tema 12. la narrativa hispanoamericana de la segunda mitad del

Anuncio
TEMA 12. LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA DE LA SEGUNDA MITAD
DEL SIGLO XX. EL BOOM DE LA NARRATIVA. BORGES, CORTÁZAR, GARCÍA
MÁRQUEZ Y VARGAS LLOSA
ETAPAS DE LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA S. XX
1. REALISMO TRADICIONAL (HASTA 1940)
Los escritores relatan las difíciles condiciones de vida de las repúblicas
americanas. Propósito testimonial y crítico.
• Novela regionalista: el mejicano Mariano Azuela con Los de abajo, el
venezolano Rómulo Gallegos con Doña Bárbara, el argentino Ricardo
Güiraldes con Don Segundo Sombra y el colombiano José Eustasio Rivera con
La vorágine.
• Novela indigenista: el boliviano Alcides Arguedas con Raza de Bronce, el
ecuatoriano Jorge Icaza con Huasipungo y el peruano Ciro Alegría con El
mundo es ancho y ajeno.
2. REALISMO INNOVADOR O REALISMO MÁGICO (1940-1960)
Presenta intenciones críticas y políticas en espacios rurales y urbanos. Fusión de
lo real y lo fantástico.
Sobresalen el Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, con El señor
Presidente, el cubano Alejo Carpentier con El siglo de las luces, el argentino
Jorge Luis Borges con El Aleph y el mejicano Juan Rulfo con Pedro Páramo.
3. EL BOOM RENOVADOR Y LA NOVELA EXPERIMENTALISTA (1960-1980)
Existe un mayor interés por los espacios urbanos. Prosigue el realismo mágico.
Tendencia a la experimentación formar y a la narración discursiva.
Autores del boom: Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Gabriel
García Márquez, Mario Vargas Llosa.
4. ÚLTIMOS NOVELISTAS (1980-2010)
Variedad de tendencias. Abandono de la experimentación: escritura lineal y
transparente.
Destacan Ricardo Piglia, Fernando del Paso, Reynaldo Arenas, Laura
Esquivel, Isabel Allende, Ángeles Mastretta, Roberto Bolaño, Álvaro Mutis,
Augusto Monterroso, Mario Benedetti, Alfredo Bryce Echenique, Severo
Sarduy, Cabrera Infante, José Lezama Lima, Sergio Pitol, Augusto Roa
Bastos y un larguísimo etc.
1
La narrativa hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX viene
marcada por dos momentos determinantes en su desarrollo:
1. EL SURGIMIENTO DEL REALISMO MÁGICO con todas sus innovaciones.
2. La consolidación de estas innovaciones a través de los AUTORES DEL BOOM
(década de 1960).
1. REALISMO INNOVADOR O REALISMO MÁGICO.
A partir de 1940 la novela y el cuento hispanoamericano acogen nuevos temas y
emplean novedosas técnicas narrativas que desplazan al realismo tradicional. En
principio, no abandonan los temas políticos, sociales e indigenistas
(recordemos, opresión y postración de los indios, reivindicación de su identidad
como la verdaderamente auténtica de Hispanoamérica) pero incorporan temas
existencialistas (el destino del hombre, la identidad, el paso del tiempo, la
muerte, etc.) y urbanos.
Los narradores de estos años (1940-1960) asimilan géneros y modos de narrar
procedentes de la literatura clásica, la literatura contemporánea europea y
la estadounidense.
Acompañan estas innovaciones con un estilo muy elaborado, caracterizado por
su exuberancia verbal y la belleza descriptiva. Existe una preocupación
formal en la construcción de las novelas y cuentos. Se incorporan, además,
elementos irracionales y subjetivos.
Como resultado final obtienen un modelo de narración –sea cuento o sea novelaque recrea un mundo donde se fusionan la realidad y lo fantástico e incluso lo
fantasmagórico.
Recordemos que la fusión de lo real y lo fantástico arranca con los orígenes de la
literatura. Aparece ya, por ejemplo, en Las mil y una noches. En la literatura
española lo real maravilloso ha estado presente siempre en diferentes etapas: en
cuentos medievales, en la narrativa tradicional, en las novelas de caballerías, en
las Leyendas de Bécquer. En el siglo XX, antes de que triunfase este realismo
mágico o real maravilloso en Hispanoamérica, algunos autores españoles como
Wenceslao Fernández Flórez, Álvaro Cunqueiro o Sánchez Ferlosio también
fusionaron en sus obras lo real y lo fantástico. La técnica, pues, no es novedosa.
