Sansón y sus mujeres: la locura de la pasión

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Comentarios Auxiliares de Elena G de
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Sansón y sus mujeres: la locura de la pasión
Lección 6
Para el 10 de Agosto del 2007
Sábado 4 de agosto
En su palabra, el Señor ha dejado a su pueblo instrucciones claras en cuanto a no unirse
con los que no poseen su amor y temor. Tales compañeros raramente se satisfarán con el
amor y el respeto que les corresponde. Tratarán constantemente de obtener una promesa
de parte del esposo o la esposa temerosos de Dios, que los comprometa a desatender los
requerimientos divinos. Para un esposo piadoso y para la iglesia con la cual éste se halle
conectado, una esposa o un amigo mundanos son como un espía en el campamento: se
mantendrán observando cualquier oportunidad para traicionar al siervo de Cristo y
exponerlo a los ataques del enemigo (Testimonios sobre conducta sexual, pp. 20, 21).
Satanás está constantemente buscando fortalecer su poder sobre los hijos de Dios
induciéndolos a entrar en alianzas con las huestes de las tinieblas. Para lograr sus
propósitos, despierta pasiones no santificadas en el corazón que naturalmente tiende hacia
lo malo. No es seguro para los cristianos seguir el ejemplo de los mundanos o ceder a su
influencia. Aunque parezcan sabios los consejos que nos den, no debiéramos confiar en ellos
porque finalmente traerán penas y problemas al creyente. Es peligroso tener amigos de
confianza entre los incrédulos. El apóstol Pablo nos aconseja: "No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué
comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O que parte el
creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? (2
Corintios 6:14-16) (Sign of the Times, octubre 6, 1881).
Satanás se presenta al hombre con sus tentaciones en la forma en que se presentó a
Cristo: como ángel de luz. Ha estado trabajando para debilitar física y moralmente al
hombre a fin de vencerlo con sus tentaciones, y luego triunfar sobre su ruina. Y ha tenido
acceso a aquellos que están esclavizados por los apetitos, sin tener en cuenta los
resultados. Bien sabe él que es imposible al hombre desempeñar sus obligaciones para con
Dios y sus semejantes mientras malogra las facultades que Dios le ha dado. El cerebro es la
capital del cuerpo. Si las facultades perceptivas son entorpecidas por cualquier clase de
intemperancia, no se disciernen las cosas eternas (Mensajes para los jóvenes, p. 234).
Domingo 5 de agosto: El llamado de Sansón
Manoa y su esposa no sabían que Aquel que les hablaba era Jesucristo. Lo consideraron
como el mensajero del Señor, pero no podían determinar si era un profeta o un ángel.
Deseando ser hospitalarios con su huésped le suplicaron que se quedara mientras le
preparaban un cabrito; pero ignorando quién era él en realidad, no sabían si ofrecerlo como
holocausto o colocarlo delante de él como alimento.
El ángel respondió: Aunque me detengas, no comeré de tu pan, mas si quieres hacer
holocausto, ofrécelo a Jehová". Sintiéndose entonces que su visitante era un profeta, dijo
Manoa: "¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?"
La respuesta fue: "¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?" Discerniendo el
carácter divino de su huésped, Manoa "tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre
una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer". Salió
fuego de la roca y consumió el sacrificio, y mientras la llama subía hacia el cielo "el ángel
de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se
postraron en tierra". No podía haber más dudas en cuanto al carácter de su visitante. Sabían
que habían contemplado al Santo que, velando su gloria en la columna de nube, había sido
el Guía y el Ayudador de Israel en el desierto.
Asombro, temor reverente y terror llenaron el corazón de Manoa, quien tan sólo pudo
exclamar: "Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto". Pero su compañera tuvo
más fe que él en aquella hora solemne. Le recordó que el Señor se había complacido en
aceptar su sacrificio y les había prometido un hijo que debía comenzar a libertad a Israel.
Ésta era una prueba de favor y no de ira. Si el Señor se hubiera propuesto destruirlos, no
habría efectuado este milagro ni les habría dado una promesa que no podría cumplirse si
ellos perecían.
