[in]constantesteatro La lluvia amarilla 1 [in]constantesteatro La lluvia amarilla Índice El autor Página 3 La novela Página 4 Estructura/Personajes Página 6 Espacio Página 7 La luz Página 8 El actor/El músico Página 9 La música Página 10 Un fenómeno social y universal Página 12 Ficha artística Página 13 Arabella Siles S.L. C/ Miguel Hernández, 42 (Navalcarnero) 28600 Madrid Tlf.: 655 634 525 - 91 811 34 70 Fax: 91 810 12 15 [email protected] 2 [in]constantesteatro La lluvia amarilla El autor Julio Llamazares nació en el desaparecido pueblo de Vegamián (León) en 1955. Se inició muy joven en la poesía. En un principio perteneció al grupo poético “Barro” y, más tarde, fue fundador de los Cuadernos Leoneses de Poesía. Sus poemas, publicados con frecuencia en revistas literarias, han sido recogidos en las antologías Las voces y los ecos y Poesía épica española. Gano el Premio Nacional de Poesía Universitaria en 1976, su primer poemario, La lentitud de los bueyes, 1979, fue galardonado con el premio Antonio González de Lama. En abril de 1982 obtuvo el IV premio de Poesía Jorge Guillén, en lengua castellana, concedido por el Consejo General de Castilla y León, por su obra Memoria de la nieve, 1982. También se ha prodigado como autor de artículos periodísticos (algunos recogidos en libros como En Babia (1991) y Nadie escucha, (1993) donde ha demostrado que “el periodismo es otra faceta de la literatura, también forma parte del afán de contar”. Becado por el Ministerio de Cultura en 1983, comenzó a escribir su primera novela Luna de lobos (1985) y en 1988 publica La lluvia amarilla. Ambas fueron finalista al Premio Nacional de Literatura, en la modalidad de Narrativa. De 1994 es Escenas de cine mudo. La obra de Julio Llamazares se caracteriza por su intimismo, el uso de un lenguaje preciso y el exquisito cuidado en las descripciones. Un claro ejemplo es su obra El cielo de Madrid, publicada en el año 2005. También ha prestado atención a la literatura de viajes: El río del olvido (1990). Es la narración del viaje que había realizado a pie por la ribera del Curueño durante el verano de 1981, Tras-os-montes (1998) y Cuaderno del Duero (1999), crónica del viaje a lo largo de las provincias que recorre el río y que, sin embargo, nunca concluyó. Como ensayista ha publicado El entierro de Genarín (1981) y Los viajeros de Madrid (1998). 3 [in]constantesteatro La lluvia amarilla La novela Argumento y temática La lluvia amarilla (1988) narra en la identidad y el abandono. Toda metáfora es primera persona el paso fulminante, en los una construcción ficcional a partir de una estertores de la muerte, de la película de los realidad. Este juego es el que permite al últimos diez años de la vida de Andrés, poeta condensar el lenguaje en un enorme concretamente, los años que transcurren artificio formal, y al mismo tiempo, transentre el suicidio de Sabina su esposa, y hoy, mitir emociones y pensamiento de cuya momento en que la vida le abandona, y veracidad no podemos dudar. Realidad –viAndrés visualiza la llegada de las gentes de gilia– y ficción –sueño– no son equivalentes a bueno y malo en tanto otro pueblo, le encuenque valores morales: tran muerto y le entie“La Tierra es la misma quintaesencia de son formas de penetrar rran. la condición humana, y la naturaleza en el tiempo y en el terrena, según lo que sabemos, quizás Con la muerte espacio, constelaciosea única con respecto a proporcionar a de Andrés desaparece nes que han nutrido la los seres humanos un hábitat en el que el último habitante de representación a lo larmoverse y respirar sin esfuerzo ni artiAinielle, un pueblo del go de la historia del ficio. El artificio humano del mundo sePirineo de Huesca. A arte y del pensamienpara la existencia humana de toda cirmodo de información, to. Son los hilos que cunstancia meramente animal, pero la y como preludio al construyen lo que sopropia vida queda al margen de este capítulo 1 de la novela, mos, las dos caras de mundo artificial y, a través de ella, el Llamazares nos avisa: una única moneda que, hombre se emparenta con los restantes “Ainielle existe. En el al término de la novela, organismos vivos”. año 1970 quedó comperderá todo su valor. pletamente