Los privilegios del creyente, 3ª parte: Acceso, 2ª parte

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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
Los privilegios del creyente, 3ª parte: Acceso, 2ª parte
Escritura: 1 Pedro 2:5b
Código: 60-19
John MacArthur
Abramos nuestras Biblias en esta noche para nuestro tiempo en la Palabra de Dios. ¡Y qué
refrescante y qué gozo es poder compartir juntos; y poder reunirnos y regocijarnos, así como
lo hemos hecho en esta noche! Pero el centro y enfoque de nuestro ministerio juntos siempre
es la Palabra de Dios. Y por ello, nos encontramos de nuevo en 1 Pedro, capítulo 2; y
estamos viendo los versículos 4 al 10… Primera de Pedro, capítulo 2, versículos 4 al 10.
Estamos hablando de privilegios espirituales, privilegios espirituales… No deberes
espirituales, sino privilegios espirituales. Y, como le he señalado en primera de Pedro 2:4 al
10, este pasaje tan importante enlista varios privilegios espirituales. De hecho, hay tantos de
ellos que son tan profundos, tan ricos y tan amplios que estamos tomando un buen tiempo
avanzando a lo largo de esta porción de esta gran epístola.
¡Es tan maravilloso vivir en la confianza de que Dios bendice a Su Pueblo! ¿No es cierto? Que
Dios nunca deja de bendecir a Su Pueblo, que cuando somos fieles a Él, Él nos honra. Estaba
leyendo un par de semanas atrás acerca de un pastor; y este pastor estaba jugando golf con
un nuevo convertido, un nuevo cristiano. Y el nuevo convertido tenía un temperamento
terrible. Y después de haber perdido su turno en el tercer hoyo, que debería haber sido fácil
de poder hacer, comenzó a gritar: “Perdí, perdí, ¿cómo pude no atinarle?” Y empezó a
enojarse, pateó el pasto, rompió su palo, aventó los pedazos tan lejos como podía. Y
realmente fue una manifestación increíble de enojo.
Y el pastor estaba impresionado y pensó que su deber era advertirle al joven cristiano que
había consecuencias serias para ese tipo de temperamento. Y entonces le dijo: “Amigo mío,
me veo en la necesidad de decirte que lo que acabaste de hacer podría resultar en una
respuesta muy seria desde el cielo.” Él dijo: “Hay un ángel llamado Zapriel; y Zapriel azota a la
gente que tiene mal temperamento. Su misión primordial, de hecho, es buscar el peor
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arranque de enojo y azotar al responsable. Cuando Zapriel está a punto de azotar a alguien,
una bola de fuego se forma en el cielo y comienza a rodar, llega la tierra y le pega a la
persona que ha mostrado ese temperamento. Y quiero decirte, tú eres un candidato probable
de ser azotado.” Y él dijo: “Nunca he visto una manifestación tan terrible de enojo por haber
perdido un tiro.”
Bueno, el nuevo convertido escuchó con atención. Tres hoyos más tarde perdió otro y volvió a
enojarse de la misma manera: “Fallé, fallé, fallé, ¿cómo pude haber fallado?” Y usó este
nuevo palo para sacar un pedazo enorme de tierra. Y antes de que el pastor pudiera decir una
palabra, una bola de fuego comenzó a dar vueltas en el cielo, llegó a la tierra y consumió al
pastor. Y de pronto, una voz salió del cielo diciendo “Fallé, fallé, ¿cómo pude haber fallado?”
Bueno, creo que usted entiende el punto. ¿No sería algo terrible que Dios fallara cuando
estuviera tratando de bendecir y fallara cuando estaba tratando de juzgar? ¿No le da gusto
que Dios no falle? A mí sí. Realmente me da gusto.
Y eso me lleva al pensamiento que cuando Dios envía bendición, Él siempre se dirige a Su
pueblo. Él es el Dios que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo Jesús, dice Efesios 1:3. Y Gálatas 3:9 dice: “Los de la fe son
bendecidos.” Dios juzga al impío, pero Dios bendice a Sus hijos. Y Él nunca falla. Y Él nunca
se confunde acerca de qué pertenece a cada uno.
Y entonces, el gran pasaje frente nosotros es un pasaje que enlista las bendiciones que Dios
nunca falla en darle a los que le pertenecen. Pedro ha estado hablando del deber espiritual.
