la red familiar de empresas de origen hispano

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164e
LA RED FAMILIAR DE EMPRESAS DE ORIGEN HISPANO-MONTAÑÉS
ESTABLECIDAS EN MÉXICO EN EL SIGLO XIX. ASPECTOS ECONÓMICOFINANCIEROS
Francisco Javier Jimeno de la Maza*
Departamento de Economía Financiera y Contabilidad
Universidad de Valladolid, España
Mercedes Redondo Cristóbal
Departamento de Economía Financiera y Contabilidad
Universidad de Valladolid, España.
María de los Ángeles Zárate Loyola
Facultad de Contaduría y Administración
Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), México
Área temática: e) Historia de la Contabilidad
Palabras clave: historia empresarial, montañeses, México
1
LA RED FAMILIAR DE EMPRESAS DE ORIGEN HISPANO-MONTAÑÉS
ESTABLECIDAS EN MÉXICO EN EL SIGLO XIX. ASPECTOS ECONÓMICOFINANCIEROS.
Resumen
Partiendo del análisis de distintas fuentes historiográficas, el presente trabajo
pone el foco en varias de las iniciativas empresariales establecidas en México a lo
largo del siglo XIX que fueron impulsadas por redes familiares originarias de los valles
del norte de España comprendidos en la zona que antaño era conocida como
“Montañas de Santander”. Los estudios que nos preceden han documentado ciertas
características comunes de estos negocios que permitieron el éxito de la aventura
emprendedora y que condujeron a que los clanes familiares que los promovieron
ascendieran a la élite económica en la sociedad mexicana de la época. Nuestra
contribución hace especial referencia a los aspectos económico-financieros de las
iniciativas empresariales, terreno hasta el momento relativamente poco explorado,
debido en gran parte a las dificultades de obtención de fuentes documentales que
contengan información contable y de carácter comercial relativa a las entidades
estudiadas, así como por la dispersión geográfica de los archivos en que se depositan
algunos de dichos datos. Se ha optado por la teoría institucional para dar soporte al
argumento de que la red empresarial de los clanes montañeses incorporaba unas
características singulares que fueron el elemento determinante para conseguir el
control de algunos recursos estratégicos, así como para lograr ventajas competitivas
que permitirían el éxito de los negocios, reproduciéndose el esquema organizativo a
través de una cadena de reemplazo basada en lazos de paisanaje y de parentesco,
hasta su ocaso en el siglo XX, con el agotamiento de un modelo endogámico de
conglomerado empresarial que ya resultaba inapropiado para el entorno. La
metodología aplicada se fundamenta en el estudio de dos casos de los que se ha
conseguido diversa información que ha sido recopilada de distintas fuentes españolas
y mexicanas, analizándose por un lado las actividades empresariales de la familia De
la Maza en el Estado de San Luis Potosí, así como por otra parte las vinculadas al
emporio de Ricardo Sainz, protagonista destacado y visible que durante lustros lideró
múltiples iniciativas mercantiles, industriales y financieras.
2
1. Introducción
Las relaciones económicas entre España y México a raíz del proceso de
independencia de esta última nación ofrecen varios tópicos que han atraído la atención
de distintas líneas de investigación de corte histórico-empresarial. El presente trabajo
trata de uno de estos temas, centrándose en un ámbito que ha obtenido una
apreciable difusión, aquel relacionado con la proliferación a lo largo del siglo XIX de
iniciativas comerciales, industriales y financieras impulsadas y lideradas por clanes
familiares de origen hispano que alcanzaron un protagonismo sobresaliente en el
tejido productivo mexicano de la época. En concreto, el análisis efectuado se ha
enfocado hacia el conjunto de negocios que se encontraban bajo el control de un
grupo de emprendedores naturales de los valles situados en la zona del norte de
España que en la época previa al proceso de delimitación provincial era conocida
como “Montañas de Santander”1, de lo cual deriva el apelativo de montañeses con el
que se designa a un colectivo que también en su tierra de origen se asocia a menudo
con la etiqueta de “indianos”. La iniciativa y promoción de las empresas radicadas en
México que se han considerado en nuestro trabajo correspondían mayoritariamente a
un grupo de emigrantes españoles que mantenían lazos familiares fuertemente
endogámicos (los cuales permitían la reproducción natural y el reemplazo de la cabeza
visible de los negocios), y que proceden en casi su totalidad de lo que hoy en día
serían el valle de Ruesga, el valle de Soba y el municipio de Arredondo, en la actual
Cantabria2.
El entramado empresarial de origen hispano asentado en México del que nos
ocuparemos fue desarrollado desde la época de la consecución de la independencia
nacional y se prolonga con el mismo patrón organizativo hasta finales del siglo XIX,
correspondiendo la etapa más intensa de estos negocios a la segunda mitad de la
centuria. De entre las aventuras empresariales desarrolladas en el siglo XIX en México
por la red de clanes familiares de origen montañés que hemos detectado, se han
escogido dos casos en los que se ha estimado que concurren circunstancias
especialmente aptas para el análisis de los aspectos relativos a la actividad
patrimonial, económica y financiera. Por una parte, una de las razones de tal elección
remite a que se haya conseguido en el transcurso de la investigación una recopilación
suficiente de información oportuna, procedente de fuentes primarias y secundarias,
tanto españolas como mexicanas. Por otro lado, y teniendo en cuenta los aludidos
condicionamientos que impone la disponibilidad de documentación que se haya
conservado y a la que se haya tenido acceso, ambos estudios de caso proporcionan
una significativa descripción de las trayectorias empresariales de los montañeses en
México, sirviendo de ejemplo muy destacable de la formación de una inmigración
1
Si bien no es la única acepción, puesto que, igualmente, hay referencias a las Montañas de Burgos,
aunque quizá éstas sean más frecuentes en centurias anteriores al siglo XIX. Lo cierto es que a lo largo
del tiempo se produce una evolución en la delimitación territorial que se halla condicionada por muchos
factores administrativos, jurisdiccionales, de intendencia y de orden religioso. A su vez, algunos de esos
condicionantes son cambiantes (división y adscripción parroquial o de feligresías) y tienen una especial
relevancia sobre otros elementos (formación de padrones administrativos de hidalguía). Por otro lado, el
debate sobre el alcance geográfico de las Montañas de Santander en cada momento histórico o la
conveniencia de utilizar el gentilicio montañeses excede de las pretensiones del presente trabajo. No
obstante, las fuentes históricas parecen avalar la pertinencia del empleo del término para definir a los
originarios de la zona, que a menudo eran identificados de esta forma, como lo demuestra la razón social
de un negocio emprendido por uno de nuestros protagonistas, Ricardo Sainz, cuya fábrica de hilados y
tejidos ubicada en Tlalpan recibía el nombre de “La fama montañesa”.
