían limitadas a la defensa que
hicieron Gregorio Mayans y Andrés Marcos Burriel del sistema heliocéntrico expuesto por nuestro matemático ante el
Inquisidor general Pérez Prado. (nota 176) También debe
quedar al margen de mi investigación Pedro Montengón, personaje clave para conocer el intento de unir las ideas racionalistas con la mentalidad católica. No obstante, el sentimiento de dejar al margen tan apasionante personalidad
queda compensado por el interés que suscita su figura entre
los historiadores de la literatura. (nota 177) Finalmente,
Sempere Guarinos es poco conocido, pese a su gran mérito,
pero su actividad cultural se desarrolló al margen del grupo
valenciano aquí estudiado.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
En consecuencia, mi estudio estará centrado en los tres personajes ilustrados que pueden incluirse en el campo de la
erudición y de la historia: Cerdá Rico, conde de Lumiares y
Juan Andrés. Los tres personajes pertenecen a la misma
generación que inicia su actividad literaria con el reinado de
Carlos III. Es la generación de Juan Bautista Muñoz, José A.
Cavanilles, Vicente Blasco... Cerdá nació en 1739, Andrés en
1740 y Lumiares en 1748. Es, además, una generación que
sufrió el encanto de la Corte. Los intelectuales valencianos
anteriores habían sido rechazados por el ambiente cultural y
político madrileño. Martí no fue aceptado para bibliotecario
mayor del rey. Mayans, que fue seis años bibliotecario real,
encontró dificultades que le obligarían a renunciar al cargo y
retirarse a su casa de Oliva. En contraste, durante la segunda mitad del siglo, y en especial desde el reinado de Carlos
III, los intelectuales valencianos son bien vistos en la Corte.
El cambio se debe, fundamentalmente, a la habilidad política de Pérez Bayer que supo ganarse no sólo el favor de los
políticos (Ensenada, Wall, Roda...) sino también el afecto y
confianza del mismo Carlos III. Aparte de Andrés, desterrado a Italia con sus compañeros de orden, los otros intelectuales valencianos de altura fueron estableciéndose en la
Corte, aunque sólo fuera por unos años. Vicente Blasco
compañero de Bayer en la preceptoria de los infantes reales,
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131
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Juan Sempere y Guarinos (1754-1830)
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Muñoz cosmógrafo mayor y después cronista de Indias,
Cavanilles creador del Botánico y Lumiares bien recibido por
los ministros y la Real Academia de la Historia cuando visitó
Madrid...
Quizás ese hecho innegable contribuyera al descuido de
González Palencia que, al estudiar la actividad intelectual de
Cerdá Rico, inició su trabajo con el nombramiento de bibliotecario real limitando todas sus noticias anteriores a los
datos estrictamente académicos. (nota 178) Sin embargo, la
actitud y trabajos de Cerdá en el campo del humanismo o de
la crítica histórica sólo resulta comprensible dentro del
ambiente cultural valenciano y, en concreto del influjo de
Mayans y en la línea iniciada por el deán de Alicante.
Mayans, ciertamente, estuvo retirado en Oliva desde 1739
(abandono de la real biblioteca) hasta 1767 (nombramiento
de Alcalde de Casa y Corte con pensión vitalicia que le permitió residir en Valencia hasta su muerte). Pero el retiro no
obstaculizó su influjo. Los jóvenes estudiantes, inquietos y
preocupados por las letras, recurrieron a don Gregorio:
Andrés, Blasco, Cavanilles, Cerdá, Muñoz... En consecuencia el humanismo y espíritu crítico, dentro de una amplia
erudición, continuó siendo el carácter común de los ilustrados valencianos. Unas palabras de Juan Antonio Mayans,
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
escritas a Cavanilles en 1784, expresan esa realidad en el
recuerdo de un pasado recientemente vivido: «Me acuerdo
muy bien de la estrecha amistad de Vm. con Muñoz quien ha
trabajado indeciblemente en Simanéas y espero verlo con
ansia... A D. Francisco Cerdá se debe más que a ninguno en
la propagación actual de las letras dentro deste continente;
es grande trabajador y no puntual correspondiente... ».
(nota 179)
Humanismo y erudición en Cerdá Rico
El primero en acercarse a Mayans fue Cerdá que realizó sus
estudios de Leyes y Cánones en la Universidad de Valencia
de 1756 a 1759 y leyó sus conclusiones de bachiller en derecho civil el 8 de febrero de 1760.
Pues bien, antes de finalizar los cursos académicos, Cerdá
había entrado en relación epistolar con Mayans. (nota 180)
En julio de 1758 el joven estudiante se dirige al famoso erudito para agradecerle las gestiones hechas en su favor ante
el oratoriano Felipe Seguer. Se trata de una carta latina en
que Cerdá celebra los méritos literarios de Mayans a quien
atribuye el resurgimiento cultural español («In te resurgit
Hispanae nostrae decus») y no duda en compararlo con
Quintiliano. (nota 181)
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Era el primer paso, porque don Gregorio, siempre generoso
para quienes buscaban su consejo, respondió con amplitud
y delicadeza corrigiendo las deficiencias de estilo. (nota 182)
El joven estudiante de Leyes y Cánones debió encontrar la
mayor satisfacción en que el famoso erudito corrigiese sus
trabajos latinos (nota 183) porque, apenas transcurridos
unos meses, envió a Oliva una Oratio habita a Francisco
Cerdá, Eidus septembreis (corregido al margen:
«decembr.») quum nova aperiretur bonarum literarum
Academia a. 1758. Desconozco exactamente a qué «nueva
academia de buenas letras» se refiere pero me interesa
señalar el magisterio de Mayans en la orientación intelectual
de Cerdá. Magisterio visible en carta adjunta encabezada
con las siguientes palabras: «Franciscus Cerdá... Gregorio
Maiansio Praeceptori suo». Una frase protocolaria que responde a una realidad esencial para entender la actividad cultural de Cerdá. La correspondencia posterior cruzada entre
ambos eruditos demuestra que el magisterio fue una realidad.
Mayans y Cerdá abandonaron pronto la correspondencia
latina. Había pasado ya la época del deán Martí que quemó
las cartas de Mondéjar por estar escritas en castellano. La
primera carta castellana de don Gregorio que he encontrado
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
trata de la etimología de Castalla. Según Mayans, el origen
no hay que buscarlo en «Castrum altum», como querían
Beuter, Escolano y Diago, sino más bien en «Castrum
album». Los temas objeto de la correspondencia, pese al
abandono del latín, no dejaron de estar relacionados con el
humanismo. Así, sin pérdida de tiempo, Mayans envió a su
joven corresponsal una copia del Satyromastix de Manuel
Martí y, cuando Cerdá intentó devolvérselo, el erudito le
obsequió con el ejemplar. (nota 184) Es necesario insistir en
el conocimiento que adquiere Cerdá de la obra latina de
Martí, porque constituirá un factor importante en su formación humanista, como tendremos ocasión de ver. Mayans
celebrará que haya hecho tan familiar el estilo del deán y el
erudito de Castalla recordará en sus años de madurez que
por esta época leyó con pasión sus cartas latinas.
Tanta confianza debió confundir al joven jurista que en 1760
se trasladó a Oliva a visitar al erudito. El viaje entrañará profundas consecuencias. Cerdá abandona Valencia y se traslada a la Corte, con el beneplácito y apoyo de Mayans que
escribe a sus amigos para que le acojan con benevolencia:
Martínez Pingarrón, Fernando de Velasco, Juan de
Santander, Pérez Bayer y, más tarde, Manuel Roda. Cerdá
será agradecido y aludirá en sus cartas a la delicadeza con
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
que le tratan estos personajes gracias a la amistad con don
Gregorio. (nota 185) González Palencia, con el desconocimiento que tiene del mundo valenciano en que estaba anclado el jurista de Castalla, señala sólo los protectores madrileños cuando el favor y apoyo prodigados por Mayans debían
ser conocidos tanto en Madrid (Cerdá lo dice repetidas
veces en sus obras) como en Valencia. Basten, en este sentido, las palabras de Matías Perelló, su compañero de estudios, «he tenido especial gusto en la carrera de mi amigo
Cerdá, más proporcionada a su genio que otra alguna; con
esto Vm. le ha dado destino para hacer fortuna mayor que la
que hubiera tenido en la abogacía». (nota 186)
Con el viaje de Cerdá a Madrid se inicia una nueva etapa en
su vida, aunque había asumido ya las dos características de
que hacían gala los eruditos valencianos: el humanismo y la
historia crítica. El contacto que mantuvo con posterioridad
con Mayans le conservó los ideales. Porque toda la actividad
cultural de Cerdá Rico debe ser encuadrada en esas dos
coordenadas.
Desde su llegada a la Corte en 1760 (nota 187) hasta que
aparece su primer libro en 1768 (Hispanorum orationes in
Concilio tridentino, sin apenas intervención creadora personal) transcurrieron nueve años. Cerdá pasó ese tiempo traÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
bajando en la real biblioteca, en la lectura y en la conversación con los intelectuales. Pero sus estudios seguían
orientados desde Oliva, aunque conoció muy pronto la animosidad que se respiraba contra don Gregorio. (nota 188)
Las cartas de Mayans le encantaban por su estilo y «también
porque se enciende en mí cada vez un nuevo deseo de
seguir las huellas de Vm. pero me desanima mi poco estudio
y corto talento». (nota 189)
En tres aspectos culturales se había propuesto imitar a don
Gregorio: -El estudio de la Jurisprudencia y especialmente la
historia del derecho; -los trabajos de crítica histórica; -la restauración de las letras hispanas desde la perspectiva del
humanismo.
Pese a que ambos eran juristas, la Jurisprudencia fue el
aspecto en que menos se nota el influjo mayansiano. Aunque
con el tiempo se dedicó con más intensidad a temas de crítica literaria o de investigación histórica, Mayans continuó
publicando una serie de trabajos de Jurisprudencia que lo
acreditan como el mejor historiador del derecho español.
Bastaría recordar sus aportaciones al Novus Thesaurus luris
civilis et canonici de Meerman por la que hizo conocer al
mundo culto europeo las obras de los grandes juristas hispanos.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Cerdá, en cambio, abandonó muy pronto tales estudios. En
1761 escribía a Mayans: «nunc totus sum in epistola tua
scripta ad losephum Bernium ... latine reddenda occupatus»
y consideraba que nada se había escrito en su género más
erudito y elegante «post homines natos» y, en consecuencia,
la leyó tantas veces que solía recitarla de memoria.
(nota 190) Al año siguiente, pidió un catálogo de los libros de
derecho fundamentales pues la lista que Mayans le había
enviado con anterioridad había ido a parar a las manos del
P. Burriel y desaparecido con su muerte. (nota 191) Los consejos de don Gregorio, según confesión propia, «son para mí
apreciables y de mucha utilidad». (nota 192)
Los planteamientos de Cerdá deben ser enmarcados en la
línea de antipatía mayansiana hacia los prácticos y dentro
del más vivo interés por «las fuentes cuyas aguas son las
más puras y no inficionadas y manchadas con el cieno de los
ignorantes. Lo que yo tengo de Historia y Disciplina
Eclesiástica no es lo peor. Y aun los autores de Derecho son
los que han consultado a los Santos Padres, Concilios y
Sagradas Escrituras». (nota 193) Pero la actividad intelectual
de Cerdá en el campo de la historia del derecho fue mínima.
Sólo en 1780 reeditó Sacrae Themidis Hispanae Arcana de
Frankenau, al que añadió en forma de Dissertatio las palaÍNDICE
139
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
bras de Mayans en que demostraba que el verdadero autor
era Juan Lucas Cortés y la carta de don Gregorio a José
Berní que tanto le entusiasmara en los años mozos.
(nota 194)
Más importante fue la actividad cultural de Cerdá en los
otros dos campos. Respecto a la historia crítica, la lectura de
la censura de la España primitiva, que ya conocemos, suscitó en Cerdá un vivo interés contra los falsos cronicones.
«Ahora no puedo disimular el sumo gusto que me ha
causado la lección de la Censura de la España
Primitiva. Cada vez que la leía (y la he leído no pocas)
me gustaba más. Es admirable el juicio y solidez con
que Vm. ha demostrado no solamente ser falso el cronicón prohijado a Pedro, insigne orador y maestro de
oratoria en Zaragoza, sino que su verdadero artífice fue
D. José (Pellicer), varón verdaderamente sabio, pero de
genio muy amante de novedades. Y lo que es más, ver
el ingenioso artificio con que Vm. ha manifestado los
voluntarios errores de este erudito escritor, para que
preocupados de su autoridad no caigan en enormes
engaños los incautos lectores, señalando al mismo
tiempo la falsedad de los demás cronicones supuestos
y sus escritores, cuyas patrañas han causado tanto
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140
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
perjuicio en nuestras historias por culpa de los ignorantes que se hallan más feas y asquerosas, quam sit
nutricius pallium. Muchas cosas más omito que pedían
un dilatado elogio, porque non ego sum satis ad tantae
praeconia laudis. Los consejos de Vm. son para mi muy
apreciables y de grande utilidad. Desde que recibí su
última carta, es mucho mayor el estudio que he puesto
en las leyes del reino y sus intérpretes. Yo siempre he
procurado añadir a aquél el de la historia de España
sumamente necesario; pero quisiera me dijera Vm. a
qué autor debo leer principalmente, pues aunque
Florián de Ocampo escribió con bastante acierto y
exactitud, y a Ambrosio de Morales por su juicio, elegancia y amor de la verdad, es más fácil admirarle que
imitarle, se quedaron muy atrás. El P. Mariana provoca
a la antigüedad en su historia latina, pero no carece de
algunos vicios. Garibay merece mucho aprecio y es
digno de ser leído más de una vez. Dn. Juan de
Ferreras me parece más acomodado por el orden y
método que se propuso. En fin, Vm. se servirá (cuando
se lo permitan sus ocupaciones) señalarme los medios
más seguros para aprovechar, y no gastar el tiempo
inutilmente». (nota 195)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Aunque largo, bien valía la pena releer el texto. Aparece claro
el criticismo como método de investigación histórica. Pero, al
mismo tiempo, el interés por solicitar consejo. En cuanto al
valor de los historiadores españoles clásicos, Cerdá está
muy lejos todavía del rigor metodológico exigido por don
Gregorio pera no tardará en aceptar los consejos mayansianos: «Supuesto que Vm. aprueba el método de estudiar la
historia de España que señala el marqués de Mondéjar en
su juicio, me aplicaré a la lectura de los autores que allí
señala, procurando comprar los que me faltan, cuando tenga
oportunidad». (nota 196)
Tenemos un último eco de la pedagogía mayansiana en el
ingreso de Cerdá en la Real Academia de la Historia. Su presencia en la real biblioteca y su frecuente trato con los intelectuales de la Corte suscitó en el joven jurista un afán, muy
lógico por lo demás, de formar parte de la docta institución.
Ya en 1763, apenas hacía tres años que residía en Madrid y
sin cumplir los veinticinco de edad, manifestaba su deseo:
«Tengo proporción de entrar en la Academia Real de la
Historia. Me favorece el director y otro sujeto que tiene
mucho partido en ella». Pero, al consultarlo con Martínez
Pingarrón, sucesor de Mayans en la real biblioteca e íntimo
del erudito, se lo desaconsejó porque habían surgido difeÍNDICE
142
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
rencias con motivo de la elección de secretario. Ahora bien,
mientras se resuelve la borrasca, piensa preparar un trabajo
que le sirva de mérito. Por ello solicita de don Gregorio, «que
sin adulación es el padre de la historia de España», le proponga un tema que pueda estudiar con novedad y lucimiento. (nota 197) Cerdá tardaría muchos años en ingresar en la
Academia. Sólo en 1775, después del viaje a Galicia y de
haber publicado varias obras, solicitó el ingreso que fue
aceptado y su discurso gratulatorio manifiesta evidente influjo mayansiano. (nota 198)
Junto a la historia crítica, el humanismo basado en los clásicos. En este sentido, dos libros de Mayans influyeron de
manera decisiva en los planteamientos de Cerdá: Specimen
bibliothecae hispanomaiansianae (Hannover 1753) y Opera
omnia de Sánchez de las Brozas (Ginebra 1766). En el
Specimen don Gregorio analiza los libros sobre retórica que
obraban en su poder. De esa forma, planteaba implícitamente la necesidad de publicar las obras de los mejores humanistas hispanos. Y, consecuente con esa actitud, hacía imprimir Opera omnia del Brocense, como más tarde las de Vives
y manifestaría repetidas veces sus deseos de editar Núñez
y Nebrija.
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Tal planteamiento está en la base de la actividad publicista
de Cerdá Rico. El 16 de diciembre de 1765 manifestaba: «de
libros de autores españoles, como Nebrija, Núñez, Vives y
otros tengo también una porción no despreciable». Más
explícito era en carta posterior. Había animado a Manuel
Monfort, que visitó Madrid, a publicar obras de los humanistas españoles. Pensaba empezar por Núñez pero, además
de carecer de la mayor parte de sus libros, no las había
encontrado venales. «Tengo las de Matamoros. No me parecen indignas de que se reimpriman en tomitos en 8... Si es
de la aprobación de Vm. no habrá dificultad en empezar
desde luego su impresión». Como sospecha (estaba al tanto
de las gestiones de Bayer con Roda para conseguir el nombramiento de Alcalde de Casa y Corte) que Mayans trasladará su residencia a Valencia, «el fomento de Vm. podría
sólo hacer que viéramos salir a nueva luz los Núñez con lo
manuscrito, los Vives, Sepúlvedas, etc.» (nota 199)
La aparición de Opera omnia del Brocense avivó todavía
más el interés por las ediciones de los humanistas. Cerdá
fue uno de los primeros en recibir un juego. «Ojalá sirva de
estímulo para que otros se animen a reimprimir las obras de
los demás españoles eruditos. Bien quisiera que se hiciese
esto con las de Núñez». Y no deja de manifestar su intención
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
de recoger «todas las de Matamoros, añadiendo algo de mi
casa, pasando antes por la censura de Vmd...». (nota 200)
Aunque Matamoros no era autor especialmente grato a
Mayans, (nota 201) la reimpresión continuó con rapidez.
