JLño III* madrld t.° de Octubre de tSBO. nrúm. ev. PERIÓDICO ftWlAL, DEDICADO AL BELLO SEXO. SUMARIO. El Ramillete (continuación), por M.—A Un niño, por Don Jerónimo Moran.—Higiene del tocador, por D. J. Saiz Cortés.— El tio Cascarrón (leyenda alemana), por los hermanos Grimni. —El Máscara de hierro, por R. L. G.—Miscelánea. — Charada. — Jerogli^co.—Pliego de dibujos, por D. J. Magistris. EL RAMILLETE. • (Continuación). £ I i OlilTO. Árbol precioso, por fortuna bien conocido en España. Llega hasta la altura de veipte pies y conserva todo el año sus hojas, verdes por un lado y verdiblancas por el opuesto. Sus flores son diminutas y blancas y se agrupan en forma de racimos. De su fruto bastará que digamos que es de los más exquisitos, preciados y útiles. No sin razón hizo la antigüedad de esta planta el símbolo de la paz. Figura el olivo en la Mitología como el árbol de mayor venerafcion. Disputándose Neptuno y Minerva el honor de dar nombre á la ciudad de»Atenas, acabada de edificar, convinieron al fln que tendría la preferencia aquel de los dos que la hiciere el don más precioso. Neptuno hirió en seguida la tierra con su tridente y brotó allí un caballo, emblema de la guerra.—Minerva, sin tanto aparato, hizo brotar el olivo, símbolo de la paz, y sin género alguno de duda ni vacilación, fué la elegida para dar nombre á la nueva ciudad, y con razón justísima, porque por más soberbia que sea la corona de verde laurel que es la del guerrero, f por más modesto que aparezca á su lado un ramo de oliva, 10 cierto es que cuanto más amargo resulta el fruto del primero, tan.to es más dulce el que simboliza la segunda. No ya solamente la paz, sino la sabiduría, la concordia, la clemencia y i ^ gracias se coronan también con las, hojas del olivo. Fuera de los términos del paganismo, recordemos con gratitud y veneración, que la paloma esplorador» enviada por Noé volvió al Arca trayendo en su pico una rama de olivo, símbolo de la paz que el Señor acababa de conceder á la tierra. I4AORTICÍA. ¿Quién no conoce las traidoras hojas de esta planta! Tienen figura de corazón aunque bordeadas de dientes de sierra, que parece indicar ya que en semejantes corazones no debe encerrarse mucha mansedumbre. Sus flores son muy pequeñas y brotan apiñadas entre las hojas superiores. Examinadas estas con el auxilio de un microscopio, causa sorpresa encontrarlas cargadas de pelos finos, tiesos, articulados y puntiagudos, que sirven de conducto á un humor acre y mordiente, encerrado en una vejiguilla que es la raíz ó base de cada uno de ellos, cuyo dañino instrumento presenta en su conjunto igual configuración que el aguijón de las abejas. Tanto en el'insecto, como en la planta es el humor acre el causante del dolor., el cual se parece al de una quemadura. Este aparato dañino ha hecho de la ortiga el emblema de la crueldad. Llámanla festivamente en algunas partes las hojas déla ¡hola! os referiré la rázonde éste apelativo: tCierta aldeana con sus puntas y ribetes de traviesa, recogía á }iurtadillas en un huerto unas guindas exquisitas y cuando más afanosa se hallaba en su tarea, depositando la dulce y sabrosa fruta del cercado ajeno dentro de un pañuelo que al intento llevaba prevenido, hubo de volver la cabeza y descubrió que la estaba observando un mozo bobalicón que enamorado de ella, era su sombra en todas partes. La muchacha hizo la disimulada, como si nada hubiera vísto^ y reparando que al pié del guindo crecían algunas ortigas, vínola al pensamiento dar un chasco al impertinente que, sin ella consentirlo; la seguía los pasos. Continuó, pues, su recolección con disimulo, y dando las espaldas al