De este a oeste: luchas entre periferia y centro en Sudán

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ANÁLISIS
RAFAEL ORTEGA RODRIGO
De este a oeste: luchas entre
periferia y centro en Sudán
ras la firma del acuerdo de paz entre el régimen, controlado por el islamista Congreso Nacional (CN), y el principal movimiento guerrillero de las
provincias del sur, el Movimiento Popular de Liberación de Sudán (MPLS),
completado en enero de 2005 en Nairobi, se ha comenzado a construir una nueva
identidad sudanesa basada en el reparto de la riqueza, de la autoridad y de la seguridad, entre los dos actores mencionados. Sin embargo, el acuerdo de paz es un
acuerdo bilateral que ha dejado al margen tanto a la mayor parte de los partidos
políticos de oposición en el norte, como a numerosas facciones armadas todavía
activas en el sur, así como a fuerzas políticas representativas de intereses regionales
que han visto que la única manera de conseguir una participación en el poder y en
los beneficios generados en sus zonas es presionar militarmente sobre el gobierno
central, alentados por el ejemplo de la guerra entre el régimen y el MPLS. No fue
casual, pues, que una vez comenzado el proceso de paz entre Jartum y la guerrilla
del sur, a partir de 2002, estallaran al mismo tiempo conflictos armados en otras
zonas, principalmente en la región occidental de Darfur, formada por los estados
federados de Darfur Norte, Darfur Sur y Darfur Occidental, y en la región oriental
formada por los estados de Mar Rojo, Kassala y Qadaref, síntoma igualmente del
fracaso del sistema federal que pretendió poner en marcha el régimen islamista tras
su llegada al poder en 1989.
T
Pero los levantamientos armados en estas dos zonas no se deben únicamente a
estos factores. En ambos casos, el enfrentamiento, en un principio político, respondía igualmente a un excesivo predominio de los árabes del centro y norte del país
que han monopolizado el poder y la riqueza desde la independencia en 1956 en
detrimento del resto de la población del país, lo cual implicaba la marginación de
las regiones; 1 así como a la actitud de los sucesivos gobiernos centrales que durante
décadas ignoraron las reivindicaciones políticas de esas fuerzas regionales o incluso
las reprimieron. Los conflictos tribales «tradicionales», especialmente en Darfur, la
inestabilidad y las crisis sufridas por los países vecinos, especialmente Chad, Libia y
Eritrea, que han polarizado algunos componentes tribales y étnicos en Darfur, dada
la mezcla tribal, y a la vez han introducido armamento en la zona, 2 y el activismo
Rafael Ortega Rodrigo, Universidad de Granada.
7
análisis
de los partidos en la región, que involucró a las tribus en las luchas políticas, 3 han
contribuido, durante décadas, a complicar más la situación. Además, no conviene
olvidar el descubrimiento de nuevas riquezas en la región de Darfur. De hecho, una
de las reivindicaciones es el reparto equitativo de la riqueza y más si se tiene en
cuenta que en 2001 se descubrieron grandes yacimientos de petróleo y que empresas malayas, chinas e indias, que ya trabajan con el petróleo extraído en las provincias del sur, han pactado con el gobierno central para comenzar la extracción de petróleo en la región occidental, zona rica también en cobre, uranio y acuíferos. 4
■ Darfur: de lucha política a crisis humanitaria
En Darfur han confluido diversos conflictos de diferente naturaleza –tribal, centro-periferia, escenario de competición entre partidos e implicación de países vecinos– que han contribuido a agigantar la crisis interna y convertirla en una crisis humanitaria, que a menudo se ha reflejado en los medios de comunicación como una
cuestión de «limpieza étnica» 5 o una lucha de «todos contra todos». Sin embargo,
el conflicto de Darfur era en un principio un conflicto político trasformado en militar debido en gran parte a la postura del gobierno central que, eufórico por el
acuerdo de paz con el sur, desatendía las reivindicaciones de la zona y minimizaba
la movilización que en ella tenía lugar, insistiendo únicamente en los aspectos de la
crisis relacionados con el «bandidaje» y con las «luchas tribales». 6
Darfur, la mayor provincia de Sudán, con una extensión de unos 510.000 km2,
algo más que España, una población estimada en unos 6 millones, de un total de
36,663 millones, y de una gran complejidad tribal, debe su nombre al grupo étnico
mayoritario en la zona, los Fur, «africano» y sedentario, aunque mayoritariamente
arabizado a partir del siglo XVII a raíz de la fundación del sultanato de los Fur 7 en
1650, que aun bajo la dominación turco-egipcia conservaría una cierta independencia hasta 1916, tras la invasión británica de 1898.
La región, totalmente islamizada, 8 también tuvo un papel principal en la revuelta
de al-Mahdi de finales del siglo XIX y en la creación del subsiguiente Estado de la
Mahdiyya. Es más, los Fur fueron el apoyo fundamental de esta revuelta y del Estado de al-Mahdi que mantuvo unas relaciones muy tensas con los habitantes del
centro del país. Estos elementos hay que tenerlos en cuenta al analizar lo que ocurre hoy en día en Sudán, ya que el sultanato creó una cierta conciencia de independencia del poder central y acentuó el sentimiento de que el régimen central explotaba las riquezas de la región y le marginaba de las instituciones.
Tradicionalmente, Darfur era una zona aliada del partido al-Umma, ya que la
mayoría de los habitantes pertenecían a la cofradía sufí al-Ansar/Mahdiyya. Pero a
8
mediados de los setenta, tanto el Partido Comunista como el movimiento islamista
comenzaron a difundir su ideario en la región. El movimiento islamista, partido moderno frente a los partidos tradicionales, se difundió especialmente entre los jóvenes e instruidos, y prueba de ello es que consiguió tres parlamentarios islamistas de
Darfur en las elecciones de 1986, en las que el Frente Islámico Nacional (FIN) fue
la gran sorpresa situándose como tercera fuerza política del país al obtener 51 escaños, el 18,47% de los votos, a muy poca diferencia de la segunda fuerza política, el
Unionista Democrático.
Entre la celebración de las elecciones de 1986 y el golpe de Estado de 1989, el
movimiento islamista utilizó Darfur como mecanismo de presión sobre el gobierno
central en el marco de la dura oposición llevada a cabo por el FIN. En ese contexto
hay que situar los primeros intentos de politizar las diferencias étnicas, fenómeno
que se agudizó tras el triunfo del golpe de Estado islamista. Algunos sectores de los
movimientos armados activos hoy en día atribuyen el estado en el que se encuentra
actualmente la región a una estrategia planificada por el movimiento islamista dirigido por el pensador e impulsor del desarrollo del movimiento desde la década de
los sesenta, el sheyj Hasan al-Turabi. Esa estrategia habría comenzado a ejecutarse
en la segunda mitad de los ochenta, a través del grupo denominado Agrupación
Árabe (al-Tayammu al-Arabi) y consistía en apoyar a tribus árabes como los Mahiriyya, los Atifat y los Ariqat, con la finalidad de desplazar y desarmar a etnias «africanas» como los Fur y los Zagawa.
