la decada homeopatka

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MADRID 20 DK DICIEMBRE DE 1855.
AÑO II.
NúM. 71.
LA DECADA HOMEOPATKA,
PERIÓDICO OFICIAL
RcÍJactaí50 por las profesores en meíiichto v ciruita U. 3. Cartign v cíors, 5). X llUrino
V loriia, v'B.B. JUartin Sarristan.
S e p i i b \ i c a l o s d i a s l 0 , 2 0 y 3 0 d e cadames. Se suscribe en Madrid en la redacción y en la librería de BaiUy-Bailliere, á 40 reales por
un año. Para las condiciones y puntos de suscricion en provincias, estrangero y ultramar, véase la última plana.—Todas las comunicaciones
y reclamaciones relativas á la D é c a d a , se dirigirán francat de porte , i U redacción , Píamela del Ángel, número 2 0, cuarto principal,
á nombre de U. J u a n I.artlga.
jJw»Hiww>jwf;fMti,ttar^CT..»f««p»TiiTnf
y^
MEDICINA PRÁCTICA.
fRemitido.)
MISCELÁNEA DE SIFILIOGRAFIA.
P A R T E : nOCTRIMAL.
(Conclusión.) (1)
Vamos á ocuparnos por fin de la demostración de la
verdad de la liomeopalia, ó lo que es lo mismp, del cómo los homeópatas son consecuentes con su doctrina, y
esta les dá razón casi siempre de la manera de obrar
de sus agentes, y de los resultados que en su práctica
obtienen; el por qué las dosis infinitesimales producen
lan saludables efectos sin tener que lamentar diariamente los estragos que la antigua medicina determina
con las suyas.
Ya hemos demostrado que el virus ó miasma sifilítico era un agente imponderable, añadiendo ahora que
basta un solo átomo del pus en que va envuelto el elemento tóxico,,para producir el chancro, el bubón ó la
blenorragia, como fenómenos primitivos, y mas larde
esos cuadros sintomatológicos lan variados y de tan funestas consecuencias, que reciben el nombre de síntomas secundarios y terciarios. Y ¿cómo un solo átomo es
capaz de ocasionar esas inmensas cantidades de pus y
de otros materiales, que da por resultado su introducción en el organismo? No será porque la cantidad de este
malerial haya sido grande, porque sobré ser indemostrable su existencia como cuerpo, el vehículo que le
sirve de escipicnle es una pequeñísima parte del pus
blenorrágicopor ejemplo; es en fin, lo que puede llevarse
en la punta de la lanceta del sangrador. ¿Obrará en este
caso por la cantidad? No; luego ¿en qué está ese poder
destructor de esa infinitesimal cantidad del elemento
(I)
Véase el núm. 69 de LA DEDADA.
miasmático? No puede verse ni esplicarse de otro modo
que dándole una fuerza patológica intensísima, que siendo débil para todo, es sin embargo muy fuerle para
trastornar el organismo: es como ciertos medicamentos
que siendo afines para determinados animales, son para
Otros, por el contrario, altamente nocivos, y su organismo les rechaza: sirva de ejemplo el beleño, el
opio, etc. De esto se desprende que viéndose la vida
acometida por un factor patológico tan poderoso, tenga
que oponerse á él con todos sus recursos, y de aqui esa
infinidad de enumtuarios que establece para eliminar el
agente que lan de cerca y fuertemente la asedia, y aqui
vemos esplicadas esas inmensas cantidades de pus, que
son los gritos del organismo, esos alertas que este centinela avanzado de la vida dá al médico para que le
socorra. De modo, que el hombre científico no puede
menos de considerar á este agente como poder dinámico ó esencialmente virtual.
También hemos manifestado nuestro modo de considerar la introducción y propagación por el organismo
del elemento sifilítico: allí dijimos que la vida arrojaba
al eslerior á este elemento destructor localizándole y
haciéndole permanecer inofensivo para el resto del organismo.
Ahora bien ; para que seamos lógicos y consecuentes
cou nosotros mismos, ¿cómo debe proceder el médico
para el tratamiento de esta como de las demás enfermedades que aquejan á la especie humana? Lo que debe
de hacer después de tener por base principal de indicaciones esa ley terapéutica constante de la cual toma
nombre la benéfica doctrina que el inmortal Hahnemanu
legó á la humanidad á costa de mil y mil sacrificios, y
por la que esperimentó persecuciones y disgustos sin
cuento; lo que debe hacer , decimos , es considerar al
agente morbífico como él es y como nosotros le hemos
considerado, como agente dinámico, virtual y ejerciendo su maléfica influencia sobre esa fuerza general que
— 274 —
vela y gobierna al organismo, sobre la vida, el princi- midad, la ha sido legada una ley que la gobierna y de
pio vilal ó el dinamismo, es decir, sobre olro elemento ella debe salir el guia, en ella esti la indicación prácticuya acción es también esencialmente dinámica. De ca que ha de servir de norte yl ií),édlco. De esto tenéis
modo que tenemos dos l\ierz9s que tienen la misma nua- varios ejemplos en los casos prácticos quA os hemos renerai de pbrar pero coniíarias ep tendencias, puesto que latado: de ella nos hemos validft para conseguirla*
la una conspira á la conservación y U otra á la des- curaciones que dejamos anoli»d»s, y sino además de la
trucción del sel- que vive: luego naturalmente han de especificidad del virus sifilítico, recórranse aunque sea
rechazarse.
rápidamente sus manifestaciones esteriores, examínenSi el elemento patológico posee una fuerza superior se detenidamente los síntomas de la blenorragia, los del
alelemento vida, lógico es concebir que le ha de ir mi- 1 chancro, bubón v los demás fenómenos secundarios v
nando, que ha de tender á destruirle, esto ya lo cono- I terciarios, y compárense con las palogenesu\3 del
ce el médico por la esprcsion del organismo; y lo mere, sulph. del nilri. ac. del aur. de la nux. votn. y
que entonces debe de hacer es examinar y medir dete- la de los demás medicamentos de que nos hemos valido
nidamente la naturaleza é intensidad de estos factores, y nos valemos para efectuar las curaciones que dejay después, tratar de favorecer á la fuerza conservalriz mos relatadas y las que continuamos haciendo, y se
con otra que sea de la misma especie y que no tenga verá la armonía que reina entre nuestra patología y
mas que una sola manera de obrar; y su misión estará' nuestra terapéutica, entre nuestra teoría y nuestra
cumplida, porque si la vida y el agente morbífico, tie- práctica, y á pesar de todo, cuando se os habla de honen 20 grados de poder, y'á uno de ellos, á la vida se meopatía la desdeñáis con tono doctoral, mas á este
le añaden uno ó dos grados mas de acción con el ele- desden no podrá llamársele nunca razón. Estudiadla y
mento terapéutico, el resultado no será dudoso, el or- entonces con fundamento podréis combatirla y no os
ganismo habrá triunfado, la enfermedad estará comba- comprenderá aquel axioma de Balmes.
