La teoría sociológica contemporánea y el problema de las

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La teoría sociológica contemporánea y el problema de las relaciones entre la
ciencia, la tecnología y la sociedad
Jósean Larrión Cartujo
El trabajo presente tiene la finalidad de hacer comunicar los resultados más
importantes o significativos obtenidos a partir de la realización de una investigación en
el campo de la sociología. Esta investigación trata en general sobre la teoría sociológica
contemporánea y el problema de las relaciones existentes entre la ciencia, la tecnología
y la sociedad. En virtud de lo cual, en primer lugar, vamos a proceder a presentar un
breve resumen de los capítulos de esta investigación para, en segundo lugar, pasar a
exponer las conclusiones propiamente dichas de la misma.
En el capítulo primero de la investigación hemos procurado describir y analizar dos
problemas u obstáculos metodológicos sustantivos que, en principio, parecen
entorpecer, limitar o bloquear de manera notable el proyecto de proceder al estudio de
las relaciones existentes entre la ciencia, la tecnología y la sociedad. En primer lugar,
por tanto, hemos procurado hacer manifiesto cómo la ciencia natural en particular ha
sido considerada de manera habitual como un caso de conocimiento de estatuto
epistemológico privilegiado. En este sentido, nuestra labor principal ha consistido en
relatar la progresiva problematización y crítica del estatuto epistemológico diferencial
atribuido por lo general al conocimiento científico de las llamadas ciencias de la
naturaleza. En segundo lugar, hemos procurado poner de relieve el carácter en parte
paradójico y en parte auto-reflexivo del proyecto de proceder al estudio del propio mito
de la ciencia también de un modo científico. En este sentido, nuestra meta no ha
consistido ni en negar con rotundidad ni en resolver de un modo definitivo cuanto de
paradójico o de auto-reflexivo se pueda contener en semejante empresa sino más bien
en identificarnos con una de las dos actitudes metodológicas posibles, esto es, con la
actitud metodológica científica en detrimento de la actitud metodológica a-científica, y
en procurar aprender a convivir con tan problemáticos contenidos. De tal forma que con
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posterioridad hemos procurado articular una serie de objetivos de investigación, un
objeto empírico de estudio y una hipótesis de trabajo teniendo bien presentes éstas y no
otras problemáticas.
En concreto, hemos de señalar que el objetivo general de la investigación ha
consistido en proceder al estudio de las relaciones existentes entre la ciencia, la
tecnología y la sociedad. En esta misma línea, poner de relieve que el objetivo
específico ha radicado en tornar cuando menos problemática la tesis que sostiene que el
trabajo de los científicos y los técnicos está poco menos que determinado por el
exclusivo ejercicio de la racionalidad científica y la práctica experimental. De igual
modo, con la finalidad, por tanto, de concretar un objeto de estudio empíricamente
relevante con el que poder llevar a buen término estos dos objetivos hemos consensuado
proceder, de un modo genérico, al estudio de las relaciones existentes entre la ciencia, la
tecnología y la sociedad en relación con la controversia social, científica y técnica que
tiene lugar en torno a la liberación voluntaria de los Organismos Modificados
Genéticamente (OMG) y, de manera más específica, al estudio acerca de hasta qué
punto y de qué modo el trabajo de los diferentes expertos, científicos y tecnólogos
directamente involucrados en esta controversia particular está, o no lo está,
condicionado de manera notable por el exclusivo ejercicio de la racionalidad científica y
la práctica experimental. Por último, en virtud tanto de estos dos objetivos como de este
objeto empírico de estudio, nuestra hipótesis de trabajo la hemos formulado del modo
siguiente. Lo que social, científica y técnicamente se considera el exclusivo ejercicio de
la racionalidad científica y la práctica experimental, que de acuerdo con la visión
tradicional o hegemónica de las relaciones existentes entre la ciencia, la tecnología y la
sociedad deberían dominar el trabajo o el quehacer de los científicos y los técnicos,
seguramente no sean los factores causales que con una alta probabilidad podrían
impulsar, o podrían dar cuenta de forma satisfactoria de, la posible clausura futura de la
controversia que tiene lugar en torno a la libre proliferación mundial de los OMG.
