“LA GRACIA, LA CIENCIA DE DIOS PARA TRATAR CON EL SER HUMANO II” APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA JESUCRISTO HOMBRE 15 de abril de 2012 Vamos a comenzar con Romanos capítulo 12, verso 3. El tema es: “La Gracia es la Ciencia de Dios para la Humanidad, parte II” “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto, yo le pusiera ahí, ni más bajo, tampoco, concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Usted sabe que nosotros tratamos con muchas personas que tienen conceptos, y cuando llegan donde ti, a veces son muy pesados esos conceptos. O a veces tú dices, -qué persona esta más difícil, me cayó mal-. Entonces a veces llegan otros con unos conceptos bien bajos y tú dices, -pobrecito, me da lástima que piense tan mal de él-. Pero tú sabes qué, que ninguno de los conceptos sirve; ni el alto, ni el bajito. El concepto que vale es el que Dios tiene de ti; el espiritual. Porque el Apóstol dice, que nosotros somos ángeles, que somos tesoros en vasos de barro, y un tesoro tiene mucho valor. Ahora, cuando tú descubres el concepto tuyo - que tiene Dios de ti-, es el que te va a hacer feliz. Y si el concepto que tiene Dios de ti no te hace feliz, es que tú vienes dañado de fábrica, o te pasa algo. Porque en el concepto de Dios no existe competencia. Tú no compites. Tú eres quien tú eres; y sea alto, o bajo, eso no cuenta. Lo que cuenta es la medida que Dios te da; sea 30, sea 60 ó 100 por uno. Con esa tú estás conforme. Tú te conformas con lo que Dios dice lo que tú eres y lo que tú vas a hacer por él, y lo haces con gozo. Hay algo que me llama mucho la atención, en Primera carta a los Corintios capítulo 14, verso 20. Cuando tú descubres el concepto que Dios tiene de ti, en el verso 20, hay un modo de pensar. Dice: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar”. Tú sabes, que si tú eres maduro y piensas correctamente, no eres malicioso. Tú sabes que la malicia es algo que desagrada tanto. Tú has visto a esas personas que se las saben todas. Tú sabes, que dicen, -no, éste a mí no me engaña-, y andan en malicia. Ahora, si tú tienes tu modo de pensar en la medida de fe que tú tienes, entonces tú no tienes que andar en malicia. Tú no tienes que estar pensando, si te van a engañar si no te engañan, si te hacen, si no te hacen. Por ejemplo, en mi caso personal, yo tengo muchas iglesias, obispos por todas partes del mundo, y a veces uno quisiera como controlarlas todas, tener un control completo. Sin embargo, uno tiene que confiar. Uno tiene que confiar en que aquel obispo es fiel, que cada cual es fiel. -Apóstol, ¿y si lo están engañando? No hay ningún problema, aquí nadie engaña a nadie, tú te engañas a ti mismo. Las personas que son maliciosas siempre se hieren a ellos mismos. Dice aquí, “que tú debes ser como un niño en la malicia, maduro en tu forma de pensar”; y eso, te mantiene joven, te mantiene tranquilo. A veces hay personas que preguntan: -¿Y cómo tú puedes manejar tanta gente y tantas situaciones que se levantan a la misma vez? Yo les digo, -simplemente, yo no las manejo. Yo soy maduro en mi modo de pensar y el que lleva esto es Dios, yo no lo voy a llevar. José Luis, no lo lleva, aunque sea. Yo procuro que José Luis no se meta ahí, sino que sea el Espíritu. De igual forma, si tú andas en ese reposo, pues tú vas a reposar en una forma maravillosa, por tu modo de pensar. Diga: MI MODO DE PENSAR CUENTA. Porque todo está en la mente. Con la mente y tu modo de pensar, tú vas a vencer muchos obstáculos en tu vida, y vas a reposar, vas a descansar. Con tu modo de pensar es que tú andas en las promesas de este pacto. Pero tienes que tener un modo de pensar, y debe ser un modo de pensar en madurez, no en niñez, porque el Apóstol ve que la madurez anula la malicia. La madurez anula la malicia. Si tú trabajas en una oficina con mucha gente, tú tienes que tener un buen modo de pensar, porque te vas a dejar ver de los demás prontito. Vas a dejar ver tu insensatez. ¿Tú sabes por qué? Porque si tú eres