Congreso Iberoamericano de las Lenguas en la Educación y en la Cultura / IV Congreso Leer.es Salamanca, España, 5 al 7 de septiembre de 2012 MÁS ALLÁ DEL AULA El placer de leer y escribir con otros y para otros Fabiana Ríos 1 Sección: Experiencias/proyectos de lectura y escritura en educación infantil. a.- prácticas sociales de lectura y escritura 1 Instituto Jesús, María y José. [email protected] RESUMEN Este trabajo es la reseña de una experiencia didáctica llevada a cabo con un grupo de alumnos entre 13 y 14 años de Córdoba, Argentina. Nuestro proyecto se basa en la lectura de obras de literatura universal y de autores contemporáneos argentinos con las cuales los alumnos pueden identificarse por el contexto de la obra o la temática. El proyecto tiene dos propósitos: la creación de un blog, en el que los chicos comenten sus experiencias con la lectura y la escritura, y la organización de una tertulia literaria para compartir con las familias e involucrarlas en la tarea de leer y escribir a través de su participación. La propuesta se desarrolla a lo largo de todo un año escolar y cada obra involucra actividades para estimular prácticas de interpretación de textos y de producción orientadas las primeras, a compartir lo que una historia hace pensar, sentir y valorar; recrearse en un personaje; vivir otros mundos. En relación con la escritura, decidir otro final, escribir una reseña de la obra, un epílogo, seleccionar fragmentos significativos y compartirlos con otros lectores mediante la publicación en el blog. Para esta presentación hemos seleccionado la novela “Encuentro con Flo”, de Laura Escudero. La historia narra la vida de una adolescente que tiene que compartir habitación con su abuela, enferma de Alzheimer. Las instancias de lectura y escritura que se generaron fueron una experiencia significativa a raíz de la identificación de los alumnos con la temática y el placer de escribir lo que en ellos despertó la obra. Disfrutar de una experiencia literaria, escribir para comunicar lo que se piensa y siente a partir de la lectura, darle sentido a lo que se hace dentro de la escuela y generar espacios para compartir con otros interlocutores es, en definitiva, nuestra apuesta a la educación. 1 Compartiré con ustedes un trabajo que realizamos con alumnos cuyas edades oscilan entre 14 y 15 y que cursan el tercer año de la escuela secundaria, en Río Tercero, Córdoba, Argentina. Dicho trabajo se enmarca en un proyecto más amplio que incluye la lectura de obras literarias de autores argentinos y de la literatura universal. La propuesta se desarrolla a lo largo del año escolar e incluye múltiples actividades relacionadas con la lectura y la escritura y culmina, a fin de año, con la realización de una tertulia literaria dentro de la escuela, con la participación de padres, familias, comunidad educativa. Es una jornada en la que los alumnos comparten sus experiencias lectoras y sus escrituras combinando con otras producciones artísticas como la música y la plástica, en referencia a las obras leídas. El propósito del proyecto es generar espacios de lectura y escritura en los que los jóvenes se vinculen con el libro a partir de la relación que pueden establecer con un personaje, ampliar su conocimiento del mundo, explorar otras geografías y contextos históricos y compartir sus experiencias, sus gustos y opiniones acerca del hecho literario. Es interesante lo que dice Pettit al respecto: “Los jóvenes que leen literatura, por ejemplo, son también los que tienen mayor curiosidad por el mundo real, la actualidad, los temas sociales. Lejos de distanciarlos de los demás, este gesto solitario, salvaje, les hace descubrir cuán cercanos pueden ser. Como nos cuenta Ariza, al evocar su lectura de un relato autobiográfico (……) Nos recuerda de paso que la ciencia histórica la constituyen vidas anónimas. Mientras que la novela, la biografía, las memorias, el diario íntimo, le da un nombre a un personaje al que uno acompaña y que, por su misa singularidad, pueda llegar a cada lector en particular” (Pettit, 2003). Despertar curiosidad por el mundo, lo social, las cosas que nos pasan a diario, lo cotidiano recreado a través de la belleza de la palabra que suena, que armoniza el cómo se dice con lo que se dice; es la razón por la que voy a permitirme un ir hacia atrás cuando comencé