tida y el médico satisfecho. Esto es lo que el homeópata
El que combate una cosa sin conocerla es un necio,
hace cuando frente de un cuadro patológico, considera y si la combate con acrimonia es
á la vida y á la enfermedad dinámicamente, recoge los
P. G.
antecedentes de aquel estado, reflexiona lo que puede
tener de especifico, y si hay algún agente miasmático
de por medio: entonces es llegado el momento de proCONGRESO MEDICO líOMEOPATICO
ceder á la aplicación del remedio cuya naturaleza ha
REUNIDO EN PARÍS.
de ser necesi\riamenle idéntica como hemos dicho á la
de la enfermedad que quiere combatir. Y ¿de qué meSESIÓN DE l a S S .
dios se ha de valer para poner en acción el agente terapéutico? ¿Qué es lo que le ha de servir de guia? ¿Ha(Continuación.)
rá una teoría de enfermedad especial, para ponerla en
relación con otra teoría de medicamento? No, aquí está
Nótese bien que la comisión de la Sociedad nombrasu grande recurso, aquí el secreto arrancado á la natu- da para examinar el folleto, «con objeto, dice el relaraleza, aquí está en fin la ley terapéutica Simillia simi- tor, de no incurrir en una precipitación ilegal, estaba
compuesta de individuos muy conocidos por su lealtad
llibus curantur: cslc es el gran manantial donde se y espíritu de tolerancia respecto á las diversas doctrialimenta lodo ese inmenso y vasto caudal científico co- nas médicas; esta elección debia quitar todo prelesto á
nocido con el nombre de Medicina, aquí es donde tie- las recriminaciones, pues solo el amor á la verdad ponen aplicación todas esas ciencias que son inseparables dría ser su móvil.» En efecto, señores comisionados,
de la ciencia benéfica de curar. ¿De qué servirían esos habéis probado muy bien vuestro espíritu de tolei'ancia;
¡qué burla mas fina!
sistemas de palancas tan admirablemente combinadas,
Añadamos, en fin, que para coronar su obra y darla
de qué esas vias férreas que han hecho una revolución toda la publicidad posible, la Sociedad de Marsella, ha
en el mundo entero, sino fuera por esa fuerza impulsi- remilido este informe á todos los periódicos de mediciva del vapor, que arrastra tras si cuanto se la opone al na: la mayor parte le han insertado y otros no han tipaso? ¿Y de dónde ha salido este gran descubrimiento? tubeado en añadir algunas malévolas insinuaciones contra nuestra doctrina y contra todos sus adeptos: uno
De una ley areostálicu. ¿Qué seria de la física, qué de de ellos muy conocido por la facilidad con que maneja
la ciencia antropológica, sino estuviera regida, y gober- el arma de la sátira, que aunque muy empleada contra
nada por leyes, constantes? Claro está que resultaría la la homeopatía no produce otro resultado que acelerar
confusión y el caos. Pues bien, si la ciencia entera está su marcha, la Union medicale representada por monregida por leyes que no llamaremos eternas, porque sieur Amadeo Latour, se espüca del modo siguiente
(núm. del 10 de julio de 1855):
qada hay eterno mas que Dios, aunque si constantes,
«A las corporaciones científicas y no á las individuay siendo como es la terapéutica hija legitima de la cien- lidades, corresponde entrar en abierta é incesante lucia, ¿por qué la ha de haber desheredado y dejado es- cha contra el progreso de las ideas falsas ó peligrosas y
puesta á los horrores de la horl'andad y de la miseria? contra los prácticos manifiestamente inspirados por la
No, no lo podemos creer; la terapéutica por su legiti- codicia... No creemos sean suficientes á evitar la propagación de la escenlricidad médica, ni las medidas le-
275
gislalivas, ni la decisión de los tribunales. Pero sí le- dades y los hábitos de compañerismo, sino mas espeñemos gran confianza en la discusión firme, atrevida y cialmente con los verdaderos principios que sirven de
valerosa, si creernos que la publicación desvergonzada base al adelantamiento de la ciencia y al progreso del
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del charlatanismo ó del error en oposición con la pru- arle;
dente publicación de las discusiones y acuerdos de los
Por eslos motivos, y tomando la defensa de un sábid'
hombres instruidos, han de evitar que tanto el espíritu y honorable colega y de la homeopalia ultrajada en su
médico como el público, se eslravien con tan peligrosos persona , creyendo además obrar en nombre de los olviescritos.
dados derechos de la ciencia; y de los desconocidos iny)Asi lo ha comprendido la sociedad imperial de me- tereses de la humanidad:
dicina de Marsella, que acaba de dar un grande y vaEl Congreso médico homeopático reunido en París,
leroso ejemplo, respondiendo con un informe enérgico á Protesta contra la conducta de la Sociedad imperial
un folíelo muy esparcido de M. Chargé, titulado la de medicina de Marsella:
Homeopatía y sus detractores. Publicamos este inforDeclara que esta sociedad ha fallado á los deberes de
me que la Sociedad de medicina de Marsella nos ha he- la profesión médica, que son los que á la vez la imponen
cho el honor de dirigir, y al cual daremos toda la publici- la ciencia , el arte y la humanidad; que su acción es
dad que nos sea posible. (V. el follelin). Si todas las tanto mas censurable cuanto que como cuerpo oficial,
sociedades de medicina imitaran á la de Marsella, todo debe ser para cada uno de los miembros de la sociedad
el mundo se convencería bien pronto del valor de las médica, un modelo permanente y un ejemplo de todas
aserciones de los partidarios de la homeopatía y de lalas virtudes profesionales.
realidad de sus escepcionales curaciones.n
Si se adopta la resolución que os proponemos, qui¿Qué os parece, señores, de esta enérgica introduc- siéramos también que decidierais:
ción al enérgico informe, marsellés? M. Amad. Lalour 1.® Que este informe y la resolución que le termina
ha tenido valor de seguir el grande y valeroso ejemplo se inserten íntegros en el eslracto de nuestras sesiones.
que le ha dado el alto cuerpo oficial. ¿Cuántos suscri2." Que se tire el suGcieute número de ejemplares,
tores le habrá valido á la Union medicóle en la ciudad para que la respuesta se esparza tanto como el ataque.
meridional, esta valentonada de su redactor en jefe? Sin
3.° Que como un homenaje del Congreso al doctor
insistir demasiado en el juicio formado por el Periódico M. Chargé, se le remitan varios] ejemplares, é igualde los intereses científicos, morales y profesionales demente al señor presidente y miembros de la Sociedad
la clase médica, aplicaremos sin embargo á este diario, de Marsella , y á los redactores de los diversos perióaunque empleándüias en mejor sentido, ciertas palabras dicos de medicina.
del informe de Sanvet, que ya conocéis, y os diremos
Se aprueban por unanimidad las conclusiones de!
como á nuestro colega Chargé:
dictamen.
