César Augusto Sánchez Contreras Grupo de Investigación Guatapurí (de estudios Socioculturales) e- mail: [email protected], [email protected] [LA LEYENDA VALLENATA COMO ELEMENTO DE IDENTIDAD] [El propósito del presente artículo, es analizar la forma cómo fue utilizada por la clase dirigente local de Valledupar, una tradición cultural-religiosa -La Leyenda Vallenata-. Y, cómo ella “se convierte” en un elemento de identidad, que permite la cohesión de un entorno sociocultural muy heterogéneo] LA LEYENDA VALLENATA COMO ELEMENTO DE IDENTIDAD Autor: César Augusto Sánchez Contreras1 Sin discusión, la imagen de la Virgen que nos presentan los clérigos publicistas de la guerra es la de una madre que ampara y protege a los cristianos españoles, llegando incluso a enviar desde su trono relámpagos y truenos a los enemigos2 El propósito del presente artículo, es analizar la forma cómo fue utilizada por la clase dirigente local de Valledupar, una tradición cultural-religiosa -La Leyenda Vallenata-. Y, cómo ella “se convierte” en un elemento de identidad, que permite la cohesión de un entorno sociocultural muy heterogéneo. Semana santa 1940 Los principales indicios escritos -conocidos por el autor- que se conocen sobre “La Leyenda Vallenata” datan de mediados del siglo XVIII, es una descripción que hace el alférez José Nicolás de la Rosa en el texto “La Floresta”; allí se refiere al milagro de la Virgen del Rosario como un hecho de gran relevancia para la población. De la Rosa, conoce “la leyenda” por medio de un relato, y describe de forma detallada los sucesos del milagro de la Virgen, dándole siempre relevancia a lo religioso como tal; el fervor y la devoción que se generó en relación a ese suceso fueron prioritarios para él -tal vez-, debido a su condición de emisario de la Corona Española. Ahora bien, entendiendo que el milagro de la Virgen del Rosario, es un fenómeno religioso que se produce bajo las condiciones particulares de Cristianización de la región Caribe Colombiana3, es importante tener claro que de esa forma se constituyeron mecanismos de adoctrinamiento y cohesión por medio de la exaltación de figuras como los Santos, o Vírgenes como en este caso; el modelo de enaltecimiento y divinidad fue utilizado por la Iglesia Cristiana desde sus inicios con el fin de construir mecanismos de control y a la vez de representación, de una religión que se movía entre lo Ortodoxo y lo pagano. Ello generó formas particulares de religiosidad, sobre todo en América Latina en donde los procesos de mestizaje étnico y cultural fueron lo suficientemente complejos como para producir en el tiempo sociedades sui géneris. El fuerte sincretismo en las prácticas religiosas no solo de Valledupar, sino que también del resto del Caribe Colombiano, tiene que ver precisamente con las condiciones en que la religión Católica fue introducida desde la época Colonial. Y, es que precisamente los españoles traían diversas formas de manifestar su devoción y fe cristiana. Al respecto, la historiadora María Cristina Navarrete nos dice lo siguiente: “la religiosidad popular de los españoles, incluídos los que se trasladaron a América, estaba impregnada de superstición y de magia, la presencia del tribunal del santo oficio lo demuestra y evidencia que las mismas autoridades eclesiásticas compartían estas creencias ya que al rechazarlas y perseguirlas estaban reconociendo su existencia y funcionalidad. La inquisición libró una lucha inflexible contra cualquier individuo que manejara hechizos, amuletos, suertes, adivinación y astrología; sus practicantes fueron considerados herejes dignos del castigo terrenal. Uno de los capítulos mas dramáticos de la inquisición lo constituyó la persecución a las supersticiones heréticas, particularmente, la caza de hechiceros(as) y brujas, consideradas como enfermedades que debían exterminarse de la Europa cristiana durante los siglos XVI Y XVII.”4 De lo anterior, resaltamos que desde mucho antes de la Conquista y Colonización a América, en países como España se evidenciaba toda clase de