1 El autoritarismo de la nueva ultraderecha europea como amenaza

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El autoritarismo de la nueva ultraderecha europea como amenaza para la
seguridad democrática
José J. Sanmartín
Profesor Titular de Universidad
Área de Ciencia Política y de la Administración
Universidad de Alicante
Correo: [email protected]
“La desaparición de la memoria histórica acerca del fascismo podría permitir a
nuevos líderes recurrir una vez más a este estilo político, aunque quizá por
motivos distintos a los de los fascistas1”.
1. Introducción.
El ascenso en Europa de partidos tangencialmente nazis, u otros
resolutivamente ultraderechistas, bajo el común y estratégico tapiz de socialpopulismos, está generando preguntas e inquietudes por doquier. ¿La vuelta
del fascismo? Bajo el genérico título de Extrema Derecha anidan variables
modalidades de radicalismos autoritarios. Desde el esencialismo fascista, hasta
ultraconservadores
del
orden,
neo-tradicionalistas
del
pasado,
contrarrevolucionarios de toda laya, incluyendo a nacionalistas extremistas e
irredentos, populistas totalitarios, “paleo-conservatists”, supremacistas blancos,
neonazis reconstituidos, euroescépticos antidemocráticos, y un largo corolario
de antiguos o modernos, como los fenómenos de Nueva Derecha (ND), sin
dejar de contabilizar a los descarriados que, desde la izquierda, acaban
engrosando las filas de una nueva “revolución” social, de tintes difusamente
sorelianos. A todos ellos les vehicula un general rechazo a ser denominados
como “extrema derecha”, así como una decantación animal hacia la idea de
antidemocracia (vestida con el ropaje antisistema y contestatario que pueda
granjearles apoyos complementarios).
La equidistancia manifestada hacia el fascismo por la mayor parte de
sus herederos actuales responde a una estrategia de simulación e infiltración
en la sociedad. Pura escenografía política, a la espera del desgaste de la
democracia como fruta madura. La definición de fascismo bautizada por Paxton
continúa siendo tristemente operativa, y clarificadora, en el tiempo presente:
“preocupación obsesiva con el declive de la comunidad, la humillación o el
victimismo; y cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, ejercidos con
violencia redentora”2. Pero lo significativo es también la perduración de ideas
fascistas transmitidas bajo diverso formato ideológico. La búsqueda de
transversalidades donde ubicar nociones y pulsiones fascistas ha sido lugar
común. Si las prescripciones de Norberto Ceresole le entroncaron con un
1
LINZ,Juan José: Obras escogidas. Vol. I. Fascismo: perspectivas históricas y comparadas,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008, p. 159.
2
PAXTON, Robert O.: “The Five Stages of Fascism”, The Journal of Modern History, núm. 70,
marzo de 1998, p. 1.
1 populismo corporativista, supuestamente peronista pero afín al neo-fascismo,
su influencia sobre el chavismo fundacional es altamente inquietante. Y ello sin
abundar en el consabido, y execrable, antisemitismo de Ceresole3. La Extrema
Derecha europea, por su lado, actualiza viejos odios (a la “plutocracia”, al
parlamentarismo, a la monarquía constitucional), y vivifica otros (a los
inmigrantes “ilegales”, a los extranjeros pobres, al multiculturalismo). La
abominación del liberalismo sensu lato va más allá de lo puramente operativo;
la ira, el desprecio, son parte constitutiva de una religión política
fundamentalista que es reverenciada en base a la irracionalidad y la emotividad
por sus fanáticos creyentes. El dogma se impone sobre la realidad. Pero los
medios utilizados ahora para avanzar posiciones de poder son más
sofisticados –y peligrosos- que en cualquier otro momento histórico desde la II
Guerra Mundial. Lo primero es la cada vez más lograda coordinación entre
estos partidos extremistas4, aún cuando la mayor parte de ellos no gusten
denominarse así, decantándose por formulaciones ideológicamente
confortables.
La Extrema Derecha representa un peligro no sólo para el viejo
continente, sino también para los países que, fuera de Europa, ofrecen
características favorables a su infiltración. He aquí la modalidad preferente de
conquista de posiciones que se aplica: la influencia progresiva mediante el
solapamiento en el seno de partidos, sindicatos, asociaciones, u otras
organizaciones de interlocución social. El objetivo: idéntico al de sus ancestros
ideológicos, pero ahora se pretende conseguir por un camino diferente. Así
pues, los resultados electorales de los partidos ultras es una mínima expresión
de su poder real. El éxito efectivo para ellos reside en la difusión de sus
valores; la socialización de los mismos en espectros y redes en constante
progresión. El desafío mayor que ofrece la Extrema Derecha es su carácter
ubicuo; de ahí su extraordinaria capacidad para penetrar, intoxicar, controlar
mediante el enquistamiento dentro de organizaciones convencionales. Pero es
que, además, su desarrollo quedará reforzado por la vía aplicativa de un
strasserismo de nuevo cuño, donde las políticas sociales constituyan el
mascarón de proa para la imprescindible atracción de ciudadanos, que se
consideran abandonados por el Estado democrático y traicionados por el
capitalismo.
Conviene tener presente que este proceloso acontecer ya viene de
antiguo, pues incluso en sus orígenes, las variantes fascistas de cada país se
3
Además de un innumerable catálogo de acusaciones –indemostrables- contra el Estado de
Israel y “los judíos”, Ceresole despachaba del siguiente tenor: “Muchos de los "presidenciables"
argentinos, como el señor De la Rúa, descendiente de marranos portugueses, son orgánicos
de la judería. Toda la "oposición democrática" al menemismo está plagada de esos políticos
"orgánicos", Norberto CERESOLE, La conquista del imperio Americano. El poder judío en
Occidente y en Oriente, Instituto de Investigaciones Geopolíticas, p. 28. Fuente:
http://www.vho.org/aaargh/fran/livres/NCpoderju.pdf Fecha de consulta: 4 de junio de 2012.
4
“Los partidos de extrema derecha de toda Europa parecen consensuar los mensajes y están
llegando a la población. Estos últimos añaden el mensaje contra la inmigración que los
conservadores tradicionales no incluyen. Los partidos de extrema derecha, pues, condicionan
el mensaje de los conservadores tradicionales. Añadamos también las dificultades por parte de
la izquierda de formular políticas de inmigración efectivas”, Maurizio AMBROSINI, “Entrevista”,
El Temps, núm. 1.458, 22 de mayo de 2012, p. 39.
2 metamorfoseaban con las texturas locales. En base a tal caracterología
distintiva, Renzo de Felice sostuvo la naturaleza singular del fascismo en Italia,
pero también develó su empirismo, ejercido para lograr la conquista del poder5.