«Del dominio del pensamiento que es el vuestro, seEl Sr. Presidente: Muchos señores piden que las
ñores, no descendáis á los cálculos de la industria; esas relaciones verbales y los trabajos del Congreso, se pu-i»'
injurias que una orgiillosa temeridad os arroja, no pue- bliquen en el diario de la Sociedad galicana y en una
den llegar hasta vosotros
» Pero siempre mas cari- edición aparte.
tativos que lo son esos señores, no emplazaremos á
Puesta á votación la proposición, se aprueba por unaM. Lalour anle el Iribunal del Juez supremo.
nimidad.
El Sr. Nuñez, presidente honorario: Señores, tengo
Mas el juicio de la Sociedad imperial de medicina de
Marsella, tiene una gravedad muy superior á las frases el deber de manifestaros mi eterna gratitud por la inde un periodista sistemáticamente hostil; los actos de sigue distinción con que me habéis honrado nombrándouna corporación científica representante oficial del arte me vuestro presidente honorario. Esla distinción me es
médico, merecen un examen serio, deben ser cuidado- tanto mas lisonjera , cuanto menos merecida ia tengo.
samente apreciados, con imparcialidad y dignidad, aun- Por lo mismo me es mucho mas sensible, y os doy graque esta falle en sus obras, y deben ser el objeto de una cias por ella , con una efusión de corazón que se halla
resolución bien motivada. Creemos haber cumplido el aumentada por el gran número de esperimenlados amiencargo que nos habéis confiado, con toda la minucio- gos que tengo la dicha de contar en esta asamblea.
sidad debida , y por lo tanto tenemos el honor de pro- (Aplausos.)
El Sr. Presídeme publica el resultado que ha dado el
poneros la resolución siguiente:
Atendido que el informe del Dr. Sauvcl, adoptado escrutinio para el nombramiento de los 15 miembros
por la Sociedad imperial de medicina de Marsella, no que han de componer la comisión central; el número de
es un dictamen científico ni formal del trabajo que se le votantes ha sido de 45, siete papeletas estaban en blanhabia encargado, á saber, del valor de la homeopatía en co. De los 38 votos han obtenido mas los señores Peiroz, 27; León Simón, padre, 29; Tessier, 19; Moel tratamiento del cólera en Marsella en 1854;
Atendido que las cuestiones relativas á la ciencia y al lin, 18; Leboucher, 18; Escallier, 14; Crelin, 27;
arte módicos, no han sido planteadas ni estudiadas; que Jahr, 13; Gaslier, 19; Love 13.
las cuestiones de hechos son sin discusión previa, comLos miembros de los deparlamentos que han obtenipletamenlc desmentidas; que en vez de objecciones se- do mas votos, son:
rias y de argumentación franca, leal y científica, no se
Sres. Chargé, 32; Béchet, 24; Andriena, 19; Marencuentran en el lal informe mas que «desdenes afecta- chant, 19; de Bonneval, 15.
dos, aserciones erróneas, inculpaciones infundadas,
De consiguiente, estos 15 individuos compondrán la
mentís sin pruebas, injurias groseras, chanzas fuera de comisión central homeopática, hasta la reunión del prólugar;»
ximo congreso en París.
El Sr. Presidente pronuncia el discurso siguiente:
Atendido que semejante manera de obrar por parte
Señores, en el momento de nuestra separa'cion podede una sociedad científica, iratándose de la obra de un
médico instruido y respetable, de una cuestión que tan mos y debemos echar una rápida ojeada sobre el camide cerca atañe á los intereses de la humanidad pacien- no que hemos recorrido.
La sesión del Congreso de Paris, ha sancionado nuete, está en oposición no solo con los usos de las socie-
— 276 —
vamenle la verificada eii Burdeos, que reanudó la cadena , demasiado tiempo interrumpida, de estas asambleas, en que se reúnen los homeópatas de Francia y
del eslranjero, con objeto de conocerse, apreciarse, reanimar sus esperanzas y buscar en común ios medios
de vencer los obstáculos por todas parles sembrados.
Aunque no nos encontramos ya en los dias de triste
memoria en que la homeopatía era considerada como
cosa eslraña, no obstante sus continuas luchas y sus
conquistas incesantes, no ha conseguido todavía el derecho de ciudadanía. La es aún preciso pelear por su
propia existencia, luchar con ardor sin salirse de la mesura que la imponen la verdad, la justicia y la prudencia , y por esto se halla en la necesidad de mantener la
institución de los congresos 6 reuniones de los individuos de los diversos puntos de Francia y del estranjero, que sirven además para aclarar mucho la posición
de la homeopatía, en los debales que en ellos se sostienen.
Esperamos que en el dia del triunfo, los que nos sucedan no dejarán morir estas grandes juntas médicas,
imagen de otras reuniones anuales en que se discuten
las necesidades de la agricultura y de la industria, y en
lá que cada año se loman resoluciones conforme á esas
necesidades y á sus mas legítimos intereses.
Luengos años, para desgracia de la humanidad, los
homeópatas consliiuirán la minoría en nuestras provincias y acaso en esta capital. Durante mucho tiempo necesitarán prestarse miíluo apoyo, iluminándose los unos
con las luces délos oíros, y viniendo aquellos á pedir á
estos, con seguridad de obtenerla, protección para su
persona, su carácter y su posición , atacadas por.el
odio ó por la envidia de algunos compañeros: porque la homeopatía por su cualidad de completa reformadora del arle de curar, está condenada á vivir y des
arrollarse durante algún tiempo , por fuera del estrecho circulo que la describe su antecesora y rival. Para
que las dos escuelas encuentren su punto de conjunción, es necesario que la alopatía efectúe su tan proyectado y prolongado divorcio de las seductoras hipólesis:
que precise y ensanche su método; que la observación
y la esperioncia sean en ella un hecho real y no una
buena y laudable intención ; es menesler que los médicos que la representan lean mas á menudo que lo hacen, en el libro de la naturaleza, donde Dios ha escrito
con su i)ropia mano, sin error y sin tachón, todas las
verdades que el médico puede aprender y debe conocer.