2
En el antiguo régimen, Arredondo pertenecía administrativamente al Valle de Ruesga, hasta su
segregación en el año 1822, contando desde entonces con ayuntamiento propio.
3
económica hispana de carácter elitista en el marco de la sociedad de la época.
Adicionalmente, los rasgos particulares que definen a esas empresas mexicanas
impulsadas por montañeses resultan muy ilustrativos, ya que la superposición de la
institución familiar y de la red social de paisanaje de origen condicionaba el devenir del
negocio en múltiples vertientes. A modo de muestra, puede citarse el ideario común de
conservación patrimonial de cada unidad productiva individualizada, fundamentada en
una endogamia familiar basada en nexos de parentesco y perpetuada a través de
políticas matrimoniales, el apoyo financiero mutuo entre miembros de la red de
montañeses, las combinaciones de fuertes vinculaciones comerciales y de altruismo, a
través de instituciones sociales de apoyo mutuo, que se establecen entre la cadena de
compatriotas, el mecenazgo cultural y el fomento de inversiones en infraestructuras y
en servicios públicos y comunitarios, la reproducción, aprendizaje y sucesión
organizada del negocio a partir de relaciones de consanguinidad y afinidad, o el
desarrollo de nuevos proyectos inversores de expansión, que suponían la
incorporación de innovaciones tecnológicas y que nacían de los esfuerzos colectivos y
coordinados entre miembros de la red, así como del clan familiar en sentido extenso.
El tema propuesto guarda un apreciable interés debido a que el mismo hecho
de la aventura empresarial internacional es ya un elemento singular en la tradición
histórica española, donde la emigración económica no se ha caracterizado
precisamente por una vocación emprendedora en el mundo de los negocios.
Complementariamente, el perfil que se observa en el devenir de los montañeses en
México les acerca al imaginario del de la mitología del empresario hecho a sí mismo,
el “self-made man” anglosajón (Valdaliso, 2004). Tampoco debe obviarse el papel de
los montañeses en el proceso de desarrollo empresarial mexicano, pues resulta
llamativa la importancia que adquirieron muchas de estas empresas en México, de
forma que, tal y como se ha mencionado en líneas previas, se produjo el ascenso a la
élite económica mexicana de un grupo de personas con raíces familiares comunes y
que procedían de un ámbito geográfico muy concreto ubicado en el norte de España,
de origen rural y que territorialmente no abarca demasiada extensión. Por añadidura,
hay otros elementos de modernidad que no abundaban en el sistema económico
convencional español del siglo XIX, como son: (1) la acumulación de capital que
identificó a dichos negocios, (2) la introducción de innovaciones tecnológicas de
vanguardia en el ámbito industrial, (3) la adaptación al marco jurídico mercantil
mexicano (si bien cabe señalar que los códigos de comercio mexicanos promulgados
en el siglo XIX cuentan con una influencia notable de la normativa española), y (4) las
formas extendidas de organización interna que permitían combinar trabajo y
conocimiento de la dirección de los negocios según un escalafón estratificado, a la par
que flexible, que abarcaba figuras como las de dependientes, dependientes
principales, gerentes administradores, apoderados y consignatarios, incluyéndose
todas las funciones necesarias para articular una red de intercambios y de
financiación.
Igualmente, el mismo hecho del restringido espacio de procedencia pone de
manifiesto la existencia de un sistema establecido e institucionalizado que pretendía
dar continuidad en el tiempo a la cadena de reemplazo empresarial, recurriendo a
otros miembros del mismo clan familiar que emigraban desde los mismos lugares de
origen. Los nuevos inmigrantes que llegaban a México a través de un mecanismo de
cadena respondían a la llamada de parientes y paisanos, que ya se encontraban
radicados desde hace tiempo y, que en muchos casos, ya habían conseguido el éxito
y una acumulación de suficiente capital para el impulso de la iniciativa mercantil. Así,
los nuevos emprendedores surgen a partir del seno del grupo de parientes, desde la
integración en la saga familiar al comienzo en los negocios y manteniendo
4
significativas interrelaciones si llegaba el momento de independizarse.
Suplementariamente, un elemento diferencial básico de la red montañesa se
fundamenta en el peso adquirido por la imposición de rígidas tradiciones del grupo
familiar que caracterizaban a las iniciativas empresariales, donde, por ejemplo, la
sucesión en el negocio, siempre que era posible, se había planificado, se producía
como consecuencia de un retiro del anterior líder y se efectuaba por vía masculina,
encomendando la responsabilidad de dar continuidad a la empresa a un pariente que
durante años había venido preparándose para tal tarea en el seno del conglomerado
mercantil. Así, el cobijo social que se aportaba al nuevo inmigrante se envolvía en el
ámbito familiar extenso, con la promesa futura de sucesión al frente del negocio,
normalmente cuando llegase la hora de que la persona que se hallase a la cabeza del
negocio entendiese que el momento era oportuno. Por lo tanto, el proceso de
formación desde la base de un líder futuro y el aseguramiento del reemplazo de
nuevos nodos de la cadena migratoria formaban parte de un planteamiento
organizativo intencionado. Otra muestra en la que se manifiestan esas reglas
familiares es el caso de la política matrimonial del colectivo, orientada a la
conservación de patrimonio del negocio y a impedir su división.
La construcción de unos vínculos de confianza en las numerosas relaciones
comerciales entre negocios de la red que se han podido documentar, o el apoyo mutuo
altruista a través de instituciones de apoyo que abarcan todo tipo de aspectos de la
vida del inmigrante montañés, conforman algunos de los rasgos esenciales para la
dinámica empresarial que acaban explicando el éxito con el que se suele contemplar
esta aventura colectiva de los indianos montañeses. Lo cierto es que la segunda mitad
del siglo XIX es una época en la que el marco general de los derechos de propiedad y
la esfera mercantil en México se desenvolvían en un entorno de incertidumbre, debido
a las dificultades para hacer efectivos los derechos o cumplir con las obligaciones que
derivasen de los contratos libremente establecidos entre partes interesadas. En
contrapartida, las estrictas normas no escritas con que se regían estas instituciones
familiares, concebidas como una unidad inseparable del negocio, suplían muchas de
esas carencias, permitiendo acuerdos exitosos que se cimentaban en la confianza
tejida entre los miembros de la red. De alguna manera, las leyes civiles relativas al
ámbito familiar y las normas del grupo de parientes servían de salvaguardia y suplían
la ineficacia operativa de la aplicación de una legislación mercantil que no favorecía el
espíritu emprendedor.