Cerdá manifestará su alegría ante el interés suscitado en el
bibliotecario mayor, Juan de Santander, que mandó preparar
una serie de tratados: «la traducción de la Ulisea por Pérez,
las cuestiones del Templo de Vergara, después seguirá el
Virgilio de Velasco, las poesías de Silvestre, y creo que algunas colecciones de obritas, como las de Sepúlveda, Vives,
Núñez, Fox de Morcillo, etc.». Por supuesto, no deja de
recordar a don Gregario que, en algún rato libre, redacte una
lista de autores para ser reeditados. (nota 202) Todavía en
1769 Cerdá continúa pendiente de reimprimir Vives, aunque
lamenta que le hayan ganado la mano, «las de Nebrija piden
mucho tiempo, con todo emplearé el tiempo en juntarlas,
cotejarlas y meditarlas» y, respecto a las de Núñez, dado
que carece de la mayor parte y tampoco están en la real
biblioteca, solicita, en nombre propio y del bibliotecario
mayor, que Mayans facilite los libros indicados en el
Specimen.
Como en ese mismo año 1769 aparecen los primeros trabajos de Cerdá -confiesa tener impresos dos tomos de las oraÍNDICE
145
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ciones pronunciadas por los españoles en Trento y las obras
de Matamoros- podemos señalar dicha fecha como el inicio
de su andadura personal en el campo de las ediciones, pese
a que continúa recibiendo los consejos de Mayans. Cerdá
Rico fue un gran trabajador que dedicaba muchas horas de
vigilia a quehaceres intelectuales. En las cartas a Mayans
podemos leer: «Desde que llegué de mi viaje, creo que no
me he acostado aún antes de las dos de la mañana, y a
veces a las tres y a las cuatro. Con todo estoy siempre observando si siento alguna novedad, para no echar a perder el
don tan precioso de la salud». (nota 203) De todas formas,
los años dedicados a la investigación abarca de 1769 a
1787, aunque su actividad práctica finalizó en 1783 con la
edición de la Crónica de Alfonso VIII del marqués de
Mondéjar. El nombramiento de oficial de la Secretaría de
Estado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia de
Indias, cargo para el que fue nombrado el 12 de marzo de
1783, señala el fin de su vida intelectual activa. La política le
absorbió cada vez más tiempo y acabó sin ultimar los ambiciosos programas que había proyectado. Pero durante los
catorce años que medían entre 1769 y1783 su actividad
publicista resulta digna de elogio y causa admiración.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Uno llega a sospechar que Cerdá no era hombre que centrara su atención en una sola actividad intelectual. Se le ve
siempre atosigado por múltiples trabajos, pues, al mismo
tiempo que busca manuscritos, coteja y corrige textos de
varios autores, redacta prólogos, corrige pruebas de imprenta... Así, mientras publica las obras de Lope de Vega (17761779) con la enorme fatiga de comparar los diversos textos
conservados y corrige las pruebas de veintiún volúmenes,
edita Expedición de los catalanes de Moncada, Memorias de
Alfonso X el Sabio de Mondéjar, La Mosquea de Villaviciosa,
Nueva idea de la tragedia antigua de González de Sala,
Diana enamorada de Gil Polo, Ocios del conde Bernardino
de Rebolledo, Coplas de don Jorge Manrique ... con las glosas en verso, Tablas poéticas y Tablas filológicas de
Cascales... No contento con ello, había buscado los manuscritos y solicitado la licencia del Consejo para el primer volumen de Clarorum hispanorum opuscula y todavía encontró
tiempo para cuidar de las correcciones de pruebas de la
Philosophiae moralis libri tres y del Tractatus de hispana progenie vocis Ur de Mayans, de una Colección de poesías
espirituales, de Doctrina política y civil escrita en aforismos
de Narbona y El Consejo y consejeros del Príncipe de Furió
Ceriol. (nota 204)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Fueron los años de máxima actividad creadora. Cerdá Rico
aparece sumergido en la publicación de textos de difícil
acceso y que tienen gran valor literario, en el campo del
humanismo latino o de las letras castellanas. Pero el investigador actual, a la vista de las obras publicadas y con el conocimiento de su correspondencia personal, no podría decidir
con certeza si se trata de que el erudito impone su criterio a
los editores o, más bien, acaba cediendo a las presiones de
las personas o instituciones que le rodean.
Porque Cerdá aparece dedicado, aparte de sus trabajos en
la real biblioteca, a publicar manuscritos que encuentra o le
facilitan, siempre en colaboración con los impresores que, en
muchas ocasiones, buscan el éxito económico de sus
empresas. Por eso, su actitud intelectual, dentro de la línea
humanista y de crítica histórica trazadas por Mayans, varía
según las presiones vengan de la Real Academia de la
Historia, de los editores Andrés de Soto, Joaquín Ibarra y,
sobre todo, Antonio Sancha, o de personajes de la nobleza
como el marqués de Torremanzanal y duque de Arcos.
Señalábamos antes el año 1769 como la fecha en que Cerdá
inicia su andadura personal. Su primer trabajo se titula
Hispanorum orationes in concilio tridentino habitae, con pie
de imprenta fechada en el año anterior. Tanto Justo Pastor
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Fuster como Menéndez Pelayo -y con ellos González
Palencia- creen que fue nuestro erudito quien dirigió la edición. (nota 205) A esta creencia general puedo añadir dos
datos -explícitos testimonios de Cerdá- que demuestran con
certeza su paternidad.
El primero es de 1769. En carta a Mayans, el erudito de
Castalla escribía con cierto entusiasmo mezclado con
lamentaciones: «Tengo ya impresos dos tomos en 4 de las
Oraciones, sermones, tratados, etc., que dijeron los españoles en el Concilio de Trento. En el prólogo daré a conocer a
muchos que hoy se ignoran y pienso dar a luz separadamente las obras de algunos de ellos, como las de Martín
Pérez de Ayala, Taxaquet y otros. Pero es tanta nuestra infelicidad que muchas de éstas no se hallan en ninguna parte».
(nota 206) El entusiasmo venía porque Fr. Luis Galiana le
había proporcionado el discurso de Juan Bautista Cardona
De laudibus D. Stephani que había buscado infructuosamente durante muchos años.
La lamentación, en cambio, era un mal presagio que se confirmaría con posterioridad. La obra no sólo sufrió por el descuido de los españoles sino por los avatares políticos. He
aquí el segundo testimonio de Cerdá escrito unos años más
tarde y que manifiesta su idea de que las decisiones polítiÍNDICE
149
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
cas influyen en el campo de las letras: «Entonces hice la
colección de Matamoros que está concluida y no acaba de
salir a luz; la colección de oraciones, sermones y opúsculos
escritos por nuestros españoles en el Concilio de Trento, de
que hay dos tomos en 4.° impresos y no saldrán porque,
como había opúsculos de Cardillo Villal pando, Carranza y
otros que defendían la infalibilidad del papa y superioridad al
concilio, se suspendió cuando salió el Juicio Imparcial y no
ha sido posible continuarlo, por más recados que he dado a
Santander del Sr. Roda». (nota 207)
Cerdá manifestaba en esa carta su dolor por no haber trabajado antes los opúsculos, cuya idea expuso al bibliotecario mayor al ingresar en la real biblioteca. Nuestro erudito
alega que Santander «empezó y se enfrió». Es menester
confesar, sin embargo, que tampoco las circunstancias favorecieron el proyecto ni el mismo Cerdá puso mucho empeño,
dejándose arrastrar por otros caminos. Ciertamente, redactó
la preciosa biografía latina que antepuso a las obras de
Matamoros en que exponía su intención de llevar a cabo las
ideas mayansianas respecto a la edición de textos de humanistas: don Gregorio había editado Sánchez de las Brozas,
Cerdá reimprimía García Matamoros. (nota 208) Pero sus
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
conocimientos histórico-jurídicos fueron solicitados por la
nobleza española.
El duque de Arcos, Antonio Ponce de León y Spínola, mantenía un largo pleito con la iglesia metropolitana compostelana sobre el voto de Santiago establecido en memoria de la
batalla de Clavijo, Cerdá Rico trabajó, sin duda, en la
Representación contra el pretendido voto de Santiago que
hace al rey nuestro señor don Carlos III el duque de Arcos
(1771). Un testimonio más de su participación lo tenemos en
las palabras en carta a Mayans de 1772. (nota 209) Además,
como abogado de la linajuda casa, tuvo que trasladarse a
Galicia para intervenir en el pleito y el duque consiguió del
monarca licencia para que abandonara la biblioteca, como
ha demostrado González Palencia. (nota 210) La estancia de
Cerdá en Galicia fue larga y su actividad literaria quedó reducida a la visita a los archivos, compulsa de pergaminos que,
a decir verdad, estudió con ojos de jurista de cara al pleito,
pero también bajo la perspectiva de historiador. Así lo
demuestran unas palabras suyas: «el día 3 del mes que
viene hace un año que me hallo en este reino de Galicia al
cotejo y compulsa de los instrumentos presentados por esta
santa iglesia en el pleito sobre el voto de Santiago con el
Excmo. Sr. duque de Arcos mi señor. En este tiempo he
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
andado lo mejor de este reino con parte del de Portugal. He
tenido la ocasión de reconocer los archivos de Galicia y no
sin algún fruto pues, aunque no he podido aprovecharme
cuanto quisiera, a lo menos he procurado ver los instrumentos de que se valió Morales para formar su Crónica y he
corregido muchísimos errores en que cayó por falta de conocimiento en la diplomática. Si paso, como es regular, a
Oviedo, León y Astorga, muy poco o nada quedará por
enmendar en lo que toca a privilegios, en que también erró
mucho Yepes y otros». (nota 211) De todas formas hay que
confesar que sus trabajos históricos no salieron entonces a
luz.
No obstante, el conocimiento de los archivos y la
Representación contra el voto de Santiago le permitieron
solicitar el ingreso en la Real Academia de la Historia.
Presentada la solicitud el 16 de noviembre de 1775, leyó el
discurso de acción de gracias el 1 de diciembre. El nombramiento le llenó de satisfacción y la actividad de los académicos, «que tan alto lugar han sabido granjearse en la
República Literaria», le animará a seguir su ejemplo.
Después de hablar de la utilidad de la historia, Cerdá, en
resumen de González Palencia, «cree que se debe esforzar
(la Academia) en la busca y publicación de documentos
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
auténticos para que se entierren los falsos y apócrifos que
han enturbiado la visión de la verdad, siguiendo el camino
iniciado por don Nicolás Antonio, el marqués de Mondéjar y
otros varones insignes, que desterraron las fábulas introducidas por personas faltas de conocimiento de las lenguas
sabias y de toda aquella erudición que se requiere en un historiador, ignorantes de la Cronología y de la Geografía, que
son los dos ojos de la Historia». (nota 212)
A nadie, que haya seguido el curso de este trabajo
(nota 213) se le puede escapar el evidente influjo mayansiano. La necesidad del conocimiento y, dentro de las posibilidades, de la publicación de las fuentes documentales, el
método crítico contra los falsos cronicones, el modelo de los
trabajos de Nicolás Antonio y de Mondéjar, la cronología y
geografía como instrumentos de una historia científica son
ideas repetidas veces exigidas en los programas reformistas
de Mayans que, por lo demás, Cerdá conocía muy bien.
El erudito de Castalla no había olvidado el humanismo.
Porque si en 1771 había publicado De Aphrodisio expugnato, quod vulgo Aphricam vocant, commentarius de Calvete
de la Estrella, al año siguiente manifestaba su alegría por
haber convencido al marqués de Torremanzanal para «que
se dedique a hacer algunas reimpresiones de buenos
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
libros». (nota 214) Cerdá manifiesta ya con claridad la idea
que desarrollará en los Opuscula: «siempre he deseado que
se hiciera una colección de piezas raras por facultades,
incluyendo en ellas todas las obrillas que no pueden componer iustum volumen, así impresas como manuscritas, y
separadamente dar colecciones de autores, como
Sepúlveda, Núñez, Fox Morcillo y otros». (nota 215)
Como intuye las dificultades en el éxito si inicia las ediciones
por textos latinos («no estando nuestra nación en estado de
apreciar libros latinos con textos griegos») tiene ya en prensa las obras de Cervantes de Salazar y pregunta a Mayans
sobre la oportunidad de suprimir dos frases en las que el
autor parece aceptar la astrología. No puede sorprender tal
consulta porque el erudito de Oliva había escrito en el
Specimen hablando precisamente de los libros de Cervantes
de Salazar: «Haec omnia opuscula, si non sunt aurea, sunt
auro cariora. Ingeniosis fictionibus rectum vivendi rationem
docent. Et tamen hi libelli non leguntur, ac si neque editi,
neque scripti essent». (nota 216)
Entre 1772 y 1776 hay un largo silencio de Cerdá Rico que
corresponde a los años de actividad como abogado del
duque de Arcos. El único dato a reseñar en el campo de los
estudios humanistas es el hallazgo de los manuscritos de
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Ginés de Sepúlveda que anuncia con alegría: «Aunque considero a Vm. justamente ocupado, no puedo dejar de avisarle que, entre algunos buenos descubrimientos que he hecho
en mi viaje, ha sido uno de los más principales el de la historia manuscrita original que de Carlos V escribió Sepúlveda
en 30 libros, con la añadidura de otros siete de lo que hicieron en Indias los españoles. Toda la obra está corregida de
mano del autor». (nota 217) Es un punto a tener en cuenta
porque ocupará gran parte de su actividad cultural en años
posteriores por encargo del Gobierno y con permiso del
bibliotecario mayor, con el fin de redactar la vida de Ginés de
Sepúlveda.
Pero a partir de 1776, después de su ingreso en la Real
Academia de la Historia, la actividad de Cerdá Rico parece
desbordarse y acomete, al mismo tiempo, trabajos de crítica
histórica y literaria. En el campo de los estudios históricos su
trabajo fundamental es la edición de varias obras de
Mondéjar, dando con ello inicio a la reimpresión de las crónicas de los reyes de Castilla. Las circunstancias que rodearon la intervención de Cerdá fueron bastante complejas.
Hemos podido observar a lo largo del presente trabajo el
interés de Mayans por los trabajos históricos de Nicolás
Antonio y de Mondéjar. No eran los únicos historiadores que
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
le atraían porque lo que realmente le importaba era el método, y resultan lógicos los elogios a Juan Lucas Cortés,
Zurita, Antonio Agustín...
Ahora bien, con el fin de poner al alcance del historiador los
libros fundamentales, Mayans pensó siempre publicar las
Crónicas de los reyes de Aragón: de Jaime I, Pedro IV,
Desclot y Muntaner. Pero sus esfuerzos fueron infructuosos
pues nadie aceptó la oferta. (nota 218)
Mejor acogida obtuvo en su intento de publicar las Crónicas
de los reyes de Castilla. En 1758 el editor valenciano Manuel
Cavero manifestaba su deseo de reimprimirlas; y Mayans
ofreció las que tenía, señalando el método a seguir y poniendo el ejemplo de Mondéjar en las Memorias históricas del
rey D. Alonso el Noble y del rey D. Alonso el Sabio. Es lo
mejor en su género. Si Vm. quiere imprimirlas, yo las franquearé, que soy el único que las tiene». (nota 219) Pese a la
buena voluntad de Cavero, el proyecto no llegó a concretarse pues, además de las dificultades, la colaboración mayansiana con los libreros y editores de Valencia acabó orientándose preferentemente hacia los textos clásicos tanto latinos
con versión castellana (Cicerón, Terencio...), como originales
castellanos (Fr. Luis de León). (nota 220)
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Lo cierto es que en 1775 el editor madrileño Francés
Caballero respondía positivamente a la solicitud de don
Gregorio de publicar las Memorias del rey D. Alonso el Sabio
de Mondéjar pero manifestaba su deseo de ver el manuscrito antes de un compromiso formal. (nota 221) Pero, al confiar el erudito a su amigo Fernando de Velasco, miembro de
la Cámara del Consejo de Castilla, que procurase le fuera
devuelto el manuscrito después de la impresión, surgió la
sorpresa. Velasco pareció molesto porque no se le había
confiado el encargo de buscar editor al tiempo que solicitaba
de Mayans las Memorias históricas de Alfonso VIII. Las
presiones del camarista de Castilla debieron ser fuertes,
puesto que Francés Caballero renunció a sus derechos y el
encargo pasó, de acuerdo con Velasco, a Joaquín Ibarra que
publicó Memorias históricas del rey don Alonso el Sabio y
observaciones a su crónica (1777).
En esas circunstancias no podía faltar la colaboración intelectual de Cerdá Rico. AI corriente de las gestiones realizadas entre Mayans y Velasco sobre los manuscritos de
Mondéjar, se ofreció desde el primer momento (nota 222) y
fue aceptado con alegría, a juzgar por sus palabras: «La crónica de D. Alonso el Sabio creo que saldrá muy limpia y
corregida, aunque no deja de tener algún descuidillo que yo
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
notaré en el prólogo con modestia y excusando al autor que
tal vez hubiera pulido más su obra, si la hubiera publicado
viviendo, pues carece de hermosura de estilo. Pero el título
de Memorias suple cualquier defecto». (nota 223) Las relaciones del erudito de Castalla con Velasco no siempre fueron
cordiales, pero la edición preparada por Ibarra fue adelante.
El trabajo de Cerdá fue realizado con seriedad: narra las circunstancias en que Mondéjar redactó las Memorias, señala
las fuentes que utilizó, precisa los defectos, llena los vacíos
con los textos indicados por el autor... Y gustó a Mayans,
como confesaba con satisfacción el mismo Cerdá: «He tenido mucho gusto de saber que no ha desagradado a Vm. el
Prólogo a Mondéjar, porque me sirve de satisfacción de mi
trabajo». (nota 224)
La empresa de publicar todas las crónicas de los reyes de
Castilla era muy ambiciosa y llena de riesgos. Parece que el
programa en toda su amplitud fue propuesto por Antonio
Sancha pero provocó la suspicacia de la Real Academia de
la Historia, en especial de su director Rodríguez
Campomanes, que intentó hacerse cargo del proyecto. El
gesto de la Academia de la Historia pareció detener las gestiones. En ese sentido pueden interpretarse las palabras de
Cerdá: «Desconfío que se lleve a efecto la edición de las
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Crónicas proyectada por Sancha. El y yo lo hubiéramos
hecho al paso que las obras de Lope, pero el Sr. Campomanes ha querido que se haga esto por la Academia, y cosa de
muchos cosa de ninguno. Además de que nadie fiará a ésta
sus manuscritos como a Sancha que ha acreditado su puntualidad con el público en la suscripción de Lope, que desempeña con más brevedad que nadie pudiera esperar».