prácticas mágicas relacionadas con la cosmovisión de los pueblos. Con la llegada de los españoles a territorios americanos no solo se dio un “adoctrinamiento imperfecto y lleno de vacíos a los indígenas”, sino que se dio la coexistencia y reinterpretación de elementos propios de las expresiones culturales de diferentes comunidades. Así, si se quería imponer una doctrina ortodoxa, los españoles trajeron un esquema interpretativo de los Dioses, templos y sacrificios que no tomó en cuenta el hecho de que la fiesta era la base principal de la religión indígena. Lo opuesto a la idolatría no fue la imposición exitosa de un catolicismo ortodoxo sino un sincretismo de facto que mezcló prácticas y creencias indígenas con la liturgia y la iconografía católica. Un factor que posibilitó esto fue el hecho de que los conquistadores trajeron consigo el catolicismo popular de la España del siglo XVI.5 Ahora bien, deteniéndonos en dos aspectos que consideramos necesarios para los efectos de este trabajo resaltamos lo siguiente: primero, la caracterización sociocultural de Valledupar junto a la institucionalización de un relato netamente “blanco”, en una población que aparte del proceso de mestizaje estaba rodeada de territorios indígenas6; y segundo, la funcionalidad de un fenómeno religioso “Milagro de la Virgen del Rosario” o “Leyenda Vallenata” y su utilización -por la clase dirigente política del siglo XX- como elemento de identidad. En primera instancia, el contexto histórico de Valledupar devela un proceso bastante interesante en cuanto a su configuración como tal. Los principales indicios de poblamiento de Valledupar son referidos hacia el año de 1.544, seis años después (1.550) se oficializa la fundación por el capitán español Hernando de Santa Ana7, iniciando la constitución de un “pueblo de españoles” con todo lo que ello implica. Las causas del poblamiento de Valledupar parecen no ser precisas, sobre todo por las condiciones geográficas de la época y el estado de guerra con los indígenas8. Un reducido número de españoles no era suficiente para detener “la ferocidad” de los indígenas que poblaban la región, entonces ¿una ciudad en medio de “Indios bravos” que razón de ser tenía? La respuesta no es sencilla, al parecer la ciudad de Valledupar fue fundada con el fin de abastecer de alimentos el resto de la región, sobre todo de carne por ser un territorio de amplias sabanas, así lo relata De la Rosa y manifiesta sobre la fundación lo siguiente: “…le mandaron bajar, para que en la parte que más le pareciese; fundase una ciudad, donde fomentándose las crías, se pudiese abastecer aquel reino. Bajó con efecto por tierra con una escuadra de gente de armas, y reconociendo nuevamente todo el interior de la provincia, eligió aquel valle, que fue en el que tuvo su habitación el cacique Dupar, con sus parcialidades; por lo cual, y por haberse principiado la fundación en la inmediación de pascuas de aquel año, la tituló: Los Reyes del Valle Dupar…”9 Ahora bien, la intención no es polemizar, ni discernir La concepción. Plaza Alfonso López sobre las condiciones de poblamiento de Valledupar, lo que se quiere más bien es mostrar el escenario donde se desarrolló el milagro de la Virgen, y la importancia y reinterpretación que se ha hecho sobre este relato o acontecimiento en el transcurso histórico de la Ciudad. Una vez establecida la población “colona” se va configurando la ciudad bajo el mismo modelo de colonización en la región, es decir, primero el establecimiento de familias Europeas paralelo a la inserción de indígenas y Africanos como esclavos y mano de obra, posteriormente la “Criollización” de los Colonizadores y finalmente los procesos de mestizaje étnico y cultural que reflejan la complejidad cultural de las actuales sociedades del Caribe Colombiano. La “forma urbana” que va tomando Valledupar desde la segunda mitad del siglo XX, no sólo la da su alteración demográfica; sino que también se ve reflejada por la utilización del espacio geográfico como elemento indispensable en la ampliación