La Agrupación Árabe, que surgió en 1987, afirmaba representar al 70% de la población de Darfur, que constituía el núcleo duro del ejército sudanés y participaba
con un 15% en la renta nacional, con un 90% de la riqueza generada en la región y
con 14 parlamentarios. Por ello reivindicaba una presencia de, al menos, el 50% en
los puestos del gobierno regional y en la representación de la región en el gobierno
central. Tras la formación del gobierno regional en 1988 y dado que no obtuvieron
la representación solicitada, la Agrupación cambió de estrategia y comenzó a obstaculizar las políticas del gobierno local paralizando los servicios en las zonas de etnias africanas, creando un clima de inseguridad, deteniendo la producción y creando conflictos entre tribus africanas para impedir una posible unificación de las mismas. Entre 1987 y 1989 se pasó a la acción militar, y sobre todo a partir de 1992,
con la actuación de milicias como las Yanyawid. 9
Esta estrategia fue reafirmada por el entonces ideólogo del régimen islamista, Turabi, en un artículo de prensa publicado en septiembre de 1992, en el que afirmaba
que «los musulmanes de las tribus africanas han comenzado a atacar al movimiento
islamista», 10 de ahí que el plan del partido en el poder, el Congreso Nacional, fuera
apoyar a las tribus árabes.
9
análisis
Los islamistas de Darfur apoyaron el golpe de 1989 y se introdujeron en sus instituciones, pero la marginación de la zona y las luchas internas del FIN entre islamistas del centro y de la zona occidental provocaron el alejamiento de los de Darfur,
que serán de nuevo utilizados en la lucha entre el presidente de la república, Omar
Hasan al-Bashir, y Turabi, entonces presidente del Parlamento, que llegará a su
punto álgido en 1999 cuando Turabi propuso una serie de medidas para recortar
los poderes de la presidencia, especialmente la necesidad de elegir directa y democráticamente a los gobernadores de los estados federados que eran nombrados directamente por el presidente. Una cuestión que se enmarca en la crisis del sistema
federal creado por el régimen y que influye directamente en los levantamientos periféricos.
Tanto en el caso de Darfur como en el de los estados orientales hay factores exógenos que contribuyen a la desestabilización. Darfur ha sido considerado tradicionalmente como un refugio seguro para los movimientos de oposición de Chad, lo
que ha permitido la entrada de armas y también las acciones del ejército chadiano
en territorio sudanés desde la década de los ochenta con el objetivo de reprimir a la
oposición y a la población autóctona, principalmente de la tribu Zagawa, que en
algún momento prestaban su ayuda a los refugiados del país vecino. 11 Las autoridades chadianas, a su vez, armaban a grupos tribales opuestos a los Zagawa, especialmente los Fur, lo que contribuiría a atizar las tensiones internas a lo largo de los
ochenta y de los noventa, ante la pasividad del régimen de Jartum.
En el caso de las zonas orientales, ha sido la larga guerra de independencia de
Eritrea contra Etiopía, desde la década de los sesenta hasta 1993, la que provocó
una llegada masiva de refugiados eritreos asentados en campamentos en torno a
Kassala, pero también en los centros urbanos, lo que ha generado una presión demográfica que ha acentuado la inestabilidad. 12 A esto hay que añadir que Asmara
ha sido refugio de la oposición política y armada del norte de Sudán durante la última década.
■ Las luchas tribales y la «administración local»
Darfur ha sido tradicionalmente escenario de conflictos tribales por los recursos
que, sin duda, han ayudado a agravar la situación, pero que tienen mecanismos internos de resolución.
En función del sistema económico y de los asentamientos humanos, 13 Darfur se
divide en tres zonas, si bien la mezcla entre diferentes tribus, gracias sobre todo a
los matrimonios mixtos, suaviza esa división económica:
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1. Darfur Centro: en torno a la zona de Yebel Marra, con una agricultura desarrollada, y poblada mayoritariamente por etnias africanas sedentarias, principalmente
los Fur y los Masalit.
2. Darfur Norte: con una economía de pastoreo y habitada por tribus árabes, o
que reivindican una genealogía árabe, como los Beni Husayn, los Mahiriyya, los
Ariqat, y por grupos no árabes, fundamentalmente los Zagawa.
3. Darfur Sur: con una economía basada en la cría de ganado y habitada por grupos árabes, como los Beni Halba, y africanos, como los Fallata.
Ese equilibrio entre economía agrícola y ganadera ha estado regulado por el Estado con el fin de evitar el estallido de conflictos, si bien ha habido algunos factores
que lo han alterado, fundamentalmente las sequías a partir de la década de los
ochenta que limitan el pastoreo a la zona central de Darfur, la desertificación y la
agricultura extensiva que se ha hecho a expensas de las rutas de pastoreo. Estos factores, junto a la llegada de población nómada que se refugia en la región huyendo
de la inestabilidad y los conflictos tribales en Chad, han alterado el equilibrio demográfico y han favorecido la dispersión de algunos grupos étnicos.
En el caso de que estallara un conflicto entre tribus, conflictos «tradicionales» entre agricultores sedentarios –fundamentalmente tribus africanas– y pastores nómadas –básicamente tribus árabes– éste se resolvía mediante la actuación de la denominada «administración local» (al-idara al-ahliyya) o también mediante la intervención de las autoridades de Darfur.
La «administración local», no estatal, se basaba en un sistema tribal extendido en
las zonas rurales regulado jurídicamente desde tiempos del colonialismo británico,
tenía autoridad en cuestiones jurídicas y económicas, como la recaudación de impuestos, y funcionaba como instrumento de la administración británica para gestionar los intereses tribales y, especialmente, como medio de control de las zonas rurales. Los miembros de esa red administrativa eran personas de reconocida autoridad local (umad, shuyuj) y gozaban de privilegios como el acceso a la educación,
el ingreso en las instituciones militares o en el funcionariado, de manera que constituían la clase «ilustrada» durante la dominación británica. Al mismo tiempo representaban una fuerza social vinculada a las grandes cofradías sufíes, de gran peso en
Sudán. Sin embargo, el régimen de Numeiri (1969-1985) desmanteló ese entramado, considerándolo una rémora que obstaculizaba la modernización del país, despojando a la «administración local» de cualquier actividad e influencia, lo que provocaría un gran vacío de poder en las zonas rurales difícil de suplir por la administración central. Vacío que, por otra parte, será aprovechado por el movimiento
islamista. 14
11
análisis
El régimen sudanés instaurado tras el golpe de Estado islamista de 1989, y en el
marco del proceso de creación de un sistema federal, recuperó la «administración
local», la revitalizó y modernizó hasta integrarla en el movimiento islamista a través
de la promoción económica, social y política de esos dirigentes locales, reconociendo el papel vertebrador de las relaciones sociales desempeñado por las estructuras tribales. 15 La «administración local», en manos de jefes tribales e instrumento
del poder central, continúa desempeñando un papel destacado en la resolución de
conflictos intertribales. 16
■ El fracaso del sistema federal
Las luchas tribales pueden dificultar la comprensión de la verdadera naturaleza
del conflicto: la lucha entre fuerzas periféricas que reivindican la participación en
las estructuras del Estado, en la riqueza generada en sus propias tierras, y que refleja, ante todo, el fracaso del sistema federal implantado por el régimen en la década
de los noventa, y que se planteaba como la mejor fórmula posible para gestionar un
país de 2,5 millones de km2. De hecho, los movimientos armados, tanto en Darfur
como en las provincias orientales de Kassala, Mar Rojo y Qadaref, enmarcan todas
sus reivindicaciones en un Sudán unificado regido por un sistema federal.