Todos los planteamientos expuestos acercan a los casos expuestos en el
presente trabajo a determinadas proposiciones que encuentran fácil encaje en las
teorías institucionales a las que a menudo se ha recurrido en el ámbito de la historia
empresarial. Así pues, en el desarrollo de nuestra investigación, extendiendo
contribuciones precedentes, y a partir de la documentación que se ha podido obtener,
se ha procedido a una reconstrucción descriptiva y en su contexto de determinados
aspectos contables, económicos y financieros de algunas de las múltiples iniciativas
de la red de montañeses que radicaron en México durante el siglo XIX, con el fin de
ayudar a componer una historia empresarial más precisa de este fenómeno de
negocios familiares de origen hispano que se concentraron en aquel período. La
metodología aplicada se fundamenta en el estudio de dos casos de los que se ha
conseguido información empresarial recopilada de narrativa complementaria obtenida
de distintas fuentes y archivos españoles y mexicanos, analizando por un lado los
negocios constituidos alrededor de la rama de la familia De la Maza en el Estado de
San Luis Potosí, así como por otra parte el emporio vinculado a Ricardo Sainz,
protagonista destacado y visible que durante lustros lideró múltiples iniciativas
mercantiles, industriales y financieras.
5
El resto del trabajo se estructura de la siguiente forma: a continuación se
considera la aplicación de ciertos planteamientos del marco teórico institucional a los
casos escogidos para el estudio; seguidamente, y tras el análisis de algunos rasgos
generales de interés para caracterizar a los negocios de origen montañés radicados en
México durante el siglo XIX y a raíz de la independencia de la nación, se efectuará un
recorrido más pormenorizado por las empresas de las que se tiene conocimiento de
los dos grupos familiares escogidos, el liderado en un principio por Santos de la Maza
y el que tenía al frente a Ricardo Sainz (ambos naturales de Ogarrio, en el Valle de
Ruesga, y parientes lejanos entre sí). Por último, se extraen algunas de las
conclusiones de los casos analizados.
2. El marco de la teoría institucional y su aplicación al ámbito de estudio elegido.
Los principales rasgos particulares con los que se puede caracterizar a la red
familiar de empresas de origen montañés establecidas en México a lo largo del siglo
XIX contienen ciertos elementos que cabe contemplar a la luz de planteamientos
derivados de los desarrollos de la teoría institucional, la cual ha sido utilizada en varias
contribuciones previas de la literatura, a modo de soporte explicativo de la historia de
las organizaciones empresariales (Baskes, 2005). La idea básica remite a la
superposición de la institución familiar, organizada rígidamente de una determinada
manera específica, por encima de un marco institucional empresarial que mostraba
unas señaladas debilidades contextuales, de una forma tal que ese solapamiento
permitiese la apertura del negocio a unas mayores posibilidades de ganancias de
eficiencia comparativa en el desempeño de la actividad productiva, en el momento en
que se privilegia la aplicación de las reglas familiares (Walter, 1991). En consecuencia
con lo expuesto, se podría suponer que esas estrategias fuertemente asentadas en la
institución familiar y en los lazos de parentesco supusieron una ventaja que situó a
muchos negocios montañeses en la vanguardia productiva de su época, con unos
crecimientos estimables, disponiendo de una tecnología relativamente avanzada y
posibilitando el control de importantes recursos en el territorio en que se asentaron,
fomentando la acumulación de capital y favoreciendo el acceso a los incipientes
sistemas financieros (Lizama y Valerio, 2006).
De acuerdo a una perspectiva contractual, muchas de las reglas del grupo
familiar guiaban el inicio, la negociación, la adaptación o la terminación de las
transacciones y contratos en el ámbito de unos negocios que eran impulsados desde
el seno de la propia familia, sin que quepa concebir una separación clara entre ambos
espacios. Es posible constatar que ciertas normas familiares asumidas férreamente
por el colectivo y que pautaban algunos aspectos clave de la actividad empresarial
(conservación patrimonial, sucesión, promoción, establecimiento de relaciones
comerciales, nuevas inversiones y un largo etcétera) se convirtieron en uno de los
factores determinantes para obtener el control de ciertos recursos estratégicos
(materias primas, acceso a determinadas industrias, habilitación de crédito y
financiación). A su vez, el dominio de los recursos clave sirvió para la acumulación de
capitales financieros y para el logro de ventajas competitivas respecto al entorno de
actuación. El mecanismo no era novedoso, sino que daba continuidad al antecedente
de la imagen tradicional de controlador de recursos que el montañés se había labrado
en la época colonial de México, por su estatus de hidalguía casi universal en el antiguo
régimen hispano, que facilitaba el acceso a privilegios de la corona, y que Lida (1994)
denominaría inmigración privilegiada.
6
De esta forma, un estudio y posterior análisis de múltiples fuentes primarias y
secundarias demuestra de forma recurrente que hay multitud de negocios instalados
en México durante la segunda mitad del siglos XIX, varios de ellos de renombre, que
se encuentran controlados por personas cuya procedencia debe situarse en el norte
de España, con una significativa proporción de nacidos en las comarcas cántabras
rurales bañadas por el río Asón3. Puesto que en la época colonial las generaciones de
ancestros de esas personas habían ocupado cargos de administración relevantes, la
transición hacia una burguesía comercial y emprendedora fue simplemente la
evolución adaptativa a un territorio muy amplio, que ofrecía grandes oportunidades y
con un vecino en el norte muy activo en cuanto a intercambios económicos. Así pues,
el inicio de acumulación de capital procedería normalmente de un monopolio o
cuasimonopolio colonial, pero, una vez consumada la independencia de la nación, la
iniciativa económica montañesa se orientó hacia una actividad mercantil intensa.
Como señala Cerutti (1999), gestión comercial y movimientos empresariales fueron
inseparables, ya que tiendas de abarrotes y casas de comercio que daban salida a la
producción rural (también controlada a través de las haciendas) constituyeron una
base de negocio que se prolongó hacia las finanzas, componiendo con el tiempo un
sistema bancario formalizado en el México porfiriano. Monroy (2004) destaca el papel
determinante de los comerciantes en San Luis Potosí en el siglo XIX, ya que
extendieron sus actividades a la industria textil, a la minería, al establecimiento de
casas de moneda, al control de haciendas e incluso a las obras públicas.