Por su parte, el profesor Linz asentó una realidad paradigmática, como era la
comunión doctrinal básica que se daba entre los diversos fascismos europeos,
así como su vocación subversiva y debilitadora del Estado. El fascismo
requiere de “una crisis de la autoridad del Estado, una crisis de su monopolio
de la fuerza por razones políticas y un compromiso de defender ese
monopolio”6. En el momento presente, la ND promueve ese debilitamiento del
Estado democrático, mas, por ahora, sin recurrir formalmente a la violencia.
Esto acaecerá únicamente en situaciones ya maduras de crisis social, donde la
angustia de los ciudadanos –jaleada por la histeria dogmática de otros- malviva
con una plaza pública crítica frente a las autoridades. La extrema derecha se
apresta a recuperar para sí el discurso del Buen Gobierno. Y recordemos que
el propio Linz, además de otros brillantes expertos, ha señalado entre las
condiciones imprescindibles para el éxito de los fascistas, “la crisis, la
corrupción y la inestabilidad de los gobiernos democráticos”. En otras palabras,
la reproducción de un bloqueo en las estructuras socio-políticas a causa de “la
rigidez ideológica, la interferencia en el proceso político de los grupos de
interés, la baja calidad de los líderes de los partidos” y “la corrupción política”7.
2. El colaboracionismo de los intelectuales.
Las ideas políticas radicales, los dogmas fundamentalistas, los odios
ideológicos, los prejuicios de toda laya, han sido activadores, cuando no
coadjutores, de la mayor causa de obcecación, segregación y agresión. La
sangre de los inocentes ha anegado campos baldíos donde engreídos
intelectuales han experimentado –sobre un papel ejecutado por dictadoressus teorías con las vidas de otros. Como si algunas ideas no tuviesen
causantes (nominales) y consecuencias (fatales). La miseria de los pequeños
dioses. La denostación contra la democracia, como sistema de valores, como
régimen político, ya tuvo de críticos tempranos, cuyo indiscutible talento
intelectual no era óbice a la rigidez de su posición.
“Consideramos la tendencia democrática no sólo como una forma
degenerada de la organización política, sino como una forma decadente y
disminuida de la humanidad, a la que reduce a la mediocridad y cuyo valor
aminora”8.
Las palabras de Nietzsche son extensivas al comportamiento justificador
de los intelectuales que, a rebufo de los totalitarismos del siglo XX, aplicaron
teoría política antidemocrática. Luego, tras la catástrofe fascista de 1945, otros
pensadores buscaron distanciar la obra nietzscheana de la antidemocracia,
acusando a los ideólogos nazis de manipular a Nietzsche; pero éste expresó
5
El historiador italiano reconoció la “direzione tattica e strategica” aplicadad por Mussolini y sus
colaboradores para avanzar posiciones en el tablero de la influencia, simulando, concediendo,
transando. Veáse de Renzo DE FELICE, Mussolini il revoluzionario 1883-1920, Turín, Giulio
Einaudi editore, 1965, capítulo XIV.
6
LINZ, Juan José: Op. cit., p. 127.
7
LINZ, Juan José: Ibídem, p. 132.
8
NIETZSCHE, Friedrich: Más allá del bien y del mal, en Friedrich Nietzsche: Volumen II,
Madrid, Editorial Gredos, 2009, p. 482.
3 en vida lo que era su convicción acerca de la democracia. He aquí un ejemplo
entre tantos. El creador de las ideas queda exento de la culpa mayor, que
recae sobre el ejecutor de las mismas, aún cuando éste las manipulase, las
exagerase, llevándolas al paroxismo combativo. Pero la base del fascismo,
antes y ahora, se construye sobre el sedimento aportado por intelectuales. Y
ello para la conquista del poder, antes y ahora. El combate a la dictadura ha
sido habitualmente dirigido contra las ramas del árbol; las raíces, la semilla
germinadora, ha permanecido casi intacta en su prestigio intelectual. Un
profesor europeo puede impartir clases acerca de Nietzsche o Heidegger sin
hacer expresa mención al carácter antidemocrático de su pensamiento político.
Un alumno, un lector, adquirirá nociones pulcramente redactadas, en
ocasiones con fascinante atractivo literario, pero inducidas por el sentimiento
de superioridad de unos sobre otros, de la necesidad de mejorar la sociedad
con medidas draconianas, la apología del ejecutivismo schmittiano, la defensa
del elitismo social (e incluso racial), etc. Los fascismos rebrotan por doquier
pues la desnazificación apenas afecta a sus teorías políticas y, sobre todo, a
pensadores de prestigio que, de una forma u otra, les amparan. De ahí surgen
las ideas, las propuestas, las legitimaciones presentes y las exoneraciones
consiguientes. Pensadores señeros que coadyuvan a la diseminación de juicios
y a la consolidación de prejuicios favorables al autoritarismo, son también parte
consustancial de ello.
La perpetuación de la Extrema Derecha hasta el presente día ha sido
posible merced a la complicidad -activa o pasiva- de numerosos intelectuales,
que toleran las ideologías criminosas (mas expeditivas y ejecutivas, capaces
de trasponer a la realidad de manera fulminante la utopía del glorioso pensador
de turno) por mor de una tácita complicidad, o a causa de una supuesta
objetividad, donde las ideas sólo son eso: meras conceptuaciones que pugnan
entre sí, y donde el analista se limita a “explicar” el porqué del decurso de la
Historia. Conforme a esta perspectiva, los alemanes que votaron a Hitler en
1932, lo hicieron por motivos “positivos” como la regeneración moral de su país
y la renovación del Gobierno. De aquí surge la paradoja de culpar a Hitler -y a
la famosa jerarquía nazi- de todos los males, para, de esta manera, descargar
a las masas de fieles seguidores que constituyeron la base de la gigantesca
empresa destructora que fue la Alemania nacional-socialista y sus fieles
aliados europeos. Los hechos históricos demuestran que la responsabilidad fue
masiva y compartida. Igual que ahora entre quienes votan a partidos neo-nazis,
por ejemplo.