Los dos principales movimientos armados de Darfur, el Movimiento de Liberación de Sudán (MLS) y el Movimiento de Justicia e Igualdad (MJI), se autodefinen,
en primer lugar, como movimientos nacionales, es decir, no circunscritos a la región de Darfur, que buscan una nueva identidad para Sudán basada en el pluralismo político, religioso, étnico y cultural, en el marco de un Sudán unificado y dotado de un sistema federal. 17
Asimismo, los movimientos políticos y armados del este del país, el Congreso Beja (CB) y los Leones Libres (LL), defienden un «régimen federal» y una representación justa y proporcional al peso demográfico de la región oriental en las instituciones del Estado. 18
Ahora bien, la creación de un sistema federal había sido una de las reivindicaciones del movimiento islamista 19 antes de su llegada al poder en 1989 y a partir de la
década de los noventa intentará ponerlo en práctica. La Conferencia sobre el Sistema Político celebrada en octubre de 1990 desembocó en el Decreto Constitucional
del 4 de febrero de 1991 sobre la creación del sistema federal que quedará consagrado en la Constitución sudanesa de 1998. 20 Pero no sólo era una vieja reivindicación del movimiento islamista, también lo era de la principal guerrilla del sur, el
Movimiento Popular de Liberación de Sudán y de importantes grupos étnicos como
los Fur y los Beja. Si en un principio el nuevo sistema federal dividía al país en nue-
12
ve estados, lo cierto es que el propio régimen retocará las fronteras internas con el
objetivo de transferir recursos vitales, fundamentalmente petróleo y cobre, a estados
adscritos al Sudán septentrional, alteraciones que agravarán el conflicto armado con
el sur. Sucesivas modificaciones elevaron años más tarde el número de estados a
26, según el régimen para profundizar el proceso de descentralización y para tener
un mayor contacto directo con la población, 21 aunque en el caso de Darfur, donde
se crean tres estados, el objetivo evidente era limitar la influencia de los Fur. Sin
embargo, el proyecto teórico de traspaso de las competencias, el desarrollo de los
recursos de los diferentes estados y el proceso de descentralización económica y
política, chocó frontalmente con dos factores que obstaculizaron su aplicación: el
hecho de que tanto los gobernadores de los estados federados como los miembros
de los consejos ejecutivos regionales fueran designados directamente por el Jefe del
Estado, y la incapacidad financiera del régimen para cumplir con sus compromisos
de desarrollo local y equilibrado.
■ Actores principales en la crisis de Darfur
No es objetivo de este artículo analizar los antecedentes de la lucha política y armada en la región de Darfur, con protagonistas como el Frente de Renacimiento de
Darfur, creado en los sesenta y de naturaleza totalmente política, o el movimiento
encabezado por Daud Yahya Bulad, a finales de los ochenta, de naturaleza política
y militar, sino presentar las fuerzas que actúan hoy en día en la región.
A finales de febrero de 2003 comenzaron las primeras acciones armadas en la región occidental protagonizadas por el entonces denominado Frente de Liberación
de Darfur, que un mes después se convertiría en el Movimiento de Liberación de
Sudán, el principal movimiento armado de la zona. Esas primeras acciones tenían
como objetivo tomar el control de localidades importantes, como Gulu (Darfur Norte) o Tina (frontera con Chad) y presionar militarmente sobre el gobierno central,
que recurrirá a milicias armadas como fuerza de choque y al propio ejército regular. Pocos meses después entró en acción el otro grupo armado, el Movimiento de
Justicia e Igualdad.
El Movimiento de Liberación de Sudán (Haraka Tahrir al-Sudan) fue fundado en
febrero de 2003 y dirigido por un miembro de los Fur, Abd el-Wahid Muhammad
Nur, próximo al Partido Comunista, y un secretario general de los Zagawa, Mini Arkoi Minawi –que en 2006 se hará con la jefatura del movimiento–, sin experiencia
política, aunque contaban con una coordinación con el MPLS. Está integrado fundamentalmente por los Fur, los Masalit y los Zagawa.
13
análisis
Se define como movimiento nacional 22 que intenta resolver los problemas del
país, no sólo de la región, y crear un Sudán democrático, unificado, basado en la
igualdad, y el pluralismo étnico, religioso, social, cultural y político. Defiende el
derecho a la autodeterminación, un desarrollo equilibrado y acabar con la marginación de la zona a través de un gobierno descentralizado en un régimen confederado en el que el gobierno central refleje la pluralidad sudanesa. Busca una nueva
identidad sudanesa basada en el concepto de «sudanidad», donde tiene cabida tanto lo «africano» como lo «árabe», y la separación entre religión y Estado.
El MLS reivindica la historia de Darfur como Estado independiente desde el siglo
XVII hasta la segunda década del siglo XX y la convivencia pacífica que se daba en-
tre tribus árabes y africanas, entre nómadas y sedentarios, frente a la marginación,
explotación y divisiones sufridas por la región a manos de todos los gobiernos desde la independencia. 23
Hay varios factores que explican el surgimiento del MLS, 24 tales como el regreso
de los combatientes de Darfur integrados en el Ejército Popular de Liberación de
Sudán, la rama armada del MPLS, tras el comienzo del proceso de paz en octubre
de 2002; el apoyo militar del EPLS y el apoyo político de las élites marginadas de
Darfur; la represión por parte del régimen y, por supuesto, la imitación del modelo
de las negociaciones norte-sur.