(nota 225)
La habilidad de Cerdá, miembro de la Academia e íntimo
colaborador de Sancha, resolvió las diferencias y pronto
quedó establecido el equipo que dirigiría la tarea: Sancha,
Llaguno Amírola y Cerdá Rico. Faltaba atraerse a un personaje clave que desde lejos podía facilitar los manuscritos o
primeras ediciones de las Crónicas: Gregorio Mayans, y no
costó mucho esfuerzo. El erudito de Castalla convenció a
Sancha para que, dada la generosidad de los Mayans en las
aportaciones a la impresión de Lope, publicase alguna obra
de don Gregorio. No resulta una mera casualidad que en la
misma carta en que Cerdá manifestaba su satisfacción porque su Prólogo a Mondéjar hubiera gustado a Mayans, añadía: «Ya tengo en mi poder la Crónica de don Alonso el 8.° y
Sancha desea con ansia imprimirla con lo demás que Vm.
ofrece, y así podrá servirse remitirlo en primera ocasión... De
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
la Filosofía Moral ya hay compuestos unos cinco pliegos y va
a toda prisa, esto es a pliego por día, o más. Creo salga
correcta y a gusto de Vm. y del público». (nota 226)
A esto debemos unir las cartas de gratitud de Sancha a los
Mayans y el interés por atraer a don Gregorio a colaborar en
la empresa de las Crónicas. (nota 227) Basten las siguientes
palabras en que el editor solicita la ayuda del erudito de
Oliva: «Me había propuesto hacer una colección de todas
nuestras Crónicas en tomos en 4.° mayor, igual a los de
Notas Variorum en 4.° que se han impreso en Holanda, pero
no hallo quien contribuya para esta grande obra, la que me
alegrara hacer antes del fin de mis días, siquiera para hacer
este servicio a mi patria, pues mi deseo es contribuir con
todas mis fuerzas en obsequio suyo, pero sin el auxilio de los
literatos patrienses buenos es imposible, pues yo no me
hallo capaz por mí mismo para el cotejo y corrección de una
obra de esta clase; espero en Dios que con el tiempo se
podrá hacer algo y si no cúmplase su voluntad». (nota 228)
La buena voluntad de don Gregorio hubiera resultado ineficaz sin el esfuerzo y colaboración de Cerdá. La correspondencia cruzada entre Sancha y los hermanos Mayans confirma los datos aportados por las cartas del erudito de
Castalla, que se convierte en el enlace entre don Gregorio y
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Sancha así como entre el editor y Llaguno Amírola quien, por
su cargo en la Secretaría de Estado y miembro de la
Academia de la Historia, constituía una pieza esencial en el
engranaje de la empresa. Llaguno Amírola cuidó de la edición de las Crónicas de los reyes de Castilla don Pedro, don
Enrique II, don Juan I, don Enrique III de Pero López de
Ayala (2 vols. 1779 y 1780) con las correcciones hechas por
Jerónimo Zurita. (nota 229) Y Cerdá Rico preparó las
Memorias históricas de la vida y acciones del rey don Alonso
el Noble (1783) de Mondéjar y Crónica de don Alonso el
Onceno de este nombre (1787).
Las Memorias de Mondéjar era el manuscrito, enviado por
Mayans a Fernando de Velasco y fue incluido en la serie por
tratarse de una auténtica crónica enmendada por el marqués. El trabajo de Cerdá fue realmente meritorio.
Comprendió que el manuscrito estaba inconcluso pero pudo
corregir muchas deficiencias porque disponía de los ejemplares manejados por Mondéjar. Pese a la admiración que
sentía por el marqués, el erudito de Castalla no dejó de confesar las deficiencias de las Memorias, en especial la dureza
con que trata a determinados autores: Núñez de Castro, al
cronista de Navarra P. Moret y a Lupián Zapata. Núñez de
Castro había publicado la Crónica de los señores reyes de
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Castilla don Sancho el Deseado, don Alonso el VIII y don
Enrique el I (1665). Pues bien, aunque Mondéjar denigra la
obra, Cerdá no duda en afirmar, «yo, que he cotejado y conferido escrupulosamente la Crónica de Núñez con estas
Memorias, no dudo decir con la ingenuidad que debe gobernar a todo buen juicio, que Mondéjar supo bien aprovecharse del trabajo de Núñez: que apenas hay en éste noticia que
no la pasase aquél a sus Memorias, aunque con el disimulo
de no citarle, sino al que la comunicó primero, que andan
ambos harto conformes en la partición de la obra y método
y serie de capítulos». Más todavía, en algunos aspectos, en
concreto al estudiar los puntos de política exterior, el marqués descuidó aspectos bien trabajados por Núñez de
Castro.
Respecto al P. Moret, el marqués le atribuye mala fe. Pero
Cerdá, que publica el documento íntegro en que basaba
Mondéjar sus sospechas, demuestra la confianza que merece el cronista navarro. Y, finalmente, en cuanto a Lupián
Zapata, uno de los que aprobaron la Crónica de Núñez de
Castro, recibió la condena universal del marqués. Lupián
había sido uno de los creadores de falsos cronicones y, en
consecuencia, era mirado con desprecio por quien tanto
había combatido, como Mondéjar, las ficciones históricas.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Cerdá, en cambio, con espíritu más independiente, aunque
detesta semejantes engendros, confiesa que no por esa
acción todos los trabajos de Lupián son igualmente despreciables. Y, en concreto el Tratado apologético en defensa de
la mayoría de la reyna doña Berenguela y el derecho que
tuvo a los reinos de Castilla, es considerado digno de ser
incluido en el apéndice documental.
Buen trabajo, y muy seriamente desarrollado, fue la edición
de la Crónica de don Alonso el Onceno de este nombre
(1787). Impresa por primera vez en Valladolid en 1551 sin
indicación de autor concreto, fue posteriormente atribuida a
Núñez de Villazán. Cerdá analiza las razones favorables y
contrarias, sin acabar de decidirse. (nota 230) En este caso
el mérito fundamental del erudito de Castalla consistió en el
cotejo de los manuscritos conservados en El Escorial.
Conocido el hallazgo, Juan Antonio Mayans se apresuró a
enviarle la copia manuscrita que poseía, plenamente coincidente con el ejemplar escurialense en vitela que, a juicio de
Cerdá, debía constituir el traslado auténtico de Núñez de
Villazán.
No quisiera finalizar las páginas dedicadas a las aportaciónes de Cerdá en el campo de la historia, (nota 231) sin aludir al hecho de que su actividad debe incluirse en la línea iniÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ciada por Martí y desarrollada sistemáticamente por Mayáns.
El deán estableció relación epistolar con Mondéjar celebrando sus trabajos, aunque no deja de precisar algunos matices
de censura. Don Gregorio buscó los manuscritos, sistematizó y mejoró el método critico expuesto por el marqués, planificó primero y después inició la edición de las obras de
Mondéjar. Finalmente, Cerdá continuó la empresa. Del
hecho fue plenamente consciente el mismo Mayans al escribir en sus apuntes: «Mondéjar (marqués de). Este escritor ha
sido dichoso en haber dado en manos de tres valencianos,
D. Manuel Martí, D. Gregorio Mayans y D. Francisco Cerdá.
Cuando yo trataba de la publicación de sus Disertaciones
Eclesiásticas con D. Francisco de Almeida, pensaba escribir
su vida y, habiendo ido al marqués de Mondéjar su descendiente, liberalmente me dio las Memorias de D. Alonso el
Sabio, D. Alonso el Noble y el Origen de los carmelitas, y
algunos otros papeles. El tomo primero de las Disertaciones
Eclesiásticas, y el segundo tomo inédito y las Disquisiciones
manuscritas las hube de D. Blas Nasarre. D. Francisco Pérez
Bayer ha descubierto la Cádiz Fenicia, y D. Francisco Cerdá
el libro de los Impedimentos de sangre en los matrimonios
que alaba mucho». (nota 232)
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Señalaba antes que, durante los años fundamentales (17761781), la actividad intelectual de Cerdá se centró en dos
campos muy concretos pues, además de los trabajos de historia, dedicó su atención al estudio del humanismo español.
No voy a estudiar la obra del erudito de Castalla en su complejidad. Limitaré mi análisis a tres aspectos que considero
fundamentales: la importancia de los erasmistas españoles;
el influjo de la línea iniciada por Martí y continuada por
Mayans; aportaciones en el campo de la historia de la literatura.
El hallazgo del manuscrito de Ginés de Sepúlveda en 1774
sólo cristalizó con la publicación en 1780 de I. GENESII
SEPULVEDAE, cordubensis; Opera, cum edita, tum inedita,
accurante regiae historiae Academia. No era el único manuscrito encontrado pues un sacerdote madrileño regaló otro
ejemplar al rey por medio de Llaguno y Amírola y la Real
Academia de la Historia encargó el cuidado de la edición a
los académicos Barrio, Ortega y Cerdá Rico. (nota 233) A las
obras de Sepúlveda acompaña una biografía, De vira et
scriptis l.o Genesii Sepulvedae cordubensis commentarius,
en que, sin duda alguna, intervino nuestro erudito como lo
demuestran sus palabras: «...hoy ha bajado orden del rey al
Sr. Santander dispensándome por dos meses de la asistenÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
cia ordinaria a la real biblioteca para que concluya la Vida de
Sepúlveda, de que hay ya cuatro pliegos impresos».
(nota 234)
La curiosidad de Cerdá en el campo de la historia del humanismo era insaciable. Vimos su interés por Matamoros;
ayudó a Mayans a recoger las obras de Sánchez de las
Brozas para la edición de Ginebra; manifestaba deseos de
publicar Pedro Juan Núñez... Pero sus preferencias intelectuales resultan transparentes en la exposición del proyecto de Clarorum hispanorum opuscula. En abril de 1778 confesaba su interés por finalizar los volúmenes de Lope de
Vega: «Ya, a Dios gracias, voy saliendo de Lope; estoy en el
último tomo y quedaré desembarazado para trabajar en
cosas más útiles, aunque Sepúlveda me embarazará mucho
el tiempo». (nota 235) Al hablar de «cosas más útiles» se
refería evidentemente a Opuscula. Sólo unos meses más
tarde, en septiembre de 1778, Cerdá elogiaba con entusiasmo el Virgilio de Mayans. (nota 236) El pensamiento básico
le había ganado: editar las traducciones de los clásicos latinos realizadas por los grandes humanistas del XVI y que
había sido la idea matriz de las publicaciones iniciadas por
la compañía de editores y libreros de Valencia. «Yo no puedo
ponderar bastante lo que me ha agradado el pensamiento.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Hallo muchas utilidades en una sola obra: reimpresos juntos
tantos buenos y raros escritores; propuesto el ejemplo de
bien traducir en prosa y verso, dando por guías a unos varones tan excelentes en esta arte, como el maestro León,
Velasco, el Brocense y Guzmán...». Y, después de recordar
los elogios hechos por Roda y que la impresión de Mondéjar
estaba ya casi ultimada, añadía: «Con este motivo quiero
empezar la colección siguiente: Clarorum hispanorum opuscula selecta et rariora, tum edita, tum inedita cum
Appendicibus hispanicis collecta...». (nota 237)
Aunque no poseemos la correspondencia íntegra, las cartas
cruzadas entre Mayans y Cerdá constituyen la prueba más
clara de la amplitud de miras que los animaba. Se trata de
una ambiciosa exposición de proyectos: imprimir obras inéditas o muy raras poseídas por Mayans o que Cerdá había
detectado en las grandes bibliotecas (Roda, Nava, marqués
de Torremanzanal...). Allí puede leerse el catálogo de los
manuscritos de Pedro de Valencia, las dificultades de Cerdá
para recoger los trabajos de Pedro Juan Núñez que, en su
mayoría, estaban en poder de Mayans, la alegría cuando
conoce la preparación de Opera omnia de Vives con la biografía mayansiana... En esa línea la curiosidad de Cerdá era
insaciable y busca manuscritos que se propone editar o preÍNDICE
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
tende reimprimir libros extraordinariamente raros: Alvar
Gómez, Juan Maldonado, Honorato Juan, bachiller Rúa,
Pedro Chacón, Pedro Juan Oliver, Juan de Vergara,
Nebrija... Para no hacer pesada mi exposición, señalo el
especial interés por uno de los más caracterizados erasmistas: Alexio Venegas. Fue uno de los primeros autores en
aparecer en los proyectos de Opuscula. «Se pondrá lo de
Venegas en el 2.° tomo de Opúsculos». (nota 238) Por lo
demás, siempre encontró el apoyo de Mayans que confesaba tener «las notas de Venegas diligentemente copiadas de
mi mano a la carta de san Basilio». (nota 239) Quizás la
mejor expresión del valor que atribuían nuestros ilustrados al
pensamiento y valor literario de los erasmistas y del móvil de
sus ediciones aparezca en las siguientes palabras de don
Gregorio: «Me he alegrado de haber (¿visto?) fenecidas las
Obras de Lope de Vega, que darán una muy ilustre renovación a la lengua castellana; aunque confieso que más quisiera haber visto nueva y hermosamente impresas todas las
obras de Alexio Venegas de incomparable mayor utilidad».
(nota 240)
Tal planteamiento resultaría incomprensible si consideramos
a los ilustrados -sin distinción- como afrancesados que discurren dentro de esquemas ultrapirenaicos. Ya en estudios
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
anteriores demostré la importancia de los erasmistas hispanos (Fr. Luis de León, Arias Montano, Fr. Luis de Granada,
Juan L. Vives...) en la formación intelectual y religiosa de
Gregorio Mayans. Pero la correspondencia que comentamos
nos obliga a incluir a Cerdá Rico entre quienes participaban
de idéntica postura con amplias reminiscencias erasmianas.
(nota 241)
Al hablar de las primeras relaciones culturales entre Mayans
y Cerdá, pudimos observar cómo don Gregorio envió una
copia del Satyromastix del deán al joven estudiante de derecho. Más tarde, la figura de Mayans, con la asombrosa actividad intelectual y publicista, atrajo la atención del erudito de
Castalla que siempre pensó imitar tan prodigiosa capacidad.
Así lo manifiesta en repetidas ocasiones. Baste con un ejemplo: «De cada día me veo más obligado a los favores de Vm.
y más empeñado en mis deseos de servir al público, por animarme el ejemplo de Vm». (nota 242)
Una de las debilidades mayansianas era su admiración por
el deán y siempre manifestó sincera satisfacción cuando
veía el interés de Cerdá por incluir en Opuscula cartas latinas propias pero también poemas y algún tratado del deán.
Como el erudito de Castalla solicitaba con frecuencia autores y títulos a incluir, Mayans respondía el 11 de septiembre
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
de 1779: «En los Opúsculos pueden tener lugar las poesías
de san Eugenio de Toledo y de Draconcio publicadas por
Sismondi. También el mes de julio que nos quedó de los
Fastos de D. Manuel Martí, impreso en el libro intitulado
Arcadum carmina impreso en Roma año 1757, página 113».
(nota 243) Cerdá manifestó su sorpresa porque nada sabía
de los poemas de la Academia romana, pero sí recuerda
haber visto, cuando visitó Oliva en 1760, una Oda de Martí a
la toma de Buda y una elegía ad Camilam. Tales poemas,
piensa, podrían incluirse en Hispanorum clarorum opuscula
dentro de un volumen dedicado a poemas amatorios como
habían hecho los italianos con las poesías de los cardenales
del Renacimiento Bembo y Sadoleto. (nota 244)
Mayans mantuvo su ofrecimiento. Envió el mes de julio de los
Fastos martinianos, la Oda a la toma de Buda y la elegía ad
Camilam, porque «de los endecasílabos contra Ferreras no
hay que hablar». (nota 245) La negativa en el caso de
Ferreras se debía a la especial dureza del deán contra quien
le desplazó de la candidatura a la real biblioteca. Y Cerdá
manifestó su gratitud por la generosidad de don Gregorio al
copiarle los Fastos que piensa acompañen a la Apasterosis
al tiempo que confesaba tener «pasión grande a este autor
pero creo que es con razón. En algunas cosas le hallo igual
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
a los poetas del Siglo de Oro, y aquel dístico: Quin etiam
ferrum decrevit tempore, et ipsa decipit incautas ansa caduca manus, me parece nada inferior al mejor de Ovidio y
Propercio». (nota 246)
Pese a los elogios que ambos eruditos tributan a Martí,
(nota 247) los poemas latinos no salieron a luz pública porque Cerdá interrumpió su proyecto después del volumen primero. No obstante, aprovechó un Apéndice a la Rethorices
de Vossius para expresar toda su admiración por el deán así
como el influjo que sufrió al leer sus cartas latinas: «Ego vero
grato animo profiteor, siquid in lingua latina profecerim, quod
sentio quam sit exiguum, totum id Martino deberi aceptum,
cuius epistolas nondum sextum et decimum egressus
annum, quo tempore Valentiae operam philosophiae navabam, adeo avide perlegebam, ut magnam earum partem
memoriter ac iucunde solerem recitare: quod non mediocri
mihi fuit adiumento ad linguae illius copiam iam tum comparandam». (nota 248) Similares elogios, todavía más sinceros, dedicó posteriormente a don Gregorio. Con ello queda
clara la tradición humanista entre nuestros ilustrados, desde
Martí a Cerdá con Mayans de intermediario que heredó la
antorcha del deán y la transmitió al erudito de Castalla.
(nota 249)
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Un historiador del siglo XVIII, por gran humanista que fuera,
no podía limitarse al estudio de literatura escrita en latín.
Debido al ambiente -la época del deán había pasado- Cerdá
tuvo que dedicar parte de su actividad al conocimiento de las
obras castellanas.
En ese campo, sus trabajos constituyen uno de los primeros
intentos de redactar una historia sistemática de la literatura.
Para comprender la verdadera idea de Cerdá Rico resulta
conveniente recordar que este intento aparece en la misma
obra (trabajos propios incluidos en la Rhetorices contractae
de Vossius) en que escribía un comentario De praecipuis
rhetoribus hispanis y Apéndice II de los españoles que han
escrito en la más pura latinidad. Cerdá es un humanista que
ve la máxima perfección del idioma en el Renacimiento y
manifiesta sus preferencias por los escritores del XVI. Desde
esa perspectiva se explica la sorprendente ausencia de los
dramaturgos del Siglo de Oro. Y quizás ello nos permita
comprender, asimismo, «la falta del Arcipreste de Hita, de
una alusión siquiera a los romances, al Poema del Mío Cid
que acababa de publicar Tomás A. Sánchez (1779), a la
Celestina y a los distintos Cancioneros...». (nota 250)
Porque no se trata de ignorancia, ni mucho menos. Baste
transcribir unas palabras escritas a Mayans: «Se está impriÍNDICE
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
miendo por Sancha una buena obra. D. Tomás Sánchez,
bibliotecario de S.M. y autor de la Carta del Lic. P.°
Fernández a Berní, tenía escrita la Vida del marqués de
Santillana y Notas a su «Carta sobre la poesía». Le persuadimos Llaguno y yo mudara el pensamiento extendiéndole a
una colección de Poetas antiguos (enteros) hasta los Reyes
Católicos. Se conformó, y en este 1.° tomo saldrá, con lo
dicho, el Poema del Cid, y después el Monje Berceo, el
Arcipreste de Hita y Pero López de Ayala, cuyo manuscrito
yo descubrí». (nota 251) La razón última, por tanto, de tales
ausencias radica en criterios literarios, más o menos acertados, pero dentro de una valoración estética coherente.