territorial. Es a partir de ahí cuando se presentan necesidades básicas, como la conformación de barrios para subsanar la carencia de un espacio habitable; trayendo consigo una serie de fenómenos sociales que se van articulando a partir de etapas coyunturales en el contexto local. Si bien en Valledupar y su área de influencia no se logró la consolidación de un nivel apto para su desarrollo industrial o al menos agroindustrial, sí se logró implantar y mantener una eficiente planeación urbanística que respondió a la fuerte demanda de emigrantes que tuvo la ciudad. Ahora bien, cuando se inicia el crecimiento urbano de Valledupar como efecto de las bonanzas y el alto índice de migraciones10, se van constituyendo características particulares a nivel sociocultural; es decir, que los “nuevos habitantes” de Valledupar no sólo fundan barrios, sino que también, empiezan a modificar -no de forma directa- un modus vivendi que estaba basado en un tradicional sistema socioeconómico rural o campesino, que se amplia paulatinamente por medio de las relaciones sociales, y una diferente estructura económica y cognoscitiva. Según el plan recreativo departamental elaborado a finales de los años 70’s se puede constatar, que la participación social de la población referida al conjunto de todas las actividades, bienes y servicios de la ciudad, se expresan en diferentes niveles a través de los distintos espacios urbanos, tomando como unidad básica la vivienda, que agrupadas en manzanas forman barrios. Estos evidencian la conciencia de cada uno, puesto que de acuerdo a la importancia que éstos le dan a su barrio; así mismo podemos medir su aporte, ya sea positivo o negativo para lograr una integración en el desarrollo urbano. La participación social es diversa de acuerdo a cada grupo de individuos, pero sí podemos clasificarlo, teniendo en cuenta su importancia así: la informal es decir a nivel de amistad, o familiaridad, o compañerismo como acto libre. La segunda la ubicamos en el campo de trabajo o el aspecto laboral para ser más amplios. Y la formada por los medios de comunicación y la política que son los elementos de enlace entre el conocimiento de lo que vivimos y el sistema que nos dirige11. Viendo este panorama, es necesario resaltar que Valledupar desde su fundación hasta bien entrado el siglo XX mantiene unas condiciones de ruralidad que se ven reflejas en su cotidianidad y estructura Urbana, y solo a partir de las migraciones y bonanzas se modifica el contexto. El siglo XX representa la modernización del otrora pueblo. La elección de la Ciudad como capital de Departamento y la reinterpretación y utilización de elementos tradicionales para generar identidad en un departamento muy diverso culturalmente. Un segundo aspecto y quizá el más relevante para los efectos de este ensayo, tiene que ver con la forma en que se utilizó el milagro de la virgen del Rosario como elemento de representatividad e identidad de una comunidad específica, y cómo a partir de coyunturas político-administrativas el relato deja de ser un acontecimiento “religioso” y se convierte en una festividad pagana y popular. El acontecimiento de 1576 donde la Virgen del Rosario había salvado a la ciudad de los indios Tupes y coadyuvado al derrocamiento de esa tribu, posterior a la resurrección de la guardia española, para el siglo XVIII ya era una tradición que se llevaba a cabo en conmemoración a los favores recibidos. Precisamente, en relación a lo anterior De la Rosa relata: “… en memoria de este tan singular beneficio, llamaron a la Sabana el milagro de la Virgen, y la erigieron su anual fiesta en el mismo día 29 de abril, como hasta hoy se hace en cada año, con todas las circunstancias (que es la tradición más cierta y segura), y para ello se eligen de un año a otro oficiales de marcha, y se señalan de aquellos hombres más diestros en las costumbres de los Tupes, los necesarios para la función, en la procesión de aquella, con sus emboscadas, desde donde avanzan al escuadrón; y entre flechas muy vistosas, tiros de fusil, muertes supuestas