El abordaje de la narración desde la oralidad en Educación Inicial - Elementos teóricos disciplinares que guían la transposición didáctica - 1- Introducción La Educación Inicial, abarca la educación formal del niño y la niña entre los cuarenta y cinco días y los seis años de edad. Actualmente, uno de los más grandes desafíos de este nivel es el de estructurar sus prácticas en base a una secuenciación de contenidos educativos que garantice, por un lado, la igualdad de oportunidades educativas para el aprendizaje de dichos contenidos, y, por otro lado, una transposición didáctica que refleje los cambios y avances en cada disciplina del conocimiento. En este marco, nos proponemos reflexionar acerca del abordaje didáctico de la narración, en la oralidad, tomando en cuenta diversos aportes teóricos. 2- Un panorama de la lengua oral en la Educación Inicial El niño que ingresa a la clase de tres, cuatro o cinco años va a continuar desarrollando en el aula el lenguaje oral, que comenzó a adquirir en el contexto familiar. En el pasaje de la socialización primaria (relacionada con el ámbito familiar) a la secundaria (contextualizada en la institución educativa), pueden producirse fracturas y desencuentros lingüísticos, debido a las diferencias de estructuración de la lengua (lexicales, morfosintácticas, etc) y al uso de la misma en situaciones de comunicación (pensemos, por ejemplo, qué antecedentes de comunicación familiar puede encontrar el niño para el formato típicamente escolar de la ronda de intercambio). La democratización de la enseñanza de la lengua oral está relacionada con el proceso de socialización que el niño y la niña realizan desde su Educación Inicial, a través del aprendizaje de la toma de palabra, la escucha, y la producción y comprensión de variados textos orales pertinentes a intenciones comunicativas diversas (narrar, explicar, persuadir, etc). Es así como, en las aulas, los alumnos aprenden a hacer un uso cada vez más autónomo de la lengua oral: expresando sus necesidades, formulando pedidos, compartiendo sentimientos, narrando anécdotas o relatos, opinando, escuchando activamente al adulto, siendo escuchado por el adulto, etc. 1 Para estimular el desarrollo de la lengua oral, según M. L. Mirettii, el docente necesita conocer el bagaje lingüístico de cada niño, producto de su entorno y de sus características personales. Este será el punto de partida para planificar actividades secuenciales, que aproximen al alumno a la lengua estándar – convencional. A través del uso de la lengua en situaciones verdaderas de comunicación, y de la reflexión sistemática sobre la misma, el niño podrá desempeñarse como un hablante y oyente competente. Al realizar un uso de la lengua oral, materia prima del discurso, el niño toma, de forma más o menos consciente, un conjunto de decisiones fónicas, morfosintácticas y léxicas. Es tarea del docente promover en el alumno el reconocimiento de la situación de enunciación al producir y comprender textos orales, para que pueda comprender más profundamente el alcance de su intervención oral, proyectarse hacia el interlocutor, ser consciente de la intención comunicativa y del registro más apropiado. Dentro de las prácticas de comunicación oral, la narración cobra un lugar de fundamental importancia en las aulas de Educación Inicial, debido a que: - es una estructura textual cercana, conocida, comprensible para el niño, que suele estar presente en ámbito familiar desde la narración o lectura de cuentos; - favorece el desarrollo de capacidades lingüísticas y cognitivas al poseer una lógica causal - temporal; - permite el acercamiento del niño a la literatura infantil, verdadera catapulta para el acceso a modelos culturales de identificación personal y social, y promotora de la lectura estética y placentera de la lengua, llevada a su preciosismo, a través del uso de recursos estilísticos. El alumno va a estar en contacto con la estructura textual narrativa, a través de diversas actividades, como: la audición de la lectura de un cuento por parte del docente (la lectura es