EL 150 ; Julio mió! cuan felices Nos hace nuestra pequeña! A l besarla me ha besado: ]Y puede quo no lo ci-eas! Te digo que si, fué un beso, Y sino haz tu la pnieba. ¿Ves incrédulo, lo ves? jTo convences que nos besa? ;flija mia! ¡hija mia! Mil veces bendita seas. Que este tu beso primero Del cielo me abrió las puert«s Porque la dicha que siento No se conoce en la tierra. 11. Quiero verla ;es mi hija! Repito que quiero verla. i,Cómo podréis evitar L o que una madre desea? Pensáis acaso insensatos Que puede ahogarme la pena? •Ay! si la pena matara H a dias que no existiera; Quiero ver aquella frente Y a sin brillo... amirillenta: Su cuello pálido y rígido... Su boca marchita y seca... Y aquellas manos cmzadas Por una cinta sugetas... Dejadmo entrar un instante; Abrid, abrid esa 'puerta... Tened piedad... ¡Si ya nunca Tendré la dicha de verla...¡ ¡Gracias, gracias!... ¡Hija! hija! Decían que estabas muerta Y y o vivo todavía... Tus fríos labios me hielan La sangre... deja tu sueño. Despierta, hija, despierta. No despiertes, que mi alma A buscar tu alma vuela, Nuestros cuerpos, hija mia. Juntos irán á la tien-a. V . GUIR-A-O. A L A TOMA DE TETUAN. ODA. ¡Por qué en aqueste instante hinche el espacio súbita armonía, y á los ojos radiante se asoma el alegi-ía, y el corazón, ya estrecho, saltar quiere del pecho, y con luz demsada b r i l k el dia? ALBÜM Es que la dura ofensa España ya vertgt) del africano: es que su gloria inmensa recuerda el castellano,' es que su triunfo canta, y que audaz se levanta blandiendo el hierro su potente mano. La ruda hueste y fiera nuestro Caudillo al ver: ii¡Es6 es el hombrO"! grita, y huye ligera... En su fuga le asombre mas que del comprimido cañón el estampido, el nombre de Isabel, de Alfonso el nombre. Los que al verle dormido juzgasteis al león de España inerte, ya escucháis su rugido; de su garra do muerte ya el golpo pi-ohais duro, del cual no, está seguro ni peto, ni pavés, ni muro fuerte. Fama, remonta ol vuelo y lleva el ti-iunfo que arrancar supimo?, al mas remoto suelo... No digas que vencimos; que á nuestra inmensa gloria iqué añade una victoria? dirás sólo que somos lo que fuimos. Mas ¡ay! por mi semblante una lágrima rueda... Patria mia, lloro á los que enesí-e instante rob6 la muerte impía... Mas de tan noble muerte ¡quién no envidia la suei-te! mi llanto es por tu triunfo,!^ -de alegría. Smor, á t í la gloria: en tu alabanza la española gente el canto de victoria entornará ferviente, hasta que en su alto asiento á un roplo de tu aliento muera del sol la hoguera refulgente. ZACARÍAS M U R C I A , AÍÍJOSTA -1877 Tipograna ic E L Á L B U M , á cargo de D . Josc Selles, Santo D o m i n g o , 5-