a planificar, a pensar estos espacios con los chicos. A comienzo de año pensé que sería interesante que los alumnos compartieran sus hábitos de lectura, haciendo un recorrido de su vida como lectores y escribiendo su relación con lo literario. La propuesta les generó cierto desconcierto ya que era una actividad a la que no estaban acostumbrados y en sus propias palabras –No es nada fácil, profesora. Tenían que recuperar de la memoria nombres, momentos, libros, cuentos, poemas. Buscar a una abuela, a un padre, una maestra que alguna vez les contó una o varias historias. Por eso, pensé que tenía que ayudarlos a recorrer un camino en el que esos relatos podrían haber acunados sus noches, como lo fueron en las mías. Ese fue entonces, el primer objetivo: que los chicos pudiesen recordar, buscar en el pasado, poner en palabras lo lejano, lo próximo, la historia. Primer desafío: ¿Cómo podría ayudarlos en este recorrido? Creí que sería motivador leer junto con ellos las biografías de grandes escritores que relataban maravillosamente cómo 2 se iniciaron en la lectura. Empecé a buscar algunos testimonios movilizadores, y leí, leí mucho antes de decidir qué autores seleccionar. Entonces, aparecieron las palabras de José Saramago, Tomás Eloy Martinez, Antonio Skármeta. Ellos serían, en este caso, un modelo para la escritura de las biografías. Para compartir entre todos ese momento atrapante de la lectura en voz alta de los textos seleccionados, traté de poner toda la pasión que esos grandes escritores habían puesto en el relato de sus vivencias, de su niñez y adolescencia entre libros. Enfaticé aquellos fragmentos que a mí me habían conmovido para que los alumnos también se emocionaran. Segundo objetivo: escribir las biografías. Segundo desafío, motivarlos. En este pensar y re-pensar la tarea, creí que yo debía participar con los chicos del momento de escritura, de rescatar también de mi memoria aquellos libros que poblaron mis veranos y las personas que me iniciaron en el placer de una buena lectura. El hecho de que me vieran escribir, hacer mis borradores, mis tachones y reescrituras me incluiría en el grupo y en el problema al que ellos también se enfrentaban. Y acá, hago un paréntesis para reflexionar sobre nuestra tarea. Los docentes estamos acostumbrados a dar las consignas, corregirlas, evaluarlas. Sentimos que tenemos el derecho y el deber de decidir cuál es, por ejemplo, la interpretación correcta, la respuesta acertada. Si el docente nunca muestra, por ejemplo, que él en la escritura también se equivoca, borra, tacha, piensa, vuelve a escribir, puede estar seguro de que sus alumnos no aprenderán lo que él desea y que nunca podrán ejercer su autocontrol en el proceso de aprendizaje de la lectura o la escritura. Por otro lado, volví a pensar en las cosignas: Escriban, pero ¿por qué no “escribamos”? Lean, pero ¿por qué no leamos? Y en primera persona del plural, acercarnos juntos al hecho de la escritura y la lectura. Porque los quehaceres del lector y del escritor se aprenden también así, fundamentalmente así, en la interacción de sujetos que resuelven situaciones de lectura y escritura con sus experiencias y experticia. Por eso, me dispuse a utilizar lo que en lengua llamamos el yo inclusivo: “leernos”,” corregirnos”, “evaluarnos” entre todos. En función de esto pensé que sería interesante mantener en la clase espacios no sólo de lectura compartida sino también de escritura. Escribir junto con los chicos y leer mis producciones ayudaría al aprendizaje de los procesos que quería trabajar: planificar la escritura, escribir borradores, corregir, cambiar ideas hasta llegar a la edición final. De esta manera los alumnos pueden ver que ambos nos enfrentamos a los mismos problemas y juntos intentamos resolverlos. Dicho de otro modo, los chicos creen que, como profesores, escribimos espontáneamente, sin dudas, sin volver la mirada hacia atrás. Quería entonces que observaran, palparan, experimentaran que yo también hacía mi propio proceso y se me presentaban los mismos problemas. Asumir la responsabilidad de nuestros quehaceres, delegarles por momentos la evaluación de los trabajos, incluso el mío, les permitiría crecer en confianza y autonomía. 