La consecuencia de este patrón organizativo fue el éxito colectivo de muchos
de estos negocios, lo que subsecuentemente condujo hacia la élite económica
mexicana a los montañeses más prominentes y que evidenciaron alta capacidad de
adaptación al contexto, reproduciéndose el esquema a través de una cadena basada
en lazos de paisanaje y de parentesco que también fomentaba el capital relacional que
surgía de los vínculos establecidos entre los nodos de la red4. Durante la segunda
mitad del siglo XIX, esas reglas familiares que impregnaban la práctica gestora
sustituyeron a unas débiles normas jurídico-mercantiles que difícilmente garantizaban
el cumplimiento contractual y el aseguramiento de unos derechos de propiedad que se
evidenciaban escasamente protegidos. Dentro de las posibilidades del marco
institucional mexicano de la segunda mitad del siglo XIX, la forma organizativa interna
de las iniciativas montañesas y la red externa que se tejía entre los negocios de sus
paisanos constituyó una forma organizativa eficiente, moderna, liberal y
descentralizada a través de la que fluían adecuadamente mercancías y capitales.
Además, la apertura del régimen porfirista estimuló la concentración de capitales en
torno a industria textil, el tabaco o las actividades crediticias, junto al desarrollo de
infraestructuras como ferrocarril, electricidad o traída de aguas que eran
fundamentales para los negocios de vanguardia. Este modo de operar en la actividad
empresarial de origen montañés continuó hasta su ocaso en el siglo XX, con el
agotamiento de un modelo endogámico de conglomerado de negocios que ya
resultaba inapropiado para un entorno más moderno (Gamboa Ojeda, 2006).
3
La altísima tasa de emigración que se produjo en una localidad como Arredondo llevó a que fuese
conocida con el sobrenombre de “la capital del mundo”, como se expresa orgullosamente en un cartel
informativo que existe a la entrada de este pequeño núcleo de población. Asimismo, el continuado
trasvase de capital humano dio lugar a fenómenos como el de la rica arquitectura colonial e indiana que
adorna estos valles, que fue fomentada por los retornados al estilo de las tierras que les habían acogido
durante su etapa productiva.
4
El rastro de la correspondencia comercial que se conserva permite documentar que los asentamientos
de españoles dedicados a la actividad empresarial radicados en diferentes poblaciones mantenían
comunicación permanente, tanto para cuestiones mercantiles como para otras que pueden entenderse de
interés colectivo.
7
El refuerzo de los intereses grupales se consolidaba a través de la pertenencia
a redes sociales de cooperación y ayuda mutua entre inmigrantes (Marichal, 2010),
donde los propios comerciantes, normalmente los de mayor prominencia, ocupaban
puestos en la juntas directivas. La creación de instituciones benéficas5, de cooperación
mutua y de mecenazgo que estaban asociadas al entramado empresarial montañés
era otra de las formas de aumento del “capital relacional” de las organizaciones que
fue empleada para potenciar la capacidad y los recursos empresariales mediante una
conciencia grupal de cohesión patriótica española, pero también de compromiso con la
sociedad mexicana de entonces. Sirva como ejemplo referido a los dos casos que
contemplaremos que el propio Ricardo Sainz, en calidad de presidente del Casino
Español de Mexico, propondría la formación de una Junta Patriótica en Ciudad de
México encargada de recaudar fondos para la guerra de España en Cuba, y a la
iniciativa se sumarían los herederos de los negocios de la familia De la Maza en San
Luis Potosí (Ortelli, 1998).
Como conclusión de los argumentos aportados, podría decirse que los rasgos
básicos que caracterizaron los negocios de los montañeses en México y que pueden
ser contemplados como elementos que encajan en las proposiciones del marco teórico
institucional serían los siguientes:
(1) Espíritu empresarial de adaptación al medio.
(2) Incorporación de tecnológica moderna e innovadora.
(3) Movilidad de recursos en un amplio espacio geográfico, conectando
mercados.
(4) Diversificación horizontal.
(5) Opción por iniciativas que requieren fuertes Inversiones de capital.
(6) Articulación en forma de red basada en relaciones de confianza otorgada
por lazos de parentesco y de paisanaje.
(7) Implicación en filantropía, a la imagen anglosajona y en inversiones en
infraestructuras públicas.
(8) Mantenimiento de lazos estrechos con el poder político.
(9) Participación activa en los canales de financiación del sistema productivo.
3. Recorrido por la iniciativa empresarial de la familia Sainz de la Maza en San
Luis Potosí. La concienciación gestora respecto a los aspectos económicofinancieros del negocio como elemento de modernidad.
El estado de San Luis Potosí vivió un período de estabilidad y crecimiento
económico a finales del siglo XIX que supuso un fortalecimiento institucional, la
promoción de la inversión extranjera, instrumentada a través de un círculo cerrado de
familias, y la mejora en las infraestructuras (Monroy y Calvillo, 1997). En
consecuencia, durante ese período, y gracias en buena medida a la importancia
estratégica de las minas argentíferas, San Luis Potosí mantuvo un papel geopolítico y
económico destacable, y en este último ámbito sobresalió una élite de empresarios y
comerciantes cuyos orígenes hispánicos estaban estrechamente vinculados por lazos
de parentesco y paisanaje montañés.
Entre todos ellos destacaría Santos Sainz de la Maza y Ezquerra de Rozas
(Ogarrio, Cantabria, 1811- Utrera, Sevilla, 1873) que fue la cabeza visible que ejerció
el liderazgo empresarial en los múltiples negocios de su familia desarrollados en San
5
Entre otras, el Casino Español de México, la Sociedad Montañesa de Beneficencia o la Junta Española
de Covadonga.
8
Luis Potosí, México, a donde llego en 1822, con apenas 11 años de edad. La saga
familiar tenía un eslabón previo en sus tíos los Gutiérrez Solana, asentados como
residentes en Catorce (San Luis Potosí) desde 1828, dedicados a la minería y
exceptuados de los decretos de expulsión de extranjeros promulgados (Monroy, 2004).