Distinto enfoque adopta Cerdá Rico al hablar de los escritores valencianos, pues no intenta componer una historia de la
literatura antes bien seguir el modelo de las Bibliotecas. Dos
razones explican esta diferencia: la circunstancia en que nos
comunica sus conocimientos y la herencia de Nicolás
Antonio en el mundo intelectual valenciano. Las noticias
facilitadas por Cerdá aparecen en el comentario al Canto de
Turia de Gil Polo y la enumeración elogiosa de los escritores
facilitan el modelo de exponer los datos que tiene a su alcance. Por lo demás, el ejemplo de Nicolás Antonio fue seguido
con especial interés en Valencia. Tanto José Rodríguez, en
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
su Biblioteca valentina (1747), como Vicente Ximeno, en
Escritores del reyno de Valencia, habían seguido el modelo
de la Biblioteca Hispana.
En consecuencia, las aportaciones de Cerdá son la exposición pública de 40 años de trabajos literarios, especialmente
de los hermanos Mayans, aunque no son los únicos. Juan
Antonio será el encargado de facilitar muchas noticias fruto
de sus inmensas lecturas. (nota 252) Don Gregorio, por su
parte, comunicará con generosidad datos, puntos de vista,
manuscritos. La lectura de las notas de Cerdá nos permite
observar la importancia de tales noticias plenamente de
acuerdo con los datos contenidos en la correspondencia
publicada por Serrano Morales en la Revista de Archivos,
Bibliotecas y Museos. También en ese sentido, aunque sea
sólo en el campo de la erudición, Cerdá Rico está en la línea
de los trabajos históricos de los Mayans, Luis Galiana,
Agustín Sales y Carlos Ros, en favor del mejor conocimiento de nuestras glorias literarias. (nota 253)
El Conde de Lumiares y la epigrafía valenciana
Uno de los caracteres más generalizados de los intelectuales del XVIII es, sin duda, la curiosidad insaciable. Un ilustrado, que se precie, no descuida ningún aspecto del saber.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Y en el campo que se reservan los humanistas hay que
incluir la epigrafía y numismática. Carácter este común a
todas las naciones. No puede, por tanto, extrañar que también los españoles del XVIII dedicaran muchas horas de su
estudio al conocimiento de las inscripciones halladas en
excavaciones arqueológicas o empotradas en las paredes y
buscaran con afán e interés las monedas antiguas a su
alcance. Baste recordar el volumen de la Historia crítica de
España de Masdeu, muchos tomos de la España Sagrada y
Medallas de las colonias, municipios y pueblos antiguos de
España del P. Flórez o Sylloge inscriptionum romanarum,
quae in principatu Catalauniae vel extant vel aliquando extiterunt... de José Finestres.
Idénticas preocupaciones encontramos en los ilustrados
valencianos. No quiero decir que sean los primeros ni los
mejores. Aportaron su esfuerzo que contribuyó al mejor
conocimiento de nuestro pasado. En este sentido debo dedicar unas páginas a los trabajos de Antonio Valcárcel Pío de
Saboya, conde de Lumiares, cuya actividad es necesario
encuadrar en el ámbito de los ilustrados valencianos.
Empecemos, como siempre, por los años de residencia
romana del deán Martí. Salta inmediatamente el recuerdo de
su amistad con Fabretti, diplomático de la Curia Romana,
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
pero más famoso por sus estudios epigráficos y sus excavaciones arqueológicas. La obra más importante de Fabretti es
su Inscriptionum antiquarum, quae in aedibus paternis
asservantur, explicatio et additamentum (Roma 1699) cuyo
valor consiste en haber sido el primero en utilizar el método
comparativo. Martí, en carta al autor, alabará «la minuciosidad, agudeza y perspicacia, la sagaz investigación y, sobre
todo, el interés por descubrir la verdad entre los restos
arqueológicos y ruinas». (nota 254)
En este sentido, la actividad de Martí constituye un continúo
contraste entre su interés y sus frustraciones. Sus trabajos
de excavación arqueológica en Sagunto e Itálica; los datos
facilitados a Montfaucon sobre el teatro saguntino, el anfiteatro itálico, las «naves turritae», el Dios Endovélico, las
monedas ibéricas... son una prueba más de sus estudios
sobre la España antigua que tanto deseaba conocer.
(nota 255) No en vano Martí poseía una serie de monedas
ibéricas nada despreciable pues alcanzaba «la suma de
setecientas u ochocientas». Pero su curiosidad era más
amplia: monedas consulares, del Imperio, de la Magna
Grecia..., que fue recogiendo en Italia y durante los años que
estuvo al servicio de los duques de Medinaceli. El contacto
directo con las monedas le permitió un conocimiento que le
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
hizo famoso: entró en relación con Antonio Sabbatini y fue
llamado por los cartujos romanos a discernir sobre la imagen
de una moneda singular que poseían. (nota 256) Por lo
demás, en las cartas latinas cruzadas entre Martí y Bolifón
puede leerse el comentario sobre una inscripción latina en
poder del príncipe de Cellamare y duque de Giovinazzo.
Ambos amigos, en especial Martí, demuestran profundos
conocimientos filológicos e históricos, tanto griegos como
latinos, así como el dominio que tenían de la bibliografía
especializada. (nota 257)
Dada la fama del deán en Italia, agrandada por sus trabajos
publicados en Antiquité expliquée de Montfaucon, resulta
comprensible que el barón Maffei, que deseaba publicar una
colección de las inscripciones latinas esparcidas por Europa,
recurriera a Martí. He aquí las aportaciones del deán en sus
propias palabras a Montfaucon: «Ea re, a me multa sciscitatus est ad rem Epigrammaticam Hispaniensem spectantia,
quae frustra ab alio ex nostratibus quaesivisset. Rescripsi ad
singula enucleatius et pro mantissa pollicitus illi sum ultra
quadringentas Inscriptiones post Gruterianam editionem
effossas, partim ex ipsis autoglyphis a me exscriptas, partem
ex idoneis auctoribus excerptas». (nota 258) Aunque la
correspondencia de Martí con Maffei no contiene la copia de
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
las inscripciones latinas, las cartas fueron conocidas por
Mayans que ofreció dos inscripciones halladas en Oliva. Por
lo demás, Miñana copió las de Sagunto y, pese a las protestas del deán por la incultura hispana, pudo complacer al
noble italiano. (nota 259) Me interesa, no obstante, insistir en
el espíritu crítico visible en el trabajo al exigir un estudio sistemático sobre el hallazgo de las inscripciones atribuidas a
España y la evolución en las citas hasta que fueron incluidas
en la gran colección de Gruter.
La herencia fue bien asimilada por Mayans interesados como
vimos, desde su juventud. Pero del interés al trabajo crítico y
sistemático existe un gran trecho que el erudito de Oliva
recorrió con la ayuda del deán: la lectura de los mejores
autores (Antonio Agustín, Fulvio Ursino, Fabretti, Gruter...),
el rigor en la transcripción, el peligro de improvisar, el conocimiento de la filología latina y de los clásicos... son consejos que pueden leerse con frecuencia en el Epistolario.
(nota 260) Mayans puso esfuerzo por lograr un alto nivel
interpretativo. Quedan como prueba las inscripciones de
Sagunto publicadas en su Epistolarum libri sex (pese a los
errores posteriormente reconocidos) y, sobre todo, el uso
histórico de ellas en Tractatus de hispana progenie vocis UR
(1772), la amplia comunicación de inscripciones que hizo a
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
sus amigos extranjeros, desde Ludovico Antonio Muratori
(Novus thesaurus veterum inscriptionum... 1739-42) a J.
Andrés Hultmann (Miscellaneorum epigraphicorum liber singulares, 1758). (nota 261)
Junto a sus trabajos personales, todos los intelectuales que
rodean a Mayans se interesan por la epigrafía: Andrés M.
Burriel, Luis Galiana, Agustín Sales, Pérez Bayer... No podía
ser menos, porque don Gregorio insistió a lo largo de su vida
en la necesidad del estudio de la epigrafía y numismática
para el conocimiento de la antigüedad hispana. Baste recordar su Oración a la Divina Sabiduría (1743), dentro de los
programas de la Academia Valenciana, entre cuyos miembros era visible el interés por la numismática tanto en el presidente (barón de Beniparrell) como en Manuel Gómez
Marco que facilitó su monetario al P. Flórez. (nota 262)
Pues bien, en esta línea hay que encuadrar al conde de
Lumiares. Pudiera pensarse que se trata de una bella hipótesis sin base documental alguna, pues nada dicen Justo
Pastor Fuster en su Biblioteca valenciana ni Rico García en
los datos biográficos publicados en el Ensayo biobibliográfico de escritores de Alicante y su provincia. Sin embargo, la
correspondencia cruzada entre Lumiares y los hermanos
Mayans demuestra unas relaciones intelectuales basadas en
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
una amistad íntima y contrastada. Rico García, siguiendo a
Justo Pastor Fuster, asegura que Antonio Valcárcel debió su
interés por la epigrafía y numismática al influjo de L. J.
Velázquez, marqués de Valdeflores, con quien convivió en la
cárcel del castillo de Santa Bárbara. (nota 263) Estos hechos
debieron ocurrir en plena adolescencia, porque a partir de
los veinte años su actividad intelectual gira alrededor de
Mayans.
En 1768, Lumiares escribe a Mayans desde Orihuela.
Parece una amistad consolidada pues el conde manifiesta
conocer la oposición que sufre la idea de la Gramática Latina
mayansiana y agradece el envío de un ejemplar con la esperanza de la victoria sobre sus émulos. (nota 264)
Desconozco cuándo se inició exactamente la amistad de
Lumiares con los Mayans. Ahora bien, tenemos un texto precioso sobre el magisterio de don Gregorio en el campo de la
crítica histórica.
«Estoy con la mayor prisa ajustando las cartas eruditas
de varios sabios con algunas mías para darlas a la
prensa sobre varios asuntos de literatura con varias
memorias inéditas por las que verá el mundo cuán distante he estado siempre de seguir los Cronicones y
mucho menos después que tuve el honor de tratar a V.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
S. que me franqueó su selecta biblioteca y me ilustró
con sus eruditas correcciones, venerándole siempre
como mi maestro, y será para mí la más evidente prueba de su atención que me diga si me ha oído adoptar
semejantes obras, pues tendrá bien presente que entre
las infinitas tardes que pasábamos en su biblioteca
algunas hemos empleado lamentándonos del daño que
han ocasionado estos falsarios; bien sabe V. S. que en
mi obra de La Lucentum que V. S. se dignó registrar y
corregir, al artículo 2. °, hablando de la Crónica manuscrita de Alicante y otras de principio de este siglo y fines
del pasado, digo: lo viciados que se hallan despreciando la irrefragable autoridad de los autores originales y
alegando como escritos verdaderos la Historia de
Beroso figurada por Juan Annio de Viterbo en el siglo
15, el Cronicón de Dextro, figurado en el siglo pasado,
documentos despreciados con razón por todos los
sabios de este siglo». (nota 265)
Señalemos la importancia del texto. Ante las acusaciones de
que sigue los falsos cronicones -¡cuánto habían cambiado
los criterios entre los intelectuales hispanos!- Lumiares nos
reveló quién fue su maestro en el campo de la crítica histórica. Y no sería el único testimonio.
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
En 1774, don Antonio Valcárcel recibió unas monedas de
cobre halladas en Cádiz y cuyos barniz y estructura hacían
indubitable su antigüedad. Pensaba dar con ellas un golpe
feroz a las teorías de Flórez y quería que Mayans le facilitase unos textos de Plauto en favor del uso de tales monedas
«plúmbeas». (nota 266) Pero don Gregorio era muy exigente en cuestiones de método. Las comedias de Plauto, «o son
paliatas, pertenecientes a Grecia, o togatas, a Roma; y ni
unas ni otras prueban los usos de España». Hay tres comedias togatas (Casino, act. 1, esc. 3, v. 40. Mostellaria, act. 4,
esc. 2, v. 11-12; Trinamno, act. 4, esc. 2, v. 120) que aluden
a las monedas de plomo pero, a su juicio, dichos testimonios
no demuestran su uso. Sin que ello implique, naturalmente,
que hubiese algunas falsas plúmbeas. «Pero demos que los
romanos usasen de monedas de plomo; para probar el
mismo uso en España, son necesarios testimonios positivos;
y éstos son los que V.S. debe buscar refiriéndose al tiempo
en que V.S. piense que se sirvió la moneda de plomo».
(nota 267) Conviene recordar las exigencias mayansianas
de rigor crítico: no vale cualquier testimonio, es necesario
que sea positivo y coetáneo al hecho que se desea demostrar. Es la única manera de evitar imaginaciones históricas
muy lejos de la realidad.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Por esas fechas, Lumiares había salido ya a la palestra pública. El año anterior había publicado Medallas de las colonias,
municipios y pueblos antiguos de España hasta hoy no
publicadas (Valencia 1773). El autor explica el origen y fines
de su trabajo en «Asunto y razón desta obra». El P. Enrique
Flórez había publicado dos volúmenes sobre las Medallas de
España (1757-8) y, ante su éxito, muchos aficionados a la
numismática ofrecieron sus tesoros. El agustino tuvo que
publicar un tercero y último volumen en 1773 corrigiendo
errores anteriores. Según sus propias palabras, Lumiares
deseaba también aportar su monetario para que Flórez las
pudiera utilizar pero las envió demasiado tarde. En consecuencia, pensó editar aparte, en beneficio del público, las
monedas que poseía.
No puedo dudar de la buena fe de don Antonio. Sin embargo, una serie de razones me inducen a pensar que Lumiares
tenía interés en publicar sus monedas al margen de la gran
obra de Flórez. En primer lugar, porque adquiría más renombre al manifestar que poseía ejemplares desconocidos por el
agustino. Además, a juzgar por una noticia facilitada por
Víctor de la Comba, amigo de Mayans, Flórez había estado
en Alicante en 1771 y no quiso tratar con Lumiares.
(nota 268) Finalmente, las mismas palabras del conde en
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Medallas revelan gran parte de las intenciones ocultas:
«Comunicado este pensamiento al señor don Gregorio
Mayans, a cuyo ingenio y universal conocimiento en todas
las Buenas Letras deberá España algún día los más curiosos e importantes descubrimientos en esta ciencia, contribuyó a aumentar estas ediciones, franqueándome, con aquella
liberalidad que le es natural, cuantas preciosas medallas
enriquecen la cuantiosa y excelente colección que posee».
(nota 269) Es muy posible que, sin el apoyo de Mayans,
Lumiares, joven entonces de veinticinco años, no se hubiera
atrevido a enmendar, con el respeto que se quiera, al P.
Flórez. Y no debió costarle mucho esfuerzo ganar el apoyo y
respaldo de don Gregorio que, por lo demás; estaba muy irritado con el autor de la España Sagrada desde que le prestara el manuscrito sobre la «División de obispados atribuida
a Wamba» y recibiera a cambio un descompensado ataque
por su teoría acerca de la Era Hispánica. Desde ese momento, Mayans, que no censuró en público la obra del agustino,
aprovechó todas las ocasiones de criticar en privado los
defectos de método especialmente en el enfoque a los orígenes de la cristiandad hispana. (nota 270)
Desde esa perspectiva, resulta revelador el contraste. Don
Gregorio cubrió con evasivas su negativa a facilitar a Flórez
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
las monedas que poseía. Por el contrario, franqueó, «con
aquella liberalidad que le es natural, cuantas preciosas
medallas enriquecen la cuantiosa y excelente colección que
posee». Más todavía, escribió una carta a Lumiares y permitió la incluyera en Medallas de las colonias... Mayans señalaba en la carta la novedad que entrañaba el trabajo. Porque,
a pesar de haber publicado el P. Flórez tres volúmenes sobre
el mismo asunto con la ayuda de «unos cuarenta monetarios, los mayores y más exquisitos de España, causa admiración que, después de tanta diligencia, tenga V. S. que añadir de su propio caudal (recogido a fuerza de una estudiosísima aplicación, industria y gusto) tan crecido número de
monedas antiguas hasta ahora no publicadas, tantas nuevas
observaciones y tan eruditas explicaciones... ». (nota 271) Y
con el caudal mayansiano, podríamos añadir nosotros.
Porque don Gregorio prestó la más amplia colaboración:
buscó la censura de Juan de Casamayor, fiscal de la
Audiencia valenciana e íntimo del erudito, encargó el papel
para la edición, corrigió las pruebas de imprenta...
En la actividad desarrollada por Lumiares entre 1774-1775
se vislumbran ya las líneas básicas en que estarán centrados sus intereses intelectuales. Inicia un viaje desde Alicante
a Cullera en busca de inscripciones latinas y, al pasar por
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Oliva, copió las que conservaba Mayans en su casa, estuvo
en Benisa, Validigna... (nota 272) Ingresa en la Real
Academia de la Historia e insinúa la posibilidad de que le
encarguen de recoger todos los monumentos antiguos del
Antiguo Reino de Valencia. (nota 273) Después de exponer
su criterio ante las excavaciones de Elche, iniciadas por Leonardo Soler, indica el estado de sus trabajos: «La Lucentum
ya está en la Academia para imprimirse por su cuenta y
empiezo a trabajar la Sagunto que espero tendré el honor
que antes la corrija V.S. para lo que, pasado el carnaval,
paso a ésa y de ahí a Murviedro». (nota 274)
Pese a las afirmaciones de Lumiares, la Lucentum tardó en
editarse. En abril de 1776, ante las acusaciones que recibía
en Madrid de ser partidario de los falsos cronicones, don
Antonio se dirigió a Mayans. En defensa de su criticismo
alude a la prueba que pudo observar el erudito de Oliva al
leer el capítulo II de Lucentum en que censuraba a los cronistas que, despreciando a los autores originales, prestan
excesiva fe a los falsos cronicones, Juan Antonio Annio de
Viterbo, Dextro... Pero el texto aludido -que ya transcribimos
con anterioridad- no se halla en el mencionado capítulo, aunque unas palabras con la misma idea de desprecio ante las
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ficciones históricas puede leerse en la «Introducción».