La teoría que responsabiliza casi únicamente a la “jerarquía” nazi, en
algunos casos realizada incluso desde la erudición académica y la intención
benemérita (como Wolfgang Mommsen, entre otros), coadyuvó, quizás
involuntariamente, a mitigar la responsabilidad de numerosos ciudadanos que,
de manera consciente y en base a su libre albedrío, respaldaron al III Reich. La
Historikerstreit y la actividad desplegada por Ernst Nolte pretende asentar el
reconocimiento de los crímenes de las dictaduras fascistas, pero mediante una
contextualización comparativa que, de alguna manera, descargaba una parte
de la culpa, que no de responsabilidad, por tales ominosas acciones. Al quedar
herida de muerte la relación causa/efecto, el camino se abría para transitar
hacia una mayor empatía explicativa de lo que “realmente” hicieron los nazi-
4 fascistas. He aquí otro peldaño roto en la escalera de la verdad histórica,
astutamente utilizado por los epígonos ideológicos de los fascismos,
exonerando a los más a costa de los menos, llegando a rechazar a Hitler, para
actualizar, y adaptar, un nacionalsocialismo para el siglo XXI. La culpabilización
de las élites nazi-fascistas, afirman sus apologetas, únicamente es un ejercicio
de maniqueísmo, ajeno a la realidad de los hechos. Así, historiadores
polemistas y autores negacionistas rechazan el Holocausto, las matanzas
planificadas, y otros asesinatos en masa cometidos por el régimen de Hitler y
sus adláteres, omiten la verdad histórica, extrapolan causas por efectos,
invierten los hechos de unos por los de otros. Pero también, y durante toda la
segunda mitad del siglo XX, intelectuales endiosados han actuado desde sus
respectivas atalayas pontificales mediante la perpetración de un discurso
manipulador y contraproducente a futuro. El deliberado juicio de intenciones (lo
que se pretendía hacer “por el bien” de Europa y de la Humanidad) impuesto
como losa sepulcral sobre la realidad de quienes yacían bajo ella (los millones
de torturados y asesinados por parte de los regímenes fascistas).
La contraproducente permisividad de los europeos hacia los
extremismos, a los que nos consideramos capaces de domeñar, incluso
civilizar, está en el origen de fracasos políticos y tragedias humanas. De ahí
viene una larga tradición de inaplicada “tolerancia cero” hacia el nazi-fascismo.
Altamente reactiva y reaccionaria es la idea de que las derechas extremas
pueden ser utilizadas como redes tentaculares del Estado para “atender”
situaciones complejas, “resolviendo” problemas que las instituciones
democráticas no pueden ni deben hacer. Si existen impedimentos legales y/o
morales, un régimen democrático nunca debe avanzar hacia delante en ese
camino, sea directamente o por vía de agentes subsidiarios. Además de que, a
diferencia de otras minorías radicales, las ultraderechas disponen de un vasto
cuerpo doctrinal, un grado superlativo de convencimiento acerca de la licitud de
sus métodos y objetivos, junto a una entrega absoluta de militantes y
dirigentes, cuya ambición les hace impulsar reconversiones continuas
adoptando falsos sincretismos o populismos coyunturales. La tosquedad de los
mensajes, la inmoralidad de los fines, la vulgaridad de los medios, no debe
ocultar el hecho de la astucia demostrada para vender una marca, un producto,
que se pretende salvador y sanador a la vez.
Dicho de otra manera: a diferencia de otras minorías ideológicas, la
Extrema Derecha no se considera así, y busca todos los resquicios, prospecta
todas las fisuras, para avanzar posiciones, desde soportes distintos, incluso
contradictorios en las formas pero coherentes en la apostasía al democratismo
occidental. Y, todo ello, desde un planteamiento de aparente utilitarismo, que la
sociedad recibe con arrobo. Los partidos ultraderechistas que conquistan
posiciones son aquellos que han dejado en segundo término –que no
abandonado- las mayestáticas declaraciones de poder omnímodo, a favor de
programas “realistas” que ofrecen soluciones concretas a problemas
específicos. La resolución de dificultades como fuente de atracción, y
socialización, de valores ultraderechistas. Primero, conseguir la confianza
electoral del ciudadano; después, demostrarle la inteligencia y
aprovechamiento de su voto para, finalmente, proceder a la difusión gradual de
las creencias y axiomas de la Extrema Derecha… eso sí, llamándoles de otra
5 manera. Lo importante es llegar, para quedarse. Una inversión a largo plazo,
que asiente posiciones y consolide el rescate de las esencias, bajo la tenue
capa de un discurso populista, resolutivo y entregado a la Ética Pública.
Entre los apadrinamientos al acervo “intelectual” de la derecha extrema
aparece por demérito propio la figura de Martin Heidegger. Resulta difícil, y
desagradable, asimilar que todo un Heidegger, con su perfil y su magisterio
reconocido por doquier, autor de una obra que continúa asombrando por la
hondura de sus ideas y reflexiones en torno al Dasein, que alguien de
semejante talla intelectual pueda haber generado expectativas para la Extrema
Derecha. Sobre todo, esta asunción, por probada que esté, es del todo
rechazada por aquellos más íntimamente influidos por el pensamiento
heideggeriano. Saberse “discípulo” de un pro-nazi no es plato de gusto. Sin
embargo, los hechos son tercos. Si Víctor Farías ya configuró los rasgos de
complicidad entre Heidegger y el nazismo, sin olvidar su provisión de ideas
útiles para la continuación –aún en estado latente- del entramado ideológico
anti-democrático 9 , también la reciente historiografía alemana desmenuza la
significación real de su pensamiento en materia política. Desde su calculado
apoyo al voluntarismo decisionalista hasta el aprovechamiento del pensamiento
heideggeriano a favor del ejecutivismo e, incluso, del autoritarismo (en casos
tasados, por supuesto). Antidemocracia conservada en formol para uso
profiláctico –y táctico- en situaciones de crisis social. Que Heidegger fue nazi
es un hecho histórico incontrovertible (por oportunista que fuese su militancia
desde el 1 de mayo de 1933, como adujese Arendt en aparente descargo de su
antiguo profesor); pero que su pensamiento político, todavía hoy, destila
pulsiones nazis es también otro hecho histórico incontestable. No existe en
realidad polémica al respecto, pero sí una actitud defensiva por parte de
quienes, aún como demócratas de impecables credenciales y sintiéndose
admiradores del legado filosófico heideggeriano, no pueden reconocer la
decantación autoritaria del erudito alemán 10 . Sería preciso discernir, si ello
fuera viable, entre el pensamiento estrictamente filosófico y lo que constituye el
acervo de ideas políticas que Heidegger lega a su tiempo, al nuestro. Otra
omisión en el combate contra el nazi-fascismo, al dejar campar a su aire un
pensamiento político nocivo y contaminante. Pocos han sido los autores hasta
ahora dispuestos a combatir las ideas heideggerianas que, esparcidas por
doquier, han infectado ideologías fundamentalistas (claramente dictatoriales)
de la segunda mitad del siglo XX11.
¿Cómo mentes brillantes pueden incurrir en tamaño dislate moral?
