“Problemas que plantea la indemnización de perjuicios en caso de

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UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE DERECHO
“Problemas que plantea la indemnización de perjuicios en
caso de fallecimiento del trabajador e indemnización del
daño moral”
MARÍA LUISA GARCÍA RIFFO
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS
JURÍDICAS Y SOCIALES
PROFESOR PATROCINANTE: CARLOS CARNEVALI DICKINSON
VALDIVIA – CHILE
2012
INDICE
1
Introducción……………………………………………………………………….. .1
2
De los accidentes y enfermedades profesionales en general…………………….. 4
2.1
Sobre los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en la legislación
Chilena……………………………………………………………….……………. 4
2.2
Contingencias cubiertas por la ley 16.744…………………………….................... 7
2.3
Sistema de reparación de daños a consecuencia de accidentes del Trabajo………..9
2.4
Régimen actual de responsabilidad derivada de accidentes del trabajo…...............12
3
De la acción de responsabilidad civil derivada de accidentes del trabajo….....15
3.1
Determinación de la naturaleza de la responsabilidad del empleador frente a un
accidente del trabajo………………………………………………………...……..15
3.2
El problema de la concurrencia de acciones y cúmulo de responsabilidades en los
daños causados por accidentes del trabajo……………………………………….. 18
3.3
Legitimación activa para reclamar la indemnización por daño moral………..….. 21
3.4
Recepción del daño moral y prueba en la relación laboral………………………. 22
4
Sobre la transmisibilidad de la acción por daño moral a las víctimas por
repercusión………………………………………………………………………... 25
4.1
La transmisibilidad en el Derecho Chileno……………………………................. 26
4.2
Implicancias procesales de la transmisibilidad del daño moral a los herederos….28
5
Problemas en torno a las acciones de responsabilidad civil por accidentes del
trabajo…………………………………………………………………………….. 32
5.1
Orden jurisdiccional competente………………………………………………..…32
5.2
Implicancias y consecuencias en torno la delimitación de la jurisdicción competente
para conocer de las demandas que deduzcan las víctimas por repercusión……… 37
5.3
Ventajas del procedimiento laboral………………………………………………. 40
6
Conclusiones………………………………………………………………………. 43
7
Bibliografía…………………………………………………………………………45
1. Introducción
El siguiente trabajado tiene como objetivo general investigar los problemas que
plantea la responsabilidad civil derivada de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, en aspectos tales como el seguro social, la pluralidad de víctimas producto
de un accidente laboral, la concurrencia de acciones y los problemas que ello conlleva,
los tribunales competentes para conocer de una demanda indemnizatoria por accidente
del trabajo, los criterios de atribución del daño y las causas de exoneración de
responsabilidad.
Entre los cuerpos legales que estructuran la normativa sobre accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales se encuentra en primer lugar la Ley N° 16.744 y sus
respectivas modificaciones, que fijan como obligatorio un seguro social al verificarse este
tipo de contingencia. A su vez, el artículo 69 del mismo cuerpo legal, establece que cuando el
accidente o la enfermedad se deba a culpa o dolo de la entidad empleadora o un tercero,
víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño, podrán
reclamar al empleador o terceros responsables, también las otras indemnizaciones a que
tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño moral.
En segundo lugar está el Código del Trabajo que en su artículo 184 establece el deber de
seguridad del empleador, quien se obliga a tomar las medidas necesarias para proteger
eficazmente la vida y salud de los trabajadores. Esta obligación se entiende incorporada a
todo contrato de trabajo, sin embargo, existen diversos pronunciamientos a la hora de
calificar jurídicamente la naturaleza del deber de protección.
La investigación se estructurará a partir de la siguiente pregunta: ¿Existen
contradicciones en nuestra jurisprudencia a propósito de la responsabilidad civil derivada
de accidentes del trabajo? Las diferentes soluciones de los tribunales de justicia se deben
principalmente a la posibilidad que un mismo hecho produzca una pluralidad
de
acciones, considerando que los accidentes del trabajo producen daños tanto para el
trabajador lesionado (víctima directa) como a sus familiares (víctimas por repercusión).
Si además se añade como resultado la muerte del trabajador y la posibilidad que sus
herederos reclamen la reparación del daño iure hereditatis, se genera en la práctica una
concurrencia de acciones de responsabilidad civil contractual y extracontractual en los
daños causados a partir de un mismo accidente laboral.
El debate se genera en virtud al artículo 1545 del Código Civil y el artículo 420
letra f) del Código del Trabajo, toda vez que los terceros afectados no serían parte del
contrato laboral, siendo por lo tanto la justicia civil la competente para conocer de las
1
acciones que deduzcan, calificadas éstas como de naturaleza civil extracontractual. Sin
embargo, la jurisprudencia de los últimos año ha dado un cierto giro en relación a este
tema y ha llegado a calificar tales acciones como de naturaleza contractual y por lo tanto
se abre una puerta a estos hechos para ser conocidos por los tribunales del trabajo, lo cual
desde luego trae ventajas procedimentales para el actor en la forma de rendir la prueba, la
celeridad del proceso, entre otros aspectos. Ahora bien, respecto a las víctimas directas no
habría discusión en afirmar que es la sede laboral la competente para conocer todo
problema que se genere a partir de la relación laboral entre las partes.
Los objetivos específicos de esta investigación fueron:
1. Identificar en los distintos fallos jurisprudenciales los argumentos establecidos
para fundar una determinada solución, contrastarlos entre sí e interpretarlos a
partir de la legislación vigente.
2. Analizar los efectos que generan para los operadores jurídicos, los fluctuantes
pronunciamientos de los Tribunales de Justicia en torno a la delimitación de la
jurisdicción competente para conocer de las demandas que deduzcan las víctimas
por repercusión.
3. Determinar cuál es la tendencia de los Tribunales de Justicia hoy en día, a la hora
de calificar la naturaleza jurídica de la relación entre el empleador y las víctimas
por repercusión.
4. Advertir sobre las ventajas procesales que implica la nueva justicia laboral y el
impacto positivo que ello significaría para el éxito de la acción deducida por
cónyuges o herederos de la víctima directa.
En el capítulo I, “De los accidentes y enfermedades profesionales en general” se
analizará el tratamiento de los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en la
legislación chilena; se traerá a colación la normativa especial de la ley 16.744 con
expresa mención a las contingencias cubiertas por dicha ley; el sistema de reparación de
daños y cuál es el régimen actual de responsabilidad derivada de accidentes del trabajo.
En el capítulo II, “De la acción de responsabilidad civil derivada de accidentes del
trabajo”, se abordará la controversia en cuanto a la determinación de la naturaleza de la
responsabilidad del empleador frente a un accidente del trabajo, el problema de la
concurrencia de acciones y cúmulo de responsabilidades por los daños causados; la
legitimación activa para deducir las acciones indemnizatorias correspondientes y la
expresa mención del artículo 69 letra b) de la ley 16.744 sobre las víctimas por
2
repercusión y la posibilidad de demandar el daño moral; finalizando el capítulo con una
referencia en cuanto a la recepción del daño moral y prueba en la relación laboral.
En el capítulo III, “Sobre la transmisibilidad de la acción por daño moral a las
víctimas por repercusión” se expondrán los principales problemas que plantea la
indemnización de perjuicios ocasionados a la víctima inmediata cuando ésta fallece sin
haber intentado la acción correspondiente derivada del accidente, a través del análisis de
las distintas posturas adoptadas por la doctrina; cómo se presenta la transmisibilidad en
el Derecho Chileno e implicancias procesales de la transmisibilidad del daño moral a los
herederos.
Para terminar, el capítulo IV, denominado “Problemas en torno a las acciones de
responsabilidad civil por accidentes del trabajo” se analizarán las distintas soluciones
adoptadas por los tribunales de justicia el relación al orden jurisdiccional competente para
conocer de dichas demandas indemnizatorias, cuáles son las consecuencias en torno la
delimitación de la jurisdicción competente para conocer de las demandas que deduzcan
las víctimas por repercusión; por último se analizarán las ventajas de situar la
controversia en una determinada sede judicial.
3
2. Capítulo I: De los accidentes y enfermedades profesionales en
general.
2.1 Sobre los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en la
legislación Chilena.
Desde una perspectiva comparada, la preocupación por los accidentes del trabajo
encuentra su origen en la época industrial producto del desarrollo de nuevas tecnologías
que se fueron incorporando en los procesos de producción, lo cual provocó un aumento
en los accidentes laborales1. De ahí que se comenzó a tener en la mira una mejora en las
condiciones jurídico-laborales del sector obrero principalmente. Una de las medidas
adoptadas fue bajar el precio de los productos de primera necesidad como una manera de
dignificar el trabajo y mejorar las condiciones de los empleados2. Si bien la
industrialización podría haberse pensado como una herramienta que garantizaba un
menor esfuerzo humano en los procesos productivos, ello no fue necesariamente así y en
definitiva podemos concluir que el desarrollo que tuvieron las industrias no significó una
mejora concreta en las condiciones reales de los trabajadores.
Del mismo modo, las condiciones de trabajo fueron bastante precarias en las
fábricas, pues se desplazó el trabajo de las casas particulares a grandes espacios donde
cupiera la maquinaria que hacía funcionar la producción. En este contexto los accidentes
ocurrían con mayor frecuencia cuando el trabajador desempeñaba sus labores utilizando
máquinas a vapor, partes y piezas que en su continuo rodar causaban mutilación,
quemaduras o la muerte.
Paralelamente, en nuestro país durante el siglo XIX en lugar de una regulación
legal, concreta y consistente en temas laborales relacionados con accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales, la legislación se caracterizó por regular determinados
aspectos del trabajo, situaciones no demostrativas de una política coherente y preocupada
de lo social. Durante esta época y hasta comienzos del siglo XX los incidentes laborales
fueron de una ocurrencia constante y generalizada. A consecuencia de ello, la escasez de
disposiciones y la regulación parcializada de materias laborales impedían que los
trabajadores contaran con un sistema eficaz de protección ante eventuales accidentes.
Además, el trabajo de aquella época se caracterizaba por el enorme desgaste físico en las
personas producto de la gran cantidad de horas de trabajo, lo cual se traducía en enormes
1
Cfr., Humeres, H., Derecho del trabajo y de la Seguridad Social, Tomo I, Decimoséptima edición
ampliada y actualizada, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, (2004), p. 265.
2
En sus inicios la legislación laboral se caracterizó por plasmar más bien buenas intenciones, en lugar de
normar jurídicas concretas y efectivas. El profesor Bowen Herrera señala en su obra “Introducción a la
seguridad Social”, que el sistema ingles de 1897, reconocía a la víctima de un accidente del trabajo un
derecho a indemnización contra el empleador, quien respondía con su patrimonio.
4
índices de enfermedades derivadas de la actividad laboral y un porcentaje no menor de
accidentes durante las largas jornadas de trabajo de hasta dieciséis horas de trabajo.
Además de la precariedad de las condiciones en la construcción, en la industria o en los
puertos.3
En definitiva, en aquel desfavorable contexto para el trabajador, es incuestionable
la necesaria intervención de la figura estatal en los problemas sociales especialmente
relacionados con el trabajo, con el fin de proteger al empleado y suplir su inferioridad
frente al empleador, a través de normas justas y equitativas que nivelen las condiciones
de convivencia entre ambos.4.
Un aspecto interesante de analizar es cómo se conforma el sistema
responsabilidad en nuestro ordenamiento jurídico, de acuerdo a las distintas teorías que
los autores reconocen para indemnizar los infortunios que produzcan ya sea una
incapacidad temporal o permanente para el trabajador5. La responsabilidad en materia de
accidentes del trabajo presenta un tránsito desde la responsabilidad subjetiva del
empleador, hacia una responsabilidad objetiva, para llegar a un sistema de
responsabilidad social. En otras palabras, dentro de la evolución histórica nacional se
pasó de teorías civilistas a teorías propiamente laborales, evolucionando desde una
legislación poco protectora de los trabajadores a disposiciones más consecuentes con la
dignidad que pretendía dársele a la clase trabajadora.
El autor Gumucio sostiene que es posible identificar tres etapas en esta evolución:
La primera etapa la compone la Teoría de Responsabilidad Subjetiva o Teoría de la
Culpa fundada en los principios clásicos de la legislación civil, donde el dolo o la culpa
actúan como antecedentes de la obligación de reparar el daño causado, estos principios se
extendieron al campo laboral y para obtener una indemnización por el accidente sufrido
era necesario probar dolo o culpa del empleador6. Como señalaba el profesor Arturo
Alessandri, la responsabilidad era subjetiva pues para saber si la había o no, era necesario
3
Cfr., Thayer W. El trabajador en la historia del derecho laboral chileno. Volumen 16 N°3, Pontificia
Universidad Católica de Chile, Santiago, (1989), p. 764.
4
Cfr., Humeres, H., Derecho del trabajo…, ob. cit., p. 75.
5
Cfr., Humeres, H., Derecho del trabajo y de la Seguridad Social, Tomo I, Decimoquinta edición,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, (1997), p. 484.
6
Las normas clásicas de responsabilidad subjetiva tenían como primera solución la aplicación de las reglas
de responsabilidad extracontractual que se regulaba por los artículos 2284 y 2314 del Código Civil, además
de ser aplicable el artículo 1698, la culpa delictual debía ser probada en el juicio por el trabajador, situación
que hacía casi imposible que se le indemnizará el accidente; Solo probando la culpa del patrón se podría
obtener una indemnización por el accidente del trabajo sufrido. Posteriormente, del manifiesto fracaso de la
vía extracontractual se promovió el desarrollo de la tesis contractual, la cual hace énfasis en la relación
laboral que lleva implícita una obligación de seguridad del empresario hacia sus trabajadores. De este modo
la tesis contractual busca invertir el onus probandi, toda vez que el empleador se presume culpable y sólo
podrá liberarse del deber de indemnizar si prueba que el accidente se debió a caso fortuito o fuerza mayor,
o fue de exclusiva culpa y responsabilidad del propio trabajador. No obstante el avance de la tesis
contractual en materia de presunción de culpa, en la práctica no resultó difícil para el empleador acreditar el
caso fortuito o fuerza o mayor o culpa de la víctima.
5
analizar la conducta del empleador lo cual resultó insuficiente para garantizar la
seguridad, derechos e intereses de los trabajadores. A causa de ello surge el sistema de
Responsabilidad sin Culpa u Objetiva, que se caracteriza por la desaparición de la culpa
como fundamento de la responsabilidad y su sustitución por el resultado dañoso, no
obstante, que tal solución logró salvaguardar los inconvenientes de la teoría anterior,
surge con posterioridad en las legislaciones la Teoría del Riesgo Social. Esta última
solución se construye a partir de principios de seguridad social, en virtud de los cuales se
borra la responsabilidad del empresario y hace recaer el resarcimiento en el Estado.7 Del
mismo modo, toma relevancia la idea de un seguro social y no la de responsabilidad
directa, en que el asegurado es el trabajador y no el empleador.