(nota 275)
Los datos facilitados por la correspondencia con Mayans nos
permiten sospechar que el autor introdujo modificaciones
posteriores. En mayo de 1777, Lumiares comunicaba desde
Madrid la buena acogida de que había sido objeto por parte
de ministros y académicos. No obstante, afirmaba, «creo
imprimir antes de mi marcha las observaciones sobre la antigua situación de Illici, Lucentum y Alona con láminas de los
monumentos que se han hallado en sus ruinas», así como el
plano del camino militar romano de Aspe al Molar. (nota 276)
AI año siguiente agradecía a los Mayans las correcciones a
su Dianium y admiraba «lo ameno de su erudición (de Juan
Antonio) siendo evidente que siempre hay cosas nuevas que
aprender; estoy finalizando la Lucentum y la Illici para que
tengan el honor de pasar por el fino crisol de V.SS. que será
el único y no corto mérito que pueden tener dichas obras».
(nota 277) Dos meses más tarde, en marzo de 1778,
Lumiares pregunta a don Gregorio qué trámites debe seguir
pues, teniendo terminadas Lucentum, Dianium y Barros
saguntinos, quiere dedicarlos al rey por medio de
Floridablanca. (nota 278)
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Las cosas no debieron suceder como deseaba don Antonio
pues sólo en 1780, y no por cuenta de la Real Academia de
la Historia, sino en Valencia (en la imprenta de José y Tomás
de Orga) aparecía Lucentum, hoy la ciudad de Alicante. Sin
embargo, dos años antes, había publicado en la misma ciudad y por los mismos impresores, Barros saguntinos.
Disertaciones sobre estos monumentos antiguos, con varias
inscripciones inéditas de Sagunto (hoy Murviedro) en el
reino de Valencia. Y, por supuesto, pudo contar con la ayuda
y corrección de los hermanos Mayans. El 2 de enero de 1776
don Gregorio había leído las inscripciones de Sagunto pero
no las copió «por la esperanza de que V.S. las publicará
como todas las demás que va recogiendo con tanta diligencia». (nota 279) En septiembre del año siguiente envía un
trabajo -parte de un conjunto de cartas eruditas que con el
título de Antigüedades Romanas en España, trataría de los
«monumentos antiguos de Dianium, Cartago Nova, Alona,
Lucentum, lllici y Saguntum con una disertación sobre los
barros que fabricaban los romanos en dicho pueblo».
(nota 280) Pero la idea se fue desintegrando y Lumiares
publicó sus diversos trabajos según aconsejaban las circunstancias.
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
El primer trabajo en aparecer al público fue Barros saguntinos. El 21 de febrero de 1778 Lumiares envía a Juan Antonio
la obra manuscrita. «Remítola a la censura de V.S. para que
corrija los muchos yerros que habrá en ella. Faltan algunas
citas que van en blanco por no tener aquí los autores. Y
espero merecer a la atención de V.S. corrija todo aquello que
le pareciere necesario para cuyo efecto tiene márgenes la
obra». Es el sistema que utilizará en todos sus trabajos. Juan
Antonio cumplió con el encargo pero la carta que solicitaba
Lumiares para incluir en Barros saguntinos fue redactada
por don Gregorio, lo que llenó de satisfacción al autor.
(nota 281)
Un análisis minucioso de cada paso, después de cuanto llevamos dicho, carece de sentido. Me limito a insistir en dos
aspectos especialmente interesantes: el criticismo y la colaboración científico-bibliográfica.
Resulta evidente, a través de la correspondencia, que
Lumiares quiso editar Dianium por medio de Antonio Sancha
cuyo retraso lamenta. (nota 282) Ante la demora, don
Antonio se dedica al estudio de las inscripciones de Cartago
Nova que copia personalmente y con minuciosidad. Ahora
bien, «en el patio de la casa de los santos sirviendo de
pedestal a un pie derecho del corredor», hay una lápida
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dedicada a la victoria de Augusto y que fue utilizada por el
falso Luitprando como un voto a santa Victoria mártir: VICTORIAE / AUG. / C. VALERIUS / FELIX / EX VOTO / D. D.
Lumiares la considera auténtica romana y no acaba de descubrir las razones que movieron a don Gregorio a considerarla fingida. (nota 283)
La disponibilidad de Lumiares fue aprovechada por los
Mayans para darle una lección de crítica. Don Gregorio
había mantenido correspondencia con Fr. Pablo Manuel
Ortega que le había enviado manuscrita una Disertación
sobre la inscripción falsamente aplicada a santa Victoria.
(nota 284) Y Juan Antonio aprovechó los datos facilitados por
Ortega y las ideas expuestas por don Gregorio en una nota
a la Censura de historias fabulosas de Nicolás Antonio para
demostrar la ficción. Las razones fueron convincentes pues
Lumiares responde el 25 de septiembre de 1777: «Recibo la
erudita carta de V. S. la que no me deja nada que desear en
desengaño de la inscripción de Cartagena y a su debido
tiempo manifestaré el favor que debo a V.S.» (nota 285)
La generosidad de los Mayans fue realmente ejemplar y bastaría para demostrarlo su comprensión ante la actitud de
Lumiares respecto a la lllici de Juan Antonio dentro de los
ataques a las excavaciones llevadas a cabo en la Alcudia por
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
Leonardo Soler. (nota 286) El erudito de Oliva y su hermano
conocían el resultado de las excavaciones de Lumiares que
se dirigió a Juan Antonio manifestándole sus discrepancias,
y continuaron instruyendo al alicantino en el campo de la
epigrafía y facilitándole bibliografía especializada.
Porque la gran obra de Lumiares es, sin duda, Inscripciones
y antigüedades del reino de Valencia, que presentada en
1805 a la Real Academia de la Historia, sólo vio la luz pública en 1852.Ya en 1774, al ingresar como correspondiente en
la Academia de la Historia, insinuaba el posible encargo de
recoger los restos arqueológicos del antiguo reino de
Valencia, idea en la que insistía Mayans al confesar que no
había copiado las inscripciones de Sagunto porque esperaba que Lumiares publicara todas las pertenecientes al reino.
La idea, confusa en un principio, debió ir clarificándose en su
mente. En 1774, aprovechando un viaje a Cullera, se dedicó
a copiar inscripciones. Pero en 1778 la búsqueda se hace
más tenaz. Lumiares estuvo en Tárbena, Murla, pasó por el
Coll de Rates, visitó Villajoyosa, Ondara... Pero, he aquí el
sistema: envía tres inscripciones para que Juan Antonio las
compare con las editadas por Escolano y Diago y, a continuación, escribe: «Díganme V.SS. cómo las leen, los puntos
indican que está borrado en la piedra». (nota 287) También
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
las de Cartago Nova pasaron por la censura de Juan
Antonio. (nota 288) Sin embargo, quizá el texto más expresivo sea el siguiente: «La (inscripción) de la letra B deseo
saber qué quiere decir primeramente en buen latín y luego al
castellano; está grabada sobre piedra arenisca, está muy
estropeada, pero puede estar V.S. seguro que la copia es
exacta, pues la saqué tres veces y todas se confrontaban
una con otra». (nota 289) Los textos podían repetirse. Tanto
que don Antonio reconocía que abusaba de la generosidad
de los Mayans aunque justificaba su actitud por carecer de
biblioteca adecuada, y porque «el deseo de aprender y la
escasez de sujetos como V.S. me precisan a molestarle».
(nota 290)
Según progresaba en el trabajo, Lumiares encontraba mayores dificultades y las consultas, muerto don Gregorio en
1781, se dirigían a Juan Antonio. En sus lecturas de Gruter
y de Muratori encontró muchos nombres latinos pertenecientes a España y, como desconocía sus correspondientes,
preguntó con interés. (nota 291) Solicitaba, además, información sobre lugares donde pudiera encontrar inscripciones
y Juan Antonio le informó con generosidad: Daimuz, Lloch
Nou, Villalonga, Fuente de Encarroz, Oliva.. (nota 292)
Confiesa haber encontrado nuevas inscripciones, en carta
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
fechada en San Juan, y como carece de biblioteca adecuada consulta de nuevo. (nota 293)
Precisamente las consultas sobre libros de epigrafía y aun
trabajos manuscritos de eruditos valencianos son frecuentes. Entre los últimos sobresale un volumen de Memorias
antiguas de Valencia de Agustín Sales que fue utilizado por
Lumiares. (nota 294) Y, en cuanto a libros impresos, por las
manos de Lumiares pasaron Morales, Muratori, Onofrio
Panvinio... facilitados por Juan Antonio. Véase el tipo de información solicitada para que podamos hacernos idea del
alcance del influjo de los Máyans en los trabajos epigráficos
de don Antonio que escribía el 15 de marzo de 1788:
«Sírvase V.S. decirme cuántas son las obras de Onofrio
Panvinio, si la de los Fastos Consulares está separada de la
De antiquis nominibus romanorum para pedirlos a Madrid o
Italia, pues creo es la más útil para conocer a qué familias
pertenecen varios prenombres y cognombres. Si V.S. conoce
otra obra más útil a este intento le estimaré me lo insinúe;
quiero decir: en algunas inscripciones hallamos sólo el cognombre sin el prenombre, y nombre gentílico o de familia
para conocer a qué familia era peculiar necesito dicha obra;
esta es mi idea». (nota 295)
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Lumiares no es conocedor de las lenguas clásicas como el
deán de Alicante, ni posee la erudición, la agudeza crítica o
los conocimientos enciclopédicos de Mayans o Juan Andrés.
Trabajador infatigable puso su esfuerzo por conocer los restos arqueológicos del antiguo reino de Valencia y, de manera especial, las inscripciones romanas que buscó con apasionado interés. Y, en todo caso, su actividad debe ser estudiada en la línea trazada por los humanistas valencianos,
gracias al continuado influjo de los hermanos Mayans.
Erudición y enciclopedismo en el P. Andrés
El último personaje que abarca mi estudio es el jesuita Juan
Andrés. Nacido en Planes, educado en Cataluña y Valencia,
desempeñó sus primeros años de docencia como profesor
de Retórica de la Universidad de Gandía, para desplegar su
gran capacidad intelectual en Italia después de la expulsión
de los padres de la Compañía decretada por Carlos III.
Andrés es una figura de rango internacional. Su obra, Dell
‘origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura, aparecida en Italia (1782-1799) en siete volúmenes y rápidamente
traducida a todas las lenguas, le ganó merecida fama y el
calificativo de «sommo letterato», que le acompañó durante
los últimos años de su vida. Menéndez Pelayo celebraba su
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
inteligencia y saber, «cuyo mérito sólo puede compararse en
lo grande con el olvido en que hoy le tienen sus compatriotas». El P. Batllori, el historiador que más interés ha puesto
por recoger las fuentes documentales que dejaron los jesuitas exiliados e interpretar su alcance y sentido, ha incidido
en el mismo juicio: «El más acabado modelo de la erudición
enciclopédica setecentista y a la vez uno de los españoles
de fama más universal en su tiempo es Juan Andrés y
Morell, figura prócer injustamente olvidada, tanto en España
como en Italia». Los estudios posteriores no han disminuido
la actualidad de tales juicios. (nota 296)
Ahora bien, pese a la internacionalidad de su fama y la universalidad de los temas abordados en su obra, el hecho de
haber nacido en el antiguo reino de Valencia y haber vivido
el ambiente intelectual valenciano del siglo XVIII, influyó en
muchos de los planteamientos del P. Andrés, al tiempo que
le preparó para la gran empresa cultural. En el aspecto que
intenté desarrollar en Historia, fueros y actitudes políticas, al
observar las relaciones mantenidas con los hermanos
Mayans y la amistad siempre cordial que unió a ambos eruditos. Porque Andrés cursó cuatro años de teología en
Valencia (1759-1763). Fueron años clave en que las polémicas sobre la ilustración y la escolástica afloraron al público.
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
Adquiere, en este sentido, especial relieve la polémica suscitada por el libro del Dr. Andrés Piquer, Discurso sobre la
aplicación de la Philosophia a los asuntos de la Religión
(1757), la violenta réplica del pavorde Vicente Calatayud
arremetiendo contra todo cuanto significaba humanismo, historia crítica o libertad filosófica y la apasionada defensa que
de su persona y de sus maestros (Martí y Tosca) hiciera
Mayans en su Carta al doctor y pavorde don Vicente
Calatayud (1760). (nota 297)
Mucha más importancia -al menos lo conocemos mejor- tuvo
su permanencia en Gandía como profesor de Retórica,
desde 1763 a 1767 en que salió hacia el exilio. Fueron años
importantes en su formación. Preparó como profesor el
Certamen oratorio poético, que celebran los alumnos humanistas de la regia, cesárea y pontificia Universidad de
Gandía en los días 16 y 19 de julio de 1765... (Valencia
1765), en que demostró su capacidad pedagógica y su dominio de la cultura greco-latina. Pero, además de su docencia,
también demostró su capacidad receptiva. En la misma
Universidad residían los padres Mateo Aymerich y Tomás
Serrano, Aymerich, rector de la Universidad, era catalán,
discípulo de Finestres por cuyo medio había iniciado una
interesante correspondencia literaria con Mayans, a quien
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197
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
P. Juan Andrés y Morell
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
desde Gandía visitaba con frecuencia y recibía la visita del
erudito. Era Aymerich un buen filósofo escolástico pero con
amplio espíritu de apertura hacia la ciencia moderna. Había
escrito, además, un interesante episcopologio de la diócesis
de Barcelona, aunque con algún lunar en el campo de la crítica que Mayans no dejó de censurar. (nota 298) En cambio,
Serrano, nacido en Castalla, buen conocedor de la cultura
latina y con singular habilidad versificadora en la lengua del
Lacio, había tenido bastante relación con Mayáns pero también sus divergencias. Baste decir, a este respecto, que
Serrano era un ferviente admirador de Manuel Martí
(nota 299) y que, durante el exilio en Italia salió en defensa
de los escritores hispano-latinos, especialmente de Marcial a
quien imitó en unos poemas aparecidos después de su
muerte.
Otro jesuita pudo inducir a Andrés a buscar la amistad de
Mayans. Me refiero al teólogo catalán Juan Bautista Gener,
que había residido en Gandía alrededor de los años cincuenta y había conservado buena amistad con el erudito. De
don Gregorio aprendió su afición por la historia, y, en esa
línea hay que encuadrar la obra teológica de Gener,
Theologia dogmatico-scholastica perpetuis prolusionibus
polemicis historico-criticis necnon sacrae antiquitatis monuÍNDICE
199
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
mentis illustratis (Roma 1767). Pues bien, después de abandonar Gandía, Gener confió a don Gregorio muchos de los
problemas que tuvo que afrontar y recibió, en cambio, confidencias del erudito quejándose precisamente de la actitud
del P. Serrano. Vale la pena leer las palabras de Gener: «Si
el P. Serrano llega a conocer a Vm. formará el debido concepto de su grande alma y amabilísimo corazón como yo lo
formé, y tan luego, por mi dicha». (nota 300) Como Andrés
fue discípulo de Gener durante sus años de estudio en
Gerona (1757-1759), bien pudo recibir semejante consejo.
Todas esas razones explican el respeto y admiración con
que, desde el primer momento, se dirigió Andrés al erudito
de Oliva, que en su plenitud intelectual gozaba de merecida
fama. En las dos cartas que conservamos de Juan Andrés a
don Gregorio, publicadas por mí en libro anterior, podemos
observar cómo el jesuita pide al erudito libros que necesita
para sus clases dedicadas fundamentalmente a la cultura
clásica. El 2 de noviembre de 1765 Andrés devolvía «la
Ilustración y Tragedia de Dn. Jusepe», que había leído con
aprecio «por su mucha erudición, doctrina y juicio, y finalmente por ser libro del gusto de Vmd. tan exquisito y delicado». El 2 de abril de 1767, la víspera misma de la expulsión,
el jesuita devolvía los libros que había retrasado por haberÍNDICE
200
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
los querido devolver personalmente. Al mismo tiempo, totalmente ignorante del real decreto de extrañamiento, «me
tomo la libertad de suplicar a V. S. se sirva favorecerme con
el tomo de poetas griegos dramáticos y los dos tomos de
Delrío sobre las tragedias de Séneca». (nota 301)
Pero más importante que el préstamo y lectura de libros era
la conversación personal con el erudito. Así lo demuestra el
hecho de que en ambas cartas Andrés insista en que envía
los libros porque le ha sido imposible devolverlos personalmente. Resulta trágico observar la confianza del jesuita, al
escribir en vísperas del destierro, «con aviso del tiempo que
me los (libros) podré retener porque quisiera restituirlos yo
mismo, y recibir las órdenes de V.S. por despedida». Las
conversaciones debieron ser, por tanto, muy frecuentes y
sólo en caso de fuerza mayor recurría el jesuita a la correspondencia. «La inmensa erudición y superior (si puede ser)
humanidad de V.S. me enseñan tanto, que jamás tengo el
gusto de lograr su apreciable compañía, sin que saque el
provecho de salir más instruido».
El afecto mutuo entre el jesuita y el erudito surgió espontáneo y sincero y don Gregorio, que celebró cordialmente la
expulsión de los padres de la Compañía, intentó por todos
los medios a su alcance convencer a Juan Andrés para que
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
permaneciera en España. En ese sentido escribe al jerónimo
Manuel de Almagro, a quien cree encargado de los trámites
de embarque de los jesuitas, que procure disuadir a Andrés
de continuar en la Compañía. Mayans insiste en la capacidad intelectual del jesuita, en el afecto familiar (lejanía de sus
padres ya mayores), imposibilidad de comunicaciones...,
como razones a alegar ante Andrés. El P. Almagro no pudo
entregar personalmente la carta y, aunque procuró que llegara a manos del destinatario, nuestro jesuita abandonó la
península con sus compañeros de religión y, después del
accidentado viaje, se estableció en Italia donde vivió los más
fecundos años intelectuales de su larga existencia.
(nota 302)
El desarrollo, por muy superficial que fuera, de la actividad
intelectual de Andrés y la valoración de su obra desborda las
posibilidades del presente trabajo. Sería un vano intento de
suplir el vacío de una etapa de especial relieve cultural.
Intentaré señalar, no obstante, los caracteres que le unen
con el grupo ilustrado valenciano cuyo ambiente vivió en su
juventud.
