En los últimos años estamos asistiendo a una constante lucha del colectivo de pianistas acompañantes de conservatorio para que se reconozca y valore su especialización, a fin de conseguir los medios y las condiciones profesionales y laborales más adecuadas para el desempeño de su profesión. Desde hace siete años trabajo como pianista acompañante de instrumento en un conservatorio superior, y el experimentar en primera persona la realidad de este colectivo, me ha hecho reflexionar sobre las múltiples diferencias que existen entre ser pianista solista y pianista acompañante. He completado mis reflexiones con el análisis de las capacidades específicas que se necesitan para ser un buen pianista acompañante, y para no limitarme a mis conclusiones personales, he investigado en las principales bases de datos científicas, como Dialnet, IN-RECS o PRO-QUEST, donde he encontrado numerosos estudios que se centran en los pianistas acompañantes, tanto en sus capacidades específicas, como en la consideración que de ellos se tiene o su papel en la enseñanza. A continuación presento la información más relevante que he obtenido en diferentes aspectos: la importancia de la figura del pianista acompañante, las capacidades y habilidades específicas de los pianistas, la consideración que de ellos se tiene y su papel en la educación. 1. La figura del pianista acompañante En el ámbito de la interpretación musical existen múltiples agrupaciones: orquesta sinfónica, orquesta de cámara, coro, tríos, cuartetos, quintetos, etc., pero una de las más usuales es la del instrumento solista acompañado por un pianista (Sansafar, 2012). A lo largo de la historia, el piano tuvo un papel secundario cuando interpretaba obras con otros instrumentos debido a que las propias composiciones le presentaban como un mero acompañante. Sin embargo, a principios del siglo XIX se eliminó este papel subordinado para convertir al pianista en un co-interprete (Sansafar, 2012) y se le otorgó un papel con mayor peso en la interpretación. A partir de este momento, la labor del pianista oscila entre mero acompañante en determinadas ocasiones, y co-protagonista en otras, en función de las obras que analicemos. En la actualidad, la figura del pianista acompañante se ha convertido en una necesidad en el mundo de la interpretación y la educación: por un lado, los intérpretes solistas necesitan pianistas con los que tocar en sus actuaciones (Lindo, 1916), y por otro, todos los conservatorios disponen de profesores pianistas acompañantes. En este último caso, la función del pianista acompañante se ve complementada por la posibilidad de que los alumnos trabajen repertorio de solista con orquesta mientras el acompañante interpreta la reducción correspondiente. La importancia creciente de los pianistas acompañantes se ve también reflejada en el ámbito de la investigación, donde encontramos estudios realizados en diferentes países y que se centran en diversos aspectos de la profesión. Algunos autores, como Rosser (2005), analizan la relación musical entre solistas y acompañantes, y otros, como Sansafar (2012), la influencia de la expresividad del pianista en el resultado expresivo del conjunto; Varenne (1995) se centra en analizar las funciones y requerimientos profesionales de los pianistas acompañantes desde un punto de vista externo, mientras Kokotsaki (2007) lo hace a partir de testimonios de pianistas acompañantes de renombre; en determinados estudios, se analiza una o varias de las capacidades o habilidades específicas de los pianistas acompañantes (Lehman & Ericsson, 1993) o incluso se presenta la complejidad de enfrentarse a las reducciones de partituras para orquesta (Lington, 2002); algunos de estos autores, y otros como Siruget (1995), combinan una descripción de las cualidades necesarias para la profesión con el análisis de la importancia educativa de los profesores pianistas acompañantes, mientras otros, como Sanz (2001), se centran exclusivamente en analizar y realizar propuestas sobre el método de trabajo de los pianistas acompañantes en los conservatorios españoles. 2. Capacidades y habilidades específicas de los pianistas acompañantes Uno de los ámbitos más investigados hace referencia a las capacidades y habilidades que se requieren para ser un buen pianista acompañante. La mayoría de los autores coinciden al destacar que los pianistas acompañantes deben combinar los requisitos del intérprete solista con otras destrezas que le son propias (Sansafar, 2012; Kokotsaki, 2007). Por ejemplo, en la interpretación a solo, el pianista es conciente de las posibilidades y limitaciones de su instrumento, de las dificulades técnicas que le son propias según la obra a la que se enfrenta, de los efectos sonoros que pretende conseguir y de la estructura de la partitura. Sin embargo, estos mismos aspectos se ven amplificados en la interpretación en conjunto: se suman las posibilidades y limitaciones del instrumento al que se