La cadena empresarial continuó con su hijo Gregorio y otros parientes hasta el declive
de la minería potosina, tras lo cual los negocios familiares se centrarían casi
exclusivamente en España, ya entrado el siglo XX, con unas pautas completamente
diferentes de actuación, si bien hay consenso en los estudios previos en que el
fabuloso capital indiano acumulado por el clan De la Maza en México posibilitó esas
iniciativas fuertemente enfocadas a la adquisición de fincas situadas en el sur español
para vivir de las rentas que generasen, con alguna inversión en industrias
agroalimentarias (Florencio, 2001). La tupida red de otros parientes instalados en esta
y otras áreas de México que hemos encontrado con los que en algún momento tuvo
relación mercantil sería interminable de relatar. En 1835 se empieza a tener noticia de
su participación activa al frente de negocios de minería y en 1840 contraería
matrimonio con la viuda de uno de sus tíos, existiendo divergencia en las fuentes
consultadas sobre si se celebró en Matamoros o en Nueva Orleáns.
Dada su complejidad, resulta difícil de desentrañar la maraña de negocios
tejida en torno al clan De la Maza y que hemos logrado documentar, al menos si se
toma como punto de partida el inicio de la actividad de Santos y de sus hermanos
Francisco y Pedro, que también emigraron, y se abarca hasta el período que llega a
los primeros años del siglo XX. Las fuentes principales de información que permiten
efectuar una reconstrucción del emporio serían el protocolo notarial del testamento de
Santos de la Maza y el manuscrito con las memorias de su gerente, administrador y
colaborador a lo largo de gran parte de la actividad empresarial Vicente Irízar, que
tituló “Ligeros apuntes de la vida mercantil y minera”, describiendo puntillosamente
múltiples aspectos de índole económico-financiera de los negocios y conteniendo a
menudo referencias a la contabilidad como soporte instrumental de la adopción de
decisiones importantes, lo cual constituye una visión sorprendentemente moderna del
enfoque utilitarista, especialmente en el ámbito de la gestión. En la tabla I se reflejan
algunas de las actividades empresariales del grupo familiar de acuerdo a una
sistematización de elaboración propia. Puede apreciarse plenamente que en este caso
se manifiestan claramente algunos de los principales rasgos que caracterizan a las
iniciativas desarrolladas por montañeses y que se mencionaron en apartados previos.
9
TABLA I. Negocios emprendidos por la familia De la Maza que se han documentado en
la segunda mitad del siglo XIX.
Rama de
actividad
Agropecuaria
Comercial
Industrial
Minería
Recurso / Actividad /Inversiones
Observaciones
Haciendas de acopio, transformación,
almacén y distribución de maíz y
mezcal y ganadería. Entre ellas:
- La Pastoriza
- Palo Blanco (Francisco de la Maza)
- Zamarrita (Francisco de la Maza)
- Aguadulce (Francisco de la Maza)
- Sauceda de la Borda, en Zacatecas
- Inmueble del Algiver (dudoso)
- Casa de comercio y mercantil y
banco de avío (plata, géneros y
bebidas)
- Tienda de raya (establecimiento de
crédito para el abasto básico, ubicada
junto a las fábricas o haciendas y
donde los obreros o campesinos eran
obligados a realizar sus compras)
Carbonera, Matehuala, SLP
- Sucursal “La Aurora” (Pedro de la
Maza, hermano de Santos)
- Expendeduría de tabacos Tercena
de la Fama. Real de Catorce, SLP
-Casa en Cedral.
- Tienda de ropa (a cargo del cuñado
de Santos de la Maza e hijos)
- 40% de participación en sociedad
comanditaria de exportación de plata
Maza-Larrache (a través de embarque
en Matamoros)
Fábrica de hilados y tejidos Santa
María del Carmen (Matehuala),
producción de lanas
Intereses mineros en las siguientes
compañías:
- Unión Catorceña, S. A. (Real de
Catorce, SLP)
-Unión Potosina (Real de Catorce)
- El Tiro General (Charcas)
- Compañía Minera San Agustín (Real
de Catorce)
- Compañía Minera La Aurora (Cedral)
- Compañía Minera Santa Ana (Real
de Catorce)
- Compañía Minera El Refugio y
Socavón de la Luz (Real de Catorce)
- Compañía Minera El Señor de la
Humildad y Anexas (Real de Catorce)
- El Tiro General de Charcas
(Charcas)
- Cerro del Cobre (Charcas)
10
Adquisición de tecnología en Estados Unidos
para modernización de los cultivos (1883)
En 1875 se documentan operaciones con un
español residente en Matamoros, dedicado
fundamentalmente a importación y exportación
de Algodón con conexiones con Texas, Nueva
Cork, La Habana, Burdeos, Liverpool y
Barcelona. La clave de la intervención de la
casa Maza reside en sus actividades mineras
y en la muy apreciada plata mexicana en las
transacciones mercantiles.
En 1850 se constituye la sociedad por
acciones Unión Catorceña, controlada por los
hermanos Santos y Francisco de la Maza. En
1885 se haría cargo el sobrino de ambos
Joaquín de la Maza (hijo de otro hermano
llamado Juan que vivía en Ogarrio)
convirtiéndose en la principal compañía
minera de Real de Catorce.
- Contaba entre sus activos con un ferrocarril
propio para el transporte y para la
comunicación entre labores
(valoración al coste de 300.000 pesos)
- Primera compañía en utilizar tecnología de
aire comprimido, encargada su fabricación en
San Francisco (EE.UU).
En explotación Santa Ana:
- Se incoporaron tecnologías hidráulicas de
arrastre de cargas innovadoras para la época
(400.000 pesos invertidos)
- Otras inversiones en maquinaria por importe
de 532.000 pesos
- Electrificación pionera con una planta de 350
caballos de potencia. Inversión de 5.000.000
pesos
- Gastos de explotación: 2.452.000 pesos
- 50% acciones en Casa de la Moneda
San Luis Potosí
- Casa de la Moneda de Real de
Catorce (1863-1866)
Casa de la
Moneda
- Con su entrada en la propiedad, Santos de la
Maza decide la mecanización de la casa de la
moneda de San Luis Potosí con maquinaria de
Philadelfia (EE. UU.), aprovechando la ruta de
exportación de plata abierta a través de
Matamoros. Agiliza las gestiones para que se
instituya una casa de la moneda en Catorce y
la maquinaria se instale allí
- La casa de moneda de Real de Catorce llegó
a acuñar 1,500.000 pesos
- “Deudas activas” (en realidad,
créditos), algunas “antiguas” y “de
dudoso cobro” y deudas pasivas.
