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Muerte de un hipopótamo en Caracas y el intento de
ocultar su cadáver (una alegoría); por Willy McKey
Willy McKey · Thursday, January 8th, 2015
Safari, fotografiada el 31 de noviembre de 2014. Fotografía cedida para este artículo
por @GataLeona
Ha muerto un hipopótamo en el zoológico de Caricuao. El relato de los trabajadores es
aterrador. Llegó el 30 de octubre de 2014 al parque, desde Barquisimeto. El 23 de
diciembre informaron que su salud estaba quebrantada. Tres días después se veía muy
inflamado. El 30 de diciembre lo encontraron muerto. Y entonces picaron su cadáver
para retirarlo, mientras se armaba un plan “para evitar que se conocieran los hechos”,
como cuentan en El Universal. Se llamaba Safari.
Hay muy poco personal experto, dicen unos. No se tienen los implementos para
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atender a un animal como ése, dicen otros. Hay más. Apenas unas semanas después
de que llegara Safari a Caricuao llegó Sifrina, una hembra de su especie que era parte
de un proyecto que iba a sacarle crías a la pareja, con fines de preservación.
Inparques lo hizo saber en un comunicado del 1 de noviembre de 2014. Pero a dos
meses de estar juntos, al macho lo dejaron morir y ahora nadie se hace responsable.
El tiro de gracia es una cita a una fuente que, como es cada vez más frecuente, se
prefiere anónima: pudo haberse salvado si se hubiese atendido a tiempo.
Y es una alegoría tan terriblemente poderosa la que se resume en esa fosa, ahora
medio vacía, en medio del verde de Caricuao…
Pero hay una frase que aparece en la misma nota del periódico y que convierte la
muerte de Safari en una alegoría redonda: “Nadie hizo nada”. Y ahí se dispara la rabia
que sobreviene, como un tsunami, a la impotencia. Tres palabras —”Nadie hizo
nada”— agencian la rabia porque, en realidad, alguien sí hizo algo: ocultar la muerte
de Safari.
Una escena tan absurda y bochornosa como dantesca: empleados públicos intentando
ocultar el cadáver de un hipopótamo, escondiendo su incompetencia detrás de una
bestia asfixiada por tres pelotas de goma.
*
Quizás les interese esta curiosidad: el primer ejemplar de hipopótamo que pudo ver el
Occidente moderno (en 1850) se llamaba Obaysch. Su nombre se debía a la isla del
Nilo de la que provenía. Era pequeño. Viajó por el Nilo junto a un rebaño de reses
dispuestas para alimentarlo con leche durante el trayecto. Iba a Londres, donde fue
toda una celebridad y un fenómeno de masas, incluso capaz de inspirar piezas
musicales.
Obaysch en el Zoológico de Londres en 1852. [Fuente
Wikipedia]
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El mismo virrey otomano que tramitó a Obaysch les envió un ejemplar hembra en
1854. Pasaron más de quince años para que procrearan. El primer hipopotamito murió
apenas a las horas de haber nacido. Uno segundo murió al año. pero el tercero nació
en 1872 y murió en 1908. Lo llamaron Guy Fawkes, ¿saben? El mismo tipo de la
máscara de V for Vendetta que usan los de Anonymus. En fin: que en el siglo XIX era
posible mantener, en Londres, a un hipopótamo macho vivo durante 28 años,
mantener a un ejemplar hembra la misma cantidad de tiempo y a una cría concebida
en un zoológico durante 36 años.
*
Hay un cunaguaro desaparecido desde noviembre. Y el recuerdo de Rosita, una
hipopótamo que murió en marzo de 2011. En el mismo zoológico que mantiene otros
pendientes que incluyen asuntos de orden internacional. En 2008 se acordó que a
Caricuao llegarían desde Cuba varios animales. Se hablaba de varias especies, entre
ellas algunas cebras, una pareja de leones, una jirafa y un hipopótamo pigmeo. A La
Habana llegarían un puma junto a dantas, guacamayas y chigüires. Nunca llegaron.
Cuando los periodistas intentan hablar con Aura Quintero, la coordinadora del
zoológico donde murió Safari, ella les dice que sólo pueden declarar “los encargados
de las relaciones públicas en Inparques”.
Ha muerto un hipopótamo en el zoológico de Caricuao. En otro momento sería una
noticia rotunda, activadora de reportajes y acciones de grupos ecologistas. Incluso, de
declaraciones de voceros oficiales y algunas destituciones. Algún culpable. Algo. Pero
no. Aquí no.
Afuera de los muros del zoológico, hay colas sintomáticas y funcionarios que las
esconden dentro de los estacionamientos. Hay reos que pueden haber muerto
envenenados y funcionarios que los esconden detrás de la hipótesis de un suicidio
colectivo. Hay cifras de desempleo que contradicen todo el informe del Banco Central
de Venezuela y funcionarios que las esconden detrás del ítem ocupación informal. Hay
familias llorando que funcionarios esconden detrás de la impunidad del delito de
homicidio más alta de toda la región. Hay una escasez de medicamentos vitales y
funcionarios que la esconden detrás de la abstracción de la reposición de inventario.
También hay madres peleándose por comida y funcionarios que esconden esa furia
(una furia animal, instintiva, de quien pelea por el alimento de sus cachorros) detrás
de una guerra económica en la que el bando patriota no ha cavado ni una trinchera.
Son demasiados hipopótamos y mucha gente escondida detrás de tanta carne muerta.
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on Thursday, January 8th, 2015 at 12:17 pm and is filed under
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