Theodor Herzl: El Hombre que trazó el Camino (Continuación

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Theodor Herzl: El Hombre que trazó el Camino (Continuación)
Adhesión y rechazo
A partir de la edición de la traducción al inglés de "El Estado Judío" (abril de 1896), la idea de Herzl adquiere especial
fuerza, sea por la adhesión como por el rechazo. Su actividad es muy intensa, entrevistándose con importantes
personalidades políticas para persuadirlos de la justa causa sionista. Dado que los turcos otomanos dominan "Palestina",
gestiona vanamente ante el Sultán de Turquía una parte de Siria perteneciente entonces a los otomanos. En distintas
ocasiones se entrevista también con el Kaiser de Alemania, al igual que con otros gobernantes e influyentes
personalidades de la política y de la economía, incluyendo autoridades del zarismo ruso (territorio donde vive el mayor
número de judíos).
Los resultados de sus gestiones suelen, sin embargo, ser mayoritariamente decepcionantes. Esto suele suceder con los
grandes hombres de la Historia, cuyas ideas por lo general se concretan en los tiempos de las generaciones venideras.
Liberación
Pero además una parte fundamental de su tarea reside en lograr la adhesión -y la acción- de las comunidades judías de
Europa. Herzl enlaza -sin pausa- su epopeya a la del destino de su pueblo. Convoca a los judíos de Lituania y de Galitzia,
de Varsovia y de Vilna, de Viena y de Londres. En la capital británica consigue la adhesión de un núcleo pequeño de
judíos, pero despierta recelo en los sectores más integrados a la sociedad nacional, que temen la reacción antisemita por
planear el traslado de los judíos a otra tierra. Pero los pocos que adhieren a Herzl, trabajan con fervor y un sentimiento
casi místico de redención. Sentimiento éste más generalizado en los postergados guetos judaicos de Varsovia y de Vilna
en el este de Europa, donde se hallan los primeros núcleos que con ansiedad vislumbran el retorno a la Tierra Prometida.
Pero también allí es férrea la oposición de los más devotos.
Integración y exclusión
El siglo diecinueve -y comienzos del veinte- muestra en los países que habitan los judíos -mayoritariamente europeos- la
vigencia tanto de ideas liberales como de ideas nacionalistas. Son tiempos de modernidad en los que mientras el
liberalismo facilita la integración de los judíos -partiendo de los principios de los Derechos del Hombre proclamados por
la Revolución Francesa-, el nacionalismo enseña valores y proclama identidades en las que el judío es excluido y
hostigado (sobre todo en el este europeo).
En 1897 -sufragado de su propio peculio-, Herzl funda en Viena el primer periódico sionista, "Die Welt" (El Mundo).
En los preparativos del primer Congreso Sionista que organiza, Herzl le confía a uno de sus cercanos colaboradores:
"... Si bien la ley universal indica que en primer lugar se crea un Estado independiente, y sólo entonces se elige el
Parlamento del país, nosotros, en cambio, obramos en sentido inverso: primero fundamos el Parlamento, y después
erigiremos el Estado... ". A quienes creen que sólo se trata de la creación de un nuevo partido político judío, Herzl les
explica: "El Sionismo no es un partido; es el Pueblo Judío en marcha hacia su Liberación".
Un solo Pueblo
Para el 1° Congreso Sionista que se lleva a cabo en Basilea (Suiza) entre el domingo 29 y el martes 31 de agosto de
1897, durante varios días llegan trenes con delegados judíos arribados de muy diversas latitudes. El Congreso cuenta
con la participación de 204 representantes judíos -de la mayoría de los "ishuvim" (asentamientos) europeos-.
Herzl mantiene su calma pese a la euforia reinante y los fervorosos abrazos y exclamaciones que recibe. Paciente,
espera a que concluyan las ovaciones y luego, tras explicar la misión del Congreso, pronuncia su discurso de apertura.
Consciente de la magnitud histórica de esa jornada, afirma: "... Nos hemos congregado todos aquí para echar los
cimientos del edificio que ha de albergar al renovado Estado Judío...". Y también: "... El Sionismo es el retorno de los
judíos al Judaísmo aun antes que su retorno al Estado Judío...". Y arranca de los presentes, un grito que es consigna:
"¡Somos un solo Pueblo!".
Autoayuda
Asimismo asevera: "... Queremos plantear la cuestión judía francamente ante el mundo y bajo la supervisión de la opinión
pública libre...". En otro de sus párrafos muy vitoreados, aclama: "... Un pueblo sólo puede recibir ayuda de sí mismo. Si
un pueblo no puede ayudarse a sí mismo, tampoco podrá recibir ayuda. Nosotros, los sionistas, pretendemos alentar
al Pueblo Judío, en todas partes, a autoayudarse...".
