El presente de un lobo solitario

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LATERCERA Domingo 21 de febrero de 2016
Deportes
Ciclismo
Carquín y Neglia, al agua
Metro: el Plan B de Río
Terminan los JJ.OO.
Diego Carquín y Donato Neglia
competirán hoy en trampolín
de tres metros en la Copa del
Mundo de Río, en busca de pasajes olímpicos. En sincronizado, el viernes, fueron 19º.
Eduardo Paes, alcalde de Río
de Janeiro, admitió que tiene
un plan de contingencia ante la
posibilidad de que las obras de
expansión del metro, vitales
para los JJ.OO. no concluyan.
Con Corea del Sur al tope del
medallero (10-3-3) hoy se
terminan los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud,
en Lillehammer, Noruega. No
compiten los chilenos.
[PERSONAJE] Campeón de la vuelta
de Chile, triunfador de torneos por el
mundo, venció un cáncer y hoy, lejos
de su bicicleta, trabaja en el CEO,
siempre con una sonrisa en el rostro.
Por Maximiliano Luco
El presente
de un lobo
solitario
E
l nombre de Fernando Vera quizás no
sea familiar para los
más jóvenes. Sin embargo, según dijo el
mismo Julio Martínez, fue el mejor de
todos los tiempos en el ciclismo
chileno. Ya han pasado varios años
desde los días de gloria de Vera sobre su bicicleta, con un casco y una
sonrisa en el rostro. Hoy, sentado
tras su escritorio en el gimnasio
del Centro de Entrenamiento Olímpico en Ñuñoa, el ex ciclista pasa
sus días encargado de este lugar, en
el que las conversaciones con los jóvenes asistentes son una constante en el día. De su tradicional bicicleta de pista, pasó a una silla y un
computador con música que ponen
los asistentes. Siempre solitario
mientras entrenaba, el apodo de
Lobo comenzó a rondar cerca de
Fernando Vera. Su preferencia por
pedalear sin compañía, cimentaron
la leyenda de este hombre, que durante los momentos definitorios
de las carreras, arremetía con un
gran zarpazo y vencía a quien se
pusiera frente a él.
Hoy, los tiempos han cambiado y
Vera sufre para lograr llegar a fin de
mes. En la actualidad los jóvenes
deportistas gozan de más beneficios y tecnología, además de poder
asegurar su futuro tras dejar la
competencia profesional. En la década de los 70 y 80, los atletas debían luchar aún más. Sin duda alguna, la vida de Fernando Vera no
ha sido fácil. Nació en el seno de
una familia humilde, donde ambos
hermanos se iniciaron en el ciclismo. Alimentar a dos deportistas
no fue sencillo para la familia Vera
Vargas. Comenzó a correr con
jeans, zapatillas planas y una bicicleta de paseo por el Parque Cou-
siño y llegó en la última posición en
su primera carrera. Esto no lo
amargó y siguió con la que hasta
hoy es su gran pasión, que a punta de perseverancia, lo llevó a lo
más alto. En el corto plazo, llegó a
ser el mejor de Chile en su categoría. Ya en la selección adulta, aún
no tenía una bicicleta propia, se
fiaba de la amistad y el compañerismo para conseguir una prestada para cada una de las carreras.
“Corría hubieran o no premios, me
gustaba correr, era mi vocación”.
El momento de más felicidad para
el Lobo llegó en 1988. Luego de 15
apariciones en la Vuelta a Chile, logró vencer. Visiblemente emocionado comentó que “fue impresionante. Era una espinita que tenía
clavada”, explica el Lobito, como le
dicen quienes lo conocen.
En la actualidad, enfrenta otra
competencia dura, pero fuera de la
pista o la ruta. Luego de superar un
cáncer colorrectal en 2004, su vida
cambió. “Me operaron como indigente en la Posta Central”, relata
Vera. Con poco dinero y apelando
a una deuda histórica del gobierno,
llegó en reiteradas oportunidades
hasta La Moneda para que le otorgaran una pensión como ex atleta.
Sólo recibió una pensión de gracia
de 82 mil pesos, con la que debió intentar sobrevivir. En vez de enfocar su caso como el de un ex deportista, fue evaluado como indigente. “El pago de Chile” es el gran
responsable de esta situación dice
Vera. Para un deportista, solo con
estudios hasta segundo medio, la
escuela de la vida fue la que lo formó como persona y profesional.
Cuando más difícil se hizo la vida,
una mano salvadora llegó para ayudar al ex ciclista. Un llamado desde la calle Ramón Cruz lo sorprendió. Desde las oficinas del Comité
RR Fernando Vera , mientras trabaja en el Centro de Entrenamiento Olímpico. FOTO: HANS SCOTT.
En 1979 fue elegido como
el mejor deportista de
Chile, por el Círculo de
Periodistas Deportivos.
Ganó medalla de oro y
plata en la prueba rutera
4x100 kilómetros en el
Panamericano de
Colombia en 1984.
Consiguió por única vez,
casi al fin de su carrera,
ganar la Vuelta a Chile,
en 1988.
RR Fernando Vera sobre su bicicleta, representando a Chile.
Olímpico fue citado a una reunión
para conversar sobre su futuro.
Neven Ilic, su presidente, lo invitaba a unirse como trabajador de
planta y volvería a pasar sus días
rodeado de jóvenes. Siempre con lo
justo para vivir, este trabajo cayó
del cielo y lo tienen en el gimnasio
con su clásica simpatía. Esto fue
hace ya cinco años y la sonrisa en
el rostro del Lobito contagia a quienes lo ven, pero confiesa que eso es
de la puerta para adentro, cuando
vuelve a su hogar recuerda el pasar de vida y vuelve la tristeza. “He
ganado muchas medallas, pero tiene que cambiar la mentalidad para
que apoyen a ex deportistas”. Re-
conocido por su trabajo en el CEO
y no por sus años de gloria deportiva, se ganó el cariño y aprecio de
todos quienes llegan a ese lugar.
Todos lo llaman por su apodo. La
palabra Lobito se repite constantemente durante el día. Sin embargo,
el sobrevivir se transformó en una
constante en la vida de Fernando
Vera, quien gracias a sus amigos,
está saliendo adelante para ganar
esta carrera. “El presente es complicado para mí”, explica acongojado desde su puesto en la puerta,
mientras cambia su rostro y se despide de uno de los tantos atletas que
desfilan frente a el todos los días,
mientras intenta solucionar el problema económico que lo acecha.b
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