abandonaPero el gran do, pero sus casas aún La condición humana tema de La lluvia amaresisten, pudriéndose Hannah Arendt rilla, ese tema que ha en silencio, en medio tocado a distintas co-munidades del mundo del olvido y de la nieve, en las montañas del Pirineo de Huesca… Todos los personajes de entero y las ha unido a través de la literatura, este libro, sin embargo, son pura fantasía del es la despoblación rural. Julio Caro Baroja autor, aunque (sin él saberlo) bien pudieran explica que los movimientos migratorios de ser los verdaderos”. De manera premeditada, mitad del siglo XX del campo a las ciudades marca una ambigüedad entre realidad y no tienen precedentes en la historia compleficción que nos obliga a asistir a la lectura de ta de la humanidad. Estos movimientos han la novela atendiendo lo que esta tiene de supuesto una despoblación hasta el abanverdad narrativa y emocional; nos sitúa ante dono completo de cantidades enormes de una gran metáfora a partir de la cual pueblos y aldeas, dejándolas pudrirse de podemos reflexionar sobre la memoria –y el abandono y soledad. Estos movimientos migratorios han supuesto un cambio de caolvido–, la voluntad, el tiempo, la naturaleza, 4 [in]constantesteatro La lluvia amarilla rácter antropológico sin precedentes en toda la historia de la humanidad. Cambios de modos de vida para los que no estábamos preparados, abandonos de culturas ancestrales, con lo que supone de pérdida de memoria individual y colectiva. Estos cambios no han sido suficientemente estudiados, ni lo que ha supuesto el abandono ni lo que suponen las grandes concentraciones en las urbes. En La lluvia amarilla pareciera que la naturaleza, en su ciclo eterno, destruye al hombre y no al revés. 5 [in]constantesteatro La lluvia amarilla Estructura Personajes Estructuralmente la novela se divide en 20 capítulos. El tiempo presente es el tiempo del narrador. El capítulo 1 es presente puro. A partir del capítulo 2, un flashback en presente nos conduce diez años atrás en la memoria de Andrés, hasta el suicidio de Sabina, su mujer. El resto de los capítulos serpentea por un paisaje entre la memoria y el olvido que se acaba: un viaje hacia el final. A partir del capítulo 17 el autor retoma la acción del capítulo 1, en el que Andrés, el protagonista, imagina –futuro– el momento en que los hombres de los pueblos de los alrededores acudan a rescatar su cadáver para enterrarlo. Andrés es un solitario, se ha quedado fuera del intercambio humano y, en términos políticos, es una figura marginal en periodo de desintegración. La imposibilidad de contacto con los otros le impide revelar el discurso de su identidad, teniendo en cuenta que “mediante la acción y el discurso, los hombres muestran quiénes son, revelan activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el mundo humano, mientras que su identidad física se presenta bajo la forma única del cuerpo y el sonido de la voz, sin necesidad ninguna de actividad propia. […] Esta cualidad reveladora del discurso pasa a primer plano cuando las personas son otras.” (Hannah Arendt, La condición humana.) El modo narrativo es el monólogo. Un monólogo en presente, que me mece en las manos del teatro, cómo no. El teatro y la desconstrucción hace tiempo que se contaminan de tal modo que la desconstrucción se ha convertido en una manera/forma/estilo de poner en escena, de hacer teatro, que, naturalmente, requiere un tipo de actor y una manera de interpretar que excede a las conocidas. Como método de análisis y puesta en escena exige un trabajo rigurosísimo de esclarecimiento en la cadena de sucesos, es decir, un conocimiento exhaustivo de la construcción interna del material literario-dramático. El teatro es, además, el hogar por excelencia de la ficción que ha de ser creíble, el espacio en el que trabajo y reconocimiento se sintetizan como en ningún otro lugar. Podríamos definir la profesión del actor como la lucha por conquistar el reconocimiento del espectador: sería una formulación heterodoxa y, sin embargo, muy pegada a la realidad. Sin embargo entre La lluvia amarilla de las hojas del otoño que miden el fluir del tiempo y la memoria, o en la blancura alucinante de la nieve, que encierra la soledad infinita