De hecho, desde el capítulo 1, versículo 13 hasta el capítulo 2, versículo 3 se ha concentrado
en el tema del deber del creyente hacia Dios, hacia otros e inclusive hacia su propia vida. Y
ahora, ya terminó por un tiempo con los deberes y ahora quiere hablar de los privilegios. ¡Y
qué maravilloso es hablar de nuestros privilegios espirituales! Entonces, espero que no le
moleste que pasemos un poco más de tiempo, en términos de semanas, estudiando esto
privilegios porque quiero que se hundan en la profundidad de su corazón.
Note, si es tan amable, que los privilegios se basan en la primera afirmación del versículo 4,
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cuando Pedro dice: “Acercándoos a Él.” Como puede ver, todo acerca del privilegio espiritual
depende de venir a Cristo. Todo comienza cuando usted viene a Él. Y por cierto, la indicación,
como le dije hace un par de semanas, del texto aquí es que este venir no es venir una vez,
sino una manera de vivir. Es acercarse de manera continua. Tiene un punto de comienzo,
pero realmente no tiene un punto de término. Conforme venimos a Él y continuamos en Su
presencia maravillosa, nos volvemos los beneficiarios de privilegios espirituales magníficos. Y
entonces, desde los versículos 4 al 10, no hay mandatos, no hay exhortaciones; sólo
privilegios.
Y le dije que de una manera maravillosa, Pedro toma las mismas verdades espirituales y las
reordena en diferentes privilegios. Es como un caleidoscopio espiritual en donde usted tiene
unas cuantas rocas de colores; pero cada vez que usted lo voltea, termina con un panorama
hermoso. Y entonces Pedro, bajo la inspiración del Espíritu de Dios, rota el extremo del
caleidoscopio espiritual; y cada vez que las piedras son reordenadas, vemos una imagen
nueva, colorida, magnífica de privilegio espiritual… Se presentan muchos patrones ante
nosotros.
En primer lugar, en el versículo 5, el primer privilegio espiritual es unión con nuestro Señor.
Nos acercamos a Él como “piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para
Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual…” Él es una piedra viva, nosotros somos piedras vivas. Él es el cimiento y la piedra
angular; y somos edificados sobre ello para volvernos una casa espiritual, la habitación de
Dios en el Espíritu. Y entonces, él está celebrando nuestra unión con Cristo. Estamos unidos
con Él. Somos de la misma esencia. Él es una piedra, somos una piedra. Somos parte de la
misma casa espiritual que es el lugar de morada del Espíritu Santo. Y uno de nuestros
privilegios entonces, es la unión con nuestro Señor.
El segundo privilegio, y donde estamos en este momento, comenzamos la semana pasada a
hablar de esto, es admisión o acceso al Señor. No sólo unión con Él, sino acceso a Su
presencia. ¿Cómo es posible? Observe el versículo 5, porque somos “sacerdocio santo.” Y la
semana pasada pensé que necesitaba compartirle lo que significaba ser un sacerdote. Digo,
hablamos de un sacerdocio santo y decimos que es maravilloso, pero ¿qué es lo que
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significa? Nunca he conocido a un sacerdote levítico del Antiguo Testamento, eso no es parte
de nuestra cultura, ¿cómo debo entender eso? Entonces, vimos lo que significaba un
sacerdocio santo. Y si no sé lo que es un sacerdote, entonces no sé lo que un sacerdote
santo es. Y si soy uno, quiero saber lo que soy, ¿no es cierto? ¿Usted no? Entonces,
mencionamos diez características de un sacerdote del Antiguo Testamento que son un
paralelo directo en el sacerdocio santo del nuevo pacto que disfrutamos.
En primer lugar, señalamos que un sacerdote era escogido por Dios. En segundo lugar, los
sacerdotes estaban limpiados de pecado. En tercer lugar, eran vestidos con vestimentas
especiales para el servicio. En cuarto lugar, eran ungidos. Fueron ungidos con autoridad. En
quinto lugar, eran preparados para el deber. Se acuerda de que hubo un período de tiempo
entre su función y su funcionamiento durante el cual debían prepararse espiritualmente para el
servicio. Y después, dijimos que eran llamados a la obediencia. Eso fue ilustrado, usted
recordará, cuando los dos hijos de Aarón, el primer día de su ministerio sacerdotal, ofrecieron
fuego extraño a Dios y fueron quemados. Y Dios no falló esa vez. Él nunca falla. Porque Dios
estaba diciendo que ustedes fueron llamados como un sacerdocio para obedecer;
desobedecen, es serio.
