El gobernante que repudió a sus gobernados.

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El gobernante que repudió a sus gobernados
Don José Luis Requero - gobernante del poder judicial y plumífero
prolífico, cuyos artículos tienen exclusivamente como denominador común la
crítica frontal a cualquier iniciativa del gobierno, publicó en Expansión del 26 de
octubre un artículo denominado “Bermejo y sus jueces de saldo”, en el que
sentencia y condena sin juicio previo y sin posibilidad de defensa de los
condenados – jueces y magistrados de carrera que accedieron legítimamente a
sus cargos a través del tercer y cuarto turno – a quienes imputa haber
accedido a la carrera judicial “más que por afinidad ideológica” por “enchufe,
nepotismo o simplemente una vía para que profesionales que habían llegado al
tope en su profesión de origen pudieran progresar”, concluyendo que dichos
sistemas de acceso no son la “solución para la justicia”, no siendo accidental,
que “la jurisdicción social se haya poblado de ese biotipo de juez progre:
antiguo abogado sindicalista, seleccionado por el sistema de Turnos y afiliado a
Jueces para la Democracia”.
Curiosamente, el 24-10-2007 publicó en “La Razón” otro artículo,
denominado “Memoria sin matiz”, en el que criticó la deslegitimación
generalizada de los procesos judiciales del franquismo de la Ley de Memoria
Histórica, porque “una anulación global, indistinta, ni matizada de aquellas
condenas sería injusta” y podría, incluso, acabar “satisfaciendo a verdaderos
criminales”, utilizando, como ejemplo, la condena a reclusión perpetua y
expulsión sin garantías de la Armada de su propio abuelo, quien, al parecer, no
habría manifestado la adhesión suficiente a los principios del movimiento,
mediante la reproducción del considerando siguiente: ”Hechos que aunque el
Consejo no considera plenamente comprobados revelan el concepto y opinión
que de este encartado tienen las distintas personas de probada lealtad al
Movimiento Nacional que han depuesto en las actuaciones”.
Pues bien, el vocal Requero aplica exactamente la misma medicina a los
jueces, seleccionados por el sistema de turnos, atacándoles genéricamente en
la esencia de su legitimación profesional, ya que les niega conocimientos
jurídicos, cuestiona su imparcialidad y su independencia, acusándoles de
desempeñar exclusivamente su trabajo por “sensibilidad social e ideológica” y
lleva su descalificación a los últimos extremos, mediante la deslegitimación
global de la jurisdicción social, cuyo biotipo - equivalente al “modelo de la
especie” – describe despectivamente, olvidando, que algunos descalificados
son hoy magistrados del Tribunal Supremo y ocupan, incluso, plazas de
vocales en el Consejo General del Poder Judicial, sin que las críticas vertidas
contra ellos se soporten en prueba alguna, apoyándose únicamente en la
adhesión olímpica e incondicional de su autor al sistema de oposiciones, al que
se supervalora como si de un sacramento se tratara o, mejor aún, de una
comunidad de destino en lo universal.
Ser abogado y sindicalista, al igual que ser militar republicano
represaliado por haber defendido la legalidad constitucional, no constituye
ningún tipo de deshonor o menoscabo para desempeñar un cargo público,
como parece sugerir el señor Requero y debe destacarse que el acceso a la
carrera judicial por el sistema de turnos ha contribuido a incorporar a la carrera
judicial nuevos valores y sensibilidades, así como un mayor pluralismo que ha
enriquecido desde diferentes puntos de vista el acercamiento judicial a la
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cambiante realidad social, en un ejercicio profesional que se caracteriza
precisamente por la riqueza conceptual y la diversidad de enfoques.
Conviene recordar al vocal, que los jueces recusados no fueron
seleccionados por ser abogados sindicalistas, sino por la superación de un
concurso-oposición, en cuya primera fase debieron acreditar, mediante un
sistema reglado legalmente y valorado por un tribunal imparcial, que
ostentaban la condición de juristas de reconocido prestigio, lo que acredita más
que sobradamente su conocimiento del ordenamiento jurídico, debiendo
demostrar en la fase de oposición dichos conocimientos ante el mismo tribunal,
que valora a los opositores, donde tuvieron que probar, además del
conocimiento del derecho, su equilibrio personal y profesional, así como su
capacidad de razonar y decidir con el máximo rigor, siendo buena prueba de la
dificultad del examen que el propio Requero admita en su artículo que el 75%
de las plazas, ofertadas en los turnos, quedan desiertas.
Estamos, por tanto, ante un ataque en toda regla contra la jurisdicción
social en general y contra una parte significativa de sus componentes en
particular, a quienes se utiliza como ejemplo del pretendido fracaso del
sistema, cuya legitimidad en el acceso a la carrera judicial es exactamente la
misma que la del sistema tradicional, al estar predeterminada legalmente,
aunque lo extraordinario del mismo es que se efectúe nada menos que por un
componente del órgano de gobierno del poder judicial, quien, en su afán de
confrontarse con la propuesta del Ministro de Justicia, no ha dudado en atacar
la esencia de su legitimación de unos jueces y magistrados, cuyo prestigio,
ganado con el desempeño de su profesión y negado unilateralmente por el
vocal Requero, se viene reiterando en todas las encuestas realizadas entre
abogados en ejercicio.
En definitiva, extraña manera de gobernar el poder judicial, en la que se
hace prevalecer la ideología sobre la política de Estado y se repudia
expresamente y sin contemplaciones a legítimos componentes de la carrera
judicial, a los que debería haberse defendido y amparado precisamente contra
ataques desmedidos y groseros como este, que permite constatar por qué solo
un 2, 70% de los jueces conceden su confianza al CGPJ en cuanto garante de
la independencia de la carrera judicial, así como la urgencia de proceder a su
inmediata renovación, aunque solo sea para impedir que este vocal y reputado
plumilla, en su próximo impulso depurativo, vuelva a ejercer como oficiante en
otro Auto de Fe.
Ricardo Bodas Martín.
Magistrado-Juez de lo Social
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