- Gregorio de la Maza (hijo de Santos),
accionista del Banco de Guanuajuato
Financiera y
en 1902
crediticia
- Gregorio de la Maza, responsable de
la agencia en Mineral de la Torre del
Banco Mercantil Mexicano, que
empezó a operar en 1882 (en cuyo
consejo de administración se
encontraba Ricardo Sainz)
Fuente: elaboración propia
A partir de 1850, que es el momento en que Vicente Irízar asume el escritorio
del banco de avío de la casa De la Maza, y por consiguiente, se produce su
intervención activa en las cuentas de los negocios, se puede disponer de un mayor
grado de información sobe la situación patrimonial y los gastos que comportaban las
distintas actividades empresariales. Asimismo, de esta forma hemos llegado a conocer
que parte de la documentación se perdió como consecuencia de las circunstancias
convulsas del entorno, que dieron lugar a motines y revueltas, en los que la sede de
administración también se vio envuelta. En aquella época, el capital social de la
principal casa comercial ascendía a 400.000 pesos, y el activo se hallaba
comprometido por un elevado volumen de créditos de dudoso cobro, las haciendas “La
Carbonera” y “La Pastoriza” y existencias en plata sin amonedar. De lo anterior se
deduce que parte de las haciendas se encontraban integradas en el balance de la
casa De la Maza, y no se constituían como unidades autónomas a efectos contables.
Como contrapartida al pago de uno de esos créditos considerados de dudoso cobro,
se adquirió la tienda de abarrotes “La Abundancia”, que pasó entonces a convertirse
en la sede principal del conglomerado de negocios familiares.
Cabe destacar, por otro lado, la consignación en las cuentas de partidas
correspondientes a gastos y pérdidas derivadas de la inseguridad reinante, de manera
que, en una ocasión, unos salteadores se hicieron con cerca de 840.000 pesos, a lo
cual hay que añadir los desembolsos destinados a armar a los obreros con rifles
importados de Missouri (EE.UU.), para ocuparse de una protección que los poderes
públicos eran incapaces de garantizar. Incluso uno de los tres hermanos, Pedro de la
Maza, murió asesinado en Matehuala. Igualmente, debe hacerse referencia a los
“préstamos forzosos”, esto es, contribuciones que los destacamentos del ejército
exigían para evitar represalias, y que daban lugar a negociaciones para conseguir una
rebaja, ocasionándose a la sazón, en una de estas situaciones, el encarcelamiento de
Santos de la Maza, hasta que se llegó a un acuerdo con el mando de la tropa sobre la
cantidad a pagar para liberarlo. La condición de empresarios extranjeros también creó
dificultades ante la situación de inestabilidad generada por el anunció de la suspensión
de los pagos de la deuda externa mexicana en 1861. Como respuesta, Francia, Reino
Unido y España formaron una alianza y anunciaron su intención de enviar tropas a
México, llegando a Veracruz en 1862.
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Desde 1857, Santos de la Maza realizaba gestiones para erigir una casa de la
moneda en Real de Catorce, efectuando en 1863 un desembolso inicial de 400.000
pesos para adquirir los terrenos ubicados en la plaza principal, que más tarde se
verían incrementados en una cuantía similar, con el objeto de ampliar la propiedad. En
funcionamiento, desde 1863, en 1866 el emperador Maximiliano ordenaría clausurar la
casa de la moneda, que nunca se volvería a reabrir. A la muerte de su hermano Pedro,
Santos creyó oportuno redactar testamento en Real de Catorce el que da cuenta
detallada de su patrimonio empresarial y de los acuerdos de reparto de beneficios que
afectan a las distintas actividades. En su testamento se contiene la siguiente cita:
“Todo consta en los Libros y Balances, y cualquiera duda que pueda ocurrir, la
desvanecerá él mismo6 y se pasará por lo que él diga en atención a la honradez y
probada buena fe con que se ha manejado en el transcurso de veinticinco años que
me acompaña, y que ha en ejemplar constancia en el trabajo, se deben en gran parte
el aumento del capital con que cuenta la casa...”.
En 1865 Santos de la Maza deja los negocios en manos de su hermano
Francisco y se retira a Utrera7 (Sevilla, España), donde su hija Marciala se ha casado
con Enrique de la Cuadra, hijo de otro indiano montañés que también se había
establecido en San Luis Potosí. Practicados balances antes de su partida, la falta de
disponible en efectivo motivada por las cuantiosas inversiones que han exigido las
minas y la casa de la moneda provocan que en el momento del retorno apenas pueda
llevarse Santos una suma mínima de efectivo. En 1867, la combinación de créditos
dudosos, falta de liquidez y actividades que arrojan pérdidas sistemáticas conducen a
una reordenación de los negocios familiares tras la que se produce la liquidación de
los intereses en compañías algodoneras y en ciertas sociedades comanditarias,
debiendo afrontarse casi 35.000 pesos en pérdidas. Cuando todavía no se ha
completado esta liquidación, fallece Francisco de la Maza e Irízar debe hacerse cargo
eventualmente de los negocios, hasta la llegada de dos sobrinos de Santos llamados
Joaquín y Pedro, hijos de su hermano Juan, que permaneció en Ogarrio.
La adecuada gestión de Irízar empieza a dar frutos en las actividades mineras,
de tal modo que Santos de la Maza recibe en España unos fondos con los que
adquiere unas fincas en Morón de la Frontera. En 1873 fallece Santos de la Maza y
heredan sus hijos Gregorio, quien sin mucha convicción inicial acabaría
incorporándose a la cabeza de los negocios mexicanos, y su hija Marciala. De acuerdo
a Florencio (2001), la herencia de Santos de la Maza comprendía plata en barra,
acciones de compañías mineras, haciendas de campo, títulos de deuda del gobierno
mejicano y créditos, todo ello valorado, en 1875, en 4,66 millones de pesetas. En lo
tocante a los negocios de San Luis Potosí, para gestionar la herencia de Santos de la
Maza se constituiría una sociedad comanditaria de diez años de duración administrada
por Irízar, aunque posteriormente el esposo de Marciala se echaría atrás y exige su
disolución antes de tiempo, llegando al acuerdo de comprarle su parte Gregorio de la
Maza por 400.000 duros en pagos de 8 anualidades. Debe resaltarse que cuando en
1894 Marciala quedase viuda Irízar tiene que acudir a poner orden e inventariar la
herencia, puesto que “la contabilidad de Enrique de la Cuadra no existía ni había
existido nunca. Solamente una especie de libro diario y los testimonios verbales de
hombres de confianza”. No obstante, Florencio (2001) indica que la fortuna de la
sociedad conyugal era por entonces probablemente la mayor de Sevilla.