Por su parte, en el capítulo segundo hemos procedido al estudio de cómo los
productos científicos y los artefactos tecnológicos parecen influir de manera ciertamente
decisiva en el devenir de las sociedades contemporáneas. En este capítulo segundo,
dicho con otras palabras, de lo que se ha tratado es de exponer y analizar las
problemáticas consideradas de manera habitual exclusivamente de naturaleza social,
esto es, de naturaleza política, legal, moral o económica, para así mostrar que estas
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discusiones sociales sólo parecen cobrar auténtica significatividad social si se dan por
estabilizadas o zanjadas las cuestiones consideradas exclusivamente de naturaleza
racional y experimental.
La labor que hemos procurado realizar en el capítulo tercero, a la inversa que en el
capítulo segundo, ha consistido en proceder al estudio de cómo los denominados, por lo
general, factores sociales parecen influir de manera notable en la formación de los
productos y las prácticas científicas y tecnológicas. De este modo, cabe pues sostener
que hemos pasado del estudio de las denominadas de manera genérica como las
consecuencias sociales de la ciencia y la tecnología al estudio de los llamados de modo
habitual como los antecedentes sociales del complejo ciencia y tecnología. En concreto,
en este capítulo tercero hemos procedido pues al análisis de ese espacio de lo
socialmente considerado como propiamente racional y experimental, para por último
retornar de manera necesaria a la sociedad una vez percibida la dificultad notable de
clausurar esta controversia mediante lo que se considera de manera habitual, tal y como
hemos señalado en repetidas ocasiones, el exclusivo ejercicio de la racionalidad
científica y la práctica experimental.
En consecuencia, la meta fundamental del capítulo cuarto consiste en exponer y
analizar cómo es posible qué, cuando menos de momento, no hemos podido asistir al
cierre de la controversia sobre la liberación intencionada de los OMG. Dicho en otros
términos, la cuestión clave no parece ser, a saber, qué posición lleva más o menos
razón, como parecen interrogarse la práctica totalidad de los actores sociales relevantes
implicados en esta controversia, entre ellos los científicos, los tecnólogos, los políticos,
las entidades empresariales, los nuevos movimientos sociales o los propios
consumidores potenciales y reales. La cuestión prioritaria parece ser, antes bien, cómo
desde la teoría social contemporánea podemos llegar a comprender y explicar de manera
satisfactoria la existencia de posiciones científicas y técnicas tan divergentes respecto
del problema de las consecuencias futuras de la libre proliferación mundial de los OMG.
Con la finalidad de procurar proporcionar una respuesta plausible a este
interrogante sustantivo, en este capítulo cuarto se procede a presentar tres modelos de
interpretación básicos o fundamentales que, si bien en ciertos aspectos puedan llegar a
ser concebidos como complementarios, resultan en gran medida no sólo alternativos
sino también excluyentes. Con esta propuesta, como resultará poco menos que obvio, no
se pretende tanto agotar, por así decir, todas las posibilidades de análisis como, de
4
manera bien diferente, procurar dar cuenta de los modelos de interpretación más
sustantivos y clarificadores. Por tanto, sirviéndonos de estos tres modelos de análisis no
se procura decirlo todo, bien es cierto que ésta sería una tarea harto imposible de llevar
a cabo, sino que, antes bien, de lo que se trata es de expresar aquello que cabe
considerar como lo más importante o significativo 1. La primera de estas interpretaciones
alternativas, la interpretación que cabe llamar realista o positivista, consiste en afirmar
que si la controversia científica y tecnológica existente en torno a la liberación
voluntaria de los OMG de momento no se ha podido cerrar o clausurar ello parece ser
debido a determinadas carencias racionales y experimentales. La segunda variante
interpretativa fundamental, a la que cabe denominar interpretación materialista,
sostiene, por su parte, que si de momento no se ha producido este cierre ello parece ser
debido no a la existencia de determinadas carencias racionales y experimentales en
sentido estricto, como sostiene la posición anterior, sino a que, en realidad, nos
encontramos en presencia de un claro y sólido conflicto entre intereses sociales,
políticos y económicos ciertamente divergentes. La última opción interpretativa, a la
que cabe llamar interpretación idealista o culturalista, reivindica sin embargo la
necesidad de ir más allá de, o simplemente complementar, la interpretación materialista
dada la posible presencia de una fuerte tensión entre ideas, valores o, de modo más
genérico, visiones del mundo.