Hasta este dia tan ansiado me parece será úlil y necesario multiplicar, como con tanto acierto lo ha hecho
M. Escallier, nuestras escursioues por el campo de ia
terapéutica alopática; investigar los medios que emplea,
los senderos por que vá y por donde se introduce en la
homeopatía, unas veces sin saberlo, otras con conocimiento, j)orque cu la indigencia desús medios, quiere
recojer algunos de los frutos que tan abundantemente
produce la terapéutica homeopática.
También convendrá insistir, como lo ha hecho monsieur Cretin con la energía y elocuencia que le caracterizan, sobre los problemas siempre planteados y jamás
resueltos de las curaciones espontáneas y el método esperimenial; estudiarlos y discutirlos bajo el punto de
vista hahnemanniano, para que la alopatía sepa una vez
mas, que la homeopatía no acepta las objecciones que
en este punto se le hacen; que sabe distinguir en toda
curación , la parte que se debe á la medicación y la que
corresponde á la fuerza vital, y que comprende el método esperimenlal de una manera mas vasta , mas completa, mas práctica, y yo añadiría mas legal y mas
franca que la alopatía : ¡la alopatía! que vá deslizando
sus hipólesis bajo el manto de la esperiencia que nunca
interroga sino con la parsimonia que ha de legalizar sus
sistemáticas ideas. Esto, repito, es lo que han hecho de
un modo mas eslenso M. Crelin , y bajo un aspecto mas
circunscrito M. León Simón, hijo, con la comparación
que han hecho entre la esperimenlacion pura tal como
Hahnemann la instituyó, y los esperimentos de los vivisectores en la investigación de los principios inmediatos
de ciertos medicamentos, y los datos suministrados á la
farmacología por las investigaciones toxicológicas.
Por su cualidad de reforma íntegra del arte de curar,
la homeopatía es una innovación ; Hahnemann es un innovador ; por tal concepto, ha sufrido la suerte reservada para los que dotan la ciencia con una verdad nueva. En la comparación que M. Cruveilbier ha establecido entre Hahnemann y los reformistas de los siglos XV
y XVI, se ha procurado poner en relieve esta verdad:
no tenemos de ella sino una idea incompleta , porque la
estension de su Memoria, no le ha permitido leerla toda;
no lardaremos en conseguirlo con la lectura de lo que
aun falta.
MM. Perry y Lambert, de Lyon, han procurado dilucidar dos cuestiones de farmacología: en la primera
se fija el sentido que deben lener las palabras atenuación
y dinamizacion; en la segunda se investiga por la via
de la esperiencia , los vehículos que es preferible elegir
para la administración de los medicamentos homeopáticos. M. Perry distingue en los medicamentos dos fuer-,
zas distintas aunque inseparables; la fuerza palogenélica y la fuerza curativa, antagonistas en su existencia.
Así esplica cómo se disminuye la acción de la una,
cuando la otra se aumenta y se desarrolla.
De las esperiencias de M. Lambert parece deducirse,
que los medicamentos homeopálicos pueden administrarse en el agila común, sin temor que reaccionen sobre las impurezas que esta pueda contener. Tal es la
conclusión práctica de los esperimenlos que á nuestra
vista ha repetido nuestro honorable colega, Si nuevos
hechos confirman á los primeros, esto servirá para tranquilizar á muchos homeópatas que se ven obligados á
pasarse sin el agua destilada , que por mas cuidadosamente preparada que se halle, siempre contiene algunas
impurezas de los instrumentos de destilación.
fSe continuará.)
REVISTA MEDICA.
POR EI> DOCTOR TESSIER.
[Continuación.]
11.
DE LA SUPUESTA INCOMPATIBILIDAD QUE , SEGÚN LA
NUEVA ESCUELA , EXISTIRÍA ENTRE LA CIENCIA Y LA
RELIGIÓN.
Hace algunos años que se ha formado en París una
sociedad que se llama de Biología , sin duda por antífrasis, porque en esta sociedad se combate el vitalismo.
Pero sea lo que quiera, esta reunión es para las ciencias fisiológicas lo que la sociedad filomálica para los
físicos y los geómetras. Su espíritu está constituido por
— 277 —
la unión del prolestanlismo con la filosofía. La parle ;
niédica de la corporación tiene por principales represen
tanles á M. Raj er, miembro de la Academia de ciencias; á M. Lillré, miembro de la Academia de inscripciones y bellas letras, traductor de la Vida de Jesucristo, de Slrauss, traductor igualmente y comentador |
do Hipócrates, de quien casi ba becbo una fábula mito- |
lógica, puesto que le ba reducido al papel de un padrino
bastante torpe de la filosofía posilivista. Después deesIos vienen M. Robin, que ha encontrado la caja de Pandora llena de buevos; M. Yerneuil, joven agregado que
en sus lecciones es con especialidad el enemigo mortal
del alma; en fin, M. Broca, agregado también, cuya
palabra anli-calólica toma cada día un vuelo mas elevado, y últimamente, ¡i propósito de ciertas objeciones
sobre las teorías de Ch. Bell, se complacía en prontin-^
ciar esta frase tan oportuna como llena de imaginación
y originalidad: «üe muy buen grado aplicaría á los sistemas todos esta execrable palabra de un sacerdote fanático: Matad siempre, que Dios sabrá reconocer á los
suyos'n Debo añadir, para satisfacción de M. Broca,
que tan execrable palabra es pura y natural invención
de uno de los suyos.
La nueva escuela (que así se designa ella, como se
dice la nueva Suiza, la nueva Italia, la nueva Irlanda), forma una clase particular de enemigos de la medicina, que parece estima en bien poco. Su objeto está
mas alto, y la medicina no la sirve mas que de pantalla,
de pretesto para dirigir sus ataques á la religión. La
medicina puesta al servicio de la irreligión es, no diré
yo su bandera, pero sí su consigna de orden.
La secta parece que ba estudiado la lógica en
Proudbon. Ha escogido una marcha refrenada, un desden á las palabras demasiado claras, que en unión con
el método de las insinuaciones, de las contradicciones
y el equívoco, es capaz de alucinar á aquellos cuyo número es, por desgracia, infinito. La nueva escuela cahanista especula con la tontería en general y con la tontería médica en particular. Esta es una gran habilidad,
á juzgar de ella por el éxito de Cabanis.
Pero en materia de habilidad, no hay quien gane á
nuestros jóvenes cabanistas: juzgúese sino por el artículo
siguiente. Se diría que el autor defiende en él la religión,
en contra de las pretensiones médicas no ya exajcradas,
sino absurdas. Vamos á probar que M. Marmisse se
engaña de medio á medio. M. Marmisse es el monote,
la pantalla al través de la cual se quiere hacer ver á los
médicos ilustrados lo absurdo de la Biblia y del Evangelio, al mismo tiempo que se quema un poco de incienso en la ahumada lámpara de Galileo. Veamos cómo
M. Broca va á estrangular á su rival, la religión, fosándola al rededor del cuello el cordón de la ciencia
médica despojada de las preocupaciones que hasta la
era de Cabanis y los cabanistas se habian adherido á
ella , bajo la triple y triplemente abominable influencia
de la superstición, el fanatismo y la tiranía (es decir,
del catolicismo, los sacerdotes y los reyes).
ello.. ¡P<>rfli la ciencia iluminar la religión! Es una pretensión tan orgullosa como impía.