y prisiones, galas, griterías a lo indio y vítores de los españoles. Se hace muy deleitoso, plausible y edificativo el día. Es ésta allí la festividad más regocijada que se hace en honor de la Sacratísima Virgen del Rosario, rindiéndole gracias por tan singular beneficio, que recibió de su mano aquel su devoto vecindario…”12 Así las cosas, el milagro de la Virgen se constituía en la principal festividad de Valledupar hasta bien entrado el siglo XX; sin embargo, el sentido netamente religioso que tenía esta conmemoración empieza a variar. La ciudad se modifica urbanísticamente y con ella su población, lo que indica que las condiciones de existencia, cotidianidad y cultura cambian, la gente ya no era la misma y era necesario buscar elementos que permitieran cohesionar toda una variedad de subculturas dentro de un mismo entorno geográfico. A partir de los años 60’s cuando la clase dirigente política, grupos estudiantiles, y familias tradicionales de Valledupar inician un “movimiento separatista” del Magdalena Grande, inician también discursos incluyentes de homogeneización cultural, a través de elementos representativos de la cultura local, y estos a su vez tenían la función de integrar los demás territorios que conformarían la nueva unidad político administrativa. Se crea el departamento del Cesar, y con el símbolos de identidad regional; símbolos que iban a ser los elementos representativos de una nueva subregión, se toma entonces la música de acordeón, y bajo una nueva forma y nombre, se institucionaliza por medio de un festival, cuyo objetivo principal era la exaltación de una festividad tradicional religiosa, conocida como “Milagro de la Virgen”, “fiestas del 29 de abril” o de “la Virgen del Rosario”. Se le coloca el nombre de Festival de la Leyenda Vallenata a la fiesta; pero con el transcurrir del tiempo la música logra constituirse como elemento principal y de “integración” departamental desplazando -no la veneración a la Virgen del Rosario-, pero si a la leyenda como tal. De esa manera y bajo la orientación de políticos e intelectuales como Alfonso López Michelsen, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Zamudio, Rafael Escalona, Consuelo Araujo Noguera, entre otros, se crea un departamento a partir de una especie de “chovinismo regional emergente a partir de la implementación de formas de dominación elitista”13 y esto es importante resaltarlo puesto que la función social principal que cumple la cultura popular la identificamos bajo la constitución de identidad de un contexto especifico. El hecho de tomar una tradición religiosa de gran relevancia para las familias tradicionales de Valledupar, y adaptarla a una festividad popular de carácter pagano tiene un valor agregado, sobre todo por la forma en que prima lo religioso hasta cierta época y pierde valor el sentido original de la leyenda en otra. No obstante, la misma dinámica social y cambio generacional hacen que lo popular, moderno, secular, de la fiesta tenga relevancia para las generaciones más jóvenes. Así la música, las parrandas, y el concurso como tal dentro del festival de la leyenda Vallenata van generando otro tipo de identidad ya no en relación a una leyenda sino desde la música que la clase dirigente local resalta como propia. La Virgen del Rosario al lado del Santo Ecce homo, se constituyen en las principales figuras religiosas de Valledupar, y aun bajo los procesos de cambio de la ciudad los relatos siguen intactos en la mentalidad colectiva de Valledupar. Así nos narra Víctor Camarillo sobre las tradiciones de Valledupar: “La población de Valledupar cuando yo nací (1926), solamente era, Cañaguate, Cerezo y el Centro. Valledupar era pequeñito, en cada barrio hacían sus fiestas por ejemplo en Cañaguate festejaban a San Pablo una de las fiestas más grande que tenía el barrio. Digamos que en la ciudad había varias fiestas, la Semana Santa, que era de recogimiento, el 29 de abril (que es la leyenda Vallenata ahora), el Corpus, San Pedro y San Pablo, después vino la fiesta de la virgen del