Cúchares

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T o d o quedó ei i silencio, l 'n a s go la s grand es v ca-
irreal, tumultuoso \ subterráneo, se agitaba turbulento
lientes comenzaron a caer, v una brisa sufocante hizo
cual intensa pleamar, bailando frenéticas danzas, c u m -
balancear las ropas «pie colgaban «le algu nas ventanas
pliendo ritos milenarios v acatand o consignas cuyos
la plazuela. C uando el lloro de algún niño desvelado
orígenes se perdían en el polvo remoto de los primeros
<h
>e apoderó del silencio de aquella media noche. A rtad i,
desbordándose a un mundo m ejor, e x c la m ó :
Rentería, que se había lanzado de bruces a la estela
¡ A h o r ita , (¡ringo, v á m o n o s !...
\
tiem pos...
del P rogreso y del M a q um ism o , m ostraba sus fuertes
salieron a todo correr, sin sentir la dura pen -
espaldas a todas estas cosas, d e ja n d o a un lado del
diente de la calle bajo los pies. C uando rebasaron el
camino aquello que fué fuerte levad u ra en épocas de
C on ven to de la
paz y de sosiego. A h o g a d o s los renterianos en el p r o -
A gustin as, se detuvieron, extenu ad os
y sin aliento.
s a 1 nio v u lg ar de lo^ tiempos modernos, ya no miraban
E scu cha -le pregu ntó l :.l am ericano a su perro
:
¿ C u á n t o s vasos de sidra me he bebido donde C ataliñ ?
(irr ig o gru ñ ó alegremente.
a' cielo más que a través del ánima de sus chimeneas
fabriles, alzándose de hombros, sonrientes, si se les
hablaba de trasgos, son/niñas y fantasmas.
Y a a cam po descubierto y cerca del caserío. A rta d i
P o r eso no era de e x tr a ñ a r que la representación
local en el
m iró a lo lejos, en todas direcciones.
Z a g a r ra m u rd i
inquietante, en noche tan
— ¡ M i r a , m ira ! ¿ Q u é es e so ? ...
señalada, fueran aquellas tres cocham brosas y apoli-
U n a s hogueras lejanas, disem inadas por los montes
lladas b ru ja s vinculadas a cierto destartalado desván
vecinos, se perdían en la noche espesa como si fueran
de la C alle de A r rib a , y que en la actualidad, asm áticas
luciérnagas. En San M a r c o s tres, en Jaizquibel cuatro,
v carga d as de ácido úrico, ni a los niños con lom brices
en O y a r z u n una. dos, tres...
sabían hacer llorar.
U n surtidos de lejanos recuerdos brotaba en la mente
Solam ente A r ta d i. campeón de un va lo r im aginario
de A rta d i. Instantáneamente repagaba aquellas narra-
y eterno m ix tific a d o r , que fallaba del pueblo diecisiete
ciones de su abuela, cuando de niño le oía asustado en
años y no había asistido a su evolución, supo toparse
la antañona cocina, aquellas cosas de sorguiñas, lam ias
con ellas.
v del baso-jaun ; aquellos seres trem endos que tantas
En la sidrería de la calle de la M a gd a len a no hizo
alusión nin guna a aquel mal paso, si bien se echó de
veces le quitaban el sueño.
¡ V ís p e r a de San Juan! ¡ N o c h e de sábado! ¡S o lstic io
ver en seguida e inexplicablemente, que aquellas heroicas empre as allende el Atlán tico, iban adaptán dose a
de v e r a n o ! ...
E ra la noche del m agn o aquelarre a n u a l : la noche
un diapasón m u cho m ás bajo.
de la orgía frenética, en la cual, b ajo el m andato de
¡ M enos mal que Cataliñ, A r r ó s p id e el vizcaíno v los
tria llamada desconocida y superior, se daban cita en
contum aces juga d ores de mús de la fresca bodega, no
el
habían estado allí, pegados a la m adera carcom ida del
Z u g a r r a n u m li
n av arro
todos
los
seres
turbios y
ruinoso p o r t a l !...
m olos de la región.
En
el
interior de la
sombría cav erna
un mundo
"CUCHARES"
Entre
gritos,
v o ce s
alguna
im provisada
ranga,
suena
el
\
cha
c la rín :
empieza el nerviosismo y
hace su salida a la plaza
el prim er novillo embolado. con las carreras, sustos
y estacazos consabidos.
El pasado año tuvieron
campo donde lucir sus f a cultades los aficion ad o s al
a rle de “ (Vichares” .
S igu e
afición
en
de
aum ento
la
la
localidad.
Pero los bichejos de Lastur
suelen
saber
latín...
para desgracia del a ficioíado renteriano...
Santi
EN
di:
OAKSO.
R E N T E R IA
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