La teoría del riesgo social tiene un fundamento sociológico por dos razones, en
primer lugar quien percibe los beneficios de la acción empresarial es la sociedad toda y
por consiguiente debe soportar sobre sí los riegos de una determinada actividad. En
segundo lugar, un accidente laboral o una enfermedad profesional, tienen a la larga un
efecto que es colectivo, toda vez que las consecuencia negativa no recaen únicamente en
el propio trabajador, sino que también para su familia, para su empleador, para la
competitividad de la empresa, para la sociedad misma, para el desarrollo del país. 8 En ese
sentido parece razonable que ya no sea el empleador quien se haga cargo de los
accidentes del trabajo o las enfermedades profesionales del trabajador, sino un tercero a
través de un seguro obligatorio que lo asista, el cual obtenga los fondos de indemnización
de una cotización obligatoria y reiterada.
Dicha teoría se plasma en nuestra legislación con la ley 16.744 sobre Accidentes
del trabajo y Enfermedades profesionales, que recepciona una teoría mucho más
moderna, acorde con los tiempos y con la dignificación del trabajo humano (a lo que
venía haciéndose hincapié desde las primeras décadas del siglo XIX, con la creación de la
OIT)9.
El sistema de seguridad social que dicha ley contempla está compuesto por el
seguro social obligatorio contra riesgos de accidentes y enfermedades, con una amplia
cobertura que abarca tanto a los trabajadores por cuenta ajena cualquiera sea el tipo de
labores que ejecuten y cualquiera sea la naturaleza de la empresa en que trabajen, como
también a los funcionarios de la administración civil del Estado, municipalidades e
7
Cfr., Gumucio, J., “Ruptura del concepto clásico de responsabilidad civil en materia de accidentes del
trabajo”, Revista Laboral Chilena, N° 12, (1998), p. 76.
8
Ídem., p. 78.
9
A través de la creación de la OIT se pretendió promover fuertemente el reconocimiento de la dignidad
humana en el campo laboral y la aplicación cierta del principio de la solidaridad en el trabajo, postulados
que servirían más adelante como fundamento para la teoría social.
6
instituciones descentralizadas del Estado, entre otros que señalan los artículos 2 y 3 de
dicha ley.
2.2 Contingencias cubiertas por la ley 16.744.
Las eventualidades que cubre la ley son los accidentes del trabajo y las
enfermedades profesionales.
Por Accidente del Trabajo se debe entender, de acuerdo al artículo 5 de la Ley Nº
16.744, “Toda lesión que una persona sufra a causa o con ocasión del trabajo y que le
produzca incapacidad o muerte”. A saber, la Superintendencia de Seguridad Social ha
señalado que para calificar como accidente del trabajo a un determinado siniestro tienen
que concurrir los siguientes elementos cumulativos: A) Una lesión: Se refiere a la
existencia de un daño o pérdida ocasionados por alguna herida o golpe, enfermedad o
dolencia que provoque un detrimento físico o psíquico del trabajador. Para los efectos del
accidente del trabajo no interesa la extensión o profundidad del daño, sino sólo su
existencia. B) La relación causal entre el trabajo y la lesión: Requisito que se desprende a
partir de las expresiones "a causa" y "con ocasión del trabajo", que permiten considerar
como constitutiva de accidente del trabajo no sólo la lesión sufrida durante la jornada
laboral y en el lugar del trabajo, sino también la sufrida antes, durante la suspensión o
después de dicha jornada, ocurrida dentro o fuera del lugar de trabajo, pues la expresión
“con ocasión del trabajo” sólo exige que entre la lesión y el trabajo exista una indudable
relación de causalidad. C) La incapacidad o muerte del accidentado: Entendiéndose por
incapacidad la imposibilidad temporal o permanente para poder continuar trabajando.10
Del mismo modo el artículo 5 señala como accidentes del trabajo los “Ocurridos
en el trayecto de ida o de vuelta, entre la habitación y el lugar de trabajo y que producen
incapacidad o muerte”. Este es el llamado accidente “In Itinere” y para que se considere
accidente del trabajo, es necesario: A) Que se sufra en el trayecto directo (implica que el
recorrido sea racional y no interrumpido) entre el lugar de trabajo y la habitación. Queda
comprendido dentro del trayecto directo el que recorre en forma habitual el trabajador
desde o hacia su trabajo o domicilio, aunque le obligue a desviarse del recorrido por
ejemplo cuando deja o recoge diariamente a un hijo de la escuela. B) Que se sufra entre
la ida o regreso del lugar de trabajo. C) Que produzca incapacidad o muerte del
trabajador.
Para que un accidente sea calificado como ocurrido en el trayecto debe producirse
dentro de los límites físicos del recorrido (entrada a la habitación y entrada al sitio de
trabajo) de modo tal, que desde el momento en que el trabajador ha franqueado la entrada
10
Cfr. Gumucio, J., “Régimen de Seguro Social contra Riesgos de Accidentes del Trabajo y Enfermedades
Profesionales”, en Revista Laboral Chilena, N° 116,( 2003), p. 64.
7
de la empresa o de su habitación ha puesto término al trayecto directo.
Por lo tanto aquellos siniestros ocurridos dentro de la habitación son accidentes comunes
o domésticos y los ocurridos dentro del lugar de trabajo son accidentes laborales. Por
último se consideran también accidentes del trabajo, “Los sufridos por dirigentes de
instituciones sindicales, a causa o con ocasión del desempeño de sus cometidos
gremiales.”
Las situaciones en que no opera el seguro frente a accidentes del trabajo fueron
específicamente excluidas por la ley en el inciso final del artículo 5 y son las siguientes:
a) los accidentes debidos a fuerza mayor extraña que no tenga relación alguna con el
trabajo y b) las producidas intencionalmente por la víctima. Al respecto, sólo los
accidentes causados voluntaria e intencionalmente por el trabajador se excluyen de las
prestaciones a que da derecho la ley 16.744. Por ejemplo si el accidente se debe a
negligencia inexcusable o imprudencia, la victima igualmente tendrá derecho a las
prestaciones del seguro social.
Por otra parte, este seguro también cubre las Enfermedades Profesionales que se
encuentran expresamente definidas en el artículo 7° de la Ley 16.744 que señala:
“enfermedad profesional es la causada de una manera directa por el ejercicio de la
profesión o el trabajo que realice una persona y que le produzca incapacidad o muerte”.
La enfermedad es una alteración de la salud que produce incapacidad o muerte y para que
se trate de una enfermedad profesional, de acuerdo al texto legal y la doctrina, es
necesario que concurran 3 elementos: a) un elemento enfermante b) una relación de
causalidad directa entre el trabajo y ese elemento enfermante y entre éste y el resultado; y
c) un resultado que traiga como consecuencia una incapacidad o la muerte de la
víctima11.
Cabe destacar las diferencias que existen entre los conceptos anteriormente
definidos. Mientras el accidente del trabajo se distingue por ser inmediato en el tiempo y
sus efectos se evidencian en los hechos, la enfermedad profesional en tanto se caracteriza
por desarrollar sus efectos a lo largo del tiempo, de modo tal que requiere necesariamente
un periodo prolongado o breve para evidenciarse, lo cual dependerá de la enfermedad en
el caso concreto.12
11
Cfr. Gumucio, J., “Régimen de seguro social contra riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales”, op. cit., p. 64.
12
El artículo 19 del reglamento de la ley 16.744, aprobado por el D.S Nº 109 de 1968 del Ministerio del
Trabajo y Previsión social establece un listado de las enfermedades consideradas profesionales. La propia
ley señala que el reglamento deberá revisarse cada tres años, con el fin de ir ampliando y adecuando la
cantidad de enfermedades listadas según el avance de los conocimientos y de las investigaciones sobre la
materia. Cabe mencionar que dicha lista no establece un “numerus clausus”, toda vez aún cuando la
enfermedad no se encuentre enumerada, el legislador permite que el trabajador pueda acreditar y probar
8
2.3 Sistema de reparación de daños a consecuencia de accidentes del trabajo.
El sistema de reparación por accidentes y enfermedades profesionales producidas
con ocasión de la relación laboral se configura a través de la regulación que al respecto
contempla principalmente el Código del Trabajo13 en los artículos 184 a 192 y en especial
la ley 16.744 de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales de 1968.
Constituyendo un conjunto de normas en el Derecho chileno cuya finalidad es evitar o, al
menos, atenuar la ocurrencia de los accidentes laborales o sus dañosos efectos para las
personas.
Hasta el momento, uno de los principales fundamentos del deber del empleador
de resguardar la seguridad de sus dependientes con un sistema que los proteja frente a
contingencias derivadas de la actividad laboral es precisamente la Teoría de la
Responsabilidad Social, sin embargo, el análisis no se agota en dicha teoría si recurrimos
a fundamentos del ámbito civil como elementos de apoyo a la obligación del empleador,
necesariamente se debe hacer referencia al artículo 1.546 del Código Civil que configura
uno de los principios generales de la contratación, el denominado principio de la buena
fe, que establece el siguiente imperativo los contratos deben efectuarse de buena fe, y por
consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que
emanan precisamente de la naturaleza de la obligación. Por lo tanto, junto a las
obligaciones propias de un contrato individual de trabajo (el trabajador se obliga a prestar
servicios bajo subordinación y dependencia; y el empleador a pagar por éstos una
remuneración determinada) existe una obligación adicional para el empleador, cuyo
fundamento es tanto social como civil, de resguardar y proteger adecuadamente a sus
dependientes desplegando los cuidados necesarios para dignificar el trabajo y brindarle a
quien labora para él, todos los medios apropiados para prevenir y responder ante
accidentes del trabajo o enfermedades profesionales.
El empresario debe proteger adecuadamente la vida y la salud de los trabajadores,
manteniendo la higiene y la seguridad en los lugares de trabajo.14 Asimismo, la
obligación principal y deber general de protección que recaen sobre el empleador se
regula de manera especial en el artículo 184 del CT, disposición que posiciona al
empresario como deudor de seguridad para con sus trabajadores. En efecto, es evidente
que la obligación de seguridad entre el empleador y trabajador es de naturaleza
contractual.
médicamente la relación de la enfermedad con la actividad laboral, para considerarse como tal y ser asistida
con los beneficios que dispone la ley 16.744 sobre Accidentes del trabajo y Enfermedades profesionales.
13
Decreto con Fuerza de Ley N° 1, el cual fija el texto refundido, coordinado y sistematizado del Código
del Trabajo, publicado en el Diario Oficial el 10 de enero de 2003. (En adelante CT).
14
Cfr. Thayer, W. y Novoa, P., Manual de Derecho del Trabajo, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago,( 2007), p 402.
9
Entre nosotros, es conocido que los daños que ocasiona un accidente o
enfermedad profesional queda sujeto al régimen del seguro social financiado en su
totalidad por el empleador, quien le hace entrega a un organismo administrador o fuente
aseguradora una suma de dinero con la cual se otorgan las prestaciones que se requieran.
Dicho sistema se financia además con otros ingresos como multas que eventualmente
apliquen los
organismos
administradores.
Las
prestaciones son pensiones
e
indemnizaciones que dependen de la gravedad del resultado del accidente. 15
A partir del artículo 1 de la ley 16.744 se desprende el carácter obligatorio del
seguro social de accidentes del trabajo, tanto para los empleadores como para las
personas que la ley señale como obligatorio contratarlo16. La doctrina destaca la
independencia y su total desvinculación entre las obligaciones de cotizar del empleador y
la de otorgar los beneficios correspondientes a los trabajadores incapacitados, de modo
que si el empleador no entera las cotizaciones en los organismo competentes los
trabajadores tienen siempre derecho a las prestaciones que procedan. 17
Por su parte, el artículo 69 de la ley 16.744 establece “ Cuando, el accidente o
enfermedad se deba a culpa o dolo de la entidad empleadora o de un tercero, sin
perjuicio de las acciones criminales que procedan, deberán observarse las siguientes
reglas: a) El organismo administrador tendrá derecho a repetir en contra del
responsable del accidente, por las prestaciones que haya otorgado o deba otorgar, y b)
La víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad cause daño podrán
reclamar al empleador o terceros responsables del accidente, también las otras
indemnizaciones a que tengan derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho
común, incluso el daño moral”. Precepto a partir del cual se configura un sistema de
responsabilidad civil, como un refuerzo que intenta satisfacer el principio de reparación
integral del daño. Esta norma, en su letra a) establece el derecho de los organismos
administradores del seguro para repetir en contra del subjetivamente responsable del
accidente, ya sea el empleador directamente o un tercero a la relación laboral, todas
aquellas prestaciones que haya otorgado. De esta forma, concluye el profesor Corral “los
accidentes laborales son cubiertos en primera instancia por un seguro obligatorio, que es
15
Domínguez Aguila, Ramón, “Los accidentes del trabajo. Historia y visión general de su régimen actual”,
en RODRIGUEZ PINTO, MARIA y BARRIENTOS CAMUS, FRANCISCA (editoras), Cuadernos de
Extensión Jurídica, Universidad de los Andes, N° 20 (2011), pp. 29.
16
La ley establece en su artículo 4 que la afiliación al seguro social opera de pleno derecho y el trabajador
se entienda afiliado por el sólo ministerio de la ley, cuando hecha en una Caja de Previsión para los demás
efectos de seguridad social, se entenderá hecha, por el ministerio de la ley para este seguro, salvo que la
entidad empleadora para la cual trabaje se encuentre adherida a alguna mutualidad.
17
Cfr. Maraboli L y Carrasco M., El Seguro Social obligatorio contra Riesgos de Accidentes del trabajo y
Enfermedades Profesionales. Editorial jurídica de Chile, Santiago, (1970). P.108.
10
un mecanismo de seguridad social, aunque con fines indemnizatorios, pero es
complementado por la responsabilidad civil por culpa como régimen supletorio”18
El sistema de seguridad social que la ley contempla para cubrir los daños
inmediatos causados por un accidente del trabajo no obsta, no impide ni desminuye las
prestaciones de naturaleza civil a que la víctima tiene derecho por el accidente. En
consecuencia, tal como advierte el profesor Domínguez, estamos frente a un régimen que
no elimina el de responsabilidad, sino que coexiste con él, de forma tal que si el
trabajador o sus parientes estiman que el accidente o enfermedad ha sido causado por un
hecho o acto culpable o doloso del empleador, podrán agregar a las indemnizaciones del
seguro social aquellas del derecho común, propia del régimen civil de responsabilidad.19
Cabe señalar que el artículo 69 de la citada ley consagra el régimen actual de la
responsabilidad civil, toda vez que frente a un accidente o enfermedad laboral es posible
accionar en contra del empleador y terceros a quienes pueda atribuirse dolo o culpa de
acuerdo a las normas del derecho común, sin perjuicio del derecho a reclamar las
prestaciones de seguro social. En síntesis, el profesor Gumucio señala que “la ley 16.744
en su artículo 69 establece que en un caso de culpa o dolo del empleador en el accidente o
enfermedad, nacen en su contra dos acciones: a) la del organismo administrador para
“repetir en contra del responsable del accidente, por las prestaciones que haya otorgado o
deba otorgar” y b) la de “la víctima y las demás personas a quienes el accidente o
enfermedad cause daño (…). La disposición examinada reafirma el principio esencial de
la responsabilidad civil en orden a que todo el daño debe ser resarcido, pero sólo el daño
producido”.20
Es evidente que el artículo 69 de la ley consagra la plena compatibilidad entre las
prestaciones
que
ella
reclamarse del empleador
establece
y
las
indemnizaciones
culpable del accidente del trabajo.
