El reencuentro. Victoria Mársico

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El reencuentro
P
hilip estaba sentado en su escritorio con sus manos sobre su cabeza,
pensando en cómo solucionar unos graves problemas familiares. El
señor y la Señora Otis ya estaban muy grandes para vivir solos en el
castillo, la señora Umney había fallecido hacia ya 10 años. Los Otis deseaban que los
gemelos vivieran en el castillo, pero ellos no querían.
Mientras Philip pensaba una solución, su hermano entraba a la oficina. Se
sentaron los dos a conversar sobre sus padres. Buscaron ideas durante algunos días, pero
no hubo chance, hasta que a Sam se le ocurrió transformar el castillo en un museo,
asíque viajaron a Canterville para empezar a proyectar su idea. Al llegar comenzaron a
recordar su particular vida de chicos, sus travesuras y ese fantasma. Iniciaron la
distribución de las habitaciones y los objetos. Al ver esa inmensa sala recordaron la
mancha de sangre, la que cambiaba de color, el desmayo de la señora Umney y lo
mezquinos que eran sus padres. Luego subieron las escaleras, entraron a la que había
sido su habitación y rememoraron la jarra de agua, la cual cayó arriba del Fantasma y lo
enfermó. Se pusieron a pensar todas las travesuras que le habían hecho al pobre
fantasma y decidieron poner a su tumba como una gran atracción en el museo.
Con los meses todo iba bien en el museo, mucha gente lo visitaba, hasta
decidieron alquilar habitaciones. Cerca de Diciembre de 1913 las cosas en Francia
comenzaban a estar un poco extrañas pero a pesar de esto, Canterville seguía siendo un
pueblo tranquilo.
En junio de 1914 se desató una gran Guerra Mundial, por eso decidieron llevarse
a toda su familia a una casa subterránea, en la que permanecieron un par de meses. Al
finalizar estos, la familia decidió salir, al ya estar sobre la Tierra, miraron a su alrededor
y vieron que todo estaba completamente destruido, incluso el Castillo de Canterville. El
señor Otis, al que se lo veía como un hombre sin sentimientos, se le cayeron un par de
lágrimas. En ese momento a toda la familia se le derramaron varias de estas. Al pasar
unos días decidieron reconstruir el Castillo. Rápidamente lo hicieron, pero no quedó
como ellos esperaban. La familia frustrada decidió cerrar el museo y ocuparse de
restaurar su hogar.
Un día de aquellos, si mal no recuerdo, una mañana calurosa de enero, los
gemelos comentaban sobre haber oído ruidos molestos por la noche. Otro día recibieron
una nota que decía: “LOS ESPERO MAÑANA, A LAS 7 EN PUNTO EN EL JARDIN
DEL CASTILLO”
Pasado el día, a las cinco y media los gemelos ya estaban allí, durante una hora y media,
los hermanos, con mucha intriga, esperaron.
A las siete en punto escucharon un ruido detrás de ellos y al darse vuelta vieron de lejos
una silueta conocida, era el Fantasma de Canterville, cuya necesidad era venir a ayudar
con la reconstrucción del castillo.
Giulia Bauzas
Victoria Marsico
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