El Movimiento de Justicia e Igualdad (Haraka al-Adala wa-l-Musawa) comienza a
gestarse en 2001, cuando su máximo dirigente, Jalil Ibrahim Muhammad, perteneciente a los Zagawa –que constituyen las bases del movimiento– redactó los primeros textos, pero surge como tal en 2003. Se define como movimiento nacional –de
hecho, tanto este movimiento como el MLS están presentes también en las provincias orientales– y sus objetivos son la distribución equitativa de la riqueza, la participación justa de todos los sudaneses en el poder, la igualdad basada en el concepto de ciudadanía y el desarrollo integral y equilibrado de todo el país. 25
Según el comunicado fundacional, el movimiento reivindica un régimen federal
democrático que impida la monopolización del gobierno y de la riqueza, defiende
la alternancia pacífica en el poder, los derechos fundamentales, la reforma de la
Constitución, la elección libre y directa de los gobernadores de las provincias y la
presencia proporcional de todas las regiones en las instituciones del Estado.
Algunos analistas consideran que el MJI es un movimiento islamista constituido
por tribus africanas, 26 apreciación a la que han contribuido varios factores: por un
lado, el hecho de que su máximo dirigente haya militado en el Frente Islámico Nacional, del que se separó al comprobar que el régimen islamista fracasó en la gestión del país, y por otro las acusaciones vertidas por el régimen contra Hasan al-
14
Turabi de estar detrás de la creación del MJI. Tanto Turabi como su partido, el
Congreso Popular, lo han negado aunque han ocultado sus simpatías hacia el movimiento y han afirmado su influencia y presencia en Darfur, así como que algunos
miembros del partido abandonaron sus filas e ingresaron en las del MJI. 27 En cualquier caso, las reivindicaciones del MJI, que apenas se diferencian de las del MLS,
no permiten afirmar que la impronta dominante en el movimiento sea el islamismo. 28
El Movimiento Nacional para la Reforma y el Desarrollo (al-Haraka al-Wataniyya
li-l-Islah wa-l-Tanmiyya), una escisión del MJI que inició sus acciones armadas contra el régimen en octubre de 2004, es visto por los otros movimientos como una
creación chadiana y no está presente en las negociaciones de Abuja. A finales de
abril firmó un acuerdo en materia de seguridad con el régimen que incluye la paralización de las agresiones y la liberación de detenidos. Claro que el acuerdo lo firmó el «ministro de Inversiones» del régimen de Jartum, lo que le confiere poca credibilidad, con el secretario general del MNRD, Nur el-Din Minawi, y el comandante en jefe del movimiento Yibril Abdelkarim Badri, quien figura en la lista de
acusados que deben ser sometidos a sanciones y juzgados por crímenes contra la
humanidad presentada por Estados Unidos y Gran Bretaña. 29 Defiende lo mismo
que los otros movimientos, es decir, un Sudán unificado, democrático, con libertades y sin marginación de las provincias.
Frente a estos movimientos, el régimen movilizó tanto al ejército regular como a
las milicias Yanyawid, que se han convertido en sinónimo de grupo armado. 30 Hemos mencionado anteriormente el surgimiento en 1987 en Darfur de la Agrupación
Árabe formada por 27 tribus árabes, que después pasó a llamarse «Quraysh», englobando tribus árabes de Kordofan. Tanto el gobierno de al-Mahdi como el de al-Bashir fueron acusados de supervisar esta organización en unos momentos en los que
el MPLS armaba a los Fur en su lucha contra el régimen. Fue entonces cuando el
conflicto en Darfur adoptó un contenido étnico árabe-africano y en ese contexto
surgieron los Yanyawid, considerados como el escudo militar de las tribus árabes en
Darfur. Algunos analistas vinculan su surgimiento a las luchas internas en Chad en
los ochenta, cuando las partes enfrentadas, Idris Deby en la oposición y Huseyn Hibri en el poder, reclutaron milicias de tribus árabes residentes en el este de Chad.
Están divididas en dos grupos, un grupo menor en Darfur Norte formado por milicias de tribus árabes dedicadas a la cría del camello, y el grueso de los Yanyawid
que se encontraría en Darfur Sur y estaría formado por milicias de tribus árabes dedicadas a la cría de ganado bovino y con unos 5.000 hombres armados. El régimen
ya utilizó a los Yanyawid en la represión contra el levantamiento protagonizado por
los Fur y dirigido por Daud Yahya Bulad en 1991. 31
15
análisis
■ Las negociaciones
Desde que en abril de 2004 los movimientos armados de Darfur, el MLS y el MJI,
firmaron con el régimen de Jartum en Yamena un acuerdo de alto el fuego de 45 días, no respetado por ninguna de las partes, que incluía garantizar el acceso de la
ayuda humanitaria y el desarme de las milicias, ha habido seis rondas de negociaciones. Entretanto la cuestión de Darfur se ha planteado en el Tribunal de La Haya,
el Consejo de Seguridad de la ONU ha adoptado varias resoluciones, el Congreso
norteamericano ha seguido presionando sobre el régimen de Jartum, 32 se han desplegado en la región tropas de la Unión Africana, 33 hay disposiciones en materia de
seguridad y humanitarias en marcha; se ha celebrado una minicumbre sobre Darfur
en Trípoli y Yamena y los encuentros y mediaciones se han multiplicado. Sin embargo, hasta el inicio de la actual ronda, la séptima, las posturas eran prácticamente
irreconciliables y la capacidad de negociación de las delegaciones era puesta en
duda por las otras partes, lo que provocó que el régimen enviara a su segundo vicepresidente, Ali Uthman Muhammad Taha a Abuja, sede de las conversaciones. El
hecho de enviar a Taha, artífice de la última fase de las negociaciones de paz con
la guerrilla del sur y uno de los máximos dirigentes del movimiento islamista, ha supuesto atender una de las demandas de los movimientos armados y ha dado un empuje a las negociaciones que parecían estancadas.
Por otro lado, las diferencias entre el MLS y el MJI, que mantuvieron una lucha
armada hasta enero de 2006 cuando ambos firmaron un acuerdo para coordinar sus
posturas políticas –lo que supuso la escisión de Abd Al-Wahid Nur, contrario a la
coordinación con el MJI, quedando el movimiento en manos de Mina Arkoi–, y las
diferencias entre la jefatura política y militar en ambos, han ralentizado la marcha
de las negociaciones. Las escisiones que se han producido en ambos movimientos a
lo largo de los dos últimos años, alentadas por el propio régimen siguiendo una estrategia ya utilizada en la guerra civil con el sur, junto con la firma de «acuerdos de
paz» parciales con movimientos armados poco representativos, han prolongado la
crisis, que por otro lado, y previsiblemente, se solucionará a finales del mes de abril
siguiendo las recomendaciones de la Unión Africana. Previsiblemente se llegará a
un alto el fuego definitivo, un reparto más o menos equitativo de la riqueza regional
y de la autoridad, más en el nivel regional que en lo que se refiere a la autoridad
central, y un acuerdo en materia de seguridad, quizás similar a las disposiciones incluidas en los Acuerdos de Nairobi entre el régimen y el MPLS y que deberá ser refrendado por la población de Darfur, y por lo tanto por las fuerzas políticas de oposición presentes en la región.