En primer lugar, la valoración literaria del mundo greco-latino. Fue ese un punto esencial en los planteamientos de
reforma cultural del deán de Alicante. Recordemos su afirÍNDICE
202
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
mación de que no hubiera podido vivir tranquilo con sólo
pensar en la posibilidad de que existieran textos de escritores griegos ignorados por él. Por lo demás, sus elogios de los
clásicos griegos son constantes: Teócrito, Demóstenes,
Esquines... Y la exigencia de que se estudie griego sin cuyo
conocimiento no se pueden leer los mejores libros de filología o hermenéutica bíblica aparecidos en Europa. A los
escritores griegos es menester añadir los latinos: Lucrecio,
Terencio, Plauto, Catulo, Cicerón... De ahí que, cuando
exponga sus ideas sobre la reforma de las letras en Iuventuti
hispanae, Martí exija el estudio previo de los clásicos griegos, de los mejores escritores latinos y de los humanistas
hispanos que se expresaron en la lengua del Lacio. En el
fondo, la admiración por el humanismo renacentista esté en
la base del canto en honor de Italia, madre de las letras.
(nota 303)
En la misma línea se expresará Mayans. Con menos conocimiento de la lengua griega que el deán, don Gregorio considera que los clásicos lograron la máxima belleza de expresión literaria e insistirá en defender su superioridad inalcanzable. La Poética de Aristóteles está en la base de sus ideas
literarias. De ahí que todo renacimiento consista en la vuelta
a la imitación de los clásicos. Por lo demás, la admiración
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
mayansiana por los humanistas hispanos del XVI no tiene
límites: Vives, Nebrija, Brocense...
Este planteamiento explica su interés por publicar los grandes escritores greco-latinos con la traducción paralela de los
humanistas del XVI como el mejor medio de reformar la
decadencia que veía en el barroco. Así se explica su criterio
de que el Siglo de Oro castellano radique en los escritores
del XVI (Fr. Luis de Granada, san Juan de Avila, Fr. Luis de
León, santa Teresa, Alexio Venegas...) y no en el XVII
(Góngora, Quevedo, Calderón...) de cuyo estilo no gusta. Se
trataría, en el fondo, de un desvío del clasicismo, suprema
perfección literaria. (nota 304)
Ya vimos antes que también Cerdá Rico participaba de idénticos criterios y cómo la idea de que la perfección literaria
consistía en la imitación de los clásicos -su mejor expresión
el Renacimiento- expli caba el olvido de Gonzalo de Berceo
o del Arcipreste de Hita, que conocía muy bien, en aras de
la belleza expresiva lograda en el XVI. Por lo demás,
François López ha demostrado la importancia de las ideas
literarias de los ilustrados valencianos -de Martí y de
Mayans, fundamentalmente- en la formación intelectual de
Forner que tan apasionadamente intervino en las polémicas
literarias de los últimos años del siglo. (nota 305) No puede,
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
por tanto, extrañarnos que también aparezcan, aunque de
forma más personal y dentro de un planteamiento más universal y enciclopédico en el P. Andrés, como corresponde al
carácter de su obra.
De entrada, el jesuita considera que la literatura griega ha
alcanzado la máxima perfección. «La literatura griega forma
el más alegre y delicioso espectáculo que puede presentarse al entendimiento humano». En ningún otro caso se logró
un equilibrio tan perfecto en el cultivo de las letras humanas,
estudios científicos o trabajos técnicos. «De modo que
puede decirse que la Grecia ha sido la única nación del
mundo, donde el entendimiento humano ha gozado todos
sus derechos, ha ejercido todas sus facultades y ha salido
con igual felicidad con las obras de gusto, con las fatigas
puramente intelectuales, con los trabajos de la memoria y
con los partos de la imaginación». (nota 306)
Los datos aparecidos en Del origen... no son especialmente
originales y nuevos, antes bien se trata de una visión sintética llevada a cabo por un buen conocedor de los clásicos.
Porque Andrés era un buen humanista minucioso como lo
demostró en el Catalogo de’codici manuscritti della famiglia
Capilupi di Mantova (1797) analizado por Batllori. (nota 307)
Pero en la obra enciclopédica siguió el camino de visión
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
general tanto al estudiar la literatura griega como la latina en
un claro paralelismo, precisando los puntos comunes y las
diferencias. Porque, a juicio de Andrés, «siempre que se examine con cuidado la romana, fácilmente se verá que no se
distingue de la griega más que en el lenguaje. La poesía
estaba sujeta en ambas a las mismas leyes, y una y otra
tenían las mismas medidas; la elocuencia romana no podía
salir de los términos que había señalado la griega.. ».
(nota 308)
Dicho de otra forma, el jesuita considera el mundo greco-latino como una unidad cultural que logró la máxima perfección.
La belleza literaria tendrá siempre un ejemplo a seguir en los
clásicos. De ahí su admiración por los escritores del
Renacimiento. Porque, pese a los elogios a la poesía árabe
provenzal -de los que hablaremos a continuación- la verdadera revitalización cultural radica en el Renacimiento italiano:
«pero los italianos se han de considerar como los griegos, a
quienes tocó coger todo el fruto de la cultura literaria. Por
más que España, Francia e Inglaterra y también la misma
Italia, hubiesen producido ya varios escritores de todas
especies, el verdadero principio del restablecimiento de los
buenos estudios empezó con Dante, el Petrarca y Bocaccio,
los cuales son justamente tenidos por los primeros maestros
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
de la lengua y poesía italiana y del buen modo de escribir en
verso y en prosa». (nota 309)
Y, por supuesto, frente al barroco, las preferencias de Andrés
son claramente favorables a la belleza literaria de nuestro
XVI. En ese sentido se atreve a contradecir la opinión de
Condillac de que la literatura del XVI era más bien rústica.
Podría serlo en Francia, dirá el jesuita. No así en España e
Italia. Y en cuanto a nuestro país se refiere, anota los grandes autores: Garcilaso, Fr. Luis de León, Oliva, Fr. Luis de
Granada, Zurita, Morales, Cervantes ... (nota 310)
La novedad introducida por Andrés radica en la existencia de
un renacimiento literario europeo anterior al italiano pero
siempre en contacto con el mundo cultural griego. Porque el
jesuita valoraba de manera muy positiva las letras árabes,
especialmente las hispanas. Basado en las aportaciones de
Casiri en su Bibliotheca arabico-hispana-escurialensis y los
estudios europeos aparecidos en su tiempo, Andrés habla
con entusiasmo de las bibliotecas y academias árabes, de
sus estudios sobre gramática y poesía, sus aportaciones en
el campo de la ciencia y de la técnica al conservar los trabajos griegos, su influjo en la ciencia y letras europeas... Tanto
«que casi me hacen aprobar la animosidad del docto Casiri
en igualar los poetas árabes a los griegos y latinos; pero no
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
encuentro aquella naturalidad de afectos, aquella sencillez
de conceptos, aquella verdad y propiedad de imágenes, que
necesitaría para conformase enteramente con su dictamen».
(nota 311) Es el único aspecto cultural que Andrés valora del
medioevo, pues ni la escolástica, ni el gótico admiten salvación, «sino sólo el prerrenacimiento greco-arábigo, ya apuntado, y todo lo que en las ciencias eclesiásticas quedó al
margen de la escolástica, que él considereba pura barbarie». (nota 312)
Andrés situaba el influjo de la ciencia arábiga en Europa a
través de la escuela de traductores de Toledo. Pero en el
campo estrictamente literario la cultura hispano-arábiga tuvo,
a su juicio, una importancia excepcional pues, gracias a su
influjo, se introdujo en Europa la poesía rimada. Según el
planteamiento de nuestro jesuita, el influjo hispano-arábigo
en la literatura europea se produce por medio de la lengua
provenzal que identifica con la catalana-valenciana. Es necesario reconocer que no se trata de una visión única y personal. Los jesuitas hispanos exiliados en Italia participaban de
un entusiasmo arabista muy pronunciado. Buscaban exaltar
la cultura española en un ambiente hostil, al tiempo que
deseaban divulgar la obra de los poetas provenzales que
identificaban con los catalano-valencianos. Este último
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
aspecto había sido defendido por los provenzalistas italianos, especialmente por Gianmaria Barbieri en libro que dejó
inédito con el nombre de Dell ‘origine della poesia rimata.
Cuando el abate Tiraboschi, el famoso historiador de la literatura italiana que acusó a los españoles de constituir la
causa de la decadencia de las letras en su país, quiso publicar el manuscrito de Barbieri, recurrió a Juan Andrés quien,
a su vez, encargó la tarea a Juan Antonio Mayans y a un
jesuita catalán exiliado, Joaquín Pla, que tradujeron los textos provenzales. (nota 313)
La edición del manuscrito de Barbieri provocó una larga
polémica. El criterio de Andrés fue apoyado por Tiraboschi.
Encontró, sin embargo, la oposición tenaz de un compañero
de exilio, Esteban Arteaga, que en su tratado Dell’influenza
degli arabi sull’origine della poesía moderna in Europa
(1791) defendía la tesis de que la poesía rimada europea
tenía origen latino-germánico. (nota 314) En los planteamientos de Andrés la poesía hispana y francesa nacieron de
la imitación de los árabes y, al precisar su criterio, señala que
la construcción de versos, especialmente la rima, procede
de los poetas arábigos. Concretando más su objeto, el jesuita indica que los poetas provenzales imitaron a los árabes y
que la poesía italiana se formó sobre la provenzal. De ahí
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
sus afirmaciones de que Petrarca, Dante y Bocaccio imitaron
a los provenzales. Este tipo de juicios le crearían una serie
de dificultades interpretativas sobre la cronología de Jordi de
san Jordi, su identidad o no con Jorge del Rey del Canto de
Turia, del posible influjo en Petrarca o viceversa, o acerca de
March -ya que no podía ser Ausias- uno de cuyos predecesores que influyera en el poeta italiano. (nota 315)
Desde su perspectiva personal, Andrés tenía que estudiar la
literatura provenzal y, dado su criterio de identificarla con la
catalana-valenciana, no tenía más remedio que aludir con
frecuencia a los escritores valencianos del XV. Como apenas
tenía libros originales en su exilio italiano, se sirvió de su hermano Carlos como intermediario para conseguir noticias de
Juan Antonio Mayans. Las noticias literarias que facilitó el
hermano de don Gregorio son abundantes sobre el autor de
la Eufrosina, prohibiciones inquisitoriales de libros castellanos (Propaladia, Lazarillo de Tormes, la Celestina, Audi
filia...) valor de Progresos de la historia en el reino de Aragón
de Dormer, ofrecimiento de la Biblioteca de León Pinelo con
las adiciones de González de Barcia... Pero adquieren especial importancia los datos relacionados con la historia de las
letras «lemosinas» pues los Mayans participaban de la idea
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
de la identidad del provenzal con catalán y valenciano.
(nota 316)
El reconocimiento dolido de que «nuestros poetas lemosines
por todas partes se van aniquilando» y el interés sincero de
Juan Antonio por recoger sus restos literarios tan evidentes
facilitaron su colaboración. El 11 de marzo de 1783, comentando las quejas de algunos por las noticias relacionadas
con escritores valencianos incluidas en la Vivis vita, manifestaba Juan Antonio su deseo de no «perder ocasión de dar
a saber hechos y dichos que de otro modo quedarán en el
olvido, creo que se libran de él muchas noticias de nuestros
paisanos». En este sentido se esforzará por copiar los
Cancioneros provenzales citados por Antonio Bastero, pues
«en ellos están las pruebas de ser los lemosines padres de
toda la poesía de Europa». Con ello Juan Antonio aceptaba
una de las líneas básicas expuestas en Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura. (nota 317)
El canónigo Mayans no era un genio en la visión global de la
historia literaria, pero sí un lector tenaz y minucioso anotador
de la fabulosa biblioteca de su hermano. De ahí la importancia de las noticias facilitadas. En la mayansiana se encuentran «ordinacions fetes per lo Senyor En Pere rei de Aragó
sobre lo regiment de tots els oficials de la seua Cort» en
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
códice manuscrito antiguo. También posee un ejemplar de
Francesc Eximenis de la edición rarísima de 1499, al tiempo
que insiste sobre el hecho de que las primeras pruebas de
papel en Europa proceden de Valencia, como así lo hizo
Andrés en el primer volumen de su obra. (nota 318)
El P. Batllori señala que en un hombre de mentalidad neoclásica tan acusada como Andrés resulta notable «la valoración de la antigua literatura catalana, sobre todo de la escuela valenciana del XV». Y a continuación transcribe un precioso párrafo de Andrés: «Si se puede llamar a Ausias March el
Petrarca de los provenzales, un contemporáneo suyo,
Joanot Martorell, es apellidado por Bastero su Bocaccio, y a
su Tirant lo Blanch le corresponde el primer puesto entre las
prosas provenzales, como al Decamerone el de las toscanas. Por el mismo tiempo, aunque algo más joven que Ausias
March, escribió Jaume Roig, igualmente valenciano, cuya
obra poética, llamada por algunos Cudolada..., ha sido frecuentemente, y aun en nuestro siglo, reeditada y comentada
por hombres doctos». (nota 319)
No quisiera forzar el argumento pero no puedo pasar por alto
los elogios que Gregorio Mayans dedicó a Ausias March,
«príncipe de los poetas lemosines y gloria inmortal de la ciudad de Valencia». (nota 320) Más dificultad tuvo el erudito
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
para encontrar el Tirant lo Blanch que sólo pudo leer en francés. (nota 321) Pero poseía, y en su primera edición, el Llibre
dels consells de Jaume Roig, poeta que compara con
Anacreonte y Catulo. Así, después de transcribir unos versos
de Roig: «Entre les pies/espirituals/e corporals,/l’obra
millar,/de mes amor/a mon parer,/es doctrinar/ dar exemplar,/e bon consell/a qui novell/en lo mon ve», añade don
Gregorio: «No puede juzgar de la dulzura de estos versos el
que no sepa pronunciarlos». (nota 322)
Ahora bien, dentro ya de las circunstancias inmediatas al trabajo de Andrés, tenemos un texto precioso de Juan Antonio
Mayans en carta al hermano del jesuita: «Italia acaba de dar
una magnífica edición de Anacreonte dedicada al Sr. Infante
D. Gabriel. Pero debe estar en ella el Anacreonte valenciano,
y en poder del hermano de Vmd. A vuelta de Madrid le compré en S. Felipe (Játiva) de la edición príncipe, no castrada;
falta el frontispicio que copiaré, y señale Vmd. la persona a
quien le haya de entregar a fin de que el hermano de Vmd.
tenga este obsequio de gente que hereda el afecto a la casa
de Vmd. Si las letras lemosinas no estuvieran moribundas
debiera mossen Roig reimprimirse con notillas, que a mi no
sería difícil hacerlas por tener un ejemplar interpolado con
hojas blancas, y en ellas bastantes materiales para la
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
empresa. Pero falta el tiempo y el gusto; y aun el texto no se
pudo sufrir en este siglo en que se truncó, y de palabra se
recogió por los inquisidores; sin que esto pruebe que las costumbres estuviesen más estragadas en tiempo de Roig que
en el corriente». (nota 323) No obstante, en el campo de la
erudición literaria, las aportaciones más interesantes que
Juan Antonio puso en conocimiento de Andrés fueron las
notas que había redactado ante la lectura de la Colección de
poesías castellanas anteriores al siglo XV de Tomás A.
Sánchez. Los hermanos Mayans conocieron, desde el primer momento y por noticia de Cerdá Rico, el trabajo de
Sánchez que alabaron calurosamente. Pero celosos como
eran de la lengua «lemosina» quisieron defender su supremacía cronológica. Gregorio envió a Tomás A. Sánchez las
obras manuscritas de Roiç de Corella que conservaba la
mayansiana (nota 324) y Juan Antonio redactó unas Notas...
a la obra de Tomás Sánchez Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV. Se trata de una serie de datos en
forma de referencias bibliográficas sobre los poetas valencianos enviados a Sánchez con el fin de que pudiera incluirlas en ediciones posteriores. (nota 325) En manos de Juan
Andrés pudieron servir para confirmar su tesis sobre el provenzal como vehículo de influjo cultural en el castellano y,
sobre todo, para sus datos de erudición. Porque consta que
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
las Notas llegaron a manos del jesuita exiliado: «Mi hermano
me encarga diga a Vm. que ha leído con particular gusto las
reflexiones que Vm. hizo sobre la obra de Dn. Tomás
Sánchez, y que le dé repetidas gracias...». (nota 326)
Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura es
una obra hoy prácticamente superada. Pero considerada la
época de redacción sus aportaciones fueron muy valiosas.
Constituyó el primer intento de dar una interpretación universal de la cultura humana pues, para Andrés, literatura
responde a nuestro actual concepto de cultura. El jesuita era
consciente de su originalidad. Por eso inicia la Introducción
general con las siguientes palabras: «Una historia crítica de
todas las vicisitudes que ha sufrido la literatura en todos los
tiempos y en todas las naciones; un cuadro filosófico de los
progresos que desde su origen hasta el día de hoy ha hecho
en todos y cada uno de sus ramos..., no puede menos de
agradar a los literatos...». (nota 327)
He subrayado las palabras clave que señalan la originalidad
de Andrés: la universalidad, dentro de una concepción crítica y filosófica. Era la visión propia del siglo XVIII, crítico y
enciclopedista por excelencia. No es que nuestro jesuita
fuera absolutamente original. Existían antecedentes. Batllori
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
ha señalado los predecesores: Quadrio y Tiraboschi. El primero escribió Della storia e della ragione d ogni poesia
(1739-1742) y el segundo Storia della letteratura italiana,
«que extendía a todas las ciencias y a toda la cultura escrita. Juan Andrés quiso abarcar toda la extensión geográfica
de Quadrio y toda la extensión temática de Tiraboschi».
(nota 328) Pero nadie logró, como Andrés, la síntesis, expresión de la cultura de su siglo: universal, crítico y racionalista,
aunque dentro de la ortodoxia más acendrada.
Significó, además, una profundización en la importancia del
arabismo. Mayans insistía en los Orígenes de la lengua
española en la importancia del árabe después del latín. «En
lo que toca a las lenguas, se ha de poner mayor estudio en
aquellas de las cuales se han tomado más vocablos que en
las otras de que se han tomado menos. Y así, mayor estudio
deben poner los etimologistas españoles en la lengua latina
que en la árabe, mayor en la árabe que en la griega, mayor
en la griega que en la hebrea... ». (nota 329)
Don Gregorio no era un arabista. En consecuencia procuró
mantener el entusiasmo de quienes iniciaban tal estudio.
