LA CASA JAPONESA A TRAVÉS DE SU MATERIALIDAD

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LA CASA JAPONESA A TRAVÉS DE SU MATERIALIDAD
Historia III. Prof. Manuel Calzada Pérez
Miguel Pedro Barba Reyes
La casa japonesa tradicional resulta sin duda, uno de los elementos más
atractivos para la cultura occidental. Es una muestra de la gran sensibilidad con
que se muestra la arquitectura oriental, su simbolismo, y el delicado balance
entre su mundo interior y su relación con el exterior. Su carácter único entra en
consonancia con las peculiaridades de la cultura japonesa, y buscar una
respuesta social en su configuración arquitectónica, es un hecho palpable que
posibilita una profunda comprensión de la vivienda.
Son muchas las visiones que permiten detallar su composición. La
descripción constructiva nos habla de los medios usados para su
levantamiento, así como una descripción funcional identifica una serie de
relaciones pragmáticas entre las distintas estancias. No obstante, podemos
optar por otra vía, en la que los procesos narrativos anteriores se combinan e
indagan una explicación racional basada en la particular concepción de la vida
japonesa.
Cada estancia o elemento de la casa tradicional suele responder a un hábito
o costumbre relacionada con la cultura histórica japonesa, o de lo contrario, a
un motivo climatológico o propio de la situación geográfica de Japón. Podemos
arriesgarnos a decir que la casa japonesa logra su singularidad en base a sus
materiales y que éstos, en su distribución, son el reflejo del pensamiento
japonés. Para su comprensión, resulta un camino inevitable analizar e
interpretar de manera concisa cada uno de ellos. El conocimiento exhaustivo
de la materialidad de la vivienda en Japón permite establecer una serie de
esquemas que relacionen los distintos espacios y nos ayuden a tener una
visión general apoyada en unas bases o conceptos que son inherentes a
cualquiera de las partes de la vivienda. La interpretación de cada parte es el
resultado de la interpretación material del espacio.
La esencia de la casa en
Japón
radica
en
el
minimalismo y la simplicidad.
Se trata de un principio que
evoca los pilares en los que
se asientan las religiones del
este asiático tales como el
shintoismo, el confucianismo
o el budismo. El antiguo
filósofo taoísta Lao sostenía
que la verdadera belleza de
una habitación reside en el
espacio vacío delimitado por
el techo y las paredes, en
lugar de depender del techo
Habitación japonesa donde destaca la simplicidad y la
ausencia de decoración, para no distraer la contemplación de
las escenas exteriores de naturaleza.
y las paredes en sí mismos. Lao Tse aspiraba a un ideal estético que se hacía
presente cuando el mundo material se despojase de casi todo, y tan solo
existiese la más leve sugerencia de color, diseño o textura. Esta filosofía se
tradujo en una actitud hacia la vivienda en la que se evita la decoración, la
obviedad, la exhibición de lo extravagante en beneficio de la contención y la
desnudez. La casa se libera de lo superfluo hasta llegar a elementos básicos, y
transmite una impresión de absoluta funcionalidad, que a su vez permite a la
mente el desarrollo imaginativo.
Una consecuencia
directa de esta máxima
es
el
carácter
provisional
que
adquiere la vivienda.
La necesidad de que el
espacio interior se
presente
de
una
manera libre convierte
el
mobiliario
en
elementos cambiantes
que se adaptan a las
circunstancias.
Las
paredes interiores se
deslizan posibilitando
la
continuidad
y Una habitación con tatami funciona como dormitorio por la noche
cuando se extiende el futon.
ampliación espacial de
la habitación, y evitando así la definición geométrica absoluta de un recinto, en
favor de la permeabilidad. Por la noche, se sacan los conjuntos de colchón y
cubierta, llamados futon, de los armarios correderos, alineados con la pared, y
se guardan de nuevo por la mañana, para despejar espacio en el suelo. Esto
hace que la funcionalidad de la habitación se presente como algo difuso y
cambiante, que surge también de la idea de relativismo, intrínseca en la
sociedad japonesa.
La mutabilidad de la vivienda se hace aún más evidente de estación a
estación. En verano, las paredes exteriores se abren para que penetre en el
interior la sensación del jardín, así como la brisa refrescante. Las mamparas
shoji correderas de madera se sustituyen por otras veraniegas de bambú o
junco, para mejorar la ventilación. Y en verano, otoño, invierno o primavera
leves detalles decorativos señalan el cambio de estaciones.