En relación con las conclusiones más importantes o sustantivas, esto es, en lo que
respecta a las conclusiones propiamente dichas a las que hemos podido llegar con la
realización de este trabajo concreto, poner de relieve lo siguiente. En primer lugar
señalar que, en relación directa con el objetivo general del trabajo presente, el viaje
realizado en este estudio ha consistido en ir, al comienzo, de las discusiones sobre los
temas relativos a la sociedad a aquellas otras discusiones directamente relacionadas con
el mundo de la ciencia y la tecnología. De hecho, debido a la imposibilidad de cerrar o
de zanjar la controversia mediante el aparente y ya problematizado exclusivo ejercicio
de la racionalidad científica y la práctica experimental, tanto en el capítulo tercero como
1
En palabras del sociólogo Pierre Bourdieu, resulta evidente que algunas disertaciones teóricas
sobre todas las cosas conocidas o conocibles desempeñan una función de anexión anticipada similar a la
de las profecías astrológicas dispuestas siempre a dirigir el acontecimiento de manera retrospectiva.
Según el conocido médico francés Claude Bernard: «Existen personas que sobre una cuestión dicen todo
lo que se puede decir para tener el derecho de reclamar cuando, más tarde, se haga alguna experiencia al
respecto. Son como aquellos que ubican planetas en todo el espacio para afirmar luego que allí está el
planeta que habían previsto». Bernard, Claude. (1947/1865). Principes de Médicine Experimentale, París,
PUF, p. 255. La cita aquí reproducida ha sido tomada del trabajo siguiente: Bourdieu, Pierre, et al.
(2001/1973). El Oficio de Sociólogo. Presupuestos Epistemológicos, Madrid, Siglo XXI, nota 18, p. 24.
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en el capítulo cuarto hemos tenido que retornar del mundo de la ciencia y la tecnología
al mundo de la sociedad del que en un principio habíamos partido. En este sentido, si
algo hemos podido constatar es, por un lado, que los debates sociales, políticos y
económicos no se pueden comprender y explicar de manera adecuada sin atender a los
debates sobre la ciencia y la tecnología y, de modo inverso, que los debates sobre la
ciencia y la tecnología en modo alguno se pueden comprender y explicar de manera
ciertamente satisfactoria sin atender a los respectivos debates sociales, políticos y
económicos. En virtud de lo cual, se puede sostener que nuestro viaje particular, por así
decir, ha consistido en abrir y cerrar un círculo analítico que se retro-alimenta de
manera constante y creciente o en, por expresarlo sirviéndonos de otra metáfora
seguramente más adecuada, dar cuenta de la compleja y dinámica espiral conformada
por los mundos de la ciencia, la tecnología y la sociedad. Dicho de otro modo, si en un
primer momento de análisis nos hemos encontrado con una sociedad, una política y una
economía impregnadas o cargadas de ciencia y tecnología, en un segundo momento
analítico nos hemos visto las caras, por decirlo de algún modo, con una ciencia y una
tecnología repletas de sociedad, de política y de economía. Dicho de un modo más
metafórico, si cabe, poner de relieve por tanto que la sociedad, la política y la economía
están tan preñadas de la ciencia y la tecnología como la ciencia y la tecnología lo están
de la sociedad, la política y la economía. De tal forma que, por servirnos de la
terminología relativa a las conocidas reglas durkheimianas del método sociológico, un
hecho social específico, como la disparidad de posiciones científicas y tecnológicas
existentes en relación con el problema de la libre proliferación mundial de los OMG,
parece ser comprendido y explicado de manera ciertamente adecuada o satisfactoria en
virtud de otro hecho social particular, la heterogeneidad de los intereses, los valores y,
en general, las visiones del mundo o los estilos de pensamiento en circulación2.