«Todo el mundo sabe que la ciencia ha hecho'su ifeájiíi
Irada en el orbe por consecuencia del pecado (1).
'.ii'i
))La ciencia es, pues, en sí una cosa incómoda que'
no hubiera salido á luz, si la naturaleza humana hubiera conservado su primitiva pureza. Se ba intentado
aducir algunas consideraciones en pro de la ciencia mé-_
dica, á causa de su utilidad general, pero no hay que
hacerse ilusiones en este punto. La Biblia nos enseña
que las enfermedades han sido enviadas al hombre en
castigo de sus pecados, y asi que para curarse no trató
de recurrir á socorros humanos, sino de aplacar la cólera divina. Los filisteos no ignoraban esto, y consultados por el pueblo soiire los medios de hacer cesar una
mortífera epidemia de caida del recio (2), que había
atacado á todos los habitantes de las ciudades, sin escepcion alguna, a parvo usque ad majorem, respondieron que era preciso enviar inmediatamente el arca del
Señor, cautiva hacia algún tiempo, y que no estaría
demás añadieran una ofrenda de cinco anos de oro (3).
Esta prescripción fué obedecida y seguida de resultado.
Por otra parte, Asá, rey de Judá, «cuyo corazón fué
perfecto todos los dias de su vida,» según el Libro de
los reyes (í), manchó su vejez, según las Crónicas,
con dos hechos graves: fué el primero reducir á prisión
á un santo profeta (5); y hé aquí el segundo de que
murió: Agrotavit etiam Asa anno trigésimo nonc regni
sui dolare pedum vehementissima, et nec in infirmitate
sua qumsivit Dominum, sed magis in medicorum arte
confisus est (6). «No recurrió al Señor en su mal, y
puso demasiado su confianza en la ciencia de los médicos.» El texto es verdadero, el castigo evidente, y por
penoso que sea para nuestro amor propio profesional,
estamos obligados á reconocer que el ejercicio de la medicina está poco conforme con los preceptos del libro
divino.
»Es verdad que el Espíritu Sanio no desdeñó el inspirar á San Lucas á pesar de ser médico (7), pero es
muy permitido creer que al convertirse San Lucas renunció para siempre á la prácUca de su primera profesión. Dirigiéndose á Roma con San Pablo, fué arrojado
por una tempestad á las costas de Malla: los dos apóstoles náufragos recibieron getierosa hospitalidad en casa
de un tal Publio, cuyo padre padecía una disenteria.
Ksla afección hubiera cedido positivamente á algunas
prescripciones científicas, pero San Lucas no quiso recurrir á tales medios, y San Pablo se encargó de la curación (8). San Lucas en sus escritos no habla mas que
una vez de los médicos, y lo hace desgraciadamente, en
los siguientes términos bien poco lisonjeros: Et mulier
qucE erat in fluan sanguinis ab annis duodecim, quce
in médicos crogaverat omnem substantiam stiam, neo
ab ullo poluit curari, ele. (9). .\si lodo el bien, toda
la sustancia de esta pobre mujer hablan pasado á las
manos de los médicos , que no habian podido curarla;
muy lejos de esto, San Marcos añade ; Et erogave-
MARAVILLAS EVANGÉLICAS ESCLARECIDAS POR LAS CIENCIAS
MÉDICAS.
Por M. G. Marmisse, premiado con la medalla del cólera
en 183,').—Un volumen en 12.°: París, IS.'íS.—Se vende en
casa del autor, calle Saint-Jacque3,niim. 108, y en las librerías de medicina.
«E! solo título de esta obra nos ha producido una
impresión bien penosa. Nada mejor que la religión sea
llamada á guiar y esclarecer la ciencia; esto se ha hecho duraule largo tiempo, y algún día podrá volverse á
(1)
con su
con la
(2)
V.
9.
(3)
El Catecismo enseña que csla fué la ignoraucia. EraliroUándose
Catecismo, M. Broca se ha embrollado con el sentido común y
ciencia.
Et compulretcerant promirientet extales eorum. \, Hegnum.
I. Regum. VI, 5.
(*) lU fíegum, XV, U .
(«) II. Paralipon\¡nes, XVI, 10.
(«) Loe. eit., XVl, 12.
(7)
w
(9)
Paul ad coloss., IV, 14.
Acta apóstol., XXVIII, 7 y 8.
Luc. VIH, US.
278
rant (medid) omnia sua, nec quidquam profecerat, I miran. Hay multitud de buenas gentes, que ni han
sed magis deterius habebat (1). Es claro que aquí los pensado nunca en leer la historia de los concilios, ni los
médicos no quedan muy airosos, y si San Lúeas hu- escritos de los Padres, ni aun los de los casuistas: buebiese conservado la menor simpatía por su antigua pro- nas gentes que por cierto difieren bien poco de M. Marv.
fesión, liabria pasado en silencio, como lo hace San Ma- misse. Pero lo que en rigor podemos escusar en ellas,
teo que refiere la misma observación (2), la ignorancia nos es imposible en un hombre que se permite mezclar
y avaricia de los médicos.
la religión con la ciencia, y que diga lo que quiera, se
»Los libros santos son, pues, poco favorables á la halla muy lejos de ser siempre ortodoxo. Antes de immedicina , y no debe ser una ciencia tan despreciada la pugnar ciertas opiniones admitidas por la Iglesia, seria
que tenga la pretensión de esclarecer la religión. Siem- mejor saber lo que la Iglesia dice de ellas. Así lo hizo
pre lo han entendido asi los médicos, y este es el ori- Vollaire, á quien se perdonan sus esiravíos, en gracia
gen de la opinión tan general que los considera como de su erudición sorprendente, de su invencible lógica,
poco inclinados á la verdadera piedad. Esla idea es, de su estilo inimitable y de su genio, que jamás tuvo
por desgracia, demasiado cierta, y tememos mucho que igual. (¡M. Broca raya en lo sublime!) Pero M. Marmisse se ocupa poco de lo que se ha escrito antes de él.
la obra de M. Marmisse no la confirme aun mas.
