INVASION DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN FE Y ALEGRIA

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INVASION DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
FE Y ALEGRIA VENEZUELA
19-02-2014
DOCUMENTO BASE
“ESCUELA PARA LA VIDA”
En Fe y Alegría tenemos más de cien mil razones para seguir trabajando, dando lo mejor de cada
uno de nosotros, docentes y alumnos, para ser una mejor sociedad, con productividad y
proactividad, con dedicación y amor por lo que hacemos.
Nuestra institución atiende a 307.560 personas y a sus familias en 175 centros educativos
formales y 91 centros no formales, además de nuestras 24 emisoras educativas. Con toda esa red
y con el país, hay un compromiso, desde lo que somos: un movimiento de educación popular y
promoción social sembrado hace 59 años en Caracas y hoy con ramificaciones en todo el país.
Este año nuestro lema es “Escuela para la vida”. En Fe y Alegría seguiremos insistiendo en la
defensa de la vida, colocándonos nuevamente al servicio de esta causa, la cual está seriamente
amenazada en nuestro país.
Vida no es simplemente “no morir”, hablamos de la vida en abundancia, de la vida en plenitud
como dice el Evangelio. Una “Escuela para la vida” resume el para qué de nuestro quehacer
educativo: enseñar a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes a convivir en paz, a resolver los
conflictos por vías pacíficas, a pensar antes de actuar, a tomar decisiones, a desarrollar sus
inteligencias múltiples para ponerlas al servicio de sí mismo y de los otros, a rechazar la violencia
venga de donde venga, a ejercer la ciudadanía – que supone derechos y deberes - establecer
alianzas a favor de la paz y de la vida. Todo eso se dice fácil, pero implica un camino de paciencia,
perseverancia y formación adecuada.
Una “Escuela para la vida” practica la Pedagogía de la escucha. Hoy los adolescentes están
creciendo muy solos – muchos padres tienen que salir a trabajar todo el día y no todos los centros
educativos tienen tiempo y espacio para escuchar a los muchachos – solo poner nuestros oídos,
sin prejuicios, para conocer sus miedos, sus tentaciones, sus sueños, les ayudaría a caminar con
esperanza. La Pedagogía de la escucha se debe extender a los padres y a las madres, a veces tan
solos también. Esta Pedagogía agudiza los sentidos para escuchar los silencios que a veces son
como gritos que solicitan comprensión. El niño o la niña pequeña que no hablan en el salón de
clases tal vez esté muriendo lentamente. La madre que no habla en una asamblea tal vez tenga su
viacrucis en su hogar, y el adolescente que calla en el aula tal vez con su mirada quiere que sepan
del miedo que le da transitar las calles de su comunidad.
Una “Escuela para la vida” practica la Pedagogía de la mano extendida. Con el puño cerrado se
amenaza, con la mano extendida se ofrece ayuda, se transmite fuerza, se muestra acogida al que
llega. La mano extendida comprende, no acusa ni juzga. No hay madre que no deponga su actitud
de rechazo ante una mano extendida de un educador. La mano extendida evidencia que familia y
escuela están en el mismo lado de la cancha. Con manos extendidas se hace una ronda para jugar.
Con mano extendida se abraza. Con manos extendidas se cierran acuerdos, necesarios para
defender la vida.
Una “escuela para la vida” practica la Pedagogía de la ternura y del buen humor. La ternura se
cultiva y crece como onda expansiva. ¡Suficientes malos tratos hay afuera, suficientes peligros,
suficientes amenazas como para que la escuela no trabaje para compensar los déficits de ternura!
El sentido del humor también se enseña. La risa distiende, suaviza tensiones, disuelve distancias,
tiene un valor terapéutico, sonreír y reír es señal de vida. Los muertos no ríen.
Una “Escuela para la vida” se entrena en el uso de la lupa para ver los signos de esperanza.
Recuerda lo que decía Nelson Mandela, “en todas partes hay gente buena”. Amplía su mirada y
recoge que en muchos hogares las madres y los padres bendicen a sus hijos por la mañana, sabe
que hay muchas mujeres que madrugan para que los alumnos vayan con su desayuno en el
morral, sabe que hay muchos padres que se esfuerzan por dar buen ejemplo, aunque no siempre
sepan hacerlo adecuadamente. Son signos de esperanza los alumnos que transforman sus
palabras violentas en palabras amistosas, también lo son esas madres que cambian su manera de
reprender a sus hijos y los corrigen sin maltratar al darse cuenta de su error, son signos de
esperanza los centros educativos que reducen su violencia interna. Se requieren lupas para ver
esos signos y no pensar que “no hay nada que hacer” o que son los otros los que deben dar los
primeros pasos.
Una “Escuela para la vida” tiene directivos, educadores, porteros que sabe que de la puerta para
dentro, los muchachos son su responsabilidad, por eso no valen las excusas de que la culpa es del
otro. El personal tiene un papel que cumplir en la defensa de la vida, en el rechazo de la violencia,
en el cambio de prácticas inadecuadas, en la formación para tener más herramientas, en la
denuncia cuando lo amerite, incluso en la exigencia de Políticas Públicas integrales para la
protección de los niños y adolescentes, prioridad absoluta según la legislación venezolana.
La paciencia y la perseverancia son necesarias para la escuela que educa para la vida. Esta
campaña de concientización es solo una acción que debe ser acompañada por el trabajo cotidiano.
“Escuela para la vida” no es solo un buen lema, es nuestra prioridad.
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