6
7
Se refiere al contable y administrador Irízar, que acabaría emparentando con el clan De la Maza.
Según González Echegaray (1981), el clima de la montaña no era beneficioso para su deteriorada salud.
12
Durante el Porfiriato, la cercanía al régimen y la influencia de los componentes
del clan De la Maza empieza a ser notoria y conduce a que se conviertan en los
principales empresarios del estado de San Luis Potosí. Entre 1892 y 1896 se produjo
la modernización de la maquinaria destinada a la explotación Santa Ana, que ocupaba
a 1.500 operarios y extraía 3.000 toneladas de mineral al mes, apadrinada su
inauguración por la visita del propio presidente Porfirio Díaz. Las decisivas
intervenciones del entonces administrador societario Irízar para acometer audaces
inversiones tecnológicas llevaron a la extracción de minerales cuyo valor conjunto
alcanzó los 25 millones de pesos entre 1885 y 1900, y un promedio de 3 millones de
pesos anuales entre 1902 y 1904. Como contrapunto, las dificultades del grupo familiar
vinieron de otro proyecto de inversiones cuantiosas y que originó controversia, el de la
Empresa de Aguas de San Luis, dirigido a la construcción de la presa de San José. En
1896 empiezan las obras del túnel Ogarrio, que conectaba con el principal yacimiento
de Real de Catorce, llamado así en recuerdo de Santos de la Maza, cuyo retrato
figuraba en la entrada, que culminarían en 1901, con un desembolso de 2 millones de
pesos. En 1902 fallecería Gregorio de la Maza en San Sebastián, España. La
bancarrota que originó el túnel Ogarrio y el declive argentífero por la adopción del
patrón oro y las iniciales emisiones de billetes marcó el fin de los negocios en México
de la familia de la Maza, continuando los sucesores con otras actividades en España
de perfil muy diferente a las que les dieron protagonismo en su aventura americana.
4. El protagonismo de Ricardo Sainz en el escenario económico del Porfiriato:
actividades empresariales y filantrópicas de un emprendedor montañés
comprometido.
Ricardo Sainz Manteca Gutiérrez del Valle (Ogarrio, 1833-Ciudad de México,
1902) fue un personaje fundamental entre los indianos montañeses, al desarrollar
innumerables iniciativas empresariales en México, al impulsar múltiples actividades
filantrópicas y de beneficencia y al actuar como mecenas cultural de pintores y
escritores destacados. Incluso llegó a implicarse políticamente, tanto en temas que
afectaban a la situación española (por ejemplo, financió recursos destinados a la
guerra de Cuba) como en cuestiones mexicanas, donde alcanzaría gran protagonismo
durante el Porfiriato, convirtiéndose en asesor personal del presidente. Rechazó
ocupar el cargo de la Secretaría de Hacienda que Porfirio Díaz le ofreció, por no
renunciar a la nacionalidad española (Cano Andaluz, 2006). Igualmente, declinó
aceptar el título de Marqués de Ruesga que le había creado expresamente la
monarquía española, para concedérselo como recompensa a su trayectoria, en
atención a la propuesta de tal distinción efectuada por el ayuntamiento de su localidad
natal.
Reclamado por su tío materno Dionisio José de Velasco Gutiérrez del Valle,
cónsul de Veracruz conocido como el “padre de los españoles”, de acuerdo a Pereda
de la Reguera (1968), Ricardo llega a México en 1848 (González Echegaray, 1981).
Sin embargo, puesto que el clima veracruzano perjudicaba a Ricardo, decidió
trasladarse para trabajar al servicio de otro de sus tíos, Manuel Gutiérrez de Rozas, en
el zócalo de Ciudad de México, como dependiente en una empresa de papelería,
material de escritorio e imprenta adquirida en 1849 de nombre genuinamente contable,
“Al libro mayor”, fundada en 1832 por su primer propietario, el francés Teófilo Lerroux.
La empresa alcanzó un lugar sobresaliente entre las de su ramo, al emplear
tecnologías de vanguardia y contar con un surtido de productos innovadores que
abastecía al por mayor y al por menor.
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Ricardo Sainz pasa de empleado a empleado principal a la muerte de su
pariente, cuando su viuda, Consolación Rionda de Bringas, extiende un poder general
para que “el negocio y los giros de la casa” correspondan a Ricardo Sainz. Al año
siguiente, Ricardo contraería matrimonio con la viuda de su tío. En 1875, la empresa
ya era líder en su segmento de actividad, monopolizando prácticamente la producción
de libros de contabilidad, junto a trabajos de encuadernación, suministro de colegios y
almacenes, fabricación de papeles especiales para planos y dibujo, libros para
oficinas, bufetes, formularios administrativos, trabajos de impresión para los
estamentos públicos, hoteles, libros de oraciones y de lujo, así como daguerrotipos en
metal y en papel. Con el transcurso del tiempo, la tecnología que “Al libro mayor”
utilizaba en daguerrotipos y en impresión de libros de cuentas recibiría premios en
exposiciones como las de París en 1900, Nueva York en 1901, o Saint Louis, Missouri,
en 1904, donde recibió el galardón al mejor ejemplar de libro de contabilidad, según
señala Cano Andaluz (2006), que cita el siguiente anuncio de prensa de la época:
“Entre los libros de contabilidad figura un precioso ejemplar en la exposición de Saint
Louis Missouri, el cual contiene tantos rayados como pueden necesitarse para llevar
una contabilidad por partida doble”.
En 1875 adquiere junto a Manuel Cordero, también de origen hispano, la
fábrica de textiles “La fama montañesa”, que había arrancado en 1831 y estaba
ubicada en Tlalpan, hoy en día integrado en Ciudad de México. Puesto que en ese
momento ya se encontraba viudo, Ricardo contraería de nuevo matrimonio en 1876
con la hija de su socio, Guadalupe Cordero, nacida en México, con la que tendría
cinco hijas. Al no haber tenido descendencia masculina, Ricardo Sainz optaría por el
reclutamiento de sobrinos montañeses para dar continuidad a sus negocios,
solicitando a cuatro de los hermanos Fernández Zorrilla que se estableciesen en
México. De cerca de 3.800 metros cuadrados, la fábrica “La fama montañesa” reunía
adelantos técnicos muy avanzados para su época, y llegó a emplear 300 operarios.