Los materiales que se utilizan en la construcción serán los responsables de
la búsqueda de la diafanidad y el carácter cambiante de la casa japonesa, dado
que ellos son los que otorgan el grado de sensibilidad necesario. Así como el
ladrillo y el yeso definieron la fisonomía particular de las ciudades europeas, la
madera, el bambú, la paja y el papel confirieron a las ciudades y pueblos
japoneses una apariencia única y una poderosa sensación de continuidad.
Cada uno de ellos transmite una propiedad, que en su conjunto generan esa
imagen característica de la vivienda.
El tatami de paja, más que cualquier otro componente de la casa japonesa,
es el módulo que estructura el diseño de las viviendas. Se trata básicamente de
una estera rectangular de paja entretejida. Su origen se remonta a la antigua
civilización japonesa, cuando se extendía paja sobre el suelo de tierra desnuda
para proporcionar suavidad y calor. Este recurso dio lugar a esteras livianas,
que se podían extender en cualquier lugar de la casa conforme se necesitaran,
para dormir o sentarse. Sus dimensiones fueron así ajustadas para acoger a
una persona tumbada, y de este modo se estandarizaron a 90 centímetros de
ancho por unos 180 de largo.
Es un elemento
que
se
adapta
perfectamente
al
clima, ya que permite
que el aire circule por
el suelo y resulta
blando y acogedor
bajo los pies. En este
punto
podemos
extraer el motivo de
una
de
las
costumbres
japonesas
más
comunes:
quitarse
los zapatos al entrar
en la casa. Lo que En el vestíbulo, un armario con puertas correderas, guarda los zapatos y
hoy día resulta un las zapatillas de casa, cuyo cambio permite una transición progresiva del
exterior al interior.
símbolo de respeto
hacia el hogar pudo tener su origen en la intencionalidad de que el tatami
conserve su estado original lo mejor posible.
Sin embargo, el tatami se convirtió en algo más que un recurso para cubrir el
suelo. Regula el tamaño de la casa japonesa y sus dimensiones interiores. Las
fachadas que dan a la calle, el tamaño de las habitaciones, los espacios entre
columnas se determinan respecto a estas esteras. Es un estilo de vivienda
modular específicamente de Japón, y que condiciona las proporciones de los
distintos espacios de la vivienda, de tal modo que cada habitación queda
definida por un número determinado de tatamis.
Por otro lado, su colocación se lleva a cabo de una manera concreta,
evitando la aleatoriedad. Los tatamis nunca se dispondrán formando una
cuadrícula, ni tampoco coincidiendo en ningún punto, tres o cuatro esquinas de
las esteras. El resultado es la imagen de una trama en la que se combinan
elementos horizontales y verticales siguiendo una lógica, fundamentada en la
superstición. Se tiende a pensar que la disposición del tatami influye en el
auspicio y fortuna de la casa, de tal modo que un orden incorrecto conlleva
malas consecuencias.
El
bambú
es
otro
elemento muy habitual en la
casa
japonesa.
Su
utilización se debe, en gran
parte, a su versatilidad y
variedad de usos, tanto
prácticos como decorativos,
que quedan recogidos en
los
textos
históricos
japoneses. En ellos se
recogen más de 1400
modos de empleo. En la
casa japonesa, el primer
punto de contacto entre la
calle y el resto de la casa es
una
valla
de
bambú.
Asimismo, es el material
escogido para los techos y Detalle de techo de bambú y arcilla amarilla.
vigas de muchas casas de
labranza tradicionales y las viviendas en el campo. También conforma las
persianas exteriores, llamadas sudare, que protegen la fachada de la casa del
intenso calor del sol, y que en verano sustituyen a las puertas shoji para
producir ventilación.
Podemos encontrar la razón de su uso en la abundancia del material en
lugares cálidos y húmedos, propios de los países del este asiático. Estas
condiciones climatológicas, conllevan la utilización de materiales de baja
capacidad térmica, y de diseños que permitan la ventilación cruzada,
convirtiéndose el bambú en idóneo. Por otra parte, su fuerza, flexibilidad y
capacidad de poder entretejerse le convierte en un material muy apreciado por
los constructores y carpinteros japoneses.