Y explica en ese histórico Congreso: "... La base sólo puede consistir en derechos reconocidos, no en favores. Ya hemos
tenido suficiente experiencia en cuanto a judíos ´protegidos´ o ´tolerados´. Nuestro Movimiento sólo tendrá sentido y
coherencia si nos fijamos como propósito conquistar garantías jurídicas públicas y reconocidas... ".
Fundador del Estado
Al retornar a su casa tras la agotadora jornada del Congreso, escribe en su diario: "... En Basilea fundé el Estado Judío.
Esto no lo puedo decir en público porque se reirán de mí. Aunque se posea un territorio, el Estado es siempre algo
abstracto e invisible para la mayoría... ".
Cada año habrá un nuevo Congreso y con iniciativas concretas, aunque surgen también grupos sionistas más apegados
a la idea de Ajad Haam, por ejemplo, como el de la Fracción Democrática de Weizmann y Buber.
Llanto de un amigo
Y así como ocurre con parte de su producción teatral, en ocasiones sucede algo parecido con su formulación política.
Pero además, entre sus propias amistades, no siempre encuentra Herzl el eco que busca. Así, cuando aún poco antes de
editarse el libro, presta el manuscrito a uno de sus amigos vieneses para que le haga oír su opinión, al llegar este
momento, el amigo rompe en llanto.
En un primer instante piensa Theodor que las lágrimas son el producto de la fina sensibilidad y emoción de su amigo,
pero no... ya que éste le aclara que llora porque cree que Theodor se ha vuelto loco, cosa que le afecta mucho, pues lo
tiene por un muy querido amigo. Y, a renglón seguido, se va corriendo de la casa de Herzl.
Un día más tarde retorna su amigo, aún muy afectado; ahora el desesperado amigo le sugiere a Herzl que consulte por
su salud mental con un gran colaborador de éste, el psiquiatra Dr. Max Nordau -también más tarde activista sionista-. El
dueño de casa se propone entonces calmar al alterado amigo, afirmándole que ya no consultará con nadie, pero que "
dada la impresión que mis ideas producen a un fiel e inteligente amigo como tú, desistiré de mi propósito".
Como el acero
Y, es interesante evocar el proceso anímico que vive en esa oportunidad el creador del Sionismo político, quien reconoce
pasar entonces por una seria crisis, "comparable -afirma- a lo que ocurre al arrojar al agua fría, un cuerpo puesto al rojo.
Entonces, si el cuerpo es de hierro, se convierte en el duro acero".
En ese acero se convierte él mismo, para afrontar los zigzagueos de sus primeros interlocutores internacionales, como
también ante la incomprensión de no pocos de sus hermanos judíos, como en el caso de quienes se reúnen en Kharkov
para oponérsele.
Además, pronto Herzl comprobaría que no se puede fiar demasiado del juicio de su sensibilizado amigo, ya que al revisar
sus cálculos aritméticos, comprueba que en más de una ocasión se equivoca aquel en la suma de los gastos de los
telegramas enviados. "Este hecho cotidiano -confiesa Herzl- me devuelve la confianza en mí mismo. Sabiendo calcular
mejor que él, esto quiere decir que no he perdido la razón".
Sueño y realidad
En 1902 escribe "Vieja y Nueva Patria", novela parcialmente utópica. En tanto formula una sociedad ideal para un
tiempo del porvenir -situado en el futuro 1922- se la puede considerar "utópica"; pero no lo es totalmente ya que sí hay un
lugar especificado, que es Eretz Israel, donde transcurre la trama.
La novela prescribe la redención nacional y social, moral y política de los judíos. Y, al tiempo que describe un sueño, va
indicando los elementos de la realidad a construir.
Humilde y altivo
No todos los que conocían de cerca a Herzl, tenían de éste la desmesurada opinión de aquel amigo vienés que lloraba
creyéndolo loco. Jaim Weizmann el hombre que luego sería el primer Presidente del Estado judío -que en su sueño
Herzl previó que podría convertirse en realidad y no ser mera leyenda-, resaltó: "No obstante los innumerables
desencantos y sinsabores que experimentó en su breve carrera de líder sionista, Herzl jamás perdió su fe en el inevitable
establecimiento de un Estado judío".
Weizmann (en la imagen), activista sionista desde la primera hora, activando en la Fracción Democrática siguió asimismo
un camino independiente -a veces opuesto al de Herzl- pero exhibió la grandeza de reconocer los atributos del fundador
del Movimiento.