del espacio, la voz del narrador, a las puertas de la muerte, nos evoca a otros habitantes desaparecidos del pueblo, que lo abandonaron o murieron. Son sus amigos, los hijos de sus amigos, sus padres o sus propios hijos, los que transitan de manera desigual por la memoria de Andrés. El peso del pasado se hace insoportable cuando las razones para cargar con él no acuden: no hay nadie a quien transmitirle nada. Son diez años de buscar en la memoria lo que uno ha sido para descubrir la banalidad de un ser que no deja memoria tras de sí, porque, con la desaparición de Andrés nace un olvido que sólo podrá ser rescatado ya por el arte de la literatura. En el tránsito de estos diez años asistimos a los extravíos de la mente de Andrés, a las discontinuidades de su percepción. 6 [in]constantesteatro La lluvia amarilla Espacio Todos los elementos relacionados con la escenografía son orgánicos. No cabe el plástico ni en términos de atrezzo. Al fin y al cabo, intentamos acercarnos a un modo de vida del que, todavía, tenemos información. Así, podemos convenir que el tratamiento estético de la función tiene un aroma antropológico. Ainielle se convierte en el personaje de la novela, por encima de Andrés, o del resto de vecinos o familiares que van surgiendo de su memoria a lo largo del monólogo. Ainielle es el pueblo perdido en el Primeo de Huesca, en el que vive y muere Andrés. El pueblo quedará retratado a lo largo del recuerdo de Andrés, pero nosotros nos situaremos en uno de los espacios más queridos por el personaje: la cocina - estancia fuego. En este espacio emplazaremos el camastro los cuadros y recuerdos de Andrés, a sus fantasmas. Entre la comida y el fuego, el camastro presidirá la soledad del personaje como si se tratara de un pequeño escenario. En este espacio de 16 metros cuadrados, se desarrollará toda la historia. Lo mismo ocurre con el vestuario. Lana y algodón, porque no cabe otra. Los colores se encontrarán a partir de fotografías, utilizando tintes orgánicos, para irnos acercando a la paleta de verdes, pardos, marrones y grises, que nos aproximarán al mundo paisajístico del Pirineo que nos propone Buly, el pintor autor de los bocetos. Una gasa negra que cae del peine envolverá el habitáculo, como si de un velo se tratara. Sobre la gasa podremos percutir imágenes proyectadas de video que irán apoyando distintos momentos en los que Andrés recuerda lo que hay fuera de la casa. 7 [in]constantesteatro La lluvia amarilla La luz La clave está en “perder” la escenografía cuando lo estimemos oportuno y hacerla vivir como si toda ella fuera el fuego al que Andrés se arrima para vencer al frío. El disponer de la gasa hará esto posible. Sin embargo, hay una dificultad a superar: iluminar detalladamente un espacio de 16 metros cuadrados es enormemente complejo. Situar zonas, frontales, y contraluces en ese espacio es francamente delicado, de manera que probablemente, habrá que utilizar aparatos especiales, de reducido tamaño, y colocarlos en lugares poco habituales. Es un pequeño reto, con el que hemos compartido alguna que otra aventura teatral. La aportación de José Manuel Guerra se hace decisiva, además de por la experiencia que atesora, por el amplio conocimiento que tiene del trabajo de la compañía, de lo que buscamos, y de las posibilidades técnicas con que contamos para que haga su trabajo lo mejor posible. 8 [in]constantesteatro La lluvia amarilla El actor El músico Chema de Miguel Bilbao comienza su carrera en el ámbito del teatro independiente de los años 70. Es un actor curtido en mil batallas, plenamente acostumbrado a asumir grandes responsabilidades en el escenario, tanto en volumen de texto como en dificultad y complejidad de dramaturgias o personajes. Su trayectoria se ve constantemente salpicada por intervenciones en el cine (Intacto, Juana la loca, La primera noche de mi vida, Niño nadie, Bajarse al moro, Matar al Nani, etc.), en la televisión (El comisario, Petra Delicado, Este es mi barrio, etc.), y fundamentalmente en teatro (Miguel Will para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Los enfermos para la Abadía, El enemigo del pueblo para el Centro Dramático Nacional, El graduado, A bocados, Abre el ojo, etc.). Francisco Lumbreras es un músico joven de formación clásica en el Conservatorio Profesional de Madrid. Sus inquietudes en la música étnica así como en las filosofías orientales le llevan a tomar contacto con el didgeridoo y con el canto difónico o canto de armónicos, y la musicoterapia, convirtiéndose en uno de los más interesantes especialistas de Madrid en la materia. 