En
que
puedan
consecuencia,
la
circunstancia que el actor haya percibido todas las prestaciones que dispone la ley N°
16.744 en modo alguno significa que se le hayan indemnizado los perjuicios por un
accidente del trabajo atribuible a culpa del empleador y por tanto, éste último está
obligado respecto del trabajador a reparar sólo los daños no cubiertos por el seguro
social, de lo contrario se estaría configurando a favor del trabajador un enriquecimiento
sin causa, al reparársele dos veces el mismo daño.
18
Corral, H., Lecciones de responsabilidad civil extracontractual. Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
(2003). p.253.
19
Cfr., Dominguez, R. “Responsabilidad civil del empresario por el daño moral causado a sus
trabajadores. En McKay Alliende, Federico (editor) Cuadernos de Extensión Jurídica, Universidad de los
Andes, N° 1, (1996), p. 29
20
Gumucio, J., “Ruptura del concepto clásico …”, ob. Cit., p. 80.
11
En resumidas cuentas, si bien es cierto que el Art. 69 consagra la eventual
responsabilidad del empleador o un tercero por un accidente de trabajo o enfermedad
profesional, no es menos cierto que en realidad lo que hace es configurar un amplio
sistema de seguridad social para cubrir los daños causados por accidentes del trabajo. En
concreto, coexisten dos tipos de responsabilidades: una de naturaleza legal u objetiva que
se traduce en la facultad que tiene el trabajador para exigir las prestaciones médicas y
pecuniarias del seguro social que la ley le otorga; y otra de carácter subjetiva, cuya fuente
son los actos u omisiones dolosas o culposas del empleador o de un tercero. Por lo tanto,
el empleador tiene la obligación legal de facilitar al trabajador que ha sido víctima de un
accidente del trabajo o enfermedad profesional, aquellos elementos o medios necesarios
para que éste pueda acceder en forma oportuna a una atención médica, hospitalaria y
farmacéutica adecuada, y además, de indemnizarle los perjuicios materiales y morales
que surjan producto de su dolo o negligencia en el hecho.
En efecto, el artículo en comento faculta a la víctima de un accidente laboral para
reclamar del empleador todos aquellos daños que el derecho común faculta a demandar
judicialmente y en forma expresa incluye el daño moral. Adicionalmente al emplear el
adjetivo también, el legislador está diciendo que igualmente como puede demandar las
prestaciones propias de un accidente laboral o de enfermedad profesional de que trata la
Ley 16.744 y que se desarrollan en los artículos 29 y siguientes de dicho cuerpo
normativo, puede demandar bajo la misma acción el daño emergente, lucro cesante y
daño moral. De esta manera, está acción a que tiene derecho el trabajador, como lo
sostiene Enrique
Barros Bourie en su obra "Tratado de Responsabilidad
Extracontractual", "es indemnizatoria, y cubre los daños patrimoniales y morales que no
han sido compensados por el seguro".
2.4 Régimen actual de responsabilidad derivada de accidentes del trabajo.
El régimen actual de responsabilidad se construye a partir del art.69 letra b), que
ha dado lugar a una copiosa jurisprudencia que merece ser analizada. Dicho artículo se ve
complementado por lo previsto en el artículo 420 del CT, de acuerdo al cual son de la
competencia de los juzgados del Trabajo, letra f) “los juicios en que pretenda hacerse
efectiva la responsabilidad del empleador derivada de accidentes del trabajo o
enfermedades profesionales, con excepción de la responsabilidad extracontractual a la
cual será aplicable lo dispuesto en el artículo 69 de la ley 16.744”.
A saber, en materia de accidentes del trabajo, la ley 16.744 hace un reenvío al
derecho común, sin embargo, ese derecho común no es el mismo según quien deduzca la
12
respectiva indemnización. En efecto, ante la existencia de dos regímenes reparatorios
como son el contractual y el extracontractual, la regla del Art. 420 del Código del Trabajo
ha permitido distinguir entre la acción intentada por la propia víctima directa del
accidente (trabajador), a la que ha de aplicarse el régimen contractual y la acción
intentada por las víctimas indirectas o por repercusión, a quienes se aplican las normas
extracontractuales. De esta forma, es claro que a partir de un accidente del trabajo que
causa daño se pueden generar acciones de responsabilidad contractual y extracontractual,
que deben ser analizadas y convenientemente discernidas para la aplicación del régimen
de fondo, como también para el procedimental.
En un comienzo, respecto a la responsabilidad del empleador parece evidente que
de la lectura del artículo 69 se desprende una responsabilidad por accidentes del trabajo
de carácter subjetiva, pues la acción que contempla exige necesariamente la concurrencia
de dolo o culpa del empleador o un tercero, por lo tanto se trata de un supuesto de
imputación subjetiva en que deben cumplirse los requisitos clásicos de responsabilidad:
a) que exista daño: “accidente del trabajo o enfermedad profesional”, b) que el empleador
haya actuado con culpa o dolo para generar el accidente; y c) una relación de causalidad
entre el hecho culposo o doloso del empleador y el daño causado; d) que la acción la
entable un legitimado, ya sea la víctima o tercero causalmente dañado por el accidente o
enfermedad. Por consiguiente, no hay razón para considerar que, a la luz del
ordenamiento chileno, la sola presencia del accidente implica la infracción del contrato o
la ley. Un criterio distinto, supone imponer un deber de organizar la empresa que
signifique evitar todo tipo de accidente, lo que constituye un deber de cumplimiento
prácticamente imposible.
A partir de la naturaleza de la relación laboral resulta indudable que la acción del
trabajador es netamente contractual, de ahí que se aprovecha la llamada presunción de
culpa del Art. 1547 del código civil. Sobre este punto, la jurisprudencia ha aplicado esta
presunción de culpa sobre la base conjunta del Art. 1547 del código civil y del Art. 184
del CT21, que armonizando ambos artículos, cabe concluir que en la responsabilidad
contractual el incumplimiento negligente de las obligaciones se presume, de manera que
quien reclama dicha responsabilidad sólo le incumbe probar la existencia de la
obligación, pero no acreditar el incumplimiento culposo o doloso de la misma. Por el
contrario, el empleador que quiera eximirse de responsabilidad, deberá probar haber
21
En cuanto a sentencias que han fundamentado su razonamiento en dicha presunción para tener por
establecida la negligencia del empleador por los daños sufridos por un trabajado. Corte de Apelaciones de
Concepción 24 de septiembre de 2007, rol Nº 138-2007 y 5 de marzo de 2008, rol Nº 502-2007
13
dispuesto de las medidas de seguridad adecuadas para, de este modo, entender cumplido
el deber de diligencia exigido por la ley. 22
En lo que respecta a los requisitos clásicos de responsabilidad civil y su
cumplimiento para que se configure una hipótesis a favor de la víctima, la existencia de
una relación de causalidad requiere mayor análisis cuando el daño consiste en una
enfermedad profesional debido a su propia naturaleza. En este sentido, cuando se produce
un accidente laboral no existen mayores dudas en cuanto a quien fue la victima, lugar y
hora; el debate se centrará en torno a aspectos tales como grado de diligencia del
empleador o la participación de la víctima que se expuso imprudentemente al daño,
cuestiones que el tribunal deberá considerar para determinar las responsabilidades del
caso. Por el contrario, respecto a una enfermedad profesional más que decir que se
produjo en una empresa determinada, corresponde hablar que ésta se manifestó en un
momento determinado, razón por la cual resulta complejo para los tribunales determinar
la existencia de la relación de causalidad. En efecto, en los accidentes del trabajo sólo
sería necesario verificar que éste se produzca “a causa o con ocasión del trabajo” (artículo
5 Código del Trabajo). Si se trata en cambio de una enfermedad profesional basta con que
ésta se origine de “una manera directa por el ejercicio de la profesión o trabajo” (artículo
7 de Código del Trabajo)
22
La prueba de la diligencia excusa del deber de reparar. La prueba de la diligencia debida o cuidado
incumbe al que debió emplearla, es decir, al empleador. El empleador debe desvirtuar la presunción de
culpa y la prueba que se produzca debe provocar la convicción en el Tribunal de que se empleó la debida
diligencia.
14
3. De la acción de responsabilidad civil derivada de accidentes del
trabajo.
3.1 Determinación de la naturaleza de la responsabilidad del empleador frente a
un accidente del trabajo.
Para empezar, tradicionalmente se ha entendido por la doctrina nacional y comparada
que una persona es responsable cuando está sujeta a la obligación de reparar el daño
sufrido por otra. Por cierto, cada vez que estamos frente a un hecho o circunstancia que
causa consecuencias dañosas nace para la víctima una acción de responsabilidad, en
virtud de la cual se dirige contra él o los responsables y se reclama la correspondiente
indemnización de perjuicios. Así, Arturo Alessandri Rodríguez señala que “un individuo
es responsable cuando está obligado a indemnizar un daño. En Derecho Civil hay
responsabilidad cada vez que una persona debe reparar el perjuicio o daño sufrido por
otra. Puede, pues, definírsela diciendo que es la obligación que pesa sobre una persona
de indemnizar el daño sufrido por otra”23.
Así, en virtud al artículo 1437 del Código Civil son fuentes de las obligaciones el
contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito y la ley. Por tanto, quien ha inferido daño a
otro, según expresan los artículos 2314 y 2329 del mismo cuerpo legal, es obligado a la
indemnización, creando para su autor la obligación de reparar el daño causado y para la
víctima, el derecho correlativo de exigir esa reparación por medio de una acción
indemnizatoria. La acción es una pretensión judicial, cuyo fin es tutelar un derecho o
posición jurídica y se compone de tres elementos: 1) El sujeto titular de la acción; 2) El
objeto pedido y 3) La causa a pedir. Esta última se la define legalmente como el
fundamento inmediato del derecho deducido en juicio. (art. 177 inciso 3 Código de
Procedimiento Civil)
Pues bien, el citado artículo 69 que hace expresa referencia al elemento subjetivo, la
víctima y las demás personas a quienes el accidente cause daño deberán recurrir a las
normas de derecho común para obtener la correspondiente indemnización. En
consecuencia, si hay culpa o dolo del empleador o de un tercero, tanto el trabajador como
los demás perjudicados pueden demandar indemnizaciones para reparar el daño causado
por el accidente, conforme a los regímenes que correspondan según el Código Civil.
23
Alessandri, A., Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil chileno. Tomo II, Segunda
Edición, Ediar Editores LTDA, Santiago, (1983). p.11.
15
Nuestra legislación civil contempla dos órdenes de responsabilidad:
1. En primer lugar el orden contractual, que consagra el Código Civil de manera
difusa en el Libro IV, Título XII, bajo el epígrafe “Del efecto de las
obligaciones”.
2. En segundo lugar el orden Aquiliano o extracontractual, que el Código Civil
regula sistemáticamente en el Libro IV, Título XXXV, artículos 2314 y
siguientes, bajo el epígrafe de “De los delitos y cuasidelitos”.
Es claro que a partir de un accidente del trabajo pueden surgir acciones de
responsabilidad contractual y extracontractual, que deben ser convenientemente
discernidas para la aplicación del régimen de fondo y procedimental. No obstante sus
diferencias,
tanto
el
estatuto
de
la
responsabilidad
civil
contractual
como
extracontractual, comparten un objetivo común; esto es dar lugar a una acción civil de
indemnización de perjuicios, que persigue la reparación pecuniaria de los daños sufridos
por el hecho de un tercero.
El determinar el régimen de responsabilidad no es tarea fácil, toda vez que la
complejidad se genera a propósito de la concurrencia de normas tanto del código civil
como de la ley 16.744, sumado a los casos en que no es el trabajador el sujeto activo, sino
personas que actúan invocando un daño por repercusión.
Ahora bien, por aplicación de las normas del Código del Trabajo, como son el
artículo 184, artículo 420 letra F) y el artículo 69 de la Ley Nº 16.744, surge la necesidad
de determinar cual de estos tipos de responsabilidades se hace aplicable sobre el
empleador, para el caso de que uno de sus trabajadores sufra un accidente a causa o con
ocasión del trabajo, ya que las normas que las rigen son diferentes y por ende sus efectos
son distintos.
Lo complejo de debe a que un accidente del trabajo puede configurar tanto un
incumplimiento contractual como un cuasidelito o delito civil regulado por las normas del
Código Civil (artículos 2314 y siguientes). En efecto, el accidente de trabajo será un
incumplimiento contractual en la medida que el empleador no haya cumplido con la
obligación de seguridad que debe a sus trabajadores y que está expresamente consagrada
en el artículo 184 Código del Trabajo y en lo dispuesto en los artículos 65 y siguientes de
la Ley Nº 16.744, todas normas que tienen el carácter de irrenunciables para el
trabajador.24 Al respecto el profesor Domínguez Águila señala que “en el caso en que sea
24
La obligación de seguridad del empleador respecto del trabajador, se genera no sólo por el expreso
mandato del artículo 1545 del Código Civil, sino además por lo dispuesto en el artículo 1546 del mismo
cuerpo legal que señala: “Los contratos deben ejecutarse de buena fe y por consiguiente obligan no sólo a
16
el trabajador quien demanda la indemnización, es evidente que está haciendo uso de una
acción contractual, porque el contrato de trabajo impone al empleador una obligación de
seguridad reglamentada cuidadosamente en los arts. 184 y siguientes del Código del
Trabajo y la infracción de esta es la que funda la acción complementaria”.25
A propósito de esta discusión, en general la jurisprudencia ha estimado que la
obligación de seguridad del empleador forma parte del contrato de trabajo, es decir, que
la naturaleza de la responsabilidad del empleador es contractual26, pero este deber general
de seguridad no se agota en las cláusulas contractuales de la relación laboral, sino más
bien es de la esencia del contrato de trabajo. En otras palabras, la obligación de seguridad
supera al contrato de trabajo, debido a la trascendencia de los bienes jurídicos que se
encuentran protegidos con ella, como son la vida y la integridad física.27
Por lo que respecta a las víctimas por repercusión, es indudable que se trata de
terceros ajenos a la relación contractual que no forman parte del contrato de trabajo. Por
ello, el régimen de responsabilidad que debe aplicárseles, conforme al derecho común, es
el de la responsabilidad aquiliana o extracontractual. El fundamento es el siguiente, entre
el tercero o víctima por repercusión y el empleador no existe vinculación de índole
contractual y, por ende, no puede considerarse que lo proteja la obligación que recae
sobre el empleador de contar con las medidas de seguridad pertinente.28 En este sentido,
se han planteado algunas dudas por la doctrina respecto de la calificación de
responsabilidad cuando demanda la víctima indirecta, como señala el profesor Barros:
“Alguna jurisprudencia estimó que la acción de los familiares del trabajador fallecido
también tenía por antecedente el daño que resulta de la infracción de deberes
contractuales del empleador, de modo que, como en el caso de la acción del trabajador, la
responsabilidad podía ser entendida por contractual. Con todo, más recientemente se ha
fallado que esta responsabilidad es extracontractual, de modo que la acción debe ser
planteada ante la jurisdicción civil ordinaria.”29.
lo que en ellos se expresa sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la
obligación o que por Ley o por costumbre pertenecen a ella”.