Las palabras del ángel declaran una importante verdad. El mismo Creador informa que
los hábitos de la madre antes del nacimiento de su hijo afectarán su carácter y su destino.
Al hablar a esta madre, el Señor estaba hablando a todas las madres de ese tiempo y de
futuras generaciones que están ansiosas y preocupadas por el futuro de sus hijos. Toda
madre debe entender que el carácter de sus hijos dependerá en gran medida de los hábitos
que ella tenga antes del nacimiento, y después que nazca, de sus esfuerzos personales, más
que de las ventajas o desventajas que lo rodeen (Signs of the Times, septiembre 15, 1881;
parcialmente en Comentario bíblico adventista, t. 2, p. 1000).
El cuidado providencial de Dios había asistido a Sansón, para que pudiera prepararse y
realizar la obra para la cual había sido llamado. Al principio mismo de la vida se vio rodeado
de condiciones favorables para el desarrollo de su fuerza física, vigor intelectual y pureza
moral. Pero bajo la influencia de amistades y relaciones impías, abandonó aquella confianza
en Dios que es la única seguridad del hombre, y fue arrebatado por la marea del mal. Los
que mientras cumplen su deber son sometidos a pruebas pueden tener la seguridad de que
Dios los guardará; pero si los hombres se colocan voluntariamente bajo el poder de la
tentación, caerán tarde o temprano (El hogar adventista, p. 417).
Lunes 6 de agosto: El día del casamiento de Sansón
Si Sansón hubiera obedecido los mandamientos divinos tan fielmente como sus padres,
habría sido su destino más noble y más feliz. Pero sus relaciones con los idólatras le
corrompieron. Como la ciudad de Sora estaba cerca de la región de los filisteos, Sansón
trabó amistades entre ellos. Así se crearon en su juventud intimidades cuya influencia
entenebreció toda su vida. Una joven que vivía en la ciudad filistea de Timnah conquistó los
afectos de Sansón, y él decidió hacerla su esposa. La única contestación que dio a sus padre
temerosos de Dios, que trataban de disuadirle de su propósito, fue: Ésta agradó a mis ojos".
Los padres cedieron por fin a sus deseos, y la boda se efectuó.
Precisamente cuando llegaba a la edad viril, cuando debía cumplir su misión divina, el
momento en que más fiel a Dios debiera haber sido, Sansón se emparentó con los enemigos
de Israel. No se preguntó si al unirse con el objeto de su elección podría glorificar mejor a
Dios o si se estaba colocando en una posición que no le permitiría cumplir el propósito que
debía alcanzar su vida. A todos los que tratan primero de honrarle a él, Dios les ha
prometido sabiduría; pero no existe promesa para los que se obstinan en satisfacer sus
propios deseos.
En el festín de su boda Sansón se relacionó familiarmente con los que odiaban al Dios de
Israel. Quienquiera que voluntariamente entabla relaciones tales se verá en la necesidad de
amoldarse, hasta cierto grado, a los hábitos y costumbres de sus compañeros. Pasar el
tiempo así es peor que malgastarlo. Se despiertan y fomentan pensamientos, y se
pronuncian palabras, que tienden a quebrantar los baluartes de los buenos principios y a
debilitar la ciudadela del alma (Patriarcas y profetas, pp. 606, 607).
Martes 7 de agosto: La venganza de Sansón
La esposa, para obtener cuya mano Sansón había transgredido el mandamiento de Dios,
traicionó a su marido antes que hubiese terminado el banquete de bodas. Indignado por la
perfidia de ella, Sansón la abandonó momentáneamente, y regresó solo a su casa de Sora.