entendida en este caso como oralización del texto escrito), la audición de la narración de cuentos a través de la palabra o apoyada en variados recursos (láminas, títeres, elementos con volumen, etc) , el disfrute de cuentos grabados en audio o en video, la producción oral de relatos, anécdotas, chistes, racontos, etc. 3- Focalizando los elementos interteóricos de la narración desde la transposición didáctica Chevallardii, epistemólogo y matemático francés, elaboró un concepto de fundamental importancia y utilidad para comprender el proceso de toma de decisiones que realiza el docente en el momento de abordar los contenidos 2 curriculares en sus planificaciones. Dicho autor, conceptualiza la “transposición didáctica” como la adecuación que la comunidad educativa hace del conocimiento producido por los científicos para su enseñanza. Se transforma, entonces, un “saber científico”, en un “saber escolar”. Debido a la distancia existente entre estas dos categorías, el docente debe perseguir una vigilancia epistemológica, a efectos de que se tenga en cuenta, en este proceso de adecuaciones: la lógica y la estructura disciplinar, los conceptos fundamentales y las relaciones entre los mismos, las metodologías de investigación, el lenguaje utilizado, los contextos en los cuales se produjeron los saberes. En la actualidad, la didáctica de la lengua se nutre con los aportes de diversos campos del saber: las Ciencias de la Educación, la Semiótica, la Lingüística y sus interdisciplinas (Psicolingüística, Sociolingüística, etc), la Filosofía del Lenguaje, y la Teoría Literaria. Es por lo tanto, deseable, que el docente esté actualizado con respecto a los avances en estas áreas del conocimiento, para que pueda ser más crítico y consciente al realizar la vigilancia epistemológica en las transposiciones didácticas de los contenidos a enseñar. ¿Cuáles son, entonces, los aspectos fundamentales de la narración a ser tenidos en cuenta por el docente desde la didáctica del lenguaje? Para poder contestar esta pregunta, necesitamos apoyarnos en la siguiente hipótesis: es posible distinguir elementos interteóricos, desde la Lingüística, que caracterizan la narración, y además, diversas explicaciones sobre la misma, que varían según los investigadores, y que pueden ser concebidas como puntos de apoyo al momento de fundamentar nuestras prácticas de aula. Algunos de los elementos interteóricos que podemos distinguir con respecto a la narración, son los siguientes: • • - La estructura del texto narrativo siempre supone una organización en: un estado inicial de equilibrio; un quiebre, un hecho inesperado, que rompe el equilibrio inicial; la resolución que instaura un nuevo equilibrio. La historia que se cuenta puede ser: No ficticia: los hechos narrados ocurren en la realidad (por ejemplo: anécdotas). Ficticia: los hechos narrados no ocurren en la realidad, fueron creados por el enunciador. En este último caso la narración puede 3 ser: verosímil (los hechos podrían ocurrir en la realidad (por ejemplo: cuentos realistas), inverosímil (los hechos no podrían ocurrir en la realidad (por ejemplo: cuentos fantásticos). • Se construye de forma menos colaborativa que la conversación, ya que el enunciador asume la responsabilidad de organizar y emitir la narración, sin una gran colaboración del otro. 4- La superestructura narrativa según T. Van Dijk Situándonos ahora en la perspectiva teórica de Van Dijkiii, dicho teórico considera que: “…los textos narrativos son formas básicas globales muy importantes de la comunicación textual”. Entiende que, todo sujeto desarrolla desde muy temprana edad la competencia textual narrativa, que evoluciona desde una forma oral dialogal, hasta una forma monologal oral o escrita. Apoyándonos en los estudios de Van Dijk, referidos al análisis de los textos, consideramos pertinente destacar tres conceptos: superestructura, macroestructura y microestructura. Por “superestructura” Van Dijk entiende: “…un tipo de esquema abstracto que establece el orden global de un texto y que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas convencionales”. Es posible identificar este esquema abstracto independientemente del contenido del texto. Ejemplificando este concepto, entienden que: A. M. Kaufman y M. E. Rodrígueziv “…La trama narrativa de un cuento, por ejemplo, presenta un esquema secuencial conformado por tres momentos: un estado de equilibrio inicial, seguido por la irrupción de un conflicto que da origen a distintos acontecimientos (complicación), para finalizar con una recomposición del equilibrio gracias a la solución del conflicto (resolución o desenlace).Es posible apreciar este esquema en todos los cuentos, a pesar de la diversidad de clases y contenidos de los mismos”. Las distintas superestructuras presentan una serie de categorías (en el caso de la trama narrativa son: marco, complicación y resolución), y de reglas constitutivas (para la narración se refieren a las relaciones temporales y causales). Como categorías de la superestructura narrativa distinguimos: 4 - La historia: comprende la trama y la evaluación. La trama: se refiere a una serie de episodios. El episodio: está integrado por un marco y un suceso. Cuando hay varios episodios es porque los sucesos tienen lugar en sitios diferentes. El marco: alude a la situación, circunstancias, lugar y tiempo determinados en que se desarrolla la acción. El suceso: comprende el núcleo conjunto de la complicación y la resolución. La complicación: abarca la secuencia de acciones. La resolución: implica la dilución de la complicación, pudiendo ser positiva o negativa. La moraleja: es la conclusión que aparece en las fábulas. Implica una lección a ser aprendida. En palabras de Van Dijk: “…el análisis estructural de la narración ha postulado categorías o funciones tales como “nudo” y “desenlace” que definen el “episodio” de la historia, que puede estar seguido por una “evaluación” y una “moraleja”. Igualmente, en los cuentos de hadas y otras narraciones simples, podemos tener más funciones “semánticas” específicas como “llegada del héroe”, “partida del héroe”, “prueba del héroe”, “recompensa”, etc”. La “macroestructura”, por otra parte, “…es una representación abstracta de la estructura global del significado del texto”. Es de naturaleza semántica, por lo que se vincula con el contenido del texto. Para A. M. Kaufman y M. E. Rodríguez: “La interacción receptor – texto es esencial en la construcción de la macroestructura: el receptor opera sobre la información semántica contenida en el texto para organizar los significados e interpretarlos. Fundamentalmente, resume, es decir, elabora otro texto que guarda ciertas relaciones con el texto original, puesto que reproduce, en forma abreviada, sus contenidos”. La noción de “microestructura” se refiere, según Van Dijk a la “estructura local de un discurso, es decir, la estructura de las oraciones y las relaciones de conexión y de coherencia entre ellas”. 5- La secuencia textual narrativa desde el aporte de Adam Según Adamv, una secuencia textual es: “Una red de relaciones jerárquicas, una totalidad que se puede descomponer en partes relacionadas entre sí y con el todo. Una entidad relativamente autónoma, dotada de una organización interna que le es propia”. 5 Adam postulaba, en sus primeros trabajos, ocho tipos de esquemas secuenciales, que luego redujo a cinco: narrativo, descriptivo, argumentativo, explicativo, dialógico. El esquema narrativo comprende “… (un) conjunto de proposiciones, ordenadas según una estructura más o menos convencional, que presenta a uno o más sujetos como agentes o pacientes de una acción de cuyo proceso y consumación, la secuencia narrativa se ocupa”. Adam diferencia seis constituyentes en la narración, que caracterizaremos brevemente a continuación. a) La sucesión de los acontecimientos Para Adam, se puede hablar de narración cuando se tiene una sucesión mínima de acontecimientos comprendidos desde un tiempo lineal t (aquel en donde se origina la narración) hasta un tiempo t + n (el que permite la clausura de la narración). Ahora bien, a pesar de que el vector temporal es ordenador de la experiencia