25
Domínguez, R., “Comentarios de Jurisprudencia 1. Competencia civil para el conocimiento de la acción
indemnizatoria del daño moral sufrido por causahabientes del trabajador”, en Revista de Derecho
Universidad de Concepción, N° 211, año LXX, Enero-Junio, (2002), p 357.
26
En este sentido, la Corte de Apelaciones de Concepción,, en causa rol Nº 2975-02, del 7 de abril de 2003
ha señalado: “ el empleador infringió la obligación de protección y seguridad que forma parte del contenido
contractual del vínculo laboral”.
27
Corte Suprema, Rol Nº 4131-97, del 27 de Mayo de 1997. “(…) la regulación del cumplimiento de este
deber no queda entregada a la autonomía de la voluntad de las partes ni menos aún a la decisión del
empleador. Ella comprende en general una serie de normas de derecho necesario, cuyo contenido forma y
extensión se encuentran regladas mediante normas de orden público sin perjuicio de normativas
adicionales decididas o convenidas con el empleador.”
28
Ídem., p. 259.
29
Barros, E., Tratado de responsabilidad extracontractual, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, (2006), p.
702.
17
En definitiva, luego de lo expuesto es posible afirmar que: A) Si el sujeto activo es el
trabajador, la responsabilidad civil por accidentes del trabajo se regirá por las normas
contractuales. B) Igual régimen se aplicará si demandan los causahabientes del trabajador
invocando su calidad de herederos, in iure hereditatis, por el daño sufrido por el
causante. C) En cambio, si demandan los causahabientes in iure propio, es decir,
invocando el daño propio, la responsabilidad civil por accidentes del trabajo se regirá por
la responsabilidad extracontractual. D) Del mismo modo, cuando cualquier persona que
demande daño por repercusión derivado de un accidente del trabajo, serán aplicables las
normas extracontractuales.
3.2 El problema de la concurrencia de acciones y cúmulo de responsabilidades
en los daños causados por accidentes del trabajo.
La doctrina se ha referido al concepto de cúmulo de responsabilidad a la
concurrencia de los dos estatutos de la responsabilidad civil, en aquellos casos en que un
mismo hecho importa a la vez el incumplimiento de una obligación contractual y la
ocurrencia de un delito o cuasidelito civil. Para el profesor Alessandri “el problema del
cúmulo consiste simplemente en determinar si la infracción de una obligación
contractual, cuasi contractual o legal puede dar origen a una u otra responsabilidad
indistintamente o sólo a la contractual, es decir, si el daño que proviene de esa infracción
da al acreedor el derecho de elegir entre ambas responsabilidades y demandar
indemnización de acuerdo con la que más le convenga”.30
Para comenzar el análisis de la pluralidad de acciones que pueden surgir a partir de un
accidente del trabajo es necesario considerar dos aspectos, en primer lugar los accidentes
producen daños tanto para el trabajador (víctima directa) como a sus familiares (víctimas
por repercusión) y en segundo lugar, los posibles responsables por el hecho dañoso
pueden ser también personas diversas, como el empleador directo o la empresa dueña de
la obra o faena.
Tal como mencionábamos en el capítulo I, la legislación especial en esta materia
establece un seguro obligatorio, pero en lo no cubierto hace aplicable los regímenes de
responsabilidad del Derecho común, por consiguiente, es probable que en la práctica
puedan darse supuestos de responsabilidad contractual y extracontractual o plantearse un
concurso o concurrencia entre ellas.
30
Alessandri, A., Responsabilidad Extracontractual..., Op. cit. pág. 82.
18
Hernán Corral señala como un supuesto de cúmulo de acciones de
responsabilidad cuando el trabajador es afectado por un hecho dañoso que puede ser
calificado, ya sea de incumplimiento contractual o bien de delito o cuasidelito civil por
transgresión de los deberes de cuidado impuestos en general en beneficio de aquellos con
quienes convivimos. Sobre este punto la doctrina no esta conteste, un sector mayoritario
sostiene la Teoría del no Cúmulo, en virtud de la cual debe primar el estatuto contractual
y un sector minoritario al cual se adhiere el profesor Corral, sostiene que por regla
general la víctima puede optar al demandar entre uno u otro régimen (Teoría de la
opción)31.
La situación jurisprudencial ha mostrado una tendencia hacia la Teoría del no
Cúmulo, sin embargo, en materia de accidentes del trabajo los tribunales han aceptado la
posibilidad de la opción de invocar la responsabilidad extracontractual para la víctima y
en este sentido la Corte de Concepción ha fallado lo siguiente: “la existencia del artículo
184 hace que en casos de accidentes del trabajo surja una responsabilidad de origen
contractual. Sin embargo, el hecho de que exista una responsabilidad de orden contractual
no excluye la posibilidad de que el hecho u omisión del empleador causante de un
accidente del trabajo pueda configurar a la vez un delito o cuasidelito civil que genere
responsabilidad extracontractual.”32
Uno de los supuestos más comunes de concurrencia de acciones se presenta en el
plano de la pluralidad de demandantes. Esto ocurre cuando reclaman una indemnización
el trabajador como víctima directa y otras víctimas por repercusión que solicitan se les
indemnice el daño propio a consecuencia del accidente laboral. Es decir, que ante un
mismo hecho demandan paralelamente el trabajador y las víctimas indirectas cada cual
invocando su daño propio. A partir del artículo 69 letra b) de la Ley 16.744 es posible
identificar diversos sujetos activos de las acciones de responsabilidad derivada de un
accidente laboral, por un lado la víctima directa y por otro las demás personas a quienes
el accidente o enfermedad cause daño, que la doctrina denomina víctimas por
repercusión o rebote33. De ahí se genere este escenario jurisprudencial, al otorgar
31
Cfr. Corral, Hernán, “Concurrencia de acciones de responsabilidad civil contractual y extracontractual en
los daños causados por accidentes del trabajo”, en RODRIGUEZ PINTO, MARIA y BARRIENTOS
CAMUS, FRANCISCA (editoras), Cuadernos de Extensión Jurídica, Universidad de los Andes, N° 20
(2011), pp. 52 y siguientes.
32
Corte de Apelaciones de Concepción, 17 de enero 1996, causa rol 567-1996.
33
Es menester traer a colación el concepto de daño por rebote y víctima por repercusión que ofrece el
profesor Elorriaga, quien sostiene: “puede entenderse el daño por repercusión o rebote como el que nace a
consecuencia del perjuicio provocado a una víctima inicial de un hecho ilícito, y que afecta a personas
diversas del sujeto inmediatamente perjudicado, aunque teóricamente podría pensarse en otras situaciones,
el daño por repercusión o rebote se plantea, principalmente, en casos de lesiones corporales o muerte de la
víctima inicial dado que junto al obvio perjuicio que sufre el directamente lesionado o fallecido, acontece
que su cónyuge, hijos o los otros sujetos que de él dependen o que con él se relacionan, se ven perjudicados
19
legitimidad activa expresamente a las víctimas por repercusión para demandar según las
normas de derecho común.
En lo que concierne a dicha concurrencia de acciones por pluralidad de demandantes
a partir de un mismo, cabe preguntarse por razones de economía procesal si se podría
demandar conjuntamente, ya sea en un procedimiento laboral o civil. Sin embargo, tal
solución no sería posible en nuestro ordenamiento jurídico, toda vez que las demandas
del trabajador y víctimas indirectas están sometidas a jurisdicciones y procedimientos
distintos. Por el contrario, si nos acogiéramos a la teoría de la opción, se podrían
acumular dichas acciones si el trabajador estuviera frente a un concurso de regímenes de
responsabilidad y prefiriera ejercer la acción de responsabilidad extracontractual. 34 De
todos modos, a nuestro entender la solución de acumulación de acciones para el
trabajador en sede extracontractual no resulta conveniente, considerando que optar por la
sede contractual situaría la acción dentro de la competencia de Tribunales especializados
del Trabajo que cuentan con un procedimiento más expedito y en general los jueces son
más proclives a tutelar los intereses de los trabajadores.
El problema de la concurrencia de acciones de responsabilidad radica en la
consecuencia jurisprudencial que conlleva la configuración de dos regímenes de
responsabilidad civil por daños derivados de la actividad profesional cuando se producen
por culpa o dolo atribuible a la entidad empleadora, en atención a la calidad de víctima
directa o por repercusión y un punto importantísimo a señalar es la evidente distorsión
sustancial que conlleva el riesgo que se dicten sentencias contradictorias por la justicia
civil y laboral, en el caso que el trabajador que sólo ha sido lesionado, deduzca su acción
laboral contractual y sus parientes la acción civil propia.
Patrimonial o extrapatrimonialmente”. Véase en: Elorriaga de Bonis, F, “Del daño por repercusión o
rebote”, Revista chilena de Derecho, Vol. 26 Nº 2. Sección de estudios. (1999) p. 369
34
Sobre la acumulación procesal de acciones, la Corte Suprema con fecha 1 de junio de 1998, en causa rol
Nº 59-97 se pronunció favorablemente a la posibilidad de invocar conjuntamente las responsabilidades
contractuales y extracontractuales al estimar lo siguiente: “ del examen de la demanda se desprende que los
demandantes ejercieron conjuntamente sus acciones por emanar éstas de un mismo hecho, pero actuando el
señor como contratante perjudicado y su cónyuge e hija como terceros damnificados por el incumplimiento
de la empresa; asi entonces queda claro que la acumulación de responsabilidades ha sido meramente
procesal, subsistiendo la individualidad de cada una en lo que se refiere al régimen aplicable, de modo que
no ha existido el error de derecho que se pretende en el recurso de casación en el fondo”
20
3.3 Legitimación activa para reclamar la indemnización por daño moral.
Hasta el momento se ha analizado el art. 69 de la Ley 16.744 como un mecanismo
que configura un amplio sistema de responsabilidad para cubrir los daños causados por
accidentes del trabajo, sin embargo, uno de los aristas mas relevantes de la redacción del
precepto es que establece expresamente el derecho a la indemnización por el daño
moral35 derivado de un accidente del trabajo y enfermedades profesionales.
De la redacción del precepto se desprenden tres tipos de sujetos activos de la acción
de indemnización: En primer lugar está la víctima propiamente tal, es decir, el trabajador
accidentado. En segundo lugar nos encontramos en la hipótesis de resultado de muerte de
la víctima directa y por ende adquieren la calidad de sujetos activos de la acción los
causahabientes del trabajador, quienes demandan en calidad de sucesores del causante, lo
que la doctrina denomina iure hereditatis. Finalmente en tercer lugar se encuentran las
demás personas a quienes el accidente cause daño, es decir, las víctimas por repercusión,
donde se encuentran los herederos que accionen por derecho propio.36
En lo que respecta a la legitimación activa de las víctimas por repercusión, el
principal inconveniente del daño por rebote radica en determinar quiénes son las personas
que están verdaderamente legitimadas para pretender ser indemnizadas por parte del
causante de los daños, toda vez que la cadena de perjudicados a consecuencia de un
hecho dañoso podría llegar a ser interminable37. En Chile se presenta exactamente el
mismo problema a la luz de los artículos 2314 y 2329 del Código Civil que consagran la
regla ampliamente conocida, que todo daño cometido por otro debe ser debidamente
indemnizado. Por lo tanto, cualquier persona que ha sufrido un perjuicio derivado del
hecho ilícito tiene el derecho a ser indemnizada. Con ello subsiste el inconveniente de
determinar con precisión quiénes son los que pueden reclamar la compensación y hasta
dónde pueden hacerlo.38
35
El concepto de daño moral ha sido un tema discutido para nuestra doctrina, del mismo modo su concepto
permanece aún difuso y variable según los autores y en la jurisprudencia. Sobre las diversas concepciones
en torno al concepto del daño moral véase la obra de Carmen Dominguez, el daño moral, tomo 1, p 50 y ss.
36
En los casos en que la víctima indirecta reclame la reparación de un daño propio se está haciendo alusión
a lo que la doctrina denomina Autonomía del daño por repercusión o rebote. En el sentido que el daño
experimentado por la víctima refleja es independiente del que sufre la victima inicial, en atención a que se
trata de un perjuicio personal y por ente, el daño que experimentan éste tipo de victimas es, a su vez
igualmente independiente entre si y autónomo el uno del otro.
37
Se ha establecido por la doctrina dos principios que intentan resolver el inconveniente y lograr acotar la
titularidad activa de las víctimas por repercusión, se trata de los principios de Certidumbre del daño e
Interés legitimo lesionado. Respecto al primero, sólo pueden pretenden la indemnización aquellas víctimas
que hayan sufrido un perjuicio y daño cierto, real y efectivo; Sin embargo, la limitación viene dada por el
aspecto probatorio del daño, es decir, será real el daño probado. En virtud al segundo principio, el daño
debe afectar un interés lícito o legítimo de la víctima.
38
Elorriaga de Bonis, F, “Del daño por repercusión… “, Op. cit. pág. 370.
21
En lo concerniente a la determinación de las víctimas por repercusión, la Corte
Suprema se ha pronunciado en cuanto a la necesidad de limitar la extensión personal de
la legitimidad activa para intentar una reparación por daño moral39, al estimar que en caso
de muerte de la víctima, los titulares de la acción indemnizatoria por daño moral serán
aquellas personas que conforman el círculo de vida más cercano al trabajador
accidentado, toda vez que la indemnización por daño moral no se puede acumular
indefinidamente hasta comprender a todos aquellos que sufren dolor o aflicción con la
muerte del trabajador.