Dos eruditos de su entorno dedicaron su esfuerzo al conocimiento del árabe. Pérez Bayer, en primer lugar. Mayans fue
quien le orientó en el estudio del griego y del hebreo. Y cuanÍNDICE
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
do Bayer decidió profundizar en el árabe, especialmente
durante sus años de residencia en Roma, el consejo de don
Gregorio se dirigió no a que supiera mucho árabe sino a que
lo enseñase en la Universidad española. (nota 330) Las relaciones con Casiri son más tardías. En 1752 el sirio manifestaba su gran admiración por Mayans al que consideraba
mayor historiador que Mondéjar. Por eso, cuando el arabista
trabajaba la Bibliotheca arábico-hispano-escurialensis, consultó algunas dudas al erudito de Oliva y en concreto sobre
la autenticidad del cronicón de Rasis y le gustó tanto la respuesta que pensó incluirla en la Bibliotheca. Por lo demás,
Mayans anotó una serie de correcciones al volumen primero
de la obra y las pasó al autor para que hiciera el uso oportuno. No obstante, las presiones de Juan de Santander y Juan
de Iriarte, que lograron impedir la publicación de la carta de
Mayans sobre Rasis, Casiri incluyó unas palabras elogiosas
del valenciano y algunas correcciones pormenorizadas. Don
Gregorio, por su parte, elogió siempre con calor el trabajo de
Casiri y consideró que la Bibliotheca arábico-hispano-escurialensis estaba en la base de la interpretación histórica de
Juan Andrés. (nota 331)
Esta afirmación de Mayans es, en gran parte, cierta. Porque
nuestro jesuita, que no estaba especialmente versado en
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Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
lengua arábiga, encontró en la Bibliotheca de Casiri una de
las fuentes más preciosas para el conocimiento de la literatura arábiga. Pero no quedó ahí, pues estaba al corriente de
los últimos estudios sobre la lengua y literatura árabes. Y, lo
más importante, como historiador, planteó con agudeza y
perspicuidad el gran problema del influjo de la literatura hispano-arábiga en las letras europeas que tantas discusiones
ha provocado entre los romanistas. (nota 332)
Queda, finalmente, su aportación al estudio del provenzal
que identificaba con el catalán y valenciano. Tampoco en ese
aspecto partía de la nada, porque los ilustrados valencianos
habían manifestado un especial interés por conocer la historia literaria de su lengua. Los trabajos de Mayans, Ximeno,
Galiana, Ros, Cerdá Rico (muy superiores a los realizados
por los catalanes de su tiempo) están en la base de los criterios de Juan Andrés. Pero nuestro jesuita les supera a
todos en la amplitud de su visión dentro de una
Kulturgeschichte universal. Su trabajo expuso ante la mirada
de Europa el problema de la importancia del provenzal en la
evolución de las lenguas del continente. No todas sus afirmaciones han sido confirmadas por la crítica y filología posteriores. De todas formas, su obra contribuyó a difundir los
nombres de nuestros más preclaros escritores (de Ausias
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Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
March y Jaume Roig a Martí y Mayans). Motivo más que suficiente para merecer nuestro recuerdo.
Hemos llegado al final de nuestra andadura. No han sido
estudiados todos los ilustrados que nacieron o desarrollaron
su actividad cultural en el ámbito geográfico que abarca esta
nueva Universidad. Dejamos voluntariamente al margen a
científicos como Jorge Juan o escritores de creación como
Pedro Montengón.
Mi estudio estuvo centrado en el humanismo y en la historia
crítica. Y ni siquiera en este campo tan limitado he insistido
en todas y cada una de las personalidades. Nada he dicho
de Nicolás Belando el autor de la conocida historia de Felipe
V censurada por la Inquisición y apenas aludí a la obra poética latina del P. Tomás Serrano. También dejé al margen a
Sempere Guarinos ilustrado y afrancesado, que bien merece un estudio monográfico, con escasas relaciones con el
grupo valenciano.
De hecho, he limitado mi trabajo al estudio del grupo valenciano que tiene su origen claramente definido en la actividad
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219
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
cultural de Manuel Martí quien, en contacto con las corrientes europeas del pensamiento, en especial italianas, proporciona los caracteres esenciales del movimiento entre nosotros: humanismo y criticismo histórico. Su planteamiento
encontró colaboradores -de menor entidad, sin duda-. He
estudiado los más cercanos a su persona: Felipe Bolifón en
el campo humanista, Jacinto Segura, con las limitaciones
que se quiera, en la historia.
Sin embargo, el verdadero heredero fue Mayans, figura clave
de la ilustración hispana que con su capacidad intelectual
sistematiza las intuiciones de Martí. Don Gregorio será el eje
transmisor de los planteamientos reformistas a los personajes que llenaron la segunda mitad del siglo, siempre en el
campo del humanismo y la erudición: Cerdá Rico, Conde de
Lumiares, Juan Andrés. Nada tiene de extraño esa labor
esencial de Mayans porque los ilustrados que he estudiado,
sólo tienen sentido y resultan comprensibles en el ámbito
valenciano.
Inicié mi estudio con el deán de Alicante que, sin despreciar
la cultura europea, estuvo en especial contacto con el movimiento reformista italiano. He aludido con frecuencia a
Mayans cuyas preferencias por corrientes nórdicas y su
amistad con Muratori son bien conocidas. He finalizado con
ÍNDICE
220
Nuestros ilustrados: de la epigrafía al enciclopedismo
la actividad -plenamente italiana, aunque dentro del contexto
europeo- del jesuita exiliado Juan Andrés. No es una mera
casualidad. Porque la idea de una ilustración hispana completamente afrancesada exige muchos matices y más de
una corrección. Entre otras cosas, porque no se trata de una
ilustración monolítica, antes bien multiforme y varia.
Es el máximo deseo del autor de estas páginas -y constituiría su suprema satisfacción- que las aportaciones aquí presentadas sobre nuestro pasado cultural fueran pronto superadas. Tendríamos entonces una prueba de que la actividad
intelectual de esta Universidad, que hoy oficialmente inauguramos, habría contribuido de manera decisiva al conocimiento de nuestro pasado, que es el mejor medio para
enfrentarnos con nuestro futuro.
He dicho.
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221
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
1 Quisiera señalar la divergencia sobre los orígenes de la Ilustración
entre el criterio de Maranón que centra en Feijoo, y el de Paul Hazard,
que, escribiendo por las mismas fechas, señala la multiplicidad de
corrientes y personas.
2 V. PESET, La universidad de Valencia y la renovación científica
española (1687-1727), «Asclepios, XVI (1964), 214231; J. M. LOPEZ
PINERO, La introducción de la ciencia moderna en España, Barcelona 1979; ID., La ciencia y la técnica en la España de los siglos
XVI y XVII, Barcelona 1979.
3 M. MARTI, Apuntes autobiográficos n. 2. Cito siempre por la edición
de L. GIL, Los apuntes autobiográficos del deán Martí, «Boletín de la
Real Academia Española», LVIII (1978), 47-101.
4 Ibid., 4.
5 L. v. RANKE, Storia dei papi, Florencia 1965, 874.
6 A. QUONDAM, Le satire di Ludovico Sergardi. Contributo ad una
cultura romana tra Sel e Settecento, «La Rassegna della letteratura
italiana» 1969, 206-272.
7 M. MONACHO, I rapporti di L. A. Muratori con i «letterati» romani del
suo tempo, en L. A. Muratori e la cultura contemporanea. «Atti del
convegno Internazionale di Studi Muratoriana», Modena 1972,
Florencia 1975, 57-100.
8 Texto en M. MONACHO, 71.
9 E. CODIGNOLA, Illumisisti, giansenisti e giacobini nell’Italia del
Settecento, Florencia 1947, 186.
ÍNDICE
222
Notas
10 MONACHO, 73.
11 G. MAIANSIUS, E. Martini, ecclesiae alonensis, decani, vita.
Estudio preliminar, edición bilingüe y comentario de L. GIL, Valencia
1977, p, 319, n. 16. De la importancia de las Academias baste recordar que en una de ellas se explicó Newton entre 1710 y 1715, cf.
MONACHO, 73.
12 CODIGNOLA, 194-196.
13 G. MAYANS, Epistolario III, Mayans y Martí. Transcripción, notas y
estudio preliminar de A. MESTRE, Valencia 1972, Martí a Mayans,
11-VII-1732.
14 MARTI, Apuntes..., n. 48.
15 L. CEYSSENS, Le jansenisme. Considerations historiques preliminaires à sa notion, «Analecta Gregoriana» 71 (1954), 3-32; A. MESTRE, Estudio preliminar a G. MAYANS, Epistolario VI, Mayano y
Pérez Bayer, Valencia 1977.
16 MARTI, Apuntes..., 12.
17 Ibid., 10.
18 Ibid., 14; G. MAIANSIUS, Martini vita, n. 45. Cf. los interesantes
comentarios de L. Gil a dicho número en pág. 339.
19 L. GIL, Notas in Theocritum del deán de Alicante, en «Cuadernos
Filología Clásica», XI (1976), 19-52. Se conservan manuscritos en B.
MV., Serrano Morales 6364.
20 MARTI, Apuntes..., 9: MAIANSIUS, Martini vita, 34 y 177.
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223
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
21 Id., 10, Ibid., 176.
22 MARTINUS, Epistolarum libri XII, Madrid 1735, lib. VI, ep. 13.
23 BMV., Serrano Morales 6364,
24 MAYANS, Epistolario III, Mayans y Martí... hace múltiples referencias.
25 La correspondencia con Fabretti en Epistolarum, libro IV.
28 MARTI, Apuntes..., 17.
27 Ibid., 19.
28 G. VICO, Autobiografía, Turín 1965, 30.
29 Martí a Mayans, 9-V-1723, en G. MAYANS, Epistolario...
30 VICO, 21-22.
31 A. MESTRE, Estudio preliminar a G. MAYANS, Epistolario, III,
Mayens y Martí..., XXIII y L-LI.
32 VICO, 30.
33 Martí a Mayans, 4-III-1725.
34 VICO, 45-6.
35 E. RAIMONDI, La formazione culturele del Muratori, en «L. A.
Muratori e la cultura contemporanea», 3-23.
36 Martí a Mayans, 18-VI-1733.
37 La correspondencia
Epistolarum..., lib. VIII.
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con
224
Montfaucon
en
MARTINUS,
Notas
38 Id., lib. I, 5.
39 E. MARTINUS, De Tyberis alluvione sylva, Roma 1688.
40. -MARTI, Apuntes..., 5.
41 Insiste sobre el tema en carta a Mayans de 29-V-1733.
42 A. MESTRE, Historia, fueros y actitudes políticas. Mayans y la historiografía del XVIII, Valencia 1970, 26-30.
43 Martí a Mondéjar, 4 Kalend. nov. 1707, MARTINUS, Epistolarum....
lib. V, 2.
44 Martí a Mayans, 11-II-1725.
45 Ibid., 6-III-1737.
46 A. MESTRE, Conciencia histórica e historiografía en el siglo XVIII
(en prensa).
47 Id., Historia...
48 Martí a Antonio F. Zondadari, 8 id. ian. 1705, en MARTINU,S,
Epistolarum..., lib. IV, 9.
49 MARTI, Apuntes..., 15-16.
50 V. MARTINEZ MORELLA, Cartas del deán Martí conservadas en
el Archivo Municipal de Alicante, «Boletín de la Sociedad
Castellonense de Cultura», XLI (1965), II, 113-127.
51 MARTI, Apuntes..., 18.
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225
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
52 Sólo fue publicada en Venecia en 1734 gracias a las gestiones de
Mayans ante el austracista conde de Cervellón, con un prólogo
«Iuventuti Hispanae» que, fechado en 1705, fue escrito en realidad
en 1723.
53 La obra de Rodríguez quedó impresa pero no publicada en 1703.
Al público salió en 1747. En 1977 se hizo una reedición.
54 La obra histórica de Corachán en A. MESTRE, Historia, fueros...,
44-46; T. V, TOSCA, Vida y virtudes de la V. Madre Sor Josepha María
de santa Inés ... religiosa descalza del exemplarísimo convento de la
Purísima Concepción de Ntra. Sra. de la villa de Beniganim, Valencia
1715.
55 Toda la correspondencia fue publicada por Mayans en MARTINUS, Epistolarum...
56 Texto en MESTRE, Estudio preliminar el Epistolario castellano cruzado entre Mayans y Martí, p. XIX.
57 MARTINUS, Epistolarum... IV, 5.
58 Ibid., V, 1-22. Además, en ese tiempo tradujo las Olimpíadas de
Flegonte Tralliano, libero de Adriano, MARTI, Apuntes ..., 23.
59 MARTINUS, Epistolarum..., V, 3.
60 Ibid., V, 5.
61 A. VILAPLANA, Correspondencia de Papebroch con el marqué de
Mondéjar, «Hispania Sacra», XXV, 50 (1972), 293-349.
62 MARTINUS, Epistolarum..., V, 2.
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226
Notas
63 E. FLOREZ, España sagrada, III, 132. Cf. A. MESTRE, Historia,
fueros..., cap. III-IV.
64 MARTI, Apuntes..., 64.
65 Ibid., 29.
66 Martí a Mayans, 26-VI-1733.
67 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 409.
68 MARTI, Apuntes..., 31,
69 Ibid., 39; MAIANSIUS, Martini vita, 116-127; MARTINUS,
Epistolarum..., lib. X, 4.
70 MARTI, Apuntes..., 40.
71 Ibid., 23.
72 MAIANSIUS, Martini vita, 175. Conservaba todavía la traducción
durante su segundo viaje a Roma.
73 MARTI, Apuntes..., 41.
74 Ibid., 43.
75 Felipe Bolifón a G. Mayans, 21-V-1729, BAHM, 49.
76 Martí a Mayans, 27-V-1729.
77 Bolifón a Mayans, 4-VI-1729, BAHM, 49.
78 Mayans a Martí, 31-V-1729.
79 MAIANSIUS, Epistolarum libri VI, Valencia 1732, Ib. V, 3.
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227
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
80 Martí a Mayans, 23-XI-1731.
81 Ibid., 30-V-1732.
82 Ibid., 21-III-1732.
83 MARTI, Apuntes..., 41; J. PEREZ DURA, Epistolario Martí y
Bolifón, texto bilingüe, Alicante 1979.
84 MARTINUS, Epistolarum..., lib. VI, 19.
85 Ibid., IX, 1.
86 Así queda patente en la tesis de E. GIMENEZ, Alicante en el siglo
XVIII. Economía de una ciudad portuaria en el Antiguo Régimen
(tesis doctoral inédita).
87 Bolifón a Mayans, 23-IV-1731, BAHM, 49.
88 ibid., 10-I-1723, BAHM, 79.
89 MAIANSIUS, Martini vita, 105.
90 MESTRE, El mundo intelectual de Mayans, Valencia 1978, cap.
«La reforma de la predicación en el siglo XVIII» (A propósito de un
tratado de Bolifón), pp. 273-330.
91 Todos loa textos están tomados de la carta de Bolifón a Mayans
objeto de la nota anterior.
92 Martí a Mayans, 18-II-1725 y 25-II-1725.
93 Bolifón a Mayans, 29-X-1727 y 19-XII-1727, BAHM, 78.
94 Ibid., 2-I-1726, id.
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228
Notas
95 Ibid., 23-I-1726, id.
96 MARTINUS, Epistolarum..., IX, 1-4.
97 Ibid., IX, 2.
98-Ibid., IX, 2-4
99 A. MESTRE, Historia, fueros..., cap. I-II; Id., Estudio preliminar al
Epistolario cruzado entre Mayans y Martí; L. GIL, El deán Martí o la
esperanza fallida, en «Tres grandes humanistas españolas», Madrid
1975; Id., Las «Notae in Theocritum» de Manuel Martí: edición y
estudio preliminar, «Cuadernos de Filología Clásicas, XI (1976), 1952; De apographo quodam valentino codicis vaticani graeci n.º 2302,
«ibid»., X (1976),17-22; Id., Una epístola inédita del deán Martí,
«ibid.», IX (1976), 25-32; así como sus introducciones a la Martini
Vita de Mayans y a los Apuntes autobiográficos del deán; C. HERNANDO, Helenismo e Ilustración (El griego en el siglo XVIII), Madrid
1975.
100 MARTINUS, Epistolarum..., IX, 3.
101 Ibid., IX, 45.
102 MESTRE, Estudio preliminar al Epistolario Mayans-Martí.
103 MARTINUS, Epistolarum..., IX, 10-11.
104 Ibid., IX, 3-4.
105 Ibid., IX,12.
106 Ibid., IX,13.
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229
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
107 Mard a Mayans, 7-VIII-1728.
108 MARTINUS, Epistolarum..., IX, 6. La obra apareció con el título:
Apasterosis sive in astrum conversio, elegia D, Emmanuele Martino,
decano alonensi auctore, in que Arcam, vicennalium peregrinationum
comitem, itererum attritu ac vetustate satiscentem, quedem veluti
consecratione, inter astra collocat..., Madrid 1722.
109 Bolifón a Mayans, 2-XI-1731, BAHM, 49.
110 Todo el proceso puede seguirse a través de la correspondencia
latina y castellana entre Mayans y Martí.
111 A. MESTRE, Estudio preliminar al Epistolario castellano MayansMartí.
112 Bolifón a Mayans, 26-IX-1732, BAHM, 49.
113 Ibid., 18 VII-1732, id.
114. -Martí a Agustín, Sales, 12-IV-1737, BAHM, 485.
115 SEGURA, Apología contra los «diarios de los literatos de
España» sobre los artículos XII, XIII y XIV del tomo II y I del III,
Valencia, s.a. (1738).
116 SEGURA, Norte crítico, Parte I, 3. De la necesidad de la historia
en el teólogo.
117 La Censura de historias fabulosas de Nicolás Antonio sólo apareció en 1742.
118 Puede verse, por ejemplo, la carta de Mayans a Patiño o los discursos de Feijoo sobre los milagros.
119 SEGURA, Norte..., 11.
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230
Notas
120 Ibid., 460-461.
121 MESTRE, Historie, fueros..., cap. III-VI.
122 SEGURA, Norte..., 346-347.
123 Al hablar de la pía tradición en la carta de la Virgen conservada
en la catedral de Mesina o en la carta de Abgaro rey, de Edesa a
Cristo...
124 SEGURA, Norte,.., 139-140.
125 FEIJOO, Teatro crítico, I, Disc. Im n. 11-12.
126 Ibid., III, Prólogo, n. 18, 35.
127 SEGURA, Vindicies..., 69-71.
128 Ibid., 63.
129 FEIJOO, Teatro crítico, III, Prólogo, n. 34.
130 SEGURA, Vindicias..., 77-8.
131 Ibid.; 15-6.
132 Para no citar la larga relación de obras, me ciño al tema, ENCISO RECIO, El periodismo español en la primera mitad del siglo XVIII,
Valladolid 1968; P. J. GUINARD, La presa espagnole de 1737 a 1791.