En segundo lugar, recordar que una de las metas más importantes de esta
investigación ha consistido en evidenciar, en clara disconformidad con la concepción
heredada, tradicional o hegemónica de las relaciones existentes entre la ciencia, la
tecnología y la sociedad, hasta qué punto y de qué modo determinados intereses y
valores en principio de carácter extra científico o no epistémico empíricamente
2
Tal y como ha puesto de relieve el sociólogo francés Émile Durkheim: «La causa determinante de
un hecho social debe buscarse entre los hechos sociales antecedentes y no entre estados de la conciencia
individual». Durkheim, Émile. (1991/1895). Las Reglas del Método Sociológico, Madrid, Akal, en
especial, capítulo V, pp. 105-132. La cita que hemos reproducido aquí corresponde a la p. 121.
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observables pueden condicionar tanto los discursos como las acciones de los expertos,
los científicos y los tecnólogos en la controversia sobre la liberación voluntaria de los
OMG. En este sentido, recordar que la imagen heredada de las relaciones existentes
entre la ciencia, la tecnología y la sociedad persiste en sostener que la posible disparidad
o incluso la posible incompatibilidad entre los diferentes dictámenes o informes de los
expertos se comprende y explica de una manera satisfactoria como un producto de la
“distorsión” de las prácticas científicas y técnicas en cuanto tales. De igual modo, la
discrepancia o la incompatibilidad entre las opiniones científicas y técnicas se entiende
en virtud de una anómala “intromisión” de determinados factores sociales, políticos o
económicos del todo externos o ajenos al propio quehacer científico y técnico. Frente a
esta imagen realista o positivista, nuestra labor prioritaria o fundamental ha consistido
en constatar que, a saber, la presencia de los diversos intereses y valores sociales,
políticos y económicos en el complejo ciencia y tecnología no es una presencia, por así
decir, a-normal o malsana, sino, antes bien, una presencia del todo normal, estructural y
constitutiva. Lo cual viene a significar que la presencia de los intereses y los valores
sociales, políticos y económicos en el complejo ciencia y tecnología no es una
“presencia patológica”, esto es una presencia accidental o malsana susceptible por tanto
de ser corregida, subsanada o erradicada, sino, de modo bien diferente, una “presencia
constitutiva” con la que hemos de aprehender a vivir, sobrevivir y convivir y ante la
cual el intento de neutralización o de eliminación de estos mismos intereses y valores
sociales, políticos y económicos parece estar abocado al más contundente y estrepitoso
de los fracasos humanos.