Emmanuel Faye ha estudiado minuciosamente la cuestión, para alcanzar una
respuesta turbadora: por decisión propia. Este autor ejecuta una pulcra
distinción entre nazismo y hitlerismo; de éste último, Heidegger se identificaba
“perfectamente” con el principio de “dominación y la posesión total de cada
9
Esa “hermenéutica del ser” de raigambre heideggeriana que, conforme a Farías, era
“indisociable del tema de la patria local sacralizada y de sus dirigentes espirituales”, Víctor
FARÍAS, Heidegger y el nazismo, Palma de Mallorca, Objeto Perdido Ediciones, 2009, p. 572.
10
GIVSAN, Hassan: Une histoire consternante. Pourquoi des philosophes se laissent
corrompre par le “cas Heidegger”, París, Presses Universitaires, 2011.
11
FARÍAS, Víctor: Heidegger y su herencia. Los neonazis, el neofascismo y el
fundamentalismo islámico, Madrid, Editorial Tecnos, 2010.
6 uno y de todos por la voluntad y el espíritu del Führer”12; hasta tal extremo
llegaba esa simbiosis de Heidegger con el hitlerismo, sostiene Faye, que el
filósofo se consideraba a sí mismo “como uno, sino como EL Fürhrer espiritual
del movimiento”13. El ansía de poder, el deseo íntimo de convertirse en un
nuevo rey-filósofo (un asesor áulico que también actúa como decisor), es
tentador para quien se aproxima, pleno de arrobo narcisista, hacia un poder
absoluto que pueda desplegar –y poner en práctica- sus ideas. La naturaleza
de Heidegger hizo el resto; pero, frente a los que aducen un supuesto
descreimiento ideológico del pensador, conviene recordar que su compromiso
hacia el nacionalsocialismo fue oportunista en lo material, sí, pero también
sincero en lo “espiritual”, incluyendo los principios políticos.
Por su parte, Hölger Zaborowski ha desmenuzado el vínculo de
Heidegger al nazismo, asentando el hecho de que, aún a pesar de su elitismo,
el pensador también se sintió atraído por la capacidad socializadora –y
galvanizadora- del discurso nacionalsocialista. Hasta el punto, sostiene
Zaborowski, que en Heidegger existe la creencia en la idea de comunidad y
unidad nacionales impulsada por el nazismo, pero atemperada por el sentido
de “igualdad” entre miembros de ese santuario nacional. “Incluso se puede
decir que el elemento nacionalista del nazismo fue para Heidegger menos
importante que el socialista”, confirma Zaborowski14. La ideología totalitaria y
caudillista como tótem insoslayable de atracción para acólitos y arribistas, pero
también para quienes necesitan aferrarse a una garantía provisora de
seguridad material y liderazgo “espiritual”. El ansía por justificar lo injustificable,
la búsqueda incesante de coartadas que oscurezcan todavía más las miserias
de las derechas extremas, son aldabonazos en la marcha imparable que
desemboca en el anti-intelectualismo recurrente, el populismo latente, o el
ocultamiento del propio -y último- designio, que parecen continuar las
consignas de Zaratustra al “hombre superior”.
“Tened hoy un sano recelo, hombres superiores, ¡hombres esforzados,
sinceros! ¡Y mantened vuestros motivos en secreto! Pues este hoy es de la
plebe.
Lo que la plebe aprendió a creer una vez sin motivos, ¿quién podría –
destruirlo con motivos?
Y en el mercado se convence con gestos. Los motivos, en cambio,
hacen recelosa a la plebe.
Y si alguna vez venció la verdad, preguntaros con un sano recelo: “¿Qué
grave error ha luchado a su favor?”.
¡Cuidaos de los eruditos! Os odian: ¡pues ellos son estériles! Tienen ojos
fríos y secos, ante ellos todo pájaro está desplumado.
Ellos se ufanan de no mentir: pero la impotencia para mentir no es ni
mucho menos amor a la verdad. ¡Manteneos en guardia!
[…] Quien no puede mentir, no sabe qué es la verdad”15.
12
FAYE, Emmanuel: Heidegger. L'introduction du nazisme dans la philosophie, París, Albin
Michel, 2005, p. 339.
13
FAYE, Emmanuel: Op. cit., p. 339.
14
ZABOROWSKI, Holger: "Eine Frage von Irre und Schuld?": Martin Heidegger und der
Nationalsozialismus, Frankfurt, Fischer Taschenbuch Vlg., 2010, p. 319.
15
NIETZSCHE, Friedrich: Así habló Zaratustra, en Op. cit., p. 339.
7 La ideología vivificada como un credo. La transmutación del precepto
nietzschiano del “apelamos a otra fe” reconvertido en inapelable declaración de
principios. El sentido de superioridad, por encima de la política convencional,
ya estaba inserto en los fundamentos originarios de la cosmovisión
ultraderechista. Más allá del bien y del mal; más allá de la derecha y de la
izquierda. En la demolición del pensamiento racionalista y humanista,
Nietzsche ejerció una función corrosiva. La demonización de los “seudosabios”
–en términos de Zaratustra-, negadores de la santificación del yo y del
egoísmo16, son parte de ese proceso. “Amo al superhombre, para mí él es lo
primero y lo único, -y no el hombre: no el más allegado, ni el más pobre, ni el
que más sufre, ni el mejor-“17.
La idea añeja, auténticamente homicida en manos de los ideólogos
neofascistas, de que todo hecho tiene su motivo, todo efecto responde a una
causa, puede trocarse en una vademécum justificatorio de lo actuado; la
legitimación por la vía de los hechos. Una tentación a la que ni siquiera un
pensador del talento de Heidegger quiso sustraerse18. Semejante manipulación
de la causística genera justificaciones abstrusas, dañinas siempre, acerca de
faltas morales inextinguibles. Lo que importa a la Extrema Derecha son los
resultados; la consecución de más poder. La banalización del mal, en términos
arendtianos; las culpabilidades del nazi-fascismo todavía se mantienen; todo
olvido será interpretado bajo la tibia forma de una condonación.
Unificación de valores, imposición de criterios, centralización de
creencias. Exclusión, violencia, jerarquía, autoritarismo. Rechazo del
liberalismo constitucional y de la convivencia como fuente de legitimidad
democrática. La libertad en el sentido gentiliano; o sea, la antibertad. Libertad
del Estado, de la organización, por encima incluso de la dignidad de la
persona. Y, todo ello, sin mencionar ni ideologías pasadas, ni ortodoxias
trasnochadas19. La siniestra pleyade de forjadores de semejante pensamiento
se adorna con nombres de letras como Giovanni Gentile, pero también Julius
Evola o Ugo Spirito, que tan relevantes fueron en los sucedaneos postfascistas. Nada que ver con las exaltaciones caudillistas y viriles de Giménez
Caballero, donde la astracanada en forma de prosopopeya se conjugaba con el
afán de notoriedad. Lo inquietante es que el legado gentiliano ha influido más
16
NIETZSCHE, Friedrich: Así habló Zaratustra, en Ibídem, pp. 231-232.