Formation et signification d’un genre. Paris 1973; J. CASTAÑON, La
crítica literaria en la prensa española del siglo XVIII (1708-1750),
Madrid 1973. Las relaciones del Diario con Mayans; en A. MESTRE,
Ilustración y reforma de la iglesia. Pensamiento político-religioso de
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231
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
don Gregorio Mayana y Siscar (1699-1781), Valencia 1968; Id.,
Historia, Fueros...
133 Diario de los literatos de España, II, art. 12, III, art. 1 y V, art. 8.
134 MESTRE, Historia, fueros..., cap. IX.
135 Castañón llama a Segura el Antidiario.
136 Segura a Mayans, 16-XII-1733, BAHM, 36.
137 Divergencias entre los ilustrados: el caso Feijoo-Mayans, en
MESTRE, El mundo intelectual..., 123-167.
138 Mayans a Segura, 3-IX-1734, BAHM, 138.
139 Segura a Mayans, 6-II-1737, BAHM, 36.
140 Ibid., 3-IV-1737, id.
141 Ibid., 25-IX-1737; 7-VIII-1737; 25-IX-1737; ?-X-1737, id.
142 Quizás esa relación con Mañer pudo inducir a Castañón a situar
a Segura en línea tan tradicionalista.
143 Todas estas cartas se conservan en BAHM, 36. Las diferencias
entre Mayans y Salafranca en MESTRE, Historia, fueros....
144 Segura a Mayans, 26-III-1738 y 18-VI-1738, BAHM, 36.
145 El texto de Mayans en Diario... III, 241 y ss.
146 Ibid., 348.
147 MESTRE, Historia, fueros..., 405-412.
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232
Notas
148 Id., Ilustración y reforma..., cap. IV, e Historia, fueros..., cap. VII y
VIII.
149 Segura a Mayans, 10-XII-1738, BAHM, 36.
150 Ibid., 23-XII-1738, id.
151 Ibid., 4-II-1739, id.
152 Ibid., 1-IV-1739, id.
153 Ibid., 6-II-1737, id.
154 Ibid., 27-V-1739, id.
155 Ibid, 1-IV-1739, id.
156 Ibid., 27-V-1739 y 24-VI-1739; Cf., además, G. MAYANS,
Epistolario II, Mayans y Burriel. Transcripción, notas y estudio preliminar de A. MESTRE, Valencia 1972.
157 G. MAYANS, Vida de Nicolás Antonio, n. 158, en Censura de historias fabulosas, Valencia 1742.
158 Mayans a Segura, 5-I-1743, BAHM, 138; Cf., A. MESTRE,
Historia, fueros..., 172-179.
159 Segura a Mayans, 17-IV-1743, BAHM, 36.
160 Ibid., 24-IV-1743, id.
161 Ibid., 17-IV-1743, id.
162,-Ibid., 3-VII-1743 y 7-VIII-1743, id.
163 Ibid., 11-IX-1743, id.
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233
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
164 Ibid., 15-IV-1144 y 13-V-1744. En este sentido comunica a
Mayans que el P. Boxadors, futuro general de los dominicos, pidió las
Obras chronológicas alabando posteriormente la Prefación de
Mayans, 21-IV-1750, BAHM, 95.
165 Ibid., 27-V-1745 y 7-VI-1745, BAHM, 36.
166 Ibid., 18-I-1747, BAHM, 95.
167 20-XII-1747, id.
168 MESTRE, Muratori y la cultura española, en «El mundo intelectual...», 25-97.
169 Mayans a E. Enríquez, 21-I-1747, BAHM, 143.
170 En este mismo volumen atacó a Mayans, Cf. MESTRE,
Divergencias entre ilustrados...
171 FEIJOO, Cartas eruditas, II, carta 18, n. 2.
172 Ibid., 20.
173 Ibid., 4-10.
174 J. Segura, Disertación histórica I que excluye la existencia de
monges basilios en el antiguo venerable santuario del Santo Sepulcro
de Valencia, Va. (s.a., 1751); Id., Disertación histórica II que demuestra haber cursado el patriarca santo Domingo los estudios de Artes y
Theología..., Va. (s.a., 1751); Disertación III curiosa sobre la patria,
obispado y escritos de Idacio.... Va, (s.a., 1751).
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234
Notas
175 Baste recordar la obra del profesor L. GIL, Campomanes. Un
helenista en el poder, Madrid 1976; o el trabajo de C. Hernando anteriormente citado.
176 MESTRE, Muratori...
177 En este sentido debo aludir a la espléndida tesis aparecida en
Francia de J. ISAAC DUPOUY, Los vicisitudes, de 1788 a 1851, d’un
roman rousseauiste en Espagne: Eusebio de Pedro Montengón, presentada en la Universidad de Burdeos en 1978.
178 A. GONZÁLEZ PALENCIA, Eruditos y libreros del siglo XVIII,
Madrid 1948, 3-6.
179 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 339.
180 Que tal acercamiento no fue estrictamente personal sino generacional puede verse en el hecho de que Cerdá indujo a Vicente
Blasco a dirigirse a Mayans. Así consta en carta de Blasco a Mayans,
3 id., aug. 1759, BMV, Serrano Morales 7262-7.
181 Cerdá a Mayans, 3 non. iul. 1758, ibid., 7263-13. En la Rhetorices
de Vossius dice que el magisterio de Mayans empezó en 1756.
182 Ibid., 7 kal. aug. 1758, id.
183 Una prueba de esa corrección de textos latinos puede verse en
las enmiendas a los epigramas de Cerdá con motivo de la muerte de
Fernando VI, Mayans a Cerdá, sin fecha, BAHM, 161.
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235
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
184 Las razones que inclinan a Mayans a no publicar Satyromastix
radican en la necesidad que implicaría de publicar, asimismo, Ias
Satyrae de Sergardi.
185 Cerdá a Mayans, 19-IV-1760; 5-V-1762; 26-III-1765 y 17-I-1766,
BAHM, 47.
186 Matías Perelló a Mayans, 22-IX-1763, BMV, Serrano Morales
7282-67.
187 La primera carta de Cerda desde la Corte es de 19-IV-1760,
BAHM, 47.
188 Cerdá a Mayans, 3V-1760, id.
189 Ibid., 19-I-1762, id.
190 Ibid., 11 kal. ian. 1761, BMV, Serrano Morales 7263-13.
191 Ibid., 31-I-1764, BAHM, 47.
192 Ibid., 30-XI-1762, id.
193 Ibid., 16-XII-1765, id.
194 Mayans había demostrado la apropiación de Frankenau en la
Vida de Ramos del Manzano publicada en el vol. V de MEERMAN,
Novus thesaurus luna civilis et canonici, La Haya 1752.
195 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 345-346.
196 Cerdá a Mayans, 14-XII-1762, BAHM, 47.
197 Ibid., 18-X-1763, id.
ÍNDICE
236
Notas
198 Cf., infra.
199 Cerdá a Mayans, 1&VII-1766, BAHM, 47.
200 Ibid., 20-VIII-1766, id.
201 Don Gregorio confiesa el gran valor que tiene para los eruditos
De asserenda hispanorum eruditione, pero no deja de reconocer sus
límites. Así, comparando Matamoros con el Brocense, escribe: «A
declamatore ad Grammaticorum coriphaeum transeamus», MAIANSIUS, Specimen..., 88-91.
202 Cerdá a Mayans, 4-VIII-1767, BAHM, 47.
203 Ibid., 24-VIII-1779, «RBAM», XII, 1 (1905), n. 42.
204 La relación de publicaciones de Cerdá en GONZÁLEZ PALENCIA, Eruditos...
205 Ibid., 71.
206 Cerdá a Mayans, 9-V-1769, BAHM, 47.
207. -Ibid., 10-VIII-1779, «RBAM», XII, 1 (1905), n. 38.
208 A. GARSIAE MATAMORI, Hispalensis et rhetoris primarii complutensis Opera Omnia nunc primum in unum corpus coacta. Accedit
commentarius de vita et scriptis auctoris, Madrid 1769.
209 Un testimonio más de su participación lo tenemos en carta a
Mayans, 11-V-1772, «RBAM», XII, 1 (1905), n. 3.
210 GONZÁLEZ PALENCIA, Eruditos..., 6-17.
211 Cerdá a Mayans, 16-XII-1773, «RBAM», n. 5.
ÍNDICE
237
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
212 GONZÁLEZ PALENCIA, Eruditos..., 18.
213 Aspecto desarrollado en MESTRE, Historia...
214 Cerdá a Mayans, 11-V-1772, «RBAM», n. 3.
215 Ibid.
216 MAIANSIUS, Specimen..., 47-48.
217 Cerdá a Mayans, 14-III-1775, «RBAM», n.6.
218 MESTRE, Interés de los amigos extranjeros de Mayans por le
lengua «lemosina», en El mundo intelectual..., 99-119.
219 MESTRE, Historia, fueros..., 347-353.
220 Id., El redescubrimiento de Fr. Luis de León en el siglo XVIII, en
«Bulletin Hispanique» (en prensa).
221 V. Francés a Mayans, 30-VI-1775, BMV, Serrano Morales 726519.
222 Cerdá a Mayans, 18-VIII-1715, «RBAM», n. 8.
223 Ibid., 14-XI-1775, n. 9.
224 Ibid., 6-VI-1777, n. 19.
225 Ibid., 23-V-1777, n. 18.
226 Ibid., 6-VI-1777, n. 19.
227 Las cartas de Sancha a los hermanos Mayans en BMV, Serrano
Morales 7283-71.
228 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 349-350.
ÍNDICE
238
Notas
229 A señalar que tanto en carta a Cavero como a Sancha, Mayans
se manifestó partidario de editarlas notas de Zurita.
230 GONZALEZ PALENCIA, Eruditos.... 146, en nota escribe:
«Recientemente se ha atribuido la Crónica de Alfonso A a Fernán
Sánchez de Valladolid. V.J. PUYOL, El presunto cronista Fernán
Sánchez de Valladolid, en Boletín Academia de la Historia’, 1920,
LXXXVII, 507».
231 Otro trabajo histórico, pero de menos entidad, escribió Cerdá,
Varonía de los Ponce de León, señorea de Villagarcía, marqueses de
Zahara y después duques de Arcos, Madrid 1763.
232 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 353-354.
233 Cerdá avisó a Mayans de que se le había nombrado miembro de
la Comisión, 23-V-1777, «RBAM», n. 18.
234 Ibid., 16-VIII-1779, n. 40.
235 14-IV-1778, n. 27.
236 MAYANS, La vida de Virgilio y noticia de las traducciones que hay
de sus obras, Valencia 1778. Acompaña a la edición de las Obras de
Virgilio en 5 vols.
237 Cerdá a Mayans, 22-IX-1778, «RBAM», n. 28.
238 Ibid., 3-VIII-1779, n. 36.
239 Mayans a Cerdá, 7-VIII-1719, ibid., 37.
240 Ibid., 18-XII-1779, n. 63.
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239
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
241 Sobre el tema puede verse A. MESTRE, Religión y cultura en el
XVIII español, en «Historia de la Iglesia en España», Madrid, B.A.C.,
1979.
242 Cerdá a Mayans, 5-VII-1778, «RBAM». n. 33.
243 Mayans a Cerdá, 11-IX.1779, ibid., n. 48.
244 Cerdá a Mayans, 14-IX-1779, ibid., n. 49.
245 Mayans a Cerdá, 18-IX-1779, ibid., n. 51.
246 Cerdá a Mayans, 21-IX-1779, ibid., n. 52.
247 Mayans escribía que Martí era más alabado que conocido y que
el mismo deán le había escrito «que en el mundo nadie había sabido
hacer endecasílabos sino Catulo y él» (25-IX-1719, n. 53) y Cerdá
alababa más los Fastos que la oda sobre la conquista de Buda (15X-1779 y 12-X-1779, nn. 55 y 57).
248 GONZÁLEZ PALENCIA, Eruditos..., 87.
249 VOSSIUS, Rhetorices... Ad lectorem, 268-269.
250 GONZÁLEZ PALENCIA, Eruditos..., 90.
251 Cerdá a Mayans, 3-VIII-1779, «RBAM», n. 36.
252 BMV, Serrano Morales 7276-56.
253 MESTRE, Historie, fueros.... cap. VII.
254 MARTINUS, Epistolarum..., lib. IV, 1.
255 MARTI, Apuntes..., 41.
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240
Notas
256 Ibid., 34.
257 MARTINUS, Epistolarum..., lib. IX.
258 Martí a Montfaucon, 8 kal. sext. 1722, ibid., lib. VIII, 20.
259 Epistolario Mayans-Martí, n. 20-28.
260 Ibid., por ejemplo,, 3-XII-1724.
261 MESTRE,.Muratori.., en El mundo Intelectual..., 42-50.
262 Id., Historia, fueros..., 229-230.
263 Publicado en A. VALCARCEL, Lucentum, Alicante 1964.
264 Lumiares a Mayans, 29-XI-1768, BMV, Serrano Morales 7285-76.
265 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 251.
266 Lumiares a Mayans, 18-II-1774, BMV, Serrano Morales 7285-76.
267 Mayans a Lumiares, 25-II-1774, ibid., 7272-39.
268 Víctor de Comba a Mayans, 26-XI-1771, ibid., 7263-15.
269 Texto en MESTRE, Historia, fueros..., 249-250.
270 Ibid., cap. V-VI.
271 Mayans a Lumiares, 8-IX-1773, sin paginación. La autógrafa en
BMV, Serrano Morales 7272-39.
272 Lumiares a Mayans, 15-III-1774, BMV, Serrano Morales 7285-76.
273 Ibid., 21-XI-1774, id. Mientras en la carta a Mayans dice que
nada ha pedido en el documento académico se dice: En vista del
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241
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
favorable informe dado por el señor Censor sobre la pretensión deducida por el señor don Antonio Valcárcel...
274 Ibid., 23-XII-1775, id.
275 VALCARCEL, Lucentum, 12.
276 Lumiares a Mayans, 2-V-1777, BMV, Serrano Mrales 6808-2.º.
277 Ibid., 6-I-1778, id.
278 Ibid., 7-III-1778, id.
279 MaYans a Lumiares, 2-III-1776, ibid., 7272-39.
280 Lumiares a Juan A. Mayans, IX-1777, ibid., 6808-2.°.
281 Lumiares a Mayans, 5-VI-1778 y 20-VI-1778, ibid.
282 Lumiares a Juan A. Mayans, 15-VIII-1778 y 19-VI-1779, ibid.,
7285-76.
283 Lumiares a Mayans, 13-IX-1777, ibid., 7285-76.
284 La correspondencia de Ortega con Mayans, en BMV, Serrano
Morales 7280-65.
285 Lumiares a Juan A. Mayans, 25-IX-1777, ibid., 7285-76.
286 Cf. las noticias que da Rico García en la biograffa publicada en
Lucentum.
287 Lumiares a Juan A. Mayans, 25-IV-1778, BMV, Serrano Morales
7285-76.
288 Ibid.,16-II-1779, id.
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242
Notas
289 Ibid., 2-V-1779, id.
290 Ibid., 19-VI-1779, id.
291 Ibid., 17-X-1787, id.
292 Juan A. Mayans a Lumiares, 26-X-1787 y 29-X-1787, ibid.,
727657.
293 Lumiares a Juan A, Mayans, 27-VI-1793, ibid., 7285-76.
294 A. SALES, Memorias antiguas de Valencia, 4 vols., BAHM, 694697.
295 Lumiares a Juan A. Mayans, 15-III-1788, BMV, Serrano Morales
6808-2º.
296 M. BATLLORI, La cultura hispano-italiana de los Jesuitas expulsos, Madrid 1988, 505. Sobre la. bibliografía más reciente, conviene
recordar: G. E. MAZZEO, The Abate Juan Andrés, Literay Historian of
the XVIII, New York 1965; A. DOMINGUEZ MOLTO, El abate D. Juan
Andrés Morell (Un erudito del siglo XVIII), Alicante 1978.
297 MESTRE, La «carta» de Mayans al pavorde Calatayud: dificultades con la censura, en «El mundo intelectual ... a, 351-384,
298 MESTRE, Historia, fueros..., 265-277.
299 BATLLORI, 498.
300 Gener a Mayans, 30-1755, BMV, Serrano Morales 7268-24.
301 MESTRE, Historia, fueros..., 358-359.
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243
Antonio Mestre Sanchis
Humanismo y crítica histórica en los ilustrados alicantinos
302 Las cartas de Mayans a Almagro y la respuesta en DOMINGUEZ
MOLTO, 37-39.
303 Múltiples testimonios tanto en Epistolario castellano como en las
cartas latinas.
304 MAYANS, Oración que exhorta a seguir la verdadera idea de la
eloquencia española, Valencia 1727; Id., Orígenes de la lengua española, Madrid 1737; Id., Rhetorica, Valencia 1757.
305 F. LOPEZ, Juan Pablo Forner et la crise de la conscience espagnole su XVIII siècle, Burdeos 1978.
306 ANDRES, Del origen, progresos y estado actual de toda la literatura, I, 80-81.
307 BATLLORI, 537-545.
308 ANDRES, Del origen.... I, 125-126.
309 Ibid., 11, 144-145.
310 Ibid., II, 235.
311 Ibid., I, 246-247; MESTRE, Historia, fueros..., 399-405.
312 BATLLORI, 534.
313 Carlos Andrés a Juan A. Mayans, 7-VII-1786, BMV, Serrano
Morales 7261-2.
314 BATLLORI, 36-38.
315 ANDRES, Del origen..., II, 70, 108, 98, 105, 126, 112-130.
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244
Notas
316 MESTRE, Historia, fueros..., 272 y ss.
317 El criterio de Mayans en Orígenes de la lengua..., n. 77.
318 Juan A. Mayans a Carlos Andrés, 22-VII-1183 y 12-IX-1783,
BMV, Serrano Morales 7276-56.
319 BATLLORI, 508-509.
320 MAYANS, Orígenes de la lengua..„ 77.
321 Texto en MESTRE, Historia, fueras..., 277, nota..
322 MAYANS, Orígenes de la lengua..., 78.
323 Juan A. Mayans a Carlos Andrés, 7-I-1783, BMV, Serrano
Morales 7276-56.
324 Mayans a Tomás A. Sánchez, 1-II-1780, ibid., 7272-38.
325 La correspondencia y notas en el fondo Serrano Morales.
326 Carlos Andrés a Juan A. Mayans, 4-III-1783, BMV, Serrano
Morales 7261-2.
327 ANDRES, Del origen..., I, 1.
328 BATLLORI, 28.
329 MAYANS, Orígenes de la lengua..., 89.
330 Cf. Epistolario de Mayans con Pérez Bayer.
331 MESTRE, Historia, fueros..., 399-405.
332 BATLLORI, 36-38.
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