acompaña, las dificultades técnicas del mismo, sus características sonoras y la estructura de la obra en conjunto. El pianista, para poder realizar un buen acompañamiento, debe conocer todos estos aspectos (los propios y los de su compañero) y adaptar su interpretación a los mismos. Entre las capacidades específicas del pianista acompañante, diferentes estudios destacan la lectura a vista, el transporte, y la habilidad para tocar reducciones de partituras de orquesta imitando los efectos de los instrumentos orquestales originales (Adler, 1965; Katz, 2009; Lindo, 1916; Moore, 1944). Asímismo, otras investigaciones consideran fundamental poseer reflejos y la capacidad de seguir o conducir al solista en función del contexto, adaptándose a la interpretación del mismo, arreglando los imprevistos y desviaciones de lo acordado que puedan surgir en la interpretación en directo, y reaccionando rápida y espontáneamente ante los imprevistos (Varenne, 1995; Rosser, 2005; Kokotsaki, 2007). Esta es una de las principales diferencias entre el pianista solista y el acompañante. En una interpretación a solo, el pianista es el único responsable y debe solucionar los imprevistos propios de una interpretación en directo. Pero cuando se acompaña a un solista, estos imprevistos no dependen solo de la interpretación propia, pues hay que añadir los del compañero. Y en todos ellos, es el pianista acompañante quien debe encontrar la solución reaccionando de manera inmediata. Numerosas investigaciones coinciden en resaltar la importancia que tiene para los pianistas acompañantes la habilidad de la escucha activa, que permite anticipar la interpretación del compañero aunque no haya sido pactada, adaptarse a una misma interpretación de la obra sintiéndola de la misma forma, conseguir el balance adecuado entre los instrumentos, y ser consciente del sonido, tanto propio como del solista y del conjunto (Kokotsaki, 2007, Davis, 2005; Moore, 1944; Lindo, 1916; Katz, 2009; Sansafar, 2012; Bos, 1949). Por otra parte, Janeen & Palmer (2011), cuando estudian la coordinación temporal entre intérpretes, afirman que el acto de hacer música en conjunto requiere del pianista acompañante una representación mental no solo de la propia tarea, como ocurre en la interpretación a solo, sino también de la tarea del compañero y de su manera de interpretar. Una de las características fundamentales y diferenciadoras del trabajo de los pianistas acompañantes se refiere a su relación con el resto de instrumentos. Por ello, en diferentes investigaciones se hace referencia a la necesidad de conocer los instrumentos que se acompañan, desarrollando sensibilidad con el timbre e intensidad de los mismos y adquiriendo conocimientos relativos a la afinación, técnica y modo de producción del sonido en cada uno de ellos (Propuestas didácticas de los pianistas acompañantes, 1998; Janeen & Palmer, 2011). Las características de cada grupo de instrumentos hará necesario dirigir la atención del pianista a diferentes aspectos de la interpretación: en el caso de la cuerda una mayor atención al arco; en los instrumentos de viento, a la respiración y a los gestos del propio intérprete; y en los cantantes a la dicción y la respiración (Sansafari, 2012). En este sentido, Brown (2011) llega a hablar de habilidades extrasensoriales para referirse a la capacidad de entender el lenguaje corporal y la respiración de los interpretes. Lindo (1916) destaca también como una competencia deseable en los pianistas acompañantes el conocimiento y la experiencia interpretativa, que incluya un amplio repertorio de obras de voz y de los instrumentos que se acompañan. Cuantas más veces se interpreta una obra, mayor es el conocimiento de la misma y por tanto más probable será realizar un acompañamiento óptimo. Asímismo, solo la experiencia puede proporcionar un amplio repertorio. El pianista acompañante no solo debe alcanzar la excelencia en estas habilidades, capacidades y destrezas, siendo un pianista y músico competente, sino que además, como afirman Adler (1965), Katz (2009) y Sansafar (2012), son necesarios otros aspectos no musicales. Entre ellos destacan la diplomacia, psicología y disciplina, así como poseer un espíritu de equipo, un temperamento comprensivo y fácil adaptabilidad, con el fin de conseguir un balance delicado en lo personal y lo profesional. 