«No es esto decir que el autor se halla animado de Apenas si ha leído los trabajos clásicos de Bartholin,
mala intención; al contrario, cuando tomó la pluma es- Mead y Ader sobre la medicina de la Biblia; han pertaba animado del deseo de ser y permanecer perfecta- dido el tiempo todas las personas piadosas que desde
mente ortodoxo. Pero el espíritu del hombre es astuto hace tres siglos han escrito sobre tan importante asuny desesperadamente maligno, y M. Marmisse no ha po- to. No se creería que M. Marmisse ha encontrado medido librarse siempre de las malas tentaciones de su dio de escribir 338 páginas sobre la materia, sin citar
orgullosa ciencia. ¿Y qué le ha sucedido? Cuando su una sola vez el nombre de Bapl Codronchius (1), y sin
obra estaba acabada, ha querido, á fuer de buen cató- aparentar tener conocimiento de las recientes publicalico, someterla á la aprobación de las autoridades mas ciones de los Sres. Malgaigne y Dechambre (2). ¿Cómo
competentes: nuestros piadosos colegas del periódico habia de leer todo esto? ¡Si no ha leído ni la Biblia! Esl'Univers le han rechazado con desprecio, y la comisión to parece increible, pero hay cosas increíbles que se vé
eclesiástica nombrada por la autoridad episcopal para uno obligado á admitir; hé aquí algunas pruebas entre
el examen de los libros, le ha dado una respuesta tar- mil que pudiéramos citar.
día y evasiva que tenia toda la significación de un in«Hery Oham [sic], dice M. Marmisse, son heridos
sulto. Hasta aquí todo iba bien. Es permitido el error, »de muerte por haber cometido una acción abominable,
pero la obstinación no se perdona. Mas M. Marmisse »que impidió á Thamar hacerse madre (3).» Cierto,
no ha querido perder el fruto de sus vigilias, y en lugar muy lejos estamos de presentar á Her, hijo mayor de
de quemar su manuscrito y seguir el precepto de Salo- Judá, como un hombre irreprochable; sabemos al conmón á la sabiduría: «Tú eres mi hermana (3);» y á la trarío, que fué reprobo para con el Señor: fuit Her ne~
prudencia «Tú eres mi amiga,» ha preferido decir como quam in conspectu Domini (4).
Elias: «Yo también hablaré y haré ver cuál es mi
))Sin embargo, nadie ha dicho en qué consistían sus
ciencia (4).»
faltas, en cuanto á su hermano Onán (y no Onám, que
»En verdad que cuando recorremos esta obra nos era hijo de Atara y de .Terameel (5); en cuanto á Onán.
esplicamos perfectamente la frialdad con que ha sido decimos, ya es otra cuestión : la Biblia nos enseña que,
acogida por los respetables legos que redactan el perió- introiens ad uxorem fralris sui, semen fundebat in
dico rUnivers: en ella encontramos mas de una propo- terram (6). Esta era la acción abominable para la que ha
sición que huele á heregia desde bastante lejos. El au- quedado reservado el nombre de Onán, pero Her no
tor con una lijereza imperdonable, espüca á su gusto cometió ninguna semejante, y queremos crepr que al
los mas insondables misterios y lo que es una desgracia calumniar así su memoria, M. Marmisse no ha pecado
bástanle sutil en medio de tan gran escándalo, no tiene mas que de ignorancia.
inconveniente en atrepellar los preceptos de la ciencia
))Olro ejemplo: no hay estudiantino que desconozca
mas elenoeutal.
la historia del gran sacerdote Helis, que quedó ciego en
»Para atreverse á escribir un libro de esta especie, á su vejez, y que murió á los noventa y ocho años, de
presentar y someter á mutua controversia la medicina una fractura del cráneo (7), siendo reemplazado por
y la teología, seria necesario principiar por será la vez Samuel.
»Si M. Marmisse se limitase á llamarle Helié, acumédico y teólogo. Veamos si M. Marmisse reúne estas
saríamos de la falla á su impresor, pero se esplica así:
dos condiciones.
»La indil'erencia y la ignorancia son en materia de «los pecados de los hijos de Ilelie ocasionan su muerte,
religión, los caracteres dominantes de nuestro perver- «la del mismo Pontífice, y por consecuencia el aborto
tido siglo, de este siglo que hasta los carteles de las «de su hija política [S).Y. Desde luego esla es una inesquinas proclaman unánimemente como el siglo de lasterpretación muy gratuita de la muerte de Helí, porque
luces (5). Citamos con placer esla frase dcM. Marmisse, nada hay en el texto sagrado que lo atestigüe: y adeporque casi es lo mejor que hay en su libro. Los erudi- más, ¿á dónde ha visto M. Marmisse que la mujer de
tos del dia conocen la química, la física, la historia natural, la anatomía, la mecánica, la astronomía, la pa{{) B.ipi Codronchius, De Chriitiana medeudi ralioiíe, libri dus.
tología, la terapéutica y muchas otras ciencias de cues- Ferrare,
1591, en 4."
tionable utilidad, pero de teología, ¡ahí ni siquiera la
(2) Malgaigne, Lellrts sur la chirurgie de la Bible. Dechambre,
(1)
(2)
(I)
(4)
(5)
Marc. V , 2 6 .
Mal.
Prov., VU, • .
Jo6. XXXll, 17.
Marmisse, p. 9.
¿natomie, physiologie
el palhologie de l'homme dant í'aulre monde. (Eicaminateur medical. Parí», 1 8 i l . )
(S) Marmisse, p. 2.
(*) Con. 38, 7.
(5) Paralipomen.,
U, 26.
(6) Cencí., 38. 9.
(7) l.Reg.,
IV, 15, 18.
(8) Marmisse, p. 9.
I
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Phinees abortase? Si hubiera leido la Biblia, sabría qiíí?
Vxor Phinees prcegnans erat, vicinaque parliu, llegó
al término de su embarazo, y lanío no abortó, que parió un niño varón, tan vivo que fué llamado Jchabód (1).
¿O M. Marmisse ignora hasta la definición del
aborto?
«Mas el libro de M. Marmisse ocupándose sobre lodo de las maravillas médicas del Evangelio, hace sospechar que su autor habrá leido al menos el Nuevo
Testamento. Olra decepción. Escuchad:
«Los apóstoles hablan recibido el don de curar, y á
«pesar de esto, en ninguna parte del Evangelio se dice
»que hayan curado enfermedades claramente designa»(las, lo que induce á creer que no nos ha sido referido
»lodo (2).»
