Fuerza del torrente

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presión arterial | rx
Presión arterial
Fuerza del torrente
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Junto a la temperatura corporal, la presión arterial es el parámetro de salud
más frecuentemente medido. Cuando sobrepasa los rangos normales –en forma
asintomática en la mitad de los casos– puede ocasionar patologías severas,
a veces mortales / María Cristina Sanhueza
Al igual que el agua potable, que ingresa a los edificios
por un grueso ducto principal para luego distribuirse a
los diferentes apartamentos, la sangre del organismo es
bombeada desde el corazón por la arteria aorta hacia la
red de vasos sanguíneos, que se ocupa de transportarla
fluidamente a todo el cuerpo con su carga de oxígeno
y nutrientes. Esa sorprendente dinámica biológica se
cumple gracias a la acción de la presión arterial, definida
como la fuerza ejercida por el torrente sanguíneo sobre
las paredes de las arterias, un mecanismo imprescindible
para impulsar su circulación. La sangre fluye tan enérgi-
Conformado
por el corazón
–que late más
de 100 mil veces en
un día– y 96 mil
kilómetros
de vasos sanguíneos
(diferenciados
en arterias, venas
y capilares),
el aparato circulatorio
asegura el movimiento
ordenado y continuo
de la sangre
por el organismo.
camente hacia las arterias de mayor calibre que imaginar
un corte en ellas supone enfrentarse a un chorro de un
metro de alto.
Alta y baja
La presión arterial máxima –denominada sistólica– corresponde al inicio del ciclo cardíaco, cuando el corazón
se contrae para impulsar el torrente hacia las vías circulatorias. La más baja –conocida como diastólica– se registra
cuando el órgano se relaja y descansa entre un latido y otro,
disminuyendo su potencia sobre los vasos.
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Los pacientes hipertensos
o hipotensos jamás deben cambiar
la dosis prescrita o abandonar
el fármaco indicado sin consultar
con su médico tratante
en el manómetro (en primer término el mayor, seguido
del menor).
Valores por encima de 140/90 milímetros de mercurio
son indicativos de hipertensión o presión alta, mientras
que por debajo de 90/60 revelan hipotensión o presión
baja. En pacientes con diabetes mellitus o con trastornos
cardíacos o renales el objetivo terapéutico es mantener la
presión por debajo de 130/80 milímetros.
Monitoreo particular
Los valores convencionalmente considerados normales
para una persona con más de 18 años son de hasta 140
para la presión mayor o sistólica y 90 para la menor o diastólica, precisa Emiro Flores, internista del Centro Médico
Quirúrgico Vidamed.
El especialista aclara que si bien la presión arterial es
conocida popularmente como tensión arterial, el término
“tensión” no es correcto porque se refiere más bien a la
reacción elástica de las arterias que a la compresión sanguínea ejercida sobre ellas.
Lectura sencilla
Conocido comúnmente como tensiómetro (el término
médico es esfigmomanómetro), el aparato manual para
medir la presión (también los hay electrónicos de formato
digital) consta básicamente de un brazalete inflable (que
se coloca alrededor del antebrazo izquierdo), una pera
de goma para insuflarlo, un manómetro aneroide o de
mercurio para medir la presión de aire aplicada y un tubo
conector. En centros de cuidados intensivos y en casos
especiales la presión se mide en forma intraarterial mediante la inserción de una cánula.
El procedimiento para medir la presión arterial es rápido
y sencillo: el médico ausculta al paciente (quien debe estar
en actitud relajada) colocando un estetoscopio sobre su
arteria, la cual se va comprimiendo gradualmente a medida
que se expande el brazalete inflado en el antebrazo. En
pacientes sin brazo izquierdo o con el brazo quemado, el
brazalete se puede poner en el tobillo, precisa Flores. La
presión sistólica se registra cuando ya no se percibe pulso
en el brazo. Luego, se desinfla el brazalete y se mide la
presión diastólica, en el momento en que la sangre vuelve
a fluir libremente. Ambos parámetros aparecen expresados
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Hoy los médicos prestan especial atención a la elevación de
la presión sistólica –desencadenante de eventos cerebrovasculares– en personas mayores de 50 años. Además, otorgan
suma importancia a la diferencia entre ambos índices (el de
la sistólica y el la diastólica): mientras mayor se revele, más
alto es el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Vale anotar que si la presión se revela mínimamente
alta, y aún no existe daño orgánico, se debe realizar una
medición en distintos momentos del día, porque suele
presentar variaciones. Nissim Abecasis, cardiólogo, internista y especialista en hemodinamia del Centro Médico
de Caracas, explica que la variabilidad determinada por el
ritmo circadiano o biológico puede ser riesgosa en ciertos
casos: si bien es normal que al despertar la presión tienda
a subir, impulsada por la liberación de adrenalina y cortisol
(que favorecen la vasoconstricción y la aglomeración de
plaquetas), en algunas personas esa variabilidad contribuye a obstrucciones vasculares, que pueden manifestarse en
trastornos cerebrovasculares o cardiovasculares: de ahí la
ocurrencia ocasional de esos dramáticos eventos en horas
de la madrugada.
Enemigo silencioso
Socia indiscutible de trastornos renales y vasculares, enfermedad cardíaca coronaria, diabetes mellitus, arterioesclerosis, obesidad, hipertiroidismo y tumores adrenales,
la hipertensión descarga su artillería apuntando a los
llamados “órganos blancos” del cuerpo: corazón, cerebro,
riñones y vista.
Se calcula que la enfermedad afecta a alrededor de mil
millones de personas en el mundo (uno de cada tres adultos)
y anualmente causa la muerte de siete millones. El aumento de la longevidad y el estilo de vida actual (caracterizado
por una actividad física disminuida y una alimentación
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rica en grasas y sodio) han situado a la hipertensión como
un problema de salud pública.
