La Iglesia en China Santiago Seminarista, Seminario Mayor “San Ildefonso” de Toledo ¡Muy buenos días! Saludo cordialmente a todos los presentes. Muchísimas gracias a la Universidad San Pablo CEU por invitarme a este congreso tan importante para testimoniar la misma fe que compartimos todos. Me llamo Santiago, tengo 26 años, ahora estoy estudiando en el Seminario Mayor “San Ildefonso” de Toledo, ya llevo tres años en este seminario para mi formación sacerdotal. Somos de la misma Iglesia, por eso en el Credo confesamos: “Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y apostólica”. Pues el Evangelio de Cristo ha llegado a todos los países del mundo. El gran misionero conocido mundialmente San Francisco Javier, patrono de las misiones, llevó la buena Nueva al Oriente en el siglo 16, gracias a él el cristianismo empezó a extenderse en la India y Japón. El tenía muchas ganas de llevar el nombre de Cristo a la Gran China, al final murió en Shang Chuan dao, una isla de China mirando hacia allá. 30 años después, un jesuita italiano, Mateo Ricci abrió la puerta de China y le anunció el nombre de Cristo. En la historia de la Iglesia en China, nunca han faltado persecuciones y mártires, sobre todo en los primeros años del siglo 20. En el 2000, el beato Juan Pablo II beatificó a 120 mártires chinos. Pero creo que los últimos decenios son mucho más complicados y difíciles. Durante los años 50, la política china lanzó una idea de crear una Iglesia autónoma, desde ese momento, muchos cristianos no quisieron someterse, por lo que nació una tendencia a la clandestinidad. Es un fenómeno que sigue hasta ahora. Algunos sacerdotes y obispos se fueron a la Iglesia oficial, pero eran una minoría. De 1956 a 1958 se produjeron muchísimos arrestos de obispos, clérigos y religiosos. Fueron encarcelados porque no quisieron participar en la Iglesia oficial. En 1957 el gobierno creó la Asociación Patriótica Católica China para controlar a la Iglesia, desde aquel momento ésta siempre ha sido un puro instrumento del gobierno. Luego desde 1966 hasta 1976, tuvo lugar la Gran Revolución Cultural y no se podía ni hablar siquera de ninguna religión. En los útimos 3 decenios, el Vaticano ha intentado insistentemente establecer las relaciones diplomáticas con el gobierno chino; en cierto sentido ha cedido mucho: el Papa ha reconocido a casi todos los obispos oficiales del estado, y siempre está dispuesto a dialogar para el bien de toda la Iglesia, pero el gobierno chino siempre ha insistido en que: “la iglesia china tiene su propio modo de vivir, es independiente (del Vaticano) y autónoma, la autoridad del gobierno llega incluso al nombramiento y a la ordenación de los obispos, ni el Santo Padre ni la Santa Sede deben meter su nariz en estos asuntos”. Y últimamente ha tenido dos ordenaciones ilícitas sin el consentimiento del Papa, algunos obispos participantes fueron obligados por el gobierno. Estas ordenaciones ilícitas son actos que hieren grave y dolorosamente a la Iglesia. He dicho que en los años 50, muchos obispos y sacerdotes, o mejor dicho, casi todos fueron encarcelados, muchos murieron en la cárcel, y los demás fueron liberados en los años 80. Durante aquellos años, era muy difícil encontrar una misa, pero muchos iban caminando muchos kilómetros para poder tenerla, un anciano me dijo que cuando era joven iba caminando 50 kilómetros para ir la misa. China se ha desarrollado mucho en casi todos los campos, pero los derechos humanos y las libertades, entre ellas la religiosa, no se encuentran entre ellos. Su lema es: “El estado está encima de todo, debe guiar todo”. En China no hay libertad humana, porque según la ley, cada familia sólo puede tener un hijo, si la mujer ya está embarazada del segundo, la obligan a abortar. Allí normalmente las familias católicas tienen más hijos, porque sabemos e insistimos que abortar es matar a un niño con alma y cuerpo, es un pecado gravísimo. Muchas familias por tener más hijos han sufrido mucho, por ejemplo, mis padres por tener cinco hijos, durante cuatro años no podían vivir juntos con nosotros, tenían que vivir escondidos, los hijos vivíamos solos como huérfanos, aquellos años para mí son inolvidables. Hoy día la Iglesia todavía no tiene libertad, ni la oficial, ni mucho menos la clandestina. El gobierno tiene la Asociación Patriótica Católica como instrumento para controlar a la oficial, ésta tiene que hacer lo que diga el gobierno, en cierto sentido tiene alguna libertad, pero es muy limitada. La Iglesia clandestina no tiene ninguna libertad, en algunas diócesis es muy difícil celebrar la misa, el gobierno no permite construir iglesias, ni reunirse para el culto divino. Sobre todo es más difícil para los obispos reconocidos solamente por el Papa, los no oficiales. Por ejemplo, mi obispo, antes de ser sacerdote, por ser un fiel piadoso estuvo en la cárcel casi 20 años, en el año 80, el Beato Papa Juan Pablo II le nombró obispo de la diócesis, ha estado muchas veces en la cárcel por ser obispo fiel al Papa, por haber fundado una casa para los huérfanos, y como no quiere participar en la iglesia oficial, desde hace muchos años está vigilado las 24 horas del día por los policías, no puede salir del obispado, ni los de fuera pueden visitarle fácilmente, sus llamadas de teléfono siempre son escuchadas. El obispado es para él como una