3. Consideración de los pianistas acompañantes Autores como Rosser (2005), Kokotsaki (2007) y Davis (2005) prestan también atención a la consideración social y profesional de los pianistas acompañantes y coinciden en la opinión de que existe un tradicional desprestigio hacia los mismos. Según Rosser (2005), los pianistas sienten que tienen la misma importancia o más que los intérpretes a los que acompañan, aunque como afirma Kokotsaki (2007), incluso en los ámbitos de conciertos entre profesionales algunos miembros del público consideran que el acompañante está subordinado y por tanto es inferior al solista. Los concertistas que necesitan y buscan pianistas acompañantes para sus actuaciones se dividen, según demuestra la investigación de Davis (2005), entre los que valoran la importancia de los mismos y buscan un colaborador que entable un diálogo musical interactivo y desafiante, y aquellos que solo quieren alguien que siga sus órdenes y se adapte a su interpretación. A este último caso se refiere Siruget (1995) cuando afirma que el piansita se convierte en un “ser transparente” que puede llegar a dudar de su existencia. Según Sanz (2001), la falta de aprecio a los pianistas acompañantes se traslada al ámbito educativo, en el que deben ser superados los complejos de inferioridad en relación al trabajo desempeñado, frutos de una tradición decimonónica ya ampliamente sobrepasada. 4. Los pianistas acompañantes en la educación Diferentes investigaciones hacen referencia al aspecto educativo de los pianistas acompañantes, refiriéndose tanto a la preparación específica que se recibe para formarse en esta profesión, como a la labor profesional de los pianistas acompañantes como profesores de conservatorio. En lo que se refiere a la formación ofrecida por los conservatorios, la mayoría de los autores coinciden en que es fundamental que se incluyan disciplinas que preparen para ejercer como pianista acompañante. Si partimos de las afirmaciones anteriores sobre las capacidades y habilidades específicas de los pianistas acompañantes, llegamos a la conclusión de que la formación de pianista solista debe ser complementada con otros contenidos y actividades para conocer el trabajo del pianistas acompañante. Por ello, Lindo (1916) señala la importancia de incluir el acompañamiento vocal e instrumental como parte del currículo. Por otra parte, la experiencia es un requisito indispensable para adquirir dichas capacidades y habilidades, y esta es la razón que lleva a Lee (2009) a afirmar que la formación como pianista acompañante puede y debe retroalimentar a la institución, pues a la vez que los alumnos se forman en la profesión pueden contribuir a las necesidades de los centros acompañando a sus propios compañeros. Sin embargo, la formación que se recibe a lo largo de la carrera musical de los pianistas no siempre es suficiente para formar personal cualificado en este ámbito, pues como afirma Young (2010), muchos pianistas habrían querido una formación adicional en las habilidades específicas del acompañante. Por otra parte, diferentes autores coinciden al destacar la importancia de la existencia de pianistas acompañantes como parte del profesorado de los conservatorios. La Comisión de Pianistas Acompañantes reunida en Madrid en marzo y mayo de 1998 argumenta esta necesidad basándose en que la mayoría de las obras incluidas en las programaciones de instrumento principal de cuerda, viento y canto, no fueron concebidas para ser interpretadas por el instrumento a solo, sino que son obras de cámara o con acompañamiento (ya sea original para piano u orquesta). Además, afirman que el pianista es quien aporta la base armónica, el sentido rítmico y la referencia para la afinación de los instrumentos; quien fomenta la escucha del otro, crea hábitos de comunicación gestual, desarrolla la creatividad interpretativa y ayuda a comprender la textura orquestal en las reducciones de orquesta. Por eso, consideran que tan sólo a través del trabajo con el pianista acompañante se puede garantizar el trabajo de la escucha, comprensión e interpretación completa de la partitura (Propuestas didácticas de los pianistas acompañantes, 1998). En este sentido se manifiesta también Sansafar (2012) cuando afirma que la práctica regular con un pianista acompañante mejora la interpretación del solista. Siruguet (1995) coincide en valorar la figura del profesor pianista acompañante, pues gracias a él adquieren coherencia de los diversos elementos de la partitura y cobran vida los silencios. Además, considera que el pianista acompañante es quien mejor puede enseñar a escuchar, a leer partituras con acompañamiento de piano y poner de manifiesto la importancia de la exactitud, el ritmo y la medida. 5. Conclusiones Para ejercer de pianista acompañante se precisa el desarrollo de unas capacidades y habilidades específicas, analizadas en diferentes investigaciones de prestigio internacional. Todos los autores consultados coinciden en que se precisan unos requisitos concretos que completan la formación del pianista solista, cuyo desarrollo precisa de experiencia y dedicación. Estas reflexiones son fundamentales a la hora de planificar los planes de estudio, organizar las funciones de los profesores pianistas acompañantes y seleccionar al personal docente que desempeña estos puestos. BIBLIOGRAFÍA ADLER, K. (1965). The art of accompanying and coaching. Minneapolis, Minnesota: The University of Minnesota Press. Bos, C. V. (1949). The well-tempered accompanist. 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