Viejos Recuerdos - ¡Feliz cumpleaños abuelo Elgar! – exclamaron sus nietos al verlo. – Tenemos un regalo para ti - ¡Oh! Gracias Michelle y Frank, qué buenos nietos son. Ojalá ustedes lleguen a las 71 años como yo. Fue muy difícil llegar hasta aquí y aun así recuerdo mis aventuras de pequeño. Mi casa en Estados Unidos, mi mudanza a Canterville… - ¿Vos viviste en Canterville? - lo interrumpieron. – ¿Fue hace mucho? - Sí, me mudé cuando tenía 10 años, como ustedes. Allí viví mis aventuras en el castillo con un fantasma viejo que intentaba asustarnos siempre. Nunca lo hizo. Al contrario, nos divertimos haciéndole bromas. Pobre, creo que lo molestábamos demasiado. Ahora que lo pienso me da mucha pena y debe haber sido horrible para él, ya que su misión era asustarnos y nosotros se lo impedíamos. Años después me enteré que él asustó y mató a la gente durante 300 años. Pero no pudo con nosotros. - ¿Y qué bromas le hacían? - Fueron muchas bromas pesadas las que le hicimos al pobre fantasma. Una de las que más me gustó fue cuando lo atacamos en el vestíbulo del castillo con cerbatanas. Fue la primera de nuestras bromas desde que llegamos al castillo y se enfadó mucho con nosotros. También estaba enojado con nuestro hermano mayor Washington, tu tío abuelo, porque el limpiaba la mancha de sangre falsa que ponía todos los días en el piso de la biblioteca con su quitamanchas que decía que era mágico porque limpiaba cualquier tipo de mancha. Otra buena broma que le jugamos fue construir un fantasma falso con una calabaza hueca, una escoba, un cuchillo de cocina, una cortina blanca de algodón y un cartel que decía “El Fantasma Otis”. En la noche que quizo asustarnos lo confundió con un fantasma real y huyó hacia su habitación. Al día siguiente, se enteró de nuestra burla y se enojó mucho más todavía. Pero la mejor de todas las bromas que le hicimos fue durante su venganza. Cuando abrió la puerta de nuestra habitación, un balde con agua helada mojó todo su cuerpo y le provocó un resfrío que lo dejó en cama durante 5 días. - ¿Y por qué se fueron de Canterville? – preguntaron los niños con mucha intriga. - Decidimos volvernos, porque la tía Virginia vivió una extraña experiencia con el fantasma. Nunca lo quizo contar pero sí dijo que gracias a ella y su amor, el fantasma pudo morir y descansar en paz luego de 300 años. Ella dijo que no quería vivir más allí. Por ese motivo volvimos a América, a Nueva York. - ¿Y cómo terminaste acá? – ellos dijeron. - Mi hermano y yo decidimos venir aquí, a Ascot, ya que extrañábamos el aire inglés y ahora podemos visitar el castillo cuando queremos. A propósito, ¿les gustaría ir ahora? - Sí, claro que sí abuelo. – gritaron muy contentos los dos al mismo tiempo. - Vayan a prepararse y avísenle a sus padres. Francisco Cortés, Nicolás Abete y Tomás Calvo