LA CULTURA HEBREA El hebreo, fiel a la propia tradición, dos veces al día en la recitación de la oración, que resume la idea de la unidad de Dios y aquella del sentimiento del amor y del respeto hacia el Creador, repite las palabras bíblicas: "Enseñarás -aquellas palabras- a tus hijos y le hablarás de ellas, estando en casa, lo mismo que cuando estés de viaje, acostado o levantado" (Dt 6,7). De estas palabras de la Escritura se recalca en primer lugar el deber de transmitir a los niños el conocimiento de la Torah, la ley moral, de infundir en ellos el sentido de la obligación de respetar y observar los preceptos. Y esto para no dejar que los niños sean atraídos por la moda del tiempo y por los acontecimientos que normalmente turban la vida y la existencia del individuo. Educar y enseñar significa sobre todo indicar al niño los más altos valores ideales. Esta obra constituye la primera tarea de cada progenitor y de todo maestro teniendo en cuenta que se trata de una obra ardua y difícil. Pero ayuda en este optimismo hebreo que es expresado por el salmo de David "sobre la boca de los párvulos y de los lactantes ha fundado la fuerza, destinada contra tus enemigos, y para hacer cesar la hostilidad y la venganza". ¿Pero cuál debe ser, según la tradición hebrea el contenido de aquella educación? Respecto de este punto vienen a la mente las palabras de Platón, que en la República recuerda cómo a los seis años el niño debe saber cómo comportarse de manera agraciada, caminar con una decente marcha, hacer la inclinación y jugar. Al llegar a los 10 años, se debe enseñar al muchacho a montar, a tirar la jabalina y el arco. Por la misma edad, los maestros hebreos prevén en cambio para los niños mística con el texto de la Torah; esto significa encausar un proceso de identificación con los personajes bíblicos, no con aquello que ellos representan sobre el plan de los valores de compasión, de amor y de elevación moral y espiritual del hombre. La asimilación de estos valores permite a la conciencia y a la mente del individuo de traducirlos automáticamente, en la praxis y en la conducta del individuo mismo. Como es notado, la enseñanza a los niños es considerada por el hebraísmo una tarea elevada y primaria en comparación con otro valor religioso. Este principio ha sido formulado por maestros hebreos en una máxima que tiene casi el valor de un programa didáctico y pedagógico. Se lee en efecto en el capítulo V del tratado de Avot: "A los cinco años el muchacho debe estudiar la Escritura, a los diez años la Mishná (ley oral), a los trece años debe ser inducido en la observancia de los preceptos, a los quince años estudiará el Talmud (la dialéctica ético-jurídica del hebraísmo), a los dieciocho años está destinado al matrimonio y así sucesivamente". Se trata como se ve, de una especie de avío que muchacho desde los primeros años de vida, hasta inserción en la sociedad de adultos para asumir recomendación recae sobre todo sobre el padre, que, gana el afecto y el respeto de sus hijos. debe acompañar al el momento de su sus deberes. Esta también por esto se Pero el Talmut busca que los padres aporten los instrumentos de sostenimiento y de sobre vivencia. Para entender la relación entre padre-hijo y maestro-discípulo se debe recurrir a la tradición...