Cuando, después de aplacársele el enojo, volvió por su novia, la halló casada con otro. La
venganza que él se tomó al devastar todos los campos y viñedos de los filisteos, los indujo a
asesinarla, a pesar de que las amenazas de ellos le había hecho cometer el engaño que dio
principio a la dificultad. Sansón ya había dado pruebas de su fuerza maravillosa al matar
solo y sin armas a un león joven, y al dar muerte a treinta de los hombres de Ascalón. Ahora
airado por el bárbaro asesinato de su esposa, atacó a los filisteos "e hiriólos... con gran
mortandad". Y entonces, deseando encontrar un refugio seguro contra sus enemigos, se
retiró a "la cueva de la peña de Etam", en la tribu de Judá.
Fue perseguido a este sitio por una fuerza importante, y los habitantes de Judá, muy
alarmados, convinieron vilmente en entregarle... Fue conducido al campamento de sus
enemigos en medio de las demostraciones de gran regocijo que hacían éstos. Pero mientras
sus gritos despertaban los ecos de las colinas, "el espíritu de Jehová cayó sobre él". Hizo
pedazos las cuerdas fuertes y nuevas como si hubieran sido lino quemado en el fuego.
Luego, asiendo la primera arma que halló a mano y que, si bien era tan sólo una quijada de
asno, resultó más eficaz que una espada o una lanza, hirió a los filisteos hasta que huyeron
aterrorizados, dejando mil muertos en el campo.
Si los israelitas hubiesen estado dispuestos a unirse con Sansón, para llevar adelante la
victoria, habrían podido librarse entonces del poder de sus opresores. Pero se habían
desalentado y acobardado. Por pura negligencia habían dejado de hacer la obra que Dios les
había mandado realizar, en cuanto a desposeer a los paganos, y se habían unido a ellos en
sus prácticas degradantes. Toleraban su crueldad y su injusticia, siempre que no fuese
dirigida contra ellos mismos. Cuando se los colocaba bajo el yugo del opresor se sometían
mansamente a la degradación que habrían podido eludir si tan sólo hubiesen obedecido a
Dios. Aun cuando el Señor les suscitaba un libertador, con frecuencia le abandonaban y se
unían con sus enemigos (Patriarcas y profetas, pp. 607, 608).
Miércoles 8 de agosto: La triste historia continúa
...Un mal paso prepara el camino para otro. Sansón había violado el mandamiento de
Dios tomando esposa de entre los filisteos, y otra vez se aventuró a relacionarse con los que
ahora eran sus enemigos mortales, para satisfacer una pasión ilícita. Confiando en su gran
fuerza, que tanto terror infundía a los filisteos, fue osadamente a Gaza para visitar a una
ramera de aquel lugar. Los habitantes de la ciudad supieron que estaba allí y desearon
vengarse. Su enemigo se había encerrado dentro de las murallas de la más fortificada de
todas sus ciudades; estaban seguros de su presa, y sólo esperaban el amanecer para
completar su triunfo. A la media noche Sansón despertó. La voz acusadora de la conciencia
le llenaba de remordimiento, mientras recordaba que había quebrantado su voto de
nazareo. Pero no obstante su pecado, la misericordia de Dios no le había abandonado. Su
fuerza prodigiosa le sirvió una vez más para libertarse. Yendo a la puerta de la ciudad, la
arrancó de su sitio y se la llevó con sus postes y su cerrojo a la cumbre de una colina en el
camino a Hebrón.
Pero ni aun esta arriesgada escapada refrenó su mal proceder. No volvió a aventurarse
entre los filisteos, pero continuó buscando los placeres sensuales que le atraían hacia la
ruina. "Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec", a
poca distancia de donde había nacido él. Ella se llamaba Dalila, "la consumidora". El valle
de Sorec era famoso por sus viñedos; y éstos también tentaban al vacilante nazareo, quien
había hecho ya consumo de vino, quebrantando así otro vínculo que le ataba a la pureza y a
Dios. Los filisteos observaban cuidadosamente los movimientos de su enemigo, y cuando él
se envileció por esta nueva unión decidieron obtener su ruina por medio de Dalila
(Patriarcas y profetas, pp. 608, 609).