El membrete “realismo mágico”, sin embargo, no contentó a todos. Algunos
escritores y críticos lo aceptaron. Otros prefirieron “lo real maravilloso”. Alejo
Carpentier prefiere referirse a la “convivencia entre lo cotidiano e insólito” en la
vida americana. Lo que está claro es que en muchos narradores
hispanoamericanos extraordinarios se va a imponer una perspectiva de la
realidad donde se fusionan lo real y lo fantástico. Alejo Carpentier, Jorge Luis
2
Borges, Miguel Ángel Asturias y Juan Rulfo son los escritores que
emprenderán esta renovación de la narrativa hispanoamericana que desembocará
en el realismo mágico.
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS (1899-1974)
Guatemalteco. Su obra más relevante, El señor Presidente (1946) retrata las
dictaduras hispanoamericanas. Esta obra, llena de elementos caricaturescos,
irónicos y surrealistas, cuenta con una presencia casi continua de lo irreal y
lo onírico.
ALEJO CARPENTIER (1904-1980)
Cubano. Uno de los novelistas que más contribuyó a la renovación del lenguaje y
de las estructuras de la novela hispanoamericana. Su obra más importante es El
siglo de las luces (1962), que narra los excesos revolucionarios que se dieron en
las islas de Haití y Guadalupe a finales del siglo XVIII. Esta novela política y de
ideas destaca por su perfección formal y el barroquismo de su lenguaje.
JUAN RULFO (1918-1986)
Mejicano. Nombre fundamental en la narrativa hispanoamericana a pesar de la
brevedad de su obra, reducida a un libro de cuentos, El llano en llamas (1953)
y una novela excepcional, Pedro Páramo (1955). Rulfo destaca porque renueva
la novela de tema indigenista mejicana. Renueva también las características
formales de la novela, con el desarrollo no lineal de la narración, con la
combinación desordenada de varias perspectivas y la mezcla del lenguaje
culto con el popular
2. EL BOOM DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA (1960-1980) La
promoción de narradores hispanoamericanos que se dan a conocer en los años
sesenta siguen, en general, la senda del realismo mágico trazada por sus
antecesores, mezclando realidad y fantasía. Aunque existen ejemplos de
narraciones de tema rural, muestran preferencia por los temas urbano. Las
innovaciones técnicas y formales que introducen en sus narraciones son muy
similares a las de la novela renovadora y experimentalista española El lenguaje
tiende hacia la sencillez o hacia el barroquismo, según los autores, pero en
todos ellos destaca la variedad de registros, el léxico caudaloso y la belleza
estilística de su prosa.
El término “realismo mágico” se debe al vanguardista italiano Massimo
Bontempelli. Inspirándose en el futurismo y en el surrealismo invitaba al artista
moderno a “revelar el sentido mágico de la vida cotidiana de los hombres y
de las cosas”.
3
La denominación boom deriva del escaso conocimiento que existía en España de
la narrativa hispanoamericana, dado el aislamiento internacional de España en la
posguerra. En los años sesenta, con el desarrollo español, se conocen en España
obras como La ciudad y los perros (1963) de Mario Vargas Llosa, Cien años
de soledad (1967) de Gabriel García Máquez, Rayuela (1963) de Julio
Cortázar, El astillero (1961), de Juan Carlos Onetti o El siglo de las luces
(1962) de Alejo Carpentier. A este aluvión de calidad literaria debe añadirse su
éxito editorial y su gran difusión internacional. Por eso, la irrupción de tantos y
tan extraordinarios novelistas hispanoamericanos en el panorama literario
español dio lugar al fenómeno cultural denominado boom .
