La representación y lo irrepresentable en la teoría y la prácti

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Lo representable y lo irrepresentable
Algunas ideas generales1
* Norberto Marucco
INTRODUCCIÓN DESDE LA METAPSICOLOGÍA1
El concepto de representación que proviene de la filosofía de la conciencia
debe transitar un trabajo de reacomodación epistemológica para poder incluirse como concepto psicoanalítico. Se hace imprescindible, entonces, redefinir los términos de “representación” y de “lo irrepresentable” desde la
perspectiva psicoanalítica; esto es, delimitar su estatuto dentro de la metapsicología que constituye el fundamento teórico propio del psicoanálisis.
De ahí la importancia de resguardar la metapsicología y poder revisitarla,
como lo ha hecho Green en toda su obra y particularmente en su significativo libro La metapsicología revisitada (1996).
En el plano del psicoanálisis la representación es concebida, por una
parte, en virtud de una conceptualización del aparato psíquico cuyo funcionamiento está sustentado especialmente, aunque no únicamente, en la
noción de inconsciente (con la consiguiente división del sujeto descentrado
del plano de la conciencia). Resulta fundamental retomar dos elementos de
la conceptualización filosófica para replantear la problemática de la representación: la idea de que la misma está en relación con el conocimiento de
las cosas del mundo y la vinculación que se establece entre ésta y las percepciones, tanto presentes como pasadas, que de alguna manera hacen marcas en el psiquismo. Por otra parte, aunque considero que las teorizaciones
psicoanalíticas vinculan la representación a la memoria, las mismas hacen
mayor hincapié en la estrecha relación de dicho concepto con un aparato
psíquico movido por el deseo y su raigambre pulsional que hunde sus raíces en el inconsciente.
Recordemos que Freud (1915) sostiene que en su “naturaleza real”, tanto
las cosas del mundo externo como las del mundo interno son incognosci*
1
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Sigo en este apartado ideas que Fanny Schkolnik desarrolló en su trabajo “Representación, significación y sublimación” (1998/99).
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Norberto Marucco
bles. Es decir, que se conocen en base a la forma en que se representan en
cada sujeto, con las inevitables marcas que impone, además, lo pulsional por
un lado y lo cultural por el otro.
Un punto importante de señalar es que los diversos autores psicoanalíticos no han logrado conformar una única definición del concepto de representación. Por ejemplo, en una de las teorizaciones más actuales fue
sustituida por la noción de “significante”. Sin embargo, a mi criterio, esta
sustitución tomada de la lingüística parecería no terminar de resolver las
cosas, ya que de este modo el tema queda sujeto a los más diversos malos
entendidos. De cualquier forma, independientemente de que se utilice o
no el termino “significante”, es necesario resaltar los aportes de algunos
autores franceses que han trabajado estas líneas de investigación y que han
contribuido a profundizar en la comprensión y caracterización de esas primeras inscripciones que se dan en el psiquismo con anterioridad al acceso
al lenguaje. En esta cuestión es justo reconocer el concepto de “alucinación primaria”, como un primer acercamiento a la teoría de la representación en Green. Así como también aportes como los de Rosolato (1984) que
habla de “significantes de demarcación”, para dar cuenta de las marcas que
quedan en la memoria de las impresiones, sensaciones o experiencias que,
por responder a una época previa a la adquisición del lenguaje, o por su intensidad excesiva, no pueden ser puestas en palabra.
De lo anterior se desprende que, a pesar de las complejidades que nos
plantea el uso del concepto de representación, no hay un sustituto mejor, y
que aventaja a otros en el peso metapsicológico adquirido por el hecho de
pertenecer a los orígenes de la teorización freudiana, y de haber acompañado durante todos estos años los distintos desarrollos teóricos de diferentes autores psicoanalíticos.
Una nueva dimensión surge al admitir que algo se inscribe en el psiquismo a partir de los primeros contactos con el otro, aunque esas marcas
no queden vinculadas a la palabra. En este punto es importante citar a Laplanche (1996), con su idea de “la prioridad del otro en la inscripción de lo
psíquico”, a Green (1996) con el concepto de “representante representativo de la pulsión”, y a todos los autores que han desarrollado el concepto
de trauma temprano como una forma de inscripción de aquello que no puede
ser representado. De acuerdo entonces a esta complejización del concepto
de representación psíquica, para el psicoanálisis existen distintos tipos de
inscripciones. Éstas a su vez podrán estar o no disponibles para la resignificación necesaria para su procesamiento en el psiquismo.