Según la Unión Africana, 34 principal mediadora en el conflicto, las diferencias
entre las partes se centran en una serie de cuestiones referidas a tres ejes: autoridad,
16
riqueza y compensaciones, ya que el acuerdo en materia de seguridad está prácticamente cerrado.
a. Autoridad: las diferencias se centran en la presidencia del gobierno central, el
futuro estatus de Darfur y la representación de los habitantes de la región en el
ejecutivo y legislativo. Los movimientos armados piden crear una única región
inmediatamente después de la firma del acuerdo, un puesto de vicepresidente y
una representación equitativa en el Consejo de Ministros, en el Organismo Legislativo Nacional, en el Consejo de los Estados, en los órganos judiciales nacionales, en las fuerzas armadas, en otras instituciones del Estado y en las instituciones regionales.
b. Seguridad: ambas partes intentan aprobar al acuerdo propuesto por los mediadores en marzo de 2006 para reforzar el alto el fuego humanitario para acabar
con la violencia, aliviar los sufrimientos de la población de Darfur, crear un ambiente que favorezca la negociaciones de Abuja, facilitar la aplicación del
acuerdo humanitario de alto el fuego firmado en Yamena en abril de 2004, apoyar los mecanismos de observación y aplicación del alto el fuego, proteger los
campamentos de desplazados y las rutas de las caravanas humanitarias, reducir
el armamento, desarmar a las milicias Yanyawid y a los combatientes de los movimientos y reinsertarlos y elaborar una hoja de ruta para la aplicación de las
disposiciones finales en materia de seguridad.
c. Riqueza: la guerrilla de Darfur insiste en que se destine el 6,5% de la renta nacional al Fondo para la Reconstrucción y Desarrollo de Darfur durante diez
años, a lo que se opone el gobierno. Hay diferencias en lo referente a la asignación del gobierno central a los estados, ya que los movimientos piden el 35% de
la renta nacional, pero el gobierno rechaza fijar una cuota en las negociaciones
de Abuja argumentando la falta de un análisis detallado sobre el tema y el hecho
de que los movimientos no pueden hablar en nombre de todos los estados del
país. Pero las mayores diferencias radican en las compensaciones a los damnificados, 35 desplazados y refugiados.
d. Diálogo Darfur-Darfur: en virtud de la Declaración de Principios del 5 de julio
de 2005, las partes discuten la celebración de un diálogo Darfur-Darfur, ya que
la declaración obliga a «plantear a la población todos los acuerdos a los que se
llegue» a través de un diálogo interno con el fin de que la población asuma los
acuerdos y se comprometa con su aplicación.
Sin embargo, el régimen no parece muy dispuesto a aceptar algunas de las reivindicaciones de los movimientos armados, que sin duda serán el mayor escollo para
llegar a una solución definitiva de la crisis. Taha ya ha expresado los «tres noes» del
17
análisis
régimen: no a un puesto de vicepresidente –ya que ello supondría la progresiva pérdida de poder del CN que ya tuvo que ceder la primera vicepresidencia al MPLS–,
no a la unificación de los tres estados de Darfur en una única región –que supondría volver a la situación previa a la creación del sistema federal y devolver la influencia regional a los Fur– y no al pago de compensaciones a los afectados. 36 Aunque se están dando grandes pasos para la resolución del conflicto, como es el hecho de que Taha y Minawi hayan acordado la creación de una comisión mixta para
resolver los temas pendientes. Además, la resolución de la crisis en el plazo concedido por la UA puede ser el único garante para evitar, o al menos suavizar el impacto del despliegue de tropas internacionales en Darfur, cuestión rechazada por el
régimen y por algunos sectores próximos a éste. 37
■ El frente oriental
Las reivindicaciones planteadas por los movimientos armados de las provincias
orientales no difieren gran cosa de las expuestas en Darfur: construir un Sudán libre,
justo e igualitario; un régimen federal y una representación justa de la región oriental en las instituciones del Estado proporcional al peso demográfico; crear durante
el periodo de transición estipulado en el Acuerdo de Nairobi un Consejo de Jefatura
del Estado formado por el presidente de la república y 6 vicepresidentes, uno por
región (Norte, Sur, Este, Oeste, Centro y Jartum); reorganizar el ejército y la seguridad y celebrar una conferencia constitucional con las seis regiones, las fuerzas políticas y la sociedad civil para elaborar una Constitución transitoria.
La estructura tribal de la zona no es tan compleja como la del Sudán occidental.
En las provincias orientales básicamente hay dos grupos étnicos mayoritarios: los
Beja –1,5 millones de habitantes, mayoritariamente nómadas y parcialmente sedentarizados en las ciudades del este– y los Rashaida –unos 68.000 en el noreste del
país y en Kassala, mayoritariamente nómadas musulmanes aunque con un buen número de cristianos.
Los Beja remontan sus orígenes a la península Arábiga, y hace unos 4.000 años
que ocuparon las tierras comprendidas entre el mar Rojo y la cuenca del Nilo. Convertidos al islam gradualmente a partir del siglo VII y arabizados, aunque conservan
prácticas culturales preislámicas. Los Beja, que incluyen varios subgrupos como los
Ababda, Amarar, Bisharin, Beni Amer, han sido influidos por las dos grandes cofradías sufíes sudanesas, los Ansar y la Jatmiya, base de los dos grandes partidos tradicionales, al-Umma y el Unionista Democrático. Sin embargo, los Beja siempre han
permanecido al margen de las grandes corrientes políticas del país, si exceptuamos
el Congreso Beja, que representó los intereses regionales y que en las elecciones de
1965 obtuvo diez escaños, en las de 1968, tres, y en las de 1986, uno. 38 Los Ras-
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haida, por su parte, están emparentados con los beduinos de Arabia Saudí, que
emigraron a Sudán y se encuentran repartidos también por Eritrea, donde suponen
un 5% de la población.