Un motivo mucho más relacionado con la cultura oriental, tiene su origen en
las propiedades estéticas del material. De su textura suave y brillante se
desprende una belleza natural y virgen, que recuerda a la naturaleza más pura.
Es un concepto que emana del ideal zen, donde el elemento natural aparece
como un medio para alcanzar el despertar espiritual. El bambú consigue
producir un efecto de ligereza, que simplifica el espacio y lo convierte en algo
mucho más liviano.
La volubilidad descrita aparece
íntimamente
arraigada
a
la
transparencia, y el papel, es el
elemento que mejor la transmite.
Una de las cosas que más
impresionan de la habitación
japonesa, es la variación de las
sombras, sombras densas frente a
sombras ligeras. Este juego de
luminosidad se fabrica con el
empleo habilidoso del papel hecho
a mano o washi. Cada uno de ellos
sirve a un propósito determinando,
según sus características. Dentro
de la casa, hay tres aplicaciones
especiales para el papel dignas de
mención. En las ventanas interiores
y las puertas correderas shoji se
coloca un papel grueso y opaco de
color crema, que suaviza la luz al
entrar en una habitación desde el exterior. Para cubrir las puertas macizas que
dividen las habitaciones y ocultan los armarios, llamadas fusuma, se utilizan
papeles coloreados o pintados más finos. Y el washi más delicado cubre las
tradicionales lámparas de suelo llamadas andon, que esparcen un brillo suave
en la casa por las noches. El papel confiere a la vivienda un aspecto sutil y
delicado, junto con otro de los materiales más reverenciados: la madera.
La iluminación es fundamental para crear el ambiente
adecuado. El papel de las ventanas y puertas que
dan al exterior suavizan la luz natural, mientras que
las luces eléctricas se tamizan con papel hecho a
mano para crear un brillo suave y sin dirección.
Su presencia en los bosques que cubren el montañoso interior de Japón,
hace que se convierta en un material asequible, además de permitir que la
vivienda sea portavoz de la naturaleza más próxima. La madera se identifica
con la naturaleza, y se transforma en un nexo o una forma de conectar con ella.
Así pues, la mayor parte de la construcción de la casa se basa en una
estructura de madera, lo que motiva que el carpintero sea el más respetado de
los artesanos.
En la arquitectura residencial el empleo de la madera se lleva a cabo de
manera ligera y temporal; lo que quizá se trate de una precaución necesaria en
una tierra donde los terremotos son frecuentes. Ahora bien, la madera es
mucho más que un material de construcción. En los interiores, su calidez,
irregularidades y textura se consideran importantes elementos estéticos.
En contraposición a la levedad que transmite la madera aparece la piedra,
como el material más pesado de los implicados en la creación de la casa
japonesa. Se reserva gran parte para las zonas exteriores de la edificación, se
usa disimuladamente en los cimientos y se vuelve muy visible en los caminos,
entradas y jardines.
Al igual que la madera, la
piedra se valora por su
individualidad.
Una roca
aislada y grande puede
formar el centro de atención
del jardín japonés, y destacar
en ese sentido determinadas
áreas de interés. El jardín es
la presencia física de la
naturaleza en la casa y la
piedra el elemento que la
exalta. Su coloración, textura
y forma peculiares contribuye
Un camino de piedra sencillo dirige hasta la entrada de la casa. en
gran medida a la
No se limita a señalar la dirección, es un elemento de diseño.
conformación
de
esa
atmósfera paisajística buscada. Para los caminos y la pavimentación se
emplean losas irregulares de piedra, de tal modo que cuando se frotan o riegan
con agua, brillan y adquieren interesantes propiedades estéticas.
Los japoneses conceden una gran importancia a la armonía entre la
naturaleza y el hombre, y los materiales específicos empleados ayudan a lograr
una adaptación al entorno, más que una conquista del mismo. Así pues, se
crea una correlación entre ambas entidades en las que se combinan la
simplicidad interior y la permeabilidad.
De manera independiente, cada uno de los materiales que construyen la
casa japonesa adquiere un especial significado, pero en conjunto conforman
una unidad que refleja el esencialismo de la arquitectura residencial de Japón.
Los elementos imprescindibles de la casa japonesa pueden explicarse como
una consecuencia de los materiales utilizados, los cuales evocan el ideal de
naturaleza perseguido por la cultura tradicional japonesa. El tratamiento de las
formas emana una sensación de espiritualidad que se identifica con el
pensamiento oriental más profundo y místico.
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