..i-.i
M. Marmisse se limita, pues, á insinuar que las narraciones, del Evangelio son incompletas. Eslo es, como
se vé, muy respetuoso en un escritor que tiene la pretensión de ser ortodoxo. ¿Y en qué se funda? En que,
según él, los apóstoles no han curado ninguna enfermedad claramenle designada. Y sin embargo, San
Pablo curó una sirvienla que tenia un espíritu de
Pylbon (3); San Felipe libró á muchos poseídos (4); y
la sombra de San Pedro curó á muchos enfermos q«e
estaban alormenlados por espirilus impuros (5). La imparcialidad nos obüga á confesar que estas enfermedades no están muy claramente designadas; pero no sucede lo mismo con la parálisis que hacia ocho años retenía á Eneas en su cama (6), ni con las deformidades
congénitas de los dos miembros abdominales, que fueron curadas en Syslría por San Pablo, y en Jerusalen
ante la gran puerla del Templo por San Pedro (7)..Aun
podríamos recordar la observación de la disenleria que
afligia en Malla al padre de Publio; pero ya hemos hablado de ella mas arriba. Difícil es que M. Marmisse no
encuentre á estas enfermedades claramente designados;
pero continuemos.
«Según él, no se mencionan mas que nueve resurrecciones en el antiguo y nuevo Testamento. Empecemos
por decir, con este motivo, que el autor con su habitual exactitud, concede sin que pueda saberse por qué,
el titulo de viuda á Tabilh, llamada por olro nombre
Dorcas, que fué resucitada en Joppé por San Pedro.
Va mas allá aun, y afirma que debiera estar muy próxima á su vejez (8). Todo eslo es de pura imaginación.
Dorcas era una santa mujer, llena de buenas obras, que
murió y fué resucitada, y nada mas se sabe de su vida.
Asi escribe la historia M. Marmisse.
«Pero hé aquí el error mas grave. El autor no conoce mas que nueve resurrecciones: no • conoce mas que
nueve y desconoce hasta lo que pasó en el momento de
la muerte de Nuestro Señor.
« F s e abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de
»Santos que habian muerto, resucitaron; y saliendo
y>de los sepulcros después de la resurrección de él, vinnieron hla ciudad santa y aparecieron á muchos (9).»
El número de los santos no se ha lijado, pero eran mu-
(•)
(2)
(3)
I, K e j . , IV, 19, 2 1 .
Marmisse, p. 54.
Act. apóstol., \V¡, 16.
(4)
Id., v m , 7.
(5) / d . , V , 1 5 y l 6 .
(6) Jd., IX. 33.
(7) / d . , XIV, 7; i n , í á l l .
(8) Compárense, Marmisse,p.217, 223, 229 y 23" c o n o c í ,
IX 36 á 4 1 .
(9) J/a(. X X V n , 5J, 5 3 .
dnm, inulta corpora sanctorum. El hecho es de los
mas positivos y aunque tres evangelistas no le mncionan, el testimonio de San M&teo es muy suficiente.
¡M. Marmisse escribe sobre las maravillas evagélicas,
sin haber leido á San Mateo! Si hubiese tenido conocimiento del primer Evangelio, no hahria tenido la temeridad de decir, que las resurrecciones consislian simplemente en el retorno del principio nervioso; no se
hubiera lomado la molestia de citar dos páginas de Legallois, no hubiera hecho la descripción de la respiración artificial, inventada según él, por M. Bernard el
18 de mayo de 1853(1)!!! En fin, no hubiera escrito tan
audaz frase, sobre el mecanismo de las resurrecciones:
«Pudiéramos decir, por las nociones cicnlificas que svi«minislran las esperimentaciones, que el principio ner«viosfinina vez reintegrado en su acción, puede hacer
«contraer el corazón y después dilatar los pulmones, y
«que renovados ya estos movimientos, se reanima el
«resto de la máquina; la sangre venosa acumulada en
«en los vasos y aun en muchos órganos parenquimato^>sos, como el hígado, el bazo, el riñon, repuesta en
«circulación y en contado con el aire, dá lugar necesa«riamenle al restablecimiento de los oíros fenómerios
«accesorios de la vida ('2).« Hé aquí reducido el mila«gro á su mínimum, un poco de principio nervioso y
y se hace la conversión. ¡Pero desgraciado! ¿Qué diréis de la resurrección de los santos que lanío tiempo
líacia dormían en sus sepulcros cuando Jesús espiró, y
cuando un temblor de tierra abrió sus tumbas? ¿Estas
osamentas, tenían corazón, ni pulmones, ni sangre venosa, ni vasos, ni órganos parenquimalosos? ¿Qué podían hacer con vuestro principio nervioso? Deteneos,
dejad las resurrecciones y llevad algo mas lejos vuestro bagaje médico.
[Se concluirá.)
VARIEDADES.
(iis^eriaiiios COEI sumo s^ust» «t SSanifícslo que los
dignos médicos homeópatas de Jerez han publicado en un
diario de aquella ciudad, anunciando al público la apertura
de un dispensario gratuito para las clases menesterosas.
Es allamentc laudable la conduela de nuestros correligionarios de Jerez, y creemos que la población entera sabrá
aa;radecer y recompensar sus sacrificios en favor de los desvaflidos^ con la consideración y el respelo que merecen acciones tan nobles, tan humanitarias y desinteresadas como
estas.
Por lo que á nosotros hace, diremos con sinceridad que
aplaudimos altamente los heroicos esfuerzos de propaganda
de nuestros compañeros, y esperamos que obtendrán un
éxito coraplelo, que al paso que proporcione el bienestar.
y el consuelo de los pobres enfermos , ha de contribuir á
mejorar el espíritu público homeopático ealre los habitantes
de aquel'pueblo.
Deseamos ardientemente que se cumplan nuestros pronósticos, y les ofrecemos las columnas de la DÉCADA con
apost.,
(O
(2)
Marmisse, p. 2 Í 3 .
Marmisse, [). 217.
— 280
mann, Gross, Quin , Anderson, Bering, Hysern y el m o desto don Antonio Rojas de Marchena, cuyas maravillosas
curaciones hemos visto en Jerez, y de quien deploramos la
pérdida prematura. Antes de abrazar la homeopatía, apenas habrá un solo profesor á quien no haya acontecido lo
DISPENSARIO H O M E O P A T I G O .
propio, porque todos han ejercido la medicina antigua, antes de aceptar la doctrina de Hahnemann.
