ETICA Y SALUD ESTER COHEN La actualidad se encuentra signada por la idea general de que estamos en una época de transición. Desde las vivencias cotidianas hasta en los ambientes académicos se registra un vago acuerdo sobre una ubicación transitoria en el contexto de una cultura de bisagra, o sea, entre una época que deberíamos dejar para ir hacia otro modo de existencia quizá más justo. Un mundo con millones de seres humanos con hambre, guerras siempre injustas o injustificables, enfermedades endémicas, epidemias, exterminios, genocidios, en este panorama sólo edulcorado por los modos de ocultamiento que ejercen políticos, ideólogos o medios de comunicación, el médico debe tomar decisiones todos los días. Por tanto, desde qué criterios actuar? Desde qué parámetros puede analizarse una temática en la vida diaria y para el profesional? En este contexto, cabe la cuestión acerca de la vigencia de la pregunta por la ética, de su presencia necesaria en la práctica clínica de hoy. Los médicos, de la misma manera que el resto de los mortales, necesitan contar con la sensación de poner los pies en suelo firme, para no sufrir la “liviandad del ser” –Kundera- especialmente cuando se trata de tomar decisiones sobre la vida de un semejante. En nuestro momento histórico, se argumenta en forma falaz, cuando se opone verdad absoluta a relativismo moral, es decir, o valores eternos, más allá del tiempo, o el caos del vale todo. Pero cómo tomar una posición en este sentido? Cómo ubicarse, cómo armar un punto de vista personal? No se trata solamente de tener mucha información técnica, para responder a estas preguntas se necesita tener un criterio formado, para lo cual hay que aprender a pensar. Pensar es conocer las líneas de procedencia de nuestros valores y conceptos, pensar es analizar las fuerzas sociales, políticas, ideológicas, económicas, religiosas, que arman el entramado social en el cual se toman las decisiones. La reflexión ética es un modo de pensamiento, no se trata de dirimir acerca del bien y del mal como entidades independientes de los seres humanos, la ética es una toma de posición que puede justificarse, es una concepción del mundo y de la vida. Todo momento histórico está signado por determinados valores que constituyen su sentido epocal, no existe una época sin valores, la reflexión ética trata de encontrar aquellos valores que marcan nuestra vida, para poder desde allí encarar la acción profesional, en este caso, en el marco de la salud. No se trata de un humanismo o pacifismo de meras palabras, ni siquiera de buenos sentimientos. La ética de la salud implica rebelarse contra posiciones ideológicas engañosas, donde se pone en evidencia una posición subjetiva que se manifiesta en cada decisión que se toma. A modo de ejemplo, se enumeran algunas de las preguntas que a diario se presentan: es el paciente un objeto de estudio o un semejante? Quién debe tomar las decisiones: el médico, el paciente, la familia? Hasta dónde se debe someter al paciente a determinadas terapias en nombre de una supuesta curación? Se puede probar medicación nueva con los pacientes? Hasta dónde prolongar una vida que agoniza? Se debe decir toda la verdad al paciente? Es válido el secreto médico? Lo interesante para poner de relieve es que no contamos con una respuesta única para todas estas preguntas. Pensar significa, entonces, poner en su contexto las cuestiones, analizar porqué funciona como problema cada temática, cada época está marcada por un cruce de ideas que constituye determinadas problemáticas. (Ver capítulo de Cultura y salud mental) Las preguntas del párrafo anterior tienen sentido para nosotros en la medida que responden a nuestra conceptualización de la salud y la enfermedad, al avance de la tecnología, a la presión que ejercen los laboratorios para imponer sus productos, a la prolongación de la vida humana, al modo de vida en los centros urbanos, a la medicalización de la sociedad, al divorcio entre ciencia y sociedad, al control de los cuerpos ejercido desde los Estados, y muy fundamentalmente a lo poco o nada que vale la vida humana. El médico, se ubica en la posición del que debe cuestionarse qué puede hacer con el padecimiento, cuando el sufrimiento es un dato que se presenta día a día. El trastorno mental, ya no puede pensarse solamente como una enfermedad que requiere aislamiento para observación y tratamiento, además es necesario reflexionar y actuar sobre las patologías sociales, producidas por nuestro modo de vida (economía liberal de mercado, desempleo, exclusión, miseria). El padecimiento psíquico impone a la reflexión ética la cuestión de que se reconozca al sufriente como un humano enfermo, y no como una especie de entidad que ha perdido sus referencias racionales, que se le han “desordenado” y que por eso ha perdido su condición de ser humano. La pregunta ética para el médico es: mi paciente es un semejante? O más técnicamente: qué creo que es un sujeto? Es decir, desde qué definición de ser humano se encara la clínica? Se puede suponer que la locura es en el hombre la desaparición de su humanidad, entonces: el enfermo mental es un inhumano? Entonces debe ser tratado como todo lo inhumano: encierro o eliminación? Detrás de este esquema funciona la idea de afirmar lo humano contra lo inhumano, o sea la razón contra la locura. La ética propone considerar una definición positiva de la humanidad del hombre. El humano es un cuerpo biológico y es un modo de subjetivación que lo hace tener un proyecto, una necesidad de crear sentidos que den continuidad a un pasado, un presente y un futuro propio. La locura es esa dimensión de la experiencia humana en la que esa subjetivación se bloquea momentáneamente. Esa desregulación, es una enfermedad que no arroja al sujeto a una condición de no humanidad. La ética lleva a pensar al padecimiento psíquico como un proceso que impide este ser sujeto. Lo que resulta imperativo es conservar la idea de una posible subjetivación y al padecimiento psíquico como una contingencia en la vida de una persona. Un planteo ético sostiene que el enfermo es ALGUIEN incluido en el conjunto de lo humano, pero que está provisionalmente separado de sus propias capacidades. La ética de la salud, sólo puede suponer la igualdad de las personas en términos de posibilidad de subjetivación, lo no ético será la idea del loco definitivo, incurable, proscripto para siempre de su ser social. La enfermedad es sólo una situación, lo ético es sostener que el enfermo no pierde su condición de ser humano. Bibliografía: - El orden médico. Jean Clavreul. Ed. Argot.Barcelona. 1983. - Reflexiones sobre nuestro tiempo. Alain Badiou. Ed. Del Cifrado. Buenos Aires. 2000 - Estética, ética y hermenéutica. Michel Foucault. Piados, Barcelona, 1999. Objetivos: 1- Definir qué cuestionamientos éticos se plantean al profesional de la salud. 2- Desarrollar el concepto de humanización y deshumanización del sufriente psíquico 3- Diferenciar bioética, deontología de ética en la salud. 4- Describir a qué parámetros responde su formación médica.