NIETZSCHE, Friedrich: : Así habló Zaratustra, en Ibídem, p. 336.
18
El profesor Farías sostiene que Heidegger superó hasta la misma noción excluyente
schmittiana de Amigo/Enemigo, ya que para aquél la realidad “deviene así irrupción de la
autoafirmación. No como la Setzung hegeliana sino como imposición voluntarista y
transformadora de la realidad humana. Como imposición de la mismidad nacional que
constituye su “identidad” creciendo desde sí y por sobre sí misma forzando el destino de todos
los hombres”, Víctor FARÍAS, Heidegger y el nazismo, p. 369.
19
“Abolir la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, así como todas las otras emanaciones
políticamente correctas del Estado Servil que promueven y refuerzan la corrección política y el
multiculturalismo.
Vamos a desechar la Ley de Igualdad y todas las demás leyes que impone la
corrección política y que faculta al Estado Servil […]. Prohibir todas las manifestaciones de
separatismo religioso, legal, político, social y cultural en el Reino Unido”, THE BRITISH
FREEDOM PARTY: Constitution. Fuente: http://britishfreedom.org/about/constitution/ Fecha
de consulta: 26 de mayo de 2012.
17
8 allá de su época y de su ideología fascista. La afirmación de la espiritualidad
del Estado, como ente moral superior, es base insoslayable para conferir de
quasi infalibilidad a las decisiones allí adoptadas; una idea gentiliana aplicada
ahora, por ejemplo, a la “comunidad nacional” de sus descendientes
ideológicos. Así, aún cuando se otorgue de libertad nominal a los ciudadanos,
éstos quedarán sometidos al superior criterio impartido por el cuerpo
gubernamental, que goza del status de certidumbre. Sin alcanzar las cotas de
la propuesta de mística fascista impulsada por Evola en su tiempo, la clave
marca enfáticamente la búsqueda de fuentes de legitimidad glorificada.
Cuando Jean Marie Le Pen declaraba que “como en tiempos de Juana
[de Arco], Francia está hoy amenazada de desaparecer”, se apela a un
identitarismo fiero que estigmatiza con dedo acusador a “la inmigración masiva
de extranjeros del Tercer Mundo”, la cual “atenta a lo más profundo” de la
identidad francesa, “y constituye para mañana una amenaza mortal” 20 . Lo
terrible de estas incendiarias soflama, distorsionadora de verdad social y
productora de arbitrariedad moral, es la violencia intrínseca que destila,
mediante la división maniquea –y mutuamente excluyente- de unos contra
otros. Y ello en base a conceptos e ideas, sentimientos y emociones, de
superioridad, de preeminencia, de sojuzgamiento incluso. La patrimonialización
de derechos en detrimento de los diferentes. El esencialismo identitario en
torno a una nación hipostasiada, reconvertida en icono flamígero es parte de
una religión política, donde la persona media halla consuelo para sus males y
reforzamiento para sus creencias. La pertenencia a un clan, por mor de un
proceso de tribalización ideológica. La transmisión del sentimiento de arraigo a
algo superior y mejor, conforman, junto a otros elementos de socialización, las
liturgias de la ultraderecha. Un proceso donde acaba imponiéndose la creencia
sobre la evidencia, la ensoñación sobre la concreción, lo ideal sobre lo real.
3. El origen del futuro: el strasserismo como fórmula transversal.
La doctrina, el planteamiento y el compromiso de Otto Strasser (pero
también las ideas de su hermano Gregor) suministran a la ultraderecha de
viabilidad empírica a sus principios, ungidos ahora con la modulación de una
fuerte impronta social. Aparte de la “legitimidad” que, para la vanguardia de la
Extrema Derecha, los Strasser aportaron como rebeldes al liderazgo de Hitler
(que no a su ideología)21. Obviamente, para los nostálgicos y/u ortodoxos del
nazismo el recurso al legado strasserista será una herramienta táctica, pero
apenas nominalmente reconocida. Se denomine de una forma u otra, se asuma
como tal o no, el strasserismo como neonazismo social es un campo de
experimentación imprescindible para las derechas autoritarias del siglo XXI22.
20
LE PEN, Jean Marie: “Discours traditionnel de Jean-Marie Le Pen à l’occasion du 600eme
anniversaire de la naissance de Jeanne d’Arc. Paris, place de l’opéra, 1er Mai 2012”. Fuente:
http://www.frontnational.com/2012/05/1er-mai-grand-discours-de-jean-marie-le-pen/ Fecha de
consulta: 28 de mayo de 2012.
21
Veáse su crítica a la “noche de los cuchillos largos” en Otto STRASSER, Die deutsche
Bartholomäusnacht, Zurich, Reso Verlag, 1935; también su clásico Hitler y yo, México, Minerva,
1940.
22
El pensamiento strasseriano es un acervo insoslayable para la Extrema Derecha social, en
especial para superar la frontera ideológica de izquierda y derecha, presentándose el
socialismo nacional strasseriano como la síntesis quasi hegeliana de la ecuación ideológica
tradicional. Un estudio solvente dedicado al pensamiento político strasseriano de Stefan
9 Un laboratorio donde poner en práctica lo factible y lo deseable. Los ejercientes
del nuevo strasserismo –tan rentable en situaciones de crisis económica,
política y/o ética- lo utilizan por considerarlo fuente de respetabilidad social; un
objetivo inasible desde un enfoque rígidamente ideológico. Se trata de abrir el
mensaje, que no de atemperarlo, confiriéndole una apariencia de interés
“general”, visos de apoliticidad, junto a una reiteradamente manifestada
voluntad de servicio; y, todo ello, para ganar adhesiones mediante un discurso
arraigado en la afirmación de lo público sobre lo privado, del Buen Gobierno
contra la corrupción, prestando voz –y puño de hierro- a las víctimas de los
poderosos. La defensa del indefenso; recurriendo, si menester fuera, al
imaginario “romántico” de plantar cara –desde un nacionalismo sólido y un
anticapitalismo líquido- frente a las oligarquías que aplastan a los ciudadanos
medios. La auto-postulación como un movimiento social que brota de las
entrañas de las clases medias y populares a las que se sirve. La Extrema
Derecha, por tanto, se apresta a combatir mediante el uso de armas
ideológicas con alta toxicidad moral; el propósito consiste en actualizar,
“trascender”, los presupuestos –constitutivos y operativos- de la DeutschSoziale Union (DSU), fundada en Alemania por Otto Strasser tras su regreso
del exilio, pero reforzando esa línea de neutralismo falso que busca también el
voto de la izquierda, en parte por la reivindicación de la capacidad
transformadora que la doctrina strasserista confirió al nacionalsocialismo
revolucionario23.