2.1 AUTORES REPRESENTATIVOS DEL BOOM.
JORGE LUIS BORGES (1889-1986)
Una de las figuras más importantes de la literatura universal. Compone relatos
cortos, libros de cuentos. Los más famosos, Ficciones (1944), El Aleph (1949),
El hacedor (1960). Sus relatos tienden a ser juegos imaginativos que sitúan
al lector ante insólitos ejercicios intelectuales. El objetivo de Borges es
plantearnos problemas de carácter metafísico. Entre sus temas favoritos
están el tiempo cíclico o circular, la presencia de laberintos que simbolizan el
universo y el mundo, los espejos como imagen de desdoblamiento en la
personalidad del ser humano, los ríos que simbolizan el tiempo que fluye, la
muerte como final o como principio de ese mundo cíclico y a la vez ilusorio.
JULIO CORTÁZAR (1914-1984)
Argentino. Junto a Borges, es el gran renovador del género cuentístico. Se inclina
por el relato fantástico partiendo de anécdotas insólitas de la vida cotidiana.
Pretende hacer visible lo que el mundo tiene de ilógico, impredecible e
incluso monstruoso bajo su aparente normalidad. Destacan sus obras Las
armas secretas (1959), Historias de Cronopios y de Famas (1962). En
Rayuela (1963), novela muy compleja, consrtuida como un collage
vanguardista, de capítulos intercambiables y varios niveles de lectura, nos
ofrece un texto lleno de audacias experimentales –improvisa narrativamente como
el jazz lo hace en la música- que intentan expresar el desasosiego humano de la
existencia. Cuestiona todos los valores de la civilización y la cultura de
nuestro tiempo.
MARIO VARGAS LLOSA (1936)
Premio Nobel 2010 Peruano. Siendo el más joven, personifica como nadie el
boom de la narrativa hispanoamericana. El Perú contemporáneo es el marco de
casi todas sus novelas. La obra de este escritor prolífico, disciplinado y
apasionante se divide en dos etapas: 1ª Comprende, entre otras, las obras Los
jefes (1959), La ciudad y los perros (1963), Conversación en la Catedral
4
(1969). Su temática se centra en el proceso de formación de la juventud
peruana, basada en el machismo y en los valores militaristas. Existe un
evidente objetivo de denuncia antimilitarista y una crítica al poder político. 2ª
Escribe novela de referencias autobiográficas, como La tía Julia y el escribidor
(1977) o sucesos históricos como La guerra del fin del mundo (1981) o La
fiesta del chivo (2000). La última es El sueño del celta (2010).
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (1828) Premio Nobel 1982.
Colombiano. Conocido en el mundo entero por Cien años de soledad (1967),
novela cumbre del realismo mágico. Esta obra transcurre en gran parte en el
mundo de Macondo, un espacio geográfico inventado, inspirado en la realidad
colombiana, y en el que se funden los límites entre realidad y ficción. G. Márquez
funde en Cien años de soledad (1967) violencia humana, naturaleza salvaje
guerras y explotación con supersticiones, hechicerías milagros. Su fin es crear un
marco mágico y humano para el tema de la obra: el destino del ser humano. La
repetición de nombres, la narración desde una perspectiva histórica y la
estructura circular de la novela ayudan a ese fin. Otras obras suyas de fama
internacional son El coronel no tiene quien le escriba (1958, El amor en los
tiempos del cólera (1985) o Crónica de una muerte anunciada (1981). A
estos nombres habría que añadir, para hacer justicia, a los peruanos Julio
Ramón Ribeyro con La palabra del mudo (1973) y Alfredo Bryce Echenique
con Un mundo para Julius (1970) y La vida exagerada de Martín Tomaña
(1981); el guatemalteco Augusto Monterroso; los chilenos José Donoso con
Casa de campo (1973) y Jorge Edwards con Persona non grata (1973); el
cubano Guillermo Cabrera Infante con Tres tristes tigres (1968); el uruguayo
Mario Benedetti con La tregua (1973); los argentinos Manuel Mújica Laínez
con Bomarzo (1962), Manuel Puig con El beso de la mujer araña (1976) y
Antonio di Benedetto con Sombras nada más (1985)
ÚLTIMOS NOVELISTAS (1980-2012)
La riqueza y variedad de la narrativa hispanoamericana no se ha detenido en los
ÚLTIMOS AÑOS. Los autores mencionados y muchos otros son autores con
una obra amplia y de gran calidad que, en muchos casos, continúa
desarrollándose. Por otro lado, han surgido nuevos autores en todos los países y
algunos han alcanzado una gran difusión internacional. Esta etapa viene
marcada por la variedad de tendencias, el abandono de la experimentación
con una escritura lineal y transparente.