malicioso es que demuestras una medida de fe bien baja del pacto que tú confiesas. Malicia es todo lo opuesto a vivir por fe. Porque si tú vives por fe, a ti no te preocupa nada, dices: -Lo que está pa’ mí, nadie me lo quita. (Aplausos) La malicia es pensar con maldad. La malicia produce competencia. La malicia produce malicia, porque no puedes reposar y no estás confiando en tus ángeles. Para ti los ángeles no existen, porque tu malicia es la que reemplaza el servicio angelical. Pero, si vives tranquilo, no tienes dudas, entonces eso te da reposo, no andas en malicia, porque tu modo de pensar anula esas obras de la carne en ti. Los maliciosos no agradan. ¿Verdad que sí? Una persona maliciosa es tremenda, porque tú le haces algo, y empieza, -tú lo dijiste por esto-. Tú haces algo, y dicen: -Tú estabas pensando esto, ¿verdad? -No, no, no, qué…-, porque tú no vez que está a la defensiva, no tiene fe, no vive por fe. No se relaja, y ve a todo el mundo en contra de él mismo. Cualquier cosa que se dice, -eso fue por mí-, porque está en malicia. No está en fe. Si tú estás en fe, tú te acuestas a dormir, digan lo que digan, pase lo que pase. ¿Te recuerdas de Robertito “Piedra Viva”? –¿Oye, Robertito, esto y esto? -Yo, no me defiendo. El que tiene la verdad no se defiende. (APLAUSOS) Vamos a ver a Romanos capítulo 12. Estamos hablando consejitos paulinos para la medida tuya, para que no se te dañe, no se te opaque, para que no contristes el Espíritu, y para que las promesas del Señor lleguen a ti. Porque los ángeles ven todo esto en tu vida, y no puedes andar así. Romanos capítulo 12, verso 14 al 21. Dice: “Bendecid a los que os persiguen;…“ ¿Qué tu vas a decir? “Bendecido eres. Amado, gracias por perseguirme. Gracias por promover la gracia.” “…bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos,…” Oye, tú sabes que los altivos aquí no caben. Mira, puede llegar del país que llegue y decir, de aquí pa’l cielo-, y puede comenzar a confesar la gracia-, al punto que uno diga, -qué mucho sabe este hermano-. Pero, cuando muestra altivez, inmediatamente uno dice: -La medida de este hermano, o está escondida, o va a sufrir mucho. Fíjate lo que dice: “… sino asociándoos con los humildes.” Yo diría: “Sólo con los humildes.” Porque el humilde no es altivo, no busca lo suyo, no es malicioso. La persona humilde no tiene que ser así. Hay ciertas características que van a anular las obras de la carne. Porque la gracia de Dios es la ciencia para la parte humana nuestra. Entonces, “gracia”, cuando tú la entiendes y si la pones en práctica, va a anular muchas obras de la carne en ti que te van a ser daño. Dice: “…asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de los hombres. Si es posible, porque a veces esto no se puede, en cuanto a dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” No te desquites, si te hicieron algo, déjalo ahí. A mí, a veces, me hacen cosas en ciertos países, y cuando voy coger el teléfono, algo me dice: -¿Qué vas hacer? Tranquilo, no llames nada-. Me economizo un montón. Oye, qué mucho dinero me economizo en teléfono. Yo sí que economizo, yo estuve cinco días ahora fuera, y creo que hice dos llamadas. Porque es que yo lo resuelvo en mi modo de pensar. Yo digo: -¿Cuál es la idea de llamar? Déjame darle lugar a que la otra persona active su don. Si llamo, la voy a prejuiciar contra este-, no sé, como que hay cierto reposo que tú debes tener para con los demás, con los que se asocian contigo. Debe haber actitudes en ti. No aligerar las cosas. Y eso de estar llamando: -Mira, asegúrate que esto es así. Si te dice esto, dilo esto… Eso es malicia. Eso es vengándote tú mismo. Reposa, deja que te lastimen, si es posible. Deja que te engañen. ¿Tú nunca has sido engañado? A mí me han engañado un montón de veces y me viene tan bien. Cuál es la competencia, de decir: -No, no, a mí nadie me coge de esto, porque yo… No, no, tranquilo. Reposa. Coge un poco de sufrimiento. Relájate, relájate, deja que te engañen, deja que pasen por encima de ti un poco, que te conviene. Déjale lugar a la ira de Dios, que cuando Dios dice salir por ti… ¡Hello! Mira, que Él sale por ti. Filipenses 4: 8. Consejos para tú medida. