PEDRO II. EMPERADOR DEL BRASIL Nació el 2 de diciembre de 1825 en Río de Janeiro. Su padre fue Pedro I y su madre la archiduquesa María Leopoldina de Austria. Su padre abdicó en abril de 1831, tras un largo conflicto con la facción liberal del Parlamento. El príncipe de 5 años se convirtió entonces en “emperador constitucional y defensor perpetuo de Brasil”. Pero no fue coronado (y en consecuencia no pudo tomar decisiones) hasta después de haber cumplido 15 años. Fue un monarca culto y dedicado, capaz de manejarse con habilidad en los laberintos de su propia corte. Entre 1848 y 1852 enfrentó dos graves crisis: la lucha contra el tráfico ilegal de esclavos, que había sido legalmente abolido como parte de un tratado con Gran Bretaña, y el conflicto con Argentina acerca de la soberanía sobre los territorios cercanos al Río de la Plata y la navegación por sus afluentes. Zanjó las dos crisis con éxito, lo que aumentó su prestigio personal. Hacia el año 1850, Brasil disfrutaba de prosperidad económica y de estabilidad interna. La construcción de nuevas líneas férreas, el tendido del telégrafo y el desarrollo de la navegación a vapor unificaban su amplio territorio. El sistema político funcionaba con normalidad. La figura del emperador era vista como un sostén de la paz y la prosperidad. En 1964 Pedro II autorizó la invasión del Uruguay por parte de las tropas del Imperio. Es por lo tanto el responsable último del bombardeo de la armada imperial a la ciudad de Paysandú y del derrocamiento del gobierno constitucional del Uruguay. Participó activamente en la preparación de la guerra contra el Paraguay y luego se mantuvo en una actitud combativa, negándose a aceptar los consejos de celebrar la paz con Francisco Solano López. Su yerno, el Conde D’Eau, protagonizó los episodios de mayor crueldad contra civiles inocentes y heridos de guerra. El triunfo final permitió que Brasil fijara los límites que siempre había reivindicado y le aseguró la libre navegación por los ríos interiores. También significo la eliminación de Paraguay como competidor en el manejo de los asuntos políticos en la cuenca del Plata. Pero los costos de la guerra habían muy altos y tuvieron consecuencias negativas sobre la economía, sobre las finanzas del Estado y sobre la vida política. El prestigio del emperador decayó, hasta que en noviembre de 1889 un golpe militar lo depuso e instaló una república. Como dijo sugestivamente Luis Alberto de Herrera, la guerra del Paraguay "favoreció al Imperio, pero perjudicó a la monarquía”. Pedro II se trasladó con su familia a Europa y se estableció en París. Los dos últimos años de su vida fueron solitarios y melancólicos. Vivía en hoteles modestos debido a la falta de recursos, y estampaba en su diario los sueños de que un día se le permitiera volver a Brasil.