cárcel a todos los efectos. Muchos sacerdotes de la diócesis han estado en la cárcel, por lo tanto son lo que se consideraba en los primeros años de la Iglesia los llamados “Confesores de la fe” por resistir a las torturas y penalidades de la cárcel hasta en algunos casos dar la vida siendo ejecutados, o simplemente siendo abandonados o muriendo de enfermedad o vejez. En la dióceis vecina, más de diez sacerdotes están en la cárcel por no participar en la iglesia oficial, y sobre todo su obispo, en el día 30 de mayo de 1995 fue nombrado obispo de la diócesis por Juan Pablo II, él ha estado en la cárcel 8 veces, en total más de 40 años, la última encarcelación fue en el 8 de octubre de 1997, hasta hoy casi no tenemos ninguna noticia de él. Podemos imaginar un poco, qué difícil es pasar 40 años en la cárcel. Hace unos meses, dos sacerdotes fueron encarcelados, uno fue torturado cruelmente, se ha quedado enfermo muy grave, la fidelidad a Cristo de ellos es ejemplar para toda la Iglesia. Y también algunos fieles por ser buenos católicos han estado en la cárcel, no por otra cosa, solamente por ayudar a la Iglesia, por ofrecer su casa como un lugar para dar culto a Dios, porque en muchos pueblos las iglesias son destruidas por el gobierno por no ser inscritas en la iglesia oficial, y en muchos otros, como el gobierno no permite construir iglesias, los católicos tienen que unirse en una casa para rezar y para celebrar la misa. Ellos no están libres, pero son libres en el Espíritu Santo. En China, la mayoría de los católicos de las ciudades son de la iglesia oficial, los de los pueblos son de la iglesia clandestina. Como hay muy pocos sacerdotes, un sacerdote tiene que cuidar a muchos pueblos, por ejemplo, durante muchos años mi párroco cuidaba a 60 pueblos, y ahora ha venido otro sacerdote para ayudarle, cada uno tiene unos 30. En China, un sacerdote que cuida a 30 ó 40 pueblos es muy normal, porque allí en cada pueblo no hay casi católicos, sólo son una minoría, a veces en un pueblo sólo tiene 50 ó 30, o quizá sólo una familia. El número de fieles es de unos diez millones, pero esto comparando con toda la población no es nada, ni llegan al uno por ciento, disperso por todo el país, que como saben es muy grande. En una situación tan complicada y difícil, los fieles que viven la fe la viven muy firmes y alegres en el Señor. Sobre todo el Domingo, el día del Señor, como sólo en los pueblos grandes hay misa, tienen que ir a estos pueblos, allí casi nadie tiene coche, tener un coche en el pueblo es un gran lujo, ellos van con bicicleta o moto, a veces caminando. Como ven este es el verdadero sentido de nuestras peregrinaciones, ir al encuentro de Cristo en la Eucaristía de la misa en el Domingo. Incluso en estas circunstancias la mayoría de los Católicos chinos no faltan a la misa. Desde los 11 años ya empecé a ir a la misa dominical de manera autónoma sin depender de un mayor que me acompañe, nunca he fallado voluntariamente ni una vez. Un día normal, los católicos de los pueblos se reunen juntos dos veces para rezar y estudiar la Biblia, por la madrugada y por la noche. Tengo un buen ejemplo en mi madre, ella no quiere faltar ni una vez para ir a rezar y compartir esta experiencia tan bonita y preciosa de la fe con los demás. En algunos pueblos lejanos, a veces durante todo el año los católicos sólo pueden ver a un sacerdote una o dos veces, por eso aprecian muchísimo la sagrada Eucaristía y los sacramentos, para ellos participar una misa es un aconteciemiento tan grande e importante, durante todo el año esperando esta oportunidad para recibir a Cristo en su corazón ardiente y ansioso. Aquellos que viven en la zona montañosa, a los que es muy difícil llegar un sacerdote, mantienen la fe aunque parece increíble, cada día rezan juntos, o quizá en un pueblo pequeñito en el que solamente una familia es católica, pero ésta tiene conciencia de ser una iglesia o comunidad doméstica, en la oración está unida con toda la Iglesia universal. Para venir a estudiar en el seminario de Toledo aprendí español en una facultad en China, durante aquel tiempo no podía decir a nadie que soy un católico, ni mucho menos un seminarista. Aquí tampoco estoy libre, si no me equivoco, todos los actos de este congreso se transmiten a otros países por internet, menos éste. Es por mi seguridad, porque si salgo por internet posiblemente me causará muchos problemas, el internet está controlado por el gobierno. Cuando llamo a mis padres, tampoco podemos hablar libremente sobre cualquier cosa, tenemos que hablar con mucho cuidado, sobre la Iglesia cuanto menos mejor, porque el gobierno puede escuchar cualquier llamada. Allí a veces una carta puede llegar abierta y leída. Tertuliano dijo: “La sangre de los mártires es semillas de los nuevos cristianos.” Sin duda alguna, ustedes, los presentes son frutos de la sangre de los mártires de la Guerra Civil Española de 1936 a 1939. La Iglesia en China está perseguida, todavía no tenemos libertad para vivir la fe y anunciar el Evangelio de Cristo a los demás. Aunque no estamos libres estamos alegres, porque tenemos la promesa de Cristo que nos llena de consuelo cuando dijo en el monte donde proclamaba a los pobres de Yahvé: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”(Mt5,10) ¡Muchas gracias y no se olviden de rezar por la Iglesia en China!