DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO (A) Homilía del P. Josep Miquel Bausset, monje de Montserrat 3 de agosto de 2014 Is 55,1-3; Rom 8,37-39; Mt 14,13-21 En 1950 el obispo de Solsona, Vicente Enrique y Tarancón, escandalizado por el hambre que sufría la gente del obispado, escribió la pastoral, "Nuestro pan de cada día", un texto que provocó la ira del franquismo. Y es que en aquella pastoral, Tarancón defendía "el derecho de los pobres y de los obreros a tener pan en abundancia, para llevar una vida digna y humana". Tarancón, cansado de llamar puertas de la Administración, sin ninguna respuesta positiva, escribió aquella pastoral para denunciar el hambre que había en su obispado, en plena posguerra, debido a los negocios del estraperlo: "Hay muchas familias (decía el obispo de Solsona) que no tienen los alimentos más indispensables". Y es que el hambre, hermanas y hermanos, era, y es todavía hoy, un drama para mucha gente. No tener pan en casa, no llegar a fin de mes, e incluso morir de hambre, como ocurre en tantos países del Tercer Mundo, es el gran escándalo de la humanidad. Por eso hoy Jesús (Mt 14, 1-12) se hace solidario y próximo a la gran multitud que lo había seguido. El texto de San Mateo nos dice que: vio Jesús el gentío, y le dio lástima. Y el texto explicita esta compasión, diciéndonos que curaba a los enfermos y alimentaba a los que le seguían. El don de la compasión, de hacer nuestra la pasión del otro, de com-partir con el otro, el sentimiento de piedad, no de pietismo, como ha dicho el papa, significa estar cerca de los que sufren, de los que pasan hambre, los que carecen de esperanza. En el Evangelio de la multiplicación de los panes y los peces, hay dos actitudes contrapuestas. Por una parte tenemos a los discípulos que sugieren a Jesús que despida a la gente que le seguía, "para que vayan a las aldeas y se compren de comer". Y por otra parte está la solicitud de Jesús por los que sufren, por los que tienen hambre. Por eso el Maestro, que nunca despide a nadie, pide que los discípulos den de comer aquella gran multitud. Sería la actitud "sensata", práctica, digámoslo así, de los apóstoles y la "utópica", de Jesús. Pero como ocurre tantas veces en la vida, lo que parece imposible se puede hacer realidad. Y es que hoy, como siempre, es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo. Por eso los discípulos de Jesús debemos actuar como él lo hizo. Como ha dicho el Papa Francisco, "cuando el alimento se comparte de manera equitativa, con solidaridad, a nadie le falta lo necesario". Por ello, "cada comunidad debe ir al encuentro de las necesidades de los más pobres" (5 de junio de 2013) Fue esta la actitud de Tarancón hace más de medio siglo. Y es también este, el gesto del obispado de Lleida al ceder una parte del Seminario para crear viviendas para gente desahuciada o en riesgo de exclusión social. O las iniciativas de nuestro obispado de Santa Feliu en favor de los inmigrantes, los parados, de las familias que no pueden llegar a final de mes. O el compromiso de las congregaciones religiosas o de las parroquias, que desde Cáritas, se hacen cargo de los que han perdido el hogar o los que ya no pueden dar de comer a sus pequeños. ¿No es la fraternidad (también hoy) lo que hace posible el milagro de los panes y los peces? Así lo vio la madre Teresa de Calcuta, cuando llevó un poco de arroz a una familia que pasaba dificultades. Cuando la mujer recibió el arroz, cogió la mitad y salió de casa. Al volver al hogar, la madre Teresa le preguntó dónde había ido y la mujer le dijo que una vecina suya, que era budista, también pasaba hambre y que le había llevado la mitad de ese arroz. Son actitudes e iniciativas que nos han de mover a compartir lo que tenemos. Como lo que han hecho unos jóvenes que conozco, que se casaron hace dos meses, y que han dado a Cáritas, todo el dinero que recibieron de los amigos y de la familia por su boda. ¡Estos son los gestos que nos hacen discípulos de Jesús! El papa Francisco lo dice así: "He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración". (Palabras del Papa en el Ángelus del 2 de junio de 2013) Por eso el Papa nos urge a "afrontar todos juntos, un problema que interpela nuestra conciencia personal y social, para encontrar una solución justa" (16 de junio de 2013). La Eucaristía que ahora celebramos, hermanas y hermanos, es siempre sacramento de fraternidad y de comunión. Y por eso nos empuja a hacer un mundo más humano, donde compartiendo lo que tenemos, podamos reconocernos hijos de un mismo Padre, acabando así con el escándalo del hambre. Porque como decía el obispo Oscar Romero, "No es voluntad de Dios que unos tengan todo y otros no tengan nada. Esto (decía el obispo Romero) no puede ser de Dios "(10 de septiembre de 1978).