humana, en la narración, la temporalidad está estructurada a partir de una tensión, por lo que se organiza el relato en función de su situación final. b) La unidad temática La narración implica siempre un interés humano. Para ello, se hace necesaria por lo menos la presencia de un sujeto (animado o inanimado), ubicado en un tiempo t, que luego deriva en un tiempo t + n. Este actor (individual o colectivo) aparece como un factor de unidad de la acción. c) Los predicados transformados Para Bremondvi: “Se puede decir que se llega al instante t + n por los predicados que (…) caracterizaron al sujeto de estado (S) en el instante t”. Este concepto se relaciona con la idea aristotélica de la “inversión de los contenidos”, que implica una relación dialéctica entre contenido invertido (un sujeto (S) que se encuentra separado de un objeto (O)), y contenido que llega a un estado de reposo (el sujeto (S) se encuentra, al final del relato, con el objeto (O) que codiciaba). E palabras de C. Hipogrossovii: “…un relato puede entenderse como la transformación de un estado dado en su contrario”. 6 d) El proceso Esta idea se refiere a que la acción debe ser “sola y entera”. Se vincula con el concepto aristotélico de “unidad de acción” que entiende que todo aquello que es completo tiene principio, medio y fin. Estos términos, luego serán reformulados, en la época clásica, como: “comienzo” o “exposición”, “nudo” o “desarrollo”, y “conclusión” o “descenlace”. Por otra parte, P. Ricoeurviii propone el concepto de “puesta en intriga”, que supone la selección y el arreglo de las acciones, permitiendo que la historia sea completa y entera. e) La causalidad narrativa de una puesta en intriga C. Hipogrosso sostiene que, para los antiguos novelistas, un acto provocaba otro, y así sucesivamente. Sin embargo, la acción humana puede tener un aspecto a – causal, misterioso, sorprendente. Es por ello que la narración puede o no apoyarse sobre la lógica de un razonamiento. Barthesix (1966) afirma que la lógica narrativa es muy impura. Asimismo, Tomashevskix (1925), comprende que la narración puede respetar el principio de causalidad o estar al margen del orden temporal (carente de sucesión causal interna). Entiende que: “Cuanto más fuerte es este nexo causal, tanto mayor importancia cobra el nexo temporal”. f) La evaluación final (implícita o explícita) Según Minkxi : “Incluso cuando los hechos están establecidos, queda todavía el problema de su comprensión en un acto judicativo que manifieste una trama en lugar de presentarlos en serie”. La evaluación final (implícita o explícita) es una de las claves de la especificidad de la narración. Para Bérardier de Batautxii (1776) el escritor debe explicitar la evaluación, puesto que hay lectores que no llegarían a comprenderla si estuviera implícita en el texto. Finalmente, Claude Simonxiii (1986), aporta la idea de que el escritor se interesa inicialmente por una enseñanza moral, y en base a ella construye el relato. i Miretti, M. L.: “La lengua oral en la Educación Inicial”, Ed. Homo Sapiens, Rosario, 2003. Chevallard, citado por Chemello, G. et al: “Didácticas Especiales”, Ed. Aique, BS. AS. iii Van Dijk, La ciencia del texto”, Ed. Paidós, Barcelona, 1992. “Texto y contexto”, Ed. Cátedra, Madrid, 1993. “Estructura y funciones del discurso”, Ed. Siglo XXI, Méjico, 1980. ii iv Kaufman, A. M., Rodríguez, M. E.:”La escuela y los textos, Ed.Santillana, BS.AS, 1993. 7 v Adam, J. M., citado por Duvós, M. J., Segovia, M., Mandoría, T. et al: “Proyecto de intervención en la competencia comunicativa”, distrito 06, octubre 2006, Inspección de Educación Inicial. vi Bremond, citado por Hipogrosso, C. vii Hipogrosso, C. , C., et al: “Tipología textual” viii Ricoeur, P., citado por Hipogrosso, C. (ídem anterior). ix Barthes, citado por Hipogrosso, C. (ídem anterior). x Tomashevski, citado por Hipogrosso, C. (ídem anterior). xi Mink, citado por Hipogrosso, C. (ídem anterior). xii Berardiér de Bataut, citado por Hipogrosso, C. (ídem anterior). xiii Simon, C., citado por Hipogrosso, C. (ídem anterior). 8