Y después, también señalamos que fueron ordenados para ser sumisos a la palabra de Dios.
Además, vimos que el sacerdocio involucraba hombres que tenían el privilegio de andar con
Dios. Caminar con Él. Y Malaquías 2, versículos 4 al 6, describe al sacerdote como alguien
que camina con Dios. Esto es que está en comunión constante con el Señor. Y después,
número 9, habían sido hechos para impactar a pecadores. Tenían un propósito evangelístico.
Y número 10, eran mensajeros del Señor, llamados a predicar y proclamar.
Y entonces, en esas 10 maneras también nosotros somos sacerdotes. Somos escogidos por
Dios desde antes de la fundación del mundo para ser de Él. Somos limpiados del pecado
mediante el milagro maravilloso de la regeneración. Somos vestidos para el servicio con la
vestimenta de la justicia de Cristo. Somos ungidos con poder por la unción del Espíritu Santo.
Somos preparados para el deber mediante dones espirituales e instrucción. Somos llamados
a la obediencia a través del ministerio del Espíritu de Dios en la santificación. Somos hechos
sumisos a la palabra. Y en ello, Dios nos concede el amor de la verdad. Y a nosotros también
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se nos ha permitido caminar en comunión con el Señor. Y se nos ha hecho tener un impacto
en los pecadores porque ‘ustedes son,’ dijo nuestro Señor, ‘la luz del mundo.’ Y nosotros
también somos los mensajeros del Señor, llamados a dar testimonio del Evangelio, a predicar
las riquezas inescrutables de Jesucristo.
Esas 10 cosas resumen la naturaleza de nuestro sacerdocio; y si usted quiere más detalle,
hay suficientes en el mensaje de la semana pasada. Esa es la naturaleza de nuestro
sacerdocio. ¡Qué privilegio tan increíble! ¡Qué función tan sagrada cumplimos! Pero esa es la
naturaleza de su sacerdocio, ¿cuál es la función? Y eso es lo que yo quiero compartir con
usted esta noche. ¿Cuál es la función de nuestro sacerdocio? Ahora que sabemos quiénes
somos como sacerdotes, un sacerdocio santo, ¿qué hacemos?
Regrese al versículo 5. Somos un sacerdocio santo y aquí está nuestra función: “Para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” ¿Ahora, cuál era la función
de un sacerdote del Antiguo Testamento? Primordialmente ofrecer ¿Qué?… Sacrificios,
primordialmente ofrecerle a Dios sacrificios. Ellos funcionaban en el templo como aquellos que
traían los animales ante Dios para ser ofrecidos como sacrificios. Cuando el Señor Jesucristo
vino, todos los sacrificios animales cesaron. Y los únicos sacrificios que permanecen, dice
Pedro, son los sacrificios espirituales; ya no hay más sacrificios animales, ya no hay más
sacrificios físicos. Únicamente sacrificios espirituales. Y el sacerdocio ya no es el sacerdocio
de la tribu de Leví a través de los lomos de Aarón, sino que es un sacerdocio espiritual, un
sacerdocio santo constituido de miembros redimidos de la Iglesia de Jesucristo.
Obviamente era verdad cuando los sacerdotes del antiguo pacto ofrecían sacrificios que eran
sacrificios que tenían que ser aceptables a Dios. El cordero que ofrecían, el animal que
ofrecían tenía que ser el mejor, sin mancha, sin mancha alguna, un cordero sin ningún
problema. Y el sacrificio tenía que ser ofrecido de tal manera que no violara ninguno de los
mandamientos de Dios. Eso fue lo que les costó la vida a los hijos de Aarón, porque no
ofrecieron un sacrificio aceptable a Dios. Nosotros entonces, como sacerdotes, subráyenlo en
su mente, tenemos un gran privilegio pero también tenemos una responsabilidad que
corresponde a ese privilegio. Y como sacerdotes, tenemos el privilegio de tener acceso a la
presencia de Dios, acceso a Su presencia; pero tenemos el privilegio maravilloso que es el
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paralelo de una responsable a muy seria en la cual ofrecemos sacrificios que son aceptables
a Dios… Deben ser aceptables a Él.