3.4 Recepción del daño moral y prueba en la relación laboral.
Cabe mencionar que la aceptación del daño moral en materia laboral en nuestro
sistema jurídico no ha sido un tema pacífico en la doctrina y jurisprudencia, donde en un
primer momento se admitió su resarcibilidad únicamente en el ámbito extracontractual y
sólo desde mediados del siglo pasado, la jurisprudencia en forma paulatina, tímida y
aisladamente comienza a aceptar la procedencia del daño moral en sede contractual. En
este sentido, hasta hace una década los tribunales seguían considerando que el daño moral
no era indemnizable cuando se trataba de la responsabilidad por incumplimiento
contractual, ya que los artículos 1555 y 1558 del Código Civil al no consagrar
expresamente la reparación del daño “moral” los tribunales concluían que el legislador
había sido categórico para excluir del ámbito contractual el daño moral.
Así y todo, una de las excepciones que se hacían eran los casos de accidentes
laborales que se debían a culpa o dolo del empleador, toda vez que se admitiera sin
problemas que el trabajador demande indemnización del daño moral al empleador por el
incumplimiento del deber de seguridad, por permitirlo expresamente el art. 69 letra b) de
la ley 16.744 No obstante, recién en el año 1994 la Corte Suprema dio un giro en esta
materia y afirmó la posibilidad de que el incumplimiento contractual diera lugar a
perjuicios morales indemnizables.40
Por cierto, el daño moral y el derecho laboral se encuentran vinculados por la relación
de subordinación y dependencia que implica a su vez un deber de protección y resguardo
del empleador sobre el trabajador en las relaciones de trabajo. En este sentido, el profesor
Gamonal Contreras sostiene que las reparaciones por daños morales en materia laboral
cobran importancia a la hora de garantizar la dignidad, integridad física y síquica del
39
Corte Suprema, 29 de mayo de 2002, rol Nº 4784-2000, en Revista Laboral Chilena, Nº 110, pág. 65 y
siguientes.
40
Cfr. Corral, H., “El daño moral por muerte o lesiones en la jurisprudencia, con particular referencia a los
accidentes del trabajo” en Baraona, J. y Zelaya, P. (editores), Cuadernos de Extensión Jurídica,
Universidad de los Andes, N° 10, 2005, p. 182
22
trabajador, lo que según el autor conforma el llamado “Contenido ético del contrato de
Trabajo”, que implica una serie de obligaciones de cuidado, respeto y protección por
parte del empleador a partir de normas constitucionales, legales y reglamentarias que lo
configuran.41. A causa de ello, es que las mayores posibilidades de daño moral laboral
padecido por la persona misma del trabajador se originan en el plano contractual
principalmente por el incumplimiento de las obligaciones ético jurídicas y vulneración de
derechos fundamentales y por cierto, que los casos de daño moral extracontractual laboral
se vinculan principalmente a las hipótesis de daños sufridos por un familiar del trabajador
lesionado o fallecido a causa de un siniestro laboral.
Una de las consecuencias que conlleva la problemática en torno al concepto difuso de
daño moral es la prueba, toda vez que la posición que se adopte en torno al concepto
influirá en forma decisiva en la esfera probatoria del mismo. En cuanto a la prueba y
evaluación de los daños morales, podemos sostener que sigue siendo un ámbito en que la
doctrina y principalmente los tribunales no han estado contestes en su determinación. Si
aceptamos concepto de daño moral como sinónimo de pretium doloris. los jueces
tenderán a excluir la exigencia probatoria del daño moral, por cuanto estiman, que la
dificultad que entrañaría la prueba del mismo haría imposible obtener una indemnización
por esta partida para el afectado, ya que resultaría una quimera intentar acreditar el dolor
experimentado, o el pesar o malestar que se ha padecido.42 En lo que respecta a los
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, se ha sostenido el daño moral es
esencialmente discrecional al momento de su determinación patrimonial y que no
requeriría de prueba durante el proceso, señalando que acreditada la infracción que
genera la muerte o lesión del trabajador se daría por supuesto el daño moral.43
Otro de los inconvenientes que en la práctica presenta el daño moral y que la
profesora Domínguez advierte es en cuanto a la determinación del monto de la
indemnización mediante la cual se pretende reparar, quien señala “el primer gran
problema con que se encuentra dicha determinación es la ausencia, en el Derecho
legislado, de reglas resarcitorias generales que hayan establecido criterios específicos de
41
Cfr. Gamonal, S., El daño moral en el contrato de trabajo. Segunda edición, Lexis Nexis, Santiago,
(2007) p.8
42
Cfr. Femenías, J., Notas sobre la prueba del daño moral en la responsabilidad civil, en Derecho y
Humanidades, Nº 17, (2011) pp. 31-46.
43
Sobre la prueba del daño moral en casos de accidentes del trabajo, Hernan Corral cita un fallo de la
Corte de Apelaciones de Punta Arenas de 2002 y de la Corte de Apelaciones de Santiago, publicado en la
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XCIX, año 2002, sección tercera, pp 96 y ss. Que señalan
respectivamente: “ Constituyendo el daño moral demandado, un derecho subjetivo de carácter inmaterial o
inherente a la persona y que es imputable a otra…se sigue como consecuencia necesaria que la
demostración de la transgresión o agravio del derecho subjetivo importa, al mismo tiempo, la prueba de la
existencia del daño moral” y “ resulta evidente que la muerte del trabajador ha causado sufrimiento a su
cónyuge e hijos, lo que constituye el daño moral”
23
medición de los perjuicios”.44 A causa de ello, la jurisprudencia de manera reiterada ha
establecido que corresponde al juez establecer el monto de la indemnización por daño
moral, a partir de los antecedentes que obran en el proceso y por ende el quantum de la
indemnización se reserva a la discrecionalidad de los juzgadores. En este sentido, la
Corte de Apelaciones de Santiago ha resuelto que: “el daño moral es una materia
discrecional y de apreciación privativa de los jueves de la instancia; para dar por
establecida su existencia basta con que el juez estime acreditada la causa que lo genera
y el nexo de parentesco o relación de quien lo impetra, que hace suponer la depresión,
dolor o angustia en que se traduce el daño moral invocado.”
A nuestro entender, esta claro que si bien es razonable presumir el pesar derivado de
la lesión o menoscabo a bienes extrapatrimoniales sufrido en base al parentesco con la
víctima directa, dicha regla no lo será en todos los casos y por lo tanto, aunque el
perjuicio moral no pueda ser acreditado en los mismos términos que el patrimonial, ello
no significa que el daño moral esté exento de prueba como lo ha sostenido en ciertos
fallos la jurisprudencia; Adicionalmente, si los tribunales han invocado la responsabilidad
civil contractual o extracontractual para configurar un sistema en que el empleador, en
caso de culpa o dolo, repare e indemnice las lesiones o muerte del trabajador accidentado,
el daño aparece como un elemento de la responsabilidad civil que debe, a nuestro
entender ser acreditado por el actor a través de todos los medios de prueba admisibles.
44
Dominguez, C., El daño moral, Tomo II, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, (2000), p 78.
24
4. Sobre la transmisibilidad de la acción por daño moral a las
víctimas por repercusión.
La transmisibilidad de la acción del daño moral es uno de los principales problemas
que plantea la indemnización de perjuicios ocasionados a la víctima inmediata, cuando
ésta fallece sin haber intentado la acción correspondiente derivada del accidente laboral.
En estas situaciones la calidad de heredero puede converger con la calidad de víctima
indirecta, por lo tanto resulta necesario distinguir en qué calidad están reclamando los
herederos, si se trata de iure propio en razón del daño personal sufrido, en cuyo caso son
victimas por rebote, o bien de iure hereditatis, es decir en calidad de herederos de la
victima directa, para luego examinar bajo qué condiciones los causahabientes pueden
invocar el daño moral sufrido por el trabajador directamente dañado que falleció sin
haber intentado la acción correspondiente, la cual se incorporó a su patrimonio como un
crédito que se transmite a sus herederos conforme a las reglas generales de la sucesión
hereditaria. El fundamento radica en que es común que el trabajador sufra aflicciones o
dolores previos a su fallecimiento.45
En lo que respecta a los daños patrimoniales, claro está que los herederos reciben en
el as hereditario la acción que le correspondía al causante, ya que se trata de un derecho
transmisible y el heredero puede actuar ex persona defunci. En este sentido, el art. 2315
del Código Civil menciona expresamente a los herederos como titulares de la acción de
responsabilidad cuando se trata de daños en las cosas. Contrariamente, la cuestión se
vuelve más compleja si se trata de daños extrapatrimoniales o morales padecido por el
trabajador, casos en los cuales la transmisibilidad no resulta del todo evidente.
El problema se acentúa si adicionalmente consideramos las hipótesis en que los
herederos de la víctima tienen a su vez la calidad de víctima por rebote, donde
corresponde saber si éstos pueden demandar bajo esta doble calidad en caso de
fallecimiento de la víctima.
45
Cfr., Walter, R. y Lanata, G., Régimen legal del Nuevo Proceso Laboral Chileno, LegalPublishing,
Santiago, 2009. p.130.
25
4.1 La transmisibilidad en el Derecho Chileno
La jurisprudencia mayoritaria a este respecto ha seguido la doctrina de Alessandri,
que distingue por un lado los casos de muerte instantánea, en donde la acción no alcanza
a entrar al patrimonio de la víctima y por ende no puede ser transmitida a sus herederos,
porque en definitiva el daño moral no se produjo. Por otro lado, se distinguen los casos en
que la víctima sobrevive y luego muere, donde la acción sí se integró al patrimonio de la
víctima y se transmitirá a sus herederos.46 Con todo, esta doctrina fue cuestionada y
duramente criticada por quienes estimaban que llevaba al absurdo de dejar en mejor
posición jurídica al agresor que causaba la muerte inmediata de la víctima, ya que se
libraba del deber de indemnizar a los herederos del ofendido, que aquel que sólo lo hería
produciéndose la muerte con posterioridad, quien debía la correspondiente indemnización
a sus herederos.
A partir de esta tesis es posible identificar las siguientes hipótesis:
El derecho a reparación de la víctima inicial nació y se ejerció.
Este supuesto se refiere a la situación en que la víctima lesionada deduce la acción de
indemnización de daños y perjuicios, y posteriormente fallece a consecuencia del
accidente. En tal caso, no hablamos de transmisibilidad de la acción, sino de la
continuación del proceso por los herederos de la parte fallecida. En este sentido, Ramón
Domínguez advierte que la muerte del demandante no produce alteración en el curso del
litigio, desde que el Art. 529 del Código Orgánico de Tribunales ordena que el mandato
conferido al abogado no termine con la muerte del mandante, por tanto no cabe duda de
la legitimidad de los herederos para continuar el ejercicio de la acción de reparación. 47
El derecho a reparación de la víctima inicial nació, pero no se ejercitó.
Esta situación contempla los casos en que la víctima no fallece instantáneamente y no
ejerce la acción correspondiente en el tiempo que media entre las lesiones y la muerte. Si
bien el dolor y sufrimiento que padeció la víctima inicial no pueden transmitirse, la
reparación de dicho daño si, porque se incorporó al patrimonio del causante. Así, la
acción del heredero tiene por objeto el resarcimiento del daño moral sufrido por la
víctima directa. En este caso, la discusión se centra en si el derecho a indemnización
nació en el patrimonio de la víctima en el tiempo entre las lesiones y la muerte. Uno de
46
Así, en la obra clásica de Alessandri, “Responsabilidad Extracontractual…”, op. cit., p.468. se acepta la
doctrina de una transmisibilidad relativa: sólo en caso de haber sobrevivido la víctima al hecho dañoso;
pero no en el caso de muerte instantánea, fundamentando el razonamiento de la transmisibilidad en el
clásico principio de la continuación del causante en sus herederos y la ausencia de ley que lo haya
declarado intransmisible.
47
Cfr. Domínguez, R. “Sobre la transmisibilidad de la acción por daño moral” en Revista Chilena de
Derecho, volumen 31, Nº 3, (2004), pp. 497.
26
los argumentos utilizados por Domínguez Águila para negar la transmisibilidad de la
acción ya deducida es situar la discusión en torno al carácter personal o no de la acción,
además de invocar el principio de continuación de los herederos el cual prescribe que
éstos tomen el lugar del causante en aquellas relaciones que no se extinguen con su
muerte, pero no en las que son de personalísimas.48
El derecho a reparación de la víctima inicial no se incorporó a su patrimonio.
Estamos ante esta situación cuando la muerte es coetánea al momento en que causa
el daño, es decir, se confunden en un solo hecho. De esta forma el derecho a reparación
no se incorporó al patrimonio de la víctima y por tanto nada puede transmitirle a sus
herederos -ya que nadie puede transmitir más derechos de los que tiene-. Tal como
señalábamos anteriormente, la crítica descansa en que el hecho ilícito permanece impune,
dándose la contradicción de que es más conveniente para el autor del daño cerciorarse de
provocar la muerte instantánea de su víctima para que la acción de indemnización no
alcance a incorporarse a su patrimonio.
En este sentido, la tesis de la transmisibilidad de la acción por daño moral ha sido
aceptada tradicionalmente por nuestra doctrina y jurisprudencia mayoritaria, demostrado
en diversos fallos: C. Santiago, sentencia 23 mayo 2001, Rol 5.591- 2000, confirmada
por la Corte. Suprema en sentencia 6 de septiembre de 2001, Rol C. Suprema 2.6692001; sentencia 5 marzo de 2004 dictada por el Juez Manuel Muñoz Astudillo, Segundo
Juzgado de Letras en lo Civil de Talcahuano, Rol 4.714-2002; y C. Concepción, 12 abril
2004, Rol 4016-2003. Sin perjuicio, y como ya hemos visto, la jurisprudencia actual,
especialmente la de la Corte Suprema al conocer recursos de casación, ha optado por la
tesis contraria.49
Sin embargo, en los últimos años se ha ido instaurando en la doctrina50 y la
jurisprudencia de la Corte Suprema51 la tesis de la intransmisibilidad de la acción
indemnizatoria por daño moral a propósito de los accidentes y enfermedades
profesionales,
al sostener que todo daño moral es un derecho personalísimo e
48
Ídem., p. 497.
Sobre la transmisibilidad de acción por daño moral, interesante es el análisis del ex alumno de nuestra
facultad Gustavo Alejandro Fuentes Gajardo. Ver: Fuentes, G., “(in)transmisibilidad de la acción por daño
moral a los herederos del trabajador fallecido en accidente o enfermedad profesional por responsabilidad
contractual del empleador en sede laboral” Tesis de grado para optar a la Licenciatura en Ciencias
Jurídicas y Sociales, Universidad Austral de Chile, 2010, p. 22.
50
Por la tesis de la intransmisibilidad de esta acción véase: Domínguez, R., “sobre la transmisibilidad de la
acción por daño moral”, en Revista Chilena de Derecho, Vol. 31 N° 3, 2004, pp 493-514; Domínguez, R.