Si bien la práctica clínica muchas veces sugiere pensar en “lo no representado”, hablar de “lo irrepresentable” implicaría concebir que algunas de
las impresiones provenientes de la relación con el mundo y, en particular,
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con ese otro a partir del cual se ha fundado y estructurado el psiquismo,
podrían no resultar pasibles de inscripción psíquica alguna.
Es importante destacar aquello que Green sugiere en La metapsicología
revisitada acerca de que la noción de irrepresentable debería reservarse para
lo que no puede inscribirse como representante psíquico de la pulsión, y en
consecuencia, en virtud de esa carencia no tiene la posibilidad de ingresar
a una cadena de representaciones gobernada por el decir inconsciente. Lo
que no puede convertirse en psíquico daría lugar a un excedente de energía que busca necesariamente descargarse. Estas descargas en el cuerpo, en
el acto, y también en el polo perceptivo (alucinatorio), mostrarían cadenas
de lo irrepresentable que pasan a ocupar distintas entidades nosológicas: lo
psicosomático, la misma somatosis, las patologías del acto, criminales e incluso las patologías que tienen que ver trastornos psicóticos.
En aquellos casos en que no se llega a la representación lo que está en
juego es uno de los modos de funcionamiento que tiene la pulsión de muerte,
que ha sido descripto por Green (2010) como “función desobjetalizante”,
cuyos efectos no sólo comprometen la relación con el objeto, sino también
todos los sustitutos de éste, como puede ser el propio Yo o la acción misma
de la investidura. Se trata acá de otro concepto greeniano que, como el de
“narcisismo negativo”, afecta al proceso de objetalización que, en lugar de
orientar las investiduras del Yo hacia la tendencia a la unidad, las orienta a
la búsqueda del cero, disociándose así la estructura de la destructividad, de
la agresividad erótica. Otros autores psicoanalíticos, como Cesar y Sara
Botella (1997) y yo mismo (2005), hemos aportado una referencia a lo irrepresentable remitiéndonos al concepto de trauma. Sostengo que lo traumático no representado no provendría sólo de la intensidad de las percepciones, sino de la incapacidad de transformar una vivencia en algo psíquico.
Esas vivencias han quedado como parte de lo que Freud denomina como
“lo soterrado”. Tienen que ver con la inscripción (no la representación) de
las primeras huellas, previas al lenguaje, que están localizadas “en alguna
parte y de algún modo”, y a las cuales solo es, al decir de Freud en “Construcciones en el análisis” (1937), una “cuestión de técnica” poder acceder.
ABORDAJE CLÍNICO: IDEAS ACERCA DE LO REPRESENTABLE ,
LO NO REPRESENTADO Y LO IRREPRESENTABLE
Concibo el psiquismo humano como una compleja estructura en la que coexisten distintos modos de funcionamiento psíquico a los que he denominado “zonas psíquicas”. Las mismas se expresan a través de diversas formas
de repetición determinando la aparición de distintos tipos de angustia. Es
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importante diferenciar dentro de estas “zonas psíquicas” lo vinculado a: 1)
lo representable, 2) a lo no representable, y 3) a lo irrepresentable.
Al campo de la representación pertenecen las “repeticiones representativas”, que serían aquellas vinculadas al complejo de Edipo. En otras palabras serían distintos tipos de repetición de las configuraciones edípicas a través de un motor que es la compulsión a la repetición erótica. La angustia
que comanda esta zona es fundamentalmente la angustia vinculada a la castración. El trabajo analítico, para develar este sistema representativo, se
apoya en la asociación libre, la atención flotante y la interpretación.
El campo de lo no representado aludiría a la zona narcisista que comprende aquellas estructuras vinculadas a la relación con el otro semejante y
con el ideal. Frente a la emergencia del trauma de desamor el niño habría
creado ante sí un ideal al cual consagrar el amor que antes le era consagrado
por el objeto. Esta construcción (estructura idealizada) constituiría la “marca”
de algo que no es representable. Lo que se repite, que expresaría una especie
de “solución narcisista”, es el trauma, el instante traumático previo que se
instala como una realidad actual, repetitiva, que “eterniza” aquel mítico momento del desaire, para mantener de algún modo encendida la ilusión de un
pasado idealizado. Un territorio intermedio entre lo representable y lo irrepresentable será el que ocupa aquello que sí se repite.