9 [in]constantesteatro La lluvia amarilla La música El didgeridoo es un instrumento de viento (o aerófono) ancestral utilizado por los aborígenes de Australia. Es un instrumento no melódico y polifónico, que emite una vibración grave y profunda, la cual puede ser modulada y dotada de ritmo. Posee propiedades terapéuticas de las que ya en tiempos remotos, los aborígenes hacían uso, como símbolo cultural e identificativo de su procedencia, para ritualizar, en distintos contextos, las bases de su existencia. Se ha usado ancestralmente como objeto ritual y de mimetización teatral con el entorno, como acompañamiento de la voz y también como instrumento solista. Dentro de los clanes aborígenes, y todavía hoy en día, denota distinción en el rango o casta de las capacidades del músico que lo toca. Generación tras generación es transmitido un sistema propio de ser tocado por los clanes en cuya procedencia tiene sus orígenes el didjeridú, en el noreste de Arnemland (Territorio del Norte, Australia). Estos remiten físicamente el sonido, de padres a hijos, de maestro a alumno, con tal de transmitir el conocimiento en las complejas técnicas utilizadas para tocarlo. El término didgeridoo no es de origen aborigen. La denominación más comúnmente utilizada por los aborígenes es Yidaki, que significa “instrumento de conexión espiritual”. Se supone que tiene unos 20.000 años de existencia, de acuerdo con la datación de algunas pinturas rupestres en las que aparece el instrumento, aunque los propios aborígenes le dan una antigüedad de hasta 40.000 años. En sus orígenes, el didgeridoo fue creado a partir de troncos muertos de árboles, principalmente eucaliptus, con su interior roído por la acción de las termitas. Al limpiar el tronco en cuestión, se obtiene un tubo largo, que se hace sonar haciendo vibrar los labios en uno de sus extremos. Esta vibración, al ser amplificada por las paredes del tubo, genera su fantástico sonido. Es posible modular la vibración obtenida, moviendo los labios y la lengua, o sumando a la vibración sonidos surgidos de la garganta. El canto difónico (canto de armónicos o de sobretonos) es la producción de dos o más sonidos simultáneamente con la voz, según la tradición khoomei de Tuva (Asia central). Junto con el sonido fundamental producto de la vibración, los cuerpos sonoros generan otros que acompañan al fundamental: los armónicos. El canto armónico supone una ruptura estilística con el canto natural, y busca comunicar emociones de trascendencia y fe a través de la comunión con la propia esencia del sonido, donde descubre ocultos muchos más significados que los perceptibles en principio. En muchas culturas musicales del mundo este descubrimiento de las propiedades armónicas del canto se ha dado de forma aislada, estanca. En algunos casos, este tipo de canto surge Una de sus particularidades es que se puede tocar durante un tiempo ilimitado mediante una técnica denominada respiración circular, que consiste en mantener continuamente una cierta presión de aire en la boca, inhalando aire por las fosas nasales. Un didgeridoo, usualmente, mide entre 6 y 12 cm. de diámetro, y su largo puede variar desde, aproximadamente, 50 centímetros, hasta dos metros o más. 10 [in]constantesteatro La lluvia amarilla sólo en momentos significativos, más como variación del timbre de la voz (más o menos nasal, con menor o mayor variación en la forma de la cavidad bucal, con mayor o menor participación en la fonación de otros resonadores del cuerpo humano) que como estilo musical significado. Queremos hacer notar, por tanto, para aquel o aquella que tenga la posibilidad de acercarse a estas páginas, un tanto pedagógicas, que tanto el sonido del didgeridoo, como el canto difónico, nos acercarán a las profundidades de nuestros ancestros, en las antípodas de la música contemporánea. El