3 Quizás mi disciplina, permite este tipo de trabajos, pero creo firmemente que el profesor al mostrar sus estrategias, en este caso sus modos de leer, de interpretar la realidad, de escribir un texto, de argumentar, va modelando el aprendizaje. Además, nos ponemos en situación de aprendientes y trabajamos codo a codo, compartimos entusiasmos y frustraciones. Creo que así el aula se transforma realmente en un espacio de aprendizaje más dinámico, activo, comprometido y democrático. Pero volviendo a nuestras biografías, en ese hilvanar y deshilvanar ideas quizás adormecidas en la memoria pero nunca borradas, ese pequeño grupo de adolescentes junto a su profesora pudo decir, contar una historia de vida lectora. Surgieron así, recuerdos que se inscribieron en el papel y en el espacio virtual: “Supongo que cuando era muy chiquita me leyeron los clásicos cuentos de Caperucita, Cenicienta, Blancanieves, pero sin dudas mis primeros recuerdos van de la mano del conejo Pedro y su primo Benjamín, un libro de tapas duras basados en las historias originales de Beatrix Potter. Pedía que me leyeran una y otra vez, aun sabiendo cada paso de la historia, y me encantaban las ilustraciones. (…) Este ejercicio de la memoria, me ha conectado con hermosos momentos del pasado, y si bien no es tan extensa mi lista de obras leídas, sus recuerdos me motivan para seguir leyendo… (Josefina) Cuando era pequeña, decía que si había algo que quería hacer cuando fuera grande, era escribir. Me encantaba la idea de dar vida a personajes de mi propia creación, e inventar cuentos sobre ellos. Esto despertó en mí, un gran interés por los libros. Cada libro que me leían o que leía por mi propia cuenta, me transportaba a un mundo, nuevo hasta el momento para mí, y eso mismo me motivaba a leer más y más. Uno de los primeros libros que leí, y hasta donde yo recuerdo, de mis favoritos, fue “Manuelita: ¿a dónde vas? De María Elena Walsh(…) Estos libros no han sido los únicos que han pasado por mis manos, ni serán, tampoco, los últimos. Porque cuando alguien entra en el mágico mundo de la literatura, difícil es, que no regrese a él” (Catalina) “A pesar de mi poca afinidad con los libros y la lectura, revolviendo en mi memoria, puedo encontrar un bonito recuerdo de mi infancia. Recuerdo que todas las tardes mi abuela me contaba una historia agregándole siempre un episodio nuevo para hacerlos cada vez más interesante…yo, no me cansaba de escucharla… (Nahuel) “Todos los días, al volver del jardín, deseaba que llegara la noche para escuchar las fantásticas historias de la abuela…Recuerdo su imagen arrastrando una silla hasta el medio de las dos camas y allí se sentaba. Entonces, de su boca empezaban a salir las oraciones que formaban historias de personas desconocidas e invisibles, pero imaginables…(Milena) Estas producciones tan significativas para los chicos se publicaron en el blog del curso “Tercero lee” como una manera de compartir las experiencias lectoras con sus pares, la 4 familia y la comunidad. Y es aquí cuando la escritura es válida en la escuela: cuando comunica, cuando alguien que no es precisamente el maestro, “nos lee”. Tercer objetivo: leer, releer, detenernos en la cadencia de las frases, las palabras que se hilvanan unas a otras para formar una historia mágica, deslumbrante, conmovedora. En ese recorrido por el pasado de mi planificación, me detengo en distintos puntos y encuentro también los libros que discurren entre mis manos, mis ojos, mi corazón. Y sacándolos de los estantes de la biblioteca recupero a Tomas Eloy Martínez y sus “Ficciones verdaderas”, a Julio Verne y su “Viaje al centro de la tierra”, a Chejov y “la novia”, a Mujica Lainéz y “El patio iluminado”, a Ray Bradbury y su “País de Octubre” A Aghata Cristi y “Su cinta métrica”, a Norma Huidobro y “Un secreto en la ventana”. Recupero, entre esos estante a “Encuentro con Flo”, encuentro a su autora Laura Escudero, oriunda de mi tierra cordobesa. Todos, autores y libros son sacados de su sitio para volverlos a la vida a través de los ojos de unos jóvenes adolescentes de un pueblo cordobés. Y el tiempo se nos hace eterno esperando el día de la tertulia para compartir la experiencia lectora con otros. Mientras, escribimos en el blog todo lo que nos sucede con la lectura y la escritura. Las muchas actividades que realizamos con los libros: leer tapa, contratapa, rastrear la historia del contexto de la obra, activar conocimientos previos, leer, volver