“Por la intrasmisibilidad de la acción de daño moral”, en Varas, J. A. y Turner, S. (coordinadores), Estudios
de Derecho Civil. Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Valdivia 2005, LexisNexis, Santiago, Chile
2005, pp. 614-615.
51
Corte Suprema, 27 de junio de 2007, rol 309-2006, Legal Publishing Nº 36631; y Corte Suprema, 27 de
noviembre, rol 6196-2006, Legal Publishing Nº 37723.
49
27
instranmisible y permitir la transmisibilididad del daño moral sería desvirtuar el sentido
principal de la reparación de atenuar el sufrimiento de la víctima y convertirlo en un
mecanismo de enriquecimiento sin causa del heredero. Del mismo modo, el profesor
Domínguez Águila que ha sido el principal representante de la intransmisibilidad, quien
estima que los derechos o bienes de la personalidad están unidos al titular, desaparecerían
con él y por tanto tienen el carácter de intransmisibles. Además, uno de los principales
riesgos de la transmisibilidad de la acción por daño moral es llevar el principio de la
continuación del causante por sus herederos a extremos impropios, dando paso y
apoyando la tesis de la mercantilización exagerada del tema de la responsabilidad civil.52
En el plano propio del Derecho Laboral se añade el carácter personalísimo de esta
indemnización que se basaría en la invocación del Art. 88 de la ley 16.744 el cual reza”
Los derechos concedidos por la presente ley son personalísimos e irrenunciables” dado
entonces que la referida pretensión de reparación es personalísima e instranmisible, no
podrá ser deducida por otra persona que no sea su titular y en el evento que su titular haya
fallecido, la acción conferida por el art. 69 letra b) no se transmite a sus herederos.53
4.2 Implicancias procesales de la transmisibilidad del daño moral a los
herederos.
Uno de los aspectos de la transmisibilidad que plantea mayores inconvenientes en la
práctica tiene que ver con el estatuto competente para conocer la acción por daño moral
que deducen los causahabientes del trabajador fallecido en un accidente del trabajo. La
problema radica en si acaso sus herederos son titulares de la acción de reparación en sede
contractual, en el caso de que la enfermedad o accidente se deba a culpa o dolo del
empleador por el incumplimiento del artículo 184 y de toda la normativa laboral. Sobre
este punto, el decano de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de
Concepción, José Luis Diez Schwerter es el mayor exponente de la doctrina nacional en
el problema de la jurisdicción competente para conocer las acciones de indemnización de
perjuicios derivado de un accidente o enfermedad profesional que deduzcan las víctimas
por repercusión.
Anteriormente decíamos que no había mayor discusión en considerar la naturaleza
contractual de la acción reparatoria que pudieren intentar los causahabientes del
trabajador, que actuando a titulo hereditario reclamaban la indemnización de los daños
sufridos por el causante y por lo tanto de competencia de los juzgados del trabajo en
virtud al artículo 420 letra f) del Cód. de Trabajo.54 Sin embargo, el debate gira en torno a
52
Cfr. Domínguez, R., “Sobre la transmisibilidad de la acción por daño moral”, op. cit., p.504.
Dominguez, C., El daño moral…, Ob. Cit ., pág. 320-321
54
Cfr. Domínguez, R., “Comentarios de Jurisprudencia 1. Competencia civil para el conocimiento de la
acción indemnizatoria del daño moral sufrido por causahabientes del trabajador”, Ob. Cit., p. 261.
53
28
las consecuencias que implicaría el hecho de aceptar la transmisibilidad de la acción del
daño moral a los herederos, sufrido por el causante que no accionó en vida.
En este sentido la pregunta es la siguiente ¿Quién es competente para conocer la
acción de daño moral que deduzcan las víctimas por repercusión?
La tesis de la transmisibilidad supone esencialmente que los herederos demanden el
dolor o afección del trabajador fallecido que no dedujo la acción por daño moral antes de
su fallecimiento y por lo tanto en principio se trataría de una responsabilidad de origen
contractual, siendo competentes los jueces laborales. Asimismo, sigue siendo contractual
y de competencia laboral la acción reparatoria que pudieren intentar los causahabientes
del trabajador muerto en un accidente del trabajo, que actuando como sucesores a título
universal de éste, impetraren ante la justicia laboral el resarcimiento del daño moral que
el causante habría experimentado antes de morir, toda vez que encuentran en el
patrimonio hereditario la acción que no dedujo en vida el causante y para la
indemnización que éste sufrió.55
En cuanto a la acción indemnizatoria deducida por los causahabientes del trabajador
fallecido en un accidente del trabajo, actuando en calidad de herederos de éste para
obtener la reparación por daños morales que el trabajador sufrió por su muerte, se ha
sostenido por la jurisprudencia “la angustia, dolor y sufrimiento del occiso es
personalísimo, pero la indemnización a que da origen es transmisible por causa de
muerte desde que el derecho al resarcimiento económico del causante por tales angustia,
dolor y sufrimiento se incorporó a su patrimonio instantes previos a su fallecimiento”56 y
respecto a la naturaleza de la acción en cuestión se ha señalado que “siendo de
naturaleza contractual, corresponde conocerla y fallarla a los Juzgados del Trabajo”57.
En el mismo orden de ideas nuestro máximo Tribunal sostuvo: “En la especie, el
demandante acciona en virtud del deber de protección que consagra el precepto legal
mencionado a favor de su hijo fallecido en un accidente laboral, en virtud del vínculo de
subordinación y dependencia que unía a éste con la demandada, razón por la cual
resulta claro que es competente para conocer de dicha acción un tribunal del trabajo en
conformidad con lo dispuesto en el artículo 420, letra f, del Código del ramo.
55
Cfr. Diez, J., “Responsabilidad civil derivada de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales:
aspectos relevantes de su regulación y operatoria actual”, en Revista de Derecho Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso, XXI, 2° semestre, 2008, pp 181-182.
56
Corte de Apelaciones de Santiago, sentencia de 23 de mayo de 2001, en causa rol Nº 3.691-2000.
57
Corte de Apelaciones de Concepción, sentencia de 11 de octubre de 2006, en causa rol Nº 3.002-2006.
29
El artículo 69 de la Ley N° 16.744, sobre seguro social contra riesgos de accidentes
del trabajo y enfermedades profesionales, consagra la posibilidad de obtener
indemnización de perjuicios cuando tales siniestros han sido causados por
incumplimiento del deber de protección a la vida y salud del trabajador, concediendo tal
acción no solo al propio afectado sino a las demás personas a quienes el accidente o la
enfermedad causen daño. En esta línea de deducciones, resulta evidente que el fallo
impugnado ha vulnerado las disposiciones legales mencionadas precedentemente, al
negar competencia a los juzgados del trabajo para conocer y fallar las causas en que se
deduce una acción que tiene por fundamento el deber de protección y seguridad,
impuesto por el legislador al empleador, infracciones de ley que han influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo”.58
Por cierto que a partir de los fallos recién citados se desprende que las implicancias
de la transmisibilidad del daño moral son de índole adjetivas, en específico en materia de
competencia jurisdiccional, toda vez que llevó a admitir en sede laboral las demandas
indemnizatorias deducidas por los causahabientes de trabajadores muertos que
accionando iure hereditatis, buscaban obtener un resarcimiento del daño moral sufrido
por el causante. Por el contrario, el impacto de la tesis de la intransmisibilidad radica en
que se eliminaría la posibilidad que la justicia laboral pueda conocer de las acciones
resarcitorias por daño moral que ejerzan los causahabientes de trabajadores muertos en
accidentes del trabajo.59
Con todo, la demanda de una víctima por repercusión por su daño propio, ya sea
moral o material, no hay duda que serán competentes los jueves civiles. Lo cual, unido a
lo anterior conlleva al riesgo de la concurrencia del cúmulo de acciones, dándose la
posibilidad que una persona, accione: a) en sede contractual en calidad de iure hereditatis
por el daño moral ocasionado al trabajador fallecido; y b) en sede extracontractual en
calidad de iure propio por el daño moral que le produjo a consecuencia de la muerte la
persona con la cual tenía alguna cercanía.60
Por cierto que la dualidad de regímenes aplicables trae como consecuencia negativa la
concurrencia del cúmulo de acciones para un mismo hecho, cual es, el accidente o
enfermedad profesional del trabajador.61 Diez Schwerter advierte que la disparidad de
regímenes sustanciales conlleva el peligro de que se dicten sentencias contradictorias por
58
C. Suprema, sentencia de 12 de julio de 2001, en causa Rol N° 3680-00. En Boletín Laboral, septiembre
de 2010.
59
Corte Suprema, sentencia de 28 de marzo de 2006, en causa Rol Nº 4.256-2005.
60
Cfr. Corral, Hernán, “Concurrencia de acciones de responsabilidad civil contractual y extracontractual en
los daños causados por accidentes del trabajo”, Ob. Cit., pp. 53.
61
Cfr. Barros, E., op. cit., pp. 1055 y ss..
30
la justicia civil y laboral, en aquellas hipótesis en que ambos tribunales deban conocer
separadamente las acciones indemnizatorias derivadas del mismo accidente del trabajo o
enfermedad profesional.62 Como sería el caso, que un Tribunal civil rechace la demanda
por daño moral y en sede laboral se acoja la respectiva demanda, trayendo como
consecuencia sentencias contradictorias frente a un mismo hecho.
62
Cfr. Diez, J., “Victimas directas y por repercusión derivada de accidentes del trabajo o enfermedades
profesionales en nuestra jurisprudencia reciente: del problema de la competencia a las distorsiones
sustanciales”, en Revista de Derecho Universidad de Concepción, N° 214, año LXXI, Julio-Diciembre,
(2003), p.76
31
5. Problemas en torno a las acciones de responsabilidad civil por
accidentes del trabajo.
Desafortunadamente, la existencia de accidentes del trabajo es una realidad
imperante en la sociedad actual, que genera efectos más allá de los previstos en las
normas del Código del Trabajo y de seguridad social, como es la problemática que surge
en la práctica en relación a las acciones de indemnización en contra del empleador por los
perjuicios derivados del accidente laboral. Esto toma relevancia en relación a la
legitimidad activa del trabajador directamente afectado, las víctimas por repercusión o los
herederos en caso de muerte del trabajador63 y por sobre todo el tema de la competencia
del tribunal para conocer de dichas demandas. En suma, de la aplicación de la Ley de
accidentes del trabajo se ha suscitado una larga discusión en torno a la competencia
judicial y el debate gira en torno a si es un tema de competencia laboral o de la judicatura
civil ordinaria conocer de las demandas derivadas de accidentes del trabajo.
Una de las razones que anticipábamos en los capítulos anteriores, es que a partir
de un mismo hecho, un accidente laboral, pueden surgir acciones tanto de responsabilidad
contractual como extracontractual, las que podrían ser conocidas simultáneamente tanto
por los tribunales ordinarios como por los Juzgados del trabajo. Pues bien, para resolver
el problema y poder determinar el tribunal competente que conocerá de la acción
indemnizatoria respectiva será necesario distinguir dos aspectos, en primer lugar
establecer el tipo de responsabilidad civil que se trate y en segundo lugar el tipo de
víctimas que está deduciendo la acción correspondiente.
5.1 Orden jurisdiccional competente.
La regulación normativa de este asunto se contiene en dos normas: el Art.69 de la
ley 16.744 y el Art.420 letra f) del Código del trabajo. En relación a este último precepto
la ley Nº 19.447 publicada el 8 de febrero de 1996, hizo una modificación con el objeto
de poner fin a la disputa jurisprudencial si el juez laboral debía o no conocer de la
responsabilidad extracontractual a raíz de lo dispuesto en el Art. 69 de la citada ley, que
ordenaba que la determinación de la naturaleza y cuantía de los perjuicios, y el monto de
las indemnizaciones se hiciera con “arreglo a las prescripciones del derecho común”. En
virtud a dicha modificación el actual Art. 420 letra f) señala que son de competencia
laboral: los juicios en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad del empleador
derivada de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales, con excepción de la
responsabilidad extracontractual a la cual le será aplicable lo dispuesto en el artículo 69
63
Cfr., Gumucio, J., “Responsabilidad civil del empleador por accidentes del trabajo en Chile”, Revista
Laboral Chilena, N° 12, (1996), p. 62.
32
de la ley N.° 16.744”.64. Pues bien, es evidente que el Art.420 hace un reenvío al Art.69
para determinar la competencia y en base a dicha remisión se ha sostenido por la
jurisprudencia que los tribunales ordinarios serían competentes para conocer las acciones
de responsabilidad civil extracontractual por accidentes del trabajo.
En relación a las consecuencias prácticas de la aplicación de dichos artículo, el
profesor Gumucio señala “en esencia, el problema surge de los distintos procedimientos
aplicables a la tramitación de los juicios en que se persigue la responsabilidad civil del
empleador en caso de accidentes o enfermedades profesionales. Si se invoca
responsabilidad contractual deberá aplicarse el procedimiento previsto en el Código del
Trabajo para el juicio ordinario laboral, en tanto que tratándose de responsabilidad
extracontractual deberá aplicarse el procedimiento civil ordinario u, optativamente, el
procedimiento contemplado en el código de procedimiento penal para la deducción de la
acción civil en la etapa plenaria del juicio penal.”65.
Uno de los principales inconvenientes que en la práctica generó el artículo 420
letra f) del CT es que vino a consagrar una dualidad de tribunales competentes según la
víctima que deduzca la acción de indemnización, lo cual desde luego, genera nefastas
consecuencias en la práctica jurídica tales como que los sujetos tiene incerteza de dónde
demandar
o
demandan
en
diversos
tribunales
paralelamente,
atentando
considerablemente a principio de economía procesal y corriendo el riesgo que se generen
fallos contradictorios respecto a un mismo asunto.66 En lo que respecta al Art. 69 el
problema se genera en el hecho que la norma citada no determina expresamente el
estatuto que regulará sustancialmente las pretensiones de las víctimas por repercusión,
reenviando genéricamente para ello a “las prescripciones del derecho común”.67 En este
sentido, para poder otorgar competencia a la judicatura ordinaria a partir del Art.69 se ha
entendido por “derecho común” al derecho civil y es a esas normas comunes a las que se
remite el precepto legal y no a las normas especiales del Derecho Laboral.
La jurisprudencia de nuestros tribunales ha concluido, para efectos de la
competencia, que los deberes de protección del empleador y seguridad en el trabajo son
de naturaleza contractual, ya sea porque están expresamente establecidos en el contrato
de trabajo o bien porque emanan de la naturaleza de la obligación laboral en virtud al Art.
64
Cfr., Romero, A, “El cambio de la jurisprudencia y los instrumentos procesales para su modificación o
consolidación. Un caso práctico”, Revista Chilena de Derecho, Vol. 31 N° 2, (2004), p. 390
65
Gumucio, J., “Responsabilidad civil del empleador por daños derivados de accidentes del trabajo y
enfermedades profesionales”, Revista Laboral Chilena, N° 5, (1999), p. 55.
