PODEMOS CONFIAR EN EL SEÑOR “Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él”. Lucas 5:12-13 Es fácil confiar en el Señor cuando las cosas van como queremos. Pero, cuando llegan a nuestra vida las pruebas dolorosas que nos dejan frustración, preocupación o desesperación, ¿seguimos confiando en Él?. Al enfrentar la adversidad, muchas personas se preguntan, ¿me ama Dios en realidad?, y concluyen que un Padre que en verdad se preocupara no permitiría que el dolor y la dificultad afectaran las vidas de Sus hijos. A veces empezamos a cuestionar incluso si Él está dispuesto a hacer algo al respecto de nuestras circunstancias. En el Salmo 50:15, Dios le dijo a David: “...Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás”. ¿Podemos realmente depender de Él y confiar en que lo hará?. Para los seguidores de Jesucristo es importante entender que Él no solo puede, sino que está dispuesto a cumplir cada una de las promesas en la Biblia. Incluso cuando no podemos entender por qué Dios permite que se den ciertas situaciones, existen tres verdades esenciales que forman la base para confiar en Él sin importar lo que suceda. 1.- DIOS ES AMOR La primera verdad es que Dios es perfecto en Su amor. En otras palabras, Él siempre hace lo que es mejor para nosotros. Si realmente creemos esto, siempre confiaremos en Él en nuestras pruebas más difíciles. Hebreos 12:6 dice: “Porque el Señor al que ama, disciplina...”. Así que, si el pensamiento natural dice que la paz y la felicidad son una muestra del amor de Dios, la Biblia dice que la dificultad y la disciplina son en realidad la evidencia de que somos miembros de Su familia. La razón es clara, Dios se preocupa por nosotros tanto que no permitirá que nos quedemos en la condición en que estamos. En vez de ello, quiere transformarnos a la semejanza de Su hijo. Podemos depender del amor de Dios con base en Su carácter, ya que amor es su naturaleza misma. La Biblia dice: “...No hay ningunas tinieblas en él.” (1Juan 1:5) En otras palabras, Él es absolutamente santo, justo y perfecto, y por lo tanto, nunca podría maltratar a ninguno de Sus hijos. Siempre hará lo que es positivo y bondadoso en nuestras vidas. El calvario es una prueba del profundo amor de Dios por la humanidad. Todos estábamos en extrema necesidad de perdón y de rescate del castigo por el pecado, pero no podíamos salvarnos a nosotros mismos. Nuestra deuda sólo podía ser satisfecha por medio del pago de una vida perfecta (Deuteronomio 17:1). El Padre celestial hizo posible nuestra salvación enviando a Su hijo Jesús a morir en la cruz como nuestro sustituto, lo cual es evidencia indiscutible de Su amor infinito por la humanidad. Una vez que confiamos en Jesucristo como nuestro Salvador, nos convertimos en miembros de la familia de Dios. Nuestro Padre celestial es paciente, amoroso y bondadoso con nosotros. Él entiende que somos como niños aprendiendo a vivir en esta vida. Dios nos ama de manera perfecta. Cada acción que realiza en nuestra vida o que permite en ella es una expresión de Su amor, aun cuando permite algunas situaciones que pensamos que no sería posible que pudieran ser para nuestro bien. Siempre recordemos que Dios es omnisciente, Él ve el final desde el principio y sabe exactamente qué fruto saldrá de nuestros dolores y retos. Aunque no entendamos Sus razones para permitir ciertas circunstancias, nuestras dificultades no indican en modo alguno que Él no sea bueno. 2.- DIOS ES SABIO La segunda verdad esencial es que Dios es infinito en sabiduría. Nunca tiene que someter a votación a los ángeles ni consultar a nadie para obtener un consenso en cuanto a la acción más sabia a tomar. En Su conocimiento ilimitado, siempre sabe qué es lo absolutamente mejor para nosotros y actúa conforme a ello. Sin importar cómo se vean las circunstancias a nuestro alrededor, debemos recordar que Dios conoce el curso de acción óptimo en cada situación y que sólo beneficiará a Sus hijos. A veces vemos las dificultades que estamos enfrentando y pensamos: “Bueno, Señor, sé que eres infinitamente sabio, pero creo que te has olvidado de algo...”. Tengamos por cierto que Él no ha pasado por alto ni un solo detalle. En nuestro entendimiento y razonamiento limitados, simplemente no vemos las cosas desde la perspectiva de Dios. Tal vez tengamos toda la información que humanamente sea posible recopilar, pero Dios está al tanto de todo aquello que influye en la situación así como también de todas las consecuencias potenciales para nosotros y para aquellos a nuestro alrededor. Sólo Dios comprende la totalidad de cada decisión. Y porque es infinitamente sabio no puede equivocarse, podemos descansar en esta realidad. 3.- DIOS ESTÁ EN TOTAL CONTROL La tercera verdad esencial es que Dios es completamente soberano en cuanto a Su control. Él tiene autoridad absoluta sobre todo en la creación. Podemos confiar en Él porque es soberano y por lo tanto, tiene control perfecto y completo sobre cada detalle de nuestra vida. Cuando Pilato le preguntó a Jesús: “¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?” El Señor le respondió: “...ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba...” (Juan 19:10-11). Antes de esto, Jesús cito a sus discípulos que ni siquiera un pajarillo, cuyo valor era apenas de medio centavo, caía a tierra de no ser por la voluntad del Padre (Mateo 10:29). En otras palabras, sea grande o pequeña la circunstancia, Dios tiene el control absoluto. Algunos podrían preguntar: “Entonces, ¿qué decir de los problemas más serios de nuestra vida? ¿Dónde estaba Dios?”. La respuesta seguiría siendo la misma: Él sigue teniendo control total, aunque ésta es una idea difícil de aceptar para la mente humana. Algunas personas encuentran consuelo en la idea de la suerte, el destino o la casualidad, porque confiar en Dios puede parecerles difícil cuando la tragedia golpea. Pero, ninguna de esas cosas es verdadera. En Dios podemos confiar siempre. Así que cuando enfrentemos luchas, recordemos que Dios tiene en mente nuestro beneficio máximo. Él quiere que confiemos en Él como nuestro Ayudador y que le entreguemos nuestra vida a Él. No hay razón para dudar de Él, porque es perfecto en Su amor, infinito en Su sabiduría y soberano en Su control de todo el universo. ¿Por qué deberíamos inquietarnos, si incluso al pasar por los valles más profundos y oscuros de la vida, puede haber gozo y una confianza perdurables? No importa qué nos suceda, nuestro Padre celestial quien es todo amor, toda sabiduría y todo poder nos tiene en la palma de Su mano.