a leer, permitieron escribir y reescribirnos en esas historias. Leímos en el aula todos juntos y solos en casa, en el silencio de nuestras habitaciones. Pero eran los momentos de lectura compartida los que más disfrutábamos: “La lectura nos abre al diálogo; el taller de lectura (…) provoca una experiencia de lectura en grupo que despierta un verdadero interés por leer, un gusto por la lectura y un modelo para leer comprendiendo. Cuando leemos y hablamos con otros sobre ello entendemos que la lectura nos permite imaginar mundos fantásticos, conocer tiempos remotos, observar a otras personas, transportarnos a otras épocas y conocer distintas costumbres. Caminamos por ciudades en donde nunca hemos estado, podemos vivir bajo otra piel y ver la vida con distintos ojos” (La negrita es mía) (Petit 2003) En estos momentos tan intensos de lectura en voz alta, se generaban algunos conflictos referidos a “quién tenía el poder de la palabra” porque en el afán de transmitir en mi voz la voz del personaje, me apropiaba de la lectura. Y los chicos, también querían ser la voz del otro por lo que cada tanto alguien decía: “déjeme leer a mí, profe”. ¿Cómo ilustrar tanto camino recorrido, tantas horas de trabajo compartido con los alumnos, tanta ilusión y pasión puesta en cada palabra de los chicos: dale profe, seguí leyendo, no importa el recreo. Como ejemplo de trabajo con todos los libros seleccionados para el proyecto, mostraré lo que hicimos con Encuentro con Flo. A pesar de la planificación de las actividades, puedo decir que muchas veces la creatividad y el entusiasmo de los chicos me desbordaron y sobre la marcha cambié los planes, porque ellos “encontraron” en la obra de Laura Escudero lo que yo no había podido ver cuando pensaba mi clase con la obra. 5 Y es aquí donde los roles se vuelven a confundir y ellos deciden, y yo cambio, reformulo, ignoro lo que planifiqué en un primer momento. Los alumnos le van marcando el ritmo al proyecto. En el caso de esta obra (como en el de tantas otras) muchos se encontraron identificados: un abuelo o abuela con alzahimer, la vejez, la muerte, la vida y reencontraron quizás a un ser querido que también perdió su espacio, su tiempo, su historia, como le pasa a nuestro personaje: la señorita Flo. Muchos se incorporaron a la obra desde sus experiencias personales: las cosas que le pasan a Julieta con la abuela Flo, unas cartas encontradas en el cajón de la abuela que le permite conocer a la verdadera Flora, José, su compañero de escuela que la acompaña en la búsqueda del pasado de la abuela, las vacaciones, la geografía del país. Y así, entre páginas pasadas por unas manos ansiosas por ver cómo sigue la vida del personaje llegamos al final de la historia. Y suenan en el aula las voces de los lectores, los que se quedan tristes, los asombrados, los desconformes: - Pero profe, yo no quería que terminara así…..Y la abuela murió? Qué pasó con José, el amigo de Julieta? Flo, volvió a Ciénaga del quebrachal de grande? Y mi respuesta:- No sé, qué piensan ustedes? Y surgieron nuevamente las ideas de los chicos: - No cambiemos el final, escribamos un epílogo, seleccionemos las partes de la obra con las que más nos hemos sentido identificados. Y así se va cumpliendo, sin quererlo, el próximo objetivo: escriban, escriban, elijan qué escribir sobre “Encuentro con Flo”. Entonces, surgen nuevamente las palabras de los chicos diciendo en la página en blanco que ahora es palabra, es vida, es texto: “Parecía un día como cualquier otro, el sol aún no había salido, hasta que el mundo de Julieta se dio vuelta y se enfrentó con la inesperada noticia que marcó su vida. Ella debería compartir durante un tiempo su habitación, el único lugar de privacidad que tenía y dónde encontraba su tranquilidad, con su abuela Flora, enferma de alzheimer (…) Todo esto cambia cuando Julieta descubre a través de unas cartas el pasado de su abuela” Así escribe Nicolás su reseña para la contratapa de Encuentro con Flo. Lucrecia se decide por un epílogo, como cierre de la obra: “El sábado siguiente Raquel estuvo de regreso con Flora en la casa de Julieta, para volver a esa rutina que ya empezaban a extrañar. La abuela recostada en aquella cama donde podía encontrarse con la señorita Flo, y a su lado la joven, retomando el cofre de madera, comenzaba a leer aquellas