66
Ibíd., p. 55
67
Cfr. Diez, J., “Victimas directas y por repercusión derivada de accidentes del trabajo o enfermedades
profesionales en nuestra jurisprudencia reciente: del problema de la competencia a las distorsiones
sustanciales”, Ob. Cit., p. 74.
33
1546 del código civil como regla general de la contratación. Por lo mismo, aunque se
reclame una indemnización fundada en el Art. 69 de la Ley 16.744, se ha entendido que
si la demanda es de un trabajador contra su empleador, se trata de una acción de
naturaleza contractual, cuya competencia queda entregada a los Juzgados del Trabajo,
conforme a lo dispuesto en el Art. 420 del Código del trabajo letra f).
En un principio se estimaba que la justicia laboral era competente para conocer de
las acciones resarcitoria derivadas de accidentes y enfermedades profesionales causados
por dolo o culpa del empleador, que dedujeran
víctimas directas o víctimas por
repercusión, ya que éstas últimas accionaban en virtud del deber de protección que
consagra el artículo 184 del CT68, es decir, se atribuía competencia a los Juzgados del
Trabajo para conocer de todas las acciones de responsabilidad civil, tanto contractuales
como extracontractuales.69 No obstante, con posterioridad la Corte Suprema y las Cortes
de Alzada de nuestro país, con apego a la legislación vigente, comenzaron a rechazar este
tipo de presentaciones, sobre la base que si se trata de víctimas por repercusión se está
demandando la responsabilidad extracontractual para la cual son incompetentes los
juzgados del trabajo y dichas pretensiones exceden el vínculo contractual pactado entre el
trabajador y la parte demandada.70En este sentido, a partir de la sentencia de la Cuarta
Sala de la Corte Suprema de 19 de agosto de 200371 la jurisprudencia adoptó dicho
criterio, calificando como extracontractual la relación que fundamenta las acciones
deducidas por los terceros y se uniformó declarando que la judicatura del trabajo no debe
conocer de las acciones deducidas por terceros distintos del trabajador que reclaman una
68
Cfr. Diez, J., “Victimas directas y por repercusión…”, ob. cit., p. 67.
Una clara exposición de este criterio se encuentra en la sentencia de la Corte Suprema de 11 de julio de
2000, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XCVII, sección 3º, pp 119-120.
70
Cfr. Baraona, Jorge, “La culpa de la víctima en los accidentes del trabajo: dogmática y jurisprudencia
chilenas”, Ob. Cit., pp. 151 y ss.
71
Se trata de un juicio iniciado ante el Juzgado de Letras de Illapel, en autos rol Nº 9.736-01, donde doña
Erika del Carmen Rivadeneira Carvajal dedujo demanda en contra de la Sociedad Legal Minera Milagro
uno de Matancilla y en contra de una persona natural, como responsable subsidiario. El tribunal de primera
instancia, en sentencia de 19 de julio de 2002, acogió la excepción de incompetencia alegada por los
demandados, rechazando la demanda. Se alzaron ambas partes y la Corte de Apelaciones de La Serena, en
fallo de 16 de octubre de 2002, confirmó la de primer grado. Posteriormente la demandante dedujo recurso
de casación en el fondo y la cuarta sala de la Corte Suprema resolvió como correcta la declaración de
incompetencia y se establece que la acción de indemnización del daño moral intentada por los
causahabientes del trabajador es de naturaleza extracontractual y por ende de competencia de los juzgados
civiles, recaída en causa rol Nº 4.859-2002, señalando: “que la responsabilidad contractual es la que
emana de la existencia de un vínculo previo entre la parte que reclama la indemnización y aquella a la
cual se demanda y la responsabilidad extracontractual es aquella que se deriva de un hecho ilícito que ha
inferido injuria o daño en la persona o propiedad de otro. En ambos casos, establecidos sus requisitos de
procedencia, conducen al resarcimiento respectivo, pero, en la primera de ellas, necesariamente debe
existir una vinculación entre las partes y, en la segunda, tal nexo no se presenta. Cabe destacar además,
que tratándose de materia laboral, si bien las partes se ligan por un contrato de trabajo, no puede
estimarse que la responsabilidad del empleador derive, propiamente, de esa convención, sino que al
suscribirse un contrato de naturaleza laboral, los contratantes quedan obligados por todas las leyes que
rigen la materia y es esta legislación laboral la que impone el deber u obligación de seguridad al
empleador”. Romero, A, “El cambio de la jurisprudencia y los instrumentos procesales para su
modificación o consolidación. Un caso práctico”, Ob. cit. p. 390
69
34
indemnización por accidentes del trabajo72, aún cuando la responsabilidad que persiguen
deriva del incumplimiento por parte de la entidad empleadora del trabajador fallecido del
deber de seguridad establecido en el Art. 184 del Código del Trabajo, toda vez que
ningún nexo de naturaleza laboral de índole contractual los vínculo y por lo tanto dicho
argumento resulta insuficiente para hacer competente al juzgado laboral.
En cuanto a los fundamentos sostenidos por la Excelentísima corte, la sentencia
del año 2003 en comento, argumenta invocando la historia fidedigna del establecimiento
de la disposición del Art. 420 letra f) del Código del Trabajo, introducida por el Art. 1
Nº3 de la ley 19.447 de 8 de febrero de 1996. En efecto, el mensaje del Presidente de la
República señalaba “se aclara expresamente la competencia que los juzgados laborales
tienen para conocer de aquellas causas en que se persigue la responsabilidad contractual
derivada de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales. Al hacerlo así, se está
reconociendo lo que parte importante de la jurisprudencia de nuestros tribunales ha
sostenido al resolver las causas que en esta materia se han sometido a su conocimiento.
Esta precisión, tiende a dar mayor certeza a las partes de la relación laboral acerca del
ámbito de competencia de esta judicatura, garantizando así el más pleno ejercicio de los
derechos que la ley consagra”
De esta manera, de distinguen al menos dos sedes jurisdiccionales competentes
para conocer de estas acciones: por un lado la justicia laboral sería competente para
conocer de las acciones indemnizatorias que deduzca el trabajador directamente afectado
o sus causahabientes en calidad de herederos en caso de muerte del trabajador, que
accionando iure hereditatis impetran ante la justicia laboral el resarcimiento del daño
moral que el causante habría experimentado antes de morir y cuya acción indemnizatoria
les habría transmitido al momento de fallecer ( considerando que en este caso la
responsabilidad es contractual) y por otro lado la justicia civil sería competente para
conocer de las acciones indemnizatorias que deduzcan las víctimas por repercusión por su
daño propio o en caso de muerte del trabajador, en que sus herederos accionan iure
propio ( considerando que en este caso la responsabilidad es extracontractual)73.
La consecuencia principal de dicha tendencia jurisprudencial, es la configuración
de dos regímenes sustancialmente diversos de responsabilidad civil por daños derivados
72
Diez, J., “Victimas directas y por repercusión en la responsabilidad civil derivada de accidentes del
trabajo o enfermedades profesionales en nuestra jurisprudencia reciente: del problema de la competencia a
las distorsiones sustanciales” Ob. Cit., p 568.
73
Cfr., Diez, J., “Responsabilidad civil por muertes en accidentes del trabajo: vacilaciones que persisten”,
Ob. Cit., 425.
35
de la actividad profesional cuando se producen por culpa o dolo atribuible a la entidad
empleadora, en atención a la calidad de víctima directa o por repercusión.
Ahora bien, una solución contraria a la línea jurisprudencial anterior se encuentra
en los pronunciamientos de la Corte de Apelaciones de Santiago, sobre la competencia
para conocer de las acciones indemnizatorias de víctimas por repercusión que accionan
por su daño propio en caso de muertes en accidentes del trabajo, con fecha de diecisiete
de mayo
74
y de siete de junio de dos mil seis75. En dichas sentencias la Corte ordenó a
resarcir en sede laboral los daños propios sufridos por cónyuge e hijos de los trabajadores
muertos en accidentes del trabajo, calificando tales acciones como de naturaleza
contractual. La corte señaló al efecto: “la naturaleza contractual o extracontractual de la
acción ha de verse en el causante, si éste habría podido accionar en virtud de la
infracción de un contrato, la acción será contractual, y si no había contrato entre él y el
causante del daño, la acción será extracontractual. El o los herederos no pueden alterar
la naturaleza de esta acción, ni aún bajo pretexto que ellos son ajenos al contrato que
haya podido ligar a la víctima directa con el actor. Ellos no deducen una acción propia
sino la que era del causante y precisamente, porque son sus continuadores jurídicos (…)
De este modo, el incumplimiento del deber de seguridad pertenece a la esfera de lo
contractual, pues es inherente a la existencia del contrato de trabajo, con lo que aún,
manifestado que haya sido el dolor propio de los demandantes, el hecho discutido en la
causa ha sido si se han adoptado de parte del empleador, las medidas eficaces para
evitar todo riesgo en la vida y salud del trabajador, lo que no se ha acreditado y dado el
principio general de reparación integral del daño, es que procede en virtud de la
responsabilidad contractual que emana de los propios hechos, hacer efectivo dicho
principio, teniendo además presente que los actores han tenido legitimidad activa, pues,
ello consta de los documentos acompañados en el primer otro sí de la demanda, que dan
cuenta de tratarse de la cónyuge e hijos del causante, calificación jurídica que se ajusta
a la naturaleza del proceso laboral y a las normas sustantivas sobre que se funda la
acción ejercida en autos”.76
74
De la Décima sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, recaída en autos Rol Nº 4622- 2005.
De la Séptima sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, recaída en Rol Nª 6880 - 2004
76
Lo anotado está contenido, respectivamente, en los considerandos 6º y 7º de las sentencias de 17 de mayo
y 7 de junio de 2006. En Cfr., Diez, J., “Responsabilidad civil por muertes en accidentes del trabajo:
vacilaciones que persisten”, Ob. Cit., pp.424.
75
36
5.2 Implicancias y consecuencias en torno la delimitación de la jurisdicción
competente para conocer de las demandas que deduzcan las víctimas por
repercusión.
Tal como advierte el profesor Diez, las sentencias del año 2006 anteriormente
citadas vienen a contradecir la tesis imperante hasta entonces por la jurisprudencia que
identificaba dos estatutos diversos para este tipo acciones indemnizatorias derivadas de
accidentes del trabajo, la sede laboral y civil. El impacto de los distintos
pronunciamientos por nuestros tribunales de justicia es que aportan un nuevo factor de
incerteza jurídica para los sujetos de derecho, en relación a cuál es la sede jurisdiccional
competente para conocer de las acciones resarcitoria que ejerzan las víctimas por
repercusión por su daño propio en caso de muerte del trabajador en accidentes del
trabajo.77
Un punto importantísimo a señalar es la evidente distorsión sustancial que
conlleva el riesgo que se dicten sentencias contradictorias por la justicia civil y laboral,
en el caso que el trabajador que sólo ha sido lesionado, accione ante la justicia laboral y
las eventuales víctimas por repercusión ante la justicia civil; o en el caso de muerte del
trabajador, en que sus herederos deberán acudir a la justicia laboral si accionan iure
hereditatis y a la justicia civil si lo hacen iure propio. Esta situación contraria al principio
de economía procesal es uno de los inconvenientes que genera dicha doctrina
jurisprudencial, no obstante de provenir del mismo hecho -accidente laboral-.
Si bien se trata de acciones diferentes que apuntan a la reparación de daños
diversos, no existe impedimento alguno de carácter dogmático para que puedan
interponerse simultáneamente, con la única limitación derivada de la diferencia de
tribunales competentes y del procedimiento aplicable. El hecho que se ejerzan las
acciones en sedes distintas - como herederos ante el juez del trabajo y como víctimas por
repercusión ante el juez civil – en ningún caso podría alegarse litis pendencia, toda vez
que no existe identidad de cosa pedida ni de causa a pedir, porque precisamente el daño a
reparar es diferente y la legitimación de la causa es diversa.78
Por lo tanto, ante tal escenario jurisprudencial es posible sostener que existen
contradicciones en los pronunciamientos de nuestros tribunales de justicia en torno al
tema de la responsabilidad civil que se deriva de accidentes del trabajo y en especial al
problema de la indemnización de perjuicios en caso de fallecimiento del trabajador e
77
Cfr., Diez, J., “Responsabilidad civil …”, ob. Cit., p. 425.
Cfr. Corral, Hernán, “Concurrencia de acciones de responsabilidad civil contractual y extracontractual en
los daños causados por accidentes del trabajo”, Ob. Cit., pp. 78.
78
37
indemnización del daño moral, a propósito de la transmisibilidad del mismo hacia las
víctimas indirectas y las repercusiones de índole jurisdiccional que ello conlleva. Una
urgente delimitación de la jurisdicción competente para conocer de dichas demandas
responde a una necesidad de seguridad jurídica, toda vez que las oscilaciones de la
jurisprudencia se debe principalmente a la falta de certidumbre sobre el alcance de las
normas jurídicas.
Las consecuencias del cambio de criterio sostenido por Corte Suprema en este
tipo de acciones son expuestas por el profesor Romero, quien señala que interpretación de
la ley procesal que lleve a cabo el máximo tribunal del país repercute en los procesos
análogos iniciados o por iniciar, para que dicha pauta se aplique a todos los justiciables
por igual en virtud al artículo 19 Nº 2 de la Constitución y además plantea la siguiente
interrogante: ¿podría alguien ser juzgado ante un juez diverso del que legalmente le
corresponde, sin afectar garantías constitucionales de igualdad ante la ley y el derecho a
no ser juzgado ante comisiones especiales?. 79
Para salvar los inconvenientes que provoca los dos regímenes sustancialmente
diversos de responsabilidad civil con idéntica causa, el profesor Diez Schwerter ofrece
las siguientes medidas de corrección:80
- En primer lugar es menester que se lleve a cabo “una correcta interpretación
del alcance del deber de protección u obligación de seguridad”, toda vez que se ha
sostenido por algún sector de la doctrina que dicho deber de seguridad es exclusivamente
contractual y por lo tanto no puede pretender, la víctima por repercusión que acciona por
su daño propio, obtener protección bajo el amparo del Art. 184 del CT. En particular, el
autor sostiene que el deber de seguridad tiene un carácter de obligación legal, que mira a
la protección de los riesgos profesionales, lo que importa a sus trabajadores, a sus
familias y a la sociedad toda. Por último, el profesor Domínguez Águila ha precisado que
el hecho que la acción deducida sea de un tercero, no impide considerar que la causa del
daño sufrido por el tercero se encuentre en la infracción de los deberes de seguridad que
el empleador tenía para con la víctima directa.81
- En segundo lugar, “una necesaria intervención legislativa”, sobre esta medida
de corrección el profesor Diez hace énfasis en la urgente necesidad de racionalizar el
79
Romero, A, “El cambio de la jurisprudencia y los instrumentos procesales para su modificación o
consolidación. Un caso práctico”, Ob. cit. p. 392.