Y no todo sacrificio, no toda ofrenda es aceptable a Él. Saúl descubrió eso cuando él ofreció a
Dios los animales prohibidos que él había tomado en el botín de la victoria que había tenido. Y
Dios maldijo a su línea entera y dijo que ninguno de sus lomos jamás reinaría sobre Su
Pueblo porque ofreció un sacrificio inaceptable. Y nosotros, en este nuevo sacerdocio de
pacto, también debemos ofrecer aquello que es aceptable a Dios.
El propósito entero de nuestros sacrificios, de nuestros sacrificios espirituales, es ganar la
aprobación de Dios. Ahora, note una clave ahí en el versículo 5. Dice que deben ser
sacrificios aceptables a Dios viniendo a través de ¿quién? Jesucristo. Sólo Él es el mediador.
Él es el que nos da acceso a Dios. Él nos da el derecho de entrar y sólo cuando venimos en
Su nombre, sólo cuando venimos de manera coherente con Su voluntad, le agrada a Dios.
Se acuerda en Juan 14:13 y 14 cuando Jesús dijo ‘Yo me voy, pero no se preocupen, van a
tener acceso a Mí y todo lo que pidieren en Mi Nombre lo haré.’ ¿Se acuerda de eso? La
clave ahí es ‘todo lo que pidiereis en Mi Nombre;’ no todo lo que pidáis. ‘Todo lo que pidan en
Mi Nombre.’ ¿Qué significa eso? De manera coherente con quién Yo soy, coherente como Mi
voluntad, coherente con Mi plan, coherente con Mi Reino. Todo lo que pidan que sea
coherente con quien Yo soy y lo que Yo deseo hacer, lo haré. Y entonces, aquí encontramos
la misma idea. Toda ofrenda que ofrecemos a Dios para que sea aceptable, debe ser
coherente con la persona y la obra de Cristo. Debe encajar en Su plan. Debe conformarse con
Su diseño, como se revela en la palabra de Dios. El único sacrificio espiritual que viene a
través de Jesucristo coherente con quién es Él y coherente con Su voluntad y obra debe ser
un acto puro de sacrificio. Debe venir de un motivo puro y debe extenderse a una meta pura.
El motivo puro debe ser honrar a Dios. La meta pura debe ser honrar a Dios. Y también el
acto debe honrar a Dios.
Usted se preguntará entonces cómo puede saber si sus sacrificios espirituales realmente
honran a Dios. Muy simple. El requisito es: ¿son ellas esas cosas que se presentan en las
páginas de la palabra de Dios? Dios ha bosquejado para nosotros los sacrificios espirituales
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que debemos ofrecer. Y quiero darle una lista, para que la escriba y piense en ella y permita
que el Espíritu de Dios la aplique en su vida. Aquí están los sacrificios espirituales aceptables.
Cuando son ofrecidos a partir de un motivo puro de honrar a Cristo y una meta pura de
glorificar a Dios. Aquí están esos actos puros.
Vayamos en primer lugar a Romanos, capítulo 12. En Romanos, capítulo 12, hay dos
versículos muy conocidos. El capítulo comienza; y comienza con la sección de aplicación
práctica de esta gran epístola. Pero note la claridad con la que el sacrificio espiritual es
presentado. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,” y por cierto las
misericordia de Dios son aquellas cosas que Dios en Su misericordia ha hecho por usted y se
han registrado en los capítulos 1 al 11, entonces la frase “las misericordia de Dios” se refiere a
los 11 capítulos de la bondad de gracia y misericordia por parte de Dios hacia pecadores. Y
entonces, Pablo dice: ‘Debido a toda la misericordia de Dios hacia ti,’ debido a que… Si puedo
añadir a las palabras de Pedro… Son ahora un sacerdocio santo, el Señor quiere que
ofrezcan sacrificios espirituales; y aquí es donde comienza. “Hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional.”
Usted es un sacerdote. Usted está involucrado en servicio espiritual. Usted está involucrado
en adorar a Dios. Y comienza con la presentación de su cuerpo como un sacrificio santo y
vivo. ¿Qué quiere decir con cuerpo? Simplemente lo que dice. Todas sus facultades
humanas. Y su sacerdocio comienza cuando usted le ofrece a Él todo, toda parte de sus
facultades humanas. Su cuerpo debe incluir la mente, porque en el versículo 2 dice: “No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.” Dios quiere su cuerpo incluyendo su mente, Él quiere todas sus facultades, sus
pies, sus manos, su mente, sus ojos, su boca, sus oídos; toda facultad de su cuerpo humano,
Dios la quiere para Su gloria.