Aquí la interpretación transferencial, junto con la construcción conjetural de la historia olvidada y reprimida de aquel niño mítico (recuerdos encubridores), serán necesarias para conjurar esta repetición “casi no representada”.
Por efecto del “trauma psíquico/pre-psíquico” (Roussillon, 1995), de esas
huellas mnémicas, “vivencias del tiempo primordial” (Freud, 1920), que
escapan a toda posible significación, por su incapacidad de ligadura con el
proceso secundario, he denominado a dichas huellas “ingobernables” (Marucco, 1999), huellas que, manifestándose como repeticiones no representables e irrepresentables bloquean el acceso terapéutico. Pero esas repeticiones compulsivas reclaman alguna posibilidad de ligadura para aquello
que se produjo antes del advenimiento del lenguaje. No hubo “tiempos”,
ni psiquismo suficientemente estructurado, para que “lo traumático” pudiera ser contenido por la representación e incluido en las regulaciones del
principio del placer y así entrar en los derroteros representativos que lo hicieran más accesible al trabajo analítico.
Para abordar lo irrepresentable, voy a remitirme al concepto-metáfora
que he elaborado sobre el embrión de la pulsión (Marucco, 2007) que nos
aproxima a esa particular zona psíquica constituida antes de la aparición
del lenguaje. Este término metafórico intenta definir los momentos originarios del psiquismo donde la pulsión, sin llegar a la representación, tiende
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básicamente a la descarga en el acto o en el cuerpo. Momento del psiquismo,
al decir de Green (2001), donde la pulsión es máximo de potencia en acto
y mínimo de significación. Además, este concepto de “embrión pulsional”
permite ubicar precisamente la constitución de lo psíquico cercano al concepto de implantación, tanto desde el cuerpo como desde el otro (Laplanche, 1989). Estamos lejos del inconciente reprimido y, por otro lado, muy
cerca del caldero del ello tan reivindicado por el pensamiento de Green.
Considero entonces que esta zona psíquica donde se expresa la repetición
en acto no habilitaría a pensar en un “otro inconciente” más cercano a lo
pulsional, que es el que contendría eso que en Construcciones en el análisis
Freud designa como “lo soterrado” o Verschüttet.
Encuentro que lo soterrado, o lo irrepresentable estaría en Freud cercano al concepto al que he aludido de manera metafórica como “embrión
pulsional”. Esto tiene, a mí entender, dos caminos y, en el mejor de los casos,
una opción. Los dos primeros: el pasaje al acto y/o soma. La opción, que es
en realidad una transacción, estaría en la posibilidad de que ese embrión
pulsional pudiera alcanzar al deseo y, enmascarado en él, manifestarse como
síntoma. Frente a esto el camino que el análisis abre como nuevo para el
sujeto es la creación, en el encuentro con otro (analista), de nuevas representaciones implicadas en la dimensión del deseo. En otras palabras, se trataría de la posibilidad que ofrece el análisis de incluir la repetición de lo soterrado en lo reprimido del inconsciente por vía, seguramente, de la
capacidad de ensoñación del analista.
Por ejemplo, los aportes de Green (1990) sobre la relación intrusión/ausencia del objeto nos acercan, en el marco de la presencia-ausencia del setting analítico, a la posibilidad de invertir los términos de ese máximo de
potencia y mínimo de significación con que define al acto pulsional, produciendo el aumento de esta última; o sea, de la significación, y la consecuente disminución de la primera (o sea de la potencia en acto).
De esta manera, intento sumar mis aproximaciones a eso irrepresentable que, de no encontrar significación, quedará preso de la compulsión repetitiva mortífera encubierta y expresada por el destino y también del asesinato del tiempo enfatizado por Green.
Para finalizar, considero que el psicoanálisis contemporáneo enfrenta el
desafío que presentan tres clases de repetición: la representativa (edípica),
la de aquello no representado (narcisista) que puede adquirir representación, y la de lo así llamado irrepresentable (huellas mnémicas ingobernables que a veces se disfrazan como destino). Frente a esta última repetición
varían, a su vez, las posiciones del analista, que oscilan entre considerar las
“neurosis del destino” como límite, o bien como posibilidad de ampliar nuevamente las condiciones de analizabilidad.