El despegue de los partidos tradicionales (agostados ante la opinión
pública, agotados en sí mismos), la separación deliberada respecto de la
política convencional, son ideas-fuerza que gravitan en el extenso –y dispersomagma de “familias” de Extrema Derecha; incluso de quienes ejercen la
ideología como praxis, no como doctrina, mediante la difusión de un
posibilismo que avanza, y atrae, a distintos adhirientes; entre los cuales puede
aparecer una constelación de pequeños y medianas fuerzas de variable signo
ideológico, o detentadoras de un credo político claramente sincrético, sin mayor
definición24. La idea de entrega al servicio público, defensa del interés general,
la lucha contra la corrupción y la apología del Buen Gobierno, serán vectores
utilizados por la Extrema Derecha para ensalzar la protección del ciudadano
medio. La búsqueda de la utilidad política y de la rentabilidad electoral.
4. La finita capacidad de simulación: la agresión innata, la
destrucción progresiva.
WANNENWETSCH, Unorthodoxe Sozialisten: zu den Sozialismuskonzeptionen der Gruppe um
Otto Straßer und des Internationalen Sozialistischen Kampfbundes in der Weimarer Republik,
Frankfurt, Lang Verlag, 2010. De Otto STRASSER, Aufbau des deutschen Sozialismus,
Leipzig, Wolfgang-Richard-Lindner-Verlag, 1932;
23
De Otto STRASSER veánse Sozialistische Revolution oder faschistischer Krieg (Praga,
Grunov, 1935), y Der Marxismus ist tot, der Sozialismus lebt (Praga, Grunov, 1934).
24
De la Lega dei Ticinesi, el Diccionario Histórico de Suiza lo define en los siguientes términos:
“un movimiento político populista, sin referencias ideológicas específicas, que defiende un
programa regionalista, anti-europeo, anti-ecologista y anti-estado, hace campaña para lograr
una reducción de impuestos, apoyando a los sectores desfavorecidos de la población (sobre
todo, los ancianos) y se opone a una mayor presencia extranjera”. Fuente: http://www.hls-dhsdss.ch/textes/i/I8030.php Fecha de consulta: 28 de mayo de 2012.
10 La utilización del Islam como bête noire ha sido una constante por parte
de la ultraderecha europea… al mismo tiempo que se alcanzaban acuerdos
entre los pináculos más radicalizados de ambas cosmovisiones. La relación
entre el fundamentalismo islamista y el fundamentalismo derechista ha
demostrado unos inextricables vínculos (de choque contra el enemigo común
que es el capitalismo liberal y la democracia occidental), donde, junto al
intercambio de ideas y tácticas, la Derecha Extrema han ejercido su tutela
sobre los antiguos grupos militantes islámicos, después reconvertidos en
organizaciones poderosas, dedicadas a tareas lucrativas (blanqueo de
capitales, por ejemplo) como activistas (terrorismo y otros crímenes) 25 . La
ultraderecha ha utilizado el terrorismo fundamentalista (fuere cristiano, fuere
musulmán) como activador de conciencias en Occidente respecto a la
necesidad de Gobiernos fuertes, que “planten cara” a tamaña amenaza para la
seguridad y la identidad; ambos conceptos serán manejados por la Extrema
Derecha como partes de un todo: la seguridad plena garantiza la completa
identidad, y viceversa. Un proceso de retroalimentación mutua, donde unos
actúan como generadores de problemas, y otros emergen como portadores de
la solución salvífica.
El culto a la acción tiene ramificaciones genéticas como los actos de
fuerza encarnados por los herederos del boulangerismo, o la mistificación de la
violencia manufacturada por Georges Sorel y su revolucionarismo anarquista;
todo ello fue reelaborado por el fascismo italiano, como auto-postulado
supremo interpretador de la verdad revelada que era la creación de una
doctrina de poder. He aquí un elemento original del pensamiento fascista
nuevamente vigente entre la Extrema Derecha europea del siglo XXI: la
conquista del poder como prioridad absoluta, sea por una vía u otra. La clave
está en llegar a la cima, y permanecer indefinidamente. Los ultraderechistas
han comprendido que, en la actualidad, la cumbre del poder en Occidente está
integrada por una compleja maraña de redes, donde la economía, los
25
Nombres como Ahmed Huber, François Genoud, Johann von Leers, entre otros, junto a
entidades y organizaciones, desfilan por los análisis de expertos internacionales. Veánse de
Germana y Johannes VON DOHNANYI, Schmutzige Geschäfte und Heiliger Krieg. Al-Qaida in
Europa, Zurich, Pendo Verlag, 2002. También, las valiosas contribuciones realizadas desde el
periodismo de investigación, como, por ejemplo, los artículos de Kevin COOGAN (es el caso de
su prestigiado “Report On Islamists, The Far Right, And Al Taqwa”), o su libro Dreamer of the
Day: Francis Parker Yockey and the Postwar Fascist International, Nueva York, Autonomedia,
1999. Sin embargo, los trabajos de actualidad, en los últimos años, han recogido nombres
como David J. Copeland o David W. Myatt. La combinación de antisemitismo como acción y
terrorismo como insurrección tiene ya numerosos adeptos entre militantes radicales. Los
extremistas prefieren dejar actuar con perfil de lobo solitario, que hace más indetectable sus
movimientos al mimetizarlos con el entorno. Aparte de que a la sociedad bienpensante le
cuesta aplicar la definición de terrorismo a un atentado cometido por una sola persona. Esta es
una ventaja cualitativa que los ultras manejan con soltura: su agenda de crímenes –de
amedentramiento, de infiltración- estará en una situación óptima cuando Occidente asimile la
efectiva existencia de un terrorismo de ultraderecha, que es una realidad contundente y
peligrosa ya hoy. De lectura indispensable son los artículos de investigación de Lucy
KOMISAR, entre otros periodistas de investigación. De José J. SANMARTÍN, “Los alquimistas
del mal. Servicios de Inteligencia frente al terrorismo global”, Aurora Australis Inteligencia,
2009, fuente: http://www.aainteligencia.cl/?p=255
“Shareholders in the Bank of Terror?”, 15 de marzo de 2002,
11 negocios, la política, se entremezclan de manera promiscua. El 14/88 o la
Internacional Negra son frentes ya superados, que no desactivados, de la
acción concertada entre las extremas derechas. Éstas adoptarán cada vez más
posiciones de “tercerposicionismo” (corriente tendenciosa a trascender la
ecuación derecha/izquierda como búsqueda de una tercera vía, que fagocite
las ideologías convencionales, rebasándolas por su lado más social), donde se
conjugarán la verbosidad revolucionaria de raigambre anarco-fascista hasta el
mensaje constructivo de los ultraderechistas burgueses. Argumentos serios,
programas elaborados, en definitiva, construcciones hipostasiadas que
permitan el ocultamiento de su innata reverencia hacia la irracionalidad, el culto
al poder, la preponderancia de lo emotivo sobre la lógica.