De tal forma que el acto de conocer y de reconocer la presencia de los intereses y
los valores sociales, políticos y económicos en el complejo ciencia y tecnología no
parece implicar el conocer o el reconocer que una ciencia en concreto sea una mala
ciencia ni que una tecnología en particular sea una mala tecnología sino que, de manera
bien diferente, la presencia de determinados intereses y valores sociales, políticos y
económicos es una característica constitutiva, estructural, inherente o intrínseca a toda
práctica científica y tecnológica y que, en consecuencia de lo cual, no nos encontramos
ante un problema susceptible de ser resuelto o erradicado mediante la movilización de
una mayor cantidad de racionalidad científica y de práctica experimental. De modo que
el espacio de las siempre añoradas soluciones humanas seguramente no deba estar
orientado hacia el ingenuo e imposible proyecto emancipatorio de liberar el mundo de la
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ciencia y la tecnología de los diversos intereses y valores sociales, políticos y
económicos para, en última instancia, procurar restaurar algo así como un idealizado
estado virginal, puro y originario. En suma, como bien diría la antropóloga Mary
Douglas, señalar pues que la imagen de la ciencia y la tecnología que hemos procurado
hacer más transparente o dotar de una mayor estabilidad no se refiere, por tanto, a un
conjunto de saberes o prácticas definidas de manera notable por el fenómeno de la
impureza en sentido negativo y degradante, fruto en este caso de la supuesta intromisión
no legítima de unos intereses y unos valores en principio externos, ajenos, sucios,
contaminantes, degradantes e impuros en el mundo límpio, puro, virginal, neutral y
objetivo de la ciencia y la tecnología 3. De modo bien diferente, esta nueva imagen hace
alusión a un conjunto de saberes y prácticas que hacen de la impureza, por servirnos de
nuevo de la terminología de la concepción heredada sobre las relaciones existentes entre
la ciencia, la tecnología y la sociedad, la única alternativa posible frente a, por así decir,
la no existencia. Dicho de un modo en extremo esquemático, cabe pues sostener que o
se es parcial e impuro o, en efecto, ni se es, ni se ha sido, ni se puede llegar a ser. En un
leguaje más o menos poético, este fenómeno viene a expresar que la palabra sociedad
guarda seguramente demasiadas similitudes fonéticas, cuando menos en lengua
castellana, con la palabra suciedad como para que las dos realidades a las que hacen
referencia no se encuentren sólidamente relacionadas o, si se prefiere, constituidas de
manera relacional.
Por último y en tercer lugar, hacer manifiesto que el papel, el rol o la función de los
expertos en las sociedades contemporáneas parece por tanto adoptar tres formas si no
únicas sí cuando menos básicas o fundamentales. La primera de estas formas típicas, a
la que cabe llamar el “experto neutral-objetivo”, viene a estar representada por aquella
opción que hemos procurado cuestionar de manera rotunda y constante en este trabajo y
que presenta a éstos como meros asesores o consultores neutrales y objetivos o, lo que
prácticamente es lo mismo, como un colectivo social del todo ajeno a las posibles y
efectivas tensiones existentes entre los intereses, los valores, las visiones del mundo o
los estilos de pensamiento que vienen a definir y caracterizar a las sociedades
occidentales contemporáneas. De tal forma que, como bien ha puesto de relieve, por
3
Según ha señalado Mary Douglas: «La “pureza” y el “peligro” son argumentos contundentes que
siempre se manejan en los diálogos que todas las comunidades mantienen acerca de sus propias bases
fundacionales». Douglas, Mary. (1991/1966). Pureza y Peligro: Un Análisis de los Conceptos de
Contaminación y Tabú, Madrid, Siglo XXI, p. XXIII.
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ejemplo, Sheila Jasanoff, todo parece indicar que debemos renunciar a la visión ingenua
y superficial del trabajo de los expertos en virtud de la cual diversos órganos de asesores
o de consejeros supuestamente neutrales y objetivos se limitan simplemente a transmitir
la auténtica verdad de las cosas naturales y sociales a las diferentes formas de poder,
sean estas formas de poder de carácter social, político o económico4. La segunda de
estas formas características es la representada por lo que cabe llamar el “experto
alienado-anómico”. Por un lado, se trata de un experto alienado, de acuerdo con la
tradición marxista, por cuanto se encuentra alienado, enajenado o permanece ajeno a las