Ustedes recordarán en Romanos 6, el apóstol Pablo dijo que cuando usted estaba en pecado
antes de que fuera salvo, usted entregaba sus miembros como siervos de pecado. Eso es
exactamente lo que queremos decir aquí. La persona no regenerada cede o rinde los
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miembros de su cuerpo. Esa palabra en el griego literalmente se refiere a partes corporales
como siervos de pecado. Pero Romanos 6 dice que cuando creísteis, cuando ustedes
creyeron, se volvieron siervos de justicia. Y entonces Pablo, en el mismo capítulo, dice que no
entreguen sus miembros como siervos de injusticia, ya no… Su cuerpo, sus ojos, su boca, sus
oídos, su mente, sus manos, sus pies. Toda parte de su cuerpo debe ser dada en sacrificio a
Dios para propósitos santos.
Esa es la razón por la que Pablo dice que es una gran batalla. Pero en Primera de Corintios
9:27: “Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre.” Él clamó para tener poder sobre su
carne humana, para que pudiera presentar todas sus facultades a Dios. Usted es un
sacerdote, pero Dios no quiere un animal muerto, Dios quiere un sacrificio vivo. No uno
muerto. Ése es el contraste. Él no lo quiere a usted como sacerdote para ofrecer nada muerto,
Él quiere que usted Le ofrezca un sacrificio vivo, presentándole a Él todo lo que usted es.
La ilustración clásica seria Abraham. Abraham tomó a Isaac, como usted recordará, al monte
Moriah porque Dios le dijo que tomara a su hijo y lo matara. Y usted recordará que levantó el
cuchillo para meterlo en el corazón de Isaac y Dios lo detuvo y proveyó un cordero para el
sacrificio. Eso nos provee un contraste muy interesante. Si Abraham hubiera matado a su hijo,
Isaac habría sido un sacrificio muerto. Habría sido algo doloroso para Abraham; e Isaac
habría sido un sacrificio muerto. Pero Abraham habría hecho un sacrificio vivo porque al matar
a Isaac, habría sacrificado todas sus esperanzas, todos sus sueños, todas las promesas que
Dios le había dado a él acerca de una simiente que vendría a través de sus lomos, que sería
tan numerosa como la arena del mar y las estrellas del cielo. Él habría literalmente sacrificado
todo lo que él adoraba, todo lo que él consideraba preciado. Ése es un sacrificio viviente.
No es cuando usted ofrece algo muerto, es cuando usted ofrece todo lo que es, todo lo que
tiene, todo lo que espera ser, sus sueños, todos sus sueños, todas sus esperanzas, todas sus
aspiraciones, todas sus facultades y dice: “Señor, todo es tuyo.” Ése es el tipo de compromiso
total que un sacerdote está llamado a ofrecer.
En segundo lugar, vayamos a Hebreos, capítulo 13… Hebreos, capítulo 13. Y aquí volvemos
a encontrar la función de un sacerdote del nuevo pacto en términos de aquello que se le
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comisiona a hacer. En Hebreos, capítulo 13, versículo 15, hablando acerca de Cristo, él dice:
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto
de labios que confiesan Su nombre.” ¿No le recuerda eso lo que acabamos de leer en
Primera de Pedro 2:5? ¿Que los sacrificios espirituales que ofrecemos a Dios son ofrecidos a
través de Jesucristo? Lo mismo de nuevo, en Su nombre, de acuerdo con Su obra, de
acuerdo con Su voluntad y de acuerdo con Su persona. Entonces, aquí el escritor de Hebreos
dice: “Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza a Dios.”
¿Qué quiere decir con eso? “Es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre.” ¿No es eso
maravilloso? Él no sólo quiere todas sus facultades, sino que quiere su alabanza. Eso es una
ofrenda.
¿Entiende lo que significa alabar? Entiende lo que significa si sólo digo ‘muy bien, todo el
mundo a la cuenta de tres, alaben al Señor.’ ¿Sabría qué hacer? ¿Simplemente diría ‘Gloria a
Dios, alabemos al Señor’ o sabe qué hacer? ¿Qué significa alabar al Señor?