Carmen, después viene Octubre, se festejaba el 8 de Diciembre... bueno eran las velitas, la alegría, amanecían tocando, bebiendo...”14 Según Víctor Camarillo: “la representación de la leyenda es la de mayor tradición en el Valle y agrega que eso viene desde el siglo XVI mas o menos”. En este sentido, al comparar la narración de la tradición oral, con la de J. Nicolás de la Rosa en la Floresta del siglo XVIII; nos damos cuenta que a pesar del tiempo transcurrido el relato conserva su esencia. La leyenda según Camarillo es como sigue: “Los Indios, la Guardia y los Negros. Los negros los dirigía el capuchino era de la orden capuchina españoles de la orden de San Francisco, ellos salían por que la Virgen (del Rosario) se les apareció en el convento donde los Indios trataban de quemarlo y ellos salieron huyendo, los Indios huyéndole por que trataban de matarla y como eran tan precisos con el arco, pá flechá el pescao, el que ellos escogían no pelaban un lobo o un ave lo que fuera eran tan precisos que... tiraban a matar a una mujer chas... la flecha le pasaba por aquí o por los laos y la trataron de bruja, bruja, pero en su lenguaje decían Guaricha, Guaricha... Mujer bruja, salían huyendo, mientras que se preparaba la guardia pá salí a matarlos, con escopeta mientras que el capuchino salió con sus negros salió a evangelizarlos, pero a ellos no les gustó lo que el capuchino les decía, que ese fue un error grande de la señora Ana de la Peña quien fue la que maltrató a la India Francisca, que la perdonaran que eso no volvía a sucede que ella estaba arrepentida... embustero le decían, embustero lengua larga y lo cogieron y hicieron una pila de leña, lo amarraron y lo quemaron vivo, mientras que los negros vieron la cuestión y salieron huyendo cuando trataron de coge a los negros pá exterminarlos pá matarlos se formo una pelea entre negros y Indios, los indios con flecha y ellos con machete mientras que en ese momento llegaba la guardia, los indios salieron huyendo, los negros se refugiaban con la guardia, ellos no eran esclavos eran al servicio del capuchino. Entonces salieron abriendo trocha por un camino del monte, mientras que los Indios se perdieron y llegó el momento de que había una laguna, laguna de Agua cristalina, agua fresca, y con una planta llamase barbasco machacada envenenaron el agua, mientras que ellos llegaron a la laguna muertos de sed, con todo ese monte que no había agua por ninguna parte, se agacharon a bebe mientras que el jefe de guardia se hizo de rodillas orando, mientras que los otros a revolcarse, entonces el capitán que no había tomado el agua, exclamó a la virgen que como era posible que los iban a matar por que se acercaba la noche que le hiciera mas largo el día. - entonces dicen los que contaban la leyenda -, que alargó el día pues se le cortó la carrera al sol y así pudieron ellos combatí a los indios, se les apareció la virgen – la Guaricha, la Guaricha -, y entonces le echaban la culpa al jefe de la guardia que fue el que la llamó salieron al monte y ellos viendo que con el báculo iba tocando a uno por uno se iban parando, los revivió a todos y entonces la virgen e retiró... y empezó la batalla... la guardia los capturo y pá ciudad Valle, llamaban ciudad Valle al convento15.” Finalmente, es importante mencionar que la vida cotidiana permite una edificación importante de representaciones simbólicas que dominan la realidad social, y es mediante esas representaciones simbólicas que las comunidades materializan los actos de comunicación y de pensamiento; sin embargo, mediante los actos de pensamiento se pueden evidenciar modelos subjetivos de conocimiento que a su vez podemos mirarlos como acumulaciones de significados y experiencias de la vida cotidiana; es en la vida cotidiana que se origina el lenguaje, la interacción y la cosmovisión de la gente y es mediante esos elementos que el hombre trasciende su propia realidad. Bibliografía CASTELAR RAMOS y Daza Torres, Hermel. Et al. Plan Recreativo Departamental. P.37 DE LA ROSA, José Nicolás. Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad y provincia de Santa Marta. Banco Popular Vol. 74 Bogotá 1975 FENANDEZ, Luís Guillermo y SÁNCHEZ , César Augusto. Historia y Cambio Social en Valledupar. GONZALEZ CRUZ, David. Los “Dioses” de la Guerra: propaganda y religiosidad en España y América durante el antiguo régimen. Universidad de Huelva. 2000. HERRERA ÁNGEL, Martha. La geografía de la guerra. Los Chimilas y el Estado Colonial durante el siglo XVIII. NAVARRETE, María Cristina. Prácticas religiosas de los negros en la colonia. Cartagena siglo XVII. Editorial Universidad del Valle, 1995. ROWE, William y SCHELLING, Vivian. Memoria y modernidad en América Latina. México, 1993. SANTOS., Adriana y SÁNCHEZ Hugues. Los caminos de la memoria. La música campesina en el departamento del Cesar. Informe presentado al Observatorio del Caribe Colombiano. Valledupar 2003 WADE, Peter. Música, raza y nación. Vicepresidencia de la República. 2002 ZAPATA, Blanca Nubia. Empresas comerciales en el municipio de Valledupar en relación con el cultivo del algodón 1950-1980. Gobernación del Cesar - Observatorio del Caribe Colombiano, 2006. 1 Sociólogo, Joven Investigador del Observatorio del Caribe Colombiano y la Universidad Popular del Cesar. GONZALEZ CRUZ, David. Los “Dioses” de la Guerra: propaganda y religiosidad en España y América durante el antiguo régimen. Universidad de Huelva. 2000. 3 Respecto al Caribe de Colombia hay que mencionar algo de gran relevancia, se trata de una Cultura Caribeña o campesina que en la región se establece después del fuerte mestizaje y la amalgama de diferentes mentalidades; el campesino de la región ligó las fiestas religiosas a lo lúdico, “sincretizó” lo que para la iglesia católica era de vitalidad, de recogimiento. Así las fiestas se convertían en encuentros de la visión del mundo de los campesinos con la realidad católica. Ese panorama perdura con el pasar de las décadas y permite la consolidación de una tradición cultural-religiosa que en ciertas ocasiones se transforma en la medida en que los fenómenos sociales hacen rediseñar condiciones de existencia en las sociedades. Ver al respecto SANTOS ., Adriana y SÁ NCHEZ Hugues. Los caminos de la memoria. La música campesina en el departamento del Cesar. Informe presentado al Observatorio del Caribe Colombiano. Valledupar 2003 4 NAVARRETE, María Cristina. Prácticas religiosas de los negros en la colonia. Cartagena siglo XVII. Editorial Universidad del Valle, 1995. 5 William Rowe y Vivian Schelling. Memoria y modernidad en América Latina. México, 1993. p. 97 6 Al respecto de la forma como se Colonizó gran parte de la región Caribe, la Doctora Martha Herrera Ángel muestra una tesis bastante interesante que indica un escenario geográfico lleno de guerras. Presenta además las formas de supervivencia y defensa de los indígenas, y señala las particularidades del escenario y la forma como era concebido por dos grupos en “contienda”. Ver al respecto La geografía de la guerra. Los Chimilas y el Estado Colonial durante el siglo XVIII en www.ocaribe.org/downloads/catedra_virtual/articulo_herrera.pdf 7 DE LA ROSA, José Nicolás. Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad y provincia de Santa Marta. Banco Popular Vol. 74 Bogotá 1975, pp. 227-239 8 Ver HERRERA ÁNGEL, Martha. Opcit. 9 La Floresta, Opcit. P.227 10 Al respecto ver el trabajo de ZAPATA, Blanca Nubia. Empresas comerciales en el municipio de Valledupar en relación con el cultivo del algodón 1950-1980. Gobernación del Cesar - Observatorio del Caribe Colombiano, 2006. 11 CASTELAR RAMOS y Daza Torres, Hermel. Et al. Plan Recreativo Departamental. P.37 citado por FENANDEZ, Luís Guillermo en Historia y Cambio Social en Valledupar. 12 DE LA ROSA, José Nicolás Opcit. P. 238 13 WADE, Peter. Música, raza y nación. Vicepresidencia de la República. 2002 14 Entrevista realizada a Víctor Camarillo Ochoa (presidente vitalicio de la hermandad Caneros Corpus Christi, que quiere decir capuchino, negros del rosario del Corpus Christi.) Valledupar, Julio de 2003. 15 Camarillo, Op. Cit. 2