cartas. Lo mismo hicieron varios sábados después, aunque Julieta ya había terminado de leerle todas las cartas, retomaba las primeras, y así sucesivamente. Un sábado, la adolescente noto que algo raro pasaba, Flora aún no había llegado y ya habían pasado dos horas de las 15:00 pm, hora en la que habitualmente se reunían. La triste noticia llego a oídos de Julieta. Flora jamás volvió… O lo que escribe Sofía también en el Epílogo: “Flo hoy lleva una vida tranquila, sin miedos, sus ojos tienen un brillo especial que esconde hechos del pasado que poco a poco irá recordando. Julieta ansiosa espera cada sábado… a la siesta para visitar a su abuela, llenarla de besos, compartir un lindo momento y terminar de leer aquellas viejas cartas” 6 O el fragmento que seleccionó Rocío porque se ha sentido identificada: “Este es el verano más feliz que puedo recordar. Los abuelos son tan generosos y amables. Siento que me quieren aunque mis cejas no sean elegantes o vuelque la taza sobre el mantel (además, ya no estoy tan torpe: ¿será porque nadie está esperando que lo sea?). Ciénaga del Quebrachal es un pueblito adorable, si lo sabes ver.” (Página 91) O lo que escribieron todos, cada uno a su manera expresando en sus decires sus emociones, lo que sentían, esperaban. Y así, damos vuelta la última página de esta historia de mi planificación, esperamos ese día de octubre en que Laura Escudero la autora de Encuentro con Flo, venga a nuestra escuela y podamos hacerle las preguntas y contarle nuestras respuestas. Esperando también el día de la tertulia en que nuestras voces harán eco en las aulas para narrar y re-narrar nuestras experiencias con aquellos libros que en el verano de un caluroso enero saqué de los estantes de mi biblioteca para ofrecérselos a mis alunmnos. Para concluir, quiero compartir con ustedes las preguntas que me hacía una y otra vez cuando comencé a armar el proyecto: ¿Cuál es mi función? ¿Qué hago para motivar a mis alumnos? He intentado varias respuestas, sin dudas una es la que más me convence: mostrar mi pasión, mi gozo ante el hecho literario y especialmente durante el momento en que yo les leo. Es este un momento de intenso goce personal, de “prenderme” con lo que estoy leyendo y ver cada tanto esos rostros deseosos de ver cómo sigue……aunque toque el timbre para el recreo y escuchar alguna voz que dice: “dale profe ……seguí…..no importa el recreo…” Pero quisiera apropiarme ahora de otras palabras que expresan lo que en verdad yo quiero y siento acerca de mi función. Por ello, me voy a permitir citar lo que una vez leí en un artículo de María Eugenia Dubois. En él la autora recuerda lo expresado por Seymour Sarason en su obra “La enseñanza como arte de representación”, en la que plantea el modo de actuar del docente, al que lo considera el intérprete. Y, precisamente, refiriéndose al intérprete dice: “De más está decir que todo intérprete conoce el libreto (la materia) ya sea docente , cantante, pianista, actor, etc. Pero –es necesario plantear que-entre el libreto y el público hay un intérprete cuya habilidad artística determina hasta qué punto aquel se sentirá estimulado, conmovido entusiasmado y receptivo, o bien indiferente, desinteresado, aburrido decepcionado desilusionado y deseoso de que termine la función” (Dubois 2006: 22) Ojalá que, no sólo en este proyecto sino en todos los encuentros con la literatura, mis alumnos no quieran que termine la función y puedan decirme una y otra vez: “ dale profe…seguí, no importa que toque el timbre y tengamos que salir al recreo”. Es el mejor referente de que la obra ha sido bien interpretada. 7 BIBLIOGRAFÍA Alvarado, Mónica; Pruneda María (2007). Los alumnos como mediadores de textos. Una velada literaria. En Lectura y vida, 29 marzo 2008. Bombini, Gustavo (2005). La trama de los textos. Problemas de la enseñanza de la literatura. Buenos Aires: Lugar Editorial. Dubois, María Eugenia (2006). Sobre lectura, escritura y algo más. En textos en Contextos 7. Buenos Aires. Obregón Rodríguez, Mercedes (2006). Los Círculos de la Literatura en la escuela. En Lectura y Vida 28, marzo 2007. Petit, Michel (2003) Nuevos acercamientos de los jóvenes y la lectura. México: Fondo de Cultura Económica. Rodríguez-Salles.(2008) Cuadernillo Seminario “Asesoramiento en Proyectos Escolares para la Lectura y Escritura. Madrid. 8