80
Cfr. Diez, J., “Victimas directas y por repercusión en la responsabilidad civil derivada de accidentes del
trabajo o enfermedades profesionales en nuestra jurisprudencia reciente: del problema de la competencia a
las distorsiones sustanciales” en Ob. Cit, p 580.
81
Cfr. Domínguez, R., “Comentarios de Jurisprudencia 1. Competencia civil para el conocimiento de la
acción indemnizatoria del daño moral sufrido por causahabientes del trabajador” Ob. cit., p. 261.
38
sector a través de una reforma legislativa que tienda a unificar el tratamiento procesal y
sustantivo de las acciones indemnizatorias, para evitar injustificadas diferencias en los
derechos de las víctimas por accidentes del trabajo, lo que constituye un atentado a la
garantía consagrada en el artículo 19 Nº 2 inciso 2 de la Carta Fundamental.
A nuestro entender, la urgente reforma legislativa para efectos de evitar el peligro
de la dualidad de regímenes frente a la posibilidad que las víctimas por repercusión
puedan accionar por el daño propio y además en calidad de herederos por el daño sufrido
por el trabajador antes de fallecer, que supondría un enriquecimiento sin causa que
implica una doble indemnización por parte de los herederos, se materializó en cierto
modo a través de la ley Nº 20.260
que consagró el Recurso de Unificación de
Jurisprudencia82, regulado en los artículos 483 y siguientes del Código del Trabajo.
Dicho recurso vino a reorganizar las fuentes formales del derecho laboral, mediante el
cual la jurisprudencia pasa a ser una fuente de similar valor al de la norma legal, toda vez
que mediante su interposición y admisibilidad se va creando una especie de precedente
judicial con fuerza vinculante de las consideraciones de fondo de las sentencias para
casos futuros de carácter similar. Sobre su procedencia, el legislador determina que este
recurso puede interponerse para impugnar las sentencias que resuelven un recurso de
nulidad y tiene por objeto que la Corte Suprema establezca cual es la línea jurisprudencial
emanada de los tribunales superiores de justicia que resulta acertada cuando exista
jurisprudencia dispar con respecto a una materia de derecho en particular. En efecto,
consideramos que esta vía procesal uniformada genera algún tipo de condicionante en los
tribunales jerárquicamente dependientes de la Corte Suprema, estableciendo una
interpretación uniforme que fije el sentido y alcance de las normas laborales que generan
conflicto en materia de accidentes del trabajo. Por lo tanto, creemos que este recurso se
presentará como un mecanismo que permite uniformar criterios e interpretaciones y
sentar un precedente, otorgando seguridad tanto a los tribunales inferiores y como a las
partes que intervengan en el procedimiento.83
82
El recurso de unificación de jurisprudencia se incorporó a la legislación chilena a través de Ley N°
20.260 que modifica el Libro IV del Código del Trabajo y la Ley N° 20.087, que establece un nuevo
procedimiento laboral.
83
Cfr., Lanata, G., “El sistema de recursos en el proceso laboral chileno” LegalPublishing, Santiago,
(2011), pp.259.
39
5.3 Ventajas del procedimiento laboral.
La modernización de la judicatura Laboral y Previsional introducida al
ordenamiento jurídico por la Ley 20.087 de año 2006 instauró un procedimiento que
buscó materializar en el ámbito jurisdiccional las particularidades propias del derecho
del trabajo, en especial su carácter protector y compensador de los estados de desigualdad
de los contratantes. Por ello, el actual sistema procesal se diferencia claramente del
sistema procesal civil ordinario, cuyos objetivos son no sólo diversos sino en muchas
ocasiones antagónicos, lo cual ha perfilado a la judicatura laboral como un escenario
altamente atractivo para la satisfacción de las pretensiones de las víctimas por
repercusión por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.84
Entre las razones que motiva a las víctimas por repercusión el optar por la
judicatura laboral se encuentran:
A) Los principios formativos del derecho laboral, que son: el principio protector, de
la norma más beneficiosa, de la irrenunciabilidad de los derechos, de la primacía
de la realidad, de la continuidad de la relación de trabajo y el principio de la
buena fe. En particular, el principio protector es considerado como el principio
rector del Derecho del Trabajo, confiriéndole a esta rama jurídica su carácter
peculiar como derecho tutelar de los trabajadores, en la tendencia a dar mayor
protección a la parte más débil de la relación laboral, el trabajador.
B) Los principios formativos del nuevo proceso laboral como son: oralidad,
publicidad, concentración, inmediación, impulso procesal de oficio, celeridad,
buena fe, bilateralidad de la audiencia y gratuidad; El Art. 425 del Código del
ramo los señala expresamente, no obstante la doctrina agrega la sencillez,
apreciación de la prueba según las reglas de la sana crítica y libertad de medios de
prueba. Dichos principios en su conjunto configuran un procedimiento con
variadas garantías que resguardan de mejor manera los derechos y pretensiones de
los litigantes.
C) El principio de impulso procesal de oficio: es una de las áreas en donde el proceso
laboral manifiesta profundas diferencias con el procedimiento civil ordinario. En
éste último, toda la carga procesal de dar curso progresivo a los autos depende de
las partes, en cambio en virtud al principio en cuestión, el juez laboral debe llevar
a cabo las diligencias necesarias para evitar la paralización y dilación del asunto,
84
Sobre la competencia judicial y privilegios procesal véase al respecto: Romero, A., “La competencia
judicial en los accidentes del trabajo y el derecho de los justiciables frente al cambio de la jurisprudencia”
en Baraona, J. y Zelaya, P. (editores), Cuadernos de Extensión Jurídica, Universidad de los Andes, N° 10,
(2005), p. 197 y siguientes.
40
para lo cual está facultado para corregir e oficio errores que detecte85, este
principio acentúa las facultades del juez, adquiriendo un carácter más inquisitivo
durante el procedimiento, a diferencia de los tribunales civiles. En cuanto a la
prueba, el juez laboral la apreciará de acuerdo a la sana crítica, toda vez que el
valor que le asigne a los medios de prueba será en virtud a sus convicciones,
respectando los conocimientos científicamente afianzados, las reglas de la lógica
y las máximas de la experiencia.86
D) En materia de recursos: El procedimiento fija ciertas limitaciones a la
impugnabilidad de determinados resoluciones. En cuanto al recurso de reposición,
según lo ordena el artículo 475 del Código del ramo, procederá en contra de autos,
decretos y sentencias interlocutorias que no pongan término al juicio o hagan
imposible su tramitación; en cuanto a las resoluciones dictadas en una audiencia,
sólo puede ser entablada en la misma audiencia, y si la resolución no fue dictada
en
una
audiencia,
el
plazo
general
es
de
tres
días87.
En lo que concierne al recurso de apelación88, el artículo 476 inciso primero
señala que sólo serán susceptibles de apelación: “las sentencias interlocutorias
que pongan término al juicio o hagan imposible su continuación, las que se
pronuncien sobre medidas cautelares y las que fijen el monto de las liquidaciones
o reliquidaciones de beneficios de seguridad social.”y posteriormente el artículo
477 establece que “Tratándose de las sentencias definitivas, sólo será procedente
el recurso de nulidad, cuando en la tramitación del procedimiento o en la
dictación de la sentencia definitiva se hubieren infringido sustancialmente
derechos o garantías constitucionales, o aquélla se hubiere dictado con
infracción de ley que hubiere influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo.
En contra de las sentencias definitivas no procederán más recursos”. En efecto,
el legislador plasmó una de las mayores ventajas para los sujetos que accionen en
sede laboral al consagrar el carácter inapelable de las sentencias definitivas, con el
objeto de mantener una coherencia y armonía del proceso, compatibilizando el
recurso de apelación con el principio de inmediación 89. Al respecto, el Mensaje
con que el proyecto de ley respectivo fue enviado al Congreso señalaba “la
85
Cfr. Thayer, W. y Novoa, P., Manual de Derecho del Trabajo, Tomo III, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago,( 2010), p 178.
86
Ibíd., p. 182.
87
Ibíd., p. 183.
88
El recurso de apelación fue objeto de importantes modificaciones a través de la ley Nº 20.260 que cambió
la estructura del recurso de apelación laboral, habida consideración de que se trata de un recurso entablado
contra una sentencia que ha sido dictada en un juicio oral, razón por la cual el ordinario recurso de
apelación civil no puede tener cabida en el nuevo sistema procesal laboral, el cual pretende resaltar la
aplicación del procedimiento inquisitivo y el contacto directo del juez con las partes y la recepción de la
prueba.
89
Cfr. Lanata., Gabriela., Manual de proceso laboral, legalPublishing, Santiago,( 2011), p 161.
41
vigencia de un sistema oral requiere que el fundamento fáctico de la sentencia
provenga de la apreciación directa de las pruebas que los jueces obtienen en el
juicio. En consecuencia, su revisión por parte de jueces que no han asistido al
juicio y que toman conocimiento de él por medio de actas, lo priva de su
centralidad confiriéndosela, en cambio, a la tramitación del recurso de
apelación”.90
Por cierto, respecto de la sentencia definitiva sólo procede el recurso de
nulidad contemplado en los artículos 477 y siguientes del Código Laboral, que
procede por dos causales: A) la infracción de derechos o garantías
constitucionales en la tramitación del procedimiento o en la dictación de la
sentencia. B) en haber sido dictada la sentencia con infracción de ley que
hubiere influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo. En definitiva, es
incuestionable el carácter especial del régimen de recursos en materia laboral,
propio de un procedimiento con peculiaridades que busca materializar en el
ámbito jurisdiccional las particularidades propias del derecho del trabajo, en
especial su carácter protector y compensador de las posiciones disímiles de los
contratantes.
En suma, a nuestro entender es indudable que las posibilidades de satisfacción de las
pretensiones reparatorias de las víctimas por repercusión derivado de un accidente del
trabajo o enfermedad profesional son mayores si las demandas son conocidas por los
Juzgados de Letras del Trabajo por las ventajas procedimentales que ello conlleva. En
consecuencia, el empleador demandado buscará evitar situar la discusión en sede laboral
alegando falta de competencia para conocer el asunto, lo cual unido al estatuto
privilegiado explica las reiteradas controversias entre las partes en torno a la competencia
judicial para conocer de acciones de responsabilidad civil en materia de accidentes del
trabajo.
90
Historia de la Ley 20.087 página 23.
42
6. Conclusiones
A) Es sabido que a partir de un accidente del trabajo o enfermedad profesional
pueden surgir acciones de responsabilidad civil. En cuanto a la naturaleza de la
responsabilidad derivada del incumplimiento del deber de protección eficaz de
la vida y salud del trabajador, sostenemos que es contractual cuando quien
padece las consecuencias de dicho incumplimiento es directamente el trabajador
o sus herederos. Por el contrario, si el incumplimiento del deber ocasiona un
perjuicio indirecto a terceras personas, es decir, víctimas por repercusión o
rebote, estamos frente a una situación de responsabilidad extracontractual.
B) Las indemnizaciones por responsabilidad contractual o extracontractual son
compatibles y acumulables con el sistema de reparación de daños que
contempla la Ley de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, ley
16.744.
C) El actual escenario de la responsabilidad civil en general, y la responsabilidad
por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales en particular, enfrenta
cambios profundos debido a la creciente aceptación y valoración de la cultura
del reclamo de derechos y garantías de la persona, que ha motivado a las
víctimas de un hecho dañoso o culposo a deducir las acciones respectivas con
mayor frecuencia que tiempos anteriores.
D) Los Tribunales de Justicia han presentado una progresiva aceptación en asuntos
indemnizatorios, en específico respecto al daño moral durante los últimos 20
años. En efecto, en nuestra materia no tiene lugar la discusión respecto a la
procedencia de la reparación del daño moral, toda vez que se encuentra
consagrado legalmente en el artículo 69.
E) En la actualidad existe consenso en torno a la procedencia y resarcibilidad del
daño moral para materias laborales, por consagrarlo expresamente el artículo 69
de la ley 16.744. Sin embargo, perduran ciertas zonas de debate en relación a la
normativa de fondo y justicia competente para conocer y juzgar demandas de
responsabilidad por lesiones o muertes de trabajadores a causa de un accidente
laboral, específicamente en base a los artículos 420 letra b) del Código del
Trabajo y el art. 69 de la Ley en comento.
43
F) Siguiendo el criterio adoptado por la Corte Suprema a partir del año 2003, es
que actualmente se reconocen dos órdenes jurisdiccionales competentes para
conocer de las acciones de responsabilidad civil por accidentes del trabajo: por
un lado están los tribunales ordinarios cuando se invoca responsabilidad
extracontractual; y por otro lado están los Juzgados del Trabajo cuando se
pretenda hacer efectiva la responsabilidad contractual del empleador.
G) Los diferentes criterios jurisprudenciales en torno a las acciones de
responsabilidad civil derivada de un accidente del trabajo generan el efecto
negativo que muchos litigantes inicien juicios sin evaluar los criterios que tiene
la Corte Suprema sobre un determinado tema, lo cual se traduce en un factor de
incerteza a la hora de interponer las demandas correspondientes.
H) Adicionalmente permanece vigente la posibilidad de que se dicten sentencias
contradictorias en el caso en el que trabajador que sólo ha sido lesionado
deduzca su acción laboral en sede contractual y sus parientes la acción civil
propia en sede extracontractual.
I) La transmisibilidad de la acción del daño moral es uno de los principales
problemas que plantea la indemnización de perjuicios, cuando la víctima
inmediata fallece sin haber intentado la acción por daño moral derivada del
accidente laboral. En nuestro ordenamiento jurídico nacional, no resulta un tema
pacífico, toda vez que no existe norma expresa alguna que haga mención a la
transmisibilidad o intransmisibilidad de la acción por daño moral a los herederos de
una persona.
J) Las implicancias de la transmisibilidad del daño moral son de índole adjetivas,
en específico en materia de competencia jurisdiccional, toda vez que llevó a
admitir en sede laboral las demandas indemnizatorias deducidas por los
causahabientes de trabajadores muertos que accionando iure hereditatis,
buscaban obtener un resarcimiento del daño moral sufrido por el causante.
K) A partir de los privilegios y ventajas del procedimiento laboral se desprenden
los incentivos para que los demandantes se esfuercen por tratar de radicar la
discusión del asunto en sede laboral. Entre dichas prerrogativas se encuentran
las diferencias en materia de prueba, en cuanto a su carga y apreciación; los
recursos procesales y la tendencia de los tribunales laborales a favorecer
siempre la posición del demandante trabajador, entre otros.
44
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