Los trabajadores de las grandes fincas, orientadas a la exportación en el estado fronterizo mejicano de Baja California han tomado una semana de protestas por los bajos salarios, abusos y las malas condiciones, amenazando con una cosecha que suministra un valor de millones de dólares de tomates, fresas y otros cultivos para los Estados Unidos. Los trabajadores del campo han quemado llantas y lanzado piedras a los vehículos mientras bloquean la carretera principal de norte-sur de Baja California. Se cree que a partir del martes 50,000 personas están en huelga sobre todo el estado. El fin de semana pasado el Gobernador de Baja California Francisco Vega, dijo que la cosecha – y miles de puestos de trabajo – se encontraban en riesgo. “Si los campos continúan sin una fuerza de trabajadores las cosechas se perderán y afectarán a todos los que dependen de la economía”, dijo su oficina en un comunicado de prensa. Muchos de los trabajadores son migrantes de los estados mexicanos del sur, como Guerrero y Oaxaca que laboran en enormes granjas de invernadero, al sur de Ensenada. Sus demandas son – seguro médico, pago por horas extras, días de descanso, fin a los abusos de los jefes de campo y un pago de más de $8, que muchos ganan por un día laboral completo de andar agachados – es un eco de hace 40 años de aquellos trabajadores del campo en los Estados Unidos. “Todos lo veíamos como algo normal para ellos (los propietarios de las fincas) de suspender la gente del trabajo durante tres o cuatro años o despedirlos sin indemnización para exigir el respeto a nuestros derechos, por exigir horas extras o días de descanso”, dijo José Ignacio Garcia, un joven de 19 años de edad que ha trabajado en los campos en Baja California desde que tenía 12 años y está esperando su primer hijo en agosto. “Nos acostumbramos a trabajar más de 10 horas diarias por 100 pesos ($7), pero ni siquiera podemos comprar las necesidades mínimas que necesitamos para sobre vivir, y para mantener a una familia.” Las manifestaciones han estallado en refriegas de lanzar piedras a los policías antidisturbios y la detención de unos 200 manifestantes. Muchas empresas del área han cerrado, y los bloqueos de las rutas han promovido al Consulado de Estados Unidos en Tijuana para asesorar a los viajeros – que incluyen a muchos ciudadanos de los Estados Unidos que actúen con cautela con sus casas de jubilación o de vacaciones en la península. El gobierno del estado de Baja California ha utilizado vehículos blindados de la policía para romper el bloqueo de carreteras y advirtió “que no habrá tolerancia para quienes utilizan demostraciones de actuar fuera de la ley.” La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México dijo el martes que ha iniciado una investigación sobre posibles violaciones de los derechos humanos, después de que manifestantes se quejaron de abusos policiales y las detenciones. La asociación de productores que representa a granjas que dominan los valles de la costa alrededor de San Quintín se negó a responder a las solicitudes de comentarios, pero algunas compañías han defendido sus prácticas y han hecho una apelación a la calma. “Respetamos el derecho de todos a manifestarse pacíficamente pero condenamos la violencia y el robo,” la granja comercial BerryMex, una rama de los Estados Unidos Compañías Afiliadas Reiter, dijo en un comunicado. Mientras que la compañía no dijo específicamente lo que les paga a sus empleados, pero si dijo que tenían seguro médico, horas extras y ausencia de maternidad, diciendo que “nuestro objetivo principal sigue siendo el bienestar de nuestros empleados.” Pero los que viven en el área, a unas 110 millas (180 kilómetros) al sur de Tijuana, el 64 por ciento carecen de una vivienda adecuada y el acceso de agua, energía y saneamiento, 47 por ciento de los servicios de cuidado de salud, pero falta el 59 por ciento de los niños entre 15 y 17 años que no asisten a la escuela, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía de México. Muchos son funcionales analfabetos. El economista Alejandro Díaz Bautista señalo que el área carece de servicios elementales: agua, puestos de trabajo, hospitales centros culturales y escolares. Muchos trabajadores agrícolas son de las comunidades indígenas y hablan muy poco español. “Los problemas económicos y sociales en San Quintín tienen que ver con la desigualdad social”, dijo Díaz Bautista.