«Muy pocos años hace que la doctrina homeopática coIgualmente serán admitidas en el dispensario las persomenzó á ensayarse en esta ciudad de Jerez dala Frontera,
nas particulares que tengan la curiosidad de observar los
no sin que sus primeros profesores arrostrasen la oposición
hechos prácticos para formar su juicio.
que siempre han esperinientado, por desgracia, los granNo deseamos ni nos proponemos suscitar luchas eslérdes
des descubrimientos. Pero á pesar de los obstáculos de dide rivalidad ni de bandería, sino contribuir al bien de la
versa índole, que han encontrado á su aparición, es lo
humanidad por medio del estudio, del esperimento y de la
cierto que como verdad eterna, ella se aclimata y crece y
publicidad, respetando sin embargo agenas creencias. No
conquista de dia en día, mayor número de adhesiones en
tenemos mas que una aspiración, si bien esta grande y eletodas las clases ilustradas de la población.
vada, curar propagando al mismo tiempo la verdad, descuSiguiendo aquí, como en otras partes, su marcha lenta, bierta por el venerable Hahnemann.
pero segura y progresiva, al través de la inmensa remora,
Jerez 2 de diciembre de 1855.—José de Maria y Diaz.
que naturalmente debe hallar en las costumbres, en los há- —El conde de Villacreces.—Joaquín Maria de Torres.—
bitos y en las preocupaciones de tantos siglos, arraigadas Ramón de Goloraa.—Antonio Lomon.—Cristóbal Mateos.»
en la sociedad, los hombres pensadores y sensatos, la observan , comparan y al fin la otorgan de buen grado carta
CoiHiecorncionhonroso."$». ÍB. la Ificina {Q. í». tt.)
de naturaleza , con su aquiescencia y adopción.
se ha dignado nombrar á nuestro distinguido amigo y comLa primera , la única misión del médico es la de proporcionar la salud á los enfermos. El bello ideal de la medici- pañero de redacción, el Sr. D. Juan Larliga y Cors, caballero
n a , es restablecer la salud, de una manera pronta, suave de la Real y distinguida orden de Carlos 111, por decreto de
y duradera, quitando la enfermedad por el camino mas bre- 11 del actual. Tenemos en ello la mas grata satisfacción, y
ve , el menos nocivo y siempre el mas económico.
con nosotros todos los médicos que hayan podido apreciar
Lá doctrina del venerable Hahnemann, que según el juicio de un escritor sabio es la medicina de la naturaleza, la las consideraciones á que por mil títulos se ha hecho
medicina de la csperiencia la medicina de Dios: es la que acreedor el Sr. Lartiga.
reúne aquellas ventajas tan deseadas y en cierto modo mas
ndispensables para la clase menesterosa.
S e g ú n teiicniocí e n t e n d i d o , p n r e e c iinn ro»tt resiielia
Si se atiende á la pureza de los principios filosóficos, en por el consejo de Instrucción pública el que haya médicos
que se apoya tan consoladora teoría, se puede asegurar de 2.* clase , ó sean de cinco años para que puedan aspirar
también que ella es la verdadera medicina del cristianismo
y de los pobres, porque á todas sus excelencias agrega la á las plazas de las poblaciones de corto vecindario: mucho
circunstancia de ser la mas adaptable sencilla y la mas útil nos alegraremos no sea cierta la noticia, pues de otro modo
para los infelices que padecen.
lastimando (como lastima dicha medida) intereses de tanta
Justo es por lo tanto, dispensar á esta clase necesitada, consideración, la auguramos una oposición fuerte y razonael beneficio que la medicina homeopática le ofrece, de cuya da por parte de clases enteras, á las cuales por lo menos
bondad no puede por otra parte, formar concepto, sino por
los hechos prácticos que personalmente le inspiren con- se desatiende.
vicción.
Y aunque hace tiempo que alguno de los profesores h o ANUNCIO.
meópatas recibe consultas gratuitas en su propia casa, pudiéndose lisonjear del buen éxito de su noble y humanitaria tarea, ha llegado ya la ocasión oportuna de ampliar este
L.\ DÉCADA HOMEOPÁTICA
servicio para los pobres, organizando un dispensario público y general a\ que todos puedan acudir, para alcanzar la PERIÓDICO OFICIAL DE LA ACADEMIA HOMEOPÁTICA ESPAÑOLA.
asistencia médica , y aun quirúrgica, que necesiten para
sus dolencios.
Se establece con tal objeto el dispensario homeopático
El año 1." de LA DÉCADA forma un hermoso tomo en folio
gratuito, en la casa del señor conde de Villacreces, situada
de
288 páginas á dos columnas, de buen papel y esmerada
en la Puerta de Sevilla, número 1, bajo la dirección de todos los profesores homeópatas de esta ciudad que ejerzan ó impresión. Se halla de venia en Madrid á 40 rs. en la R e n o , admitiéndose las consultas los martes y viernes, de dacción Plazuela del Ángel, núm. 20, cuarto principal, y
una á tres de la tarde desde el dia primero de enero del año se remite á provincias franco de porte por el correo, h a próximo de 1856.
ciendo el pedido en carta franca, acompañada de un libraLos señores facultativos de la población pueden honrar
el dispensario con su asistencia , á la que cortés y formal- miento de 48 rs. ó 112 sellos de franqueo de los de cuatro
mente se les invita si gustan presenciar el método curativo y cuartos, y dirigida á D. Juan Lartiga.
conocer sus resultados, que favorables ó adversos han de
consignarse escrupulosamente en los registros del estableMADRID.
cimiento. Y no debe retraerles la incredulidad ó la duda,
que ciertamente concebimos que con sinceridad les afecte,
IMPRENTA DE HIGINIO UENESES,
porque recordamos que tampoco creyeron, ó también d u daron los célebres médicos Tessier, Simón, Jahr, Hahnecalle de Valverde, núm. 24.
mucho placer para todas cuantas comunicaciones de esta ó
de otra índole científica tengan á bien remitirnos.
Hé aquí el Manifiesto de que hablamos:
CONDICIONES DE LA SUSCUICION líN PROVINCIAS, ESTKANJERO T ULTRAMAR.
Se Suscribe en provincias, á 48 r s . al año: Jerez de la Frontera, casa del Dr. Sr. Conde de Villacreces, médico homeópata; Murcia, casa de
D. Mariano Marin y Monserral, médico homeópala ; Reinosa , casa del Sr. Camalcño, farmacéutico homeópata; Sevilla, casa de D. J"*
Mellado Ponce, botica de la Estrella; Valladolid . casa del Dr. D. Antonio Revuelta, plaia del Rosario, núm. 10; y en los demás
puntos de la Península por medio de libranzas solirc Correos, letras de fácil cobro ó 112 sellos del franqueo de cartas de los de cuatro o"
s.
—En Ultramar lijan el precio los corresponsales; se suscribe en la llábana , en casa de D. Andrés Graupera, calle del Obispo, num. H 3 ; en
Vuerto-RIco, en casa de Harquei 2.»; en Ncw-York , H. Bailliere , 29, Broadvray; en Méjico, Castro de Palomino, calle de Cap"':'"""^'""™' 3en Valparaíso, Sr. Eiquerra.—En el Estrangero á 60 rs. al aao; sesusoribc en i'orií, en la librería de J . B . Bailliere, ruc HauteleuiUe. id;
«n lAndres, en la de H. Bailliere. 2)9, RegcnlStreet.
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