diversas relaciones de dominación y explotación social, política y económica que tienen
lugar en la sociedad a la que pertenece de manera indudable. Por otro lado, se trata de
un experto anómico, de acuerdo con la tradición sociológica durkheimiana, por el hecho
de no orientar su comportamiento con arreglo a los marcos normativos legítimos o por
permanecer prácticamente ajeno a las normas básicas de solidaridad orgánica que, en
principio, caracterizan a las sociedades hiper-diferenciadas contemporáneas. En
cualquier caso, y cabe señalar que por desgracia para la práctica totalidad de los seres
vivos humanos y no humanos que habitaron, habitan y habitarán este planeta, se trata de
un tipo ideal de experto que, siendo en parte víctima de una ceguera o una deformación
profesional notable, desarrolla su quehacer cotidiano desentendiéndose prácticamente
por completo de las aplicaciones, las consecuencias o los usos sociales, políticos y
económicos de su trabajo científico o tecnológico. En este caso, son los políticos, los
empresarios, los consumidores o los miembros de los nuevos movimientos sociales
quienes se encargan de seleccionar, instrumentalizar o cuando menos beneficiarse de
aquellos trabajos o productos científicos y artefactos tecnológicos que, de un modo u
otro, legitiman o contribuyen a reforzar sus intereses y sus valores particulares. La
tercera de estas formas típicas del papel de los expertos en las sociedades actuales es la
representada por lo que cabe denominar el “experto partidario-solidario”. El experto
partidario-solidario, por su parte, se hace perfectamente cargo, por así decir, de que su
quehacer cotidiano resulta en gran medida parcial, partidario, solidario, cómplice,
colaboracionista, interesado o valorativo. De tal forma que éste parece realizar su labor
4
En relación con el estudio de la función del asesoramiento de los expertos en las sociedades
occidentales contemporáneas, véase en especial: Jasanoff, Sheila. (1990). The Fifth Branch: Science
Advisers as Policymakers, Cambridge, MA, Harvard University Press. De esta misma autora, véase de
igual modo: Jasanoff, Sheila, et al. (1995). (Ed.). Handbook of Science and Technology Studies, Thousand
Oaks (Ca.), Londres y Nueva Dehli, Sage; Jasanoff, Sheila. (1986). Risk Managment and Political
Culture, Nueva York, Russell Sage Foundation; Jasanoff, Sheila. (1995). Science at the Bar. Law,
Science, and Technology in America, Cambridge, Harvard University Press.
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cotidiana guiado por el esfuerzo constante en otorgar justificación científica y técnica a
determinados intereses y valores particulares que él pueda considerar legítimos,
oportunos, justos o necesarios. En este otro caso, a diferencia del caso del experto que
hemos llamado alienado-anómico, estamos en presencia de un tipo ideal de experto que
se hace plenamente consciente y responsable de las aplicaciones, las consecuencias y
los usos sociales, políticos y económicos de sus productos científicos y artefactos
tecnológicos. Sin embargo, cabe poner de relieve en un tono de igual modo crítico, esta
actitud tercera representa una fuente de poder no democrático que parece influir de
manera constante y decisiva en el devenir de las sociedades contemporáneas.
Jósean Larrión Cartujo
Becario de Formación del Personal Investigador (FPI) del Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte (MECD)
Departamento de Sociología V. (Teoría Sociológica)
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología
Universidad Complutense de Madrid
Pamplona, a 5 de febrero de 2004
E-mail: [email protected]
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bernard, Claude. (1947/1865). Principes de Médicine Experimentale, París, PUF.
Bourdieu, Pierre, et al. (2001/1973). El Oficio de Sociólogo. Presupuestos Epistemológicos, Madrid,
Siglo XXI.
Douglas, Mary. (1991/1966). Pureza y Peligro: Un Análisis de los Conceptos de Contaminación y Tabú,
Madrid, Siglo XXI.
Durkheim, Émile. (1991/1895). Las Reglas del Método Sociológico, Madrid, Akal.
Jasanoff, Sheila, et al. (1995). (Ed.). Handbook of Science and Technology Studies, Thousand Oaks (Ca.),
Londres y Nueva Dehli, Sage.
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Jasanoff, Sheila. (1986). Risk Managment and Political Culture, Nueva York, Russell Sage Foundation.
Jasanoff, Sheila. (1990). The Fifth Branch: Science Advisers as Policymakers, Cambridge, MA, Harvard
University Press.
Jasanoff, Sheila. (1995). Science at the Bar. Law, Science, and Technology in America, Cambridge,
Harvard University Press.
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