Bueno, permítame que le diga. Simplemente, número uno, significa recitar Sus atributos.
Típicamente, la alabanza en el antiguo pacto consistía en recitar la naturaleza gloriosa de
Dios. Recitar los atributos gloriosos de Dios. Y si es usted tiene dificultad en hacer eso, no
necesita hacer nada más que abrir su Biblia en cualquier lugar de los Salmos. “Bendice, alma
mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de
magnificencia. El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una
cortina…” Y así continúa el salmista en el Salmo 104. Recitando los atributos de Dios. Eso es
alabanza. Con un corazón que exalta a Dios. Exaltándole por Su sabiduría, exaltándole por Su
conocimiento, exaltándolo y honrándolo y respetándolo y reverenciándolo por quien Él es.
En segundo lugar, la alabanza involucra recitar Sus obras. No sólo Sus atributos sino también
Sus obras. No sólo quién es sino lo que Él ha hecho. Y si no hay otra razón más que esa para
estudiar el Antiguo Testamento, eso sería una razón suficiente, ¿no es cierto? Para que usted
pudiera conocer todo lo que Dios ha hecho. Y si recitamos la gran obra redentora de Dios, eso
es alabanza. Alabar no es sólo decir ‘Alabad a Dios, gloria a Dios, gloria Dios.’ Alaben al
Señor. Es recitar Sus atributos de una manera que lo exalta por ello, recitar Sus obras de una
manera que lo exalta por eso. En tercer lugar, decir gracias por ambos… Agradecer por
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ambos. Gracias por quien eres, gracias por lo que has hecho.
Ahora, seamos prácticos. ¿Vive usted su vida así? ¿Es usted una persona que alaba de
manera incesante y no se puede callar? ¿Usted vive casi fuera de la realidad, tan lleno de
alabanza y gratitud? Ja, ja, ja. Difícilmente. Hemos estado haciendo algo de un trabajo
interior, ¿no es cierto?, en Filipenses hablando del quejarse. Bueno, usted sabe, este es el
otro lado. Alguien que constantemente ofrece sacrificio de alabanza. ¡Oh Dios, recitando todos
tus atributos!, ¡Oh Dios, todo lo que Tú has hecho!, ¡Gracias, gracias por estas cosas! Ése es
su sacrificio espiritual.
Sabe algo, cuando usted reduce la vida cristiana, eso es todo, ¿no es cierto? Eso es todo. No
es cuántas veces usted va a la Iglesia, a cuántos acontecimientos usted asiste, cuántos CD
tiene en su casa en contraste a los seculares. A cuántos seminarios usted asistió. No,
realmente la vida espiritual se reduce a esto: ¿he entregado mi vida y cuerpo y todas mis
facultades como sacrificio vivo a Dios para hacer lo que Él quiere? ¿Todas mis esperanzas,
aspiraciones y sueños también? En segundo lugar, ¿estoy alabando de manera constante?
Alabando, alabando, alabando. Ése es el sacrificio que Él quiere.
En tercer lugar, el próximo versículo, versículo 16 de Hebreos 13. Esto es bastante simple: “Y
de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.”
Eso está aquí, ¿no es cierto? Hacer el bien… Esto significa hacer cosas buenas, hacer lo
correcto, lo opuesto de pecar. Entonces, el siguiente elemento de sacrificios espirituales es
hacer lo que está bien, lo que es justo, conducta espiritual que honre a Dios. Como puede ver,
estamos aquí en la repisa de abajo, en la parte de abajo de la vida cristiana aquí. Ser un
sacerdote espiritual significa que ofrezco todo lo que soy. Significa que alabo de manera
incesante a Dios. Y significa que hago el bien. Ése es un sacrificio espiritual.
Cuando usted hace cualquier cosa justa, cualquier palabra justa sale de su boca, cualquier
acto justo, reprender a un hermano, restaurar a un hermano, amar a alguien, ayudar a
alguien, hacer cualquier acto justo, estudiar la palabra de Dios, sentarse bajo la predicación
de la verdad preciada; cualquiera de estas cosas es un sacrificio espiritual en el nombre de
Cristo que glorifica a Dios.
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Veamos el siguiente en el versículo 16. Compartimos… Compartir. Esa es otra cosa. Ese es
otro sacrificio espiritual. No sólo hacer el bien, sino específicamente habla de la ayuda mutua.