Las formaciones políticas, el Congreso Beja (Muutamar Beja), dirigido por Musa
Muhammad Ahmad, y los Leones Libres (al-Usud al-Hurra), representante de la población Rashaida y dirigido por Mabruk Mubarak Salim, constituyeron en enero de
2005 –poco después de la firma del acuerdo de Nairobi– el Frente del Este (Yabhat
al-Sharq) para combatir juntos contra el gobierno. Ambos entraron a formar parte de
la Agrupación Nacional Democrática, ente que englobaba a toda la oposición política y militar del norte al régimen islamista y a la que posteriormente se sumó la
guerrilla del sur, pero dado que la AND comenzó un diálogo en enero de 2005 con
el régimen, en El Cairo, para la reintegración de la oposición en la vida política y la
disolución de sus fuerzas militares –y cuyos resultados comienzan a verse ahora, ya
que en abril ha comenzado el desarme de las milicias y su integración en la vida civil–, el Frente del Este se ha desmarcado de la Agrupación y plantea la negociación
con el régimen desde una plataforma independiente con garantías regionales e internacionales, sin comprometerse por ahora con ningún alto el fuego. 39
A pesar de que hay una representación política de los Beja, Beja para la Reforma
y Desarrollo, registrada como partido en Jartum, que reclama al régimen que dialogue con MB y LL, parece que los movimientos armados no le conceden ninguna representatividad, es más, la consideran una aliada de los intereses del régimen.
La fase más aguda del conflicto armado comenzó a principios de 2005. El 26 de
enero de ese año, el MB presentó un memorando ante las autoridades de la provincia del Mar Rojo 40 con una serie de reivindicaciones para acabar con la marginación de la región, abrir un diálogo con el régimen y dar prioridad a la representación de la región oriental en las instituciones de forma proporcional a su peso económico y político. El 29 de enero, ante la actitud de las autoridades que habían
ignorado completamente el memorando, unos 1000 manifestantes Beja protestaron
en Port Sudán porque no se había asignado a la región una cuota en la riqueza y en
el poder en el acuerdo de paz de Nairobi. Esta manifestación, pacífica, fue duramente reprimida dando lugar a lo que se ha denominado «intifada de Port Sudán».
Un mes después, los enfrentamientos se extendieron a otras ciudades orientales, como Kassala, en la frontera con Eritrea, y a raíz de la «intifada de Port Sudán», los
movimientos armados del este acusaron al gobierno de cometer «limpieza étnica»,
aunque en este caso es realmente difícil de aceptar este argumento.
La solución de la crisis en el Sudán oriental no ha sido todavía abordada por las
partes, si bien todo parece indicar que tanto el gobierno como la oposición armada
comenzarán las reuniones preparatorias incluso antes de que se resuelva la crisis de
19
análisis
Darfur. De hecho, el gobierno, es decir el Congreso Nacional y el Movimiento Popular de Liberación de Sudán, se muestra conforme con la petición del Frente del
Este de que Eritrea desempeñe un papel fundamental como mediador y sede de las
negociaciones, 41 en unos momentos en los que se va hacia un restablecimiento de
relaciones entre ambos países.
Por otro lado, Asmara ha aceptado oficialmente acoger las negociaciones políticas entre el régimen y la oposición del este a petición de Jartum y una delegación
sudanesa de alto nivel fija actualmente en la capital eritrea los temas para la negociación, el nivel de representación, la agenda, los observadores, las atribuciones, la
fecha de inicio y la celebración de una reunión preparatoria entre el gobierno y el
Frente del Este. 42
■ Conclusiones
Los dos conflictos analizados anteriormente no son los únicos, aunque sí los más
virulentos en estos momentos. Hay otros derivados de la visión del progreso como
la construcción de la presa de Meroé y el desplazamiento forzoso de la población
de la zona. 43 Pero sean cuales sean las soluciones que se logren tanto en la crisis
del este como en la de Darfur, lo que reflejan ambos conflictos, como otros susceptibles de estallar en otras regiones, especialmente en Kordofan, es la propia crisis
política de Sudán, ya que a partir de la firma de la paz en enero de 2005, el país se
está reinventando, está dibujando una nueva identidad, lejos ya de la creada a raíz
de la independencia en 1956, y basada en la unidad, la democracia, un nuevo régimen de gobierno, un auténtico sistema federal, el reconocimiento del pluralismo
político, étnico, religioso, cultural, lo que implica inevitablemente acabar con el
monopolio del poder y de la riqueza.
Además, las crisis de Darfur y del este suponen también un reto para el llamado
«gobierno de unidad nacional», en realidad el gobierno bipartito del CN y del
MPLS, con visiones muy diferentes del país, y su resolución dará la clave de hasta
qué punto es viable la actual forma de gobierno. De hecho, la crisis de Darfur ya ha
provocado diferencias entre ambos socios de gobierno, diferencias resueltas con la
creación de una comisión mixta que ofrecerá una visión conjunta de ambas crisis.
Pero mientras los acuerdos de paz no sean refrendados por toda la población y
dejen de ser acuerdos bilaterales para convertirse en acuerdos nacionales con intervención de todas las fuerzas políticas y sociales, las crisis entre centro y periferia en
Sudán se sucederán.
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1. Uno de los movimientos armados de Darfur, el Movimiento de Justicia e Igualdad, publicó en 2003
un polémico estudio titulado El libro negro. Deterioro de la balanza de reparto de la autoridad y la riqueza
en Sudán, atribuido por el régimen a la oposición islamista encabezada por Hasan al-Turabi, en el que
con una gran profusión de datos se denunciaba el monopolio ejercido por la región del norte (estados de
Nahr el-Nil y Shemaliyya), que en realidad representa menos del 6% de la población total, desde la independencia del país y la marginación sufrida por el resto de las regiones. El libro puede consultarse en
www.sudanjemcom. Por otro lado, la zona de Darfur registra los niveles más bajos de escolarización infantil, de acceso a agua potable y de condiciones sanitarias. Véase al respecto Sudan Millenium Development Goals. Interim Unified Report (diciembre 2004). United Nations Country Team. www.sd.undp.org
2. Abd el-Hakim Taha: «el-Idara el-ahliyya bi-Darfur talaab dawran muhimman fi hall el-nizaat».
www.aljazeera.net (29/3/2006).
3. Véase al respecto Karin Willemse: «Darfur in War. The Politicization of Ethnic Identities?», en ISIM
Revue, 15 (Primavera 2005), pp. 14-15.
4. La infraestructura para proyectos de irrigación ha sido un objetivo de las acciones armadas, como en
su día lo fueron las del petróleo en el sur. Según datos del gobierno, que no deben ser tomados al pie de
la letra, los grupos armados en Darfur han paralizado los proyectos de irrigación y extracción de agua
ocasionando pérdidas por un valor de 50 millones de dólares. al-Sharq al-Awsat, (9/4/2006). Según el
International Resource Institute, Darfur posee «océanos de petróleo y de agua subterránea».
5. En marzo de 2004 la ONU calificó la situación en Darfur como «la mayor catástrofe humanitaria actual» y en abril de ese mismo año un alto responsable de la organización definió la violencia en Darfur
como «limpieza étnica».