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Norberto Marucco
RESUMEN
El esquema general del trabajo supone relación de manera insistente algunos de los desarrollos de este trabajo con aportes de André Green. El trabajo propone realizar una redefinición
de los conceptos de “representación” y de “lo irrepresentable” con la finalidad de reacomodarlos dentro de la teoría y la técnica psicoanalítica. Se emprende entonces un recorrido que
atraviesa los aportes más relevantes que han sido introducidos por los autores psicoanalíticos,
para concluir con las concepciones propias del autor acerca de estos conceptos. Se establece
una distinción entre aquello representable, ligado a al inconsciente reprimido, sexual y significante, lo no representable vinculado al narcisismo, su estructura idealizadora y lo irrepresentable en relación a la pulsión de muerte, a la compulsión repetitiva de más allá del principio de placer y a las llamadas por el autor “huelas mnémicas ingobernables”. Se ven al mismo
tiempo las modificaciones técnicas que subyacen a estos desarrollos.
DESCRIPTORES: REPRESENTACIÓN / LO IRREPRESENTABLE / DESOBJETIVIZACIÓN /
TRAUMA / REPETICIÓN.
SUMMARY
The representable and the non-representable.
Some general ideas
The general schema of this article assumes an insistent relation between some points of its
discussion and contributions by André Green. The author proposes to redefine the concepts
of ‘representation’ and the ‘non-representable’ with the aim of re-situating them in psychoanalytic theory and technique. A review goes through the most relevant contributions
introduced by psychoanalytic authors and concludes with the author’s own conceptions of
these concepts. He makes a distinction between what is representable, related to the repressed, sexual and signifying unconscious, the non-representable, linked to narcissism and
its idealizing structure, and the unrepresentable, in relation to the death drive, to repetition
compulsion beyond the pleasure principle and what the author calls “ungovernable mnemic traces.” He also examines the technical modifications subjacent to these postulations.
KEYWORDS: REPRESENTATION / THE UNREPRESENTABLE / DE-OBJECTALIZATION /
TRAUMA / REPETITION.
RESUMO
O representável e o irrepresentável. Algumas ideias gerais
O esquema geral deste trabalho está intimamente ligado com algumas contribuições de André
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Green. Com este trabalho nos propomos a realizar uma redefinição dos conceitos de “representação” e do “irrepresentável”, com a finalidade de reacomodá-los dentro da teoria e
da técnica psicanalítica. Empreende-se, então, um percorrido que perpassa as colaborações
mais relevantes introduzidas pelos autores psicanalíticos, para concluir com as próprias concepções do autor sobre estes conceitos. Estabelece-se uma diferença entre aquilo que é representável, ligado ao inconsciente reprimido, sexual e significante e o não-representável vinculado ao narcisismo, sua estrutura idealizadora e o irrepresentável em relação à pulsão de
morte, à compulsão repetitiva que vai além do princípio do prazer e as denominadas pelo
autor, “marcas mnêmicas ingovernáveis”. Ao mesmo tempo se percebem as modificações
técnicas que subjazem estes desenvolvimentos.
PALAVRAS
CHAVE: REPRESENTAÇÃO /O IRREPRESENTÁVEL / DESOBJETALIZAÇÃO /
TRAUMA / REPETIÇÃO.
Bibliografía
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Freud, S. (1915). Lo inconsciente, en Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, vol.
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Green, A. (1990). De locuras privadas. Buenos Aires, Amorrortu
—— (1996). La metapsicología revisitada. Buenos Aires, EUDEBA
—— (2001). El tiempo fragmentado. Buenos Aires, Amorrortu.
—— (2010). El pensamiento clínico. Buenos Aires, Amorrortu.
Laplanche, J. (1989). Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. Buenos Aires, Amorrortu.
—— (1996). La prioridad del otro en psicoanálisis. Buenos Aires, Amorrortu.
Marucco, N. (1999). Cura analítica y transferencia. Buenos Aires, Amorrortu.
—— (2005). Actualización del concepto de trauma en la clínica psicoanalítica, Rev.
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Rosolato, G. (1984). Destin du signifiant. Nouvelle Revue de Psychanalyse, 30
Roussillon, R. (1995). Paradojas y situaciones fronterizas del psicoanálisis. Buenos Aires:
Amorrortu editores.
Schkolnik, F. (1998). Representación, resignificación y simbolización. Rev. de Psicoanálisis, 6, 301 – 326.
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