De compartir. Eso significa dar de sus recursos de manera sacrificial para satisfacer la
necesidad de alguien más. Ese es un sacrificio espiritual. Ahora, permítame repetirlo. Dios no
quiere una ofrenda de pecado como en el Antiguo Testamento. Él no quiere una ofrenda por
la transgresión. Él no quiere una ofrenda de alimento. Él no quiere una ofrenda merecida. Él
no quiere una ofrenda de oveja. Él no quiere ninguna ofrenda física en absoluto. Lo que Él
quiere es un sacrificio espiritual; y el sacrificio espiritual es mi cuerpo, mi mente y todo lo que
soy, alabanza, obras justas y generosidad, compartir de manera generosa. Observe al final
del versículo 16: “Porque de tales sacrificios…” ¿Qué?… “Se agrada Dios.”
Como puede ver, aquí la vida cristiana llega al fondo. ¿Me permite darle otra ilustración de
esto? Observe Filipenses y vamos a ver aquí un adelanto de dónde estaremos en unos
cuantos meses, Filipenses 4, versículo 10. Pablo es un prisionero en Roma. Los filipenses que
lo aman profundamente le han enviado algo de dinero. Y él está muy agradecido por su
ofrenda y expresa por qué. ¿Sería tan amable de notar esto en Filipenses 4:10?“En gran
manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual
también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.” Él dijo ‘bueno, ustedes siempre
estuvieron tan preocupados, pero realmente lo revivieron. Tuvieron la oportunidad y han sido
tan generosos.’ Y ahí se refiere al dinero que recibió. El dinero que le trajeron por arte de la
Iglesia filipense. Y luego dicen en el versículo 11: “No lo digo porque tenga escasez, pues he
aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” No es que el realmente
necesitaba su ofrenda. No porque tenía escasez. “Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener
hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece.”
¿Ven lo que está diciendo? Es algo interesante. Él dice ‘gracias por su ofrenda, gracias por la
expresión de amabilidad, gracias por su preocupación. Sólo quiero que sepan que no lo
quería, no lo necesitaba y no lo busqué. Porque puedo enfrentar toda la adversidad que venga
a mi vida como también la prosperidad.’ Pero luego dicen el versículo 14, escuche esto: “Sin
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embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación.” Ustedes hicieron algo bueno
porque compartieron, participaron. Realmente él punto no es si estaba o no desesperado; es
su participación, su compartir lo que fue algo tan bueno. Y después, en el versículo 15 dice: “Y
sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del Evangelio,
cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino
vosotros solos.” ¡Eso es tan triste! ¿Sabe una cosa?, ¡este hombre tuvo un fin tan triste en su
vida! Nadie vino a su defensa cuando él fue juzgado. Nadie le envió dinero para satisfacer sus
necesidades. Él dijo que todos en Asia lo habían desamparado, que sólo tenía una persona
que les podía enviar y que le ama y que les iba a mostrar su andar en el Señor; y ese era
Timoteo. Todos los demás lo habían abandonado. Demas lo abandonó habiendo amado este
mundo presente. Un fin triste, muy triste en su vida.
Nadie le envió nada, solo ellos. “Ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir,
sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis
necesidades.” Luego lo repite. “No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde
en vuestra cuenta.” ¿Escuchó eso? Él dice ‘¿saben por qué es tan bueno que me dieron?
¿Saben por qué es tan bueno que dieron? Por la manera en la que va a beneficiar su propia
vida espiritual.’ ¿Por qué? Porque Dios bendice al generoso. ¡Estoy tan contento! No porque
lo quiero; estoy tan contento porque dieron; y por lo tanto se colocan en el lugar de ser
bendecidos por Dios. Y él lo vuelve a decir en el versículo 18: “Pero todo lo he recibido, y
tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor
fragante,” escuchen, ¿qué cosa? “sacrificio acepto, agradable a Dios.” Y eso es en lo que se
quiere concentrar. Él les dice: ‘¿saben lo que es tan maravilloso de su ofrenda? Fue un
sacrificio aceptable, agradable a Dios.’ Ahí hay una ilustración clásica del sacrificio de
compartir, del sacrificio de generosidad, del sacrificio de dar.