Adicionalmente, las inversiones realizadas por Ricardo Sainz para adelantar a sus
competidores le llevaron a traer maquinaria más moderna desde Nueva Orleans, a
acometer una ampliación de la planta para incrementar la producción y a una
electrificación de las instalaciones. Los importantes desembolsos podían ser
sufragados sin problemas, dada la activa participación del propio Ricardo Sainz en el
terreno de las finanzas (Trujillo, 1996). En las compilaciones administrativas de la
época aparece en 1884 la solicitud de Ricardo Sainz para el uso de las aguas de los
manantiales en su fábrica de hilados. “La fama montañesa” también se caracterizó por
mostrarse comparativamente más avanzada socialmente que otras industrias fabriles
de la época. Los trabajadores presentaron en 1877 al Ministerio de Gobernación un
proyecto de reglamento interno que elaboraron y que establecía derechos y deberes
de la propiedad y de los obreros. Sin embargo, el gobierno no pudo atender a la
solicitud, por entender que no estaba facultado para imponer condiciones en el ámbito
laboral a las empresas privadas.
La actividad financiera constituye otro de los aspectos de relevancia entre las
iniciativas emprendidas por Ricardo Sainz, pues intervino activamente junto a otros
compatriotas de la red montañesa en la promoción de instituciones financieras
mexicanas, en calidad de accionista y miembro del consejo de administración, primero
en el Banco Mercantil Mexicano y posteriormente en el Banco Nacional de México
(Ludlow, 1990). El Banco Mercantil Mexicano empezó a operar en 1882, con un capital
inicial escriturado de 4.000.000 pesos, estando autorizado para la emisión, circulación,
préstamo y descuento. Resulta llamativo que entre los accionistas también participaba
el General Porfirio Díaz, encontrando representación asimismo los De la Maza
establecidos en San Luis Potosí. Apenas dos años más tarde la entidad se fusionó con
14
otro banco en cuyo impulso también habían participado, con un señalado
protagonismo, varias de las casas comerciales de origen cántabro. Como resultado, se
fundó el Banco Nacional de México en 1884, también con Ricardo Sainz en el primer
consejo de administración, y con un activo de cerca de 100.000.000 pesos (Álvarez
Nieves, 2006).
Ricardo Sainz desarrolló otras muchas actividades notables, poseía fincas,
ranchos, minas e ingenios azucareros, e intervino indirectamente en negocios de
parientes, a veces como socio capitalista, a veces financiando a un emprendedor en
calidad de “padrino familiar”, vínculo espiritual de raigambre católica de gran
importancia para los montañeses, que acabaría transmitiéndose a un mecanismo
financiero nada desdeñable para acometer nuevos negocios. Asimismo, fue presidente
de la Sociedad de Beneficencia Española, presidente del Casino Español de México, y
formó parte de la dirección de la llamada Unión Mercantil, que representaba a los
intereses de los empresarios del gremio de los abarrotes y posteriormente de todos los
comerciantes de la República, encargándose de las labores de propaganda (sic) en
Ciudad de México. En 1889 fue nombrado vicepresidente de la Junta Patriótica, para
más tarde convertirse en presidente honorario. Estos son algunos de de los factores
que convierten a esta persona en una pieza clave para explicar la dinámica de los
negocios montañeses en México.
A su muerte en 1902, en México, la nota necrológica escrita por el lebaniego
Telesforo García para “El Correo Español”, uno de los diarios que se difundían entre
las instituciones sociales de la colonia montañesa señalaba lo siguiente: “Jamás
ninguna circunstancia de la vida pudo abatir su ánimo, jamás ninguna contrariedad ni
ingratitud ninguna consiguió disminuir el abundoso manantial de sus beneficios a favor
de sus necesitados. Guardan de ello grata y piadosa memoria el valle donde naciera,
la provincia de Santander, el pueblo de Tlalpan, en México, nuestra Beneficencia,
nuestro Casino, la Junta Patriótica, varias sociedades de caridad y protección,
escuelas, viudas, huérfanos, desvalidos (...) de claro entendimiento, de actividad y
energía inagotables, lo que sus hermanos, ilustres catedráticos, consiguieron en la
esfera de las ciencias naturales y exactas, lo consiguió él en la esfera del trabajo.
Quiso el gobierno patrio distinguirlo con un título de Castilla y nuestro Don Ricardo,
noble por su alma, noble por sus actos, noble por sus aspiraciones, declinó tal honra,
porque consideró que sobre todos los escudos y blasones puede y debe flotar el
bastón de una vida sin mancha”. La última referencia hace indicación del Marquesado
de Ruesga al que renunció. Sus sobrinos y los descendientes de estos continuaron
con las actividades empresariales, aunque los planteamientos fueron evolucionando
con el tiempo, pudiendo reseñarse que el germen de “Al libro mayor” derivó en una
multinacional papelera (Domiguez, 2005).
5. Conclusiones
Los negocios emprendidos en México a lo largo de la segunda mitad del siglo
XIX por los grupos familiares de origen montañés presentaban un patrón de
características diferenciales que fueron capaces de otorgar una ventaja estratégica a
las iniciativas empresariales en el contexto en el que actuaban. La superposición de un
esquema de normas que surgían en el marco de la institución familiar permitió una
acumulación de capital financiero, un control de recursos clave, el mantenimiento de
un principio de conservación patrimonial y el reemplazo y sucesión ordenada al frente
del conglomerado de negocios. Asimismo, la combinación de esas fórmulas
específicas de organización interna con una articulación externa en forma de red
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incrementaba el capital relacional, favoreciendo un flujo de mercancías y de capitales
que prolongaba la actividad mercantil inicial hacia el ámbito de las finanzas.
Los ejemplos analizados, que corresponden al conjunto de negocios
pertenecientes a la familia De la Maza y al emporio liderado por Ricardo Sainz, ponen
de manifiesto algunas de las circunstancias más destacables que han sido reseñadas
como distintivas de los emprendedores montañeses. La modernidad, la introducción
de innovaciones tecnológicas, la capacidad de adaptación al medio, la diversificación
productiva o la opción por estrategias fuertemente inversoras posibilitaron el éxito de
muchas de estas iniciativas empresariales desarrolladas por grupos familiares de
origen montañés hasta bien entrado el siglo XX, conduciendo a algunos de los más
prominentes emprendedores hacia las elites económicas de la sociedad mexicana de
la época.
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17
ANEXO. Algunos testimonios gráficos de los emprendedores montañeses.
Santos de la Maza
Retratos de Ricardo Sainz Gutiérrez
18
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