El comportamiento, el don de gentes y la prestancia, como la sencillez en las situaciones en que era necesario,
caracterizaron la personalidad de Herzl. Así, opina de éste Jaim Weizmann: " Sus más grandes virtudes eran la
humildad y la fe. No era un hombre humilde en el sentido generalizado del término. En sus encuentros con los jefes de
los grandes Estados o los magnates de su propio pueblo, era su hábito el de guardar una altivez que a menudo rozaba
con altanería, y que a muchos parecía incongruente en vista de la escasa importancia política que entonces tenía el
Movimiento que representaba".
Sionismo: ideal eterno
Luego del "pogrom" de Kishinev en 1903, Herzl percibe que los tiempos se aceleran y que se requiere mayor
comprensión de parte de las autoridades dominantes en la tierra hebrea. Los ingleses no están en ese tiempo en
Palestina -aún bajo dominio de los turcos otomanos-, pero se hallan entre las potencias más importantes del mundo. Así,
el 20 de mayo de 1903 el Secretario de Colonias británico, Joseph Chamberlain sugiere a Herzl la posibilidad de
trasladar a los judíos a Uganda (aunque en verdad, se refiere a la llanura de Guash Ngishu Platan, en Kenia). Esa es
la primera oferta que recibe el sionismo, y quiere decir que ya son reconocidos internacionalmente los objetivos del
Movimiento judío que encabeza Herzl. No desconoce Herzl que sólo son pasos previos y lo denomina "Refugio
nocturno" (para instalar bajo condiciones seguras a su perseguido pueblo).
En el Sexto Congreso Sionista, Herzl igualmente anuncia -el 27 de diciembre de 1903- la imposibilidad de aceptar una
solución en otro territorio, distinto al solar ancestral de los judíos.
Firme causa
El diagnóstico médico habla de "insuficiencia cardíaca" . Reclama menos agitación y más reposo el corazón del joven y
entusiasta periodista advenido en líder de su pueblo. Herzl sabe eso, pero su voz interior le dice que tiene una Misión por
cumplir, por lo cual no se otorga un instante de pausa. Sabe también que es el hombre indicado y que vive en el tiempo
impostergable para lograr la largamente anhelada emancipación de grandes masas judías en la postergada franja oriental
de Europa.
El gran organizador desoye los quejidos de su agitado corazón y sigue firme en su causa: "No sé cuándo moriré, pero
sí sé que no morirá el Sionismo", asevera con profético acento.
Voluntad
Frente a la proximidad de la muerte, testifica su voluntad. Pide que en su entierro no haya discursos ni ramos de flores, y
que sea todo muy sencillo. Establece a su vez una voluntad póstuma: " Quiero ser enterrado en el panteón junto a mi
padre, y descansar allí hasta que el Pueblo Judío me conduzca a Eretz Israel".
Sufre y mucho, debatiéndose contra las flaquezas de su fatigado corazón, que muy joven -con sólo 44 años de edaddeja de latir. Fallece el 3 de julio de 1904 (el 20 de Tamuz de 5664, según el Calendario Hebreo).
En 1949 sus restos fueron trasladados a Israel, donde se le rindieron los más altos honores oficiales. Descansa en el
Monte de Jerusalem que lleva su nombre.
Moderno profeta
Hombre de letras y de leyes, formado en las altas casas de estudio de la modernidad, Herzl fue un destacado autor
teatral e inspirado periodista. Pero su obra alcanza una dimensión gigantesca como organizador y constructor del
sionismo político. Él, visionario y organizador, moderno profeta, fundador del sionismo y precursor de la recreación del
Estado Judío fue el hombre que trazó el camino largamente anhelado del retorno a la Tierra de Sion, conjugando a un
tiempo la acción política con la realización histórica.
Explicitó los objetivos y además fue quien generó los instrumentos para la materialización de los mismos. Además de
visionario y de guía, se convirtió en el arquitecto político del movimiento que restituiría al Pueblo Judío a su Hogar
Nacional luego de dos milenios de exilio.
Corazón
Su sueño -por el cual dejó su vida- convertido en realidad por las generaciones que le sucedieron, lo erigen en la figura
gravitante del renacimiento judío y la causa sionista.
La breve vida de Theodor Herzl fue dedicada al logro más importante del Pueblo Judío desde la caída del Segundo
Templo: el retorno a Sion y la reconstrucción del Estado Judío (Medinat Israel).
Theodor Herzl, el hombre que sacrificó su corazón por la causa del Pueblo Judío, quedó en el corazón de todo su
Pueblo.
Futuro
Queremos concluir estas dos Clases sobre Herzl, recordando un concepto suyo acerca del futuro del Movimiento que
creó: " El Sionismo es un ideal eterno y creo que aun cuando Eretz Israel se transforme en Estado, no dejará el
Sionismo de ser una aspiración. El Sionismo, tal como yo lo entiendo, no aspira sólo a hallar para el pueblo judío
una patria, sino que tiende a la perfección espiritual y moral".
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