Usted dice ‘sí, pero cuando ellos dan ¿quién va a satisfacer su necesidad?” Versículo 19: “Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a…” ¿qué? “… Sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús.” Pablo es un hombre contento porque estos queridos filipenses eran el amor de
su corazón. Y le voy a decir algo en este momento, nada hace que el pastor esté más gozoso,
nada lo hace estar más satisfecho que ver a su amada Iglesia ofreciendo sacrificios
espirituales aceptables a Dios, funcionando como un sacerdocio santo; y por lo tanto entrando
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al lugar de bendición.
¿Qué son los sacrificios espirituales? Me ofrezco a mí mismo. Ofrezco mi alabanza. Ofrezco
mis buenas obras. Y comparto y doy con generosidad.
¿Sería tan amable de acompañarme por un momento a Romanos 15:16? Romanos 15:16,
Pablo dice, en el versículo 16, que él era un ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ¿ve eso al
principio del versículo? Él dice: “Yo soy ministro de Jesucristo a los gentiles,” y dice, escuche
esto, escuche la siguiente frase: “Ministrando el Evangelio de Dios, para que los gentiles Le
sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.” Observe: “ministrando,” aquí la
idea es de ministrar como un sacerdote el Evangelio de Dios para que los gentiles le sean
ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. ¡Eso es maravilloso!
¿Sabe lo que está diciendo aquí? Simplemente tremendo. Él dice: “Yo soy un sacerdote y
¿sabe lo que le estoy ofreciendo a Dios? Las almas de aquellos a quienes he tenido el
privilegio de guiar a Cristo.” ¿Le ha dado usted a Dios ese tipo de ofrenda? ¿Ha tenido el
privilegio de llevar a un amigo, un vecino, un compañero de estudio, un familiar y ha dicho:
“Señor Jesús, éste es mi sacrificio, esta persona que vino a Cristo porque fui fiel en estar
disponible para ser el instrumento que Tú pudieras usar”?
¿Cuáles son nuestros sacrificios espirituales? Nuestra vida entera, alabanza, buenas obras,
compartir, generosidad y las almas de gente redimida; ése es un sacrificio espiritual. ¿Cuándo
fue la última vez que usted levantó un alma al Señor y dijo ‘yo te ofrezco este alma como un
sacrificio agradable a Ti’? Quizás ese es el epítome.
Efesios 5, versículos 2… Efesios 5, versículos 2 dice: “Andad en amor, como también Cristo
nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
¿Sabe cuál es el mensaje aquí? El amor de Cristo que resultó en Su sacrificio fue un sacrificio
aceptable a Dios. El amor de Cristo que resultó en Su muerte fue un sacrificio aceptable.
¿Cuál es el paralelo? Su amor demostrado en su humildad abnegada es un sacrificio
agradable a Dios. Entonces, añada esto: amor. El amor sacrificial de unos a otros es
agradable a Dios… es agradable a Dios.
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¿Y se está dando cuenta de que estas cosas son simplemente cosas elementales en la vida
cristiana? Es cierto. Porque nuestra vida su sacerdocio. Permítame darle uno más.
Apocalipsis 8:3… Apocalipsis 8:3. Y aquí dice: “Otro ángel vino entonces y se paró ante el
altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de
todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel
subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.” Nuestro
último elemento es ¿qué? Oración. Ése es un sacrificio espiritual a Dios.
Comienzo cuando ofrezco todo lo que soy, mi cuerpo entero, mente; todo lo que soy.
Sacrificio espiritual de alabanza debe seguir. Después, un sacrificio espiritual de hacer el bien.
Y después, un sacrificio espiritual de compartir y dar de manera generosa. Después, el
sacrificio espiritual de almas ganadas al Salvador. Y después, el sacrificio espiritual de amor,
de un servicio amoroso abnegado, humilde hacia otros. Y finalmente, el sacrificio espiritual de
adoración. Eso también es el aroma, el olor fragante en la nariz de Dios.
Amados, somos un sacerdocio. Y como un sacerdocio, tenemos el privilegio de ofrecer
sacrificios espirituales. Permítame decirle esto: la única razón por la que la iglesia existe en
este contexto, escuche con atención, la única razón porque la que la Iglesia existe es para
estimular su función sacerdotal. La Iglesia no es el fin en sí misma. Si lo único que hace es ir y
venir, no es eso. A menos de que usted salga de este lugar para ofrecer sacrificios
espirituales, hemos fracasado y usted ha fracasado al no responder.
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