La violencia es parte consustancial de la naturaleza nazi-fascista, no una
extensión o derivación más allá de su pensamiento y causada por motivos
coyunturales. Antes al contrario; el nazi-fascista necesita de la fuerza, llevada
en ocasiones al paroxismo, al objeto de vivificar su ideología y su pertenencia a
la tribu. El ansía destructora es otro elemento distintivo. De ahí surge el culto al
nativismo identitario, manifestado como xenofobia o populismo. Estrategias
convergentes para afirmar un nacionalismo hiperbólico, jerarquizado y
excluyente, donde se establecen categorías brutales de priorización de los
propios en detrimento, siempre, de los clasificados como extraños. La
exaltación de la identidad busca, también aquí, la expansión de valores
racistas; de ahí la brutalidad de los asertos acusatorios ultras contra la
inmigración, con independencia de la certidumbre de los datos manejados. Lo
importante para los radicales es generar “argumentos” que pongan de su lado
a una opinión pública que puede ser confundida (y, por lo tanto, manipulada);
de ahí la producción de imágenes tópicas fácilmente aprehensibles por
ciudadanos más desesperados por la situación vivida que exigentes de la
información recibida. No les importa que los supuestos hechos sean verdad o
no; basta con que encajen en el prototipo negativo26.
5. Conclusión.
La presencia de las derechas autoritarias no puede medirse por sus
resultados electorales. Esto último constituye una mínima porción –y, a veces,
la menos representativa- de su verdadera influencia política. La ultraderecha
busca ocupar territorio mediante la colonización progresiva, incluso bajo formas
de arrendamiento a favor de opciones u organizaciones distintas. Patronales de
empresarios, clubes deportivos, sindicatos profesionales, asociaciones,
prestadores de servicios, pasando por medios de comunicación,
organizaciones no gubernamentales, agrupaciones humanitarias o actividades
culturales, son entre otros, sectores de potencial infiltración por los acólitos de
la Extrema Derecha, además de proseguir actuando en la política
convencional, al objeto de conseguir la mayor optimización de su poder
efectivo. El ascenso ultraderechista en varias elecciones europeas, denota el
aprovechamiento que las candidaturas radicales hacen de la brutalidad de la
crisis económica. No obstante, tal subida electoral no debe ser minusvalorada:
26
“En muchos sentidos, la inmigración parece ser una cuestión más de percepción que de
realidad”, Roger EATWELL, “Ten Theories of the Extreme Right”, en Peter H. MERKL y
Leonard WEINBERG, Right-Wing Extremism in the Twenty-First Century, Londres, Frank Cass
Publishers, 2003, p. 50.
12 la Extrema Derecha está aglutinando alrededor de listas plurales el voto de
protesta contra los abusos de los poderosos, y el desgobierno de sus
mantenidos; sí, pero, al mismo tiempo, también se socializa un pensamiento
reivindicativo cercano a los valores de la ultraderecha. Sin etiquetas
ideológicas en demasiados casos, bajo el tenue y genérico título de
“populismo”, esos nuevos triunfadores del ahora y restauradores del futuro,
generan un clima propicio a la implantación de una cultura política refractaria
en calidad democrática.
En la actualidad, una Grecia conmocionada por la brutalidad de la crisis
económica, es un aviso para navegantes. La ultraderecha helena está
desplegándose para impostar sus asertos como parte de la psicología popular.
Sin duda, elecciones venideras les harán perder fuerza electoral, pero éste no
es el peligro mayor: ahora mismo, la Extrema Derecha está sembrando su
semilla del mal en demasiados países. Los dirigentes ultras hacen, a su
manera, una pedagogía utilitarista que esperan rinda fruto radical a medio y
largo plazo. Su planteamiento estratégico no es cortoplacista ni fungible. Ahora
están sembrando la semilla ideológica que esperan recoger en ese porvenir
ultra. Se saben beneficiados electoralmente por la angustiosa situación
material de países occidentales sometidos a una crisis aguda, mas pretenden
consolidar su presencia también una vez resurja la economía nacional. Con
mayor o menor número de votos, pero sostenerse como poder en la sombra; y
es que la Extrema Derecha busca la influencia efectiva por encima incluso de
las adhesiones coyunturales a sus partidos. El ultranacionalismo como
eurofobia (frente a la arquitectura comunitaria) y la xenofobia (contra los
pobres, los diferentes); la política como liberticidio a cámara lenta, mediante
restricciones graduales de derechos consolidados. Las derecha extrema
conserva intacta su vocación destructora de las instituciones vigentes. Quien
piense lo contrario, peca de ingenuo. Por la sencilla razón de que la
ultraderecha europea nunca ha dejado de actuar, aún mimetizada, en el
continente. El aparente “resurgimiento” no es tal; el nazi-fascismo ha
permanecido, ha resistido, ha simulado, y todo, absolutamente todo, en función
de una finalidad suprema: sobrevivir. La ideología fue metabolizada en
diferentes facetas. Y a tal efecto coadyuvó la pavorosa derrota de la II Guerra
Mundial. La mostración al mundo de los crímenes contra la Humanidad y otras
atrocidades cometidas por los nazis y sus acólitos, obligó a los herederos
ideológicos a simular, disfrazar, incluso bajo apariencia de modernización
populista, sus principios políticos esencialistas y radicales. De ahí la
polivalencia de la idea de regeneración entre los nuevos fascistas27.
27
Un estudio clásico sobre la dimensión intelectual, es de Zeev Sternhell, Ni droite ni gauche.