6. Realmente, el régimen minimizó desde el principio la crisis de Darfur. En plena euforia por la buena
marcha de las negociaciones de paz con la guerrilla del sur, el presidente, Omar Hasan al-Bashir, describió la crisis como «lucha tradicional por los recursos revestida de marginación», y calificaba a los actores
de la revuelta como «salteadores y bandidos». Véase el diario sudanés al-Sahafa (6/8/2004). Pero incluso
hoy en día, tras varios años de negociaciones y con unos actores bien identificados, algunos sectores del
régimen siguen insistiendo en la mismas tesis. Así, por ejemplo, para el ministro de Justicia, Muhammad
Ali al-Murdi lo que ocurre en Darfur son luchas tribales por los recursos, fundamentalmente agua y pastos, o por cuestiones «de honor», conflictos que se resuelven fijando compensaciones, o el precio de sangre, por mediaciones de la administración local o del gobierno de Darfur. al-Sharq al-Awsat
(31/3/2006).
7. El sultanato de los Fur se componía de nubios del norte, negros del sur, y grupos arabófonos del norte
y del oeste. Fue fundado por Sulayemn Solong en Yebel Marra y con capital en El Fasher, pero se extendería después hacia el este, con una economía basada en su situación estratégica en las rutas caravaneras
del este y del sur hacia el norte, y un gobierno centralizado en el que el sultán ejercía el poder absoluto.
Siempre ofreció resistencia a los poderes centrales, hasta que, en época de Ali Dinar, fue conquistado por
las tropas británicas tras un intento de escapar al control anglo-egipcio. Véase Richard A. Loaban, Robert S. Kramer y Carolyn Fluehr-Lobban: Historical Dictionary of the Sudan. Lanham, Maryland and
London: The Scarecrow Press. Inc, 2002, pp. 104-105.
8. De la fuerte islamización da testimonio el hecho de que durante la época del sultanato de los Fur
(1650-1916) existiera en la institución sunní más importante del mundo árabe e islámico, la mezquitauniversidad de al-Azhar en El Cairo, un pabellón de estudiantes (riwáq) procedentes de Darfur.
21
análisis
9. Sulayman Hamid al-Hayy: Darfur. Wadaa al-niqat ala-l-huruf. El Cairo: al-Shirka al-Alamiyya li-lTibaa wa-l-Nashr, 2005, pp. 12-15.
10. al-Sudan (20/9/1992). La radicalización de la política de Jartum respondió igualmente al levantamiento protagonizado por Daud Yahya Bulad, militante del movimiento islamista originario de Darfur,
pero que rompió con el régimen islamista y apoyó a los Fur contra el Frente Islámico Nacional. En 1991
apareció al mando de una columna del Ejército Popular de Liberación de Sudán y promovió un levantamiento de los Fur apoyados por la guerrilla del sur de Sudán. El gobierno central reaccionó con una dura política de represión, que incluyó la detención y ejecución de Bulad, y con la creación de milicias para
evitar esa penetración de la guerrilla del sur en la región de Darfur. Además, el régimen procedió a una
redivisión de la región en tres estados (Norte, Oeste y Sur) con el fin de dividir a los Fur y reducir su influencia concediéndole más poder a otros grupos. Véase al respecto Roland Marchal: «Le conflit au Darfur, point aveugle des négociations Nord-Sud au Soudan». Politique africaine, nº 95 (octubre 2004), pp.
125-146. La figura de Bulad es reivindicada por los movimientos armados de Darfur, véase www.sudanslma.com
11. Es el caso de los Zagawa sudaneses que ayudaron militarmente al entonces opositor, Idris Deby, que
a finales de 1990 llegará al poder gracias a una gran operación militar que partió de territorio sudanés.
Roland Marchal: «Le conflit au Darfur, point aveugle des négociations Nord-Sud au Soudan». Politique
africaine, nº 95 (octubre 2004), pp. 125-146. El autor señala que el régimen de Deby devolvió a los Zagawa sudaneses a su territorio, pero las luchas internas en Chad hicieron que los Zagawa chadianos lanzaran ataques contra tribus árabes que se vieron obligadas a refugiarse en territorio sudanés y que pasaron a engrosar las filas de los Yanyawid. Claro que hoy en día, las tornas han cambiado: el régimen chadiano asegura que las milicias Yanyawid apoyan a un grupo guerrillero en la frontera con Sudán, la
Agrupación por la Democracia y la Libertad, y acusan también al régimen de Jartum de estar detrás a
pesar de los Acuerdos de Trípoli del 8/2/2006 en virtud de los cuales ambos gobiernos se comprometían
a no permitir a grupos rebeldes movilizarse y ejecutar acciones armadas partiendo del país vecino. Además, según las autoridades de Yamena, hay grupos rebeldes armados de Chad que reclutan a refugiados
procedentes de Darfur, cuyo número se calcula en más de 200.000.
12. Sobre la cuestión de los refugiados eritreos en Sudán véase www.acnur.org/publicaciones/SRM/cap.52
13. Roland Marchal: «Le conflit au Darfur, point aveugle des négociations Nord-Sud au Soudan». Politique africaine, nº 95 (octubre 2004), pp. 125-146.
14. Idris Salim al-Hasan: Al-Din fi-l-muytamaa al-sudani. Numayri wa-l-turuq al-sufiyya. El Cairo: Markaz al-Dirasat al-Sudaniyya, 2002, p. 92, y Mahmud Abidin Saleh: Al-Siraa ala –l-sulta fi-l-Sudan. El
Cairo: Dar el-Amin, 2000, pp. 73-83.
15. Abd el-Wahhab al-Efendi: Al-Thawra wa-l-islah al-siyasi fi-l-Sudan. Londres: Muntada Ibn Rushd,
1995, pp. 101-102.
16. Según «el sultán» de los Masalit, Saad Abderrahman Bahr el-Din, un ejemplo de esta intervención
fue la paz conseguida en marzo de 2006 entre las tribus al-Hutiyya, al-Nuwayba, Aulad Yanub y Mahiriyya, tras un conflicto que estalló meses antes y que se cobró unas 200 víctimas. Según este dirigente, el
gobierno se vale a menudo de la «administración local» cuya misión es acercar los puntos de vista, preservar la seguridad, combatir el crimen y proteger el tejido social. La intervención de la «administración
local» sobrepasa las fronteras ya que mantiene contactos con las autoridades homólogas locales de Chad.
Dirigentes de esta administración local se quejan de que la intromisión de los políticos hace fracasar sus
22
esfuerzos para resolver los conflictos. Abd el-Hakim Taha: «el-Idara el-ahliyya bi-Darfur talaab dawran
muhimman fi hall el-nizaat». www.aljazeera.net (29/3/2006).
17. Comunicado Político del MLS fechado el 13 de marzo de 2003. www.sudanslma.com, y Comunicado Fundacional del MJI de noviembre de 2001, en www.sudanjem.net.
