domingo Domingo, 23 de septiembre de 2012 5 En la foto de Mar Gil, Francisco Narla presenta su libro en el Hotel Virxe da Cerca de Compostela. Abajo, entrevistador y entrevistado, departiendo unos minutos antes de la charla, en los jardines del hotel. francisco l narla “mi objetivo no es otro que entretener” EL ESCRITOR LUCENSE LOGRA UNA ESPLÉNDIDA NOVELA CON ‘ASSUR’ (TEMAS DE HOY), UNA CONVINCENTE FICCIÓN SOBRE LA INVASIÓN VIKINGA DE GALICIA texto J. Miguel Giráldez. Profesor de la UDC a familiaridad con Francisco Narla (Lugo, 1978) hace que las entrevistas con él me parezcan una relajada prolongación de todas las conversaciones que hemos tenido, que no son pocas, un agradable viaje hacia sus ensoñaciones, que son muchas, pero sin la artificiosidad inevitable de un micrófono. No sé muy bien dónde empieza y dónde termina una entrevista con Francisco Narla. Pero sí sé muy bien dónde empieza y hacia donde se dirige su indudable pasión por la literatura. Comandante de líneas aéreas, Narla hace tiempo que se encierra durante largos períodos para escribir. Sus aventuras anteriores en el terreno de la novela le llevaron hacia el terror y la crónica negra, desde Los lobos del centeno a la ficción aeronáutica Caja negra, más reciente. Pero ahora, desde hace ya unas cuantas semanas, Francisco Narla triunfa con Assur, una de esas novelas/hotel, como diría E. M. Forster. Casi mil páginas dedicadas a contar una historia épica en la que un hispano se rebela contra la invasión de los pueblos vikingos. Y es ahí donde Galicia cobra un protagonismo muy especial. Assur cuenta con dos elementos que no están siempre presentes en las narraciones de naturaleza histórica: uno, el dominio del lenguaje que Narla demuestra. Dos, el apreciable manejo de la documentación histórica, hasta donde es posible, pero teniendo siempre presente que se trata de una ficción. Narla sabe que la calidad de la pieza literaria debe pesar mucho más que el rigor histórico. Narla sabe que, por encima de todo, quiere contar algo y contarlo bien: en no pocas páginas, con el perfume de las aventuras clásicas. Hablo con él esa mañana de sol en los jardines del Hotel Virxe da Cerca de Compostela. Narla, emulando a Tolkien (le digo), compone con cuidado la carga de tabaco para su pipa. Ahora, con la presencia rotunda de Assur, sobre la mesa, el escritor parece tranquilo. Como quien ha movido una pesada piedra desde los orígenes, para alcanzar exactamente el lugar que deseaba. Aún es un escritor joven, pero ha crecido enormemente gracias a esta historia. “Me siento bien, ha sido un trabajo complejo pero ha merecido la pena”, dice, un poco en plan personal. Hablamos de Assur como la construcción de un héroe clásico, del héroe total. “Quería contar toda la vida de una persona, todas las peripecias de una vida. El amor, el dolor, la pasión, la traición, la venganza...”, dice Narla. Es la construcción del héroe desde abajo, de tal forma que los acon- tecimientos le van construyendo, y también está el intento de restañar lo perdido: lo que Vladimir Propp llamaba la tarea del héroe. “El objetivo fundamental para mí es contar una historia, una aventura compleja, de tal forma que el lector acompañe siempre al personaje. Yo busco el entretenimiento, incluso el aspecto folletinesco. Creo que es el método acertado. Muchas novelas clásicas fueron en su día, como le pasó al propio Quijote, novelas populares. Dickens, ahora en su bicentenario, es otro buen ejemplo. Así que estoy totalmente de acuerdo con la máxima aquella de ‘enseñar deleitando”, subraya no sin cierta contundencia. “La historia suele estar ahí. Dice Stephen King que una buena historia es como desenterrar un gran fósil. Y cuando descubrí con detalle aquel país atacado por los nórdicos, cuando supe que esclavos gallegos capturados por los vikingos habían sido vendidos incluso en Bagdad, cuando descubrí lo lejos que se podía llegar con las historias, no dudé a la hora de escribir, por ejemplo, que Assur podía haberse enrolado en el primer viaje a América de los europeos: un viaje vikingo que hoy ya no ofrece dudas. Y entonces supe que la historia merecía la pena. Y supe que quizás había encontrado uno de esos fósiles que decía Stephen King. Porque la historia estaba ahí, y al fin la había desenterrado”.