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” ¿En esto? ¿En esto? Vuestro modo de pensar. Tú tienes que ser maduro en tu modo de pensar. Sé niño en la malicia, pero maduro en tu modo de pensar. ¿Y cómo uno es un maduro en nuestro modo de pensar? Pues, aplicando el pacto con lo que tú has aprendido. Decir: -Voy a mostrar madurez aquí, no me voy a defender, ni voy a decir una palabra. Tranquilo Bobby. Aquí va a pasar lo que va a pasar. Los ángeles están conmigo. No me voy a mover. Voy a cogerlo suave. Ángeles, have your own way, have your way. Cojan su lugar, hagan como ustedes quieran en mi vida. Aquí les doy la oportunidad para que hagan como ustedes quieran en mi vida. Si ustedes verdaderamente trabajan, mira, aquí tienen un buen candidato. Trabaja con este ángel que está aquí en vaso de barro.Haz eso, y háblalo audible, para que tú veas los cambios que vienen a tu vida. Son cambios que se notan. Dice: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mi, esto haced; ¿y la paz de Dios estará con vosotros? Y el Dios de paz estará con vosotros.” No es lo mismo la paz, que el Dios. (Aplausos) Vamos a terminar con Primera carta a Timoteo, capítulo 1, verso 5 y 7. Diga: YO TENGO UNA MEDIDA: PUEDE SER ORO, PUEDE SER PLATA, PUEDE SER PIEDRAS PRECIOSAS; PUEDE SER 30, 60, ó 100 POR UNO. La medida que tú seas, coge estos consejos, y aplícalos, que te va a venir de oro, te va a venir bien. Reposa, descansa. -Apóstol, es que me han fallado mucho. No importa. -Es que me ha pasado esto. yo he experimentado esto… No importa. Dios te llamó a ti, no al que está a tu lado, ni al otro. Fue a ti que ÉL te llamó, y Él te exige esa fidelidad. Verso 5, dice: “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia,…” Eso solo lo da la gracia, y tu buen modo de pensar. “…, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.” Tú sabes, que fe fingida, eso tú lo ves todos los días; lo ves en televisión, en la radio. Eso tú lo ves en un hermano que acaba de llegar, que a veces tú quieres hablarle de la gracia, y te dicen: -No, yo desde pequeño he creído en Dios-, y sin el conocimiento. -Oh, no. Yo le sirvo a Dios a mi manera. En las iglesias de hoy abunda este tipo de personas, que te hablan de la Biblia, te hablan de cosas, pero es una fe fingida, totalmente. Fingen. ¿Sabe por qué? Porque la gracia no se ha revelado en sus corazones, por lo tanto, no han sido formados. Son fenómenos en la iglesia. Fenómenos de la sociedad, que no han cambiado. Estas personas, yo las encuentro en los aviones, a veces las encuentro en gente bien educada, bien parecida, y como decepcionan cuando abren la boca. Oye, personas que impresionan, por su modo de vestir, por su forma, por su pelo, por su personalidad. Hay gente bien elegante, y uno se sienta al lado de ellos, y uno dice: -¿Tendré el ejecutivo más grande del mundo ahí?- hasta que abren la boca. Igual, alguien que carga la Biblia, o te dice que es cristiano por mucho tiempo, y cuando tú hablas con él, y comienzas a hablar, y notas tanta hipocresía. Todo fingido. Dice: “Corazón puro, el amor nacido de corazón puro y limpia conciencia”. Que cuando alguien hable contigo, no vea doblez, sino que vea sinceridad, no importa lo que vea en ti, pero que vea sinceridad, porque los ángeles estarán contigo en todo momento, sirviéndote. Y esa medida que fue la que Dios te dio, esa medida, va heredar todas las promesas que Dios te ha dado. Fe no fingida. Qué malo cuando tú ves estos cristianos hablando de lo mucho que aman a Dios. Yo tengo memoria que cuando yo estaba en el sistema, que cuando uno va a un restaurante, pues, es obligatorio orar. Entonces, por cumplir una actitud de darle gracias a Dios en un restaurante, uno hace sentir tan mal a los que no están orando. -Señor, te damos gracias por estos alimentos-, y empiezan con una oración