Jueves 9 de agosto: Cegado por el amor
La infatuación de Sansón parece casi increíble. Al comienzo no estaba tan dominado
como para revelar su secreto; pero había entrado deliberadamente en la red del seductor
de las almas, y sus mallas lo estaban aprisionando con cada paso que daba. Tres veces había
tenido la más clara evidencia compañera para destruirlo, pero lo consideró como bromas de
ella y ciegamente perdió toda sensación de peligro (Signs of the Times, octubre 13, 1881).
¡Cuán grande era el cambio para el que había sido juez y campeón de Israel, al verse
ahora débil, ciego, encarcelado, rebajado a los menesteres más viles! Poco a poco había
violado las condiciones de su sagrada vocación. Dios había tenido mucha paciencia con él;
pero cuando se entregó de tal manera al poder del pecado que traicionó su secreto, el
Señor se apartó de él y le abandonó. No había virtud alguna en sus cabellos largos, sino que
eran una señal de su lealtad a Dios; y cuando sacrificó ese símbolo para satisfacer su pasión,
perdió también para siempre las bendiciones que representaba.
En el sufrimiento y la humillación, mientras era juguete de los filisteos, Sansón aprendió
más que nunca antes acerca de sus debilidades; y sus aflicciones le llevaron al
arrepentimiento. A medida que el pelo crecía, le volvía gradualmente su fuerza; pero sus
enemigos, considerándole como un prisionero encadenado e impotente, no sentían
aprensión alguna.
Los filisteos atribuían su victoria a sus dioses; y regocijándose, desafiaban al Dios de
Israel... Entonces, como trofeo culminante del poder de Dagón, se hizo traer a Sansón.
Grandes gritos de regocijo saludaron su aparición. El pueblo y los príncipes se burlaron de su
condición miserable y adoraron al dios que había vencido "al destruidor de nuestra tierra"
(Patriarcas y profetas, pp. 610, 611).
La promesa de Dios de que por medio de Sansón comenzaría "a salvar a Israel de manos
de los filisteos" se cumplió; pero ¡cuán sombría y terrible es la historia de esa vida que
habría podido alabar a Dios y dar gloria a la nación! Si Sansón hubiera sido fiel a su vocación
divina, se le habría honrado y ensalzado, y el propósito de Dios se habría cumplido. Pero él
cedió a la tentación y no fue fiel a su cometido, y su misión se cumplió en la derrota, la
servidumbre y la muerte.
Físicamente, fue Sansón el hombre más fuerte de la tierra; pero en lo que respecta al
dominio de sí mismo, la integridad y la firmeza, fue uno de los más débiles. Muchos
consideran erróneamente las pasiones fuertes como equivalentes de un carácter fuerte;
pero lo cierto es que el que se deja dominar por sus pasiones es un hombre débil. La
verdadera grandeza de un hombre se mide por el poder de las emociones que él domina, y
no por las que le dominan a él (Conflicto y valor, p. 132).
En su peligro, Sansón dispuso de la misma fuente de fortaleza que tuvo José. Pudo elegir
a voluntad lo correcto o lo erróneo; pero en vez de aferrarse de la fortaleza de Dios
permitió que las indómitas pasiones de su naturaleza ejercieran un dominio pleno. Las
facultades de razonamiento se pervirtieron, se corrompió su moral. Dios había llamado a
Sansón a un cargo de aprender a gobernar mediante el aprendizaje previo de la obediencia
a las leyes de Dios. José era un ser moral libre. El bien y el mal estaban delante de él. Podía
elegir el sendero de la pureza, la santidad y la honra, o la senda de la inmoralidad y la
degradación. Eligió el camino correcto, y Dios lo aprobó. Sansón, ante tentaciones similares
que él mismo había buscado, dio rienda suelta a la pasión. Encontró que la senda en que
había entrado terminaba en vergüenza, desastre y muerte. ¡Qué contraste con la historia de
José! (Comentario bíblico adventista, t. 2, p. 1001).
Viernes 10 de agosto: Para estudiar y meditar
El hogar adventista, pp. 41-45.
Compilador: Dr. Pedro J. Martinez
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