•
•
•
ISABEL ALLENDE: La casa de los espíritus
ROBERTO BOLAÑO: Los detectives salvajes
LAURA ESQUIVEL: Como agua para chocolate
5
TEXTO I
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana
para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un
bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el
sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
«Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años
después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado
que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los
almendros», me dijo.
TEXTO II
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días
hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les
mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes
no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían.
Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones
propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un
rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su
huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta
la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus
labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia
tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día.
Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de
Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e
hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al
desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del
siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas
escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el
mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías
que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo
abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed.
La gloria sea con aquel que no muere.
TEXTO III
A un señor le cortaron la cabeza, pero como después estalló una huelga y no
pudieron enterrarlo, este señor tuvo que seguir viviendo sin cabeza y arreglárselas
bien o mal. En seguida notó que cuatro de los cinco sentidos se le habían ido con
la cabeza. Dotado solamente de tacto, pero lleno de buena voluntad, el señor se
sentó en un banco de la plaza Lavalle y tocaba las hojas de los árboles una por
una, tratando de distinguirlas y nombrarlas. Así, al cabo de varios días pudo tener
la certeza de que había juntado sobre sus rodillas una hoja de eucalipto, una de
plátano, uno de magnolia foscata y una piedrita verde. Cuando el señor advirtió que
esto último era una piedra verde, pasó un par de días muy perplejo. Piedra era
correcto y posible, pero no verde. Para probar imaginó que la piedra era roja, y en
el mismo momento sintió como una profunda repulsión, un rechazo de esa mentira
flagrante, de una piedra roja absolutamente falsa, ya que la piedra era por completo
verde y en forma de disco, muy dulce al tacto.
6
Cuando se dio cuenta de que además la piedra era dulce, el señor pasó cierto
tiempo atacado de gran sorpresa. Después optó por la alegría, lo que siempre es
preferible, pues se veía que, a semejanza de ciertos insectos que regeneran sus
partes cortadas, era capaz de sentir diversamente. Estimulado por el hecho
abandonó el banco de la plaza y bajó por la calle Libertad hasta la avenida de
Mayo, donde como es sabido proliferan las frituras originadas en los restaurantes
españoles. Enterado de ese detalle que le restituía un nuevo sentido, el señor se
encaminó vagamente hacia el este o hacia el oeste, pues de eso no estaba seguro,
y anduvo infatigable, esperando de un momento a otro oír alguna cosa, ya que el
oído era lo único que le faltaba. En efecto, veía un cielo pálido como de amanecer,
tocaba sus propias manos con dedos húmedos y uñas que se hincaban en la piel,
olía como a sudor y en la boca tenía gusto a metal y a coñac. Sólo le faltaba oír, y
justamente entonces oyó, y fue como un recuerdo, porque lo que oía era otra vez
las palabras del capellán de la cárcel, palabras de consuelo y esperanza muy
hermosas en sí, lástima que con cierto aire de usadas, de dichas muchas veces, de
gastadas a fuerza de sonar y sonar.
TEXTO IV
-¿Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?
-No lo conozco -le dije-. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.
-¡Ah!, vaya.
-Sí, así me dijeron que se llamaba.
Oí otra vez el "¡ah!" del arriero.
Me había topado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me estuve
allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre.
-¿A dónde va usted? -le pregunté.
-Voy para abajo, señor.
-¿Conoce un lugar llamado Comala?
-Para allá mismo voy.
Y lo seguí. Fui tras él tratando de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta de
que lo seguía disminuyó la prisa de su carrera. Después los dos íbamos tan pegados que casi
nos tocábamos los hombros.
-Yo también soy hijo de Pedro Páramo -me dijo.
Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar.
Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente
allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en
espera de algo.
-Hace calor aquí -dije.
-Sí, y esto no es nada me contestó el otro-. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando
lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno.
Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su
cobija.
-¿Conoce usted a Pedro Páramo? - le pregunté.
Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza.
-¿Quién es? -volví a preguntar.
-Un rencor vivo -me contestó él.
7
Descargar