37 LATERCERA Domingo 15 de mayo de 2016 Mauricio Macri ha llevado a cabo reformas valientes y radicales para desmontar la maquinaria intervencionista. América Latina puede aprender mucho de este país que, luego de casi tocar fondo (...), se levanta de sus propias cenizas con el voto de sus ciudadanos. la modernidad de que ya gozó en el pasado. Y desde luego que hay razones para creerle. Argentina es un país muy rico en recursos naturales y humanos; el sistema educativo ejemplar que tuvo en el pasado, aunque se haya deteriorado con las malas políticas de los gobiernos precedentes, todavía produce ciudadanos mejor formados que el promedio latinoamericano –tal vez ningún otro país de la región ha exportado más técnicos de alto nivel al resto del mundo- y no hay duda de que, con las reformas en marcha, las inversiones extranjeras, retraídas todos estos años, volverán en gran número a una tierra tan pródiga, creando los empleos que hacen falta y elevando los niveles de vida y las oportunidades para los argentinos. Hay un aspecto que quisiera destacar entre los cambios que vive Argentina. Con la libertad de expresión, que sufrió tantas averías durante los gobiernos de los Kir- chner, la corrupción que al amparo de ese Estado que Octavio Paz llamó el “ogro filantrópico” proliferó de manera cancerosa, ahora sale a la luz y, en estos días precisamente, la prensa da noticias estremecedoras de las sumas de vértigo que los testaferros de los antiguos mandatarios acumularon, monopolizando las obras públicas de regiones enteras y saqueando sus presupuestos de manera impúdica convirtiendo en multimillonarios a aquellos dueños del poder que se jactaban de ser revolucionarios antiimperialistas y jurados enemigos del capitalismo. Dudo mucho que haya un solo capitalista en el mundo que haya amasado una fortuna tan prodigiosa como Lázaro Baez, testaferro por lo visto de Néstor Kirchner y ahora en la cárcel, antiguo cajero de un banco de Santa Cruz, que un puñado de años después tenía cerca de 400 propiedades rurales y urbanas y cerca de un centenar de automóviles en su país y compraba departamentos y casas en Miami por más de US$ 100 millones. Que Argentina tenga éxito en las pacíficas reformas democráticas y liberales que está llevando a cabo tiene una importancia que trasciende sus fronteras. América Latina puede aprender mucho de este país que, luego de casi tocar fondo por culpa de la ideología colectivista y estatista que estuvo a punto de arruinarlo, se levanta de sus propias cenizas con los votos de sus ciudadanos y tiene el coraje de desandar el camino equivocado. Y emprende uno nuevo, el de los países que gracias a la libertad –la única verdadera, es decir, la que abarca la política, la economía, la cultura, el ámbito social, cultural y personal- han alcanzado los mejores niveles de vida de este tiempo, los que han reducido más la violencia en las relaciones humanas y los que han creado la mayor igualdad de oportunidades para que sus ciu- dadanos puedan materializar sus aspiraciones y sus sueños. Aunque, a veces de manera confusa, creo que éste es ahora un ideal que ha ido echando raíces en los países latinoamericanos, donde los antiguos modelos que se disputaban el favor de las gentes –las dictaduras militares y las revoluciones armadas socialistas- han perdido prestigio y actualidad y sólo valen para minorías insignificantes. Por eso es que, con las excepciones de Cuba y Venezuela, en toda la región hay ahora democracias, aunque algunas sean muy imperfectas y amenazadas por la corrupción. Argentina puede ser el ejemplo a seguir para renovarlas, purificarlas y ponerlas al día, de modo que se integren al mundo y aprovechen las grandes posibilidades que éste ofrece a los países que hacen suya la cultura de la libertad. Escritor peruano. Derechos reservados El País.