objetivo no es otro que el de ofertar una aventura intensa y pegada a la tierra. El canto difónico consiste en cantar una nota grave de tal manera que se oiga acompañada de una o más notas aflautadas adicionales. Su efecto es tan extraordinario que no es de extrañar que, desde un principio y en la mayoría de culturas, se le haya atribuido un carácter sobrenatural, cargado de supuestos atributos religiosos, mágicos y curativos. Por ello, en el entorno de creencias naturalistas y chamánicas, este tipo de canto armónico sirve como medium para comunicarse con los espíritus de la naturaleza, imitando los sonidos de animales, el viento, los pájaros, etc. 11 [in]constantesteatro La lluvia amarilla Un fenómeno social y universal Me cuenta Julio Llamazares que cuando publicó la novela (1988), tanto él como su editor pensaron que la distribución de la misma sería muy minoritaria, y se conformaban con vender unos miles de ejemplares. No fue así. La lluvia amarilla ha vendido más de cuatrocientos mil ejemplares en todo el mundo. Ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha sido objeto de estudios, tesis y tesinas en las universidades más dispares que se puedan imaginar. Además, ha generado mucha literatura cuyo tema es la novela, amén de libros de fotografías y estudios antropológicos. Llamazares nunca fue consciente de nada de esto. ruta es objeto de visitas de culto de lectores y amantes del Pirineo. La persona que presentó el libro por primera vez hace ahora 20 años, era el Presidente de la Diputación de Huesca, hoy Presidente de la Comunidad autónoma de Aragón, Marcelino Iglesias, gran conocedor del Pirineo y de la novela. Las anécdotas alrededor de La Lluvia amarilla, se suceden una tras otra dejando un rastro de extrañeza por lo que tiene de curioso que una obra literaria contemporánea haya alcanzado tal popularidad, siendo como es La lluvia amarilla, una novela difícil, triste y tan alejada de la mercadotecnia actual. Pero lo más curioso es observar cómo la novela trasciende los límites de la literatura para convertirse en un fenómeno social y universal. La novela es lectura obligatoria en los centros de Secundaria de la Comunidad Autónoma de Aragón y de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Es probable que esta sea una de las razones por la que una de cada tres familias en la comunidad de Aragón tienen un ejemplar de la novela en su biblioteca. Extraordinario. Entonces hay que preguntarse: ¿por qué esta trascendencia fenomenológica y universal? Probablemente porque su tema central, el abandono del mundo rural, es un tema de carácter antropológico que toca y une a mucha gente que se siente identificada con los pensamientos de autor, con mucha gente de todo el mundo, porque estos movimientos migratorios afectan tanto a las zonas más ricas del planeta como a las más deprimidas. En estos momentos, Perú asiste incapaz al abandono de los campos por parte de unos campesinos cansados de malvivir. China no sabe qué hacer para retener a sus campesino en las aldeas mientras sus grandes metrópolis crecen a un ritmo infernal. Siguiendo la ruta fenomenológica de la novela nos encontramos con que hay familias en Aragón que han nombrado a sus hijas Ainielle, el nombre del pueblo que quedará deshabitado cuando muera Andrés, el protagonista de la novela. Existe una ruta señalizada como “La ruta de La lluvia amarilla”, que surca las sierras pirenaicas de Huesca que desembocan en Ainielle. Esta 12 [in]constantesteatro La lluvia amarilla Ficha artística José Ramón Fernández Emilio del Valle Jorge Muñoz Antonio Llopis Dramaturgia Dirección Ayudante de dirección Asesor de dirección José Manuel Guerra Francisco Ramírez y Emilio del Valle Ana Rodrigo Montserrat Muñoz Francisco Ramírez Jorge Muñoz Buly Francisco Ramírez Maika Chamorro Javier Martín del Río Gómez Cuesta Asesores Carolina Solas Pepe Torrente [in]constantesteatro Iluminación Escenografía Vestuario Composición musical Dirección Técnica Espacio Sonoro y audiovisual Imagen de la obra Realización Escenografía y Utilería Realización Vestuario Técnico de iluminación Asesoría Producción ejecutiva Fotografía Distribución y gerencia Andrés Músico Chema de Miguel Bilbao Francisco Lumbreras 13