Aunque suele asegurarse que las mujeres presentan menos problemas de presión alta que los hombres, Abecasis
señala que por cada 20 milímetros de aumento en la sistólica
y 10 en la diastólica, a partir de 110/70, el riesgo de enfermedad coronaria se duplica en ambos sexos por igual.
La hipertensión hace trabajar con mayor fuerza al corazón, contribuyendo con la formación de depósitos de grasas
y fibras dentro de las paredes arteriales (ateromas) y con el
engrosamiento y la debilidad del órgano. Estas alteraciones
pueden producir insuficiencia cardíaca o renal y accidentes
cerebrovasculares.
En la mitad de los casos, la hipertensión transcurre sin
síntomas, produciendo daños en forma silenciosa. Sin embargo, algunas veces genera ciertas señales como dolor de
Se calcula que la hipertensión
afecta a 1.000 millones
de personas en el mundo
(uno de cada tres adultos)
y causa anualmente la muerte
de 7 millones
cabeza o de pecho, sudoración, falta de aire, alteraciones
visuales, vahídos, confusión, zumbidos en los oídos e, incluso, hemorragias nasales.
Existen dos tipos de hipertensión:
Primaria (afecta a 80% de los pacientes). Se desconoce la verdadera causa de la presión arterial elevada. Sin
embargo, se han identificado factores relacionados con
su desarrollo:
• Predisposición genética: su influencia aún no está
cuantificada, pero hoy se trabaja intensamente en marcadores genéticos de presión alta.
• Raza: las personas de origen afroamericano tienen un
alto riesgo de padecer la condición y son más propensas
a presentar hipertensión severa.
• Edad avanzada: con los años se endurecen las paredes
arteriales.
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En 5 a 10% de las mujeres jóvenes
que sufren de hipertensión
la condición está vinculada al uso
de anticonceptivos orales
• Sedentarismo: aumenta la grasa corporal, la glicemia
y la tendencia a la trombosis.
• Alta ingesta de sodio (sal): incrementa la retención de
líquidos y agrava el cuadro clínico.
• Anticonceptivos orales: aumentan la retención de
agua y sal y alteran la respuesta de la pared arterial.
• Tabaquismo: promueve la vasoconstricción y el endurecimiento de las arterias.
• Alcoholismo: produce daños al músculo cardíaco.
• Diabetes mellitus: la resistencia a la insulina provoca
contracción de los vasos sanguíneos y, en consecuencia,
aumento de la presión.
• Obesidad: se sabe que a medida que incrementa el índice de masa corporal (IMC) se eleva la presión arterial.
• Arterioesclerosis: el endurecimiento de las arterias de
mediano calibre afecta su respuesta al flujo sanguíneo.
• Ateroesclerosis: las placas de lípidos adheridos a las
paredes arteriales comprometen su distensión.
Secundaria. Es la presión arterial elevada causada por
ciertas patologías, entre ellas las enfermedades endocrinas o renales. En ocasiones, la hipertensión secundaria se
corrige al tratar la enfermedad de origen.
Calidad de vida
“La realidad nos indica que controlar la hipertensión disminuye más de un 20% el riesgo de un ataque cardíaco
y hasta un 40% el de enfermedades cerebrovasculares”,
precisa Abecasis. El cardiólogo recomienda a toda persona
mayor de 18 años medirse periódicamente la presión y
acudir de inmediato a consulta de encontrarla alterada.
Salvo en casos muy puntuales, como el del obeso extremo que logra bajar de peso, el tratamiento con fármacos
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diarios es usualmente de por vida. Los medicamentos,
precisa Abecasis, apuntan a evitar la vasoconstricción y
producir vasodilatación mediante diferentes mecanismos:
bloqueantes del calcio, bloqueantes de los receptores de la
angiotensina II, convertidores de angiotensina, inhibidores
de enzimas, diuréticos y betabloqueantes son parte del
arsenal terapéutico del cual dispone el especialista.
Más allá del tratamiento con fármacos, los médicos coinciden en calificar como crucial incorporar ciertas medidas
para ganar calidad de vida:
• Seguir una dieta baja en calorías y en sal, con abundancia de frutas y vegetales.
• Mantener una actividad física regular.
• Evitar el sobrepeso.
• Abandonar el tabaquismo y el consumo de alcohol.
¿Y la hipotensión?
Se puede afirmar que la presión arterial habitualmente
más baja de lo normal vela por la salud de su dueño: no
causa mayores problemas y es una suerte de seguro de vida.
Sólo adquiere importancia cuando viene acompañada de
mareos, desmayos, vértigos o problemas estomacales, e
interfiere en la vida cotidiana; pero, incluso así, es de fácil
tratamiento.
Sin embargo, al igual que la fiebre, la hipotensión puede
ser el anuncio de una condición severa y requerir atención médica urgente: es el caso del shock ocasionado por
infecciones graves, hemorragias, anafilaxia, insuficiencia
o arritmia cardíaca. Si la hipotensión priva de oxígeno al
organismo puede producir daños severos al corazón, al
cerebro y a otros órganos.
Además, en pacientes coronarios la disminución de la
presión arterial (por debajo de 60 milímetros de mercurio
la menor) puede agravar la patología comprometiendo la
circulación en las arterias correspondientes, precisan los
especialistas.
•
F u e n t e s c o n s u lta d a s
º Nissim M. Abecasis S., cardiólogo, internista y especialista en hemodinamia.
Centro Médico de Caracas.
º Emiro Flores, internista. Centro Médico Quirúrgico Vidamed.
º www.medlineplus.gov / www.kidney.niddk.nih.gov
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