L'idéologie fasciste en France, Paris, Éditions du Seuil, 1983. Por su parte, el profesor Joan
Antón ha demolido intelectualmente el argumentario de equidistancia de las ideologías
propalado por la Nueva Derecha (ND), incluso del fascismo y la ultraderecha autoritaria cuyos
fundamentos los mentores de ND se impusieron “reconvertir dichas ideas-fuerza adaptándolas
a una época de predominio indiscutido de las ideas y valores democráticos. Una adaptación
necesariamente sofisticada ya que, para que perviva lo estratégico, era necesario
desprenderse de lo táctico. Una identidad no idéntica disfrazada de nuevo paradigma más allá
de la derecha y de la izquierda”, Joan ANTON MELLÓN, “El Eterno Retorno. ¿Son fascistas las
ideas-fuerza de la Nueva Derecha Europea (ND)?”, Foro Interno. Anuario de Teoría Política,
núm. 11, 2011, p. Lo cual queda plasmado en las concomitancias que se dan entre la ND y el
fascismo originario como, por ejemplo, “compartir un mismo o parecido diagnóstico y una
13 Para eludir la marginalidad política, fuerzas de Extrema Derecha han
emprendido un camino de búsqueda de “legitimidad”, conforme al
planteamiento de Goodwin. Esa política de arraigo, de proximidad y vecindad28,
es la que hace trocar candidatos en representantes29. Se busca un discurso de
cercanía, donde el “partido nacional” abandere la causa de la ética y en contra
de las oligarquías dominantes que sojuzgan a los buenos ciudadanos que no
pueden llegar a fin de mes. La demagogia como puntal de acción. Una mixtura
de elementos antiguos y modernos, pero que avanza posiciones de manera
callada o estridente. En realidad, se da una combinación de ambas
dimensiones, y ello sucede en la medida que estén obligados al ocultamiento
de filias (o fobias). Como expresa Casals, “el equilibrio entre tradición y
modernidad de la nueva ultraderecha” 30 . Además, estos partidos y
“movimientos” se presentan como expresión de la parte sana del pueblo.
Semejante enfoque “profiláctico” es potencialmente turbador, y asertivamente
segregador. Las derechas extremas también se sumarán al discurso antielitista en ocasiones de especial sensibilidad social, donde su lucha darwinista
les reporte visibilidad y reconocimiento por parte de ciudadanos que se sienten
indefensos ante el egoísmo patológico de las oligarquías, que se protegen a sí
mismas, con menoscabo del interés general 31 . De ahí la pertinencia –en
misma o parecida visión del mundo a partir de los referentes filosófico-culturales utilizados por
ambos; todo ello a partir de una idéntica concepción del hombre, la naturaleza y la historia: el
hombre visto como un ser agresivo, jerarquizado y territorializado”, Joan ANTÓN MELLÓN, Art.
cit., p. 89.
28
En este sentido, como bien analiza Hernández-Carr, el caso de Plataforma per Catalunya ha
logrado cumplir al menos parcialmente ese objetivo. Y ello en base a dos factores: “en primer
lugar, PxC trata de presentarse como una formación moderna, respetuosa con el sistema
democrático y, en consecuencia, alejada de la tradicional extrema derecha española.
Paralelamente, el partido ha desarrollado una intensa actividad política en determinados
municipios que le ha permitido n contacto directo con los vecinos y un cierto “enraizamiento” en
el contexto socio-político de los mismos”, Aitor HERNÁNDEZ-CARR, “¿La hora del populismo?
Elementos para comprender el “éxito” de Plataforma per Catalunya”, Revista de Estudios
Políticos, núm. 153, julio/septiembre de 2011, p. 63.
29
“La política local es importante, porque es lo más cercano a la ciudad y los ciudadanos en su
vida cotidiana. Es por esta razón que la presencia de la Liga de Ticino en los municipios es
vital para asegurar la responsabilidad en áreas como la seguridad, la transparencia de las
decisiones y defender los intereses de los ciudadanos […]. Cerca de los ciudadanos, también
en los municipios”, Lega dei Ticinesi, “Comunicato Stampa: Nei vostri Comuni con la LEGA”.
Fuente:
http://www.legaticinesi.ch/index.php?option=com_content&task=view&id=1330&Itemid=163
Fecha de consulta: 22 de mayo de 2012.
30
CASALS, Xavier: “Europa: una nova Extrema-Dreta”, Barcelona, Fundación Rafael
Campalans, s.f., p. 10.
31
En España, el Movimiento Social Republicano defiende para la “comunidad nacional” su
propuesta de “luchar contra la corrupción en el ámbito político. Potenciar la austeridad como
norma de comportamiento político, y la rotación de los cargos electos como antídoto contra la
corrupción”, pero al mismo tiempo, aboga por la “creación de una Guardia Nacional compuesta
por voluntarios, a la que podrán pertenecer todos los españoles mayores de edad, con la
misión de acometer la Defensa Operativa del Territorio. La Guardia Nacional contemplará su
despliegue por contingentes repartidos por todo el territorio nacional que dependerán,
orgánicamente, de las respectivas Comandancias de la Guardia Civil”, Movimiento Social
Republicano,
Programa
Político
del
Movimiento
Social
Republicano.
Fuente:
http://www.msr.org.es/index.php?option=com_content&view=article&id=48:programamovimiento-social-republicano&catid=38:documentos&Itemid=56 Fecha de consulta: 4 de junio
de 2012.
14 verdad, urgente necesidad- de que las democracias consoliden sus posiciones
mediante políticos y dirigentes realmente capaces, inspirados en la Ética
Pública e inspiradores de la confianza que genera legitimidad.
Demasiadas son las figuras del pensamiento que han contemporizado, y
santificado, variantes autoritarias. Europa ha sido excesivamente permisiva con
las derechas extremas, a las que se considera como una extensión atípica del
régimen constituido; una disfunción insertada en el sistema democrático que
avisa como un termómetro del malestar ciudadano, según gane o pierda votos.
Esta imagen beatífica ignora el odio, la ira, la violencia implícita que estas
ideologías extremistas albergan en su seno. La consideración de que los suyos
eran excesos únicamente de carácter defensivo, o cometidos en nombre de un
bien superior, ha envenenado el análisis sosegado al respecto. Todavía hoy
existen negadores de la existencia de un “terrorismo de ultraderecha”. La
naturaleza diseminada y difusa de sus atentados, hasta ahora, no debe
confundir respecto a la vocación subversiva y destructora de su designio último.
La losa que, todavía, aplasta al nazifascismo es la verdad histórica.
Eliminada o laminada ésta, el camino quedaría expedito para un reverdecer
ultraderechista. De ahí el oportunismo creciente que la obra heideggeriana
aporta en potencia a la hora de legitimar -y socializar- valores enquistados en
la retícula ideológica. Ya Frank y Habermas advirtieron de la tentativa
restauradora del pensamiento nacionalsocialista en base a planteamientos
intelectuales de tamizado heideggerianismo. “Más allá del bien y del mal”; “más
allá de la derecha y de la izquierda”… el nazifascismo sociológico. La
capacidad de la Extrema Derecha para metamorfosearse continúa siendo
proverbial. La mejor contestación a este peligro es la reafirmación de los
principios de libertad y pluralidad, defendiendo activamente el sistema
democrático, al tiempo que se profundiza en su expansión y mejora. Se trata
de recuperar el axioma pronunciado por un erudito norteamericano: los
problemas de democracia se resuelven con más democracia, nunca con
menos.
15 
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