larguísima, y la culpabilidad, y todo el mundo está ahí que no se atreve a hablar. Yo no me atrevo a orar en un restaurante, y no porque no me atreva, en un restaurante, yo me atrevo a abrir la Biblia y comenzar a predicar, pero por respeto a esas personas, mejor guardo silencio y en una forma callada, digo, -gracias, Señor. Qué tremendo quedó esta comidita-. A veces, tú vas a un restaurante y la comida no es la mejor, pero a veces, -oye, qué buen steak, qué buen servicio dan aquí, gracias Padre-. Pero eso de comenzar a orar en voz alta, así, para que todos te escuchen. Así hacían los fariseos, que hacían largas oraciones para ser vistos de los demás. Oye, bendecido, humilde bendecido, humilde bendecido. Sé humilde, no seas malicioso, camina tranquilo. Usted sabe que aquí hay muchas personas que vienen y oyen cosas de nosotros, y entonces ellos vienes a ser servidos, y a veces dejan de venir, y después tú preguntas: -¿Cómo está fulano? -Umm, muchacho, lo que le está pasando. Una vez tú pasas por aquí, eso es un acto predestinado que Dios te trajo aquí, y Él tiene planes de tratar contigo. Vete de aquí, y te anticipo todas las cosas malas que te van a pasar. Dime: -No lo recibo. Si te vas, aunque me digas, -no lo recibo-, te vas a fastidiar. (Aplausos) Porque, mira, en una iglesia donde se predica el evangelio, Dios te trae ahí y te mete como en un horno y comienza a sacar la medida. ¿Y, tú sabes todas las cosas que tú traes de tu familia, de tu país, todas esas contaminaciones que vienen contigo? Eso hay que quitártelo, mi amor. Y eso hay que quitártelo, a la buena o a la mala, pero te lo vamos a quitar, porque te queremos aquí con nosotros. (Aplausos) La palabra quiere hacer un trabajo en ti. Oye, y lo precioso que es cuando pasa un año, dos años, tres años, y uno habla contigo, y qué delicia es hablar contigo, y tú encuentras una bella amistad. Digo, toma un tiempo, porque hay que sacar mucha costra, telaraña. Digo, ¿tú te crees que tu familia sin el evangelio no te van hacer daño? Pueden ser los padres más buenos, pero sin este conocimiento, te van hacer daño. Todos los pueblos están dañados, son masas de carne. Por eso mira, esos de Asia, ¿tú viste todo eso que pasó ahí? Digo, me apena, pero fíjate que hace varias semanas yo tuve hablando de la visión que Dios me dio hacia Asia. Y, entonces, yo veía unos vagones que pasaban así, y a todo color, una visión y decía: ASIA, ASIA, ASÌA. Y todos los vagones decía: ASIA, ASIA, ASIA, pero eran vagones de trenes de esos bien grandes. Y yo pensé,-¿será que yo voy para Asia? Pero, yo no necesito tantos vagones para ir para Asia, yo con un avión basta-. Y son los vagones a recoger cadáveres, lo que yo vi. ¡Dios me lo advirtió antes de tiempo! Y tú sabes qué, dice Pablo, “los de Asia me abandonaron”, entonces son gente dañada, que por eso, mira todas las cosas que pasan. Y todavía eso no ha acabado, porque Dios va a limpiar la tierra, lo dice Isaías, lo dicen los profetas, que como estopa serán quitados de la faz de la tierra. Porque Dios tiene un pueblo que Él ha guardado para sí. (Aplausos) Oye, y te ha traído aquí para enriquecerte. Muchas personas piensan que nosotros somos un engaño, y mira, y qué tremendo engaño seríamos nosotros, de los mejores, seríamos. El problema es que todos los engaños nuestros están basados en este libro, si fueran engaños. Y si fueran engaños, sería el mejor engaño que nos han hecho. Pero, el mundo entero está siendo expuesto por primera vez al evangelio. Yo leo los libros esos que escriben de mí, y que comentan de mí, y comienzan a hablar: -No, que el líder es un puertorriqueño que se levantó diciendo que es Dios-. ¿Acaso yo he dicho que yo soy Dios? Yo nunca me he llamado nada. Ustedes, la iglesia, me llaman. Yo nunca he querido hacerme pasar por nada. (Aplausos) Así que, bendecidos, este calqueo sencillito, ponlo en práctica, que te va a ir bien: Reposa, sé humilde, bendecido y sin malicia. De ahora en adelante, mira, -tranquilo, no estoy pensando nada-.