18. al-Sharq al-Awsat, (24/2/2005)
19. El documento del Frente Islámico Nacional titulado Sudan Charter: Nacional Unity and Diversity resaltaba la necesidad de crear un sistema federal que asegurara a las regiones la no injerencia de la autoridad central en determinadas materias y el desarrollo de una infraestructura material y humana adecuada.
Sudan Charter: Nacional Unity and Diversity. Jartum: enero 1987. El texto en inglés puede verse en
www.fou.uib.no/fd/1996/f/712001/annex3.htm
20. En el Artículo 2 de la Constitución se lee que «Sudán es una república federal».
21. Marc Lavergne: «Le nouveau système politique soudanais ou la démocratie en trompe-l oeil». Politique africaine, 66 (junio 1997), pp. 23-38.
22. Comunicado Político del 13/3/2003 firmado por el secretario general del MLS, Mini Arkoi Minawi.
www.sudanslma.com
23. www.aljazeera.net (13/10/2004)
24. Roland Marchal: «Le conflit au Darfur, point aveugle des négociations Nord-Sud au Soudan». Politique africaine, nº 95 (octubre 2004), pp. 125-146.
25. Rueda de prensa de Jalil Ibrahim Muhammad, Abuja, 30/3/2006. Véase www.sudanjem.com
26. www.aljazeera.net (31/10/2004)
27. Declaraciones de Turabi al canal de televisión al-Arabiya. www.alarabiya.net (18/3/2006)
28. Según Roland Marchal, el MJI nace como impulso de Turabi, pero se independiza rápidamente gracias a su éxito en Darfur y puede garantizar una posibilidad de reciclaje a las élites de Darfur pertenecientes al CP que cada vez está más en precario. Roland Marchal: «Le conflit au Darfur, point aveugle
des négociations Nord-Sud au Soudan». Politique africaine, nº 95 (octubre 2004), pp. 125-146.
29. al-Riyad, (30/4/2005)
30. Hay varias interpretaciones de la palabra: «yinn ala yawad» (diablos a caballo), «yinn yawad Yim-3»
(diablos a caballo armados con Y-3); o derivada del nombre de un bandido árabe de Darfur, Hamid
Yanyawit, que saqueaba aldeas africanas en la década de los ochenta.
31. www.aljazeera.net (3/3/2006)
32. El Congreso votó por unanimidad en julio de 2004 una resolución calificando los actos de Darfur
contra la población civil como «genocidio» y pidió al gobierno de Bush que considerara la posibilidad de
una intervención unilateral en Sudán. A principios de julio Sudán se comprometió, bajo la presión conjunta de EE UU y la ONU, a castigar a los responsables, desarmar a las milicias y permitir la libre circulación de los organismos humanitarios. Casi dos años después, el Congreso ha aprobado un proyecto de
resolución sobre imposición de sanciones a Sudán por la situación en Darfur y también a individuos que
hayan cometido crímenes colectivos en la región. Las sanciones incluyen la congelación de cuentas e impedir el cobro, por parte de Jartum, de los beneficios derivados del petróleo mediante de la prohibición
de la entrada de los barcos a los puertos norteamericanos. Por otro lado, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington ha elaborado un informe en el que cree conveniente el envío de
una fuerza rápida de contención a Darfur. Una fuerza sólida, móvil, completamente armada de entre
1.000 y 1.500 soldados, susceptibles de ser utilizados en otras partes del país, por ejemplo en el este, para
23
análisis
la contención de crisis y protección de civiles. Esa fuerza debería estar formada por tropas de la UA y la
OTAN. Este centro de estudios influye en la política norteamericana en Sudán desde hace seis años cuando publicó un informe titulado «La política norteamericana para acabar con la guerra en Sudán», preámbulo de la intervención de la administración norteamericana en el sur de Sudán y en el proceso de paz.
33. Unos 7.000 desplegados desde 2004 y financiados básicamente por la Unión Europea, que en lo que
se refiere a la crisis de Darfur no parece tener una clara línea política de actuación. Hasta ahora, la UE ha
destinado 162 millones de euros, aunque según la UA no hay suficientes fondos para cubrir la etapa de
transición hasta el mes de septiembre de 2006 cuando las tropas de la ONU sustituirán a las de la UA.
34. Memorándum informativo de la UA sobre las negociaciones de Abuja del 7 de abril de 2006. Véase
www.sudanslma.com
35. Los movimientos armados piden compensaciones de 1.000 dólares para cada familia que regrese de
los campamentos de refugiados. Entrevista con el portavoz del MLS, Isam el-Din al-Hayy, 4/2/2006.
www.sudanslma.com
36. al-Hayat (18/4/2006)
37. Para evitar la presencia de tropas internacionales, siguiendo las directrices del régimen, las Fuerzas de
Defensa Popular han anunciado la apertura de campamentos para movilizar a un millón de muyahidines
y frenar la injerencia extranjera. Kamal Ibrahim, coordinador general de las FDP, ha señalado que un
millón de muyahidines ha anunciado su juramento de fidelidad al presidente y al yihad y su disposición a
caer mártires en la lucha contra cualquier injerencia extranjera. El ministro de Defensa, al-Zubeyr Taha,
dijo en un discurso ante las FDP que la «injerencia tiene como objetivo la religión y apoderarse de las riquezas de Darfur, donde se encuentra el mayor yacimiento de petróleo y gas natural». Por su parte, Gazi
Salah el-Din, consejero del presidente, ha señalado que «EE UU quiere sembrar la guerra civil en Darfur
y colonizarla» www.alarabiya.net (4/3/2006). Sobre la creación y el papel desempeñado por las FDP y el
adoctrinamiento religioso y el entrenamiento militar que se reciben en su seno, véase Rafael Ortega Rodrigo: El islam político en Sudán. Una propuesta fallida de internacional islamista. Granada: Universidad,
2004, p. 57.
38. Mahmud Abidin Saleh: Al-Siraa ala –l-sulta fi-l-Sudan. El Cairo: Dar el-Amin, 2000.
39. al-Sharq al-Awsat (24/2/2005).
40. El gobernador de Port Sudán, nombrado directamente por Jartum, es de la región del centro, lo que
representa, al igual que en Darfur, el fracaso del sistema federal sudanés.
41. www.rayaam.net (6/4/2006).
42. al-Sharq al-Awsat (19/4/2006).
43. Situada a 300 km al norte de Jartum, en la cuarta catarata, la presa de Meroe es la más grande de
África, se presenta como «el mayor logro» del régimen y supone la recuperación de un viejo proyecto del
colonialismo británico. La producción, prevista en 1.250 megavatios, aseguraría la energía eléctrica para
un país en el que el suministro eléctrico es escaso y deficiente, además de tener un uso en irrigación y
propiciar el renacimiento industrial y social de la deprimida región del norte. El Estado ha indemnizado
a los afectados, pero para algunos sectores esas indemnizaciones son insuficientes.
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